Laura

Maravilloso comienzo para una puta.

Ni más, ni menos.

Esta historia comenzó como muchas otras, alguien que te agrega al Messenger al cabo de poco te contacta y se inicia una conversación. Lo diferente en esta ocasión era mi estado de ánimo.

Por algún motivo me sentía decepcionado, algo aburrido, desapasionado (uso esta palabra por mostrarme poético, en realidad estaba hasta los huevos). No tenía muchas esperanzas en encontrar a alguien especial. Recordando las historias del pasado reciente, a pesar de lo excitante de los primeros momentos, tenía la sensación de que la mayoría de las mujeres que se me habían acercado a través de este medio, sólo intentaban descubrirse lados oscuros o tener un plus de excitación y que para lograrlo no dudaban en decir lo que la otra parte quería oír, pero con escasa sinceridad, por no decir, ninguna.

Os suena de algo este comienzo? Claro que si. Hay de todo en la viña del Señor, pero de lo malo, más.

No quiero decir que no haya disfrutado con las sensaciones que me han procurado, en mayor o menor medida, supongo que han llegado hasta donde han podido, (es  por pensar bien) a lo que me refiero es que, en esos momentos, me sentía como un consolador de mujeres insatisfechas que prueban otras cosas. Me daba la impresión de que el utilizado era yo, y esto no encajaba muy bien en mi esquema de dominante, aunque…¿quién sabe?, igual tendría que acostumbrarme (nooooooo, eso es solo el pensamiento de un instante)

Pues estas eran las condiciones en las que me encontró Laura, cuando surgió la siguiente conversación:

  • Hola, gracias por agregarme
  • De nada, no rechazo a nadie porque sí
  • De todas las maneras, gracias
  • Bien, como te llamo?
  • Laura, y tu eres Carlos, no?
  • Efectivamente, y  ¿a qué debo el placer?
  • Tenía mucha curiosidad por conocerte…así que me he decidido a…
  • Buffff –la corté.
  • Te molesta que te haya agregado?
  • No, pero es que creo que ya me sé la historia
  • Si?
  • A ver, has leído mis relatos
  • Cierto
  • Te han excitado, te has visto como la protagonista y te has dicho, tengo que conocer a este tío, a que si?
  • En principio sí
  • El problema, Laura, es que me has pillado en horas bajas
  • Ah, y puedo preguntar por qué?
  • Pues francamente, y no te lo tomes a mal, es que estoy un poco aburrido de las chicas que se mojan con los relatos y me hacen perder el tiempo solo para probar
  • Entiendo
  • No critico a nadie, al principio era divertido, lo que ocurre es que se hace cuesta arriba ser la pista de pruebas de nadie, se acaba convirtiendo en una rutina
  • Ya
  • Bueno pues, gracias por el ratito y hasta otra Laura
  • No, gracias a ti

Si, ya sé que no fui muy amable, pero ¿nunca os ha pasado esto? (a mi, constantemente)

El caso es que yo continué conectándome únicamente para charlar con mis conocidos y conocidas de muchos años en el chat, sin pretender hacer nuevos contactos y en general, muy tranquilito, casi podríamos decir que retirado del mundanal ruido, hasta que una o dos semanas después del primer encuentro, como a las dos de la madrugada, me volvió a abordar Laura:

  • Hola Carlos, te molesto?
  • No Laura, cómo estás?
  • Bien y tú?
  • Bien
  • El otro día me dejaste muy cortada
  • Lo siento, intenté ser sincero y a lo mejor me pasé
  • Estuve pensando en ello
  • Ya imagino, mis disculpas
  • No, lo que ocurre es que no tuve el valor de contestar a lo que me decías. Me quede como bloqueada
  • No te lo reproches, creo que no te di muchas opciones
  • Pero ahora me gustaría decir algo, si no te importa
  • Uhmmm, creo que te lo debo, adelante (hipocrita yo)
  • Lo primero es que nunca había hecho esto, aunque no tienes porque creerme
  • Lo dejaré en cuarentena, sigue
  • Tenías razón en que me excitaron mucho los relatos pero no fueron los tuyos los primeros que leí. Cuando descubrí el placer que me daba leer, y no empecé hace mucho a leer relatos eróticos, solo tenía en mente eso, leer. Poco a poco la idea de vivir uno, se fue haciendo fuerte en mi mente. Entonces me dediqué a buscar entre los escritores. Realmente no tengo otro medio de encontrar a personas con las que vivir las fantasías que busco. Y ahí es donde entras tú.
  • Vale, gracias por haber sido el seleccionado (que guayyyy, he sido nominado)!!!, pero eso no cambia el panorama que te expliqué
  • Es cierto, pero pensé que a lo mejor te interesaba conocer más de mi, al saber que no fue tanta casualidad como tú pensabas
  • Bueno, en eso tienes razón, a ver sigue
  • Tengo 26 años y tengo un novio desde hace uno, con el que seguramente me case porque nos llevamos muy bien, la verdad.
  • Enhorabuena
  • Espera. Lo que te voy a contar ahora puede ser la razón de lo que estoy haciendo
  • Vale, te escucho

La verdad es que ya tenía casi decidido borrar a Laura en cuanto acabara la conversación pero sinceramente creía que le debía este tiempo (mentira!!! no le debia nada. Era el morbo, que no me lo aguanto)

  • Mi primer novio más o menos serio, recién cumplidos mis 18 años, era el típico malote de clase. Creo que salía con él por fastidiar a mis padres.
  • Bastante clásica tu historia
  • El caso es que durante una fiesta en la que habíamos descontrolado todos un poco, mi novio prácticamente me violó. No fue nada violento ni nada de eso, pero tampoco muy consentido que digamos
  • Entiendo
  • Hay algo más. Mientras lo hacíamos entraron dos amigos suyos que se quedaron mirando la escena
  • Y participaron?
  • No, no lo hicieron. Solo miraban y animaban a mi novio, aunque creo que uno se sacó su miembro y se lo tacaba (¿que cree? Seguro que estaba a cien con eso. Las cosas que hay que oir!!!)
  • Laura, 26 años y aun no sabes decir polla?

En este momento, me di cuenta de que empezaba a estar interesado. Realmente la frase se me había escapado pero….

  • Si sé decirlo, pero no lo digo mucho. El caso es que después de eso dejé a mi novio y no le volví a ver. No es que resultara nada traumático pero me alejé del sexo.
  • Pero… ¿Por qué hay un pero, no?
  • Sí, claro que lo hay. El pero es que aunque yo intentara alejarme, empezé a obsesionarme  con aquellos recuerdos, me excitaba mucho sentirme usada y un poco…
  • ¿Puta?
  • Si, así. Después tuve otros novios, solo dos, y el de ahora. Con todos el sexo ha sido muy normal y más bien escaso por deseo mío, y así va a seguir, me temo, pero por otra parte no quiero dejar de descubrir mi yo completamente, porque sé que me convertiré en una amargada o algo peor si no lo hago.
  • Y porque no vas a un psicoanalista o a un psicólogo, da la impresión de que no quieres tener esa parte…digamos oscura (es que, vamos a ver, yo no quiero hacer terapia con ella)
  • Ya lo he pensado
  • Y?
  • Yo pertenezco a una familia…bien y  tradicional, y tendría que explicar eso a mis padres
  • Buah!, Vaya tontería. A ver, vuelve a intentarlo porque eso no ha colado
  • Jaja, vale. La verdad es que no se si quiero desprenderme de esa parte de mí. Me hace vivir intensamente.
  • Mejor.

Como podéis imaginar, si había llegado hasta aquí, ya difícilmente podría dejarlo, así que…

  • Entonces, Laura, después de esto que me has contado, lo que pretendes es….?

Pasó un minuto y nada.

¿Será posible que haya vuelto a hacer el gilipollas? -me pregunte. Estaba a punto de cerrar la ventana cuando apareció una frase:

  • Pretendo, no sé, que me hagas vivir lo de tus relatos
  • Estas diciendo que quieres ser mi puta?

Para que íbamos a andarnos con rodeos, no?

  • Si
  • Si ¿qué? –le respondí
  • Que sí. Que he llegado a pensar en convertirme en eso
  • En ¿qué?
  • En tu puta
  • Por fin!  Una cosa –le dije
  • Dime
  • Nunca me vuelvas a hacer esperar
  • De acuerdo
  • Te voy a ser sincero. Lo que me interesa de ti es tu falta de experiencia. Que todo lo que piensas solo ha ocurrido en tu cabeza. Pero eso tiene una parte buena y otra mala (menuda tontería por mi parte, pero es lo que hay)
  • Explícate
  • La parte buena es que me excita la idea de descubrir una buena zorra debajo de un traje de señorita angelical. La parte mala es que puedes ser un fiasco y una pérdida de tiempo y que en cuanto notes que pierdes el control te eches para atrás.
  • Te entiendo pero ese es un riesgo que debes tomar tú, no?
  • Así es
  • Lo único que yo te puedo decir es que intentaré no decepcionarte
  • Voy a creerte por ahora Laura. Y mira que tengo pocas razones sólidas para hacerlo
  • Gracias
  • Bien, ya que dices que llevas tiempo pensando en esto, supongo que no te tengo que hacer las consabidas preguntas de si lo has pensado bien, no?
  • Jaja, no. No voy a echarme para atrás tan rápido
  • Vale. Y también sabes que para mi serás la puta con la que puedo hacer lo que quiera.
  • Sí, eso lo entiendo
  • Me lo darás todo, sin condiciones
  • Sí, bueno…
  • Qué?
  • Nunca lo he hecho por detrás

No puedo decir que me sorprendiera, de hecho lo estaba buscando. De hecho, ¿esto me pasa siempre a mi? es lo que pensaba.

  • Ya lo imaginaba, pero eso no me dice nada. Tu culo también es mío, y nos despedimos ya si piensas que no te lo voy a follar
  • Noooo, solo te lo decía, no me estoy negando a eso.
  • Ni a eso ni a nada
  • Solo una condición
  • Mal empezamos si eres tú la que pones las condiciones
  • Solo una
  • Dime
  • Que no me comprometas en mi vida privada
  • Jajaja, y yo que soy, tu vida pública?
  • Jajaja, es cierto, pero tú ya me entiendes
  • Te entiendo, Laura, y no te preocupes. Respetaré tanto tu vida “privada” como respeto la mía.
  • Entonces todo está bien.
  • De eso nada, dame tu móvil y espera mi mensaje. Ya veré lo que hago.
  • 642 XX XX XX

Lo apunté y acto cerré la ventana.

Francamente no sabía lo que iba a hacer. Tenía tantas ganas de verla como de tirar el papel con su número de teléfono a la basura. Obviamente no lo hice. Si lo hubiera hecho no tendría nada que relatar.

Al día siguiente tenía que salir de viaje por motivos de trabajo así que eso me daba unos días para pensar.

Regresé tres días más tarde, era jueves al mediodía y decidí no ir al trabajo por la tarde. Realmente no sabía si después de tres días sin noticias me iba a contestar, pero como tampoco tenía nada que perder, la llamé:

  • Si? –contestó al teléfono
  • Hola, no sé si me he equivocado –le dije jugando. A esas alturas, ella pensaba que trataba de una llamada errónea
  • No lo sé, por quien pregunta? –contestó, divertida
  • Pues estoy preguntando por mi zorra, eres tú?

Noté como su respiración se aceleraba en el teléfono. La voz le temblaba en su siguiente frase:

  • Sí, soy yo.
  • Cómo? –Le dije como si no pudiera oírla
  • Que si!
  • Perdón, es que no te entiendo –insistí

Noté como caminaba, seguramente para evitar tener gente a su alrededor, y en voz más baja contestó:

  • Sí, yo soy tu zorra.
  • Ah, perfecto. Estas trabajando?
  • Si
  • A que hora acabas?
  • A las 17:30
  • Bien, pues a las 6 quiero verte

Hubo un momento de pausa y luego me dijo:

  • Es que había quedado con mi novio y…
  • Y? –le contesté desafiante
  • Nada, le llamaré, seguro que no se enfadará
  • No, no se enfadará
  • Y tú porque lo sabes? -Me preguntó
  • Porque no puede ni imaginarse que su linda novia a contactado con un tío para que la convierta en su puta, así que no tiene nada que temer, no?
  • Exacto –me contestó con mucho convencimiento

Le di como señas una cafetería con grandes ventanales que había enfrente de unos grandes almacenes y le pedí que me esperara tomando un café.

Llegué antes de la hora y decidí no entrar. Así que me entretuve en adivinar quién sería Laura. Pasaron algunas mujeres realmente guapas y otras que me hubieran decepcionado bastante. Quedaban dos minutos para las seis cuando vi que se acercaba con paso firme hacia la cafetería una chica morena, no muy alta, pero bastante guapa. Llevaba una camisa blanca, con una chaqueta azul y unos vaqueros ceñidos. Por lo que se podía ver a distancia, tenía bastante estilo al caminar, sus tetas no eran excesivas pero de un buen tamaño y, desde luego, tenía un culo de los que me gustan, pequeño y duro. Era de figura más bien delgada y de cara estaba bastante bien. No era un bellezón, pero en general guapa. Por ahora vamos bien, me dije.

La observé mientras entraba, se sentaba en una mesa y pedía un café. Claro está que yo podía estar equivocado y no ser Laura sino otra clienta, así que no podía acercarme por las buenas y decirle: “Hola zorra, me gusta lo que veo”. (O quizá sí, aunque no fuera ella. Siempre he pensado que un día tenía que hacer ese experimento aún a riesgo de provocar un incidente).

En cualquier caso, el tema no me provocaba ninguna ansiedad, sabía que bastaría con entrar y mirarla a los ojos para saber si era ella o no.

Caminé hacia la puerta de la cafetería y mientras abría la puerta miré rápidamente todo el local. No tuve suerte, porque rápidamente observé que había dos mujeres, aparentemente de la misma edad, sentadas solas y con un café. Una de ellas debía haber llegado antes que yo. Ahora iba a poder poner en práctica mi teoría de la mirada. La chica que yo había visto entrar estaba más al fondo que la que acababa de descubrir, así que caminé hacía la del fondo, despacio y pasando justo por delante de la otra chica. Al pasar, todo lo lento que podía, la miré de reojo, ella levantó la vista, pero no mostró ningún nerviosismo, entonces rápidamente alcé la vista hacia la segunda chica. En cuanto se cruzaron nuestras miradas supe que era ella. Tenía el pelo castaño y largo e intentó con un movimiento de cabeza tapar su mirada pero sin bajar la vista. Un claro movimiento de defensa.

Fui directamente a por ella, sin dejar de mirarla y me senté a su lado:

  • Hola Laura
  • Hola Carlos
  • Estás nerviosa?
  • Un poco –contestó con una sonrisita nerviosa
  • Tranquilízate, lo pasaremos bien
  • Estoy segura
  • Como te podrás imaginar, que lleves vaqueros me complica mucho la vida
  • Pues…no lo había pensado
  • Vale, a partir de ahora quiero que me facilites el acceso
  • Así que me prefieres con falda, no?
  • No, te prefiero con vestido de tirolesa, tú que crees?
  • Jajaja.
  • No ha sido un chiste, Laura.

Su cara quedó petrificada. Eso me gusta.

  • Desabrocha un botón de tu camisa

Eso no le importó mucho ya que aumentaba su escote pero no era nada escandaloso, así que lo hizo al instante.

  • Otro -le dije
  • Pero...aquí? -preguntó mirando alrededor
  • Quiero ver tus tetas, ahora. Pero si no quieres... mira, mejor ahora que dentro de unos días -hice ademán de levantarme y ella me cogió por la manga
  • Por favor, no te vayas. Ten paciencia

Volvió a mirar alrededor y se giró hacia mí apoyando la cabeza contra su mano y usando su pelo como si fuera una cortina. Con la otra mano se desabrochó otro botón y me miró. Como yo no hice ningún gesto,desabrochóo otro y abrió la camisa con la mano que tenía libre dejando a la vista un sujetador blanco y unas bonitas tetas, algo más grandes de lo que había pensado.

Le sonreí y pasé la mano por su mejilla acariciándola y me sonrió agradecida. (En el fondo soy un sentimental)

  • Tapate, pero no tanto como antes -le dije.

A partir de aqui, no os cansaré con los detalles, vino toda la historia de que si eres mi puta, que si tal y que si pascual. Una tontería que solo nos pone a nosotros porque ellas, en realidad, lo tienen asumido desde mucho antes y lo que quieren es ir a la vivencia real.

Viendo que podíamos dar por finalizados esos rituales tan arcaicos pasé a la acción (por parte de ella, claro está)

  • Laura, tienes claro lo que comienzas, no?
  • Yo creo que si
  • Pero no tiene que comenzar conmigo

Me miró como si no lo entendiera, y le dije:

  • Ya verás. Ahora comprobaremos hasta qué punto eres mi puta

Ojos enormes!!!

Me fui hacia la barra y en cinco minutos entablé conversación con un tipo, bien vestido de unos 60 años. Ella nos miraba y sabía que hablábamos de ella.

Le propuse sacarle las tetas a mi novia y chuparselas cuanto quisiera. Si le sacaba un gemido le daba 50 euros. Le dije que era un apuesta con ella. Por supuesto era una puesta ridícula pero este hombre no estaba para examinar la certeza de mis palabras poniéndole unas tetas delante.

Un minuto después, le hice un gesto a Laura y se reunió con nosotros en un cuartucho al lado de los baños.

  • Laura, este es el hombre con el que he hecho la apuesta, le dije. Tiene 5 minutos para disfrutar de tus tetas. Si gimes de gusto, le tendré que pagar 50 euros.

A esto, Laura contestó (logicamente porque es mujer)

  • Y si no gimo?

El hombre que ya solo veía tetas por todas partes contestó por mi

  • Se los doy yo a él.

Laura me miró con ojitos de zorra y se sacó las tetas como si hubiera estado haciéndolo toda la vida

No gimió en los 5 minutos.

Yo me embolsé 50 euros. Mientras me metía el dinero en el bolsillo, se agachó y me lamió la polla hasta que me corrí en su boca.

  • Ni una gota fuera - le dije

Y no fue necesario decirle más.

Hasta el día de hoy.

Moraleja: nunca se sabe a la vuelta de qué esquina se encuentra la suerte.

Si así empezó Laurita, imaginaros como siguió.