Latigos y cruz
Ana María la masoquista vuelve por otra experiencia
LATIGOS Y CRUZ
Soy Luvna, una experta en suministrar placer y dolor a quien me lo solicite; hoy recibía a una pareja que volvía a visitarme (ver mi relato “ansiedad de latigazos”), Ana María y Andrés, eran unos jóvenes profesionales; ella era una joven muy bonita, vestida con una remera y una minifalda de cuero negro y calzando unas sandalias de suela delgada y finas correas.
Ana María era masoquista y quería ser crucificada, como antiguamente en Roma se castigaba las esclavas rebeldes. Ana María sabia que era habitual que previo a la crucifixión se flagelara cruelmente al esclavo; ella quería que solamente la azotara con “la lengua”; ansiaba volver a sentir su mordedura sobre su carne, quería deleitarse con el chasquido del cuero sobre su espalda seguida de la sensación de insoportable quemadura y sentir como la cruel azotera desmenuzaba su piel. Luego de ser azotada, dejaba a criterio de Luvna las torturas que recibiría y finalmente quería ser colgaba por dos horas de la cruz. Aclaro que previamente había tomado unas pastillas para elevar el umbral del dolor y poder soportar un castigo intenso.
Tal como lo pides lo haremos; te azotare con “la lengua” en vez de flagelarte, luego Zintia te torturara y te haremos violar repetidamente por Andrés, para terminar te crucificaremos; nos tomaremos el tiempo necesario a fin de que puedas ir absorbiendo el castigo.
Ana María nos explico que había acordado con Andrés que se haría azotar el pene por nuestras zapatillas de danzas a fin de lograr un tamaño importante de inflamación del miembro, erección y de duración de la misma; esto lo había conseguido pues si Andrés no aceptaba se haría violar por un mandingo(hombre de color semental muy bien dotado) contratado por nosotras.
Te azotare suspendida de una barra, con las piernas abiertas, a fin de poder visitar todo tu cuerpo; desnúdate y sigue las instrucciones de Zintia, le ordene. Ana María se desnudo totalmente mostrando su cuerpo perfecto. Zintia le ordeno que la siguiera hasta quedar bajo una barra que pendía del techo; antes que la amarrara Ana María pidió que le alcanzaran el látigo pues quería palpitarlo con anterioridad.
Zintia fue a buscar el látigo; era una trenza flexible de cuero negro, de canguro, de 2,25 metros de largo, un poco mas gruesa que el pulgar en su comienzo y afinándose hasta llegar a la azotera que era la lengua propiamente dicha. Era un trozo de cuero muy flexible de 65 cm de largo, que arrancaba con un ancho de 2 cm y se afinaba hasta la punta en donde media 5 milímetros; el espesor era de 1 cm.; era una azotera pesada, de medidas generosas Era verdaderamente impresionante los efectos que producía sobre el cuerpo del castigado. Esa azotera en el extremo del látigo impactaba a gran velocidad, siempre tajeando la piel y también la carne.
Ana María tomo el látigo en sus manos, con deleite, lo extendió y lo refregó sobre su cuerpo, sintió el olor del cuero, acaricio “la Lengua”, comprobó su peso y elasticidad y la beso varias veces, luego le dijo a Zintia que la atara. Esta separo sus brazos y aseguro las muñecas con unas esposas de cuero a la barra horizontal, luego abrió las piernas con una barra separadora y aseguro los tobillos, quedando perfectamente en tensión, con los pies apoyados en el suelo, y formando una X
Zintia le ordeno a Andrés que se desnudara y se parara delante de una cruz en X que se encontraba enfrente a Ana María; Zintia le dijo que lo ataría a fin de poder trabajarlo con comodidad; aseguro sus extremidades al madero.
Le informe a Ana María que no le daría una cantidad determinada de azotes, sino que le aplicaría la cantidad adecuada de latigazos a recibir por una esclava antes de ser crucificada. Desenrosque la trenza; la negra víbora repto por el piso, pudo ver la mortífera lengua; la imagino lacerando su carne y un temblor de ansiedad le recorrió el cuerpo; la voz de Luvna decía, no me detendré aunque lo pidas o te desmayes, ahora llevaras la cuenta y luego dirás –mas látigo- . Lleve mi brazo hacia adelante, le azote en forma liviana pero firme, seguí castigando en esa forma y espaciando los golpes; el sonido del látigo me agradaba, era el de un golpe lleno, la azotera golpeaba sobre la piel produciendo un sonido seco, dejando siempre una marca roja que prontamente se convertía en una roncha con relieve; luego de unos cinco azotes comencé a aumentar la potencia de los golpes, también hice que “la lengua” la acariciara por delante, marcando especialmente las tetas; la voz de Ana María dijo – dieciocho, mas látigo -
Un latigazo, resonó en la habitación, cruzo la espalda y la raya que marco quebró la piel en algunos tramos, aparecieron las primeras gotas de sangre, Ana María grito fuertemente en una alarido dijo – veintisiete, mas látigo - ; su cuerpo se arqueo en sus ligaduras. Comencé a castigar con fuerza, en cada golpe “la lengua” abría su piel y carne, el cuerpo de Ana María era presa de convulsiones cada vez que el látigo chasqueaba sobre él; reduje el ritmo para permitir que tomara aire, pero no la intensidad; con voz temblorosa se escucho - treinta y ocho, mas látigo – la espalda y el culo era un intrincado entretejido de rayas sanguinolientas; hice chasquear varias veces “la lengua” en la parte frontal, haciendo saltar la sangre en abundancia. Después del latigazo cuarenta y cinco, Ana María perdió el sentido, sus piernas se aflojaron y quedo colgando de las muñecas; le pedí a Zintia que le arrojara dos baldazos de agua fría, luego espere unos cinco minutos a que se recobrara. Continuamos le pregunté? Si respondió quiero mas látigo; la azote con ferocidad diez veces, hice restallar “ la lengua” tanto adelante como en la espalda y el culo; en los primeros seis golpes el cuerpo se convulsiono y retorció en las ligaduras; algunos bramidos y gruñidos salieron de la garganta de Ana María; los cuatro últimos golpes los recibió sin sentirlos pues se había desmayado. Había terminado la sesión, revise con satisfacción los resultados; el cuerpo de Ana María era por delante y detrás una mancha sangrienta, que si se miraba con detenimiento se podía advertir que estaba formada por multitud de rayas producidas por los latigazos. Le informe a Zintia que Ana María quedaba a su disposición para que la torturara a su gusto; Zintia le alcanzó agua para que bebiera y luego la dejo descansar media hora.
Mientras Ana María descansaba Zintia se ocupó de Andrés; este disfrutando del espectáculo tenia una completa erección, tenia un miembro de buen tamaño y grosor, prolijamente circuncidado, cosa que alegro a Zintia pues eran las mejores pijas para castigar dado que soportan mejor los golpes de zapatilla. Zintia eligió un cordón de tiento de cuero que se encontraba en remojo desde al día anterior, lo anudo a la base del pene, y con el mismo tiento efectuó una lazada alrededor del glande, e hizo descansar el miembro sobre un caballete de altura regulable, de forma que quedara firmemente apoyado. Luego regreso con un par de zapatillas de media punta de suave cuero negro, usadas, numero 39, de suela entera, muy flexibles dado el uso que tenian; se las acerco para que Andrés las viera y le informo que con ellas le azotaría el pene hasta hacerlo arder.
Me acerque y le pedí a Zintia una de las zapatillas; le dije que la acompañaría en el castigo; nos situamos frente a Andrés, una a cada lado y bajo la atenta mirada de Ana María comenzamos nuestra labor. En total le dimos cincuenta azotes cada una; empezamos en forma liviana, luego fuimos incrementando la intensidad.
Alzábamos nuestros brazos y azotábamos con fuerza sobre el pene extendido sobre el madero, de forma que absorbía bien la fuerza de los impactos, algunas veces golpeábamos de lleno sobre el pene y en otras solamente restallaba la puntera de cuero besando el glande. Cuando los golpes fueron fuertes Andrés empezó a dar alaridos de dolor; Ana María lo animaba diciendo: Amor disfruta cada golpe, te pondrá la pija enorme y dura como el acero, para que me hagas gozar intensamente.
Cuando terminamos de castigarle el pene lucia terrible; su tamaño impresionaba, las ligaduras y la inflamación producida por los zapatillazos habían aumentado su tamaño; el glande con un color entre amoratado y rojizo tenia la piel brillante y parecía un fruto a punto de reventar, el cuerpo del pene y también el glande estaban salpicados por pequeños hematomas negros. Zintia libero a Andrés y quito el cordel de cuero cambiándolo por dos abrazaderas de goma que coloco en la base del pene y en los testículos.
Bueno esclava ya has descansado suficiente, podemos empezar dijo Zintia y tomando dos finos tientos de cuero, puestos a remojo desde el día anterior, los anudo alrededor de los pechos de Ana María; les paso varias vueltas y los apretó fuertemente; cuando hubo comprobado que estaban firmemente atados se dirigió a Andrés diciéndole: Ahora mientras esperamos que actúen los tientos la violaras por delante como si fueras un verdugo romano. Este se abalanzo como un animal en celo, el sexo de Ana María se encontraba empapado y sus piernas separadas; Andrés de un empellón le hundió la pija en su totalidad y se abrazó al cuerpo de Ana María, ésta grito de dolor pues tenia la espalda en carne viva, entonces la tomo de la cintura, saco el pene y lo volvió a meter de una; Ana María trataba de cerrar sus muslos y gritaba de gozo. Andrés comenzó a bombear con ritmo, hasta lograr una larga eyaculación.
Zintia separo a Andrés y dijo: Bueno esclava se ha terminado el rato de placer, veo que tus tetas están apropiadas; los tientos se habían ajustado y los senos se habían convertidos en dos grandes bolas de color azulado coronadas por los pezones oscuros. Zintia acerco una mesita y apoyo una caja de madera y un mechero de gas que encendio.Una señal de alarma recorrió el cuerpo de Ana María; Zintia abrió la caja y saco varios broches de presión de los llamados “cocodrilos” de acero con bordes dentados y con unas cadenitas de 25 cm colgando. Primero me ocupare de tu vagina, ya las usado bastante y tomando un broche lo prendió en uno de los labios vaginales; Ana María se estremeció, un segundo broche mordió el labio del otro lado; finalmente un tercer broche fue prendido al clítoris; dio algunos tirones a las cadenitas y se aseguro que los cocodrilos estaban firmemente prendidos, luego eligió una pesa de plomo y la colgó al broche del clítoris; levanto la pesa y la soltó para provocar el tirón; Ana María emitió un quejido, Zintia tomo tres pesas de mayor peso y las coloco en los extremos de las cadenas. Las hizo balancear y comprobó que tanto los labios como el clítoris se estiraban al límite.
Zintia le informo a Ana María que la torturaría tratando de provocarle el mayor dolor sin consecuencias irreversibles en su cuerpo; saco de su caja varias agujas de acero finas y cortas y una pinza. Tomo una aguja con la pinza, la calentó al rojo vivo en el mechero y luego la hundió un centímetro en el seno derecho; un alarido resonó en la sala, el cuerpo de Ana María se convulsiono de dolor, Zintia hizo una pausa y volvió a repetir la operación en la teta izquierda; termino colocando cuatro agujas en cada pecho. Luego saco de la caja un clavo de acero de unos tres centímetros con una cabeza de 3 milímetros; valiéndose de la pinza lo calentó al rojo vivo y planto la cabeza sobre el pezón derecho de la esclava , lo mantuvo allí hasta que se acallaron los gritos y las convulsiones de Ana María que se orino encima. Repitió la operación con el pezón izquierdo, esta vez le produjo un fuerte orgasmo. Cuando se hubo recuperado le coloco broches cocodrilo en ambos pezones y pesas iguales a las anteriores.
Esclava, seguiremos adelante, te preparare para tu caminata hacia la cruz; la libero de las ataduras, le coloco un collar de esclava al cuello del que pendía una correa. Trajo unas muñequeras y tobilleras anchas de cuero con presillas y un broche de acero para fijar en argollas; coloco las piezas en sus lugares y ajusto las presillas. Luego le explico que debería cargar un madero y llevarlo hasta el lugar de la crucifixión distante una cuadra, situado en nuestro parque. Ana María pidió que le colocaran sus sandalias para no dañar sus pies; eran lindos pies grandes con arcos perfectos, uñas pintadas de morado, pulsera en el tobillo izquierdo y anillo en dedo mayor del pie derecho. Luvna asintió riendo; acércale las sandalias, tengo entendido tienes planes para esos pies.
Ana María levanto el madero, que pesaría unos 15 kilos( era un travesaño que simbolizaba la parte de la cruz que cargaban los condenados en Roma); Zintia tomo el extremo del dogal y Luvna blandió un látigo corto que consistía en una trenza de cuero de 1 metro de largo rematada en tres trencitas de cuero de 20 cm cada una. El cuadro era impresionante: la esclava desnuda, con el cuerpo convertido en una llaga sangrante viviente, con las tetas convertidas en globos morados y con los broches cocodrilos de los que balanceaban las pesas de plomo.
Salimos al exterior, el sol del mediodía de verano calentaba a pleno, hacia bastante calor; al instante todos los insectos voladores ó no del prado se sintieron atraídos por la sangre y secreciones que cubrían el cuerpo de Ana María y comenzaron a revolotear zumbando alrededor posándose y trepando sobre ella para darse un festín. Luvna ordeno que la esclava comenzara a andar; Zintia tiro de la correa, Ana María dio algunos pasos en forma torpe, con lentitud, debía acostumbrarse al peso del madero y de las pesas que bailaban colgando de ella, la debilidad producida por el castigo recibido se hacia sentir. La voz de Luvna dijo: Camina bien esclava o sentirás el calor del látigo en tu cuerpo; Ana María procuro apurar el tranco pero se le hacia difícil; el terreno era bastante desparejo, las livianas sandalias eran poco reparo para su pies, las piedras le molestaban, se detuvo un instante; el látigo restallo dos veces sobre su espalda abriendo las heridas que comenzaron a sangrar.
Después de un corto trayecto Ana María se detuvo y pidió de beber y descansar un poco; Luvna dijo: Dale de beber, después no lo hará hasta que finalice el castigo, y que descanse cinco minutos. La esclava descargo el madero y tomo el liquido con avidez, luego se acomodó las sandalias e intento espantar los insectos; continuemos dijo Luvna; Andrés le acomodo el madero sobre el hombro, Zintia tironeo de la correa y la esclava ya mas repuesta tomo un buen paso.
A lo lejos se veía la cruz plantada en un claro del parque; era una cruz baja de manera que los pies del condenado quedaran a menos de un metro del suelo, tenía argollas para enganchar los broches de las muñequeras y tobilleras.
Ana María al divisarla se detuvo para observarla, Zintia tiro de la correa; la voz de Luvna dijo: Perra esclava, quien te ha ordenado detenerte? Cuatro fuertes latigazos, reabrieron las heridas e hicieron que Ana María continuara su camino manteniendo un buen paso hasta llegar al lado de la cruz; Zintia le ordeno que descargara el madero.
Quítate las sandalias, ahora me ocupare de tus lindos pies dijo Zintia; cuando Ana María se descalzo la hizo tender en el piso de espaldas frente a un caballete de madera; le ordeno que levantara los pies y los apoyara sobre el caballete. Zintia aseguro los broches de las tobilleras a unas argollas fijas en el caballete, luego le hizo extender los brazos sobre el suelo y aseguro las muñequeras clavándolas con unas estacas de forma que quedo perfectamente inmovilizada.
En las manos de Zintia apareció un legítimo sjambok sudafricano de cuero de hipopótamo; Ana María palideció pues adivinaba lo que se avecinaba. El sjambok es una flexible varilla de 1,20 metros, con un grosor en el mango de 2,5 cm y 1 cm en la punta, realizada con una tira de duro cuero de hipopótamo tallada hasta obtener una varilla , demás esta decir que sus efectos son severísimos.
Esclava, te azotare tus bonitos pies con mi sjambok, las plantas de los pies son una de las zonas mas sensibles del cuerpo, en oriente es común que las penas de azotes se apliquen en esa zona; veremos cuanto soportas.
Zintia se ubico delante del caballete, el látigo silbo y su punta restallo sobre la planta del pie derecho, Ana María grito con fuerza; nuevamente y con mas fuerza el látigo dio en el blanco, los golpes se sucedían pausadamente, se escuchaba un breve chasquido seco y los gritos de Ana María; Zintia alternaba golpeando los dos pies; castigo veinticinco veces cada uno, las plantas estaban de un color entre rojizo y morado, la piel había comenzado a abrirse y aparecieron vestigios de sangre; los últimos diez golpes a cada pie fueron insoportables; Ana María aullaba como un animal, su cuerpo se estremecía y convulsionaba, su esfínter se aflojo y se orino y ya estaba a punto de perder el conocimiento cuando Zintia dio por finalizado el castigo; las plantas de los pies estaban en carne viva, es decir despellejadas y sangrando.
Zintia quito las estacas y libero los pies; ahora tiéndete sobre el caballete, deja colgar los brazos; lo hizo y Zintia aseguro las muñecas al caballete. Luvna dijo: Ahora esclava chuparas la pija de Andrés hasta que quede bien dura y entonces te enculara. Andrés acerco su miembro a la boca de Ana María, ésta empezó a lamer el glande con lentitud, luego fue descendiendo a lo largo del pene, no tardo en estar bien duro y debido a las anillas y los golpes de zapatilla mantenía un tamaño importante. Esto preocupo a Ana María pues era virgen del orificio anal, pero era tal la calentura que tenia que le dijo: Andrés amor mio rómpeme el culo hasta el fondo hazme gozar como nunca. Zintia unto con vaselina el glande de Andrés y le dijo: Clávala por el culo como un verdadero verdugo. Andrés apoyo el glande y presiono, apenas entro un poco, retrocedió y empujo nuevamente; Ana María grito de dolor; calla esclava dijo Andrés y empujo con mas fuerza; el glande penetro en la cavidad; Ana María gritaba y se revolvía de dolor, Andrés siguió presionando y el pene continuo penetrando, hasta quedar completamente adentro, Andrés la dejo quieta y adentro unos instantes y luego empezó a moverse hacia afuera y adentro; Ana María empezó a gritar de gozo tuvo varios orgasmos; finalmente Andrés eyaculo dentro.
Luvna dijo: Perra esclava a llegado el momento de colgarte de la cruz; Ana María presa de una gran excitación estaba cubierta de sudor; Zintia la libero del caballete y la acerco a la cruz que tenia una pequeña plataforma alrededor. Subieron a la plataforma, la hizo apoyar de espaldas en la cruz, le levanto un brazo y aseguro el broche de la muñequera a una argolla fijada en el madero; hizo lo propio con el otro brazo y satisfecha aseguro los broches de las tobilleras a una argolla que pendía en la parte inferior del tronco de la cruz, las piernas le quedaron flexionadas pues la argolla estaba colocada mas arriba a propósito; Ana María había quedado perfectamente crucificada.
Descendió de la plataforma y a una orden de Luvna la retiro rápidamente; Ana María grito fuertemente al quedar colgada de sus brazos, al tener las piernas flexionadas y unidas por lo tobillos las rodillas se encontraban bien separadas, exponiendo bien el sexo, que tenia sus tres cocodrilos y sus correspondientes pesas que al balancearse tiraban de los labios vaginales y del clítoris.
Luvna dijo: Esclava ya estas crucificada, deberás permanecer colgada del madero por dos horas, con seguridad encontraremos algo para entretenerte. Esclava, te parece que has recibido suficiente castigo ó te parece que deberíamos castigarte mas aun? La voz de Ana María resonó claramente: Castígame y tortúrame más mientras cuelgo de la cruz.
Luvna se acercó a la cruz y comenzó a observar los cocodrilos que mordían el sexo de Ana María; comprobó como estaban colocados, alzo las pesas y las soltó de golpe para observar la reacción de la esclava; luego ordeno a Zintia: Cambia las pesas por otras del doble de gramaje.
Zintia cumplió la orden con presteza, trajo las tres pesas, Luvna cambio una pesa de los labios vaginales, la dejo colgar y observo la reacción de la esclava; ésta dio un pequeño grito, Luvna remplazó las otras dos pesas; cuando cambio la del clítoris Ana María grito con fuerza; Luvna dijo que dejaría que las pesas actuaran un rato.
Le ordeno a Zintia: Toma tu látigo de cuero de hipopótamo y así como le azotaste las plantas de los pies castiga ahora los empeines y los dedos; Zintia tomo el sjambok, acaricio el cuerpo de Ana María y comenzó a azotar con fuerza sus pies; bastaron pocos golpes para que la flexible pero dura punta de cuero comenzara a arrancar la suave piel de los empeines; Ana María gritaba a cada golpe, de dolor y de placer, se retorcía presa de convulsiones, señal que el dolor explotaba en su cerebro. Pronto apareció la sangre brotando de los empeines, Zintia castigo un poco más los dedos y dio por terminada la sesión.
La esclava comenzaba a sufrir los efectos de la crucifixión; además del impiadoso sol que la quemaba y deshidrataba su cuerpo con rapidez, los insectos que en multitud la atormentaban constantemente y la debilidad producto de los castigos recibidos, el colgar de las muñecas dificultaba su respiración, debiendo tratar de asentarse sobre sus pies a fin de aliviar el peso sobre sus brazos; sentía la boca seca y su cuerpo cubierto de sudor y un insoportable dolor provocado por los cocodrilos colocados en la vagina con sus nuevas pesas.
Luvna se acercó a comprobar como habían actuado los broches cocodrilos, alzo una pesa y la soltó, el broche había cedido un poco y estaba prendido de un pequeño trocito de carne del labio vaginal; repitió la operación con los otros dos y comprobó que estaban prendidos de igual forma. Esclava, te proporcionare un gran dolor; aplicare el látigo en toda la zona, sobre los broches y para mover las pesas, veremos si tu carne resiste. Luvna hizo chasquear el látigo sobre una de las pesas, las trencillas de cuero se enroscaron en la pesa, produciendo un fuerte tirón al retirarse; la esclava bramo y trato de cerrar las piernas sin resultado pues por la forma que estaban enganchadas las tobilleras no lo permitían; el látigo azoto las otras dos pesas; Ana María gritaba y se debatía en su cruz. Ahora Luvna descargo el látigo sobre los broches, alguna de las puntas se enganchaban en las cadenitas y producían el doloroso tirón; fueron dos golpes sobre el broche colocado en el clítoris y dos azotes sobre uno de los cocodrilos en un labio vaginal; al azotar el ultimo broche las trencillas rodearon la cadenita y al retroceder arrancaron el broche con un trocito de carne, de la herida comenzó a brotar unas gotas de sangre. Te dejaremos descansar media hora, todavía tendremos tiempo para divertirte un poco más.
Bueno dijo Luvna, después del descanso me ocupare de tus tetas; pudo comprobar que eran dos grandes globos negro azulado; los finos tientos de cuero que los ataban, se habían secado y habían cortado la circulación; la piel tenia varias marcas y heridas de los latigazos recibidos. Los pezones se encontraban estirados al máximo hacia abajo apretados por los cocodrilo y bajo el efecto de las pesas que colgaban de ellos. Pudo observar que en cada teta emergían los extremos rematados en una especie de moneda, de las cuatro agujas de acero que Zintia había plantado al rojo vivo. Luvna le dijo: Esclava me serviré del látigo para quitar las agujas de tus tetas, Luvna tomo el látigo por el mango y las colas con la otra mano, el brazo describió un arco y las trencillas restallaron sobre el seno derecho reabriendo una herida anterior; el látigo volvió a restallar, esta vez la cola al retroceder arranco una de la agujas, gotas de sangre oscura brotaron inmediatamente. El látigo siguió sus viajes, fueron necesarios veinticinco azotes para quitar las ocho agujas de ambas tetas e impactar también varias veces sobre los broches cocodrilo. La esclava grito bastante durante los primeros golpes, luego se fue apagando y entro en sopor; finalmente Luvna dijo: Hemos terminado, quedaras colgada media hora más y luego te bajaremos.
Ana María estaba destruida, no sabia como haría para soportar esta ultima media hora en la cruz, su aspecto era dantesco; el rostro demudado por el prolongado dolor, los labios resecos e hinchados, el cuerpo sucio y plagado de insectos, las tetas y el cuerpo sangrando, los pezones y el sexo estirados por la pesas, le producían grandes dolores cada vez que se movia, los pies despellejados y ensangrentados; si bien estaba feliz por haber sido tratada como una esclava condenada a la cruz y había gozado como nunca, el suplicio era muy largo, llevaba varias horas y aun no había finalizado. El calor y el sol la habían deshidratado, los variados y prolongados castigos la habían debilitado, le costaba respirar y ya no tenia fuerzas para levantarse apoyándose sobre sus pies. Sentia que estaba a punto de perder el sentido, se deleito recreando los tormentos que había padecido,entro en un sopor y termino adormeciéndose.
Zintia tomo varias fotografías, demás esta decir que Andrés filmo todo el castigo del principio al fin y se valió de la ayuda de Luvna, Zintia y un trípode para grabar las secuencias en donde el participo.
Comentarios a luvna32@yahoo.com.ar