Latvia y los 5 Enanos

Una guerrera de un mundo épico y cinco enanos, en una cueva...

Latvia y los 5 enanos

Por:

Kleizer de Anceloth,

Cronista de Evenistar

Lo siguiente acaeció cuando nuestros héroes, la fiera amazona Latvia, acompañada de cinco guerreros enanos del reino de Korvelk cruzaban la casi impenetrable cordillera de Bombonirr en su rumbo hacia la Oscura Torre de la Necromancia, en las Llanura Abandonadas de Murmaria.

El grupo se refugió en una de tantas cuevas, al caer la noche, y encendieron una fogata. Los cinco enanos, barbudos, con sus pertrechos, hachas y rodelas, se acomodaron, junto a la escultural Latvia, cuya cabellera roja como el atardecer le llegaba a la cintura.

Comenzaron a contar anécdotas, todos ellos con más de sesenta años -eso es un poco más allá de la pubertad, para los enanos, como todo nerd amante de la fantasía épica sabe muy bien-, a excepción de la amazona, con veinte; narraban anécdotas pues, de batallas y aventuras pasadas.

-Recuerdo cuando matamos a Slag, el ogro, y su banda -decía Net, el más viejo, al que le faltaba un ojo y media oreja, prueba de las incontables lides en que había participado-, con la ayuda de la gárgola renegada Arkos, el bárbaro Heimdall y Savzat, el semi-enano

-¿El semi-enano? -interrumpió entonces, Latvia, bufona- He oído de ese tipo de híbridos, pero es que no puedo imaginarme a un hombre humano con una enana o a una humana con un enano

-¡Claro que no, es que los humanos no tienen lo que una enana necesita! -repuso Vati, de pelo verduzco- Pero los enanos sí logramos seducir humanas de vez en cuando… -y todos rieron, picarescamente.

Latvia, tendida de lado, apoyando su cabeza sobre su brazo izquierdo, se burló de los enanos y tomó un gran trago de vino.

-A mí todos ustedes me parecen muy feos -dijo ella.

-Pues sí, muchas razas se ven feas entre sí… -comentó Zum.

Latvia estuvo a punto de mencionar a los elfos, pero se abstuvo al recordar que elfos y enanos no se llevan muy bien -bueno, los elfos nunca se llevan bien con nadie, pensó Latvia, menos aquella arquera elfa, Arlian, que se echó a medio batallón y por eso, los elfos casi le declaran la guerra a Tremensis hace varios años…-.

-Las humanas siempre nos hacen muecas de asco, pero las caras les cambian cuando nos ven los "mástiles" -y los enanos rieron de nuevo, con mayor estruendo.

Latvia se carcajeó también, tratando de imaginarse bien dotados a esos asquerosos enanos.

-¡Bah! La ruda amazona parece tacharnos de mentirosos… -dijo Willow, de piel negra y orejas muy puntudas-. Si ella quiere, podemos mostrarle.

Latvia, siempre risueña, arqueó una ceja escarlata y los desafió:

-Enséñenme.

Los enanos se vieron entre sí, y fue Willow, el más joven -sesenta y seis años- quien se puso de pie y se desató el cinturón. Latvia no pudo evitar una súbita expresión de asombro al contemplar ese nabo… tan corto como el de un niño de diez años, pero tan grueso como el de un caballo, con una cabezota que le recordó a los hongos carnívoros del Bosque Tenebroso de Umatad.

Los enanos se carcajearon otra vez, cuando atestiguaron la expresión de la guerrera, quien tampoco era ninguna novata en cuanto al arte de echar unos cuantos polvos.

-Mira, ¿la quieres ver de cerca? -y Willow se acercó a Latvia, quien, recordemos, estaba acostada de lado, su cabeza apoyada sobre su antebrazo izquierdo, y ahora con un falo enanil a escasos centímetros de su boca.

-¡Qué putas! -pensó ella- Ya tuve sexo con un centauro y con un ogro, ¿qué más da añadir un enano en la lista? -y luego de concluir esto, atrapó esa verga con su mano derecha, sobándola, sonriendo a Willow, quien cerró sus ojos para saborear mejor esa mano cálida que hizo crecer un poco su rechoncho miembro.

Sin más, Latvia se inclinó un poco y depositó un beso de sus carnosos labios en el hinchado glande del enano. Willow suspiró. La amazona empezó a recorrer ese miembro con su húmeda lengua. Los demás enanos ya no se reían y guardaban silencio. A pesar de todo, los enanos eran muy conservadores en cuanto a cuestiones sexuales se refiere

Después de que Latvia abriese su boca para succionar ese pito, el único ruido en la caverna fue el chupeteo de la amazona y el crujir de las llamas. Latvia mamaba y acariciaba con su mano libre, manipulando su lengua como sabía hacerlo desde los doce años. Willow se aferró de la roja melena de la humana y con varios quejidos que había intentado reprimir -cuestiones de hombría enanil- descargó su semen en la boca de Latvia, que ella paladeó y le pareció más tibio y grumoso que el de un humano, aunque no tan ralo como el de los ogros

Willow cayó de rodillas y Latvia se incorporó un poco, para darle un dulce beso en la boca, a pesar de su abundante barba. Al abrir sus ojos, se vio rodeada de cuatro enanos empelotados, con sus miembros enhiestos, esperando su correspondiente mamada.

Latvia volvió a cerrar sus ojos por la fabulosa sensación que le procuraban diez diminutas manos recorriendo su cuerpo. La amazona se dejó hacer, colocándose en cuatro patas. Ella misma les indicó cómo quitarle su guarnición del tronco, y pronto, sus únicas prendas fueron sus botas y guantes de piel, junto a su collar tribal y una cinta de cuero en su frente.

Esta vez, fue Gloin quien le empujó su pene en la boca, mientras que Vati le acomodaba los esculturales muslos, abriéndola de modo que su cadera descendiera hasta el vientre del enano, quien sin dudarlo, la penetró.

Latvia mugió de gusto al sentirse invadida por un instrumento tan anchuroso. El enano Tarm se echó de espaldas al suelo rocoso, para apoderarse de uno de los inmensos pechos de Latvia. Zum le copió la idea he hizo lo mismo con el otro seno, colgante e indefenso.

Willow terminó de desnudarse cuando de nuevo la boca de Latvia rezumaba semen de enano y, una vez libre del fierro de Gloin, pudo jadear y gemir a gusto:

-¡Oh, sí, háganme lo que quieran! ¡Ooooohhh, ssssíiiiiii!

Vati la bombeó con más arrechura, aferrándose con sus rechonchas manos de puntudas uñas de las redondas y bien formadas nalgas de la guerrera.

-Vamos a ver si te regalamos un semi-enano, puta humana -gruñó Vati, cuando eyaculó en las entrañas de Latvia.

-¡Oooohhh, sí, préñenme, cabrones!

Ahora, Zum y Tarm se pararon frente a ella para que se turnara chupándoles las salchichas, que ya estaban muy duras -más que la de un humano, pensó Latvia-, pero su lucidez se vio arrojada a los linderos del paroxismo lujurioso cuando Willow empezó a terminar lo que había iniciado, cogiéndosela como Crom manda.

-¡Oh, oohh, así, así!

Y Willow, bien agarrado de las generosas nalgas de la ardiente humana, la asaetó con suma velocidad, y por lo mismo, asaz excitada, Latvia no jugueteó mucho con las vergas que se estaba cenando y las chupó casi con brutalidad, provocando que su cara fuese bañada de caliente leche, relamiéndola, pareciéndole algo más dulce que el semen humano, o de ogro, o de centauro

Willow chilló de consuno con Latvia, corriéndose los dos, sorprendiéndole a la amazona, la potencia sexual de los enanos… ahora empezaba a comprender la misteriosa abundancia de semi-enanos… ¿quizá contribuiría nueve meses después con la población de semi-enanos en Evenistar?

Fue el turno de Gloin. Un escalofrío cruzó la columna de la sudorosa guerrera al sentir la lengua del enano de canosa barba mojando su recto. Latvia supo lo que le esperaba… se le vino a la mente la historia de su amiga, la guerrera Narcisa, que fue violada por un minotauro, durante sus misiones de espionaje en el archipiélago Demador, en los mares del sur

Latvia se abrió más, para bajar su culo. Gloin se acomodó y empujó su leño.

-¡Aaaaahhhh! -exclamó Latvia, quien nunca imaginó que un día iban a meterle algo así de grueso en el ano, no después de aquella inolvidable sodomía que le obsequiara el ogro carcelero, Fedor, en las mazmorras del Castillo Agrium.

-Sufre, putita, tú te lo buscaste -dijo Gloin, cuando su corto pero ancho pene fue totalmente tragado por la enrojecida boquita trasera de la amazona. Bien aferrado de los firmes glúteos de la guerrera -que por las uñas de los enanos, ya daban impresión de haber sido juguetes de un gato.

Vati la ayudó a acallar sus gemidos… metiéndole su pito en la boca. El dolor y la calentura hicieron que Latvia proporcionara al enano una mamada como pocas. Latvia obtuvo un orgasmo más al experimentar cómo su recto era rellenado de leche, igual que su boca ansiosa, que tragó hasta la última gota.

Pero aún faltaba la batalla final… quedaban dos enanos muy emocionados, que no iban a irse a dormir sin su dosis de sexo… Latvia, acostada de lado otra vez, exhausta, era consciente de esto… Tarm se acostó junto a ella, a su espalda, y Zum se tendió frente a ella, ayudándola a alzar su espléndida pierna sobre él. Los enanos se acomodaron y la penetraron, Tarm por su ya maltrecho culo y Zum por delante… Latvia abrió su boca, fascinada por la más sabrosa doble penetración de su vida. Zum lamía los enormes senos de la guerrera, y Tarma se aferró de su talle de avispa.

-¡Ooooohhh, aaaahhh, sí, sí mis guerreros, jódanme, acábenme!

Los enanos se dedicaron a darle placer a la humana, siendo observados por los otros tres, que acariciaban sus miembros ya no tan fláccidos, mientras alimentaban la fogata, no fuera que se apagara y no pudieran seguir gozando del espectáculo.

Tarm y Zum anunciaron sus corridas con sus gruñidos y sus insultos en idioma enanil dirigidos a la puta que se estaban cogiendo, y esos tres seres calenturientos se hicieron uno con ese orgasmo triple que hizo estremecer la caverna.

A punto de desfallecer, pero no por eso, menos ansiosa de verga, Latvia se dedicó a limpiar y a exprimir las últimas gotas de semen de esas pijas cortas pero gruesas….

Latvia y sus acompañantes enanos estuvieron en aquella cueva algunas semanas… antes de reiniciar su recorrido.