Laura solo quiere a su papá (segunda parte)

Tras ser descubierta en fragante perversión, Laura descubre que su padre es aún mas pervertido que ella. Pero Pedro no tomará a su hija sin más, va a explorar todo lo que siempre ha querido hacerle en secreto y se tomará su tiempo...

Pedro era un luchador.  Nacido en una familia humilde, heredó las tierras de las que ahora vivía cuando era muy joven, tras la muerte de su padre. Era tan solo un niño cuando tuvo que dejar la escuela para hacerse cargo de la finca familiar y de su pobre madre enferma.

La situación no duró demasiado, por desgracia su madre también falleció.

Solo, sin hermanos, se resignó a la soledad y el duro trabajo que imaginó en soledad hasta el final de sus días.

Pero un día la esperanza entró en sus tierras, Marta entró en su vida.

Era una chica muy hermosa, inteligente, vivaz e inquieta. Había llegado al pueblo huyendo de su propio padre, un hombre adinerado y poderoso que había concertado su boda con un antiguo socio, en un intento por aumentar su posición y capital.

Marta no quería resignarse a un destino programado, vagabundeó por todo el país buscando donde asentarse de forma discreta, donde su padre no la encontrara.

Pedro se enamoró de ella nada más verla y ella le correspondió sin dudarlo, pronto Marta se había mudado a la finca de Pedro, acabando con una soledad que duraba ya 5 años y llevando alegría a aquel hogar hasta entonces triste y gris.

Laura llegó poco después, Marta quedó preñada casi de inmediato cuando comenzó a compartir cama con Pedro y ambos esperaron con ansia el día en que se convirtieran en padres.

Sin embargo algo cambió cuando Laura nació. Marta sintió entonces el verdadero peso de tener una familia, una responsabilidad…y no pudo con ello.

Una noche de invierno, dejó a la niña bien acostada en su cuna y mientras Pedro visitaba el pueblo para vender algunos de los productos que podía sacar de la tierra, Marta hizo su maleta y desapareció con una breve nota: “Lo siento, te amo, pero no puedo amarte solo a ti”

Habían pasado ya 18 largos años, Pedro conoció pocas mujeres en ese plazo. Su pueblo era pequeño, todos se conocían y la marcha de Marta había sido un hecho muy comentado y ciertamente humillante. Máxime al tener en cuenta lo tradicional que eran todos en el pueblo y que Pedro nunca se llegó a casar con Marta.

No era el tipo de hombre que pudiera irse con prostitutas, lo había intentado pero saber que esas mujeres solo tenían en él un interés económico, le hacía sentirse repugnante, menos hombre. A  su abstinencia fue casi completa y a esa falta de sexo, a esa necesidad acumulada, achacaba los sueños que había estado teniendo últimamente.

Y es que resultaba muy duro ver crecer a su hija, su pequeña princesa de la que pensaba que jamás crecería. Ahora sin embargo era una mujer hermosa, voluptuosa y deseable pero Pedro se había obligado a sí mismo a seguir viéndola como una niña.

Es por eso que cuando Pedro ve  el coñito de su nena, expuesto sobre su cama, chorreando fluidos por sus muslos…cuando ve su cuerpo medio desnudo, su pecho al descubierto con el pezón erecto como si hubiese sido succionado por un hambriento lactante… por un momento se olvida por completo de que aquella es su hija y a punto está de saltar sobre la cama para poseerla como hiciera si fuera Marta.

Y es que Laura se parecía enormemente a su madre, sobre todo en este momento, desnuda y caliente, a excepción del coñito, que Marta mantenía rasurado, o mejor dicho, Pedro se lo mantenía bien pelado en contraste con la mata de pelo que le nace a Laura del pubis y le cubre la raja.

Tímida, Laura se quita la almohada de la cara y cierra las piernas, teme enfrentarse a la mirada de su padre pero cuando lo mira a la cara no puede cruzar su mirada. Papi no la mira a la cara, solo le mira el cuerpo desnuda y de repente se siente observada, satireada.

Laura ve como papi se frota el paquete, lo tiene hinchado y marcado en el pantalón… sus ojos se abren de par en par… ¿acaso papi se está empalmando con ella?

Abre de nuevo las piernas, despacio y con temor, su voz suena algo quebrada cuando susurra

-          Papi…yo...

Pero no sabe cómo continuar, la vergüenza la abruma y aún está cachonda, más incluso que entes si cabe.

La voz de Laura rompe el embrujo sobre Pedro, alza la mirada para mirarla a la cara…es su hija, no es Marta, es su hija desnuda y masturbándose sobre su cama, y los sentimientos se confunden en la cabeza de Pedro… deseo, enfado, lujuria, decepción…pensaba que su niña era buena…pero ahora es una

-          COCHINA

La palabra le sale de la boca sola, la piensa en voz alta pero no decide conscientemente el tono con el que la dice. A Laura le parece un tono muy autoritario, se siente humillada porque su papi tenga esa opinión de ella pero oír por fin en voz alta que él la llama por lo que realmente es, por como ella se siente, supone un alivio y para su sorpresa, la excita enormemente.

-          Pa..papi por favor, no me digas eso

Laura vuelve a cerrar las piernas e intenta taparse con uno de los cojines que visten la cama, busca sus bragas, estaba tan cachonda que no recuerda donde las tiró, se pone cada vez más nerviosa cuando no las encuentra, pensando en que tendrá que pasar con el culito al aire al lado de papi, en que no puede taparse el chocho porque lo tiene al aire y no está en su habitación, donde podría encontrar unas braguitas limpias sin problema.

Vuelve a mirar a su padre y encuentra las bragas, las tiene papi en la mano, las mira de cerca y Laura siente que la vergüenza la atraviesa desde la frente hasta el perineo sabiendo que dejó las bragas empapadas antes de quitárselas… pero la vergüenza casi se convierte en orgasmo cuando papi hace algo inesperado…acerca las braguitas a su cara e inspira, oliendo el aroma dulzón del sexo de su hija, vuelve a apretarse el paquete, sintiéndolo incómodo bajo el pantalón ajustado  y marcándolo como una gruesa longaniza bajo la tela.

Laura mira con la boca abierta como se marca el rabo en el pantalón de su padre… ¿ha sido ella? ¿Con su desnudez y su aroma? ¡Ha empalmado a su padre! Eso hace que se sienta orgullosa a pesar de su vergüenza.

Pedro lanza las braguitas por el aire e impactan en la cara de Laura, puede sentir su propia humedad que hace que las braguitas pesen más de lo normal y el gesto de su padre le parece denigrante hacia ella, pero en vez de sentirse molesta…quiere más...

-          Papi… por favor di algo

Papi la mira a los ojos fijamente y por fin se pronuncia de nuevo.

-          Tápate el coño, cochina... has dejado mi habitación oliendo a chocho…y ve a lavarte, no quiero que toques la comida con esos dedos pringosos

-

¡La comida! Laura lo había olvidado por completo, no había preparado nada de almorzar. Salta de la cama colocándose las braguitas ante la atenta mirada de su papi, agacha la cabeza al pasar a su lado pero no puede dejar de mirar de reojo el rabo que palpitaba bajo su pantalón.

-          Voy papi…perdona

Pedro la toma del brazo y la retiene un momento, acerca su cara a la de Laura y le pregunta.

-          ¿Porque pides perdón? Dilo…

Laura duda, nota la mano fuerte y poderosa de papi, nunca le ha hecho daño, siempre ha confiado en él, pero ahora mismo hay algo distinto en papi, esperaba decepción y enfado, pero en la mirada de Pedro hay algo distinto que Laura no puede identificar y la hace temblar con temor y cierta euforia…

-Si... siento no haber preparado la comida...

Pero Pedro niega con la cabeza, mira los pechos de su hija y ella se percata de que aún tiene una teta fuera, intenta tapársela pero papi le retiene la mano

-          Dime realmente porque te disculpas hija…

Laura duda de nuevo, si lo dice en voz alta será reconocerlo, pero aunque no lo dijera, su papi ya sabe lo que ella es

-          Lo… lo siento por ser una cochina papi

En respuesta recibe un fugaz azote en la nalga derecha que la hace ponerse de puntillas, los dedos de papi se marcan en su piel y su carne,  siente el calor con la forma de sus dedos. No lo puede evitar, ni siquiera sabe de dónde le sale pero Laura gime profundamente al recibir el azote, no tanto por la sensación inmediata de ardor en su nalga, como por el trato que papi le da al azotarla. Se sorprende de como papi la marca como si fuera de su autoridad y el modo en el que ella siente el azote, firme y ardiendo pero sin producirle dolor real.

No sabe que decir, su propio papi le ha dado un azote por cochina y siente como el coñito le palpita de puro morbo, ahora más que nunca el virgo le molesta dentro de la vagina, sus labios se mueven, su voz casi inaudible…

-          Gracias papi

Laura descubre lo que ha dicho cuando se oye a sí misma, no pretendía dar las gracias a su padre por azotarla, pero realmente se siente agradecida y su tono meloso lo demuestra.

Papi la mira serio, mira su pecho al descubierto y ella se lo tapa por fin de forma apresurada.

-          Voy…voy a hacer la comida papi…

Laura agacha la cabeza, en estos momentos lo que más la avergüenza es haberse excitado con el tacto de papá. Pero en cuanto baja las escaleras puede sentir su corazón latiendo a mil por hora…papi la ha tocado, la ha visto, le ha mirado el coño...

Se lava las manos y comienza a preparar el almuerzo, la cabeza le da vueltas y se pregunta que hace papi aún arriba y si la va a castigar…no teme el castigo, teme que le guste.

Lo que más pena le da es que papi le haya visto el coñito desarreglado, había fantaseado en muchas ocasiones con que papi la viese como algo más que su niña, que la viese como mujer, como hembra… pero su coñito sin uso está desarreglado, descuidado… se separa la braguita del pubis, la pelambre es espesa…si tuviera valor se lo rasuraría ella misma, pero como…hay tanto pelo…

La voz de papi suena desde la planta de arriba, profunda y dictatorial:

-          ¡Laura, sube ahora mismo!

Laura apaga el fuego para que la comida no se le pegue, respira hondo, seguramente su padre quiere tener con ella una charla donde pasará mucha vergüenza y le impondrá algún tipo de castigo. Prepara su discurso mientras sube las escaleras “papi no volveré a hacerlo” “papi no seré más una cochina”… la euforia inicial ha pasado y ahora solo quiere que su papi la vea como antes, como su nena inocente.

Papi está en la habitación de Laura cuando esta llega a la segunda planta, se acerca a la puerta, papi está de espaldas, lo que ve Laura le hace taparse la boca de sorpresa. Sobre su cama, toda la colección de braguitas nuevas y usadas, limpias y sucias, recogidas del cesto…todas hechas trizas con las tijeras escolares que Laura guardaba en su cajón.

Los girones cubren la cama y están por el suelo, ¿Por qué? ¿Por qué habrá hecho eso papi? No lo comprende pero sabe que las que tiene puesta son las únicas que tiene y aún están mojadas del calentón de antes, se le pegan al coñito peludo haciéndola sentir incómoda.

-          Papi, mis bragas, por…¿Por qué? ¿Qué me voy a poner ahora?

Papi se gira, mira a Laura de arriba abajo y sonríe con cierta malicia.

-          Ya que te gusta quitarte las braguitas en mi habitación, no las necesitarás para el resto de la casa…

Laura mira a su padre muy sorprendida, ¿la va a tener con el coño al aire por casa todo el día? No puede mentir, es una cochina por que el simple hecho de pensarlo hace que se moje de nuevo.

Papi se acerca, tijeras en mano, la toma de las caderas con una mano y con la otra conduce el metal de las tijeras por su piel, sin cortarla, bajo el elástico de sus bragas en sus caderas.

Un rápido corte y las bragas le cuelgan hacia un lado, papi mete la tijera por el lado contrario y zas, sus últimas braguitas caen al suelo, partidas e inservibles.

Al instante Laura se tapa el coño peludo, papi la mira sin decir nada, principalmente a sus ojos pero recorriéndola a veces con la mirada, de arriba abajo y de forma descarada.

-          Es culpa mía hija…

Laura se sorprende, la actitud de su padre no demuestra que considere su error lo que ha pasado y claramente no se arrepiente por romperle las bragas, dudando le responde.

-          No papi, yo…yo he sido una niña mala, no debí hacer cochinadas en tu habitación

Y entonces Pedro estalla en una carcajada, se acuclilla e incluso tose del ataque de risa

-          Jajajajaja, no…no, no hija, no me refiero a eso…eres una zorrita pervertida porque lo llevas en la sangre, pero yo me refería a esto

Pedro se agacha y mira el coño peludo de su hija, pasa sus dedos por el pubis pero solo acariciando vello rizado, no su piel. Laura se queda petrificada, sus oídos zumban y en su mente solo puede oírse decir “me va a tocar el coño, me va a tocar el coño”

Pero papi no lo toca, solo acaricia el pelito, lo enreda entre sus dedos  y da un tironcito

-          Aunch, papi! Duele...

Papi se pone en pie, ha arrancado un pelo del coño de su hija y lo mira intrigado, mostrándoselo a Laura.

-          Es culpa mía que tengas el coño peludo y desarreglado… eres mi hija y debería cuidarte en todos los aspectos, sin importar nada más.

-          Tú… ¿tú vas a rasurarme el bollito?

Laura se tensa  ante la idea, lo estaba deseando, en su cabeza la idea se clava martillazos, va a ocurrir, de verdad va a pasar, papi la iba a rasurar… siente que se le va a salir el corazón del pecho, que podría correrse si no se controla…

-          No hija, lo que te voy a rasurar es el coño, que ya no eres una niña…empieza a llamar a las cosas por su nombre…

Laura asiente sin poder evitar que se le escape una sonrisa de satisfacción…

-          Y… papi… ¿cómo me pongo para que me rasures el coño?

Decirlo en voz alta la excita aún más, ese lenguaje no es propio de papi y menos de Laura, hablar con tanta libertad y franqueza la anima, le da valor y aparta sus manos de su pubis para enseñar la pelambre que viste su coño

Papi no contesta, sin decir una palabra la toma de las caderas, pasa por los muslos de Laura sus manazas grandes y ásperas por el trabajo en el campo, levanta sus piernas y hace que le rodee las caderas. El coño de Laura reposa sobre el paquete de papi de forma irremediable, lo nota duro, gordo  y palpitante y no puede contener otro nuevo gemido y un estertor en la cadera, como un calambrazo, un pre-orgasmo que casi se completa cuando papi pasa sus manos hacia su trasero y rodea cada nalga con sus dedazos.

-          Pa..papi pensé que me ibas a castigar (susurra Laura como una gatita cariñosa agarrándose al cuello de su padre)

-          Te castigaré hija, lo haré…pero por no haberme enseñado el coño antes

Pedro lleva a su nena en brazos, casi desnuda, para primero en el baño y toma una cuchilla de afeitar que guarda en su bolsillo, luego baja las escaleras con su nena en las manos.

Laura a sus 18 años recibe el roce del paquete de su papi a cada escalón que bajan, se muerde el labio intentando contenerse, sus pezones están tan duros que se clavan en el pecho de papi aún con la camiseta entre ellos y sus caderas se mueven solas sobre el paquete de papi.

Papi la saca de casa, está al aire libre, coño al descubierto, con el culito agarrado a ambas manos. La lleva al cobertizo. Papi no tiene ovejas pero cuando llega la temporada de esquilar, gana algo de dinero extra esquilando las ovejas de ganaderos vecinos. Le sienta el culo a Laura en una bala de heno que siente los pinchazos de la paja en su culito redondo y delicado.

Laura intenta mantener sus temblores a raya mientras ve como su padre se gira y busca en la vieja caja de herramientas, saca unas tijeras de esquilas a las ovejas, las prueba un par de veces en el aire para comprobar que no están atascadas y luego las afila en la piedra circular mientras Laura espera de piernas abiertas con el coño expuesto.

Ella mira a su padre, tener el chocho visible para papi la tiene muy cachonda y no deja de mirarle el paquete. Papi está empalmado bajo el pantalón, se nota muy dura y enorme. Laura piensa que debe dolerle tenerla así atrapada, se muere por vérsela dura a su padre.

Pedro toma un taburete y se sienta frente al sexo peludo de su hija, que queda a la altura de su cara, lo mira con detenimiento mientras Laura se derrite de morbo y vergüenza.

Toma mechones de pelo rizado y los estira despacio, sin pegar tirones, Laura se muerde el dedo de la mano de lado para aguantar los gemidos mientras papi le despeja la gran mata de pelo genital y se lo va dejando cortito.

Pronto sus labios vaginales se vislumbran bajo la selva rizada y rojiza que antes cubría su coño.

Papi la mira y sonríe a su nena mientras le cuida el coñito, Laura pregunta...

-          Papi, ya soy mayor, ¿verdad?

-          Si mi niña, una zorrita adulta, pero tú siempre serás mi niña

-          Pero papi…yo…yo quiero ser mujer

Pedro sopla sobre el chocho de Laura apartando los pelos sueltos y recién cortados, mira desde abajo y a Laura la recorre un escalofrío por sentir el aliento de su padre en su lugar más íntimo.

Papi no dice nada, saca la cuchilla, escupe en su mano y mirando a Laura a los ojos, impacta sus dedazos sobre el coño de su hija. Lo empapa con su saliva y lo lubrica preparándolo para la cuchilla. Laura no puede contener el gemido y ya no cree que sea necesario.

No sabe hasta dónde llegará su padre pero espera que hasta el final, de cualquier modo papi le está tocando el coño y eso es más de lo que jamás hubiese podido imaginar.

Sus caderas se mueven por puro instinto, al sentir los dedos de papi rozar y resbalar con la abundante saliva, pero cuando cree que se va a mear de gusto, papi alza la cuchilla y empieza a pasarla por la piel de su hija para dejar el coño de Laura bien pelado.

Laura intenta no moverse pero le resulta complicado. Siente los dedos de su padre pasando por su chochito, la fría cuchilla repasando cada rincón de su vulva. Poco a poco su rajita se ve despoblada de pelo.

Pedro ve aparecer el coñito de su hija en todo su esplendor, grueso y tierno, cerradito y suave al tacto de sus dedos. Se quita la camiseta y con ella le limpia los últimos restos de vellos pelirrojos que caen flotando lentamente en el suelo del cobertizo.

Ahora, totalmente despojado de vello, el coñito de Laura está más sensible de lo que lo ha sentido nunca. El simple roce de la camiseta de papi, húmeda por su sudor, hace que Laura tense todo su cuerpo. Papi mira su coñito desde cerca, a apenas unos centímetros, alza la vista y pregunta a su hija.

-          Princesa, ¿qué hiciste hoy para almorzar?

-          Preparé sopa papi… (jadea al decirlo, expectante, preguntándose qué será lo próximo, sin atreverse a preguntar para que lo que sea que está ocurriendo, siga sucediendo)

-          ¿Y de segundo mi niña?

Laura vuelve a dudar, lo que quiere decirle a su padre y lo que debería decir una hija a un padre son dos cosas totalmente distintas. Pedro acerca su boca al sexo de su hija, Laura puede sentir el aliento húmedo y cálido de su padre en la piel sensible de sus labios mayores. Pedro mira hacia arriba, su mirada es de lujuria hambrienta cuando mira a su hija. Ante el silencio de Laura, papi insiste.

-          Y de segundo, ¿Qué se puede comer papi?

El instinto vicioso de Laura ya no puede contenerse por más tiempo, el deseo puede al miedo y sin dudarlo más le dice a papi.

-          De segundo puedes comer coño papi

Y abriendo las piernas ofrece por completo su raja a su papaíto, colorada como un tomate, caliente como un volcán.

Papi la mira, acerca su cara al coño de su hija, recién pelado, preparado para cualquier cosa,  acumula saliva en su boca y suelta un escupitajo abundante en la raja de Laura que le chorrea siguiendo el surco entre labio y labio. Se pone en pié, rodea a su nena sentada en la bala de heno.

-          Mira que eres cochina…como te atreves a decirle eso a tu propio padre… ¿es que no sabes que por tu culpa llevo sin follar desde hace años?

Mientras habla acaricia el cuello de su hija, apartando el pelo para tomarla bien de la nuca y haciendo la presión justa la deja inmóvil, como una gatita al tomarla del pellejo. Laura suspira, lo que le hace su padre le encanta, lo que le dice su padre la hipnotiza. Quiere más y lo provoca.

-          Pues cómeme el coño Papi, cómemelo, cómemelo… el de mami no está aquí, está el mío, mi coño es el único que te puedes comer

-          Hay que ser muy puta para decirle eso a tu propio padre, te voy a tener que castigar….

Con rudeza, le separa las piernas por las rodillas, desde atrás ve su vagina expuesta, aun sujetando a Laura por la nuca, lleva su mano al su chochete y sin aviso ninguno comienza a azotárselo. Son azotes suaves y poco dolorosos, pican más que duelen pero suenan alto y la humedad abundante de la raja de su hija, moja los dedos de Pedro a cada azotito.

Laura se curva como una bailarina de ballet, sus ojos en blanco miran a su padre, extasiada...

-          Pa..Pa…Pa…Paaaapiii (tartamudea Laura)

-          Cochina,  cerda, pervertida, pequeña puta salida…te vas a enterar, te voy a quitar la calentura a azote puro…

Pero los azotes no le quitan la calentura a Laura ni los insultos que jamás hubiera esperado oír de la voz de su padre, al contrario, la llevan al límite justo del orgasmo.

-          Pa..PAPI MMMMMM...ME…MEEE…MEEE MEEEOOO

Pedro separa bien las piernas de Laura por los tobillos y le expone el coño hacia el horizonte, su coñito explota en su primer squirt que salpica el suelo con abundancia, chorrea por su culito de nena y salpica su camiseta saliendo descontrolado.

Pedro tira hacia arriba de las piernas de Laura y la deja boca abajo, doblada  sobre sí misma, con la espalda y la cabeza apoyada en la paja, ve el pantalón de papi, su polla está tan dura que en el pantalón se marcan hasta las venas, suspira por ella y tiene que admitirlo para sí misma, ni el hijo de la frutera con sus ojos azules y su mandíbula perfecta, ni el monaguillo de la iglesia con sus músculos bien formados y su voz de terciopelo…Laura quiere a papi, y lo quiere dentro

Pero papi tiene otros planes, al menos por ahora, con el coño de su hija disponible hunde su boca entre sus ingles. Los muslos cálidos y suaves de Laura acogen las mejillas de Pedro. Laura siente la barba algo áspera de su padre y seguidamente la lengua, húmeda y larga, que la lame sin compasión.

Pedro abre la boca, todo lo que puede y el coñito de Laura le entra entero. Succiona, con fuerza y retuerce su lengua “castigando” su clitorcito

-          No, no, no , no papi no, no que me corro otra vez, no que no puedo, no que me corro, me corro, me corro, me corro…

Laura entra en bucle, no puede pensar en nada mas, contiene todo lo que puede su orgasmo pero sabe que va a explotar, la sensación de mearse del squirt anterior se multiplica por 10 por el simple hecho de saber que su padre la está lamiendo, le está comiendo coño, justo como ella soñaba.

Gracias a la reciente rasurada, la succión de Pedro es máxima sobre los labios vaginales de su hija, Laura siente la presión de cada succión desde el interior de su vagina y sus ojos se vuelven hacia arriba, poniéndose en blanco.

Queda sin respiración, sus músculos se tensan como electrificados y explota en un enorme orgasmo. Pedro bebe gustoso los fluidos de su hija al principio, peor pronto aparta su boca para dejar que todo salga como una fuente y le caiga a Laura en la cara y los pechos.

La camiseta mojada de Laura marca sus pezones. Jadea, intentando recuperar el aliento y se recompone como puede sentándose en la bala de heno. Por fin recupera la visión y la cabeza le deja de dar vueltas, pero lo que ve la deja aún más perturbada.

Papi se ha sacado el rabo, sus 22cm erectos, el venoso miembro de su padre apesta a macho incluso en la distancia. Laura nunca ha olido nada igual, parecido si, en los calzoncillos de papi cuando los lava a mano en la pileta, pero este olor, intenso y profundo…le hace babear y sentir la boca vacía, como si necesitara algo que poder chupar.

Pero papi lo que quiere es emputecerla y no se la da, la mantiene en la distancia y comienza a masturbarse.

-          Pa..Papi me… ¿me vas a follar?

-          Pequeña zorra pervertida… como puedes pedirle a tu padre que te folle…

-          Pa..papi me da miedo…soy virgen…

Pedro se acerca, polla en mano, se masturba más y más rápido después de estar empalmado desde que se encontró a su hija espatarrada y masturbándose.

-          No te creo…no puedes ser virgen

-          Que si papi, que si…mira…

Laura separa sus labios vaginales, la luz del sol se filtra por entre las tablas del cobertizo y un rayo de sol le ilumina el coñito rosado, Pedro acerca su cara de nuevo, mira atentamente y ahí está…el tapón de Laura, su virginidad intacta…

-          Me…me he guardado para ti papi (dice Laura dulcemente esperando ser follada)

Pedro sonríe, ahora lo sabe, se va a follar a su hija peor no ahí en el cobertizo, no así, de cualquier manera, la va a disfrutar bien, como merece, como ambos merecen… además está a punto de correrse y no quiere partirla para eyacular de inmediato.

Mira a su nena, la besa en la frente sin dejar de masturbarse y Laura con la cabeza agachada mira su coñito y contiene la respiración preparada para ser partida, pero papi le susurra.

-          Aun no mi niña…pero pronto…muy pronto…ahora…no te escondas el virgo…

Situado entre sus piernas, Pedro machaca con dureza su rabo, la nena mira, ve como el glande de papi casi roza su coñito pero no llega a tocarlo, la desespera, la tortura…quiere más, quiere a papi, lo quiere entero… Laura se ha corrido varias veces pero no deja de masturbarse violentamente viendo como papi se la machaca, apunto de correrse suplica

-          Papi...papi…por favor…me corro otra vez

Pedro acerca su rabo, sin llegar a tocar en ningún momento el coñito de su hija, la besa en los labios, un beso suave y limpio, casi casto

-          Toma mi niña, esto por guarra

Y entonces eyacula, con abundante fruición, con espesura casi sólida, caliente como el magma y blanco como la nieve. Con la mano libre le levanta la camiseta a su hija sin previo aviso, es la primera vez que ve ambas  tetas al descubierto, empujado por el nuevo estímulo se corre aún más fuerte y los chorros le impactan a Laura directos sobre el coño, sobre su clítoris, incluso inyectándose a presión en su vagina y regándole el himen…leche, leche de padre, semen fértil de papi en su coñito de cochina pervertida…da gracias a Dios por ese regalo, da gracias a su padre…o lo haría si pudiera hablar, pues en su mente solo se está corriendo pero en el plano físico Laura ha perdido el control de su cuerpo, sus caderas bailan en el aire, su culito rebota sobre la bala de heno y su tercer squirt baña a su padre que no para de correrse a su vez sobre ella. Laura saca la lengua de la boca, en un orgasmo casi letal, llevado al extremo por el morbo de cruzar cada vez una línea más prohibida... regada de semen cae exausta...

-          ¿Por…por qué papi? ¿Por qué no me has follado?

Papi la mira, de nuevo con ternura, le acaricia la cara y besa de nuevo sus labios antes de contestar.

-           Porque aún no estás ovulando este mes pequeña…tres días y te llega la hora niña…

Y hasta aquí la segunda parte de este relato improvisado que estoy escribiendo los ratos libres en mi trabajo.

Próximamente el clímax en la tercera parte.