Laura (8)
Donde la madre de laura entra en escena y termina esta historia.
Me sacó de la ensoñación y de la laxitud que invadía mi cuerpo castigado el sonido del timbre de la puerta de la calle; Laura cogió la llave, que tampoco era la segunda que me había enseñado y fue a abrir. Era su madre, la señora María, una mujer algo más baja que su hija, pero que debía pesar cerca del doble y debía ser fortísima porque, según me había informado mi ama, su madre trabajaba de frutera y movía las cajas de 20 y 30 kilos de fruta con absoluta facilidad, a veces pasaba varias horas al día haciendo ese ejercicio; a diferencia de Laura, su madre tenía un cierto aire de abandono, me levanté para saludarla, pero como Laura me había quitado la ropa, me puse delante la almohada. Mi ama se rió con el detalle; "déjate de tonterías", me dijo, "¿A qué crees que viene mi madre?" No tarde en saber a que había venido porque cuando se quitó el abrigo, comprobé que debajo solo llevaba unas bragas de matrona decente (nada que ver con las braguitas de golfa que llevaba Laura) y un sujetador gigante donde pugnaban por escapar dos masas de carne en verdad descomunales.
Cuando Laura le dijo a su madre que debía pelear conmigo para convertirme en su esclavo y usarme a su antojo la matrona protestó con algo del tipo hija, estas cosas no terminan bien y su hija le picaba diciendo, vaya con la golfa de mi madre, tanto hacerse la remilgada y resulta que por experiencia propia sabe que estas cosas no terminan bien, la aludida se ponía colorada y protestaba, pero sin mucha convicción, ni argumentos brillantes; finalmente Laura cortó la discusión diciendo venga, a pelear, y ya sabes que si ganas es tuyo, y también como maneja la lengua. A mi inmediata rival los ojos le brillaron y, dada la diferencia de peso, el brazo de ella era cinco o seis veces el mío, pensé, clarividentemente, que me iba a machacar.
Laura hizo las presentaciones y el combate, o mejor dicho la masacre, comenzó, la señora María me arrasó por activa y por pasiva, nada espectacular entró a un cuerpo a cuerpo que no supe evitar y me enganchó por el cuello inmovilizándome, después por consejo de su hija que le decía cosas desde fuera se dejó caer hacia el suelo sin soltar el agarre. Yo intenté inútilmente evitar ir al suelo donde sabía que la diferencia de fuerza física era definitiva, pero ciento diez kilos colgados de un cuello son muchos, hace falta mucho cuello para resistir una carga semejante y así, en muy pocos segundos estábamos en el suelo, arrodillados, ella ahogándome y yo intentando librarme de su agarre, con notable falta de éxito, hasta que la señora Maria me aplicó un giro de cadera y me tendió cuan largo era; unos segundos después se subía encima de mi y procedía a ponerse cómoda e inmovilizarme totalmente poniendo sus gordas piernas encima de mis brazos; con eso cualquier simulacro de resistencia había terminado y la vencedora se dirigió a su hija: "Laura, y ahora que hago" y su hija le dijo que me diera algunas bofetadas para ir poniendo las cosas en su sitio y después se sentara sobre mi cara, mejor si lo hacía sin bragas, desde abajo vi como la madre de Laura se ponía colorada, pero eso no fue obstáculo para que le dijese a su hija: "como voy a pegarle a un hombre tan débil, le puedo hacer mucho daño" y su hija le había contestado algo del tipo que no había dicho que me matase, solo que me pegase unas bofetadas para poner en su sitio las cosas. A todas estas mantenían una conversación tranquilísima porque quien tenía los kilos de carne encima era yo, que no podía ni siquiera moverme, es más, que empezaba a tener serios problemas para respirar y un dolor horrible en mis masacrados bíceps.
Cuando la señora María fue debidamente aleccionada decidió pasar a la acción y me dio unas bofetadas, no muy fuerte, aseguró ella, pero que a mi me hacían girar la cabeza, a partir de la tercera o cuarta bofetada toda mi defensa posible era decir: "por favor, me estás haciendo mucho daño", pero la señora María debía ser sorda, pensé por lo menos se portaba como si lo fuese y solo paró de golpearme cuando decidió moverse hacía delante y poner su culo enorme, desnudo y bastante apestoso en mi cara indefensa exigiendo que le lamiera.
Yo intenté cumplir la orden, tenía muy serias razones para que mi vencedora se sintiera feliz, el problema es que me era, físicamente, imposible hacerlo, tenía la boca sellada por toda aquella masa y la nariz dentro de la raja de la señora María. Me estaba matando, no conseguía que llegase a mis pulmones ni la menor cantidad de aire, en un esfuerzo desesperado reuní todas las fuerzas que me quedaban e intenté quitármela de encima, no conseguí moverla, pataleé desesperado y cuando perdía el conocimiento oí como Laura decía a su madre que se levantase algo de mi cara porque me estaba ahogando, lo agradecí mentalmente, ya no podía hablar.
Cuando me recuperé, la madre de Laura me retorció los brazos a la espalda como si fueran palillos y me llevó hasta el sofá, allí se sentó espatarrada y me metió a la fuerza la cabeza entre sus piernas, me dio una orden y comencé a chupar. La verdad es que no me resultaba fácil porque tenía los muslos muy gordos y no los abría bien y me daba algo de asco porque no era muy pulcra, pero no tenía opción allí estuve hasta que la señora María reventó en un tremendo orgasmo que me empapó la cara.
En contra de lo que me esperaba mi vencedora no se calmó con el orgasmo, al contrario, estaba desatada, los ojos le ardían en una expresión de lujuria y crueldad, me mandó poner a cuatro patas y se subió encima sujetándome por el pelo, me mandó llevarla hasta una mesita no muy distante, la distancia con semejante mole encima se convirtió en un mundo, cuando llegamos se bajó y me retó a echar unos pulsos (debía venirle de familia). Tenía la mano que parecía un muestrario de pepinos, me arrasó con ambas manos y a continuación dijo "otra pelea, ahora totalmente libre, con patadas y puñetazos y todo lo que cada uno quiera" mire a Laura que tenía la expresión de estar algo preocupada, pero no dijo nada, se colocó entre los dos y sentenció "cuando yo cuente tres comenzáis y recordad que no se trata de matar a nadie."
Mi única posibilidad con una mujer como aquella era pelear en un lugar abierto donde mi agilidad superior me permitiría atacar y retroceder, quiero decir siempre que no llevara sobre el cuerpo dos palizas previas; en un recinto cerrado tenía que acabarla en un plazo de tiempo muy pequeño o ella me acabaría a mi, sabía que mi adversaria no bromeaba y que pegaba de verdad, así que me lancé sobre ella y le di en la rodilla y en la cara, no se lo esperaba y se cubrió como pudo, le di una patada en el tobillo y cayó al suelo, boca abajo, me subí sobre su espalda y camine sobre ella, le pisé una mano cuando intentó levantarse, sin quitarme de encima le tiré del pelo y cuando hecho la cabeza hacia arriba le di bofetadas. No podía soltarse y le estaba dando a la gorda una tunda de padre y muy señor mío; pero entonces cometí un error. En vez de seguir sobre su espalda, pegándole hasta dejarla sin fuerzas, me tumbé sobre su espalda y le pasé un brazo por el cuello ahogándola; y ella pudo sujetar mi brazo, tiró de él abrió el agarré a su cuello; tiró más y paulatinamente, a pesar de mis esfuerzos, me fue sacando de mi posición después se subió ella sobre mi y me habría matado si Laura no la hubiese contenido.
Después de ese fin de semana fui el esclavo particular de Laura durante dos años, como es lista en público me respetaba y en privado me maltrataba lo preciso. Lo único que le exigí fue no volver a vérmelas con su madre, pero tampoco fue preciso, la señora María se busco sus propios esclavos. Los primeros huyeron horrorizados en cuanto tuvieron la posibilidad, pero después se echó uno que, o era más sumiso, o la frutera había aprendido a controlarse porque le duró mientras yo la traté.
Un día Laura me dijo que lo nuestro se acababa porque quería casarse y no conmigo, le pedí una gran sesión de despedida que me concedió y unas semanas después desapareció de mi vida para siempre porque yo cambié el trabajo, empecé a trabajar de profesor en un instituto de Madrid y allí me pasó una nueva aventura? Que tal vez os cuente.
FIN
Gracias a todos los que me habéis enviado alguna e-mail o me habéis hecho comentarios.