Laura, Osvaldo y yo
Pasè a visitar a una vieja amiga y me encontrè una sorpresa
Hace unas semanas, fui, sorpresibamente a visitar a una vieja amiga.
Toqué a su puerta, sin previo aviso.
Hacía mucho que no la veía y estar allí frente a su puerta era arriesgado. Siempre que nos encontrábamos, terminábamos en una cama. Pero siempre habíamos arreglado previamente y no como esa noche.
Cuando abrió la puerta, nos sorprendimos los dos. Ella por verme y yo por lo hermosa que estaba.
- No me esperabas a mi ¿verdad?
- Ja la verdad que no. esperaba a otra persona.
Si se nota. Estás hermosa.
Gracias. Él está por llegar y no sería bueno que te encuentre. ¿no te parece?
No creí que algo así pudiera pasar. Pero al verla así de producida, me mal dije por haber ido sin avisar.
Ella abrió los ojos muy grandes y se ruborizo. Escuché un “hola” detrás de mi. Sin duda su cita había llegado. Él tipo se acercó a ella, la beso en la boca y luego.
- Hola, Osvaldo.- ofreciendo su mano.
- Él es un viejo amigo, Antonio. Acaba de tocar a la puerta y pensé que eras tu.
- Si les pido disculpas por la importuna aparición. Ya me voy.- me acerque para despedirme de Laura, con un beso en la mejilla, cuando Osvaldo interrumpió.
- Espera ¿no quieres pasar y tomar un trago?
Laura estaba muy nerviosa. Me miró desesperada, como pidiéndome que no acepte su invitación.
- No gracias, Osvaldo, no quiero estropear la velada. Además, es tarde, debo irme.
Laura me agradeció con la mirada y fue ella la que se despidió con un beso en mi mejilla.
- Vamos, hombre, entra. Apoyó su mano en mi espalda y me hizo pasar.
Osvaldo era muy gentil, ahora que lo veía bien, era bastante mayor que nosotros pero se mantenía en forma y su actitud era muy jovial.
Nunca le había conocido una pareja así a Laura. Me cayó bien el tipo.
Mientras él servía el vino y a rajatabla, preguntó:
- Dime Antonio ¿De dónde conoces a Laura?
- Trabajábamos juntos en la escuela.
- Si. hace muchos años, cuando éramos jóvenes. - dijo ella muy nerviosa.
Acercó las copas y propuso un brindis. Las copas chocaron, por la amistad.
Los tres apuramos un sorbo, entre miradas sospechosas pero ingenuas.
El vino era muy rico, pero sentía las sonrisas mudas de Laura que me apuñalaban por la espalda. Me tenía que ir. Así que vacié mi copa de un trago, elogié el vino y agradecí el buen momento.
Osvaldo se acercó a Laura y le murmuró algo al oído y dirigiéndose a mi...
- Antonio, quédate a cenar.
- No, no. Ustedes tiene otros planes.
Laura me interrumpió:
Preparé una rica cena y alcanza para los tres. En veinte minutos comemos. Charlen un poco y enseguida estará todo listo.- y se perdió por una puerta. Algo había pasado, Laura no era la misma.
¿Te sirvo mas? - y me llenó la copa. - ¿Así que conoces a Laura desde hace mucho tiempo?
- Ja, si, era soltera para esos tiempos.
- AAAA conociste a su primer marido.
- Si, si.
No esperaba que su siguiente pregunta fuera tan frontal.
- ¿Vos fuiste su amante? - Su voz no dejó de ser cálida y amable. - Discúlpame por la pregunta. Es solo curiosidad. Ella es tan transparente... Puedes no contestar.
- Bueno... No sé que decirte. Amante, no. Si lo hemos hecho, cuando éramos jóvenes. - creo que se notó que mentía y quise arreglarla. - Hace mas de tres años que no sabía nada de ella.
Allí entró Laura. Estaba hecha toda una sensual mujer madura y guapa. Con una blusa escotada, que le daba un toque voluptuoso a sus tetas. Una falda corta que resaltaba su culo, siempre tuvo un buen culo. Sus piernas cubiertas con lindas medias. Y unos taquitos de charol negros. Como me gustaría estar a solas con ella, pensé, mientras servía los platos.
La cena estuvo bien. Osvaldo no hizo ningún otro comentario indiscreto y el vino nos relajó.
No hubo postre, pero si café y un trago para seguir la charla.
- ¿Sabés Antonio? Con Laura hablamos mucho de nuestras cosa. Hacemos planes para cumplir con nuestros deseos.
- Si, me imagino que todas las parejas lo hacen.
- Si, claro. Pero no siempre nuestros deseos son fáciles de cumplir. Sobre todo a nuestra edad. ¿No te parece?
- Y si, ya no tenemos veinte años.
- Si, a eso me refiero. Hay deseos y fantasías que no pudimos realizar a esa edad pero que nunca se van de la cabeza. - Laura se puso colorada, se movía en su asiento y no sabía que hacer con sus manos.
Los dos estábamos mirándola. Creo que a todos nos había pegado el alcohol. Quizás por eso contesté:
- Ves, Osvaldo, eso está mal. Nunca es tarde para hacer realidad nuestros sueños, deseos y fantasías.
- Eso mismo me dijo Laura. Pero yo creí que no. Que ya iba a ser imposible hacer un trío.
¿Escuche bien? Él había dicho trío. ¿Estaba borracho?
- Laura siempre quiso estar con dos hombres. - Tomó a ella por la cintura y se la acercó hasta que sus bocas quedaron a milímetros. -¿No es cierto, mi amor?
Ella se puso colorada y asintió con la cabeza. Se besaron, con un beso largo y yo mirando, incómodo.
Me parecieron varios minutos pero no lo fueron.
No lo pudieron haber planeado, no sabían que yo iría esa noche. Pero está claro que lo habían charlado y mucho.
- ¿Quieres unirte a nosotros? Haremos lo que ella quiera, es la única regla.
Laura estiró su mano hacia mi y con un suspiro sensual: Vení, dale.
La idea era tentadora, aunque no era el trío que había fantaseado. Osvaldo me cayó bien y con Laura, siempre habíamos cogido muy bien. La situación me excitaba mucho y me levanté de la mesa y fui hasta donde estaban ellos y me dejé abrazar. Laura me besó y de la mano nos llevó a su cuarto. Su actitud cambió totalmente. La tímida chica que yo provocaba en la adolescencia, ahora era una mujer que sabía, muy bien los que quería. Nos dejó a los pies de la cama, mientras ella se sentó en una silla desde donde podía observar.
- Osvaldo... sácale la camisa a él. - y rápidamente, empezó a desprendérmela, botón por botón.
La zafó de mi pantalón para que por último tirar de las mangas.
Era extraño que un hombre me haya sacado la camisa. Laura miraba sin perder detalle.
- Lo hiciste muy bien, cariño. A hora te toca a vos.
Y lo hice sin pensarlo siquiera.
Le afloje la corbata y la saqué por su cabeza para luego sacarle la camisa.
Ella se acercó y nos acarició aprobó nuestra postura y volvió a sentarse. Éramos dos sumiso y ella toda una dominatriz.
- Bájale los pantalones.- le dijo y él lo hizo.
Liego me tocó a mi hacerlo. Laura no dejaba de moverse en su silla y cada tanto suspiraba o gemía.
Nosotros seguíamos parados y ahora solo en calzoncillos.
Pese a los años Osvaldo se mantenía en buen estado. Creo que él también me miró.
- Ahora quiero que ustedes me desnuden despacito. Empezando por mi blusa y luego la falda.
Ella se paró, como para que podamos realizar la tarea encomendada.
Así ella quedó en corpiño, tanga, medias y tacos. Se refregó en nuestros cuerpos y desfiló por la habitación, meneándose como una callejera. Cuando volvió a estar a nuestro lado posó sus manos sobre el calzoncillo sobre nuestros miembros.
- MMM, se están calentando. - y se reía con una risita pícara. Lo estaba disfrutando. Parecía que tenía planeado cada paso que daba.
Quise tocarles las tetas pero no me dejó, se molestó y sentí que había roto las reglas. Y él me lo hizo sentir.
- No son tus deseos los que mandan esta noche. Si no puedes controlarte, es menor que paremos aquí.
- Pido mil disculpas, es que estoy muy excitado.
- Te has portado mal. Deberás cumplir un cast¡igo. Así que si quieres seguir corresponder cumplirla.
- Si, lo haré. Cumpliré mi castigo.
- Bien, así es mejor. Ya llegamos hasta aquí y sería horrible tener que vestirnos y despedirnos en la puerta. No estaba previsto el contacto entre ustedes pero no me dejas opción. Bajale los calzoncillos y mastúrbalo.
Los dos nos quedamos asombrados. Así que como prometí, lo desnudé y comencé a pajear. Él la tenía dura y pronto su cabeza se humedeció. Podía ver la cara perversa de Laura y el olor de la verga de Osvaldo, casi me hacen acabar. Si me hubiera pedido que se la mame, lo hubiera hecho.
- Ya está bien. No queremos que se corra.
Creo que si no me paraba, Osvaldo hubiera acabado.
- Mis niños malos ahora quiero que me chupen bien las tetas.
Se desprendió el corpiño y sus bellas tetas me encandilaron, sus pezones oscuros y grandes, perfectos para mamarlos.
Cada uno tomó la suya y cumplimos la orden.
Ella gozaba como loca, sintiendo el placer en cada busto de diferente forma, o por lo menos, eso quise pensar. Con su mano bajó mi cabeza hasta llegar a su conchita. Corrí la tela de su diminuta tanga y la empecé a lamer. Estaba totalmente mojada y me encanta el sabor de sus flujos. La muy putita se había depilado totalmente.
Osvaldo y Laura se besaban en la boca y yo ya estaba lamiendo su culito.
Ya sin necesidad de dar ordenes, é se la metió en su conchita, se acomodó como pudo para ofrecerme su hoyo. La dilaté un coco con el dedo y enseguida le apoyé la verga y también la penetré.
Ella gritaba, gemía, suspiraba y no dejaba de moverse. Acababa y seguía. Yo tambien acabe y Osvaldo tardó un poco mas.
Los tres caímos cansados en la cama, con los brazos y piernas entre mezcladas.
Laura me beso en la bocay luego lo besó a él. Sus medias arrugadas, sus tacos puestos, su tanga desprolija en su lugar.
- Gracias.- solo agregó, mirando a Osvaldo, con lo que yo supuse que era amor.