Las zapatillas de mi suegra. 1ª parte
La paz en mi casa llegó con mi suegra
Soy un hombre atareado, la verdad. El trabajo me deja poco tiempo para estar en casa. Eso tiene sus ventajas y sus desventajas, como todo. Una de las pocas ventajas, es que no suelo estar presente en los conflictos cotidianos que se suelen producir habitualmente en casa. No son nada grave, por supuesto, pero tanta mujer junta…no es algo que me preocupe, pero suele ser muy aburrido.
Lo cierto que en casa todo es un poco loco. No, no me quejo, es estupendo ser tantos (teniendo en cuenta la época en la que vivimos). Tanto yo como mi mujer, y bueno, todos en general, somos muy tradicionales respecto a la unidad familiar. Tenemos un corte de familia de los años 60-70 muy entrañable. En mi casa a día de hoy vivimos mi mujer, su hermana y mi cuñada.
Nosotros no tenemos hijos y por diversas circunstancias de la vida, hemos acabado viviendo todos bajo el mismo techo.
Mi mujer, Rosa, tiene unos muy buenos 36 años. Es una preciosidad, la verdad. Ahora mismo no trabaja. Se ha tomado un año sabático. Disfruta de su familia, su tiempo, de leer y pintar.
Su hermana, Azucena que es soltera, tiene 26 añitos muy bien plantados. La gusta vivir con nosotros, además no tiene que pagar alquiler y tiene su propia habitación e intimidad. Terminó su carrera hace poco y está de prácticas.
En cuanto a mi cuñada Paloma, bueno, fatalidad del destino que al poco de casarse mi hermano la abandonó por otra. Sí, es mi hermano y le quiero, pero se portó fatal con ella. Él se largó de malas formas, aunque no pretendo juzgarle ni hablar de él. Nosotros acogimos a Paloma inicialmente, no tenía donde ir. Y el tiempo fue pasando y al final se quedó a vivir con nosotros. Tiene 45 años, es toda una mujer, muy atractiva, por cierto. Tiene su propio trabajo como pequeña empresaria y le va muy bien. Podría haberse independizado, pero lo cierto es que es una parte imprescindible de la familia, y no queremos ninguno que se vaya. Y así llevamos bastante tiempo. Y así queremos que siga siendo. Y como es de esperar, tres mujeres en la misma casa general habitualmente pequeño conflictos.
Se me olvidaba deciros que tengo una gran casa independiente en un pueblecito cercano a la capital. La zona está fenomenal, tranquilidad, campo, aire limpio... en fin, un lujo.
Raro es el día que no hay alguna discusión entre alguna de ellas, o las tres a la vez. Yo no suelo meterme, ya que para el poco tiempo que estoy en casa, no tomo partido por ninguna y eso me permite tener cierta tranquilidad.
Pero lo cierto es que nuestra vida transcurre con una normalidad agradable.
Lo que os voy a decir, si no me hubiera ocurrido a mí y me lo contases tú, no me lo creería, pero así fue.
Por circunstancias que no vienen al caso, mi suegra habló con nosotros y nos dijo que había pensado en venir a vivir con nosotros. La verdad que no tuvimos mucho que pensar. Es una joya de mujer, aunque mi mujer estuvo algo reticente. Luego supe por qué. A mí no me dijo nada, pero intuí que por un momento no le hacía gracia. Pensé que eran imaginaciones mías. La pregunté al respecto, pero me dijo que eran bobadas mías.
Y Fermina, que así se llamaba, se vino a vivir con nosotros. Una mujer mas no se notó mucho, o eso pensaba yo. La verdad que mi vida siguió más o menos igual. Yo seguía con mucho trabajo, y los fines de semana los pasábamos de distintas formas, no nos aburríamos.
Fermina era una mujer alegre que bromeaba habitualmente, pero tenía fama de tener bastante genio, según decían sus hijas de cuando vivían con ella. Ya se sabe de chiquillas alguna vez había cobrado por alguna trastada. No hablan mucho de ello, pero en alguna conversación con Fermina en años anteriores hizo referencia a ese tema.
Pero a los pocos días empecé a notar ciertos cambios en “mis” chicas. Sobre todo en mi mujer. La encontré un tanto distante y esquiva en ciertas ocasiones. A mi cuñada la vi un poco más nerviosa que de costumbre. A mi sobrina Azucena apenas la veía. Y la que encontraba radiante era a Fermina. La veía muy contenta.
Como digo, no me enteré de lo que pasaba en un primer momento. Recordando después, si es cierto que ya había señales al respecto. Algunas frases de Fermina lo indicaban.
- Bueno Carlos, tendrás mucho trabajo a la hora de tener a tanta mujer a raya jajajaja – Bromeaba
Cuando estaba yo en casa y se producía alguna discusión entre mis chicas, a Fermina le cambiaba el semblante y decía seria frases del tipo:
- Yo solucionaba esto rápidamente…- y movía su pie derecho levantando la puntera y mirando hacia su zapatilla de estar por casa.
Y esas pequeñas discusiones que solía ver, fueron poco a poco desapareciendo. No me di cuenta en un principio, pero así ocurrió
Supongo que te vas haciendo una idea, ¿no?
continuara