Laura (6)
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en las mismas tetas.
Aunque no me había pasado nada particularmente grave, la situación en que me encontraba con Laura me resultaba de lo más incómoda, así que pensé cuándo me vuelva a retar a un pulso se lo echaré y si le gano me plantearé ir a pelear con ella, pero ahora con condiciones, que hasta el viernes no soy su esclavo, le gané el último pulso, hablaremos de igual a igual; con este agradable pensamiento pasé hasta la hora de la salida del viernes momento en que, cuando nos quedamos solos, ella se me acercó y, tal y como había pensado que pasaría, ella me propuso: "Hay tres posibilidades: la primera es que te vienes a pelear otra vez conmigo, la segunda es que vuelves a ser mi esclavo, la tercera es que rompemos relaciones afectivo-diplomáticas, tu decides". El caso es que con sus palabras volvía a poner la pelota en mi tejado y yo le pedí que comenzáramos por echar otro pulso; le volví a ganar aunque me costó bastante, parecía estar picada, la verdad es que el picado debería ser yo; entonces le comenté que pelearía con ella, pero con reglas de juego, preguntó que reglas de juego y yo le dije que nuestra pelea debía comenzar con una advertencia clara, algo del tipo "¿preparados?, ya"; además añadí que mis testículos eran sagrados y no podían ser golpeados, el caso es que discutimos algo y al final llegamos a un acuerdo, ella no podía tocar mis testículos antes de dominarme, pero podía hacer lo que quisiera después de haberme dominado, a cambio yo no podía tirarle del pelo antes de haberla dominado, después podía hacer con ella lo que quisiera, además quedamos en que la pelea no tenía porque ser con ambos desnudos, cada uno podía ir como quisiera, aunque si debíamos ir descalzos; en ningún caso podían quedar marcas visibles.
A las cinco y media me presenté en su casa, había comido menos de lo habitual para evitar cualquier sopor, yo era más fuerte, pero ella era un adversario de cuidado, no me había sido tan fácil vencerla en los pulsos y su juventud le daba un plus de peligro asociado a que tardaría más que yo en cansarse; en suma, tenía que vencerla en los cinco primeros minutos, después el paso del tiempo iría en mi contra. Lo tenía todo bien estudiado para vencerla, incluso había pensado que castigos le inflingiría después de mi victoria...
Nos pusimos frente a frente, yo iba con pantalones vaqueros y camiseta, ella iba desnuda, pensé que era un truco para distraerme, realmente era muy atractiva. La pelea comenzó, nos enganchamos de las manos, yo las tenía algo más grandes, poco a poco la iba dominando, varias veces dio sacudidas intentando soltarse, no se lo permití; al fin conseguí ponerla de rodillas delante de mi, sus manos dobladas ya casi no podían oponer resistencia a mi fuerza, controlaba la situación y decidí jugar con ella. La obligaba a hacer los movimientos que yo quería: atrás, arriba, abajo... finalmente le hice bajar la cabeza hasta que toco con la frente en el suelo, entonces le puse un pie en la nuca y le pregunté: "¿te rindes?"
"Jamás, Jamás me rendiré" contestó con la voz quebrada, al borde del llanto, me quedé sorprendido, pensé que tal vez le había hecho daño, aflojé un poco... Rápida como un rayo se puso de pie y me dio una bofetada que me hizo girar la cabeza, luego otra y por fin una patada en el estómago que me tiró al suelo; como una gata me saltó encima, sujeto mis brazos y se sentó en mi cara, aprisionándola con sus muslos para que no pudiese moverla, frotando el sexo contra mi barbilla y mi nariz, teniendo un orgasmo mientras yo que apenas podía respirar me debatía bajo su cuerpo inútilmente, y me iba debilitando rápidamente, el aire me faltaba de un modo angustioso. Improvisamente se levantó, me puso un pie en la cabeza, dijo: "voy a ir a por las cuerdas para atarte, para cuando yo vuelva tienes cuatro posibilidades: la primera es estar de rodillas con las manos a la espalda y la cabeza inclinada, en ese caso cuando entre de vuelta deberás decirme algo del tipo soy el más humilde de sus esclavos, haga de mi lo que quiera, la paliza en ese caso será de tipo 1, como la que recibiste el otro día. La segunda opción es que estés tirado en el suelo con las manos a la espalda en signo de rendición, pero sin proclamar tu sumisión al ama, en ese caso la paliza será de tipo 2, o sea, la del otro día con algo nuevo de mi fértil imaginación. La tercera opción es que intentes huir de esta casa, si no lo consigues, pero te rindes, la paliza será de tipo 3, la semana que viene tal vez no puedas ir a trabajar. Por último puedes plantarme cara y pelear; en ese caso la paliza será de tipo 4, solo pararé cuando te vea en claro peligro de muerte, pero tendrá que ser así porque con tu rebeldía me habrás indicado que eres un esclavo rebelde y que es preciso domarte; tu decides. Supongo que no tienes ninguna duda de quién ha ganado el combate, espero que no la tengas de que saldrás de aquí totalmente aniquilado siendo el esclavo más vil y rastrero de tu ama.
A continuación quitó el pie de mi cabeza y se dirigió a su dormitorio a por las cuerdas me levanté lo más rápido que pude y fui hasta la puerta. Estaba cerrada con llave por dentro y la llave no estaba puesta, había caído en la trampa volví sobre mis pasos, no podía ponerme de rodillas, Laura estaba ya allí, en una de las manos tenía las cuerdas, en la otra la llave de la puerta, en la cara una sonrisa de burla. Elige: pelear o rendirte, y yo elegí...
Continuará
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