Laura (2)
Un bobalicón algo prepotente cae en las garras de una compañera de trabajo.
"Bueno, bueno" dijo Laura acariciándome la cara, "sabes, acabo de comprar un perrito y tengo que educarlo ahora que todavía es joven y puede aprender. A ver, perrito", dijo separándose de mi, "sigue a tu ama."
Yo me quedé quieto y ella preguntó que pasaba, estúpidamente, le respondía que yo no era un perro, sino un hombre; ella hizo una mueca de sorpresa, como si no se hubiera percatado de eso, antes de decir: "Todos los perritos sois tontos; en fin, allá tú." Vino a mi lado y pasó cuatro dedos de su mano entre la cuerda que yo tenía ceñida al cuello y este mismo. Cerró el puño, dejando el nudo dentro de este; a continuación giró la mano, no muy deprisa, pero con bastante contundencia. Creí que los ojos se me iban a salir de las órbitas, mi boca se abrió buscando desesperadamente un poco de aire, una angustia espantosa se apoderó de mi, lamenté profundamente aquel estúpido resto de orgullo que me había llevado a rebelarme, era un perro y sería lo que ella quisiera, al menos mientras estuviera atado. Mientras yo me debatía desesperado Laura preguntó: "¿El perrito bobo va a ser bueno y obedecer a la amita, o malo y la amita tendrá que castigarlo?" Me habría encantado poder contestar, pero no conseguía que de mi garganta aprisionada saliera un sonido articulado, solo emitía una especie de gemido, el gemido de mi agonía.
Ella aflojó y, cuando vio que había tomado aire, volvió a apretar, está vez un poco más fuerte, me derrumbé, caí al suelo sin fuerzas, y ella se sentó en mis costillas, con la mano libre me retorció una oreja, dijo: "Este perrito es maleducado y no contesta". En vano volví a intentarlo, ella aflojó para que pudiese respirar y mientras lo hacía me soltó un discurso que, más o menos, venía a decir que ella no creía en la dominación mental pura, que toda dominación comenzaba por una buena paliza física y el miedo que ésta genera, que la paliza la iba a recibir en breve, que tras el correctivo que iba a recibir saldría suave como la seda.
A todas estas cuando yo intentaba decir algo giraba la mano y entonces, solo entonces, preguntaba: "¿Qué estás diciendo?, no te oigo, debo estar volviéndome sorda, ¡qué horror!" y se reía. Así estuvo un buen rato, hasta que decidió que ya era suficiente castigo o, más sencillo, se aburrió del juego. Se levantó de mis costillas diciendo: "Vamos a ver si este perrito tonto ha aprendido", y volviéndose a mi, "Ven, perrito, rápido, junto a tu amita" y yo la seguí con bastante torpeza porque tenía las manos inutilizadas y me costó bastante trabajo el simple hecho de levantarme desde el suelo y ponerme de rodillas, ni siquiera intenté ponerme de pie, tenía razones muy serias para obedecer a Laura sin rechistar; era joven, pero sin duda tenía mucha experiencia, era claro que yo no era el primer perrito de su vida y era claro que sabía que hacer en cada momento para conseguir su objetivo: una obediencia absoluta por mi parte y que también sabía el papel que juega el miedo en la obediencia.
"¡Qué animal tan lento y torpón! No me va a quedar más remedio que convertir el día de hoy en una dura experiencia para ti, algún día me lo agradecerás, lo hago por tu bien. ¡Ponte sobre mis rodillas!, voy a azotar tu culo." Lo hice al momento consciente de que en caso contrario actuaría ella. Palmeó suavemente mi trasero con su mano. Bueno, pensé, la cosa no va mal mientras siga así. Pero entonces cogió del suelo una zapatilla y procedió a darme algunos zapatillazos severos, muy severos porque había tomado una zapatilla de madera que hacía un daño terrible.
El primer golpe me sobresaltó, el tercero me hizo decir ¡ay! Al quinto grité: "para, para, por favor, ¡me estas matando!" la respuesta fueron tres golpes seguidos que me hicieron aullar de dolor, entonces paró un momento para preguntar: "¿Quieres que se enteren mis vecinos de la que te estoy dando? Eres muy desconsiderado, si vuelves a quejarte tendré que amordazarte, tu verás lo que te conviene." Siguió pegando aunque un poco más suave, en cualquier caso hacía mucho daño porque los golpes caían sobre partes ya castigadas, hice un gran esfuerzo para no gritar, pero no se en que momento me puse a llorar, a llorar con el más profundo de los desconsuelos, a llorar desde la desesperación de mi impotencia y, aunque procuraba no hacer ruido para que no me amordazara, ella se dio cuenta porque paró de golpear. "Pobre perrito, en fin, espero que al menos te haya servido para aprender algo, para que todo no sea doloroso, ahora te voy a dar un premio, te dejaré lamer mi rajita, aprovecha esta oportunidad y esmérate si quieres más premio. Ah, no te preocupes por el olor, desde el miércoles no me la he lavado pensando en ti." Acto seguido abrió sus piernas y yo metí mi cabeza entre ellas y comencé a lamer, realmente Laura no era mentirosa, el olor era bastante fuerte y como experiencia no estaba exenta de gusto, me apliqué lo mejor que pude, aunque con las manos atadas no era tan fácil, ella tuvo un orgasmo, pero no debió ser gran cosa porque cuando acabó no parecía particularmente satisfecha, puso un pie en mi pecho y empujó, caí cuan largo soy (poco) y se subió encima de mi pecho, "eres", me dijo, "un perrito muy torpe, has quitado la lengua antes de tiempo, te voy a dar una nueva oportunidad, voy a sentarme en tu cara, saca la lengua y úsala, déjame relajada y feliz, y quizá te haga feliz a ti." Iba a decir cualquier bobada, pero no tuve tiempo, su culo ya bajaba imparable hacia mi cara, en la oscuridad tanteé con mi lengua, debí de acertar porque ella comenzó a gemir y entonces, por primera vez, tuve una erección todavía tímida, pero ya real en la que no se cuánto influyó la asfixia a que me sometían sus muslos y su trasero, la manera frenética en que ella me cabalgó, el sexo puro y despiadado del que ella estaba disfrutando y la excitación que transmitía.
Realmente no se que puse de mi parte, pero esta vez se levantó resplandeciente, me alabó, movió mi miembro, que ya tenía un cierto grado de consistencia, comentó que a esa fruta aún le faltaba algo para estar en su punto, y me hizo esta insólita proposición: ahora el perrito me va a volver a lamer y si lo hace bien la amita Laura le hará un bel pompino después la amita dejará al animalito elegir entre estas tres cosas, ser desatado y marcharse con el rabo entre las patas, seguir atado y aceptar humilde su realidad o ser desatado y pelear con el ama, sabiendo que si eres derrotado sufrirás un castigo durísimo, no contestes todavía dijo y metió otra vez mi cabeza entre sus muslos.
Fuese por que me había encendido o por que ardía en deseos de vengarme de ella lamí como si en ello me fuese la vida, ella jadeaba y se revolvía sin por ello soltar mi cabeza hasta que finalmente explotó en una oleada de placer, cuando se calmó cogió mi aparato y se lo metió en la boca no son antes decirme: el semen es bueno para la piel, espero que salga mucho y chupó hasta que yo exploté.
"Ahora dime, ¿te desato o no?" y cuando le contesté que si, comenzó a hacerlo, cuando ya me había desatado me preguntó si quería irme o luchar y le contesté que si jugaba limpio, prefería luchar, "vale", dijo, "ahora mismo o prefieres esperar y reponer tu maltratado cuerpo" yo le dije que el tiempo de orinar y beber un poco de agua y le haría tragar sus palabras, ella sonrió con un brillo maligno en su pupila que me dio algo de miedo, pero aunque me dio una vez más la oportunidad de irme o de rendirme y volver a ser atado, decidí seguir adelante, nos pusimos frente a frente, yo conté tres y el combate comenzó.
CONTINUARÁ
Gracias a todos los que me habéis hecho comentarios, perdonad que no os conteste uno a uno, pero tengo poco tiempo, es la primera vez que escribo algo desde que salí de la escuela y estaba bastante nervioso, esperó más comentarios, sobre todo animaos las mujeres, solo me ha escrito una.