Laura por detrás (2)
Continuación de las deliciosas aventuras del sexo anal de un marido oprimido con su malhumorada esposa.
Laura por detrás, II
Una noche el marido oprimido intenta un nuevo ataque. Por lo ocurrido en días pasados está convencido del gusto que su esposa tiene por el sexo anal. Laura, ya acostada en la cama y de espaldas a él finge dormir, el esposo excitado se acerca amoroso a ella, la abraza, acaricia sus firmes senos metiendo la mano bajo el pijama, ella lo deja avanzar, el marido cree que ella ha dado su aprobación, ahora la mano acariciadora recorre los firmes glúteos suavemente, acariciando por encima del pijama, cuando cree haber avanzado lo suficiente hace campo, estira la pijama y mete la mano ansiosa para palpar las nalgas por encima del blanco calzón, oprimiendo los cachetes con ternura, con suavidad, haciendo que sus dedos recorran también la separación entre los globos carnosos y vayan más abajo; Laura en silencio se abandona a las eróticas caricias, dejando que el marido la despoje lentamente de su pantaleta, para luego sentir que la mano se le mente entre las nalgas, los dedos acarician la raja peludita del sexo, separando a veces los gordos labios externos, y cuando los dedos traviesos acarician el apretado ano la mujer reacciona.
--"¡Deja mi ano en paz!, si quieres mételo en la vagina y terminas que tengo sueño, pero ¡date prisa!".
--"Sólo quiero jugar un poco con tu culo".
--"Eso dices siempre y terminas metiendo el miembro y ¡ya sabes que eso no me gusta!".
La sorpresa deja mudo al excitado marido, meditando "¿cómo que no le gusta?, si hace dos noches ella misma lo pidió, y fue bien clara: anda papi juega con mi culito y lo metes, ¿sí?". Pero el hombre ya conoce a su mujercita, es otra de sus actitudes contradictorias, trata de seguirle el juego:
--"Pues si mami, pero tengo ganas, déjame jugar con tu colita, sin meterlo, si quieres me vengo afuera de tu ano, ¿sí?".
--"Eso dices siempre, y al final tengo que soportar tus cosas, me duele cuando lo intentas, ¡de verdad!, pero a ti no te importa, sólo me quieres utilizar para sus perversiones", dice Laura fingiendo.
El marido le sigue el juego, los dedos acarician al apretado conducto, la mujer se deja hacer, el hombre utiliza sus dedos con suavidad, percibe la rugosidad de los pliegues en las puntas de los dedos que a veces se deslizan tiernamente sobre la raja peluda del sexo, Laura suspira, él mete un dedo en su panochita apretada, dos, tres veces, siente la viscosa calidez del sexo de su esposa y regresa para acariciar el conducto anal, lentamente, con ternura, mientras besa amoroso el cuello de la esposa e insiste: "¿sí mami?, me dejas sólo te pongo la puntita en el culito y juego con el, ¿sí?".
--"Siempre dices lo mismo que nomás la puntita y terminas adentro, lo metes todo, sabes que no me gusta el sexo anal, me lastimas pero tú eres muy necio", y la mujer suspira al tiempo que alza un poco más las nalgas, pero añade, "antes déjame poner la toalla o mancharás la sábana, luego huele feo, ya sabes a qué, además tengo que ir al baño".
La esposa se levanta de mala gana, el marido oprimido la sigue sigiloso y por la rendija de la puerta entre abierta observa a su mujer lavándose el trasero, en especial entre los carnosos globos de carne, momentos después ella regresa llevando una toalla en la mano y con cierto fastidio se acuesta de nueva cuenta en la cama, se despoja de su pantaleta blanca y recrimina al esposo: "no se que maña tienes de hacerlo así, no entiendo por qué te gusta hacerlo por el recto".
El marido se atreve a corregir: "también a ti te gusta, ¿no?".
--"¡Claro que no!, dejo que me lo hagas así porque se que te gusta, anda ya empieza con tus cosas que tengo sueño y por favor procura no lastimarme".
Con una sonrisa de satisfacción el esposo se acuesta tras la mujer, amoroso acaricia los suaves y firmes globos carnosos, con los dedos desliza la caricia por entre las nalgas, la mujer, sumisa, se deja hacer; ahora los dedos ensalivan el apretado ano y uno de ellos presiona ligeramente, parece sentir que el hoyo cerrado palpita y un hummm escapa de la mujer cuando el índice traspasa el agujero apretado, él se contenta con dedear suavemente el cálido agujero que se cierra con presión sobre el dedo.
Pero tiene que ir con tiento, el esposo saca el dedo suavemente y vuelven las caricias delicadas de sus dedos sobre esa sensible zona, primero los dedos acarician la raja carnosa del sexo, se contagia de la viscosidad que empapa ya la panocha caliente; los dedos suben hasta el duro clítoris y ahí se entretienen amorosos, con lentitud haciendo redondeles sobre la duro botón, Laura suspira y recula para hacer más campo a las deliciosas caricias.
Entonces el marido vuelve al culo, los dedos de nuevo recorren el íntimo rincón de la esposa que agita su respiración, un dedo se mete en el apretado hoyo y con lentitud extrema juega dentro del agujero apretado, la respiración de la mujer se hace más agitada, entonces el hombre intenta meter otro dedo, Laura suspira y afloja el cuerpo y poco a poco, lentamente el otro dedo traspasa el apretado culo, los dedos juegan lentamente sacando suspiros agitados de la esposa; el hombre cree haber avanzado bastante y mientras saca los dedos del culo amigable de la esposa coloca la verga sobre el oscuro nicho, pero no lo mete, juega con el glande repasando amoroso la roja cabezota del duro pito sobre el inocente culo de la mujer.
El juego erótico parece hacerse eterno, el pito acaricia con suavidad el valle rosado de las nalgas y en el culo parece detenerse por momentos, pero no entra, sino sigue repasando acariciador sobre el arrugado hoyo, en eso el cuerpo femenino se agita y la voz de Laura como un gemido: "¡ya papi mételo, por favor!, ya lo quiero, anda, mételo, ¿sí?, pero suavemente, no me lastimes cariñito mío".
Y el marido, obediente, apunta la verga en el sitio correcto, presiona con lentitud, mantiene el duro glande en el sitio correcto, y cuando la esposa deja escapar todo el aire de sus pulmones el culo se torna suave, apenas, pero la verga entra, primero lentamente y no toda, apenas la cabezota, Laura gime un "hummm, no, espera, ya, espera, ahí déjalo, no lo muevas", el marido se queda quieto, sintiendo sobre la verga los rigores del culo apretado, luego presiona más, lentamente, la esposa se queja dolorido, "hummmm, me duele, ¡ay, ya, no lo metas todo, así, quédate así, por favor".
Segundos después algo pasó, el estrecho culo de Laura se fue haciendo flexible, al menos un poco y el maravillado marido sentía delicadas pulsaciones sobre la verga, y los quejidos amorosos de su esposa: "¡así papi, qué rico me la metes!, ¡te quiero todo dentro de mi!, ¡sigue papi lindo, métela más!, ¡la quiero toda, dame toda tu verga, la quiero, anda, papi dámela toda!".
Y de nuevo los embates, la mujer suspirando quedo y el marido empujando decidido, hasta que su bajo vientre quedó pegado a las vibrantes nalgas carnosas de Laura, que gemía amorosa, suspiraba, una de sus manos se abría un cachete del culo, como pidiendo más; y el delicioso trajín inició, suavemente, la dura pinga entrando y saliendo con lentitud, una y otra vez, el aroma anal impregnando la habitación y el esposo disfrutando de encular a la renuente esposa, la verga entrando una y otra vez, el culo flexible, flojo pero rodeando el tronco de carne, el émbolo entrando con fuerza, pero a la vez con suavidad, hasta que Laura exigió:
--"¡Anda cabrón, cógeme fuerte!, ¡lo quiero fuerte!, con fuerza, más, así, sigue, no pares, no te detengas por amor de dios, ¡ay, sí!, ¡qué rico!, ¡sigue, sigue, quiero más, más fuerte, ¡no lo saques todo!, mételo fuerte, así, ¡anda, cógeme el culo, destrózalo papi lindo, sigue!".
Y el chapaleo de las carnes se hace fuerte, violento, rápido, las nalgas carnosas de la linda esposa hacen "chas, chas, chas", el femenino cuerpo vibra, se agita, la mujer inicia sus grititos de places, "aaahhhh, sí, sí, más, aahhh, qué rico papi, siento tu pito muy rico, lo siento hasta adentro, así, sí, parece que me traspasas con tu vergota papi lindo, sigue, más, no pares, más, que me vengo, sí, más, aaaayyyyyyy, sí, me vengo, más, aaaahhhhh".
Laura se agita, parece brincar sobre la cama, gimiendo, gritando, disfrutando de la cogida, hasta que el esposo anuncia la venida con un "aaaaahhh chiquita, te doy ., te doy la leche, siente mamita querida, siente como te lleno el culo de mocos, aaahhhh", y suspira yéndose al cielo.
--"¡Sí papi, siento la leche, dámela toda, sigue, quiero más, lléname la cola de mocos, los quiero todos, sí, siento como palpita tu verga, sigue, más, ay papi, ¡tiemblas!, siento cómo tiemblas, más, hummm, querido mío, que rico me coges el culo, hummmm", exclama amorosa la renuente mujer disfrutando de los últimos rescoldos de placer.
Los dos se quedan como muertos por momentos, el culo flojo va expulsando la pinga aguada, la mujer suspira, el marido pregunta: "¿te gustó mamita?, ¿te gustó que te culeara?, ¿sí?".
--"¡Claro tonto!, ¿qué te creías?, ¡lo disfruto al máximo!".
--"¿Entonces por qué lo niegas?, ¿por qué siempre dices que no te gusta?, ¿por qué me niegas el culo esposa adorada?".
--"¿Por qué así debe ser?, ¿cómo te voy a decir anda mételo por el culo?, ¡claro que no!, además siento vergüenza, me apena que me lo metas por atrás, y luego este olor tan feo , anda levántate y vamos a bañarnos que todo apesta feo y ya siento que se me sale el semen", dice la amorosa mujer levantándose de la cama y colocando entre sus piernas la toalla para atrapar la leche que escapa de su culo abierto.
El sufrido marido la sigue detrás, siente que el pito gotea un poco de semen, se siente satisfecho, orgulloso de haberle metido el pito al culo de su enojadiza señora.