Laura, la de las tetas gordas (V): el mamporrero 1

Para el segundo día en casa de Laura me esperan nuevas humillaciones, entre ellas la de ser su mamporrero. Ella manda.

Mamporrero: "Dícese de la persona que guía el miembro del caballo en el acto de cubrir a la yegua".

Eso es lo que dicen los diccionarios, y en base a ello, podría decirse que he sido el mamporrero de la Laura. Iré al meollo: después de una noche en que me regaló dos pajas pero no pude catar sus tetas ni su coño (recordemos que hasta ahora Laura me ha vedado su coño y su ojete, y no se prodiga en dejarme gozar de sus tetas), amanezco en su piso, donde me quedaba todavía una jornada antes de volverme a mi ciudad. El día transcurre con demasiada normalidad para mi gusto, es decir, nada de sexo. Ya a media tarde, agobiado ante la perspectiva de no poder disfrutar más de Laura antes de pasar otra temporada sin verla, decido tantear el terreno:

-Oye, Laura. Ejem... y hoy no...

-¿No...?

-Bueno, es decir, con todo el respeto... no vaamos... no...

-Arranca, nene, pareces imbécil.

-En fin, si hoy no vamos a hacer nada.

-¿Nada en qué sentido?

-Ya sabes...

-No sé, no. Sé que tengo delante un idiota que me mira las tetas pero no arranca a hablar.

-Bueno, que si no vamos a tener sexo.

-Yo sí. He quedado para esta noche.

-¿Perdón?

-Además de imbécil, sordo. Que he quedado esta noche, con un tío, para follar. ¿Sabes? Eso que hacen las personas para darse placer.

-Pe...pp...pero

-Pero nada, pichita cutre. Tú tranquilo que se viene el a casa. ¿Qué anfitriona sería si vienes de visita y me largo por ahí? Además, tiene muchas ganas de conocerte.

-¿Pero sabe que existo?

-Ha sido algo improvisado, se me ha ocurrido escribirle esta mañana, mientras el señor picha corta dormía.

-¿Pero me conoce?

-No te conoce, pero tiene ganas de conocerte.

-¿Y eso por qué?

-¡Pues porque llevas sus calzoncillos, nene! -Laura rompió a reír.

-¿Es el tío de... vamos, el dueño de este slip?

-El mismo. Hoy vas a conocer a uno de los hombres más dotados que me he encontrado. Un macho de verdad, pichita: ¡a ver si se te pega algo!

-¿Y dices que vendrá aquí esta noche, a follar?

-Sí, exacto.

-¿Y yo... en fin, podré participar?

-Sí, claro. Serás el mamporrero.

-¿El mamporrero?

-Sí, el mamporrero, nene. No es justo que un hombre tan dotado tenga que esforzarse en meterme su rabo, por eso te tenemos a ti, poco menos que un eunuco, para agarrar su miembro e introducirlo en mis orificios. ¿Qué te parece?

-Humillante... -me salió del alma.

-Sí, esa esla idea. Pero tú tranquilo, que seguro que algo cae.

Un par de horas después, Laura fue a cambiarse, pues Rubén -así se llamaba- estaba a punto de aparecer. Laura volvió con una minifalda, que le sentaba muy bien; y un top escotado espectacular, comprimiendo sus tetazas.

-¿Y bien?

-Impresionante, Laura. Sencillamente impresionante.

-No exageres. Ya sabes, nene, una tía normal, pero con una 110 de tetas -y me guiñó un ojo.

-Laura, qué suerte tiene ese tío, en serio.

-¿Él? Tú no has visto su polla, la afortunada soy yo. Anda, ve a prepararte. Ponte lo que hay encima de la cama, nos servirás durante la cena.

En la cama me esperaba una pajarita y un tanga de Laura. Ella se explicó:

-Recibirás a Rubén desnudo, bueno, con sus calzoncillos puestos, y una pajarita al cuello. Nada más. Cuando os presente, te sacas sus calzoncillos, los doblas y se los ofreces. Le dices que tu pichita no es digna de ellos y todo ese rollo. Después te pones ese tanga mío. Con lo cutre que la tienes, aunque estés empalmado te cabrá de sobras.

Ni que decir tiene que obedecí. Cuando llegó Rubén, un hombre corpulento, guapo y bastante más alto que yo, me arrodillé ante él y le ofrecí sus calzoncillos, tal y como Laura me había ordenado. Él ya debía estar al tanto de que Laura tenía un sumiso, porque se rió, pero no pareció muy sorprendido. Solo cuando me vio ponerme el tanga de Laura, me preguntó si era maricón.

La cena avanzó sin muchas novedades. Yo les servía cada plato, en tanga de Laura y con pajarita, mientras ellos hablaban de sus cosas. Cuando llegó la hora del postre Laura quiso demostrarle a Rubén algo, algo de lo que habían hablado mientras yo estaba en la cocina. Laura me llamó y me presenté ante ella, de pie al lado de la mesa donde estaban sentados cenando. Entonces ella me sacó la polla del tanga y me la meneó un par de veces. Me la peló hasta el fondo, dos veces contadas, y mi polla se puso a rebentar. Entonces se detuvo, y Rubén se puso en pie, se desabrochó los pantalones y se bajó los calzoncillos. Juro que aquel pedazo de carne no era normal. Y además esos huevos... le colgaban como a un toro dos enormes cojones.

-¡Joder, Laura! -exclamó entre risas- ¡Tienes toda la razón! La suya empalmada es más pequeña que la mía flácida -y tras decir esto la acercó a la mía para compararlas, y después se la guardó y se sentó de nuevo.

-¡Ves! Te lo dije. Pues el tío está empeñado en que está en la media -dijo Laura.

Yo no podía estar más avergonzado. Aquel hombre era un macho de verdad, era evidente, y yo no era más que un niño pese a llevarle unos cuantos años a aquel individuo. Era un verdadero milagro que Laura me permitiese gozar con ella de cuando en vez, aunque fuese según sus normas, pudiéndose permitir disfrutar de miembros como el de aquel tío.

La noche continuó avanzando, y llegado un momento, estando los tres en el sofá, ellos empezaron a enrollarse. Al cabo de un rato besándose y magreándose -¡aquel tío manoseaba a su antojo las tetazas de Laura por las que yo debía suplicar!-, Laura se arrodillo ante él. El tío se bajó la bragueta y tranquilamente apuró su vaso de vino mientras Laura le trabajaba el miembro.

-Chuuuups, smuaaaaahs, gggphgpushhhh, mmmmmmm, sluuuurp, ¿te gusta cómo te la mamo, Rubén?

-No está mal, putita, sigue a lo tuyo. Entre tanto, que el picha corta me sirva otro vino.

-Chuuuups, slurrrrrrp, chuppps, smuaaaash, ¿te la estoy trabajando bien?

-Sí, sí, sigue a ello.

Le bajó la cabeza y se la introdujo de nuevo. ¡Era increíble! Aquel tío estaba recibiendo la mamada de Laura como si tal cosa. Ella, tan poderosa siempre, no era más que la chupapollas de aquel semental. ¡Y todo porque la naturaleza lo había dotado con aquel miembro! ¡Qué injusta era la vida! Laura siguió mamando un buen rato, y a mí no dejaba de sorprenderme el aguante de aquel tío. Al cabo de un tiempo Laura se sacó el top y empezó a hacerle una cubana de ensueño. Después, a petición de Rubén, dejó de hacérselo con las tetas para mamarla un poco más, en especial los cojones. Laura estuvo un par de minutos comiéndose aquellos huevos que colgaban desde el borde del sofá. Durante toda esta operación a mí me estaba permitido asistir, pero me estaba prohibido tocarme. Ni que decir tiene que estaba empalmadísimo. Pasados treinta minutos largos desde que Laura empezara a darle placer, Rubén le dijo que estaba listo y se puso en pie. En ese momento Laura me pidió que me pusiese al lado de Rubén, y arrodillada ante nosotros nos anunció lo que entiendo que Rubén ya sabía, que iba a pajearnos. El primero en correrse debería recibir en su cara la corrida del otro.

-Yo acepto porque, pese a la media hora de ventaja, Laura me ha asegurado que te correrás tú antes -dijo Rubén-, pero si pierdo cumpliré mi palabra. Eso sí, yo no soy marica, así que si gano esperas mi lefada y punto, no se te ocurra chupármela ni nada por el estilo.

Yo iba a protestar, aclarándole que yo tampoco era homosexual, pero Laura me atajó para preguntarme si yo por mi parte aceptaba. Ella sabía de sobras que, aun a riesgo de acabar con el semen de un hombre en mi cara -nada me repugnaba más- yo lo haría aunque solo fuese por recibir su paja.

-Acepto, Laura.

-Bien -dijo ella-, echaremos a suerte quién empieza. Luego os la iré pelando de manera alterna, tres veces a cada uno y con la mano derecha en ambos casos: que gane el mejor.

Sorteamos a pares y nones, y me tocó empezar a mí. En todo caso, me animaba a mí mismo, llevaba media hora de ventaja sobre aquel tío. Tenía que ser capaz de aguantar más que él. Cuando Laura me la peló a fondo la primera vez, ya empecé a dudarlo. Aguantamos ambos medianamente bien tres rondas. A la cuarta yo ya las pasé muy putas para no correrme, y cuando fue su turno noté que él también estaba bastante a punto. Ver su polla pelada por la Laura era un espectáculo. Ella a duras penas lograba hacérselo con solo una mano. Era evidente que si esto no fuese una competición, aquella polla demandaría las dos manos. En la quinta ronda, sentí que ya no aguantaría más.

-A ver, nene, vamos contigo: uuuuuuuuuuuuno -me la peló a lo bestia, suave al principio y acelerando al bajar a la base.

-Oohjhhhmmm, ahhhhhrffmfm -yo aguantaba como podía.

-Doooooooooooos -esta vez la peló más suave y no del todo, estaba preparando el toque final.

-Mmdmfmfrm, joder, Laura... ugjfjf

-Y ahora, nene, vas a correrte, porque la Laura es mucha Laura, tiene una 110 de tetas -las meneó al aire- y eso te vuelve loco. Allá vamos, trrrreeeeeeeessssss.

La peló a fondo, la muy cerda. Y como es de suponer, entre su arte en las pajas, mi calentón y lo que acababa de decirme, exploté. Cuando el semen brotó en un primer chorro bestial de mi rabo, la Laura, que normalmente me la machacaría para ayudarme a que saliese toda la leche de mis cojones, esta vez soltó la polla y me ordenó:

-¡Ojo con tocarte la polla! Lo tienes prohibido.

-Joderrrrrrrrrrrrr

La leche pugnaba por salir, pese a que mi polla no recibiese contacto alguno, y otro chorro, algo menor, logró abrirse paso al exterior. Rubén se partía de risa. Cuando yo estaba ya explotando por dentro de mis cojones, segundos después, la Laura me la peló a fondo de nuevo una sola vez. Otro lechazo salió de mi polla, el sufrimiento y el placer se entremezclaban y yo no daba más de mí. Aunque yo no me había percatado, mientras Laura alargaba así mi corrida, estaba machacándosela a Rubén. Cuando él dijo "ya", ella me dijo que me arrodillase ante él, y mientras Rubén descargaba chorros de semen en mi cara virgen, la Laura me la machacaba, esta vez sí, para ayudarme a desfondar del todo. Con la excitación me volví loco, abrí la boca, y llegué a recibir en ella algo de esperma, el cual tragué. Si Laura lo hubiese querido, en ese momento de excitación mientras me corría habría llegado a chupársela a Rubén. Su poder sobre mí no tenía límites, y aquella noche acababa de empezar.

Espero vuestros comentarios.

Gracias por leerme.