Laura, destruida

Laura cuenta cómo conoce a alguien que quiere cumplir su sueño de ser destruida.

Esta es la historia de Laura, una mujer de Madrid, de 30 años, con una mente brillante, ambiciosa y acostumbrada a tenerlo todo, que conoce a alguien que cumple su deseo de ser destruida por completo.

La historia la cuenta, directamente, Laura

Sobre mí

Me llamo Laura, tengo actualmente, 30 años, vivía con mis padres en una casa enorme, de las mejores de la urbanización, en Somosaguas, Pozuelo de Alarcón, en Madrid, hasta que, un día, cuando estaba en una terraza de esas que están en el ático de los hoteles, y a la que se permite el acceso, al bar de la terraza, para tomar algo y disfrutar de las vistas, aunque no seas cliente del hotel, vi a alguien que cambió mi vida, y cumplió mi sueño, de ser destruida, y convertirme en una puta, en lo más bajo de la sociedad.

Físicamente, aunque no me cuidaba demasiado, hasta ese momento, no me podía quejar, mi cuerpo era normal, sin ninguna cirugía, tetas naturales, morena de pelo, cortado a media melena ahora, pero lo llevaba largo cuando iba al colegio, 175cm de altura...

Mi forma de vestir, tampoco la cuidaba demasiado, con unos vaqueros y una camiseta y unas deportivas, podía tirar, sin mayores problemas.

En cuanto a mi carácter, debido a mi situación familiar, que enseguida os contaré, sí que es cierto que era un poco ambiciosa, y ligeramente cabezota, pues, cosa que veía, cosa que quería. (Y que conseguía la mayor parte de las veces)

Mi vida había sido muy buena y bastante sencilla (En el sentido de no tener complicaciones graves ni problemas de salud y que, mis padres me apoyaban en todo), hasta ese momento, al ser la hija única de dos empresarios de éxito.

Mi padre es el dueño de una empresa de fabricantes de piezas de coches, y, mi madre, invierte en bolsa, con bastante éxito, por lo que había vivido, hasta que conocí a esa persona especial, con todos los lujos y, a todo tren.

Había estudiado en uno de los mejores colegios de Pozuelo, y, después, al llegar a la universidad, me puse a estudiar, primero Derecho y Economía, para contentar a mis padres, y, al acabar y una vez que ya era toda una abogada, empecé a estudiar, mi verdadera pasión, una Ingeniería en Matemáticas, que también había acabado.

Como podéis ver, mis capacidades cognitivas, en ese momento, estaban al 100%, y resaltaban entre las de los demás; dormir, por la noche, era algo que podía hacer sin muchos problemas, aunque, en algunas ocasiones, las ganas de destruirme, me impedían conciliar el sueño adecuadamente, o me despertaban por la noche, y ya me impedían volver a dormir, por mucho que me masturbara, para intentar relajarme.

Evidentemente, hasta el momento que cambió mi vida, nunca había fumado, ni me había drogado; el alcohol sí que lo había probado, pero tampoco no como para llegar a extremos ni emborracharme.

Sobre mis tendencias sexuales, al ver porno, yo tenía dudas sobre mi posible bisexualidad, pero no las pude aclarar, hasta que pasó todo esto.

Mi principal pasión, era la lectura, pues, en mi casa había una gran biblioteca, y yo devoraba libros, era mi refugio, junto con Internet y el porno más duro que ahí encontraba, en los momentos en los que me quería ver destruida.

Aparentemente, era la típica niña buena, pero, por dentro, me sentía una puta, en busca de alguien que me quisiera destruir por completo, y transformarme en lo que ese alguien quisiera, sin ninguna voluntad ni opinión por mi parte a la hora de efectuar esos cambios.

Sin embargo, había algo en mi vida que no me gustaba, que me hacía no sentirme del todo a gusto con mi vida, a pesar de todo, era como si me faltara algo.

La informática, e Internet, siempre habían estado muy presentes en mi vida, así como ver porno por Internet, claro está, pero, al final, mis búsquedas eran de videos y de fotos, de mujeres a las que les pasaba de todo, y nada, a priori, bueno.

Sobre eso, he de aclarar que, en ese momento, era

gamer

de PC y algo friki.

Ver todos esos videos, hacía que me tuviera que masturbar, porque me excitaban mucho, y deseaba ser yo la protagonista, la mujer que sufría todas esas situaciones de destrucción.

Quizás era ese mi problema, que quería ser destruida, pero, claro, encontrar a alguien, del sexo que fuera, (eso era, para mí, lo menos importante, con tal de ser destruida), que se atreviera a dañarme, iba a ser algo muy complicado, porno decir, imposible.

Con los hombres, aunque tenía algo de éxito, la mayoría eran niñatos sin experiencia, que sólo querían follarme una noche, y ya, nada a largo plazo, y, por supuesto, nada de destrozarme ni romperme, ni tratarme como la puta que me sentía, al menos, por dentro.

El primer encuentro

Era sábado por la mañana, hacía buen tiempo, algo de frío, pese a ser el principio de octubre, pero, no llovía, así que, tras desayunar, salí a dar una vuelta por Madrid, me di un paseo por El Retiro, y, después, acabé en la terraza de un hotel, que abre al público la zona de bar.

Ese día, iba vestida normal, ligeramente abrigada, pero sin que nada destacara especialmente. (Al menos, en comparación a cómo visto actualmente)

Subí hasta la terraza, y pedí al camarero del bar, un refresco de limón, con gas, y me lo empecé a beber.

Mientras me lo bebía, me fijé en las personas que había en la terraza, no había demasiada gente, pero sí que me fijé en dos personas, dos hombres, que llamaron mi atención

Los dos hombres estaban hablando, había, claramente una diferencia de edad, entre ellos, de, en torno a 15 años, en ese momento, calculé que, el primero de ellos, el que llamó poderosamente mi atención, pues, al verle, noté una sensación de humedad en mi coño, que, pocas veces había sentido, solo comparable a cuando veía el porno más duro en mi PC de

gamer

, tendría, como yo, unos 30, y, el otro, en torno a los 45.

Cuando los dos hombres se despidieron, y dejaron de hablar, el de 45, se fue, por lo que el de 30 se quedó ya solo.

Vi que aún le quedaba algo de bebida, por lo que, si había suerte, aún podría tener la posibilidad de conocerle y de hablar con él, antes de que su bebida se acabara, y se fuera del bar de la terraza.

He de aclarar que, hablar con hombres, acercarme a ellos, no me costaba, lo difícil, era, hasta que di con Alfonso, que así se llama el protagonista de este encuentro, y que es quien me destruyó, encontrar a alguien que quisiera destruirme.

Como iba diciendo, me acerqué a Alfonso, con total naturalidad, siempre con la verdad por delante, algo que mis padres me habían enseñado desde pequeña.

Alfonso llevaba un traje oscuro, con su camisa, blanca, y su pantalón, pero sin corbata.

Me presenté, delante del, hasta ese momento, casi desconocido, y le dije que, al verle, me había gustado, y que quería conocerme un poco, para ver si había alguna posibilidad de que surgiera algo entre nosotros.

Alfonso se presentó, me miró con esa mirada que tiene, que, a día de hoy, aun me inquieta, y me dijo que, aunque, por diversos problemas que había tenido, no acostumbraba a aceptar ni siquiera, conversaciones con mujeres, que, por edad, pudieran dar pie a una relación de pareja ni sexual, por una vez, podría hacer una excepción, ya que le parecía que había ido con la verdad por delante, y que eso era algo que valoraba en una mujer.

Nos pedimos otros dos refrescos, para mí, otro de limón con gas, y, Alfonso, otro de bebida isotónica, también con sabor a limón, pero sin gas.

Fuimos a una de las mesas, para dos, que había en el bar, nos sentamos, y empezamos a charlar.

Estuvimos cerca de dos horas hablando, que se me pasaron muy rápido, pues Alfonso tiene una conversación muy interesante, ya que sabe mucho de muchos temas, y, la mayoría de esos temas, los domina intensamente.

Me dijo Alfonso, que, como yo, era abogado, pero que, su pasión, eran los temas penales, y los crímenes, sobre todo, los efectuados por mujeres y tenían, como víctimas, a hombres.

Me explicó también, que el hombre con el que había ido a la terraza, era un amigo suyo, abogado también, que le había ayudado en algunos momentos difíciles que había atravesado.

Cuando llegamos al tema de las relaciones de pareja, si habíamos tenido alguna pareja, y cómo nos había ido con esas parejas, Alfonso me contó que, era muy

difícil

encontrar lo que buscaba por dos motivos:

  • Su trabajo, le mantenía ocupado, casi las 24 horas del día, pues, al ser abogado, le podían avisar, a cualquier hora del día y de la noche, para que fuera a hacer gestiones, asistir detenidos, y demás, por lo que apenas disponía de tiempo libre; de hecho, me enseñó un móvil que, aunque básico, era como si fuera una joya de oro para Él, pues, si sonaba, quizás se tuviera que ir disparado, a atender a quien llamara.
  • Lo que buscaba en una mujer, y ya sólo el hecho de escucharlo, hizo que casi me corriera, pues es lo que llevaba muchos años de mi vida, en especial, los últimos, con todo lo que ya os he explicado del porno más duro y de ser destruida, era encontrar a alguien, en principio, una mujer, a quien poder modificar a su gusto, sin que esa persona, pudiera opinar sobre las modificaciones que iba a recibir, por extremas que éstas pudieran ser, y, por mucho que le pudieran afectar a su vida, aunque, incluso, fueran de forma definitiva.

Cuando pude escucharle a Alfonso, decir eso, mi cara cambió, y, claro, Alfonso, se dio cuenta, pero, me supo interpretar, y se dio cuenta, en ese momento, que teníamos intereses similares, que se podrían compenetrar muy bien.

Como digo, ya habían pasado dos horas, era la hora de comer, Alfonso me dijo que no tenía ningún plan, y que, en principio, y hasta que sonara el móvil de emergencias, estaba libre hasta el lunes, así que me invitó a comer.

Así que, bajamos a la calle, de vuelta a la civilización, y dimos una vuelta, hasta que encontramos un restaurante de comida casera, de los de toda la vida, algo cutre y no con demasiada gente, en el que entramos.

Dejé que Alfonso pidiera, y eligió unas raciones, pimientos verdes picantes, hígado, callos, en fin, cosas contundentes, pero muy ricas.

Para beber, Alfonso, se volvió a pedir otra bebida, igual que la de la terraza, y yo, seguí con mi refresco de limón, con gas.

Seguimos hablando de temas diversos, yo le conté cosas sobre mi vida y mi familia, lo que ya os he contado a vosotros en mi presentación, y, Alfonso, me contó que sus padres no se habían portado del todo bien con él, y que ya no estaban, se había quedado solo, y, como yo, era también “solitario” (Hijo único)

La vida de Alfonso, al contrario que la

mía

, no había sido nada sencilla, pero, poco a poco, iba remontando.

Después de comer, postre incluido, le dije a Alfonso, que no me importaría ir a su casa, y pasar la tarde juntos, para seguir hablando tranquilamente.

Alfonso me dijo que le parecía una buena opción, así que fuimos hasta su coche, yo había ido al Retiro primero, y a la terraza, después, en transporte público, porno aparcar en Madrid, ni pillarme un atasco, así que, iba sin coche.

Agarramos el coche de Alfonso, un

Touareg

automático y con tapicería de cuero en color negro, con varios años ya a sus espaldas, y bastantes kilómetros, por lo que pude ver, claramente, debido a su estado interior, pero que no estaba mal; Alfonso me dijo que era uno de sus coches favoritos, y, en cuanto pudo, cumplió su sueño y se hizo con uno.

En casa de Alfonso, en El Bosque, Villaviciosa de Odón.

Fuimos hasta su casa, en un sitio que yo ya conocía bastante bien, pues mis padres tienen allí algunas casas, compradas como inversión, para alquilarlas, en la zona llamada El Bosque, en Villaviciosa de Odón, Madrid.

Llegamos a la casa de Alfonso, y aparcó el coche en el garaje, en el que había, también, un Clase S y un

Prius

. (Este último, con algún golpe de chapa, y en no muy buen estado)

Al llegar a la casa de Alfonso, salió a recibirnos,

Nobita

, el perro, de raza Golden

Retriever

, de Alfonso, que le había puesto ese nombre, basándose en un personaje de la serie de anime japones llamada Doraemon, porque me dijo que Él se parecía a

Nobita

Nobi

, el protagonista de la serie. (Y que su sueño era encontrar a Shizuka

Minamoto

)

La casa de Alfonso, no era tan grande como la mía, pero, no estaba del todo mal, aunque, eso sí, se notaba la falta de una mano femenina en la decoración.

Nos sentamos en el sofá de piel negra, que había en el salón, y Alfonso, me ofreció algo para tomar, me dijo que también tenía alcohol, de varios tipos, por si quería una copa.

Yo le dije que quería un refresco de limón, como los que ya me había tomado antes, pero con ginebra, así que, Alfonso, se fue a la cocina, y trajo dos bebidas. (La mía, era la que yo le había pedido, y, Él, repitió la misma bebida de antes)

Alfonso ya se sentó, a mi lado, se puso serio, y me dijo, que había llegado el momento, una vez que ya estábamos a solas, de hablar de mi proyecto de destrucción, en serio, y con todas las consecuencias.

Me preguntó acerca de los límites que tenía, y yo le dije, la verdad, que la palabra límite, no estaba en mi vocabulario; simplemente, le expresé la idea de querer ser destruida, y que él buscara la forma de destruirme, fuera la que fuese, yo iba a aceptar, sin poner ninguna objeción.

También me preguntó si tenía alguna experiencia como sumisa o como esclava de alguien, y yo le respondí que no, que, aunque me habría gustado experimentar, conocer mis límites, y estar ya destruida, hasta ese momento, no había conocido a nadie que quisiera llegar muy lejos conmigo, en ese ámbito.

Llegados a ese punto, Alfonso me pidió, que me desnudara, porque quería ver, con detalle, en qué punto estaba, desde donde partía, a nivel de cuerpo, y qué modificaciones podría hacer.

Antes de eso, Alfonso me explicó que, a nivel de ropa, había ya mucho trabajo, pero que sí podría ayudarme a vestirme como la puta que me sentía por dentro.

Me desnudé, dejé la ropa tirada por el salón de la casa de Alfonso, porque Él me dijo que no me preocupara y que ya la recogería después.

Cuando me había quedado con el sujetador y las bragas, Alfonso me dijo que, de momento, parase el desnudo, y me quedara así, que Él seguía.

Me pidió que le esperase un minuto, que iba a agarrar una cosa, y que no me masturbara, mientras él volvía.

Un par de minutos después, Alfonso volvió con unas esposas en una mano, y una mordaza en la otra, y me puso las dos cosas.

Una vez ya esposada, con las manos por delante, y con la mordaza puesta, Alfonso empezó a manosear mi cuerpo, pero, antes, me dijo que me había puesto la mordaza, para que, si gritaba de placer, nadie pudiera oírme, y que me había esposado, para que no pudiera irme de donde estaba.

Alfonso se puso a sobarme, me bajó un poco las bragas, vio mi coño, que estaba algo depilado, pero llevaba ya tiempo sin retocarme el jardín, metió sus dedos en mi coño, pero el gemido de placer, lo ocultó la mordaza.

Después, volvió a subir mis bragas, agarró unas tijeras que tenía en un mueble, a la entrada de la casa, y cortó mi sujetador, y lo tiró, con el resto de mi ropa, dejando mis tetas al aire.

Las estuvo un buen rato tocando, jugando y retorciendo mis pezones, que estaban duros, por la excitación del momento.

Cuando Alfonso dio por concluida la exploración de mi cuerpo, me dijo que recogiera la ropa del suelo, donde la había tirado, y que me vistiera de nuevo.

Cuando fui a tratar de recoger la ropa, agarró mi culo, al agacharme y me dificultó un poco que pudiera recogerla, pero lo logré.

Me vestí como pude, pues las esposas me impedían bastante el movimiento de las manos, y, claro está, no pude ponerme el sujetador, porque Alfonso, con las tijeras, me lo había destrozado.

Mi sensación era, de excitación, porque parecía el comienzo de algo grande, pero también de envidia, hacia mi sujetador, porque quería acabar como él, destrozada.

Una vez ya vestida, Alfonso me quitó la mordaza, y me indicó que me sentara, de nuevo en el sofá, aunque me dejó las esposas puestas.

Alfonso me dijo que, aunque tenía un buen cuerpo, había mucho trabajo por hacer, si realmente quería ser destruida.

Os cuento lo que me dijo que me iba a hacer, es decir, así lo dijo, “Voy a hacerte esto, te guste o no”

  • En las tetas, una operación de aumento, para tener un buen tamaño, pero tampoco excesivo. Mi culo, no me lo quería operar, a condición de que me lo trabajara y machacara a base de gimnasio y de sexo anal.
  • Piercings en mi coño, pezones, lengua,

septum

, y cejas * Tatuajes en los dos brazos enteros, debajo de las tetas y en la espalda entera * Follar con quien Él quisiera, y cuando Él quisiera, sin oponer resistencia por mi parte (Y eso

incluía

, follar con mujeres, algo que me excitó mucho al oírlo, pues, iba a poder aclarar mis dudas sobre mis gustos y tendencias sexuales) * Estar siempre dispuesta para estar con Él, y para ayudarle en lo que Él me pidiera, o buscar ayuda, si yo no sabía o no podía ayudarle. * Teñirme de rubia y ponerme extensiones * Cambio de ropa, intentando ir siempre mostrando mi cuerpo, escotes, minifaldas, botas * Llevar, en mi culo, un

plug

anal, que sólo me quitaría para cagar y para follar por el culo, cuando así quisiera Él. * Control de la masturbación, de la mía, claro está, pues Él iba a decidir cuando me podía masturbar. * Comportarme, en público, como la puta que era, sin excepciones * Empezar a fumar, hasta conseguir fumar uno tras otro, tras otro... * Empezar a consumir cocaína y bebidas energéticas, a diario * Practicar nudismo siempre que pudiera, y tomar rayos UVA, desnuda * Ir a un gimnasio y ponerme en forma * Lectura sólo de revistas del corazón, nada de libros ni de cultura * Ver programas de marujeo y de cotilleo en tv * Dieta controlada totalmente. Comida sana en todo momento * Dormir con un antifaz y los ojos bien tapados debajo del antifaz

Yo me quedé muy sorprendida, pues eran muchos cambios, así que, por mi cara, Alfonso me dijo que me daba 48 horas, hasta el lunes a las 19:00, para pensármelo.

Si quería añadir alguna cosa más, era libre de hacerlo, siempre y cuando, se tratara de algo en mi contra.

Si decidía aceptar, tendría que avisarle, para poder quedar, de nuevo, en su casa, y empezar con el cambio; además, tendría que buscar modelos de mujer, rubias y muy femeninas, a las que me quisiera parecer, para que Alfonso pudiera tomar nota, y modificarme, tomando a esas modelos como referencia.

Si decidía que no, por educación, también debería comunicárselo, pero, no pasaría nada, ahí se quedaría la cosa, y, ya.

Así que, después de eso, Alfonso me acompañó hasta la puerta de su casa, me dijo que me lo pensara bien, que estaba ante la oportunidad de mi vida, y que ya hablaríamos.

Al salir de la casa de Alfonso, pedí una VTC, y me fui a mi casa, a reflexionar, sobre lo que estaba pasando, y a tomar una decisión sobre cómo iba a ser mi futuro.

La decisión que tomé, y lo que pasó después, se verá, si hay interés en este primer capítulo, en el siguiente.

Nota del autor:

Me

habéis

preguntado sobre próximas partes de mis relatos, yo voy escribiendo, y, en función de si veo que hay visitas y lecturas, sigo con más partes o no; en cualquier caso, sed pacientes, poco a poco, iré escribiendo más partes de todos.

Y, vosotros/as, lectores/as, ¿Qué le pediríais a Laura que hiciera (Lo que está en los puntos negros)? Espero vuestros comentarios.