Las vueltas de la vida
De la noche a la mañana la vida nos había cambiado. Patricia, la mujer de un amigo de toda la vida, me estaba chupando la polla mientras mi mujer le acariciaba el pelo.
Las vueltas de la vida
De la noche a la mañana la vida nos había cambiado.
Patricia, la mujer de un amigo mío de toda la vida, me estaba chupando la polla con ganas mientras mi mujer le acariciaba el pelo:
- "Cómetela zorrita que sé que te morías de ganas desde hace semanas. A partir de ahora no necesitarás más polla que ésta preciosidad. Y es entera para las dos. Suave de arriba abajo. Mójasela bien que ahora te la va a meter." Le susurraba mi mujer.
- "Cariño, te va a encantar follarte a esta muñequita." Me dijo a mí.
Todo comenzó después de morir mi amigo Esteban. Él y yo, Alberto, hemos sido amigos desde que nacimos. Fuimos al mismo colegio e incluso estudiamos la misma carrera en la ciudad en que vivimos, Zaragoza. Ambos conocimos a las que serían nuestras mujeres mientras estábamos estudiando y desde entonces los 4 hemos estado muy unidos.
Alberto y Patricia se casaron antes que nosotros y tuvieron hace unos años un niño. Mi mujer, Cristina, y yo estuvimos un tiempo viviendo juntos pero en el momento que decidimos tener hijos nos casamos. Al año nacían nuestras dos gemelas. Pero ni el matrimonio ni los hijos hicieron que nos separábamos.
Los cuatro solos o acompañados con los niños quedábamos todos los fines de semana para hacer algún viaje o salir a cenar y copas. La mayoría de las veces íbamos solos pero otras se unían más amigos solteros o casados.
Cristina y Patricia también eran uña y carne. Se ayudaban en todo lo que podían y siempre salían juntas de compras o de juerga si tocaba noche de solteras.
Nuestra vida se truncó cuando hace seis meses Esteban murió de repente en un accidente de tráfico. Mi mujer y yo, después de recuperarnos de la noticia ayudamos en todo lo que pudimos a Patricia.
Patricia estaba destrozada. Fue mi mujer la que se encargó de su hijo durante las primeras semanas y cuando vimos que su estado de ánimo no mejoraba decidimos invitarla a pasar unos meses en nuestra casa hasta que se repusiera. Como soy el propietario de una empresa que va de maravilla, mi trabajo y horas me cuesta, podemos permitirnos tener invitados en casa por tiempo indefinido y además vivimos fuera de Zaragoza en un chalet bastante grande, por lo que Patricia y su hijo no serían ninguna molestia y con nuestro contacto llevaría mejor la muerte de Esteban.
Desde el principio todo fue fenomenal. Como mi mujer también trabaja fuera de casa y Patricia no, ella se encargaba de organizar la casa, las asistentas, el chófer, y cuidaba de su hijo y nuestras gemelas como si fueran sus propias hijas. Cuando llegábamos a casa del trabajo nos tenía preparadas todas las noches una cena.
Cenábamos los tres en el salón, ni nos teníamos que mover porque tenemos cocinera y camarera y nos dedicábamos a beber vino y hablar sobre el día, sobretodo de Esteban, pero también de lo que haríamos el fin de semana o sobre cualquier tema que nos interesara. A los tres nos gustaba leer o ver películas y siempre nos quedábamos después en el salón juntos hasta irnos a dormir.
Pese Patricia siempre pareció muy sexy (es una castaña de estatura normal, con una cara preciosa, ni un gramo de grasa, unas curvas maravillosas, unas tetas pequeñas y duras y un culo simplemente perfecto) nunca tuve la más mínima intención sexual sobre ella mientras Esteban vivía y hasta tiempo después de que empezara a pensar con ella como una más de mis mujeres.
Mi mujer siempre me había satisfecho en todo. Siempre he estado loco por ella. Es una morenaza alta, delgada, con unas tetas grandes que me encanta chupar y correrme en ellas y un coño precioso que me conozco de memoria. Desde que la conocí supe que sería una auténtica puta en la cama. Al poco de salir, ella me dijo:
- "Verás Alberto, no te voy a engañar porque ya hemos follado varias veces y sabes que no tengo un pelo de monja. Me he enamorado de ti y también de tu polla. Tengo continua necesidad de ella. Si no te gusta lo zorra que soy me lo dices pero si decides estar conmigo has de saber que nunca estaré con nadie más pero haremos todo lo posible e imposible."
Yo ni respondí. Sólo sé que me empalmé de inmediato, me la saqué, la miré y arranqué el coche hacía el restaurante en el que habíamos quedado para cenar (precisamente con nuestros amigos Esteban y Patricia). Ella sonrió y alargó la mano para cogerme la polla:
- "Me vuelves loca. Te voy a dar una mamada que estarás recordando toda la cena"
Y así tomó la costumbre de que siempre que fuéramos en coche o estuviéramos viendo una película me sacaba la polla y me la meneaba y cuando apetecía chupaba hasta hacerme o correr o acabar follando.
Pero volvamos al presente. Con el paso del tiempo Patricia fue mejorando mucho. La tristeza en la cara le había cambiado por una sonrisa casi perpetua cuando estábamos en casa o los fines de semana y por decidimos que era el momento de que empezáramos a salir de casa los tres para que volviera a tomar contacto con la realidad.
La primera noche que decimos salir nos preparamos para ir a cenar con unos amigos. Mi mujer se vistió increíble: un vestido corto que se ajustada en la cintura y con toda la espalda al aire, ni sé cómo conseguía cubrir sus grandes tetas con la telilla que tenía por delante. Me enseñó el tanga negro de encaje que llevaba debajo y le dije:
- "No te voy a dejar meter mano en toda lo noche y en cuanto pueda te voy a chupar entera hasta dejarte bien caliente para que después vengas buscando polla. Buena zorrita eres Cris."
- "Ya lo sé cariño. Pero esta noche no olvides que tenemos que preocuparnos de Patricia para que esté bien. No quiero que nos pille con tu mano mojada en mi coño mientras ella aún no se ha repuesto del todo."
- "Vale. Entonces esta noche tengo a dos mujeres que cuidar".
Cuando vi salir a Patricia, casi me da algo. Mi mujer le había dejado un vestido negro amplio pero muy corto que le hacía unas piernas increíbles. Aún no sé por qué lo dije pero lo dije:
- "Patricia, estás preciosa. Nunca antes había visto una mujer así". Cuando acabé de decirlo me empecé a arrepentir por ella y por mi mujer. Pero ella respondió:
- "¿De verdad? Hace mucho que nadie me miraba así. Gracias Patricia".
Mi mujer lejos de molestarse al contrario parecía encantada. Me miró y me dijo:
- "¡No te quejarás con las dos preciosidades que sales hoy Alberto!"
- "¡Ni vosotras de mí!" Reímos.
Algo debió notar mi mujer en mí porque cuando íbamos hacia el coche y Patricia se quedó atrás despidiéndose de la asistenta mi mujer me dijo:
- "Sabía que te gustaría ese vestido y que te pondría a mil. Esta noche voy a hacer que eches humo. Te aviso de que lleva exactamente el mismo tanga que yo pero blanco y que estoy segura de que empezará a mojarlo en cuanto empecemos a cenar."
En la cena éramos en total ocho personas. Era una mesa redonda y mi mujer se sentó en medio de Patricia y mío. La sonrisa de mi mujer al principio de la cena y la conversación de los tangas me hicieron sospechar que la cena iba a ser muy dura.
Nada más empezar me dijo:
- "Cariño, tengo que ser sincera contigo. Como todas las noches, después de follar contigo, te duermes antes que yo, siempre suelo levantarme a beber agua o leche. Hace un par de semanas, cuando llegué a la cocina, me encontré a Patricia a oscuras bebiendo un vaso de whiskey".
- "Empecé a hablar con ella y me dijo que todas las noches necesitaba un whiskey para poder dormir después de lo caliente que se quedaba cada que nos oía follar".
- "Yo le pregunté: ¿Nos oyes mucho?"
- "Al principio no prestaba demasiada atención porque no me quitaba de la cabeza a Esteban pero poco a poco empecé a oíros y desde hace días, como no cerráis la puerta del todo os miro desde el principio hasta el final. Luego me voy a mi habitación me masturbo pensando en vosotros pero no consigo calmarme del todo hasta que me tomo uno o dos whiskys"
Mientras mi mujer me contaba esto yo no era capaz de seguir la conversación de la mesa y sólo estaba concentrado en mi copa de vino y en la mano que mi mujer empezaba a apoyar en mi rodilla. Vi que mi mujer se volvía para hablar con Patricia en susurros y también como apoyaba su mano en la rodilla desnuda de ella. Mi mujer volvió de nuevo a mí:
- "Yo cariño no sé por qué pero mientras Patricia me contaba cómo nos miraba follar me empecé a calentar muchísimo y le pedí que me sirviera una copa a mí también".
- "Mientras bebíamos en silencio le pregunté: Patri, ¿qué es lo que más te gusta mientras nos ves follar? Ella me respondió:
- "Me gusta todo. Siento decirte esto pero me encanta la polla de tu marido. Nunca había visto una polla tan perfecta. Es larga, rosada y siempre dura. Pero también, desde que miro como te come el coño y me fijo en ti ya que antes no había mirado ninguno, estoy obsesionada con tu coño. Me imagino que soy yo la que pasa la lengua, lame y saborea los líquidos que se bebe tu marido".
- "Yo cariño le contesté de repente: ¡pero Patri no sabía que pudieras ser tan cachonda!"
- "Yo tampoco Cris. Siempre tuve buena relación sexual con Esteban, pero desde que vivo con vosotros y veo la vuestra he sacado una zorra de dentro que no conocía y que no consigo controlar mientras estoy con vosotros".
- "Alberto yo ya no era capaz de controlar mi excitación. Estaba empapada debajo del camisón e instintivamente me metí la mano debajo de las bragas mientras hablaba con ella. En cuanto vio mi mano ella hizo lo mismo y las continuamos hablando mientras nos acariciábamos nuestros coños". "A continuación le solté: Patricia, ¿así es que te gustaría mirar y oler mi coño de cerca?"
- "Sólo me dijo: Por favor."
- "Alberto me subí encima de la encimera que tenemos en la cocina para desayunar y me abrí de piernas delante de su cara y le dije: "Pues comételo entero".
- "Ella sólo sonrío, me echó las bragas hacia un lado y sin dejar de tocarse el coño, me empezó a dar la mejor comida de coño que me han hecho jamás."
Lo que más me sorprende es que en ningún momento me sorprendí por el relato que me estaba haciendo mi mujer. Después de la convivencia que habíamos tenido con Patricia, lo entendía perfectamente y es más hasta me hacía feliz por ella y por mi mujer.
Por supuesto yo estaba a mil. Mientras mi mujer me contaba todo esto había ido subiendo poco a poco su mano por la pierna y mientras se volvía para hablar de nuevo con Patricia fue desabrochándome la bragueta para llegar a tocarme la polla y empezar a masajearla. Noté cómo Patricia me miraba mientras hablaba con mi mujer y por primera vez pude ver una sonrisa caliente como nunca la había visto en ella lo que me hizo sospechar que mi mujer estaba haciendo lo mismo con ella y le estaba contando nuestra conversación.
Mi esposa volvió a mí:
- "Me estuvo comiendo el coño casi cuarto de hora. Al principio ninguna de las dos dijo nada pero entre que yo seguía bebiendo whiskey y que su lengua me estaba volviendo loca me empecé a calentar como una puta. Y sabes que cuando me caliento no hay quien me pare así es que fue acariciando su cabeza y empujándola más y más mientras le decía: Así, méteme la lengua hasta fondo putita."
- "Cuando le hablé me miró con ojos llenos de lujuria así es que seguí: Venga que se note que tenías ganas de coño. No sabía que eras tan zorra pero vamos a disfrutar a partir de ahora".
- "Llegó un momento en que yo y ella sabíamos que yo llegaría al orgasmo y noté que a ella le excitó tanto que pude oír perfectamente como sus dedos salían y entraban de su coño empapado para también correrse".
- "En ese momento le solté: En cuanto pueda le voy a contar a Alberto como chupas para que sepa la zorrita que tenemos en casa. ¡Seguro que te mueres de ganas de que te meta esa polla que tiene y follarte el coño y ese culo perfecto que exhibes ante él como una puta!" "Ella sólo susurró mientras se corría con los ojos fijos en los míos: Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii."
A esas alturas mi mujer ya había sacado mi polla del pantalón y estaba haciendo una paja en toda regla. Yo la tenía durísima después de la confesión, así que la miré y ella supo que o paraba o me correría allí mismo. Como la conozco y sé que aquella noche me quería tener a tope para que después la pegara una follada fuerte y loca como a ella le gusta en seguida paró, sacó la mano, se dio la vuelta hacia Patricia y la acarició suavemente la cara con la misma mano mientras supongo le contaba todo.
Creo que nuestros amigos de la mesa no se enteraron de lo que ocurría porque cada vez que les miraba estaban enfrascados en alguna anécdota o risas. Me guardé como pude la polla y me levanté al servicio para calmarme un poco. Cuando llegué al servicio vi cómo detrás de mí me seguía Patricia que me cogió la mano y detrás de una columna me plantó o beso en el que me metió la lengua hasta el fondo. Yo le metí mano por detrás del vestido, le moví el tanga, metí mi dedo corazón en la entrada de su culo y le susurré al oído: "Cuando lleguemos a casa te voy a partir este precioso culo que tienes." Sin más. Sabía que ella no necesitaba cariño ni palabras bonitas, necesitaba que la follara.
Después de volver nos integramos con el resto de la cena aunque con miradas cómplice de los tres. Cuando salimos todos del restaurante nos tomamos una copa los ocho juntos en una discoteca cercana pero estuvimos separados y yo, mientras hablaba con el grupo de hombres, no me quitaba de la cabeza la imagen de Patricia comiéndole el coño a Cristina.
A la hora de volver a casa, una pareja amiga nuestra nos pidió si podían volver con nosotros ya que viven en la misma urbanización de Zaragoza que nosotros. Después de dejarles aparcamos el coche y los tres sin decir nada entramos en casa. Patricia se quedó hablando con la asistenta y mi mujer y yo nos fuimos directamente al salón. Nos pusimos los dos un whiskey, el mejor que teníamos porque los dos sabíamos que sería una noche emocionante, y le servimos otro a Patricia que se lo dejamos en la mesa en frente del sofá.
Mi mujer y yo nos sentamos juntos en el sofá y nada más darle el primer sorbo a la copa, me desabrochó el pantalón, sacó la polla y mirándome a la cara me dijo:
- "¿Está contento mi marido? Está noche se va a follar a dos auténticas putas."
- La miré serio y dije: "Chupa". Sonrió y me empezó a comer la polla con suavidad.
Al poco llegó Patricia, nos miró, le cambió la cara a pasión y se sentó en el sillón delante de nosotros. Mientras cogía su copa y empezaba a beber se abrió de piernas, movió sus bragas y sin dejar de mirarnos empezó a tocarse el coño.
Me gustó su coño nada más verlo. Lo tenía casi afeitado del todo pero mantenía una zona con vello del mismo color castaño que su pelo. Los labios eran de un color rosa pálido pero su clítoris e interior aparecían rojo. El brillo de los líquidos que echaba le daba además una imagen perfecta. La follaría esa noche y muchas más.
Mi mujer dejó de chuparme, la miró y dijo:
- "Alberto cariño, ¿quieres que esta zorrita te coma la polla?" No esperó mi respuesta: "Patricia, ven a chuparle la polla a mi marido cariño".
Patricia asintió, se lamió los dedos mojados con sus flujos, se levantó, se puso delante de nosotros, se bajó el tanga y se lo quitó, se acercó al oído de mi mujer, y le susurró: "Graciassssss", se agachó y me pasó la lengua por toda la polla.
Patricia, la mujer de un amigo mío de toda la vida, me estaba chupando la polla con ganas mientras mi mujer le acariciaba el pelo:
- "Cómetela zorrita que sé que te morías de ganas desde hace semanas. A partir de ahora no necesitarás más polla que ésta preciosidad. Y es entera para las dos. Suave de arriba abajo. Mójasela bien que ahora te la va a meter." Le susurraba mi mujer.
- "Cariño, te va a encantar follarte a esta muñequita."
Continuará.