Laura se prostituye

Mi marido siempre me decía antes de casarme que era una hermosa hembra, una mujer hecha y derecha, una mujer como las hay muy pocas...

LAURA SE PROSTITUYE.

Mi marido siempre me decía antes de casarme que era una hermosa hembra, una mujer hecha y derecha, una mujer como las hay muy pocas, alta, de una cintura de avispa, con una cola maravillosa, unas piernas muy torneadas, muy lindas, especialmente cuando uso zapatos de tacón alto, unos senos prominentes, talla máxima 108, que llaman especialmente la atención de todos los hombres, lo notaba porque muchas veces me dijeron en la calle tetona rica y otras cosas que poco a poco me iban llegando muy adentro.

Mi cara es muy dulce, blanca de pelo negro, lo que hace destacar aun más mi sexy figura. Un lugar muy especial de mi cuerpo era mi sexo, el cual tiene los labios separados, muy carnosos, como invitando a refregarse y a recibir lo que sean necesario. Yo no sabía que este atributo podía enloquecerme de placer.

No tuvimos relaciones sexuales con mi marido antes de casarnos, ya que el era muy enchapado a la antigua y debía llegar sin haber sido usada por otro hombre antes, lo que cumplí a entera satisfacción de él, porque lo amo y ahora lo amo más que nunca.

Al comienzo, nuestro matrimonio fue muy bueno, duró la luna de miel, pero luego se tornó sumamente aburrido, empecé a darme cuenta que no le interesaba mucho, ya que no quería hacerme gozar y solo tenía excusas para no cumplir como un verdadero hombre. Mi marido trabajaba entre las 17,00 y 01,00 de la mañana, haciendo informes sociales para una empresa especializada. Todos los días llegaba después de las dos de la mañana. Incluso trabajaba sábados y a veces los domingos. Mi desesperación iba cada día en aumento y realmente estaba desesperada. Mi marido tenía desde antes de casarnos, una enorme cantidad de películas y revistas pornográficas y siempre me dijo que el iba a tener de las mejores y en toda la casa. A mi no me gustaban, no me interesaban y consideraba que todas las mujeres que hacían eso eran putas.

Un día, en mi desesperación comencé a mirar una revista y vi a una mujer como se masturbaba, y sin querer comencé a hacerlo, logrando un climax muy especial, pero nada fabuloso, pero me gustó. Vi hermosa ropa interior y le insinué a mi marido. Me dijo que me comprara, me dio dinero y al día siguiente me atreví a entrar a una tienda especializada y porno. Me sentía avergonzada de entrar a una cosa así, el dependiente muy atento me atendió y me dijo al verme nerviosa que no me preocupara que esa era una tienda muy seria y respetable y que allí nunca pasaba nada. Me recomendó que por ningún motivo fuera a las tiendas de la calle que da al puerto, porque todas eran prostíbulos de muy mala reputación y que a una dama tan hermosa se la violarían. Yo le agradecí la delicadeza, pero el continuó y comenzó a mostrarme fotos pornográficas que el había tomado en un negocio donde había trabajado hasta cuatro días atrás cerca del puerto.

Mi curiosidad y mi calentura pudo más, y miré las fotos que realmente nunca pensé que pudieran ser tan degeneradas. Había un colchón en el suelo y una mujer rubia, bonita, estaba sosteniendo relaciones sexuales con un tipo muy bien dotado, tenía un miembro enorme, y la tenía ensartada por el culo. Otro individuo, horrible de feo, le tenía su miembro en la boca, y dos más la manoseaban groseramente por los lados. Era un espectáculo que por primera vez, viéndolo con un desconocido me puso a cien por hora, sentí que me mojaba toda y sin quererlo apreté las piernas. Pero en ese momento, distrajo mi atención un hombre que estaba en la foto mirando muy concentrado. Era mi marido, se me ocurrió preguntarle quien era ese hombre y el dependiente me contestó que era uno que le decían el mirón, que iba todos los días y que normalmente se paseaba por todos los negocios y se iba después de la medianoche. Dijo que era lo que se consideraba un putero y proxeneta, eligiendo mujeres para llevarlas a hoteles, a otras casas de putas o para que se acostaran con gente con dinero. El se acostaba con las prostitutas, según el para probarlas, desde la más linda a la más fea, era generoso monetariamente y las putas se lo peleaban para recibir sus favores. Me dijo algo que me llamó más aun la atención, que había hablado varias veces con él y que le había dicho que no se le paraba y no le daban ganas si no veía antes a otra mujer teniendo sexo.

Haber descubierto esto me produjo una gran indignación, no hallé que hacer, compre la ropa que había elegido, cambié otra que no me di cuenta era para mujeres que se prostituían y salí rápidamente de allí.

Lloré amargamente en mi cama, al descubrir el vicio de mi marido, eran las once de la noche, entonces se me ocurrió la idea de ir a dar una vuelta en el auto al sector del puerto. Me vestí con la ropa interior que había comprado, sostenes para mis senos que luego deseché, porque los tengo tan grandes, duros, firmes y parados, que no necesitaba usar brasier, una polera escotada con la espalda descubierta, una falda no muy larga, que me llegaba a la rodilla, medias a media pierna con stokking o portaligas. Me miré al espejo y encontré que me veía muy bien. La falda tenía una rajadura adelante, por lo que al sentarme y manera, se me veía todo donde terminaban las medias.

Comencé a recorrer las calles y lo que vi me dejó espantada, como se ofrecían las mujeres a los hombres que transitaban en auto, negocios que eran para mi una tentación, por primera vez sentí un cosquilléo en mi interior y en mi sexo femenino, estaba exitada, caliente y avergonzada. Me acordé de mi marido que debía estar por allí, pero donde. Vino a mi mente una foto pornográfica que había visto de una mujer que se sacaba sus bombachas en el auto para ofrecérselos a otros hombres que iban en otro auto, asi que estaba tan ardiente que decidí sacármelos, pero nadie se dio cuenta. Recorrí varias calles, pasando lentamente y pude presenciar cosas que yo consideraba asquerosas, especialmente en una plaza, donde las mujeres ofrecían por un poco de dinero, chupar las pijas de los hombres o bien sentarse en ellas sacándoles hasta la última gota de semen. No se cuantas horas estuve recorriendo, pero estaba muy caliente.

Volví a mi casa, más caliente, Rubén que así se llama mi marido, ya había llegado. Me recibió enojado y metió sus manos entre medio de mis piernas llegando a mi chucha, descubriendo que estaba toda desnuda y mojada, metió sus dedos con gran dureza mientras me insultaba y me decía que era una puta, que donde andaba puteando, si me había ido bien con los clientes, que donde estaba el dinero, etc. Mientras más me insultaba y me manoseaba, desde el ano adelante, más me exitaba y sin querer empecé a contarle del barrio del puerto, gimiendo como una perra en celo. La exitación de mi marido era cada vez más grande, nunca lo había visto así. Me dijo chupámelo y se lo sacó y me lo puso en la boca. Yo nunca antes había chupado un miembro ya que me habían educado que las mujeres que hacían eso eran las más bajas y vulgares de la sociedad. Tímidamente me lo metí en la boca, pasándole la lengua desde la punta hasta los testículos, lo que lo volvió loco de placer, luego también el me desnudo dejándome solo en medias, chupo mis tetas como nunca lo había hecho antes, estaba hecho una fiera, me lo metió en mi chucha y comenzó un rápido entra y saque que me llevaron a la desesperación. Todo esto con insultos y bajezas, pero que me gustaron y por primera vez comencé gozar del sexo. Me dijo que si esa noche me habían follado por el ano, yo le dije que no, que jamás, no me creyó y me dio vueltas y comenzó a empujar, su miembro, que no es muy grande y poco a poco lo metió completamente, volviéndose loco y yo también, me hizo acabar y le sentí como una explosión dentro de mi.

Descansamos sin decir nada, su miembro se achicaba adentro de mi ano y yo acababa, pero se me ocurrió decirle para exitarlo que faltaba algo más, se lo chupe nuevamente metiéndole un dedo en el hoyo hasta que nuevamente estuvo duro, me senté y me lo introduje totalmente, comenzando con mis manos a masturbarlo, correrle el forro hacia atrás y sentir todo el pene metido, pelado adentro de mi. Se corrió completamente, le dije, vamonos a lavar al baño, pero para mi sorpresa me dijo: las putas se lavan solas, al hombre se le debe lavar con la lengua, asi que comienza, y me tomó del pelo y me obligo a limpiarle todo el pene, los testículos y su ano, no me causó asco ni nada, al contrario descubrí que me produjo un gran placer y luego, nos acostamos a descansar.

Al día siguiente, estuvo haciendo unas llamadas telefónicas y no me habló hasta cerca de las 9 de la noche, me dijo que como puta no valía nada, como mujer menos, que no tenía experiencia en hacer gozar a los hombres, que no servía para nada, que como hembra era un fiasco y que jamás sería una buena perra. Le dije, enséñame y seré la mejor puta que pueda existir, hazlo y no te arrepentirás, quiero aprender, no creo que sea tan difícil, o tienes miedo. Me dijo miedo yo, jamás, tú vas a tener miedo, no creo que seas capaz. Si dame la oportunidad. Está bien, pero sin arrepentirte, ya que cuando estés allí no podrás salir. Cuando se entra al ambiente no se puede salir. Estás segura, si le respondí y lo besé dulcemente, pero me dijo: así no besan las perras, se besa con ansias, calentonamente, con lengua. Me revisó toda la ropa sexy que había comprado, eligió y me dijo vístete.

Estaba asustada, pero no podía decirle nada. Totalmente desnuda me vestí delante de él, que me miraba lascivamente. Me vestí igual que la noche anterior, pero me dijo, estás loca, así no vas a calentar a nadie. No tengo más ropa le dije. Entonces el tomó unas tijeras, corto mi falda en el mismo lugar donde terminaban las medias, agrando el tajo hasta cerca de la cintura. Cortó la blusa para que se vieran mis senos por los lados, quedando esta más suelta. Agrando el escote hasta la punta de los pezones.

Me había puesto una tanga, pero el me la hizo sacar y me dijo las putas que son realmente perras, jamás las usan, andan siempre listas para ser penetradas. Yo me asusté y me dijo, bueno no eres capaz. Hasta aquí llegamos, entonces yo le dije tu pretendes que tenga sexo con otro hombre, el me dijo, por supuesto, las perras no se fijan con quien, lo que interesa es gozar. Veo que te echastes para atrás. Yo le respondí, no, aun quiero y estoy más decidida que nunca, vamos pero pasemos a comprar condones. El se indignó y me dijo: sabía que no eras capaz. Las putas buenas follan sin condones, insultándome. Entonces le dije, será sin condones.

Entramos en un bar disco, quieres que te culeen caliente me dijo, respondí, estoy ansiosa. Siguió insistiendo en la idea y me dijo si quieres podemos invitar a los hombres de la mesa del frente parece que le has gustado mucho pues no han hecho otra cosa mas que mirarte desde que llegaron sobre todo el hombre negro es el que mas te mira, de pronto mi esposo me dijo ya vengo voy a la barra y no me tardo.

El hombre aprovecho esto para invitarme a bailar me saludo: hola como estas yo le dije muy ansiosa por verte, él me respondio eres linda mis amigos quieren conocerte yo sonrei y le dije mas tarde y me apreto contra su pecho y así seguimos bailando, me apretó fuerte de la cintura y una pierna me la metio entre medio de las mías. Su mano se deslizó suavemente en mi espalda siguiendo hacia el costado, hasta introducirla y como no llevaba ropa interior abajo empezo a cariciar mis nalgas esto me fue poniendo a millon y me aprete mas a su pecho seguia acariciando mis nalgas y yo sentía como su verga iba creciendo por debajo del pantalón yo lo mire y después busque su boca y lo bese suavemente pero me acordé de las instrucciones de mi marido, que en ese momento había vuelto y lo bese con ardor, nuestras lenguas se fundieron fuertemente, pude sentir su aliento a alcohol, me dijo que poto tan rico tienes, unas nalgas duras, sus manos me comenzaron a recorrer todo mi poto bordeando luego las medias y llegando a mi ano y luego a mi chucha. Estaba a mil, más aun cuando veo a mi esposo mirándome. El hombre me dijo: tú chucha está ardiendo, mojada, que rica eres, le respondí, pero eres un egoísta, has tocado solo la mitad. Note que el se enardeció con mis palabras y sacó una mano y me atracó contra una muralla, recorrió mi costado y la mano llegó a mi teta derecha, comenzando a jugar con mi pezón. La otra mano, estaba con dos dedos en mi chucha, jugueteando groseramente y una dedo en mi ano. La música termino y no nos dimos cuenta, luego, regrese a la mesa junto con mi nuevo hombre. Estaba muy exitada, nerviosa creo que mi esposo se dio cuenta, ya que me dijo, aun no pasa nada y ya estás reculando. Le dije no, quiero que me culeen sin ninguna contemplación.

Vamos a un reservado me dijo y junto con ello siguió el negro y dos amigos. Mi esposo y los tres me abrieron camino y el les decía a lo largo del pasillo groserías. En el pasillo habían cuadros pornográficos muy eróticos. Entramos en un cuarto, había un TV pasando una película pornográfica. Comenzamos a tomar un trago, Rubén me dijo que me sentara, me puse nerviosa, ya que no podía ocultar mi desnudez interior, todo se me veía. Los tres tipos me miraban lascivamente. Yo ya sabía que me iban a culear, pero no quería yo tomar la iniciativa. Entonces Rubén se acercó y me dijo al oído, te salieron tímidos estos hombres, demuestra que eres una puta en celo. Me levanté y me acerque al primero, lo tome del cuello, lo besé con pasión y le dije bailemos. Me apreté contra el, comenzó a correrme mano, tocar mis nalgas, a meterme el dedo entre mis nalgas yo con disimulo tocaba su verga por encima del pantalón. Estaba caliente y a cien, me dijo oye me tienes caliente, estoy loco por sentarte piernas abiertas y culearte por el chocho y por el culo, yo le respondí que esperas, soy toda tuya y también de tus amigos. El me dijo, mis amigos están mareados y ya medios borrachos, pueden ser muy peligrosos y ardientes, lo que me exitó enormemente.

Uno de sus amigos, el que estaba más mareado, se acerco, me tomó por detrás y junto que restregarme el poto con su verga, me agarró fuertemente las dos tetas, luego metió las manos por los costados y comenzó a apretar mis pezones. Me incliné un poco abri mis nalgas y senti algo mojado rozando mi ano cuando mire era el pene del amigo, que me decía, quiero culearte, ven perra , su verga larga, tiesa, muy gruesa , empezo a golpear mis nalgas con su verga mientras tanto el tercero se acercó y con mis manos acariciaba su verga y me la lleve a la boca casi me la trague de un bocado, de pronto mire a mi esposo y vi como estaba mirando como me tenían, pero vi en sus ojos una expresión como diciendo, esta no es capaz de ser perra. Ese pensamiento de mi esposo me exitó y me despertó, comencé a decirles groserías a los hombres para enardecerlos pudiendo ver en ese momento la cara de satisfacción de Ruben. Dije quiero me abran y me culeen por el culo, uno de ellos terminó de sacarme la ropa, quedando solo en medias e introdujo su enorme verga en mi culo, manteniéndome agarrada de las tetas.

El otro estaba tan ebrio que se cayó de espaldas en el sillón, y el que me tenía la verga metida en mi culo me empujaba hacia el. Llegué y caí encima de él, y lo aplasté con mi cuerpo, pero una mano se quedó abajo y se metió en mi chocha, metió tres dedos y dos de ellos mordisqueaban mi clítoris, comencé a acabar y logré con su ayuda, sacarle los pantalones y mordisquearle sobre los slips el pene. Sentía que era enorme, entonces, el en su desesperación se lo saco, mostrándomelo, nunca había imaginado una cosa tan grande, el se echó hacia arriba poniendo las dos piernas en los hombros del hombre que estaba culeándome por el poto. Toda su entrepierna quedó a mi disposición. Me lancé como una gacela a chupar, le besé la punta y luego comencé con la lengua a recorrer toda esa enorme estaca, mientras lo echaba hacia su ombligo, pude recorrer sus testículos, poro en esos momentos, el me tomo del pelo y me llevó más abajo, hacia su cola, obligándome a pasarle la lengua en el hoyo del poto. Estaba desesperada, la verga en mi culo me estaba haciendo acabar y entre gemidos sentí como me inundaba de semen, mi marido estaba masturbándose.

El otro hombre que estaba mirando, medio ebrio tomó su lugar y me culeaba alternadamente entre la chucha y el poto, de repente, se quedó solo en mi culo, me levantó en el aire y se tiró a sentarse en el sofá. El otro, cuyas piernas abiertas habían refalado a mis hombros, me siguió y me abrí más de piernas, adivinando que me lo iban a meter también por adelante. Los labios carnosos de mi sexo, pedían ese pedazo de carne, Puso la punta y poniéndose de acuerdo con el de atrás, logró meter con esfuerzo la mitad adentro. Estaba con la respiración entrecortada, Les decía háganme gozar, metelo con ganas, no sabes culear a una hembra como yo, piensa que eres un perro y yo soy tu perra, eres un maricón, no sabes culear como un verdadero hombre. Esto último fue un verdadero insulto, el hombre se transformó en una bestia, apretando mis tetas dio una enorme enbestida coordinadamente con el que estaba en mi culo ensartándolo hasta los testículos, haciéndome llegar al máximo placer, sintiendo como los dos hombres se tocaban en mi interior por medio de la punta de sus penes. Los dos, dando alaridos de placer, se fueron dentro de mi, sus vergas comenzaron a achicarse, el semen salía de mi poto y de mi chucho. Había sido bien follada, pero veo a mi esposo que hace una seña con la mano como diciéndome más o menos. Limpie a ambos hombres con mi lengua, inluso los restos de semen que habían caído en el sofá también. Uno de ellos, el que estaba más ebrio, me agarro y me comenzó a chupar el clítoris y luego mi culo. Estaba a punto de acabar, cuando me levanté y le dije a mi marido, quiero más, esto ha sido muy poco.

Me puse mi ropa, mi marido me tomo de la cintura y me dijo vamos. Creo que estás bien para ir a un prostíbulo del puerto y poder iniciarte, creo que te sacaré mucho dinero, pero aun debes aprender más.

Caminamos por la calle, en un lugar solitario estaba un ebrio meando un grifo de incendios, mi marido me dijo: es tuyo, anda, chupaselo y comete toda su leche. Me acerque para que me viera, el hombre siguió meando como si nada, lo tomé por detrás, le agarré su enorme verga, comencé a masturbarlo, terminó de mear, y comencé a mamarlo, sentí un sabor salado, rico, el hombre tenía una protuberancia en la punta del pene. Deseaba que me lo metiera, pero sentí en ese momento como toda su leche inundaba mi garganta y me la tragué toda, pensé ya irme, pero me tomó del pelo y me besó, me empujó contra la muralla, me levantó en el aire, manteniendo mis piernas abiertas, me lo enchufó en mi chocho, haciéndome resbalar hacia abajo, metiendolo completo, comenzó un meta y saca con gran frenesí, mordiendo mis tetas protegidas por mi blusa, hasta que sentí como mis interiores eran llenados de semen.

Mi marido me dijo, estás mejor, seguimos caminando, golpeó una puerta y por una mirilla le preguntaron quien era. Saludo y abrieron la puerta, entramos. Un hombre gordo y corpulento nos recibió en su oficina. Mi marido habló y me ofreció hasta el amanecer por solo US 100. El hombre dijo, veamos si los vale. Desnúdate, me dijo, tengo que probar la mercadería primero, antes de que yo hiciera nada, sus manos grotescas me recorrieron y manosearon mis tetas,, mi cintura, mi entrepiernas y mi trasero.

Me saque la parte de arriba, dejando mis tetas al aire, me senté a horcajadas sobre él, con las piernas abiertas. Parece que le gustó porque comenzó a chuparme y mordisquearme los pezones mientras sus dos manos recorrían mis nalgas desnudas debajo de mi falda. Sus dedos comenzaron a meterse dentro de mi y a jugar con mi clítoris, haciéndome acabar por primera vez, me hizo incorporar y tiró sus pantalones hacia abajo, quedando desnudo de la cintura hacia abajo. En esos momentos, mi exitación no tenía límites, su pene era enorme, lo tomé con una mano y lo dirigí hacia mi sexo, sentándome encima de la verga. Era grande pero me la tragué toda, me eché un poco hacia atrás y con una mano lo masturbaba adentro de mi, tirándole sus testículos hacia abajo. Estaba tan desesperada que no dejé que el me culeara, yo me lo culie y le saqué hasta la última gota de semen, sin que dejara de chupar mis tetas.

Luego, lo limpie con mi lengua y labios, y disfrute de los restos de semen y jugo vaginal.

Me dio las gracias y me dijo. Eres una gran perra, estás contratada, hoy te quedas aquí.

Lo que sucedió en el prostíbulo se los contaré más tarde.

Si les gustó mi relato a las mujeres, ellas pueden escribirme al email: ttronador@hotmail.com