Laura (2)

A causa de su comportamiento Laura recibe la primera sesión de adiestramiento.

Todos mis planes cambiaron cuando esa misma noche coincidimos en un bar. Iba acompañada de su marido y sus hijos. En cuanto entró me di cuenta que empezaba a obedecerme y había dejado de utilizar pantalones, al menos en esta ocasión, aunque estos le hicieran tan buen culo. Llevaba un vestido largo y botas.

Al entrar tardó en darse cuenta que estaba allí con unos amigos a causa de los nervios que tenía al obedecerme, según me confesó después. Después de mirarme algo más de lo adecuado miró a la chica que ya conocía que era mi acompañante. La mira con curiosidad. No se atreve a mirarme de nuevo. Al momento entra su hermana y su pareja que los acompañaban.

Me levanto para saludarlos, incluyendo a su marido y a ella. Parece que se ha rehecho cuando comenta:

-Estás muy bien acompañado.

Nadie comprende su comentario. Su hermana la mira sorprendida y después a mí. La pareja de su hermana se da cuenta de la mirada y comprende también lo que ocurre. Su marido está riñendo a uno de los niños. Los demás permanecemos sin hablar.

La pareja de la hermana rompe el silencio.

-Qué queréis tomar?

Se sentaron en nuestra mesa y comenzamos a charlar y a reír. Laura participaba pero estaba inquieta.

-Tengo que ir al aseo –dijo. Le dije a mi amiga que la acompañase y le di una serie de instrucciones para Laura.

Mi amiga la alcanza antes de entrar en el aseo.

-Me manda él. Quieres obedecer?

Laura la mira dubitativa.

-Te ha dicho él que me preguntes?

-No, me ha dicho que tienes pendiente un castigo.

-Cómo? Está aquí mi marido! Porqué te lo dice a ti? Qué cree que soy? –le responde bastante alterada.

-Yo no decido nada, ya sabes quien manda. Tu sabrás.

-Qué quiere que haga? –le pregunta más calmada.

Por lo que me dijo mi amiga lo preguntó más por curiosidad que por deseos de someterse.

-Dame tus bragas.

-No uso bragas.

-No llevas? –pregunta asombrada mi amiga.

-Uso tanga –responde como tratando de demostrar que ella también podía ser una mujer apetecible.

-Ah! Dámelas.

-A ti no te la daré.

Entran charlando en el aseo.

-De acuerdo, se lo diré.

-No espera, en qué consistía el castigo?

-No sé si puedo decírtelo.

-Dímelo por favor. No sé en qué me estoy metiendo. Cuéntame algo de lo que hacéis.

-No sé si debo. No tengo claro que puedo hacer o no y no puedo preguntarle. Lo que te puedo decir es que me lo paso genial. Me pone muy caliente. Mira, teníamos que cambiarnos las tangas.

-No me voy a poner un tanga de cualquiera.

La chica la mira sorprendida, no comprende esa actitud. Ella obedece en todo lo que le mandan, sin plantearse nada. Si le mandan vestirse de payaso lo hace.

-Como quieras pero ambas lo pagaremos.

-Qué dices?

-No le gusta que no hagan lo que él quiere.

-Me da igual –contesta Laura airada.

-Está bien –dice la chica y se marcha.

En cuanto llega a mi lado me cuenta lo que ha sucedido. Decido marcharnos. Todos se sorprende un poco por la brusquedad del gesto pero no comentan nada.

Dos días después me llama.

-No he podido llamarlo antes, lo siento.

A continuación conversación banal. No le ayudo mucho a mantener la conversación hasta que se ve obligada a

-No podía hacerlo, no lo comprende?

Su voz expresa la necesidad que siente en que la comprenda y no perder algo que le da vida.

-Para decirme esto me llamas? No es lo que espero de ti.

-No sé lo que espera de mí. Usted está acostumbrado, yo no sé nada.

-Algo si sabes.

-Qué?

-Que te calienta.

-Sí.

En su respuesta no hay dudas.

-Estás depilada?

-Sí lo hice de inmediato, en cuanto llegué a casa, incluso antes de recoger los niños y además uso faldas.

-Hiciste lo que tenías que hacer con Fanny?

-No, me pide demasiado en muy poco tiempo, necesito más tiempo para acostumbrarme. Es un riesgo muy grande. Y si a ella le da asco?

-No tienes tiempo. Esta tarde a las cinco tendrás que venir a mi casa para ser entrenada.

-Cómo?

-Tienes mucho que aprender para satisfacerme.

-Pero esta tarde… los niños

-Esto me cansa.

Mi voz refleja el cansancio que siento.

-Esta tarde a las cinco o no me llames más.

Su hermana recibe una llamada de inmediato. Laura sabe que se huele algo. Incluso no está segura que yo le haya contado algo de lo que pasó. Tiene dudas sobre preguntarle y qué. Pero tiene que llamarla.

-Hola cariño, soy Laura.

-Cómo estás y mis sobrinos?

-Bien, bien –le dice tratando de no llevar la conversación por esos temas.

-Mira cariño yo

No sabe como afrontar el tema.

-Te llamaré dentro de un momento, ahora tengo que cocinar –le dice sin atreverse a hablarle con claridad.

-Qué te ocurre Laura?

-Mira cariño, te voy a ser sincera, qué coño! Quedé un día con tu amigo. La verdad es que me puso bastante.

-Ya lo noté cuando nos vimos en el bar.

-Qué notaste? Te diste cuenta? Cómo que te diste cuenta? –le pregunta con cierto nerviosismo –Tu crees que Jose se dio cuenta?

-Tu marido estaba liado con tus hijos. Mira conociéndote y conociéndolo, sabía que esto iba a ocurrir. Tu eres una zorra y desde que te hablé de él ya habías decidido cepillártelo.

-Es verdad pero lo que me plantea él es otra cosa. Me da miedo. Qué hago? Estoy hecha un lío. Me ha dicho que esta tarde vaya a su casa.

-Para qué me llamas a mí? Vas a ir, eres así de zorrón.

-No me digas eso, necesito a alguien que me haga entrar en razón.

-Entonces porqué me has llamado a mí? Porque sabías que yo no te iba a convencer.

-Llevas razón, ja, ja, ja. Pero dime, tu crees que es de fiar?

-Porqué no llamas a su amiguita?

-Buena idea. Tienes el número?

-No pero lo puedes llamar y preguntárselo, ja, ja, ja.

-Por dios! Hay que ver como eres! No puedo contigo. Pues sí que me sirves de bastante como hermana.

-Sí, sí pero ya me contarás.

A las cinco y algo está llamando a la puerta. Entra como quien va a visitar a un amigo. Deja el chaquetón sobre el sofá.

-Bonito apartamento. Lo has alquilado? –pregunta tratando de controlar su nerviosismo.

-Quítate el vestido –le digo sin levantar mucho la voz.

Se para y me mira. Se lo quita sin mirarme. Se abraza como protegiéndose. El conjunto de ropa interior es muy bonito. Gris con remates en burdeos. No el que te pones para salir en una ocasión cualquiera incluso poniéndote uno sexy.

-Bonito conjunto.

-Gracias –y entonces me mira. Puedo observar sus labios pintados de un rojos intenso entreabiertos.

-Entrelaza las manos en la nuca y no te muevas.

Un pequeño suspiro se le escapa. Sin que tenga que decirle nada se pone derecha haciendo resaltar su pecho. La miro con detenimiento, recreándome. Paso apenas un dedo por el lateral de su pierna. Las medias que se ha puesto me gustan. Los zapatos no son los que me gustarían. De tacón fino pero no muy altos.

Estoy detrás de ella. Tiene buen culo. Podría ir sin tanga con un culo así pero el que lleva me gusta. Se ve que se ha preparado bien para la ocasión. Cuando paso el dedo por sus glúteos los tensa. Bien. Me gusta la respuesta. Tiene unos hoyuelos que me gustan.

Sigo pasándole el dedo por los riñones. Trata de meterlos un poco más. Me gusta su actitud. Y mientras sigo rodeándola voy subiendo el dedo por sus costillas. Ambos sabemos que camino de sus pechos. Su respiración se acelera un poco. Está expectante.

Casi estoy frente a ella y mi dedo pasa por la zona que el sujetador deja al descubierto. Los pezones se le marcan a la perfección.

Me quedo mirándola de frente, apenas a unos centímetros de su cara. Ella me mira la boca, está deseando que la bese. Me alejo de ella y la miro por entero.

-Los codos más atrás.

Me obedece pero con un rictus de desencanto en la boca. Quiere ser satisfecha, está caliente y está acostumbrada a que se ocupen de ella.

Vuelvo a acariciarle el pecho. Mira mi caricia.

Sin que apenas haya podido darse cuenta le he dado un golpe en la teta, desde arriba. Me mira sorprendida, los ojos abiertos. No ha perdido la postura. Pero sus ojos me buscan buscando una explicación. No le ha resultado doloroso, no mucho al menos. Le ha sorprendido.

-No quiero que vuelvas a tratarme de tu.

Golpe.

-Nunca.

Golpe.

-Mientras que no te autorice.

Golpe.

Sólo le he golpeado una teta. Su respiración se ha alterado.

-Me has comprendido?

Golpe.

-Sí –me contesta poniendo un gracioso mohín de llanto en su cara.

-Sí qué, puta?

Golpe.

-Sí, amo.

-Volverás a olvidarlo?

Golpe.

-No amo

Golpe.

-Por favor.

Golpe.

-Amo, por favor amo –se apresura a añadir.

Golpe, algo más fuerte que los anteriores. Deja escapar un gemido.

Le saco ambos pechos del sujetador. No están mal. Me sorprende el buen tipo que tiene después de haber sido madre dos veces. Vuelve a mirarse el aspecto que presenta. Compara sus pechos. Uno bien rojo y el otro intacto.

-Abre las piernas.

Las abre bastante. Bien por ella.

Con una mano sujeto el tanga, con la otra le separo los labios vulvares ya hinchados y coloreados para que el tanga se cuele entre ellos. Está bien húmeda. Unas gotitas de su humedad perlan el gris del tanga. Le levanto las tiras del tanga hasta su cintura. Bien marcada para haber sido madre.

Cojo el tanga por delante y por detrás y tiro alternativamente. Obligándola a gemir por el roce en el clítoris.

-No se te ocurra mover un pelo.

Sigo tirando del tanga y sus gemidos aumentan. Está muy caliente. No se atreve a moverse pero su cuerpo comienza a traicionarla. Paro.

-No, por favor, no, sigue

Varios golpes seguidos y duros caen sobre su teta. Hace el amago de encogerse sin comprender.

-Amo, amo, amo, perdón… -se le escapa un pequeño sollozo.

-Por favor, amo.

Me mira suplicante. Me gusta esa mirada. Veo como tensa el cuerpo tratando de controlarlo.

-Por favor… -repite sin fuerza sabiendo que no va a obtener lo que desea.

-Qué quieres?

-Quiero correrme cabrón!

El golpe que le doy es definitivo. Trata de controlar un gemido gutural ronco apretando los dientes. Se le saltan las lágrimas.

-No me pegue más, por favor amo.

-Sólo hemos hecho empezar.

-No puedo aguantarlo.

Me alejo de ella.

-Vete.

Se pone bien el sujetador, el tanga y se pone el vestido. Va a ponerse el chaquetón cuando dice:

-Te llamo.

-Ni se te ocurra o se lo cuento a tu marido.

Se queda parada mirándome.

-No quieres volver a verme? Tu te lo pierdes –me responde con orgullo.

-Contigo no me pierdo nada, no eres más que una puta infiel y como tu hay cientos.

-Soy mejor que eso, soy una mujer que sabe darle placer a un hombre de verdad.

-No me interesa.

-Qué no te interesa? Pero qué quieres?

-Que te vayas. Para seguir aquí incluso charlando ya sabes como tienes que ponerte.

Su cara de sorpresa casi me hace soltar una sonrisa pero no era el momento.

Vuelve a quitarse el vestido con algo de furia, se saca los pechos y se coloca el tanga, pero ella también saca los labios menores por fuera del tanga. Entrelaza sus manos en la nuca y pregunta:

-Así? -El tono es de reto.

-Así… qué?

-Así amo? –ya ha bajado bastante el tono de su desafío.

Todo el tiempo he estado sentado en el sofá. Ella se queda delante.

-Aguarda un instante puta, voy a leer un artículo que había olvidado ver.

Suelta algo parecido a mitad suspiro mitad gemido, algo así como qué estoy haciendo pero me quedo. Lo del artículo era verdad, quería leerlo, un amigo me lo había recomendado. Permanece todo el tiempo mirándome pero en la posición indicada.

Cuando acabo el artículo la miro. Tengo que darle una lección y ella tiene que acabar de someterse.

-Te voy a castigar.

Pone los labios para decir no pero no llega a emitir ningún sonido.

-Lo comprendes verdad?

Su mirada me indica que empieza a aceptar el juego.

Golpe en su teta golpeada. Le duele, ya tiene la teta dolorida y cualquier toque le duele.

-No me hagas repetir las preguntas.

-Sí amo, lo comprendo.

-Quieres que siga castigándote en la teta?

-No amo.

-Prefieres que te castigue ahora la otra?

-Si amo mejor.

-No prefieres en el culo?

-No sé amo –me mira con cara de desconcierto.

-Bien, como no sabes volveré a castigarte la teta.

Mira hacia arriba tratando de controlar el llanto.

-Por favor amo.

-Tienes que comprender que eres poco obediente y eso no está bien.

-Lo sé, amo, de verdad –me responde en tono compujido.

-Estarás varios días que no podrás olvidarlo.

-Por favor –su tono vuelve ser de aceptación.

-Estarás callada durante todo el tiempo que dure el castigo, no sé cuantos golpes voy a darte, hasta que esté satisfecho. Si te portas bien te daré un premio, si no… Estarás callada?

-Sí amo –me dice mientras agita su cabeza afirmando. Algo ha cambiado en su actitud, parece que está dispuesta.

-Quieres tu premio?

-Aja… sí amo.

-Pero como estoy cansado de lo desobediente que eres, no te voy a dar con la mano. Dame el cepillo del pelo que llevas en tu bolso.

-Con eso? No, por favor, amo –me dice preocupada.

-Te portarás bien. Quiero que te portes bien. Cuando le cuente a tu hermana y a tu cuñado como te has portado quiero sentirme orgulloso.

Mueve la cabeza negando.

-Vas a ser una buena sumisa, verdad?

-Sí amo.

-Ve por el cepillo.

Va por el sin dudarlo. Tiene el tanga empapado. Creo que en ese momento podía haber hecho con ella lo que quisiera, ya.

Me lo trae. Lo limpia buscando pelos inexistentes en él. Me lo entrega para que lo coja por el mango.

-Quieres chupármela?

-Si amo, estoy muy caliente.

-Quieres que te folle?

-Ese será el premio amo? –me pregunta sonriente.

Descargo el primer golpe. Le ha dolido, lo noto, su cara ha cambiado de expresión. Aprieta los labios.

-Ahora te voy a dar uno fuerte, muy fuerte. Sólo te daré uno así si te portas bien.

Respira hondo para prepararse y espero, espero a que no pueda contenerse más y se relaje. Entonces le doy el golpe. Se encoje, aparta la cara, gime de dolor y no puede contener las lágrimas. Paso la mano por su cuerpo tenso. Me gusta sentir los músculos duros.

Paso el cepillo por su cuerpo para que se relaje, le doy algunos golpecitos en el vientre, en las piernas, en el culo, donde me detengo un poco más.

Le doy otro golpe brutal. Aprieta los dientes y gime mientras solloza.

-Amo… -me dice con apenas fuerza en la voz.

-Veo que estás aprendiendo a ser una buena sumisa.

Le doy un beso que me devuelve con hambre. Su lengua juega en mi boca con ansia.

-Quieres que te de otro más así?

-No amo… -me responde sollozando.

Me quedo callado esperando.

-Como quiera amo.

Su respuesta me enardece, se está entregando.

-Saca entonces bien el pecho y fíjate bien, no quiero que pierdas detalle del golpe.

Le doy varios golpecitos suaves, aunque como tiene el pecho ella no los siente así. No deja de mirarse el pecho.

-Crees que te acordarás de mí?

En ese momento me mira y yo golpeo. Su vagido porque me ha recordado a una vaca me hace disfrutar.

-Crees que podrás olvidar quien es tu amo?

Me vuelve a mirar y niega con la cabeza con los ojos anegados de lágrimas.

-Has visto bien el golpe?

Vuelve a negar con la cabeza y se da cuenta lo que significa.

-Por favor, amo, por favor, no sé si podría soportar otro.

Le meto dos dedos en el coño y lo tiene chorreando. Enseguida se mueve para gozar más de la intrusión. Se los enseño, ella mueve la pelvis con disimulo para gozar de la sensación que todavía le queda. Mira los dedos y sabe lo que significa.

-Pero no sé si podré soportar el dolor, me duele, me duele mucho.

Llevo los dedos a su boca y los chupa tratando de demostrar lo buena que es haciendo felaciones y evitar el castigo.

-Estás preparada para no perder de vista el golpe?

-No amo, de verdad, perdóneme, amo, por favor.

Le vuelvo a dar golpecitos con el cepillo como preludio del golpe, no quiere relajarse, está tensa.

-Relaja tu cuerpo, quiero que sientas el dolor.

-Amo, amo… -suplica sollozante. Pero relaja el cuerpo.

No le hago esperar mucho el golpe. Le tiembla todo el cuerpo y su grito es desgarrado, profundo. Le abofeteo en la cara, ahora es incapaz de sentir otro dolor que no sea en su castigada teta.

Llora como una niña desamparada pero no ha movido sus manos de la posición que le indiqué. Le meto dos dedos en el coño y los agito, pronto está gimiendo de gusto.

-Crees que puedes aguantar otro? –le digo mientras la sigo masturbando.

-No amo, no, de verdad, amo, no podría, me duele, amo, me arde.

-Es que quiero dártelo pero quiero que desees recibirlo.

Me mira con los ojos llorosos.

-Amo, por favor.

-Será el último.

-Amo… -su voz va aceptando el castigo.

-Anda, para que no haya dudas que quieres, cógelo con las manos y me lo ofreces.

Solloza pero pone sus manos temblorosas bajo la teta y abre las manos para ofrecérmela.

-Eres una buena puta. Así que este te lo daré aún más fuerte.

-Amo! –su grito muestra su desesperación pero también su sometimiento.

Le he dado el golpe sin tiempo a darse cuenta.

Llora desesperada sujetándose el pecho. La dejo de pie llorando y vuelvo a sentarme para leer.

Al rato vuelve a poner las manos en la nuca y permanece silenciosa, tan sólo algún hipido a causa del llanto que le provoca el dolor.

-Voy a disfrutar cuando te ceda a algún amigo.

-Sí amo.

-Y cuando te alquile a algún desconocido.

-Amo, por favor.

Está caliente, muy caliente. Los movimientos de su cuerpo la denuncian. Se mueve despacio, insinuante, ofreciéndose.

-Quiero que esta noche folles con tu marido y le ofrezcas las tetas para que recuerdes cuando estés con él a quien perteneces.

-Sabe que me dolerá.

-Eso quiero.

-Por favor amo fólleme, lo necesito voy a explotar.

-No eres más que una puta caliente.

-Si amo.

-Follarás con todo el que te diga?

-Si amo.

-Por dinero?

-Sí amo.

-Y si quien te compra es una mujer?

-También.

Le doy una bofetada. Abre la boca como pidiendo más y no tiene que rogar. Le pongo la cara roja.

-Amo necesito que me folle.

Le meto dos dedos mientras le retuerzo el pezón de su teta sin tocar y va camino del orgasmo.

Cuando me detengo vuelve a llorar, esta vez de ansiedad por el placer insatisfecho.

-Amo déjeme que me toque, por favor.

-Estás pensando sólo en tu placer.

-Amo haré lo que quiera para satisfacerlo.

-Creo que utilizaré tu culo para mí placer.

-Sí amo, pero con cuidado, mi marido no lo utiliza mucho porque me duele.

-Y eso tiene que importarme?

-Amo, por favor, más daño no, no puedo aguantar más.

Le estrujo la teta castigada y se le vuelven a saltar las lágrimas. No puede ni pedir clemencia del dolor que está sintiendo. No puede hablar.

-Ponte a cuatro patas y prepárate el culo para mí.

Su cuerpo se agita con los sollozos. Veo como se mete un dedo y lo mueve con celeridad dentro de su culo. El segundo lo mete con más precaución. Tiene que sacarlo y ensalivarlo.

Cojo el cepillo y se lo paso por el lado de las púas por las medias y se las desgarro.

Va a quitárselas pero se lo prohíbo. Tiene varios desgarros, están muy llamativas.

-Quiero que cuando vuelvas a tu casa, todos los que te cruces tengan claro que eres una furcia.

-Sí amo –me dice mientras sigue preparándose el culo. Se da con rapidez, sabe que en cualquier momento puedo querer usarlo y cuanto más lo dilate menos le dolerá.

Cuando va a meter el tercer dedo la detengo.

-Con un dedo de cada mano ábretelo bien.

Se mete los dedos y se abre más de lo que le haría yo. La oigo gemir quedamente. Entro en ella en apenas dos veces. Me gustan sus gemidos roncos de dolor. Le doy con dureza. La sujeto del pelo y le obligo a doblar la cabeza hacia atrás tensándola.

-De quien eres?

-Suya amo.

Apenas puede contestar.

-A quien perteneces?

-A usted amo.

Sus respuestas me enardecen. Y le doy más duro.

-Amo, mi culo, me lo va a romper… -sus jadeos me indican lo que goza al sufrir.

-Tu culo es mío y puedo hacer lo que quiera, lo has entendido?

-Sí amo.

Le doy con el cepillo también en los cachetes del culo y le paso las púas por su mojado coño irritándoselo.

-Dime, quién es mi puta?

-Yo amo.

De verdad lo empiezo a creer por como se está portando.

Me detengo.

-Vamos, mueve tu culo para darme placer.

La obligo a ser ella quien se meta mi polla hasta los huevos.

-Te gusta como te dan mis huevos en el coño?

-Si amo, sí!

-Me voy a corre en tu culo pero después quiero que me la limpies bien con la lengua.

-Si amo.

-Eres una puta asquerosa.

-Si amo.

Me corro en su culo y al sacársela se gira para limpiarme con la boca. Su cara de asco tendré que fotografiarla en la próxima ocasión pero no por eso deja de hacerlo.

-Joder que puta eres!

-Puedo tocarme ya amo?

-Sí puta –y la dejo en el suelo masturbándose.

-Gracias amo –me dice al acabar.

Le digo que se ponga el vestido pero que la ropa interior tendrá que llevarla como está. Lo hace todo sin replicar. Antes de salir va a besarme pero no llega a hacerlo. Se va.