Laura, la actriz porno

Conozco a una actriz porno en una discoteca y me lleva al baño para hacerme la mejor mamada de mi vida.

Era viernes por la noche, y yo había salido a una discoteca con mis amigos. Como todos los viernes noche, la salida nocturna consistía generalmente en buscar echar un polvo. Así es que al poco rato de llevar en el local, los amigos ya nos habíamos desperdigado en busca de mujeres.

Pasada ya bastante noche, fui a la barra a por una copa. Como no, estuve mucho tiempo esperando a que me atendieran, dada la cantidad de gente que había. De repente llegó a mi lado una mujer bellísima. La miraba disimuladamente mientras intentaba ser atendido. Tenía el pelo negro y largo, a la altura de los pechos. Un rostro angelical con una sonrisa arrebatadora y unos ojos marrones relucientes. Llevaba un vestido negro largo, de cuerpo entero, ceñido, ajustado, que dejaba apreciar perfectamente las curvas de su cuerpo, y unos tacones negros también. Sus pechos eran un poco pequeños pero parecían bonitos y apetecibles, así como bien puestos. El vestido que llevaba le hacía un culo increíble, prieto, redondito.

En seguida llegó un hombre que se puso al otro lado de la mujer. Empezó a hablarle e insinuarse pero ella parecía pasar. El hombre no desistía y llegó a ponerse pesado con ella. Yo, que noté su malestar, me hice pasar por su pareja y le dije:

-          Perdona, ¿te importa no molestar a mi novia?

Ella me miró extrañada pero no dijo nada. Él, sin embargo, nos pidió perdón a ambos y se fue. La chica me dio las gracias y llegó el camarero a atenderla. Pidió lo suyo y lo mío para que no tuviera que seguir esperando. Volvió a darme las gracias por librarle de aquel tipo y me invitó a ir a charlar. Fuimos a una mesa y nos sentamos a hablar. Nos fuimos conociendo mejor y la conversación se puso más interesante cuando dijimos a qué nos dedicábamos. Ella, Laura, era actriz porno.

A partir de ahí el tema fue centrándose en lo erótico, ya que Laura estaba dispuesta a contestar cualquier cosa sin ningún tipo de reparo. Incluso cualquier cosa íntima.

-          Tengo un tatuaje y piercings. – Aclaraba.

-          ¿Dónde?

-          El tatuaje lo tengo en la cintura, justo encima de la pierna. En la pelvis se podría decir. Una mariposa. Y piercings tengo en el ombligo, en la nariz y en los pezones.

-          ¿En los pezones? Joder, qué morboso. Me encantan.

Laura se quedó unos segundos en silencio, sonriendo solo, y al final soltó:

-          ¿Quieres verlos?

La pregunta me sorprendió y sobresaltó bastante, pero no tardé ni medio segundo en acceder a su propuesta. Me llevó de la mano hasta los baños, y fijándose en que nadie nos viera, se metió en el baño para el personal del local, supongo que pensando en qué no habría gente. Efectivamente estaba vacío. Nos pusimos frente al gran espejo con los lavabos para lavarse las manos. Laura se subió suavemente el vestido hacia arriba hasta la altura del ombligo. Lo hizo para enseñarme el tatuaje de una mariposa que tenía. El tatuaje era bonito pero lo que era aún más bonito fue ver que Laura no llevaba bragas. Ella notó que mi mirada se centraba más en su coñito que en el tatuaje. Un coñito muy apetecible y con algo de vello púbico ordenadamente recortado.

-          Sin bragas. – Comenté ante la obviedad.

-          Soy así de guarrilla, jeje. – Dijo entre sonrisas Laura.

Después de esto se puso de nuevo el vestido negro elegante y procedió a bajárselo con cuidado, hasta que fue suficiente para que sus tetas salieran por encima. Laura también iba sin sujetador. Dos tetitas preciosas se asomaron. Un piercing en cada pezón ponía el toque de morbo.

-          Venga, me has caído bien, adelante, toca. – Dijo Laura ante mis ojos brillantes.

Levanté los brazos hasta que mis manos tocaron ambos senos. Los amasé con delicadeza disfrutando cada momento, y jugué un poco con sus pezones y sus piercings, hasta que Laura me propuso algo:

-          Mira, me has caído tan bien que te voy a hacer una propuesta. Ya sabes que soy actriz porno. Pues mira, entramos en ese baño de ahí y te chupo la polla si me dejas grabarlo para mi web. No se te verá la cara, tú eres el que graba. ¿Qué te parece? Te hago una mamada por sujetar una cámara, jaja.

Mis estúpidos tartamudeos ante la propuesta hicieron ver a Laura que aceptaba. Me metió en uno de los baños, me sentó en la tapa y cerró con pestiño. Sacó una cámara del bolso, la puso a grabar, me la dio y se arrodilló en frente de mí.

-          Tú solo grábame a mí. – Me indicó.

Aún iba con el vestido bajado y las tetas fuera. Me bajó la cremallera y sacó el pene sin titubear. Apenas había tocado mi polla con los dedos y ya se la había metido en la boca. Mi miembro, aunque empezaba a despertar, estaba aún medio flácido, y fue creciendo en la boca de Laura. Mi aparato no era para nada pequeño, pero aun así no era inconveniente para que pudiera metérsela entera hasta la garganta. Siendo actriz porno, la de pollas más grandes que la mía se habrá tenido que comer. Yo gozaba increíblemente que tuviera en su boca cada centímetro de mi pene.

Se la sacó de la boca por primera vez para dedicar unos minutos a mis huevos. Con las manos seguía pajeando mientras ahora su lengua nadaba entre mis bolas. Mi pene chorreaba de su saliva. Ella jugaba con mis testículos. Se metía uno en la boca, luego el otro, luego los dos. Y succionaba tirando de ellos.

Luego volvió a lamer el pene. De arriba abajo. Lenta y suavemente. Hacía círculos con su lengua alrededor de mi glande. Luego volvió a metérsela en la boca para seguir con la mamada. Una de sus manos le ayudaba con el pene y la otra masajeaba los huevos. Me costaba cada vez más sujetar la cámara ante tal espectáculo. Laura no paraba de chupar y me miraba fijamente a los ojos mientras lo hacía. Eso me intimidaba un poco pero también me encantaba. Instintivamente moví mi brazo libre, el que no sujetaba la cámara, para cogerle la cabeza pero apenas había tocado su pelo lo quité, por si no le gustaba. No quería arruinar el momento. Sin embargo Laura, sin dejar de chupar, me cogió el brazo y me puso la mano encima de su cabeza guiñándome un ojo. Aproveché la ocasión y empujé su cabeza ligeramente para marcar el ritmo de sexo oral que más me gustaba.

De repente se oyó un ruido. Algún empleado había entrado en el baño. Laura se puso el dedo índice en los labios indicándome que guardara silencio, y después volvió a la mamada. Yo me callé como pude, evitando emitir ningún gemido y lo único que se oía de vez en cuando era un ligero ruido de chupeteo que hacía Laura. Estuvimos así unos minutos, en los que Laura no paraba de chupar, y luego se oyó de nuevo la puerta. Volvía a respirar. Laura soltó unas risotadas pero no se distrajo de su faena. Yo aumenté la velocidad de la mamada empujando su cabeza con mi mano. Me animé y acabé presionando su cabeza contra mi entrepierna de tal modo que toda mi polla entró en su garganta y la nariz de Laura llegaba a tocar mi pelvis. Laura se limitó a aguantar, e incluso sacó un poco la lengua llegando a lamer ligeramente los huevos. Yo no la soltaba, la mantenía así. Tres, cuatro, cinco, seis… y cuando llegué a ocho segundos Laura no pudo más e hizo fuerza hacía fuera. Yo la solté y toda mi polla salió de su garganta. Laura quedó inmóvil, respirando, buscando aire. El rímel se le había corrida por unas pocas lágrimas que habían salido de sus ojos. Un hilillo de baba colgaba desde su labio inferior hasta la punta de mi miembro. Una vez se hubo recuperado sonrió y volvió al tema. Me había gustado tanto eso que lo repetí alguna vez más durante la mamada, llegando a durar Laura hasta 15 segundos con toda mi polla en su boca.

Yo estaba en el cielo pero Laura también estaba disfrutando de lo lindo. Parecía que mi polla fuera su postre, o que llevara meses sin comer y de repente le hubieran sacado un chuletón.

De vez en cuando sacaba la lengua y se daba golpecitos en ella con mi polla. Y cuando le entraba la zorrería, incluso se golpeaba con dureza las mejillas con mi polla. La restregaba por su cara. Hasta la olía. Le había salido la vena guarra.

Pasé a sujetar la cámara con las dos manos porque notaba que iba a correrme. Ella también lo notó, porque aceleró el ritmo de las chupadas. No paraba de mirarme a los ojos, y yo no apartaba la mirada. Empecé a eyacular semen y ella seguía chupando y mirándome. Notaba cómo iban saliendo chorros y caían en el interior de su caliente boca, sobre su lengua. Laura no dejaba de mover la lengua ni de chupar. Estuve así hasta que notó que había echado todo el semen que tenía.  Luego succionó durante unos segundos para sacar hasta la última gota y remató con un beso en la punta de mi glande. Todo esto manteniendo en todo momento el contacto visual conmigo, era una auténtica profesional. Cuando tuvo toda mi corrida en la boca miró a la cámara y abrió la boca para enseñar su premio. Movió la lengua para removerlo dentro de su boca, jugando con él. Luego Laura se sentó en mis piernas, mirándome. Se inclinó sobre mí, casi abrazándome. Puso su boca pegaba a mi oreja y pude oír perfectamente un GLUP. Sonido inequívoco de que se lo había tragado todo.


JUAN

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