Laura, la de las tetas gordas (II)

Continuación de mi primera noche de hotel con una tetona morbosa que disfruta humillándome verbalmente. Recomiendo leer primera parte. Ella manda.

...Tras retirar mi polla de su boca me miró a los ojos y, mientras lo hacía, se tragó mi semen. Después, con una leve sonrisa, me agarró suavemente los cojones y me dijo, recuperando el tono amable y distendido que había adoptado durante la cena:

-Anda, nene, parece que te has quedado a gusto. A veces una tiene que ponerse un poquito zorra para que tengáis una experiencia inolvidable, ¿no crees?

-Sin duda, Laura, puedo decirte que nunca me había corrido así.

-Y volverás a hacerlo, créeme. Todas las veces que yo quiera. Si algo es cierto, es el poder que tienen estas dos -dijo, meneándolas al aire-, y cuando a mí me dé la gana volveré tenerte bajo mi control -rió.

-No lo dudo -dije-, me lo hiciste pasar un poco mal con lo de mi polla y eso...

-¿Mal? -rió de nuevo-, no creo que lo hayas pasado mal realmente. Y tampoco he dicho nada que no sea cierto. Tu polla es... puede que sea, vamos... normal, como tú dices. Pero desde luego no está a la altura de mis tetas.

-Eso nadie lo niega.

-Pues entonces deja tu orgullo a un lado y disfruta de mí mientras puedas, nene, porque en el momento en que no hagas lo que yo te diga, aunque solo sea una vez, te dejaré con la pichita dura y no volverás a verme sino en tus fantasías.

Laura, entre risas, parecía volver a recuperar su tono mordaz de hace un rato. Era evidente que solo lograba excitarse a costa de los hombres, y probablemente por eso permitía a tíos tan del montón como yo disfrutar de su cuerpo. Era ese poder el que la excitaba, mucho más que un buen polvo con un hombre realmente atractivo. No por ello era una mala persona, es más, yo empezaba a atisbar que era un cielo de mujer, como lo había sido en el restaurante, pero que debía acostumbrarme a esta actitud suya en la intimidad si quería seguir gozando de ella. Al cabo de cinco minutos, Laura volvió del baño, a donde había ido a cepillarse los dientes. A su regreso, le pregunté:

-Y lo de los calzoncillos, ¿cómo es? ¿De verdad tienes una colección en tu casa?

-Oh, claro, nene. ¿Qué piensas? Por supuesto. Ya te dije que de otra manera no sería capaz de llevar la cuenta de los hombres con los que estoy.

-¿Y siempre te los dan?

-Hombre... -rió a carcajadas-, ¿tú crees que alguno sería tan idiota de preferir sus calzoncillos a una noche conmigo?

-No, desde luego. Tienes toda la razón.

-A ver, nene, yo creo que todavía no te has dado cuenta de lo zorra que soy y del poder que tienen estas dos.

-Oh, no creas. Yo diría -dije tartamudeando al ver que ella se iba calentando de nuevo-, yo diría que me he dado perfecta cuenta.

-Te voy a hacer otra demostración, pues la noche acaba de empezar. Vas a ver cómo de zorra puedo llegar a ser.

Tras decir esto, Laura, que había vuelto del baño con un top blanco elástico, el cual sus dos enormes tetas amenazaban con rebentar, se puso de rodillas ante mí y me desabrochó los pantalones. Mi polla, al no haber ya bóxer que la contuviera, quedó libre súbitamente, a escasos centímetros de su rostro.

-A ver, nene -dijo, empezando a pelármela de nuevo-. Pásame tu móvil.

-Ehm...

-Mira, pichita, no te dejes engañar por las risas de hace cinco minutos. Las reglas son claras: u obecedes o me pierdes de vista para siempre.

Mientras decía esto, Laura me la pelaba de arriba a abajo con su mano derecha. Yo, invadido por el miedo a que cumpliese su amenaza, estiré el brazo hasta mi chaqueta, tendida encima de la cama, y le di el móvil.

-Desbloquéalo, imbécil. Encima de picha corta...

-Sí, perdona, Lau -soltó mi polla de golpe-. Laura, perdón, LAURA... no volverá a pasar.

Le desbloqueé mi móvil, mientras ella volvía a menear mi rabo. Si no fuese porque acababa de correrme apenas un cuarto de hora atrás, ahora mismo estaría a punto de hacerlo de nuevo. La visión de Laura, arrodillada y con ese top a rebentar, meneando mi polla era algo sublime. ¡Y cómo me pajeaba! Esta mujer era toda una diosa del placer. Una paja suya valía más que la mejor mamada de cualquier otra. Desbloqueé mi móvil y se lo di. Paró de pajearme para manipularlo.

-¿Tienes el teléfono de tu jefe aquí? Ojo con mentirme, ojo con dudar en la respuesta, ojo con cualquier indicio de que no vayas a cumplir presto mis órdenes, porque te quedas ahí tirado con esa mierda de polla.

-Sí, lo tengo -dije, tragando saliva-. Es el que pone "Julián móvil oficina". ¿Qué vas a...?

-No voy a hacer nada, nene. Tú vas a ser quien lo haga. Mira.

Me mostró la pantalla de mi móvil, en un whatsapp para mi jefe decía lo siguiente: "calvo de mierda". Efectivamente, mi jefe era calvo, como Laura debió comprobar en su foto de whatsapp. El texto estaba escrito, pero no enviado.

-Ahora verás qué poder tienen mis tetazas -se las agarró a dos manos, marca de la casa-, pues te voy a hacer una mamada y antes de que termine serás tú mismo quien le envíe esto a tu jefe.

-Supongo -dije acobardado-, supongo que de nada serviría protestar...

-Supones bien. Sé de sobra que es probable que te despida, pero ahora mismo te pueden las ganas de una mamada. Así de jodida es la vida del pajillero, picha corta. Ya ves, por culpa de esta pollita -le dio un toque con el dedo índice en la punta- te vas a quedar en el paro. Aunque, bueno, no seamos tan pesimistas... seguro que después podrás inventarte algo. Vamos al lío.

Y dicho lo cual, Laura apoyó sus manos en mi trasero, y arrodillada como estaba ante mí empezó a hacerme una mamada como jamás me habían hecho.

-Chuupp, sluurp... Por cierto, picha corta. Chuup, chuuuupp, slurpp, sigue estando prohibido, chuuups, slurpp, correrse sin permiso.

-De acuerdo, Laura. Pero, uff, ugh, ten en cuenta que tal vez, en fin, ahhhg, a este ritmo, ufmg, no aguante demasiado.

-Lo sé, slurp, tranquilo chuuuuup, pichita de mierda, la Laura tiene en cuenta que slurpppps, mmmmm, chups, que además de tenerla pequeña te corres enseguida.

Durante un par de minutos, pues sería un engaño creer que aguanté mucho más, Laura siguió mamando con devoción mi polla. Lo hacía sin manos, como una verdadera artista. Era como si quisiese demostrarme, tras haber comprobado que pajeando era la mejor, que solo con su boca sería capaz de dar placer a un regimiento. Mamaba la cabeza de mi polla con fruición, y de cuando en cuando variaba de técnica y se la tragaba entera. Cada vez que lo hacía, yo sentía que me correría y todo se iría a la mierda. Al cabo de ese par de minutos, no creo que fuesen más, supliqué:

-Oh, Laura, poderosa tetona. Por favor, déjame aaahhgm que me ohmmm corra, pues temo no mmmm, joder, no aguantar más.

-Vas a aguantar un poquito más, o ya sabes lo que toca -dijo, dejando de mamar-. Lo que haré será pajearte, pues no pareces digno de mis mamadas. Tómalo como una advertencia.

Y dicho lo anterior, empezó a pelármela suave y despacio, pero de arriba abajo. Cada vez que me la pelaba desde el capullo hasta el final, cada vez que hacía ese movimiento, yo tenía que aguantar como podía para no correrme. Recurría a pensar en cuestiones poco eróticas, intentaba evadirme como fuese, pues la mano de Laura era casi tan efectiva como su boca de zorra.

-Normalmente -me dijo- me gusta pajear a dos manos. Pero claro, con esta mierda, como comprenderás, tengo que hacerlo solo con una.

-Sí ohmm, sí, lo sien... ahmg, lo siento, Laura. Tú oooohg, joderrrr, ohhhmg, tú merecías otra cosa. Por favor -dije del tirón, no aguantando más-, deja que me corraaa.

Entonces Laura soltó mi polla, agarró su top con ambas manos y lo levantó súbitamente, dejando sus enormes TETAZAS al aire.

-Coge tu móvil, manda el mensaje a tu jefe y podrás correrte en estas dos.

Como loco, como poseído, cogí el móvil y lo desbloqueé. Sin pensarlo ni un segundo, fui al texto escrito por Laura a mi jefe, aquel "calvo de mierda" que me dejaría sin trabajo, y le di a enviar. A continuación, lancé el móvil a la cama, me agarré la polla con una mano y los huevos con la otra, apunté directamente a ese INCREÍBLE PAR DE TETAZAS y me corrí como antes nunca. Vacié mis cojones en esas dos tetazas mientras veía cómo Laura se llevaba los dedos al coño, por dentro de su pantalón, y se masturbaba recibiendo mi corrida. No tardó nada en correrse, lo hizo apenas unos segundos después, tanta era la excitación que ella también acumulaba. Se corrió entre gritos. Pensé que nos llamarían la atención desde la recepción del hotel. Después se lamió las tetas, rebañando hasta la última gota de mi corrida. Por último, se acercó a mi miembro, apretó con fuerza la cabeza de mi polla con la mano, y tragó las últimas gotas de esperma. Yo, consciente ya de que esta corrida me había costado el empleo, solo pude decir:

-Oh, Laura. GRACIAS.