Laura, la narcotraficante. Segunda parte

Segundo capítulo de la historia de Laura; próximamente, iré escribiendo más partes...

Este es el segundo capítulo de la historia de Laura, la protagonista del relato, titulado: “Laura, la narcotraficante”.

Ella misma, cuenta su historia

En el restaurante, la cena con Alfonso

Llegamos al restaurante, le pedí a Alfonso, elegirlo yo, porque así, la cena, sería gratis, fuimos a uno de los restaurantes de Jairo, que, en realidad, era una tapadera, para blanquear el dinero procedente del narcotráfico.

Estuvimos, en el mejor reservado del restaurante, Alfonso y yo, a solas, por primera vez, en mucho tiempo, y, no solo desde que estaba ya sola, sin Jairo, hablo de tiempo atrás, me estaba divirtiendo, y, pasándolo, realmente bien, supongo que, por la novedad, de estar hablando con alguien, que me entendía, que sabía mis gustos, y, en parte, los compartía.

Por ejemplo, Alfonso, no dijo nada cuando, antes del postre, me preparé y me metí dos rayas de cocaína, según me explicó, ver a una mujer, meterse cocaína, le excitaba mucho, por lo que, lejos de decirme que no lo hiciera, me lo iba a pedir o a exigir, y, eso, me excitaba; estaba empezando a sentir un pequeño lado sumiso que, hasta ese momento, estaba un poco dormido.

Tras la cena, en la que, el alcohol, corrió a tope, con cerveza, vino, whisky y vodka, Alfonso me propuso, ir a tomar una copa, para seguir disfrutando de la noche, me dijo que, me iba a venir muy bien, salir un poco,

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estar llorando.

Yo, acepté la propuesta de salir, agarramos el coche, por suerte, al tener chofer, pudimos beber todo lo que quisimos, sin miedo a multas ni a accidentes, y, fuimos hasta una discoteca, a seguir la noche.

En la discoteca, estuvimos tratando de dejar atrás, todo lo malo, vivido esos días atrás, en realidad, fue una muy buena idea, porque, aparte de relajarme, sirvió para que, Alfonso y yo, nos besáramos, en la boca, por primera vez.

Fui yo la que me lancé, me dieron ganas de besarle, así que, cuando tuve la oportunidad, no lo dudé, sin miedo a que, Alfonso, me rechazara, cosa que, por suerte, no hizo, pues, nos empezamos a besar, con pasión, esos besos, me hicieron volver a sentirme bien, a pesar de todo.

Sinceramente, de lo que tenía ganas, era de que, Alfonso, después de esos besos, me hubiera agarrado por banda, me hubiera llevado, a los baños de la discoteca, y, me hubiera follado, como la puta que me sentía, en ese momento, ahí mismo, pero, no hubo esa suerte.

Alfonso me dijo que, de momento, no me iba a follar, porque, no me veía preparada para ello, tenía que dejar pasar tiempo, para que yo, estuviera algo más recuperada de todo lo de Jairo, pero que, ya habría ocasión, de jugar, que no me preocupara.

Acabamos la fiesta, en torno a las 3 de la madrugada, volvimos a la casa de La

Zagaleta

, y, le ofrecí a Alfonso, que se quedara a dormir, pues, ya era muy tarde, para andar volviendo a su casa, además, puse un poco de cara de pena, y, le logré convencer.

Me habría gustado, que nos acostáramos juntos, en la misma cama, aunque, incluso, no hubiéramos follado, pero, Alfonso, prefirió una habitación, al lado de la mía, por si le necesitaba, poder acudir a ayudarme, en cuestión de segundos.

Al día siguiente, por la mañana.

Me levanté a las 8, había podido dormir, casi del tirón, desde que pasó lo de Jairo.

Bajé al salón de la casa, al ver que, Alfonso, ya no estaba en la habitación que le había dejado, para dormir, esa noche.

Pregunté a una de las chicas, colombianas, de servicio, si le habían visto, y, me dijo que, Alfonso, se había marchado a su casa, a cambiarse de ropa, pero, con la promesa, de volver, en cuanto que hubiera resuelto, también unos asuntos urgentes, de su trabajo.

Fui a la cocina, a desayunar algo, cuando, llamaron a la puerta de la casa, era Alfonso, que ya había vuelto.

En efecto, se había cambiado de ropa, ya no iba con traje, llevaba un chándal, negro, que le quedaba muy bien, con deportivas, también negras.

Le ofrecí desayunar algo, Alfonso, aceptó, y, se puso a contarme, mientras desayunábamos, el plan para el día.

  • Íbamos a dedicar la mañana, a visitar la mazmorra BDSM, esa que era tan grande, pues, al parecer, Alfonso, tenía curiosidad, por conocerla, y, más aún, al saber su ubicación, en la misma zona, donde él vivía
  • Después, iríamos a comer por ahí, tranquilamente
  • Por la tarde, iba ya a empezar a ponerse a trabajar, en los papeles del caso mío
  • Para cenar, podíamos ir por ahí, o, cenar en casa, tranquilos.

Yo, accedí, le ofrecí a Alfonso, un despacho, para que pudiera instalarse, y, trabajar con tranquilidad, sin embargo, Alfonso, me dijo que, prefería, trabajar en su casa, pero que, si lo deseaba, me podía llevar a su casa, con él, y, yo, mientras, le veía trabajar, o, me relajaba en su piscina.

Subí a mi habitación, a arreglarme, me di una buena ducha, por primera vez, en mucho tiempo, me masturbé, en esta ocasión, pensando en Alfonso, y, al salir de la ducha, me puse un vestido muy corto, negro, y, muy escotado, para ver si, así, Alfonso, se fijaba en mí.

Me puse también unas botas, pues, el día anterior, me fijé que, Alfonso, me las miraba mucho, así que, por si acaso le excitaban, pues, decidí ponérmelas.

Bajé al salón, y, Alfonso, me echó una buena mirada, al verme tan arreglada, le estaba gustando y excitando, lo que veía.

Agarramos el coche, y, fuimos a la dirección, donde está, la mazmorra BDSM de Jairo, se trata de un chalet enorme, en la zona de Sierra Blanca, en el mismo sitio donde, Alfonso, vive en Marbella.

**En la mazmorra BDSM de Jairo

y liderada por Ama Masturbadora**

Llegamos al chalet de Sierra Blanca, y, entré con la llave, al interior de la parcela, repetí la operación de abrir la puerta, con la entrada de la casa, y, pasamos al interior del chalet.

Ama Masturbadora, mi vieja amiga, era la encargada de la mazmorra, la había conseguido, con la ayuda, como sumiso financiero, de Jairo, que se la había montado, a todo lujo, sin dejar de lado, ningún detalle.

Para estar vestidos, de forma más apropiada, al sitio que, estábamos visitando, nos tuvimos que vestir, por completo, de látex, algo que, a Alfonso, le gustó mucho, sobre todo, verme entera de látex, pues, se me marcaba mucho el culo, y, Alfonso, no pudo evitar las ganas de darme un azote, en mi culo, algo que me excitó mucho, al verme así vestida

Alfonso, se sorprendió un poco, a pesar de estar acostumbrado, a visitar, lugares como ese; estuvimos gran parte de la mañana, recorriendo el lugar, y, después, Alfonso y, Ama Masturbadora, se sentaron en el despacho de Ama Masturbadora, a hablar de negocios.

Ama Masturbadora, le contó la situación financiera, le habló de las chicas que trabajaban ahí, tanto como Amas, como a nivel de sumisas, y, Alfonso, se quedó aliviado, al conocer la recaudación diaria, muy elevada.

Finalmente, nos volvimos a vestir, de calle, y, salimos de la mazmorra, nos despedimos de Ama Masturbadora, y, como ya era la hora de comer, fuimos a un restaurante, un chiringuito, a comer algo.

En el chiringuito, comiendo con Alfonso

Llegamos al chiringuito, Alfonso, me dejó escoger a mí la comida, me apetecía comer una buena paella, así que, pedí, paella para dos, y, una botella de vino, para compartir con Alfonso, aparte de, también, una ensalada, para comer, un poco sano.

Durante la comida, estuvimos hablando, Alfonso y yo, de la experiencia en la mazmorra, con Ama Masturbadora.

Yo: “Alfonso, ¿Qué te ha parecido la experiencia, con Ama Masturbadora?”

Alfonso: “Pues, en parte, me ha gustado, porque, la mazmorra BDSM, está muy bien equipada, pero, Ama Masturbadora, no me ha caído nada bien; me parece una mujer muy fea, sin empatía, casi una psicópata”

Yo: “Ya, es que, es muy sádica, yo, aprendí de ella, en parte, fue quien me enseñó, mucho de lo que sé, sobre BDSM”

Alfonso: “¿Sabes a qué se dedicaba, antes de tener la mazmorra BDSM?”

Yo: “Sí, es sorprendente, era profesora, daba clases en un colegio, pero, al parecer, la echaron, por putear a los alumnos, a algunos, les jodió la vida, pero bien, siempre le gusta alardear de ello”

Estuvimos disfrutando de la paella, del vino, y, de más cosas, al acabar, fuimos a la casa de Alfonso, para que se pudiera ya, poner a trabajar, en los papeles de todos mis temas.

Lo que pasó, en la casa de Alfonso, os lo contaré, en el siguiente capítulo de esta historia.

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