Laura IV

Laura sigue entregándose. Le pongo una nueva tarea para profundizar su sumisión.

Le metí la polla hasta el fondo de la garganta. Laura trató de incorporarse pero la sujeté. La sujeté por el cuello, ella llevó sus manos a la mía para apartarla pero sólo llegó a rozarla y las puso a la espalda. Sabía que rebelarse sólo haría que fuese peor. O tal vez esa sumisión era lo que la enardecía.

Me gustaba forzarla y su coño se humedecía al recibir ese trato aunque le resultase doloroso, o tal vez por eso. Pero aunque al principio siempre se negase, poco después aceptaba ser tratada así, a veces se rebelaba más, instantes después disfrutaba más gracias a la sumisión obligada.

Su cuello se hinchaba, su cara se congestionó al tenerla alojada en la garganta. Oí, sentí y vi las arcadas. Entre arcada y arcada sentía su lengua lamerme y abría su boca para lamerme los huevos. Trataba de metérsela más para tragar también mis huevos. La acaricio por su entrega en el cuello hinchado.

Una arcada más fuerte casi la hace vomitar al entrar en su garganta con fuerza. La sujeto del pelo y del cuello para repetirlo. Las lágrimas se le agolpan en los ojos y le corren por la cara. Le saco la polla y le doy en la cara. Es algo que disfruta. La abofeteo. Siente la tentación de tocarse por el deseo que la invade, pero lo tiene prohibido salvo que pida permiso y se lo conceda. Vuelve a poner los brazos a la espalda al acordarse.

-Por favor Amo, puede esta perra sumisa meterse los dedos en su sucio coño?

-No.

La hago levantarse de la cama y la obligo a masturbarse frotándose con el brazo de un sillón mientras la miro. Sé que le cuesta hacerlo mientras la observo, no puede superar la vergüenza que eso le produce pero esa misma humillación la calienta más.

Está frente a mí. Su coño mojado lo tiene orientado para mostrármelo mientras se frota adelante y atrás con lentitud, para que no me pierda detalle de las reacciones de cada uno de sus pliegues de carne.

-Soy tu puta Amo –me dice enardecida por el deseo –mírame, mira lo que me haces sentir.

Cuando veo que se va a correr la separo del sillón. Me mira con rencor pero enseguida agacha la mirada.

-Perdón Amo –me dice para disculpar su mirada.

-Mira lo perra que eres –le digo para que vea como ha dejado de jugos el brazo del sillón. Aprieta las piernas como si quisiera ocultarme su estado.

-Límpialo.

Pasa la lengua para tratar de absorber sus propios jugos, después refriega la cara y el cuerpo en un gesto de calentura. Me gusta cuando su excitación puede más que su cordura.

-Sigue limpiando y abre las piernas.

Situado tras ella, con una vara le doy entre las piernas. Alterno los golpes suaves con alguno más fuerte y algunas caricias. La mezcla de placer y dolor hace que se balancee voluptuosamente sin atreverse a cerrar las piernas para aprisionar mi mano y el placer que le procura.

La hago incorporarse para aprisionarle los pezones con los labios y los dientes. Los lamo, los muerdo o los sorbo tan fuerte que acaban irritados, le gusta que se los deje en carne viva. El pecho lo tengo que tratar con más cuidado para no dejarle marcas. Tiene la vulva hinchada por los golpes y la situación.

La hago arrodillarse y después le hago apoyar la cabeza en el suelo. Le meto un látigo en el culo cuyas tiras parecen una cola. Le pongo una correa. Atada por la correa la hago seguirme por el piso a cuatro patas hasta llevarla donde tiene los recipientes que compramos en la tienda de animales.

Siempre se niega a comer y beber de ellos como una perra. Incluso tira hacia atrás a riesgo de hacerse una marca en el cuello con el collar. Tengo que cogerla de los pelos para obligarla y le meto la cabeza entre los restos de comida ensuciándole la cara. Termina lamiendo la comida como una perra y después lamiendo el agua del otro recipiente gimiendo. Mientras come y bebe la acaricio y la felicito por haber sido una perra tan buena. Ella solloza humillada y caliente.

Su sexo goteando es la mejor muestra de lo que disfruta. La abofeteo por su desobediencia, por su orgullo y para el placer de ambos. Su cara ofrecida a cada nuevo golpe lo confirma.

-Amo necesito correrme, me duele el coño y los pezones.

-La cara no?

-Sí mi Amo pero siga por favor…

Le doy otra bofetada.

-… necesito sentirme una perra.

Su gemido de ronco placer. Qué tienen de especial las bofetadas para ella? En otro momento se lo preguntaré.

-Otra, Amo, por favor.

Le doy varias.

-Gracias Amo, gracias. Esta perra necesita más.

En ese momento vibra su móvil. Es su marido.

-Ahora no! –dice irritada tras escucharlo apenas un instante. Le digo que conteste.

-Qué quieres? –casi le grita.-Que no! Ya te dije que no! No me lo preguntes más! Eres tonto o qué te pasa?

Me sonrío mientras la miro hablando con irritación. Ella me mira y parece molestarse más, con su marido.

-Lo que eres es un gilipollas.

Parece que él le replica.

-Que me dejes en paz. No eres quien para controlarme. Ya te dije que iba a quedar con mi hermana.

Calla para escuchar lo que él le dice.

-Que has hablado con ella? Que no había quedado conmigo? Para qué tienes tú que llamarla? Vuelve a llamarla y dile que ha quedado conmigo que llevo ya un rato esperando, que me estoy cansando de esperarla. Y tú me estás controlando?

La conversación se pone interesante.

-No tienes tú huevos para controlarme. Si me voy con otro será porque te lo mereces. No eres hombre suficiente para mí y lo sabes.

Tengo que controlarme para no soltar una carcajada.

-Ni perdona ni hostias. Ya hablaré yo contigo luego. Y recuerda recoger a las niñas que estás idiota.

Algo le dice él.

-Siempre tengo que recordarte lo que tienes que hacer! Eres un inútil. Y ahora déjame en paz. Ya hablaremos luego.

Y cuelga.

-Mi marido…

No dejo que termine la frase, le doy una bofetada que la hace emitir un uff a causa de la fuerza.

-Eres un cabr…

Le doy otra bofetada que hace que me mire con deseo de recibir más.

-De qué te estabas riendo?

-De como humillas a tu marido. Lo disfrutas?

Y le doy otra bofetada.

-Sí, por no darme lo que necesito.

Vuelvo a abofetearla.

-Por haberme puesto en tus manos.

Le doy varias bofetadas seguidas que la hacen romper a llorar.

-Que me haces degradarme tanto.

-Sigue abofeteándote tú y sigue.

-No puedo.

El llanto se hace más profundo. Y a pesar de eso seabofetea.

-Porque a pesar de todo, lo deseo, deseo todo lo que me haces y lo que me haces sentir.

Y vuelve a abofetearse mientras me mira entregada.

-Qué más quieres? Dímelo, por favor, quiero dártelo. Aunque prefiero que me lo arranques –me dice agitada, jadeante.

Cuando su deseo sube tanto es capaz de cualquier cosa y por supuesto me aprovecho de ello.

-Vamos a dar un nuevo paso en tu degradación. Vas a conseguir para mí una nueva perra que me sirva para humillarte aún más y no te vas a correr hasta que la consigas.

-Pero tiene que ser alguien conocido?

Cuánto me gusta que se preste a hacerlo y que lo haga con deseo, casi con alegría.

-Cuanta más vergüenza te provoque más me gustará.

-Pero y si me equivoco de persona y no quiere? No podría volver a mirarla a la cara, además sabría qué soy.

-Y qué eres?

-Una puta, lo sé, pero que todos lo sepan… no sé si podría soportarlo.

-Creo que mojarías las bragas cada vez que te cruzases con ella porque te recordaría hasta donde puedes degradarte.

-Es posible Amo, cuánto tiempo tengo?

-El que desees estar sin correrte, hasta que no la consigas no tendrás tu premio.

-Por favor Amo, lo deseo tanto!

-Pues entonces ya sabes.

Apenas unos minutos después me llama.

-Amo creo que ya sé quien. Quiere verla antes para ver si le gusta?

Me cuenta que es una de las vendedoras que tiene su marido en una de sus zapaterías. Siempre se han llevado bien, incluso se han tomado algún café y charlado de ellas y sus vidas contándose alguna intimidad. Parece que la chica está un poco aburrida de su relación pero no la rompe porque las dos familias se conocen de siempre y esperan que se casen. Según Laura es bonita, con grandes tetas, un piercing en la lengua y un tatuaje en el cuello.

Quedamos que iría a la tienda a comprarse un par de zapatos. Le iría dando instrucciones durante ese tiempo.

Desde la acera contraria veo a Laura entrar en la tienda poco antes del cierre del mediodía y saludar a la chica afectuosamente. Hablan unos instantes hasta que entra otra señora. Laura le dice a la chica que la atienda que ella puede esperar. Al salir la señora entro yo y pongo el cartel de cerrado y trabo la puerta mientras Laura distrae a la vendedora.

Me siento frente a Laura mientras la chica mira a Laura para consultarle con la mirada si me atiende antes, Laura parece no comprenderla y le dice que quiere unos zapatos de altos tacones. La chica me comenta que en breve me atenderá.

La chica bromea con ella.

-Una noche especial con tu marido?

-Él no se lo merece, pero será una noche especial.

La chica sonríe cómplice mientras va desenvuelta por los zapatos. A la vuelta se arrodilla ante Laura que está sentada esperando a que la calce. Al levantarle el pie descubre su intimidad cubierta por un seductor tanga. La chica lo mira con disimulo, un poco apurada por la situación. Cree que el hombre que está frente a ellas puede verlo también.

-Ponme el otro, por favor.

Laura deja sus piernas abiertas mientras me mira. La chica ve la mirada y piensa que tal vez Laura quiera jugar a seducir un poco al hombre que está al otro lado.

Se levanta para caminar sin bajarse la ceñida falda que se le ha subido un poco por lo que enseña el final de sus medias que acaban en medio de sus muslos. La chica sigue con su mirada el sensual caminar de Laura.

-Qué te parece? –Le pregunta a la chica.

Antes que responda intervengo.

-Le quedan muy bien pero tal vez debería probar alguno más y ver como se siente al caminar con ellos antes de decidirse.

Ambas se quedan mirándome, cada una por una razón distinta. Laura deja escapar una sonrisa cómplice, la chica sonríe contagiada por el ambiente que se respira.

-Tal vez lleve razón, Pili puedes sacarme algún modelo más?

Mientras la chica entra al almacén Laura se quita el tanga, se limpia los jugos que la mojan y me lo lanza.

Cuando le prueba el siguiente par puede ver el sexo depilado de Laura.

-Laura… -susurra la chica casi en tono inaudible, no se atreve a más.

-Ponme el otro también, para probar como me siento al caminar con ellos –dice con toda la intención.

-Sin duda se sentirá muy atractiva –intervengo de nuevo.

Laura camina ya para mí contoneándose con cierta discreción. La chica observa la situación sin abrir la boca.

-Tal vez debería probarse unos que realzasen más la belleza de sus pies.

-Pili trae alguno que sean descubiertos.

-Si me disculpan, creo que ya ha pasado la hora de cierre, les dejo. Volveré esta tarde –les digo.

-No se preocupe –se apresura a comentar la chica –puedo atenderle en un momento.

-Muchas gracias, es usted una joven muy agradable –le digo mientras le miro las tetas sin pudor –pero tengo que ocuparme de otros asuntos.

-Es verdad Pili, ya hace un rato que deberías haber cerrado y haberte ido a comer, para que me perdones te invito a almorzar.

Ambas mujeres van a un restaurante próximo.

-Ese hombre es un cliente habitual? –Le pregunta Laura a la chica ya en el restaurante.

-Es la primera vez que lo veo, no sé qué ha pasado ahí dentro.

-Ha sido una situación… -Laura calla durante unos segundos como buscando la palabra adecuada.

-… muy morbosa –termina la frase la chica. –No sé qué ha ocurrido pero ha sido muy caliente.

La chica se pone roja por su comentario.

-Lo siento Laura, no quería decir eso, yo…

-Te comprendo Pili, ha sido una situación extraña sin que haya sucedido nada.

-Cómo que no ha sucedido nada, si no llevabas tanga! Oh! Disculpa, se me ha escapado!

-Se me han roto Pili, no sabía que se veía –dice Laura con un tono que no se sabe muy bien si es inocente o está cargado de intención –te ha molestado?

-No, no, por mí no tienes que preocuparte, pero creo que él te ha visto también, supongo que por eso ha insistido en que te pruebes más.

-Ja, ja, qué sinvergüenza!

-Desde luego, pero los hombres son todos así.

-Qué vergüenza! Enseñarlo todo sin que estuviese bien arreglado, ja, ja.

-No Laura, no te preocupes, estaba bien –dice Pili más atenta de quitarle esa preocupación a Laura que dándose cuenta que acaba de confesar que se lo ha mirado con largueza.

-Tú crees? Ya que enseño al menos que se vea bonito. Lo siento Pili, no sé que me pasa –le dice Laura ante la cara de sorpresa de la chica.

-No te preocupes, reconozco que también me ha afectado la situación.

-Qué quieres decir?

-También me hubiese gustado pasear para que el hombre me mirase, lo he encontrado muy morboso. Porque tengo que decirte que él no siempre miraba tus zapatos –dice Pili.

-Lo dicho, todos los hombres son unos sinvergüenzas, pero de vez en cuando es agradable sentirse valorada como mujer.

-Desde luego! –Exclama la chica con cierto dolor en su tono que Laura atribuye a la monótona relación con su novio.

-El hombre comentó que volvería esta tarde, puedes pedirle que te dé su opinión sobre algunos zapatos que te gusten y así pasearás para él –le dice Laura a Pili.

-Sola no sé si me atrevería.

-Quieres que me quede contigo?

-Pero no tienes nada que hacer?

-Le diré a mi marido que se ocupe de los niños y además aún no me he decidido que zapatos me voy a llevar –Pili comprende que Laura seguirá jugando con el hombre ante lo que siente una punzada de orgullo femenino, a pesar del ambiente de complicidad entre ambas, será ella la que atraiga más miradas de él.

-Vale!

-Además esperaremos que él venga para probarnos las dos, quieres?

-Sí, así no será tan descarado.

-Entonces cuando él entre cierra la tienda, así estaremos más tranquilas.

Pili siente deseos de decirle que se compre unas bragas para reponer las rotas, o tal vez debería ser ella quien fuese a comprarse alguna prenda sexy para lucir.

Ambas regresan a la tienda. Laura me envía la conversación que ha grabado con la chica. Durante toda la tarde estoy sin aparecer. Cuando se acerca la hora de cierre…

-Parece que se ha olvidado de la “cita” –comenta la chica.

-Creo que no, ahí está. Tal vez deberías llamar a tu novio para que no venga a recogerte.

La chica la mira sin comprender.

-Por si nos demoramos –le comenta Laura.

-No te preocupes, nunca viene.

-Entonces ven a ayudarme a ponerme zapatos para desfilar ante él.

Cuando entro las saludo a ambas.

-Aún estáis probando zapatos? –comento con una sonrisa.

-Oh no! Acabo de entrar a terminar de probarme que tampoco pude acabar esta mañana.

-Perfecto, entonces esperaré a que acabéis –digo mientras me siento frente a Laura. Pili se pone de rodillas para ayudar a Laura a calzarse. Tanto Pili como yo volvemos a ver la intimidad de Laura.

Laura pasea exhibiéndose, ambos la miramos.

-Creo que deberías probarte alguno más sexy, con correas -comento.

Laura pide uno con esas características y desfila con él.

-Pili podrías seguir probándotelos tú? Me duelen un poco los pies –Le dice Laura a Pili.

Pili nos mira dudando.

-No me atrevo, me da vergüenza.

-No seas tonta –le dice Laura –tienes unas piernas y unos pies muy bonitos, además te mueves como una modelo.

-Pero Laura…

-Hazme el favor Pili, luego te invito a cenar para agradecértelo.

-No hace falta. Me los probaré.

Laura hace que vaya al almacén a ponerse el calzado para posteriormente desfilar con ellos, mientras se sienta muy cerca de mí. Le hace probarse zapatos y botas de lo más sexy. Unas sandalias con correillas que suben por las piernas hasta las rodillas. Unas botas que suben por encima de las rodillas y alguna otra que le llega casi al pubis.

Con la excusa de ver la calidad o la suavidad de la piel u observar algún detalle la hacemos acercarse a uno u otro y rozamos ocasionalmente su piel al comprobar características o las particularidades de cada modelo.

En algunas ocasiones trata de alejarse del roce pero Laura la sujeta con firmeza para que se quede en el sitio.

-Quédate quieta Pili, no ves que no nos deja apreciar lo que queremos?

En ocasiones la hacemos dar varias pasadas simplemente por el placer de ordenarle y verla obedecer. Algo que hace sin replicar.

-Es hora de marcharnos –dice Laura –ya tengo hambre. Vamos a cenar.

-Siento tener que dejaros, gracias por el buen rato que me habéis hecho pasar.

Laura y Pili se van a cenar. Durante la cena Laura le reprocha a Pili su comportamiento.

-Me he quedado contigo para apoyarte con él y te comportas como una niña.

-Lo siento Laura pero al final no me he atrevido, tengo novio.

-Sí, y estás aburrida de él y de la vida que llevas con él.

-Pero no me parece bien –replica Pili sin mucho convencimiento.

-Dime que no te gustaría tener algo con ese hombre.

-Tiene algo que atrae pero también me da algo de miedo.

-Qué te da miedo?

-Me parece peligroso, no sé por qué, pero es la sensación que tengo con él.

-Pero a pesar de eso te atrae, no?

Posteriormente Laura me contaba que se sentía como la serpiente tentando a Eva.

-Bueno… sí, no sé, no estoy segura. Sí, me da morbo.

-Qué te da morbo?

-Parece un hombre acostumbrado a tener lo que quiere.

-Y eso es lo que te da miedo o lo que te atrae?

-Un poco de las dos cosas, me da la impresión que no debe aceptar un no como respuesta…

Laura se queda callada esperando que la chica continúe hablando pero Pili calla. Tal vez con miedo de expresar lo que piensa.

-Siempre puedes probar y si no te gusta no quedar más.

-Pero y si me gusta?

-Pili creo que este tío te pone más de lo que quieres reconocer.

-Puede ser.

-Cuando vaya a la tienda puedes hacer que te invite y hablar con él a ver si es como piensas –Laura no deja de intentar envolverla en su seducción porque sabe que su orgasmo depende de ofrecérmela. En ese momento está dispuesta a sacrificar a quien sea con tal de conseguir su satisfacción.

-Cómo voy a hacer que me invite?

-No te has mirado? Eres una joven guapa, con muy buen cuerpo, simpática…

-Me vas a poner colorada, pero creo que el hombre se ha fijado más en ti, no te perdía de vista mientras te probabas los zapatos.

-La verdad Pili es que creo que ese tío es capaz de querer algo con las dos porque cada vez que te dabas la vuelta miraba tu culo como si fuera un manjar listo para ser comido.

-Ja, ja. A ti también te lo miraba, no creas y las tetas ni te digo –le dice Pili dando a entender que el volumen que tienen llama la atención de todos.

-Hasta el pichafloja de tu novio me las mira a pesar de que tú tampoco estás mal dotada.

-Es un cerdo, las mira a todas y yo tengo que perseguirlo para que me eche un triste polvo.

-Mi marido es como tu novio, pero como se atreva a mirar a otra en mi presencia sabe que no me toca en un mes.

-Estamos las dos bien!

-Por eso un cabrón como el de la zapatería hace con nosotras lo que quiera.

Pili baja la cabeza y calla.

-Te invito a tomarnos una copa, vamos?

Ambas van a un tranquilo pub. Allí Laura insiste en el tema.

-Estos sitios están llenos de buitres tratando de atrapar una inocente cordera.

-No creo que ninguna de las dos seamos corderas y menos inocentes.

-Pero pensé que sólo habías tenido un novio, el que tienes ahora.

-Sí, pero en ocasiones he estado con algún otro chico.

-Pili! Eres una cochina! Y tan santita como parecías.

-Dicen que las calladas son las peores, ja, ja

-Cuantas veces le has puesto los cuernos a tu novio? –Pregunta Laura curiosa.

-No han sido tantas, no creas, y tú a tu marido?

Ante una pregunta tan directa Laura se debate entre contarle algo de la verdad o mantener el silencio.

-Una no es de piedra, y con un hombre como el de la zapatería…

Laura me había mandado un mensaje para decirme donde estaban. Cuando entré las vi al fondo pero me dirigí a la barra.

-Mira quien ha entrado –le dice Pili a Laura al poco tiempo de estar allí. No obstante Laura ya se había dado cuenta y estaba impaciente por que Pili se diera cuenta para que pareciese algo más accidental el encuentro.

-Seguro que no viene a tomarse una cerveza, seguro que estará buscando a alguna buscona con la que pasar un buen rato –le responde Laura.

-Aún es temprano pero pronto esto estará lleno de tías buscando quien se las lleve a la cama.

-Aunque nuestro amigo no creo que sea de los que llevan a la cama, ese es capaz de hacértelo aquí mismo o si te lleva a la cama es arrastrándote pero seguro que encuentra a alguna o alguna lo encuentra a él.

-No podemos permitirlo, es nuestro, nosotras lo vimos primero –dice Pili.

-Entonces por qué no vas y lo invitas a nuestra mesa?

-Qué le digo? –Pregunta Pili algo dudosa aún.

-Dile que lo invitas por no haberlo podido atender en la zapatería como se merecía.

-Y cómo se merecía que lo atendiese? –Pregunta Pili con toque malicioso.

-Cómo crees que se merece que lo atiendas después de no haber podido probarse ni un zapato, en dos ocasiones además.

-Muy bien, para que me perdone?

-Porque has sido una niña mala?

-Sí.

-Entonces compórtate como una niña mala para que no tenga dudas que tiene que castigarte.

Laura siente que el juego se ha puesto en marcha y el calor que siente así lo demuestra.

-Qué quieres decir?

-Que deberías quitarte un botón de la camisa e inclinarte cuando hables con él para enseñarle el canalillo. Y cuando vayas y vuelvas contonéate para que disfrute de ti.

-Qué mala eres Laura –dice la chica levantándose para hacer el ofrecimiento.

Al regresar la chica le guiña un ojo a Laura.

-Ha aceptado –le comenta Pili con el guiño.

Le doy un casi pico a Laura como saludo ante la sorpresa de Pili.

-Qué ha aceptado? –Le pregunta Laura a Pili.

-La invitación que le he hecho.

-Y a qué le has invitado?

-A sentarse con nosotras.

-Sólo?

Sigo divertido la conversación entre las mujeres. Sobre todo cuando veo a Laura jugando con la joven.

-No ibas a portarte muy bien para que te perdone por haber sido una niña mala?

-Sí.

-Y que vas a hacer para que te perdone?

Pili se queda callada.

-Antes que usted llegase hemos estado hablando de las busconas que vienen a este tipo de sitios buscando un hombre y ella ha dicho que no podíamos permitir que se fuese con cualquiera, por eso ella ha ido a buscarlo, para ser la buscona que hoy se fuese con usted.

-Laura! –protesta Pili pero sin mucha fuerza.

-Somos adultos Pili, niega que antes me has dicho que te provocaba morbo.

Pili se queda callada.

-Contesta!

-Sí lo he dicho, pero Laura me estás avergonzando.

-Te estoy ayudando a que él no tenga dudas de lo que quieres. Dinos que prefieres, que te perdone por no haberlo atendido bien o que te castigue?

-Que me disculpe.

-Sabes que estás mintiendo, te gusta la idea que te lleve donde él quiera arrastrándote, di la verdad! –Todo el tiempo la chica ha mantenido la cabeza agachada.

-Sí lo he dicho pero no es lo mismo decirlo con él delante.

-Prueba a decirlo a ver que tal.

-Me gustaría… que me llevase a donde quisiese.

-Dile que más te gustaría cariño –le dice Laura ladina.

-Me gustaría saber que me haría, aunque me da miedo –se apresura a puntualizar.

-Crees que debería decirte que puedo hacerte, aquí, delante de Laura? No crees que se podría escandalizar? Ella es una mujer casada.

-Sí señor, ella es una amiga y no creo que se escandalice con nada de lo que pueda contarme, es una mujer de mundo–dice Pili curiosa.

–Lo que os voy a contar es muy privado, tenéis que prometer no contárselo a nadie, ni a tu novio, ni a tu marido, a nadie si no os autorizo, me lo prometéis?

-Sí, no le diré nada a nadie, se lo prometo –dice Pili. Laura no habla, no hace falta, aunque Pili parece que no se ha dado cuenta.

-Buena chica –le digo -Sí Pili, me gusta usar a las mujeres como quiera aunque me cuide de no poner en peligro sus cuerpo y su intimidad ante otros. Soy un Amo que disfruta con mujeres como vosotras porque mi instinto me dice que ambas sois sumisas, sobre todo al ver como os comportasteis en la zapatería y veo que no me he equivocado porque ambas seguís aquí atentas a lo que os cuento.

-Ha acertado, las dos somos sumisas y no le contaremos a nadie su secreto si no nos autoriza .dice Laur.

Pili mira sorprendida a Laura.

-No sé Laura, no sé si lo soy –responde Pili.

-Es fácil de saber –le digo.

-Cómo.

-Te haremos una prueba para que tú misma puedas ver si te gusta o no.

-Qué prueba?

-Para empezar ve al baño y quítate la ropa interior.

Pili no duda un segundo en levantarse para ir al baño. Cuando regresa arruga en sus manos su ropita. No sabe que hacer con ella cuando se sienta.

-Déjala caer al suelo –le digo. Tampoco duda en hacerlo.

Los pezones se le marcan en la camisa.

-Estás mojada? –Le pregunta Laura.

-Un poco, sí.

-Métele dos dedos a Laura en el coño y dime si está más o menos mojada que tú.

-Aquí?

-Sí –le respondo.

Laura abre las piernas para facilitarle la tarea y la falda se le sube dejándole casi todas las piernas al descubierto, la chica trata de hacerlo con disimulo echando su cuerpo sobre el de Laura.

-Me estás rozando con los pezones –le susurra Laura al oído. Pili emite un suave jadeo.

Cuando saca los dedos no sabe que hacer con ellos.

-Estás más mojada que ella?

-No, ahora mismo no. Ella tiene hasta los muslos empapados.

-Tú te mojas tanto como ella?

-Puedo hacerlo, sí.

-Qué hace que te llegues a mojar así? Tu novio? –Le pregunto mientras comienzo a acariciar las piernas desnudas de Laura que no se ha vuelto a tapar. Me gusta como Pili nos mira a uno u otro, las caricias o agacha la cabeza. Parece una alumna antes un examen difícil.

-No, con él nunca me he mojado de esa manera.

-Con alguno de los tíos con los que has follado? –Le pregunta Laura.

-No, con ellos me mojo más que con mi novio pero tampoco.

-Vaya, vaya, así que eres una putita infiel -comento yo.

-Han sido muy pocas veces –responde la chica.

-Pili ábrete el pantalón para que Laura compruebe lo mojada que estás.

Tampoco esta vez duda en obedecer.

-Está muy mojada.

-Eso es lo más que puedes mojarte? –Le pregunto.

-No am… no.

-Has probado alguna vez el sabor de tu coño? –Le interrogo.

-…sí.

-Eso está bien, entonces abre la boca para que Laura se limpie los dedos de tu sabor.

De nuevo obedece sin replicar, aunque lame después de mirar a su alrededor.

-Lame los tuyos para que pruebes también el sabor de Laura. No agaches la cabeza, quiero ver como lo haces.

Entre sus dedos todavía cuelgan algunos espesos hilos que lame. Me mira mientras lo hace aunque no puede evitar bajar la cabeza aunque vuelve a subirla para seguir enseñando como lo hace.

-Qué sabor a coño te gusta más?

-El de Laura –me responde.

-Y a ti Laura?

Laura se mete los dedos.

-Mira como lo hace –le digo a Pili. Ella obediente no pierde detalle de la sensualidad con que Laura lo hace.

Con los dedos bien mojados en saliva, Laura los mete en Pili hasta que la obliga a jadear.

-Pili dime como logras mojarte tanto como lo hace Laura.

-No puedo, de verdad, no puedo –nos dice mientras se levanta con la mano de Laura dentro de su pantalón desabrochado y sale corriendo.