Laura en la universidad 2: Ayúdame Raúl

Pasan los días de septiembre. La convivencia entre Raúl y yo no hace más que mejorar: No le importa que me traiga chicos al piso, por lo que no tardo en hacerlo. No obstante, no todo va como pensaba, así que... puede que por esta vez... necesite la ayuda de Raúl.

A la mañana siguiente de nuestra primera noche viviendo juntos, y tras encontrarme las manchas blancas en el suelo al salir de mi cuarto, todo se desarrollo de forma tranquila. Claramente, nadie sacó el tema, aunque yo no estaba del todo segura, de que el tuviera constancia de que yo sabia que la noche anterior, se había estado pajeando mientras me veía masturbarme.

No obstante, el nivel de confianza entre nosotros aumentó, provocando que fuésemos mas relajados por casa en lo relativo a ropa.

Yo empecé a vestir como solía hacerlo cuando vivía con mis padres. En la parte de abajo, bien usaba un culote o unos shorts deportivos, ambos encima de algunos tangas cómodos que tenia para estar por casa. Por otro lado, arriba usaba bien una camiseta cortita que enseñaba todo el vientre, o un top deportivo ajustado, sin usar sujetador en ninguno de los dos casos, provocando, principalmente en el top al ser ajustado, que resaltase perfectamente mis pechos, e incluso se notasen los pezones en algunas ocasiones.

En cuanto a Raúl, empezó a dejar de usar la camiseta para ir por casa, dejando a la vista un cuerpo magnifico y bien cuidado. Si bien no tenia tableta, tenía el cuerpo definido dejando ver algún que otro abdominal. Por otro lado, abajo siempre llevaba shorts deportivos bastante cortos encima de los boxers, los cuales sobresalían un poco por encima. No obstante, pondría la mano en el fuego, de que, en algunas ocasiones, no llevaba ropa interior debajo de los shorts.

Los días pasaron con tranquilidad. Todavía no empezaba las clases, asique no tenia mucho que hacer. Las dos noches siguientes fueron iguales a la primera. Cuando el se acostaba, yo me disponía a masturbarme mientras el espiaba desde las sombras del salón. Admito, que han sido de los mejores orgasmos que he conseguido masturbándome desde hace bastante tiempo.

Al cuarto día, empecé a darme cuenta de que todavía quedaba dos semanas para empezar las clases, y que aguantar sin conocer a chicos hasta empezar la uni iba a ser un sufrimiento. Por esa razón, decidí hablar con Raúl el tema de traerse ligues a casa, tanto por su parte como por la mía, cosa que aproveché para hacer durante el desayuno.

  • Raúl, no quiero que pienses mal, pero debido a que ambos somos universitarios, quería preguntarte una duda sobre el piso.

  • Claro, ¿Que querías preguntarme?

  • ¿Habría algún problema si traigo personas al piso de vez en cuando? Ya sean amigas o… algún chico también si surge.

  • Jajajaj. Sinceramente, esperaba que me sacaras el tema. Sabía que no íbamos a tardar en hablarlo. La verdad, que por mí no hay ningún problema, siempre y cuando no se haga demasiado ruido por las noches cuando la otra persona esté durmiendo, ya sea por amigas o por un chico. ¿Qué piensas tu?

  • Me parece genial, es más, no tengo problema en que hagas lo mismo.

  • Perfecto. A propósito, quería preguntarte igualmente, aunque al nombrar el ligue, creo que se la respuesta. ¿Tienes novio actualmente?

  • Que va. Tuve alguno durante el instituto, pero actualmente estoy genial quedándome soltera durante un tiempo. ¿Y tú?

  • Yo sí. Llevo poco mas de año y medio con ella, se llama Ana. Es más, iba a comentártelo luego, pero aprovecho. Va a venirse esta noche a cenar y se quedara a pasar la noche, por si no te importaba.

  • ¡Claro! Por mi genial. Es más, ahora que hemos hablado del tema y sabemos las condiciones, menos problema aún. Pero ya sabes, nada de hacer demasiado ruido por la noche jajaja.

  • Jajaja. Vaaale, prometo que nos portaremos bien. Yo creo que ella te caerá bien. Si no tienes planes, cena luego con nosotros y así la conoces.

  • Todavía no conozco gente de Sevilla, asique si me dejáis unirme a la cena, ¡por mi genial!

  • Perfecto, aunque me gustaría pedirte algo, espero que no te moleste.

  • Claro, dime Raúl.

  • No tengo problema con que vayas cómoda por el piso, y Ana no es celosa. No obstante, agradecería que llevases sujetador los ratos que este ella por aquí. Si no te importa.

Mi cara se puso roja al momento. No es que me sorprendiese, estaba claro que él se había dado cuenta, sobre todo cuando llevo el top deportivo, pero no me lo esperaba tan directo, y me pilló desprevenida. No obstante, mantuve la compostura y se la devolví, para poder quitarle importancia al asunto.

  • Jajaja. Veo que no se te escapa ni una Raúl. Es entendible, antes de que llegue ella me pondré presentable, no te preocupes. Aunque es recomendable, que en los ratos que ella esté aquí, también lleves puestos los boxers debajo de los shorts, para asegurarnos de que no se haga una idea errónea.

Esta vez es Raúl a quien se le puso la cara roja como un tomate, quien casi se atraganta con los cereales que estaba comiendo.

  • No se por que dices eso Laura, yo siempre los llevo puestos.

  • Lo sé! Solo lo decía por si acaso.

Tras esta conversación, terminamos de desayunar y nos pusimos cada uno a hacer nuestras cosas hasta que Ana llego al piso, a eso de las 8 de la tarde. En ese momento yo estaba terminando de ducharme, por lo que me vestí y salí a saludarla.

Esta vez, como le prometí a Raúl, me puse una camiseta que me tapaba el ombligo y con un sujetador debajo. Aunque seguía llevando mis shorts y mi tanga cómodo para estar por casa.

Cuando salí, ella estaba esperando en el salón. Era una chica bastante atractiva de 19 años. Tenia el pelo liso y rubio, algo mas largo que el mío por debajo de los hombros. De altura, me sacaría unos centímetros, y era delgadita como yo. De pecho no tenia tanto, pero por mi experiencia femenina, se podía observar una posible 90b bien puesta, algo bastante decente. No obstante, lo mejor de ella, era su culo, el cual, aunque odie admitirlo, era bastante mejor que el mío.

Yo tengo buen culo, bien puesto, redondo y ejercitado del fitness. Pero ella, aparte de tener todo eso, lo tenia un poco mas gordo. No mucho mas que yo, pero si lo justo para darle algo más de volumen.

Tengo que admitir, que, aunque nunca había tenido relaciones con una chica, desde hacia aproximadamente un par de años, había algunas que me atraían bastante. Y en este caso, Ana me atraía mucho físicamente.

No obstante, antes de poder embobarme, decidí acercarme a saludar.

  • Hola! Imagino que tu eres Ana, yo soy Laura, la nueva compañera de piso de Raúl.

  • Hola Laura! Encantada de conocerte, Raúl me ha hablado de ti -Se giró a mirarme y me dio dos besos casi abrazándome, cosa que no me esperaba-

  • Espero que no te haya dicho nada malo de mi jajaja.

  • Que va chica! Solo me dice lo afortunado que es de haber encontrado una compañera decente. Por cierto, me ha comentado que luego te quedaras a cenar, ¿no? Así podemos hablar un ratillo y nos conocemos.

  • Claro! Si no os molesta, cenaré con vosotros, ya que no tengo ningún plan más interesante.

Al poco tiempo llegó Raúl y nos dijo que nos sentásemos en el sofá, que estaba preparando la cena para los tres. Ana y yo estuvimos un rato en el sofá tumbadas charlando de nuestras cosas hasta que Raúl nos avisó de que la cena ya estaba lista. Unos macarrones carbonara que le habían salido de lujo.

Tras la cena, nos quedamos en el sofá viendo alguna película que habían puesto en la tele, hasta que Ana pregunto que si nos importaba que se fuese a poner algo cómodo.

  • Laura y cari, os importa que vaya a ponerme el pijama y así ya estoy cómoda hasta que nos acostemos?

  • Claro! Siéntete como en casa tranquila -respondí yo.

Ana se fue al cuarto de Raúl a cambiarse, y al poco rato salió con un pijama de camiseta y pantalón cortitos. Aunque lo mas destacable, a pesar de que no se le notaba tanto como a mí, es que no llevaba sujetador debajo del pijama.

En ese momento, me entraron unas ganas enormes de ir a hacer lo mismo, ya que llevar el sujetador en casa no era del todo cómodo. Pero recordé lo que le prometí a Raúl, asique lo deje pasar.

Al poco rato de terminar la película, me despedí de Raúl y Ana y me dispuse a irme a dormir. Una vez en la cama, me di cuenta de que esta noche no iba a estar Raúl viéndome, por lo que no me sentía lo caliente suficiente como para masturbarme. Por esa razón, me dispuse a dormir directamente.

Sin embargo, al poco tiempo de intentar dormirme, escuche un ruido en la habitación de al lado. Al principio pensé que seria la cama al tumbarse ellos a dormir, pero poco a poco el ruido se fue escuchando de forma constante. Intente prestar atención, y no tarde en escucharlo, unos leves gemidos, característicos de alguien que estaba reprimiéndolos para no hacer ruido, probablemente mientras le tapaban la boca. No había duda, estaba follando.

La idea de tener a esa chica rubia con ese culazo, follando y gimiendo en la habitación de al lado, mientras esa polla, que he visto pajearse las tres ultimas noches, se la está follando, me hico calentarme de forma casi instantánea, devolviéndome esas ganas de masturbarme que se me habían ido minutos antes.

Fue algo exprés. Solo tuve que frotarme un par de minutos el clítoris mientras escuchaba esos gemidos leves e imaginaba como la tendría a lo perrito follandola en la cama, y tuve un orgasmo mayor que el de las tres ultimas noches. Tras tenerlo, caí rendida y me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente, ninguno dijo nada. Probablemente se pensarían que yo ya estaba dormida y que no había hecho ruido suficiente para despertarme y, claramente, yo no les iba a decir nada.

Tras esto, el día avanzo despacio, sin que ocurriese nada interesante, hasta que un chico con el que estaba hablando en Tinder, me dijo de vernos hoy. Claramente yo sabia que no se refería de vernos para dar una vuelta y tomar algo, no se le veía un chico de esos. Pero la verdad, es exactamente lo que necesitaba, asiqué me dispuse a comentárselo a Raúl.

  • Raúl, estaba hablando con un amigo, y le he dicho que se venga luego a cenar y a pasar el rato. ¿No te importa no?

  • Claro! Es más, luego iré a cenar con Ana, y llegare sobre las dos de la mañana, asique así estáis tranquilos y no os molesto.

  • Joe, no hacía falta jajaja, Pero bueno, genial entonces.

El resto del día pasó tranquilo, hasta que a las 7 de la tarde, Raúl se fue con Ana, y yo aproveche para meterme en la ducha antes de que llegase el chico, Mario. A las 8, Mario llamó al timbre y salí a recibirlo.

Me había puesto un vestido de una sola pieza con un escote con forma de “V” que lucia mis pechos libres sin sujetador. El vestido era bastante ajustado, y de largo no tapaba poco mas que el culo, el cual resaltaba muy bien.

Mario venia con un pantalón de pitillo y una camiseta de manga corta muy ajustada, la cual remarcaba el buen físico que tenía, así como cada uno de los músculos cuidados de gimnasio.

No hubo mucha conversación entre nosotros. Después de un par de besos en las mejillas al dejarle pasar, los cuales casi los consideraría un morreo, le dije que se pusiera cómodo en el sofá que yo iría preparando la cena. No obstante, el tenía otros planes.

Yo estaba esperando a que se hiciera la pizza en el horno mientras abría un paquete de patatas en la encimera de la cocina, cuando note que Mario se había colocado detrás mía. No tardó en poner ambas manos en mi cintura, mientras acercaba la boca a mi oreja. Como pensaba, el no venia con ganas de un plan tranquilo.

Al poco, Mario empezó a morderme el lóbulo izquierdo de la oreja, uno de mis puntos débiles, el cual, junto al cuello que empiezo a besármelo después, me pusieron a mil en un segundo. No tarde en darme la vuelta, pasarle los brazos por detrás del cuello y comerle la boca. Como esperaba, el no tardo en dirigir ambas manos a mi culo, subiendo el vestido ágilmente para dejar ambos cachetes al descubierto, y así poder agarrármelos bien, uno con cada mano.

No tardo en calentarse, momento en el que me pidió que se la comiese.

  • Laura, me la tienes muy dura. ¿Por qué no bajas y me la chupas un rato?

Sin decir nada, ahí mismo en la cocina me puse de rodillas. Hábilmente le desabroché los pantalones y se los quité, dándome cuenta que debajo no llevaba boxers, solo una polla de unos 14 cm empalmada y dura como una piedra.

He de admitir que el tamaño no me impresiono, pero mientras supiese usarla, que mas daba. Y sin más espera, empecé la mamada. Al principio llevaba mi ritmo. Mientras la pajeaba le comía los huevos, le lamia el tronco, y jugaba con la punta y el capullo. Pero en cuanto me la metí un poco en la boca, sin avisar ni nada, me agarró la cabeza y empezó a follarme la boca.

No es que me disguste el sexo duro, al contrario, me encanta. Pero fue tan repentino que hasta me sorprendió. Por suerte, al no tenerla demasiado grande, pude aguantar el ritmo sin ahogarme.

Al rato de follarme la boca, me levantó y me dijo que fuésemos al cuarto. Por el camino Mario se colocó hábilmente el condón, y en cuanto llegamos al cuarto, sin avisar, me tiro a la cama, me puso a lo perrito en el filo, y estando el de pie al borde de la cama, me la metió de una, del tirón y sin avisar, hasta el fondo del coño.

Tras hacerlo, empezó una follada brutal pero descoordinada. De las embestidas, me empezaron a fallar las piernas y me deje caer sobre la cama. El se subió a la cama, y siguió follandome duramente en la misma postura, hasta que no pudo más, y tras 5 minutos dándome duro, se quitó el condón, y se corrió un chorro de semen pequeño en mi culo.

En el tiempo que tardé en recuperarme, él ya se había vestido y me estaba diciendo que se tenía que ir y que gracias por el sexo. Y ahí me quede yo, con las piernas molidas por las embestidas, el vestido subido, una mancha de semen en mi culo, y sin un orgasmo.

Tras la decepción de sexo que había tenido, me fui a la ducha a limpiarme. Cuando me había relajado, me puse mis shorts y mi camiseta cortita enseñando ombligo y sin sujetador, y me dispuse a terminar de prepararme la pizza que se había quedado en el horno apagado.

Mientras estaba comiéndome la pizza llegó Raúl. Le saludé y le vi la cara de sorprendido.

  • Hola Raúl.

  • Hola Laura. ¿Qué haces cenando sola y a estas horas? ¿No habías quedado con un chico?

  • Si, pero ha resultado ser un cabrón que solo buscaba un polvo rápido.

  • Que dices, ¿tan mal ha ido?

  • Fatal. No solo no se ha dignado a cenar conmigo primero, si no que ni siquiera se ha dignado a comerme el coño, ya ni hablemos de darme un orgasmo. Se nota que buscaba venir correrse e irse.

  • Joder tía, vaya plan. Anda, deja que me quede contigo mientras cenas y vemos alguna peli basura de la tele.

Así nos quedamos, cenando y luego tumbados en el sofá con Raúl haciéndome cosquillas en la cabeza.

  • Oye Raúl, yo estoy cansada ya, asique me voy a acostar. Buenas noches,

  • Buenas noches Laura.

Así me fui a la cama, embajonada y con un calentón de mil demonios por no tener un orgasmo antes. Solo pensé en masturbarme para quitarme el calentón y quedarme dormida.

Aunque estaba acostumbrada, cuando ya tenia la mano dentro de los shorts, le vi. Raúl volvía a estar en la sombra del salón espiándome. ¿Por qué? ¿No había estado follando con Ana antes? ¿O tanto le gustaba espiarme por las noches? No me importaba, sinceramente me venia bien la estimulación extra y el morbo, por lo que procedí a quitarme los shorts y el tanga hasta quedarme de piernas abiertas masturbándome de forma que Raúl pudiese verme perfectamente.

Cuanto ya estaba completamente mojada frotándome el clítoris y metiéndome un par de dedos en el coño, vi como Raúl ya se había sacado su enorme polla y había empezado a pajearse sin parar. En ese momento, se me vino a la cabeza el desastroso polvo de antes, por lo que se me cruzaron los cables y ya no había vuelta a atrás.

Paré de masturbarme y me puse de pie fuera de la cama. Mientras me ponía las zapatillas escuche como Raúl se había ido del salón y se había tumbado en su cama. Fui despacio a su cuarto sin hacer ruido, el cual estaba sumido casi en la oscuridad, aunque al abrir la puerta, entró algo de luz del salón.

Raúl se estaba haciendo el dormido, pero yo sabia perfectamente que no lo estaba. Avance lentamente hacia su cama y le destapé por completo, comprobando que estaba completamente desnudo y con la polla dura.

Sin pensármelo, me subí a la cama y me senté encima suya a la altura de su polla, dejando su polla tumbada sobre su barriga al mismo tiempo que su tronco estaba en contacto directo con mi coño desnudo.

En ese momento Raúl hizo como que se despertó, con una cara de sorprendido totalmente.

  • Laura, ¿qué haces?

  • Raúl por favor, ayúdame, solo esta noche.

  • ¿Que dices? Tengo novia, no podemos estar haciendo esto.

  • No te importaba tanto tu novia cuando me espiabas masturbándome hace un rato.

La cara de Raúl se puso roja de la sorpresa y la vergüenza.

  • ¿Sabías que te estaba espiando?

  • Pues claro, por que crees que me quitaba los shorts cuando me masturbaba. Para que pudieses verme bien. Igual que las otras tres noches desde que empecé a vivir aquí.

  • Por favor Laura, no puedes decirle nada a Ana.

  • No le diré nada, pero a cambio, tienes que ayudarme esta noche.

  • ¿Pero ayudarte a qué?

  • A tener el orgasmo que no me dio antes Mario.

Podía ver una sombra de duda en los ojos de Raúl, pero los movimientos de la polla que estaba aprisionada contra mi coño me demostraban que le estaba excitando la situación.

Sin decir nada, Raúl se incorporó quedándose sentado conmigo sentada encima suya, muy juntos el uno del otro. Fue a besarme, beso que yo le devolví mientras pasaba los brazos por detrás de su cabeza. Mi culo no pasó desapercibido, agarrándomelo con ambas manos mientras me lo apretaba para juntarlo mas hacia él. De normal me gusta que me aprieten hacia el chico cuando me agarran el culo, pero esta vez tenía su polla frotándose con mi coño, asique los calambres de placer eran increíbles.

Después de un largo y apasionado beso, note como su polla no podía aguantar más, asique me baje de encima suya y me puse a lo perrito para comerle la polla. Pero el tenía otra idea en mente.

  • No Laura, ahora te toca disfrutar a ti.

Me agarró de la cintura y me tumbó en la cama boca arriba. Me abrió las piernas y se tumbo entre ellas para comerme el coño. Me hizo la mejor comida que me han hecho nunca. Sabia perfectamente como usar la lengua en el clítoris y, cuando estaba cerca del orgasmo, metió dos dedos dentro del coño, y al mismo tiempo que los movía ágilmente, aumentó la intensidad de la lengua en el clítoris, arrancándome uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Después de descansar unos segundos, pude observarle de rodilla en la cama sentado sobre sus talones, con la polla durísima y apuntando al techo. No me lo pensé. Tenia que agradecerle este orgasmo. Me puse a lo perrito delante suya y empecé a hacerle una mamada.

Ahora de cerca podía observar la buena polla que tenía. Depilada, de aproximadamente unos 19-20cm, gordita, y encima con un capullo mas ancho que el tronco, el cual salía por completo.

Tras escupirle en la polla, empecé a pajearle con la mano derecha para humedecerla y lubricarla entera. Mientras tanto, me dedicaba a comerle los huevos, haciendo cambios a lamer el tronco cada vez que necesitaba humedecerlo. Cuando ya tenia los huevos bien comidos, empecé a lamerle la punta, y cuando menos se lo esperó, la introduje todo lo que pude en mi boca. Estimo que pude introducirme un 70-80% de la polla en la boca, llegando a asomar a la entrada de la garganta un poco.

Escuché el gemido que soltó Raúl, y la polla tembló dentro de mi boca. Le había encantado que hiciera eso, asique empecé a comérsela de forma apasionada, metiéndola y sacándola de la boca al mismo tiempo que la acompañaba con la mano.

Cuando noté que estaba al limite paré, le puse el condón que había traído de mi cuarto, el cual le quedaba justito a ese pollón, y me puse a lo perrito dándole la espalda. No hico falta decir nada. Se puso de rodillas detrás mía y empezó a metérmela despacio en el coño, hasta que entró por completo.

Necesité unos segundos para acostumbrarme al tamaño de su polla que llenaba todo el interior de mi coño. Pero una vez me acostumbré, estaba lista.

  • Raúl, follame.

Y sin responderme, lo hizo. Me agarró por las cinturas, y empezó a follarme fuerte y rápido. Yo no hacia mas que gemir con cada embestida. Al rato, me agarró de la garganta levantando la parte superior de mi cuerpo, dejándome de rodillas mientras me seguía follando. En esa postura, pego mi espalda a su pecho y me agarro ambas tetas, una con cada mano, las cuales casi no abarcaban a agarrarlas enteras. Al rato de follarme mientras me masajeaba las tetas, no pude evitar llegar al orgasmo, momento que me soltó y me dejo caer sobre la cama exhausta.

Tras descansar unos segundos, hice que se sentase sobre la cama y me senté encima, como estábamos sentados al principio. Esta vez, en vez de liarnos, empezó a comerme las tetas, centrándose en chupar y morder los pezones hasta queme los dejó duros como una piedra. Cuando yo había descansado lo suficiente, empujé el pecho de Raúl para recostarlo sobre la cama.

Levanté mi culo, puse la polla de Raúl apuntando hacia la entrada de mi coño, y empecé a bajar despacio hasta que la introduje entera. En ese momento, empecé a mover el culo para adelante y para detrás, hasta que fui cogiendo ritmo y acabe cabalgándole la polla por unos 30 segundos lo más rápido que pude.

Cuando aflojé el ritmo, me puse en cuclillas de espaldas a él, y empecé a botarle en la polla, dejándole unas vistas espectaculares de mi trasero, cosa que el no tardó en acompañar con una mano en cada cachete del culo para seguir el ritmo. Conforme subía el ritmo, empezó a azotarme el culo con las manos. Cuanto más rápido botaba, más me azotaba, lo cual me excitaba y me hacia botar mas rápido, lo cual origino una cadena de desenfreno que llego al clímax cuando tuve un orgasmo encima de su polla que me hizo temblar todo el cuerpo.

Yo ya estaba completamente satisfecha por toda una semana, y un vistazo a él me sirvió para saber que estaba al limite de su resistencia física, asique decidí terminarlo. Me levanté de su polla y me puse de rodillas en el suelo. No necesitó que le dijese nada para ponerse de pie delante mía con la polla apuntando hacia mi boca.

Sin retrasarme, la agarré con la mano derecha y empecé a mamarla mientras me juntaba las tetas con la mano izquierda, dejando a la vista un fantástico canalillo. Cada vez que sacaba la polla de la boca y me la metía de nuevo, engullía mas de la mitad de su largura, acompañándola en todo momento de la mano que pajeaba al mismo ritmo.

Cuando veía que estaba llegando al límite, empecé a masajearle los huevos con la mano izquierda, notando lo cargados que estaban, y lo cerca que estaba de correrse, hasta que ya no pudo más.

  • Laura, me corro! ¡Me corro! ¡Junta las tetas!

Pero yo no iba a dejar que se corriese en las tetas. No, tenia que agradecerle por la ayuda que me había ofrecido esta noche y, después de la mamada que le hice al principio, y su reacción, sabía perfectamente donde quería correrse.

  • No puedo más! ¡¡¡Me corro!!!

En ese momento me la metí en la boca lo mas profundamente que pude hasta que entro por completa, la polla, entera, sin dejar un solo centímetro del tronco fuera de mi boca, hasta el punto en que el capullo y una parte del tronco entraron por completo en mi garganta, y entonces sucedió.

Entre los gemidos de Raúl mientras se corría, pude sentir una gran cantidad de semen brotando directamente dentro de mi garganta. No pude verlo, pero por como lo sentí, estimo que se corrió entre 5 y 6 chorros de semen, caliente y muy espeso, en lo mas profundo de mi garganta, que sin tragar ni nada, empezó a caer hacia mi estómago.

Cuando dejó de correrse, la saqué entera de mi boca, y deje que cayese sentado en el borde de la cama exhausto. Yo, con cara de felicidad y satisfacción, me acerque a darle un largo beso apasionado haciéndole probar todos los sabores que había en mi lengua, y entonces me retiré.

  • Gracias por esta ayuda Raúl. No lo olvidaré.

Me dirigí a la salida de la habitación, no sin darle un espectáculo de mi culo en todo el camino, para acabar en la ducha quitándome el sudor del buen sexo, y posteriormente caer rendida en la cama con un sueño casi instantáneo.

Parece que al final, ha acabado la noche mejor de lo que empezó.


Gracias por leer este relato, y espero que os haya gustado.

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