Laura, objeto de placer (01)

El inicio: Como Marta consigue conquistar facilmente al joven Shalim usando sus encantos de mujer y ofreciéndole su virginidad. (HM prim anal)

CAPITULO 1

Marta era una chica mona, una de aquellas chicas que se dedican a dejarse admirar, pero sin que nadie las toque. En realidad su ilusión era atrapar a un millonario que le permitiera sus caprichos de niña tonta. Ya habían pasado unos años desde la epoca en que hubiera conseguido encandilar al más inaccesible de los principes azules, pero continuaba, a sus más de trenta, ahorrando las pesetas para ir a veranear como una señorita rica a cualquier hotel frecuentado por potentados.

Fue aquel verano en que no sabía porque había decidido ir a Marbella, cuando por fin ocurrió lo que ella tanto anhelaba. En su mismo hotel se hospedaba un viejo jeque que sudaba petróleo y su hijo Shalim. Segun pudo saber por los rumores que corrían por las bocas del servicio, Shalim había finalizado su entrenamiento en el mundo de la cultura y los negocios en una academia privada de Gran Bretaña y ahora volvía a su pais de origen para casarse con alguna afortunada y bella mora, para después venir otra vez hacia Occidente, desde donde controlaría sus pozos. Decidió que había llegado la hora de poder vivir como siempre le hubiera gustado. En realidad no había perdido su belleza; todavia se consideraba suficientemente capaz de excitar al más frio varón sobre la Tierra.

Aquella misma noche empezó su plan de ataque; le costo un poco caro, pero consiguió mesa junto a la de Shalim. Estaba claro que no era tan romántico como hubiera querido, en la mesa de su presa comían unas diez personas, y en dos mesas contiguas todo lo que ella imaginó que seria el séquito del viejo, en realidad matones de seguridad, invitados y alguna amante occidental del anciano jeque. Marta se había puesto sus mejores galas, con un escote generoso, aunque pudoroso, el escote de su querido vestido de gasa de cuando era una joven esquiva. Aprovechaba cualquier giro de Shalim hacia donde ella estaba para guiñarle descuidadamente el ojo, o acariciarse el escote, o lamer el mango del cuchillo como quien está pensando en algo más allá del comedor. Nada le parecia dar resultado. Recordaba que en las peliculas la seductora espía le enviaba mediante un camarero un papel escrito al guapisimo héroe. Sacó un papel y una pluma del bolso y escribió „Estoy loca por ti y quiero conocerte. Ven esta noche al bar. Te esperaré en el sillón detrás del billar. Una admiradora de tu belleza". Realmente era cursi, ni siquiera sabía si comprendia el castellano. Además no se la podia enviar delante de su padre, a saber que podia pasar. La guardo meticulosamente en el bolso e intentó concentrarse en las lonchas de salmón.

Y fue esa noche, depués de la comida, mientras Shalim acababa de hablar con dos invitados de su padre, el viejo se fue con las chicas. Marta vio la ocasión y llamó al camarero. Shalim miró la nota y sonrió. Marta se derretía de gusto: lo había entendido y había sonreido... pero el encanto se borró. Shalim con la sonrisa todavia en los labios, despidió al camarero sin preguntarle nada y hablo con sus compañeros, iniciando todos una ristra de risas que hicieron girar todo el comedor hacia donde ellos se encontraban. Marta dejó el postre en la mesa y se fue al bar. Alli empezó a beber.

Eran las once y ella se encontraba como una cuba sentada en el sillón detrás del billar. Estaba llorando bajito. Se habían reido de ella. No pasó mucho rato hasta que se dió cuenta que Shalim estaba hablandole en un castellano horrible.

-Bueno al menos dime como te llaman, señorita.

-Marta - fue la escueta respuesta.

-Me llaman Shalim. ¿Has sido tu quien me ha citado aqui?

-Sí.

Marta estaba alucinada, él había venido. Estuvieron hablando largo rato. Shalim no tenia mucho que explicar, llevaba desde los doce años en una académia masculina para chicos ricos, y en ocho años de académia no se pueden tener muchas historias que contar a parte de castigos y peleas. En cambio Marta, con el alcohol que llevaba, le explico que era una modesta administrativa en una casa de venta de material metálico, que su familia no tenia un duro, y que era una virgen con la edad de Cristo. Eso si, tuvo al menos el acierto de decir que se había enamorado locamente del moro, que era la primera vez que le ocurría y que le seguiría hasta la muerte.

A ambos les pareció una gran idea cuando Shalim propuso ir a la habitación de Marta para tomar una copa de Champaña. Camino de la habitación, a Marta le temblaban las piernas. Nunca había estado con un hombre en la cama. Aunque para ir prevenida ya se había tragado la mayor parte de revistas pornográficas de su hermano cuando lo iba a visitar. De todas formas suponia que seria diferente de verlo fotografiado o leer relatos fruto de imaginaciones ofuscadas por el sexo. Llegaron a la habitación. Se sentaron en el sofá.

-Voy a llamar al servicio para que nos traigan...

-Te imaginas - salto Shalim mientras detenia a Marta en su camino hacia el telefono - que és para un hombre como yo no haber catado todavia el amor. No nos demoremos más, cariño.

Marta creia que iba a ser mucho más romántico, pero el moro, cuyo castellano había mejorado inverosimilmente, ya había empezado a desgarrarle el vestido y la lanzaba sobre la cama. La cara que ponia ella quizás le hizo reaccionar.

-Perdona, te compraré otro vestido, creo que me estoy portando un poco mal, ¿verdad?

Fue desnudandola poco a poco y con mayor cuidado esta vez. Marta empezo a tranquilizarse, mientras notaba las manos de Shalim como iban recorriendo su cuerpo, como le iba quitando los zapatos, los pantis, los restos del que fue su hermoso vestido de gasa... Por fin sus dedos agarraron delicadamente sus braguitas por las cintas que había a cada lado, y un escalofrio pasó por toda la espalda de Marta, llegandole al culo, e inmediatamente sus piernas se pusieron tensas una al lado de la otra. Shalim, que no abria la boca más que para besarla, abandono la tarea y subió con los labios desde el ombligo hasta las tetas, las cuales comenzo a lamer y mordisquear como si fuera un niño pequeño, subiendo y bajando de la base al pezón y de un pezón al otro y del otro al uno, lo que provocó que Marta notara por primera vez desde que era una colegiala que se le encharcaba al entrepierna y que una sensación indescriptible la inundaba, la llenaba algo parecido a cuando se aguantaba mucho rato las ganas de orinar y luego se metia en la bañera vacia para dejar escapar el liquido poco a poco, sin realizar fuerza alguna. Sus piernas se habían aflojado y se estaban separando al máximo. Shalim volvia su camino hacia atrás, le saco las braguitas y se puso de pie frente a ella. Empezó por quitarse la camisa, luego, ayudandose de los pies, hizo volar sus zapatos a un rincón. Se sacó el cinturon y se desabrocho los pantalones, que cayeron sin ning£n esfuerzo. Marta no podia creerlo, debajo de los calzoncillos había un bulto que ella consideró como gigantesco. El trozo de ropa se vinó abajo y tras él apareció un miembro parecido a los que ella había visto en las revistas de José. Bastante pelo, quizás un poco más oscuro, pero eso si, ver uno al natural era diferente de verlo en diferido e inmovil, parecia gigantesco.

El morito acerco la cara a la ingle de Marta y empezo a lamer su conejo. Parecia que aquella lengua le iba a llegar hasta la matriz, era increible que ella pudiera perder el control por una cosa asi, pero esta era la realidad. De repente algo le pasó por la mente, algo que siempre le había parecido monstruoso: Shalim le podia pedir que ella hiciera lo mismo que el le estaba haciendo... le parecia una abominación coger aquella cosa en la boca y moverla y chuparla hasta que dajara ir su viscoso liquido en su garganta. Por suerte, abandonando la faena que realizaba, se puso sobre ella y colocandole las piernas flexionadas y los más abiertas posible, decidió iniciar lo que realmente había venido a hacer.

Coloco la cabeza de su ariete en la entrada que Marta había guardado tan bien. Esta vez ya se sabía perdida, ahora el juego estaba en conservar su moro rico. Shalim empezo a apretar. Un horrible dolor punzaba en los genitales externos de la virgen. Poco a poco Marta sintió como el miembro resbalaba y se abría camino hacia dentro, hasta que un dolor igualable a mil inyecciones en el interior de la vagina de la pobre muchacha, la invadió. No debía quejarse para no desagradar a su amante, pero el dolor le impedía moverse, así que permaneció quieta, mientras el muchacho se movía freneticamente sobre ella y dentro de ella. Poco a poco el dolor fue desapareciendo, justo en el momento que sintió unos chorros de cálido liquido que encharcaban su interior. No tubo tiempo ni de darse cuenta cuando se encontraba girada boca abajo, con el pene de su querido Shalim apuntandole al esfinter que ella siempre había usado unicamente para defecar. Notó otra vez un dolor horrible pero esta vez atrás... por suerte Shalim estaba lubrificado con los jugos vaginales y su propio semen. Aquel dolor duró un rato, pero Marta ya no lo notaba, había conseguido por fin el hombre rico de su vida. No conseguía acabar, quizás porque su musulmán estaba cansado. ¡Su musulmán!. Esta gente podia tener hasta cuatro mujeres y todas las amantes que pudiera mantener. Y las mujeres rara vez tenian voz ni voto. Confiaba en su educación occidental para que no le ocurriera ninguna de las situaciones previsibles. Por fin acabó, dando un descanso increible a Marta. Se la quedo mirando.

-Nos vamos a casar pronto. Te presentare a mi familia.

-Si, pero si te casas conmigo, tendrás que hacer uso de tu educación británica. No quiero compartirte con otras mujeres. Si quieres casarte conmigo, te puede costar caro.

Su matrimonio tuvo lugar en la misma Marbella con el tiempo justo de llamar a los invitados y darse cuenta de que la novia estaba preñada. El viaje de novios fué relativamente largo, pues Shalim aprovechó para visitar sus futuras empresas, sus parientes y su país. Marta la paso bastante mal, pero el viaje acabó y se fueron a vivir a una finca en un pueblo de Barcelona, donde esperaban ser felices y ricos.