Laura, destruida (2)

Laura pasa la tarde del sábado, pensando y masturbándose, y, la mañana del domingo de compras, además, conoce a Paula, alguien que le ayudará en su proceso de destrucción

Esta es la parte número dos, del relato que narra la historia de Laura, una mujer de 30 años de Madrid, que, a pesar de tener una vida con muchos lujos, su mayor deseo es ser destruida, y conoce a Alfonso, que hará lo posible por cumplir el sueño de Laura de ser destruida.

Sigue Laura narrando la historia.

Sábado por la tarde, saliendo de casa de Alfonso, en Villaviciosa, y paseo por El Retiro

El VTC me recogió en la casa de Alfonso, y le pedí que me llevara al Retiro, para poder pasear y aprovechar para pensar en todo lo que había pasado, y, en lo que podía pasar, tanto si aceptaba la propuesta de destrucción de Alfonso, al igual que si la rechazaba.

Llegué a las inmediaciones del parque, pero, antes de entrar al parque para empezar a pasear y seguir pensando, hice tres paradas.

  • La primera parada, fue en un estanco, me compré un paquete de Ducados, y un mechero, con la idea de empezar a probar a fumar, para irme acostumbrando al tabaco, pues, de aceptar, iba a ser un elemento fundamental en mi vida.
  • La segunda parada, fue en un supermercado, compré una tableta de chocolate y varias latas de bebida energética, y también una lata más, grande, pero fría, para beberla mientras paseaba por El Retiro.
  • La tercera (y última) parada, fue en una tienda de esas de todo a 1€, para comprar un cenicero, pues, si iba a empezar a fumar, al menos, en casa, no podría dejar las colillas, por ahí tiradas.

Una vez que ya tenía las diversas compras hechas, fui hasta el parque, entré por la puerta que da a un hospital muy conocido de la ciudad, y fue cuando encontré una señal, que me hizo darme cuenta de que estaba ante la oportunidad de mi vida, de cumplir mi sueño de poder ser destruida.

En una especie de biblioteca, en la que la gente deja libros y revistas, y que no puedo obviar, cada vez que paseo por el parque, me encontré un libro sobre BDSM, que, inmediatamente, agarré, y empecé a observar.

Una vez que vi un poco el libro, me lo guardé en la bolsa en la que llevaba el resto de las bebidas energéticas, y me dispuse a pasear.

Estuve en torno a una hora paseando, mientras me iba tomando la tableta de chocolate, y la bebida energética que me había comprado, de hecho, la tableta, me la terminé con cierta rapidez, debido a la excitación que tenía por todo lo acontecido en casa de Alfonso.

En mitad del paseo, me senté en un banco, agarré el paquete de Ducados y el mechero, me puse un cigarrillo en la boca, y me lo encendí.

Yo, que, hasta ese momento, nunca había fumado, estaba ahí, empezando a destruir mi cuerpo, y, lo mejor de todo, me sentía muy bien.

Sí que es cierto que, el primer cigarrillo, me costó un poco, hubo alguna tos, pero fue agradable, así que me encendí otro más, pero ya, mientras seguía con mi paseo.

El paseo me vino muy bien, porque me ayudó bastante a aclarar las pocas dudas que tenía, pude poner en una balanza imaginaria, los mocos verdes y los mocos negros de cada situación (Aceptar o no la propuesta de Alfonso), y, claramente, me di cuenta de que debía aceptar.

Eran casi las 20:00, y empezaba a oscurecer, así que, de nuevo, agarré otra VTC y me fui a Somosaguas, a mi casa.

Sábado por la noche, en mi casa, en Somosaguas

Llegué a mi casa, mis padres habían ido a pasar el fin de semana fuera, a la casa de la sierra, así que no había nadie en mi casa, tampoco el servicio, porque los fines de semana, en los que mis padres se iban, pues también estaban libres de trabajar.

Al llegar a mi casa, pasé por la cocina, para dejar en el frigorífico el resto de las bebidas energéticas que había comprado.

Una de las bebidas, la dejé en el congelador, para poderla tomar en la cena, junto con una pizza que había.

Al sacar las bebidas de la bolsa, apareció, de nuevo, el libro sobre BDSM que me había encontrado en El Retiro, así que me lo llevé para leerlo, con calma, en mi habitación.

Subí a mi habitación, me desnudé por completo, aunque era algo que no hacía nunca, incluso cuando mis padres me dejaban sola en casa, tenía muchas ganas de hacerlo, y me empecé a masturbar, aunque, antes, me encendí otro cigarrillo, pues, durante el trayecto en el VTC no pude fumar.

Fui al baño, a hacer pis, pues llevaba ya tiempo sin vaciar el depósito, además, la bebida energética, ya quería salir...

Subí también el cenicero que había comprado, y lo dejé bien cerca, para no ser tan cochina como para dejar las colillas por ahí.

Después de masturbarme, y una vez que me corrí, seguía con ganas de más, así que, agarré el libro sobre BDSM, y comencé a leerlo.

Había muchas fotos, y estaba escrito en inglés, aunque no había problema por ello, porque soy bilingüe; la mayoría de las fotos, no eran demasiado explícitas, aunque me fijé en las modelos, que estaban bastante buenas, y me dieron envidia, pues yo quería ser como ellas.

En torno a las 21:30, bajé a la cocina, tras una sesión de lectura y de masturbación, ambas, muy intensas, metí una pizza en el horno, pues tenía poca hambre y mucha excitación, y, cuando la pizza estaba ya lista, agarré la bebida energética que había dejado en el congelador, puse la pizza en un plato, y me fui al salón, a ver la tv.

Por supuesto, seguía desnuda, y así pensaba pasar el resto de la noche, e incluso, irme a intentar dormir, también así.

Me empecé a tomar la pizza, conecté la tv, y puse un conocido programa de cotilleo que emiten los sábados, pues, si sólo iba a poder leer sobre ese tema, debía empezar a ponerme al día, cuanto antes.

Mientras veía la tv, estuve mirando en IG, mujeres a las que me gustaría parecerme, tal y como Alfonso me había indicado/ordenado que buscara, y encontré algunos ejemplos que me pusieron bastante cachonda, aunque, no eran demasiado extremos.

Tras una ardua búsqueda, logre dar con algunos ejemplos, de todo tipo, de lo más “normal”, a lo más extremo, para poder

enseñárselos

a Alfonso, y que Él decidiera.

Estuve hasta las 2 de la mañana, buscando por Internet, los ejemplos de mujeres; al acabar, me subí a mi dormitorio, pero me costó dormirme, aunque, al final, lo conseguí, pero, la última vez que miré el reloj, eran en torno a las 4 de la mañana y tenía el coño enrojecido de tanta masturbación.

Antes de meterme en la cama, volví a hacer otro pis, a mear, para sacar, en la medida de lo posible, la bebida energética de mi cuerpo.

Domingo por la mañana, en mi casa

Me despertó el sonido de mi móvil, un

Whatsapp

de Alfonso, en el que, aparte de desearme buenos días, me preguntaba si ya había tomado una decisión, con respecto a lo que habíamos hablado, su propuesta de destruirme, del día anterior.

Eran las 8:30 de la mañana del domingo

Yo le dije a Alfonso, que sí, había decidido ya, y, que aceptaba su propuesta y deseaba saber en qué consistía el siguiente paso, cuando podríamos empezar con el entrenamiento para ser una puta y destruirme.

Alfonso me dijo que nos veríamos a las 17:00 en su casa, en El Bosque, Villaviciosa de Odón, que fuera puntual, y que me vistiera lo más guarra que pudiera, aunque me dejaba a mí elegir, por esta vez, la ropa que me quisiera poner.

Me advirtió de que esa ropa, era una de las pruebas, junto con lo que iba a pasar aquella tarde, para que Él considerase si me aceptaba o no como sumisa, y me empezaba a destruir y a convertir en una puta.

También me ordenó que dejara el coche en casa, a la hora de acudir a la mía, que agarrara mejor una VTC.

Por tanto, en todo momento, me dejó bien claro que era Él quien decidía, por mucho que yo me esforzara; al fin y al cabo, yo quería ser un objeto, así que me excitó mucho, ya desde por la mañana, iba con el coño chorreando.

Alfonso me pasó por

Whatsapp

, la ubicación de su casa, pues, aunque ya había estado, en realidad, no sabía la calle y el número, y, la zona, es un poco liosa, es fácil perderse.

Al acabar la conversación, yo empecé a pensar en qué iba a ponerme, pero, claro, no tenía nada que fuera lo suficientemente guarro, y me tenía que ver como una puta, delante de Alfonso, para hacer todo lo posible para que me aceptara y me destruyera.

Así que me di una breve ducha, en la que fui un poco cochina, y aproveché para mear, directamente, mientras me duchaba, desayuné una bebida energética y un poco de embutido que había en el frigorífico, me vestí con lo primero que encontré, pensando, en que, con suerte, sería una de las últimas veces que me iba a vestir así, “normal”, y me fui de compras.

Al ser domingo, decidí que, lo mejor, era ir al Rastro (Un mercadillo dominical muy conocido en Madrid), como allí no se puede aparcar, pues agarré transporte público, y me planté allí.

Domingo por la mañana; en El Rastro (Madrid)

Eran las 10:30 cuando llegué al Rastro, y, lo primero, fue ir a buscar un vestido, que fuera muy corto y muy escotado, cuanto más, mejor.

Encontré un vestido negro, que era lo que quería, y lo compré; después, pasé por un puesto en el que vendían medias, y me compré unas de red.

También me compré un tanga negro, que apenas tapaba mi coño, que empezó a humedecerse, al imaginarme llevándolo.

No compré ningún sujetador, pues pensé que, si iba a ser una puta, no lo iba a necesitar, pues, al fin y al cabo, así me lo expresó Alfonso, al romperme el que llevaba puesto el sábado. (Ver el primer capítulo)

Finalmente, pasé por otro puesto, en el que vendían botas altas de distinto tipos, di con unas que me parecieron de puta, pues eran de cuero, al muslo, y con mucho tacón, y también me las compré.

Me quedaba ya solo, encontrar alguna prenda de abrigo, así que, dando otra vuelta, encontré un puesto en el que vendían chaquetas y abrigos de cuero.

El primer encuentro con Paula

Si me detuve en ese puesto, fue, porque vi a la vendedora, que estaba allí.

Ahí fue cuando conocí a Paula. Os la voy a describir.

Paula es una mujer gótica, 25 años, tetas naturales enormes, algunos kilos de más, pero sin ser obesa, varios tatuajes y piercings por todo su cuerpo, morena y pelo largo.

Ese domingo, llevaba un vestido de PVC negro, gótico, y unas botas, también góticas, con medias de red.

Paula me enseñó un abrigo largo, de cuero negro, muy bonito, que, de hecho, nada más verlo, me enamoró, me lo probé, y me quedaba genial, así que decidí llevármelo, para completar el outfit.

También, en ese mismo puesto, me compré un bolso, elegante, pero que me dio la impresión de que, una puta, lo podría llevar.

Paula, la vendedora, me regaló unos guantes, también de cuero y negros, porque era uno de los abrigos más caros que tenía en venta y había hecho, conmigo, una buena venta.

Estuvimos unos minutos hablando, porque, al ver que iba muy tatuada, le pregunté por los tatuajes, quería saber, si le habían dolido, y dónde se los había hecho.

Paula me dijo que, en unos 30 minutos, si me apetecía, podríamos ir a tomar algo, y hablaríamos con calma, pues una amiga suya podría venir a cubrirla en el puesto, mientras ella salía conmigo.

Yo le dije que sí, y quedamos, en un bar de las inmediaciones del Rastro, para dentro de esos 30 minutos, más o menos, mientras yo aprovechaba para acabar las compras que me faltaban y su amiga venía.

Una vez que ya tenía las compras (Principales) hechas, me fui con las compras, digamos, secundarias.

Pasé por los puestos de libros y revistas, por si encontraba algo interesante; pude comprar alguna revista de esas de cotilleos que, aunque no eran de la semana, sí que eran recientes, para intentar estar al día, lo antes posible.

Vi también alguna revista que trataba el tema del BDSM, por lo que también la compré.

Ya casi me iba a ir a hacer las dos cosas que narraré enseguida (tabaco y bocadillo), cuando vi un puesto en el que vendían artículos de sex-shop; vi que había un antifaz, para tapar los ojos, y me lo compré, pues era una de las peticiones de Alfonso, dormir sin poder ver.

También había consoladores y vibradores, así que compré dos, uno anal, y, el otro, para el coño, que siguió humedeciéndose, al pensar en lo que iba a pasar cuando los pusiera en marcha en mis agujeros.

Por supuesto, durante todo el paseo por el Rastro, al igual que el día anterior en mi casa, estuve fumando, un cigarrillo tras otro, para incorporar ese hábito en mi vida y adaptarme, lo antes posible.

Digo esto por dos motivos:

  • Me estaba empezando a quedar sin tabaco, pues, uno tras otro, tras otro... se iba acabando el paquete de Ducados
  • Tengo una máxima que dice, algo así como, “Cuanto antes te saques el moco, mejor respirarás”, por lo que me gusta ponerme con las cosas que me cuestan, cuanto antes mejor y no procrastinar.

Antes de volverme a mi casa, tuve que pasar por un estanco, compré ya, un cartón de Ducados, pues, si cada vez iba a fumar más, necesitaba tener reservas, ya que el tabaco, engancha mucho.

Compré también un par de mecheros, para no quedarme sin poder encender el tabaco.

Al haber comprado el antifaz, me di cuenta de que, quizás, no era suficiente, para tapar bien los ojos, me acordé de alguna compañera de clase, que llevaba un ojo tapado con un parche, porque tenía algún problema de visión, que me dijo que eran muy restrictivos, así que, busqué una farmacia, y logré hacerme con un paquete de esos parches.

Como eran ya las 12:00, y esa era la hora en la que había quedado con Paula en el bar, fui hasta el bar, donde Paula me hizo un gesto con la mano, y fuimos hasta la barra, a pedir la consumición al camarero.

Paula había añadido a su ropa, un abrigo largo de cuero, similar al que le había comprado yo, momentos antes.

Las dos pedimos sendos bocadillos de calamares, pedí, por si había, una bebida energética, pero me dijeron que no, así que, mientras me preparaban el bocadillo, fui a una tienda de esas que están siempre abiertas, y me compré una lata grande de bebida energética para mí, y, también, una lata de refresco de cola para Paula, pues fue lo que me pidió, cuando le pregunté sobre la bebida que quería tomar, para acompañar al bocadillo, que estaba muy rico.

Salimos del bar, con el bocadillo y la bebida, en la mano, junto con todas las bolsas, claro está, y fuimos hasta el banco (de sentarse), más cercano que había, y nos sentamos.

Estuvimos un buen rato hablando, yo le conté que, el día anterior, había conocido a Alfonso, le hablé de mis fantasías de ser destruida, de convertirme en una puta, y Paula me dijo, sin sorprenderse, que contara con ella, porque le daba mucho morbo, ver mi evolución, y que me iba a ayudar en lo que pudiera.

Me explicó que tenía alguna amiga que tatuaba, y que, si quería, me la podría presentar, una vez que supiera los diseños y las partes del cuerpo que, por deseo de Alfonso, me iba a tatuar.

Paula también me explicó que era bisexual, por lo que no le

importaría

follar conmigo, si la ocasión se daba, o, incluso, hacer un trío con Alfonso y conmigo, si Él lo autorizaba.

Le pedí permiso a Paula, para sacarle una foto, para poder mandársela a Alfonso por

Whatsapp

, y que, así, Alfonso supiera cómo era Paula, por si también se la quería follar y/o destruir, como a mí, aunque bueno, Paula, ya estaba en proceso de destrucción...

Tras un rato de charla, ya nos despedimos, Paula, me dio un beso en la boca, y me dijo que estaríamos en contacto; también me pidió que le pasara una foto, una vez que ya estuviera vestida para ir, ese día a ver a Alfonso.

No quedamos, en ese momento, en vernos a ninguna hora en especial, pero, la siguiente vez que nos vimos, no tardó demasiado en suceder...

Antes de irme, Paula me dejó algo de maquillaje, aunque era para góticas, pero, bueno, habría que probar, a pesar de que no fuera, habitualmente, apenas maquillada, y, menos, gótica.

Iba hasta arriba de bolsas, por lo que, para volver a mi casa, a Somosaguas, tuve que agarrar, nuevamente, una VTC, que me llenó el maletero del coche con las bolsas.

**En mi casa, tras las compras. Domingo 13:00

en Somosaguas**

Al llegar a mi casa, mis padres seguían sin estar, así que, subí a mi habitación, dejé las bolsas con toda la ropa que me había comprado, me volví a desnudar, y me puse a revisar las compras de ropa que había hecho.

Antes de ponerme a revisar la ropa, de nuevo, las ganas de mear, aparecieron, supongo

que,

por haberme tomado más bebida energética, pues, habitualmente, hasta ese momento, era de poco mear.

Saqué el abrigo, me quedé un buen rato mirándolo, casi embobada, saqué también el bolso y los guantes.

Después, saqué el tanga, el vestido negro muy corto y muy escotado, y, sonreí, al darme cuenta de que, a mi lado, una puta, parecería una mujer normal, o, al menos, eso esperaba yo.

El primer paquete de Ducados, ya me lo había fumado, así que, abrí el cartón que había comprado, saqué el primer paquete, y me encendí el primer cigarrillo, de ese paquete.

En menos de un día, ya llevaba un paquete, así que, calculé que, de seguir ese ritmo, iría a algo más de cartón por semana... (Y ese era sólo el principio, si supierais, lo que fumo ahora...)

Por último, apareció el paquete con los artículos de sex-shop, y la farmacia, los parches para los ojos.

Saqué un parche del paquete, y me lo puse en el ojo derecho. Fue una sensación agradable, me lo esperaba peor, pero, me gustó.

Dejé todo ya preparado para vestirme, y me fui a mi despacho, donde tengo el ordenador para

gaming

.

Estuve un rato, mirando emails, y buscando porno y más modelos, para poder enseñarle a Alfonso, y que Él pudiera tener más posibilidades, a la hora de elegir mi futuro como puta y mis modificaciones corporales.

En torno a las 14:30, paré para comer, algo ligero, pues ya el bocadillo había sido contundente, y me bebí otra lata más de bebida energética.

Estuve otra hora más, mirando porno, y, claro está, me tuve que masturbar, porque lo que veía me ponía tan cachonda, a la vez que tan envidiosa, que no podía parar de masturbarme.

Para masturbarme, usé los dos aparatos que había comprado por la mañana, les puse pilas nuevas, y me metí los dos, por turnos.

Ahí fue cuando me empecé a sentir un poco puta, por primera vez en mi vida, y me excitó.

A las 15:30, ya sí que me tenía que empezar a poner en marcha, pues tenía una hora para ducharme y vestirme, y unos 30 minutos para llegar a la casa de Alfonso.

Dejé ya reservado el VTC para recogida a las 16:30 en la puerta de mi casa, y me metí en la ducha; en todo este tiempo, no me había quitado el parche, y seguía desnuda.

Antes de meterme en la ducha, preparé el bolso, con las cosas que iba a necesitar, para ir a casa de Alfonso.

En la ducha, volví a ser cochina, y aproveché para vaciar, de pis, mi cuerpo, ya por completo.

Cometí el error de meterme en la ducha, con el parche puesto, y se me mojó entero, dejándolo inservible, por lo que, en mitad de la ducha, me lo tuve que quitar.

Vistiéndome para la cita con Alfonso en su casa. Domingo 15:30, en Somosaguas

Una vez ya duchada, me sequé, y salí de la ducha, para empezar a vestirme.

  • Primero, me puse las medias de red
  • Después, me puse el tanga negro, que cubría lo mínimo, pero me hacía un buen culo (eso me dijo Paula, según le fui mandando fotos de cómo me iba vistiendo)
  • No me puse nada más de ropa interior, nada de sujetador
  • Me puse el vestido negro que me había comprado, y, ahí, ya vi que, el ir vestida como una puta, empezaba a tomar forma, mi coño, se empezó a volver a humedecer, por lo que tuve que buscar el vibrador del coño, y usarlo, hasta que me calmé un poco.
  • Me puse las botas altas, al muslo, y, al levantarme, por poco me caigo, al no estar acostumbrada a tanto tacón.
  • Me maquillé un poco los labios, y el ojo derecho, con el maquillaje que Paula me había dado
  • Saqué otro parche, del paquete, y me lo puse, esta vez, en el ojo izquierdo, para probar en ambos, antes de ver a Alfonso. (Por eso sólo me maquillé el ojo que iba a dejar sin tapar con parche)
  • Ya sólo me faltaba el abrigo largo de cuero, y los guantes, así que, también me los puse.

Cuando ya estaba, me saqué una foto, y se la mandé a Paula, para que me viera, enseguida, hubo respuesta, y me dijo que le gustaba cómo iba, pero, me faltaba algún toque más, para parecer una puta.

Le pregunté a Paula, acerca de qué me faltaba y me respondió que, no sólo es parecerlo, hay que serlo, es la actitud.

El toque final, fue un poco de colonia, de la que ya me había puesto el día anterior, cuando fui a dar el paseo, y posterior visita al bar, que empezó a cambiar mi vida.

Una vez que ya estaba preparada para salir, eran las 16:25, bajé a la calle, a esperar a la VTC, que me recogió puntual, y me llevó a la dirección que Alfonso me había indicado, en El Bosque, en Villaviciosa de Odón.

Iba nerviosa, pero excitada, calmando mis nervios con tabaco, y con muchas ganas de ver en qué iba a consistir la prueba que Alfonso me iba a hacer para saber si me transformaba en su puta y me destruía o no...

Dar cada paso, con las botas de tacón, y el ojo tapado, no era fácil, pero, era una buena forma de añadir presión al momento, y de empezar mi proceso de destrucción, lo que hacía que mi coño chorreara...

En el próximo capítulo, os contaré lo que pasó en la casa de Alfonso, esa tarde de domingo.

Próximamente, iré escribiendo más capítulos de ésta, y otras historias.

Para cualquier comentario, escribidme por email y hablamos.