Laura (1)

Toma de contacto con Laura. Por casualidad me enteré que era una sumisa.La voy preparando para lo que llega a convertirse.

-Joder! Menuda puta tienes arriba.

-Ya lo creo.

-Es tu mujer?

-No me importaría. La has dejado amarrada?

-Sí. La tenía que haber desatado?

-No, está mejor así. Se ha corrido contigo?

-Por como ha gritado creo que sí. Le dejaste el culo bien abierto, je, je y no he podido resistir y follármelo. Nunca me había pasado una cosa así. Lo hacéis a menudo?

-No.

-Lo siento, estoy nervioso, ya te digo que no me había pasado una cosa así antes y eso que llevo ya varios años como vendedor.

-No te preocupes, te entiendo. Si te apetece sube de nuevo.

-No te importa?

-Para nada.

-Y a ella?

-Por ella no te preocupes.

-Hace lo que quieres?

-Sí.

-Pero está casada, no?

-Sí.

-Y como lo logras?

-Es el pacto que tenemos.

-Perdona pero no lo entiendo.

-Prefieres subir o quieres que te lo cuente?

-Si me va a dar tiempo… La verdad es que tengo curiosidad por saber como se logra una cosa así.

-Es hermana de una amiga. Mi amiga me contó que en una ocasión habló en una reunión familiar de lo que yo hacía con otras. La zorra sintió curiosidad. Mi amiga me lo contó. Un tiempo después coincidimos en una reunión de amigos. Le dije a mi amiga que me la presentase.

-Te acuerdas de lo que hablamos el otro día sobre un amigo mío? –le preguntó mi amiga.

-Sí.

-Está aquí. Voy a presentártelo.

-No. No sé. Me da verguenza.

-Que te lo presente no significa que tengas que hace nada con él.

-Y qué le voy a decir?

-No te preocupes, ven.

-Hola! Quiero presentarte a mi hermana.

Apenas le doy un cortés beso. Pero en su mirada veo que hay química… y curiosidad.

Voy con una chica a la que le digo:

-Porqué no vas a quitarte las bragas mientras hablo con ella.

Su cara de sorpresa me hizo reír mientras la chica se marchaba.

-Tu hermana me ha hablado de ti.

-Y qué te ha dicho? –me responde recuperándose de la sorpresa.

-Que eres una curiosa.

-No quiero que me interpretes mal.

-No interpreto nada. Entiendo que es un tema que nos interesa a todos.

-Sí, tienes razón.

-La diferencia está en hacer o no esas cosas que nos dan placer.

-Es complicado.

La chica regresa. Extiende su mano y me da el tanga que huelo antes de guardármelo.

-Me encanta tu olor.

-Gracias señor.

Ésta no hace más que mirar fascinada. Beso a la apasionada chica. La situación es tan caliente que siento la humedad de las dos mujeres.

Estábamos en una zona de la exposición que es muy discreta, alejada del circuito más visitado. Meto la mano unos instantes bajo la falda de mi amiga mientras miro a la otra.

-Quiero follarte la boca –le digo a la chica. La otra sigue mirándonos alucinada.

-Estáis locos! No podéis… -su frase queda interrumpida cuando ve a la chica arrodillándose.

-Quieres vigilar que nadie nos moleste? –le pregunto, a lo que ella asiente incapaz de reaccionar.

-Ve a la puerta y avísame si alguien se acerca.

Ella obedeció. Podía oír nuestros ruidos. Los gemidos, mis órdenes, los ruegos… Miraba en ocasiones hacia nosotros.

Paso por su lado para marcharme. Ella se vuelve hacia la chica que está de rodillas con la cara manchada. Se acerca a ella. La chica le tiende la mano para que le ayude a incorporarse. Se levanta y le besa dejándole hilos se semen en la mejilla.

-Gracias –le dice la chica sonriente. Ambas se limpian la cara. Ríen.

-Es lo más caliente que he vivido en mucho tiempo –le dice a la chica.

-Y eso que sólo lo has visto. No veas como estoy!

-Y ahora qué vas a hacer?

-Quieres acompañarme a los aseos?

-Estás loca.

Ambas ríen excitadas. La chica se va camino de los aseos y no vuelve a aparecer. La otra se queda con ganas de saber más cosas.

Al día siguiente telefonea a su hermana.

-Qué ocurrió ayer? Dónde te metiste?

-Estuve por ahí con mi marido.

-No veas lo que pasó.

-Lo sé, es muy normal en él.

-Tu has vivido algo así? –le pregunta la hermana a mi amiga.

-Lo hizo con una delante de mi marido y de mí. Es algo que le gusta que le hagan.

-No me lo habías contado.

-No te he contado muchas cosas.

-Como qué?

-Ahora no puedo, en otra ocasión.

-Ya me contarás, vale?

-No sé, ya veré. Te han dejado bien caliente, eh?

-No lo sabes bien.

Ambas ríen antes de despedirse.

Un par de días después nos encontramos. Casualidad?

-Hola.

Está nerviosa aunque trata de disimularlo haciéndose la dura. Un rato de charla intrascendente hasta

-Sois muy atrevidos… -me dice.

-Tu crees? Tu no lo eres?

-Tu qué crees?

-Te hubiese gustado estar en su lugar?

-Estoy casada.

-Olvídate de eso. Te hubiese gustado estar en su lugar?

Me mira silenciosa.

-La situación te gustó. No puedes negarlo, verdad?

-Pero estoy casada.

-Si pero eso no hace que te caliente menos.

-Ja, ja, es verdad –me dice mientras se ríe. Es preciosa cuando se ríe. La risa le ha ayudado a soltar la presión que siente.

-No tienes vergüenza –me comenta con un deje de malicia.

-Porqué habría de tenerla?

-Te hubiese gustado que yo hubiese estado en el lugar de la chica?

La verdad es que es atrevida. Me gusta.

-Te hubieses atrevido?

-Con mi marido por allí? –la pregunta parece hecha para sí misma.

-Cuánto tiempo hace que no estabas tan caliente como la otra noche? Incluso ahora

Vuelve a ponerse seria.

-No te atreves aunque te gustaría vivir situaciones así, verdad?

-Sí –me dice con una mirada desafiante, dentro de ella lucha la mujer casada y la mujer caliente.

-Ya sabes de qué va esto.

-Quieres probar?

-Ya te gustaría a ti –sus constantes desafíos me provocan.

-Disfrutaría domándote y tu mientras lo hago y lo sabes. Me gusta ver el placer de las mujeres con las que estoy pero reconozco que soy muy exigente aunque si no disfrutamos los dos no tiene sentido. Reconozco que no todas están dispuestas a arriesgarse. Ya pudiste ver la obediencia que espero. Pero también viste como la chica lo disfrutó.

Un involuntario escalofrío la denuncia.

-Ve al baño. Ya sabes lo que tienes que hacer.

-Tendría que hacer lo mismo que ella?

-No. Cada una sois diferente. Ve y hazlo. Después seguiremos charlando.

Me mira dudando. Después le pediré que me cuente lo que está pensando. Se levanta y va hacia el baño, despacio. Se para y se vuelve para mirarme. Continúa el camino hacia el baño de donde regresa al poco tiempo. Se sienta y extiende la mano para obsequiarme su tanga.

-Ajústate el pantalón para que lo sientas cada vez que te muevas.

Se incorpora un poco y lo hace.

-Tienes el pubis afeitado?

-No.

-Tendrás que hacerlo. Prefieres que te lo afeite una amiga? Qué lo haga yo? Tu hermana? O hacerlo tu?

-Prefiero hacerlo yo, me daría vergüenza que me lo hicieras tu o una amiga. Y ni te cuento si lo hiciese mi hermana.

-Me gustaría que fuese ella, así después me contaría como has sufrido y gozado con tu vergüenza.

-A mi hermana le vas a hablar de mí?

-Quiero que me hables de usted.

-Vale, perdón me contesta metiéndose en su papel, aunque todavía sin mucho convencimiento.

-Eso tiene un problema. Si te dejas algún vello en alguna parte de tu cuerpo te castigaré, te daré un azote por cada vello que encuentre.

-No puede hacer eso, mi marido se daría cuenta.

-Lo entiendo. Te azotaré entonces con algo que no te deje marcas. No quiero que tu marido nos estropee la diversión.

-No sé si podré aguantarlo. He fantaseado alguna vez con ser dominada, con sentirme sometida, con unos azotes en el culo con las manos pero no me lo han hecho nunca y menos con algo más duro.

-No sólo te azotaré en el culo, lo haré también en tu coño y tus tetas sobre todo, pero ninguna parte de tu cuerpo estará libre de ser castigada.

Su mirada de asombro hace que disfrute de la situación.

-Estás caliente?

-Sí.

-Estás mojada?

-Ajá. Temo manchar los pantalones –me dice con una sonrisa mitad vergüenza, mitad excitación.

-Espero que los empapes mucho, eso será señal que vamos bien, no crees?

Asiente.

-Cuántos dedos te caben?

Creo que enrojece con cada respuesta.

-No lo sé.

-No es esto lo que quiero, si no eres capaz de entregarte completamente a mí no te quiero. No quiero que me la chupes y eso te cueste, quiero que cuando te obligue a hacer lo más degradante, vergonzoso o humillante que se te pueda ocurrir te corras como una perra. No sólo quiero tu cuerpo, quiero tu mente.

-Perdón. No estoy acostumbrada a esto.

-Cada vez que tu comportamiento no sea satisfactorio te castigaré.

-Lo siento.

-Ahora responde.

-Me da vergüenza… Dos seguro, tres es posible, cuatro tal vez forzándome.

-Nunca te los has metido?

-Sí.

-Cuántos?

-No hay alguna ocasión en la que pueda negarme a contestar o a hacer algo?

-Quieres que la haya?

-Sí, eso me daría tranquilidad.

-Si quieres tranquilidad vete a tu casa, responde.

-Tres, no me he atrevido con más.

-De acuerdo, ahora ve a los servicios del bar y prueba cuántos puedes meterte, quiero saber cuantos puedes meterte de verdad. Me comprendes?

-Sí.

-No quiero que después te los limpie.

-Vale.

-Y regresa caminando despacio, quiero observarte bien.

-Vale.

Cuando regresa camina sensualmente. Tiene la cara arrebolada y el pelo revuelto. Una gran mancha se ve entre las piernas.

-Te has corrido?

-No.

-Te gusta mantenerte así de excitada?

-Sí.

-Lámete los dedos como si fuera mi poya.

-Me pueden ver.

-Con más motivo. Así verán lo caliente que eres.

Y lo es, realmente lo es.

-Crees que si te quitas el sujetador se notarán tus pezones?

Seguro que se notaban porque ya lo hacían con el sujetador puesto.

-Sí.

-Entonces quiero que vuelvas al baño y te quites el sujetador.

Su mirada me indica el estado de calentura en el que se encuentra. Su retorno es espectacular, insinuándose al andar, sólo le falta darle vueltas al sujetador en un dedo. La mancha en su entrepierna es aún mayor.

-Siempre te mojas así?

-Sí, a mi marido no le gusta mucho.

-Te calienta ponerle los cuernos?

-No sé, un poco, me da morbo, sí, pero no quiero que se pueda dar cuenta, no me gustaría.

-Eres buena mamándola?

-A él le gusta.

-Y a otros?

-Hace mucho tiempo que no se lo hago a nadie más.

Se mueve inquieta en la silla. Me gusta saber que está excitada, muy excitada.

-Y a ti te gusta?

-Sí pero no me gusta que se corran en mi boca

-Sí?

-Contig… con usted lo tendré que hacer?

-Quieres hacerlo?

-No sé… no.

-Lo harás.

-Entonces porqué me pregunta?

A pesar de su desconcierto une sus brazos para apretarse las tetas con disimulo.

-Me gusta ver como cedes, ver como vas haciendo concesiones y te vas entregando a mí hasta que estés totalmente en mis manos como lo está la chica que viste.

-Qué tiene que hacer ella?

-Eso no es de tu incumbencia.

-Perdón, y qué tendré que hacer yo?

-Preguntas demasiado y ya es hora que contestes otra pregunta.

-Qué pregunta?

-Cuántos dedos te cabe en el culo?

Su cara de sorpresa me hace ver que no se lo esperaba.

-No eso no, no me gusta y usted dijo antes que haría cosas que nos darían placer a ambos.

-También te dije que te castigaría.

-Pero por qué?

-No tienes derecho a preguntar. No tienes derecho a opinar. No tienes derechos. Cuando te ordene algo lo harás o el castigo que te impondré será peor.

-No puede tratarme así.

-Por favor, no seas una puta tonta, lo estás disfrutando.

-Está bien.

Se levanta y se aleja hacia los servicios.

Cuando regresa tiene los ojos irritados.

-Tres –me dice con cierta irritación.

-Quieres dejarlo?

-No, pero es usted un bastardo.

Su afirmación me hace reír y su mohín se suaviza un poco.

-Te ha dolido?

-Sí.

-Porqué?

-Quería saber cuantos dedos me cabían y no tenía nada para lubricarme.

-No te has puesto ni saliva?

-No se me ha ocurrido.

-Mejor, así tengo una idea más exacta de lo que serás capaz de darme. Eso me gusta.

-A mí no.

-Te has limpiado los dedos?

-No… no me he atrevido.

-Chúpatelos.

-Por favor, es asqueroso.

-Sé que es asqueroso pero no quiero que te los lamas para que sientas asco, quiero que lo hagas para que comprendas que te voy a humillar y que lo vas a hacer.

Su cara demuestra lo que siente. Un profundo asco que la lleva a la arcada.

-Ya está –me dice sacándose los dedos de la boca.

-Cómo lo sabes?

-Porque ya no me saben a mierda –me dice con cierto enfado en la voz.

-No me gusta ese tono de voz.

-Lo siento pero no puede hacerme algo así y esperar que esté contenta.

-Sí. Me gusta tu obediencia pero aún te queda aprender a satisfacerme. Hasta ahora me he preocupado de ti pero imaginarás que en algún momento tendrás que ocuparte tu de complacerme.

-Todo lo que he hecho no le gustado?

-Te refieres a quitarte la ropa interior?

-Sí y a meterme los dedos.

-Sólo hay que observar tus pantalones para comprender que has sido tu quien ha disfrutado.

-También me ha dolido.

-Tienes que acostumbrarte. Esto te gusta, te atrae y a cambio tendrás que pagar con dolor, con humillación, con obediencia. Te haré lo que quiera, donde quiera, cuando quiera y tu sólo qué harás?

-Lo que me mande?

-Veo que vas aprendiendo pero espero algo más que obediencia. Qué te gusta hacer?

-Me gusta chuparla pero sin tragar, hacer el amor y de vez en cuando acariciarme.

-Qué es de vez en cuando?

-Por favor, me da vergüenza.

-Quieres tocarte ahora?

-Prefiero que me lleve a algún sitio y me posea.

Su respiración es agitada, tiene la cara enrojecida de la calentura que sufre.

-No vamos a ningún sitio por ahora, has perdido la oportunidad.

-No, lo haré, iré al baño.

-No me hagas repetir las cosas. Ahora te lo tendrás que ganar.

-Qué tengo que hacer?

-Si quieres tocarte lo harás sin moverte de esa silla.

Mira a su alrededor. Hay algunas personas pero todas están en lo suyo.

-Pero me mojo mucho cuando llego.

-Entonces no te correrás.

-Pero no puedo aguantar más, lo necesito, por favor.

-Primero dime qué te gusta que te hagan?

-Que me acaricien mucho rato por todos lados menos por el culo y que me dejen también acariciarlo, que me besen mucho también.

-Qué harías que no hayas hecho todavía?

-Por favor, podemos dejar de hablar? Pensé que iba a tomarme. Necesito que lo haga, no puedo aguantarme más.

-Lo haré, por supuesto que lo haré pero cuando esté seguro que puedes satisfacerme.

Me mira resignada.

-Siento curiosidad por como sería con una chica pero no sé si me atrevería, con otra chica sola y con un hombre y lo que le comenté de recibir algunos cachetes en el culo.

-Has pensado en alguna chica?

-Le gustaría que fuese mi hermana?

-Responde.

-Mi marido tiene una empleada en el trabajo que me da morbo y alguna vez me he hecho un dedo pensando en ella pero no me atrevería.

-Acaríciate mientras me cuentas como es.

Se mete una mano encogiendo el estómago.

-Se llama Fanny

-Desabróchate el botón y bájate la cremallera.

Se mete la mano con disimulo y se acaricia.

-Te he dicho que lo hagas?

Saca la mano como una niña pillada en falta. Las mantiene sobre la mesa. Una manchada de su flujo. Su olor llega hasta mí.

-Hazlo y sigue contándome.

-Cuando voy por unos zapatos me gusta que me atienda ella.

-Porqué ella?

-Es simpática, amable y se arrodilla para probarme los zapatos.

-Llevas falda o pantalones?

-Casi siempre que voy a la tienda falda, me gusta pensar que le gustaría verme.

-Tu marido os mira?

-No, suele estar atendiendo. Me gusta verla arrodillada a mis pies. Que no tenga que obligarla a seguir contándome me indica el estado en el que se encuentra.

-Qué te imaginas?

-Que le meto el tacón en la boca y ella lo chupa –me dice de un tirón, como liberándose.

-La próxima vez que vayas a la tienda llevarás falda con el tanga más transparente que tengas y antes te habrás hecho una paja para que ella pueda olerte. Quiero que procures que te vea bien mojada y pueda olerte. Harás como quien habla por el móvil porque quiero que grabes la escena.

-No me atreveré.

-Claro que lo harás porque si no te follaré y después te arrastraré hasta la tienda con todo el coño rezumando leche y entonces lo harás así.

-No serías capaz –me dice sorprendida.

-No me conoces.

-Me das miedo.

-Eso hace que te calientes más verdad? Te imaginas la cara que pondrían cuando te viesen obligada a caminar sujeta por el pelo y después te tirase al suelo delante de todos?

Mientras hablo no ha dejado de tocarse.

-Me promete que un día lo hará?

-Quieres que te humille delante de tu marido?

-No, delante de él no. Me gustaría que me llevase así por la calle y que me tire al suelo donde quiera, en la calle o en un comercio pero donde no me conozcan.

-Puedes estar segura que te trataré como la puta que eres.

Veo como abre la boca para jadear.

-Saca la mano.

-No, no… por favor –y sigue dándose. Me levanto amenazante y la saca de inmediato.

-Tendré que castigarte de nuevo.

-Oh, no, es que estaba a punto, por favor, por favor, por favor –me dice como una niña pequeña y malcriada mirándome suplicante- No puedo más, no me trate así, lo necesito. Me ha puesto… por favor –está a punto de llorar de deseo.

-Me gusta tenerte así, tan a punto… Te gusta?

-Eres horrible, deja que me corra. Estoy dispuesta a hacer cosas que nunca he hecho, estoy dispuesta a correrme haciéndome una paja en un lugar público, estoy dispuesta a someterme a ti y tu… y tu… -la irritación le impide seguir.

-Ja, ja, ja- No puedo evitar reírme.

-Vete al carajo, cabrón –me dice enfadada levantándose para irse. La sujeto del brazo.

-Suéltame! –casi me grita.

Doblándole el brazo la obligo a sentarse.

-Estás dando un espectáculo. Quieres que todos sepan que eres una puta infiel?

Me mira atemorizada.

-No metas a mi marido en esto!

-Pues haz lo que te digo y ambos disfrutaremos, no lo hagas y te arrepentirás.

-Qué me vas a hacer? –Me pregunta desafiante.

-Te haré follar delante de tu marido.

-No, eso no, por favor, prométemelo.

-Primero dame un beso para que sepa que eres mía.

Se incorpora de su asiento para hacerlo. Paso una mano sobre su pecho.

-Sigue, por favor –murmura.

Localizo su pezón y se lo pellizco.

-No se te ocurra moverte. No quiero que nadie se de cuenta de lo que está ocurriendo pase lo que pase –le digo al oído. Aunque sé que es imposible. Está inclinada sobre la mesa apoyada en sus antebrazos. La situación está durando más de lo normal. Algunas de las personas de alrededor nos miran, alguna sonríe pensando en una escena romántica pero la mayoría no tienen más remedio que pensar que algo está ocurriendo. Nos estamos besando, es verdad, pero las manos no están en el lugar adecuado y haciendo movimientos extraños.

La siento gemir mientras nos seguimos besando. Me besa con ardor. Aprieto más su pezón.

Cuando me separo de ella me da la impresión que le hubiese gustado seguir.

-Irás a la tienda y le enseñarás el coño a Fanny?

-Es muy peligroso

-Y?

-…Lo haré, sí.

-Sabes que te gustará verdad?

-Sí –me dice con ardor.

-Ves? Así está mejor. Ambos disfrutamos de este juego. Ahora te vas a ir a tu casa y vas a empezar a cumplir mis órdenes. Te depilarás y empezarás a dilatarte el culo. La próxima vez que nos veamos te la meteré por el culo de una vez así que procura llevar siempre el culo lubricado para que no te duela mucho, no quiero hacerte más daño que el que me apetezca y esta vez quiero forzarte sólo un poco. Quiero ver cuanto estás dispuesta a entregarte. Tienes que estar a mi disposición todos los días a todas las horas.

-Y cuando tenga la regla?

-Qué parte no has entendido de todos los días a todas las horas.

-Pero a veces estaré con mi marido.

-Si te llamo y no vienes, la próxima vez que nos veamos te castigaré con dureza.

-Uff –exclama con cierta dosis de picardía.

-Joder, qué zorra eres!

Ahora es ella la que sonríe.

-Me gusta la ropa interior sexy.

-Me lo imaginaba –me responde ella.

-Estás caliente? –le pregunto sonriendo.

-No puedes imaginar cuanto.

-Vámonos entonces.

Va a protestar pero decide callar.

-Puedo tocarme luego?

Creo que me está pidiendo que se lo niegue.

-Tengo la impresión que serás una buena puta.

Me mira un poco avergonzada.

-No puedes tocarte. Cuando tengas ganas tendrás que llamarme para pedir permiso y sólo lo podrás hacer si te estoy viendo. También quiero que calientes a todos los tipos con los que te cruces para mantenerte caliente pero no aceptarás nada de ellos.

-Y de mi marido?

-Cada vez que eches un polvo con tu marido tendrás que hacer conmigo algo que nunca hayas hecho antes, para pagar por su placer.

Mueve la cabeza con lentitud de arriba abajo.

-Por favor vayamos a los aseos y autorízame, lo necesito.

-No porque has vuelto a tutearme.

-No lo haré más, se lo suplico.

Me levanto para despedirme.

-Recuerda, tienes que estar siempre preparada para mí.

-Lo estaré pero por favor, no sé si voy a poder resistirlo, deje que me toque.

-Te llamaré.

Su cara refleja el deseo y el sufrimiento.

Con esa imagen me alejo de ella. El tiempo que pasará antes de volver a llamarla se me hará muy largo.