Las vueltas de la vida 2

Desperté y apoyada en mi hombro estaba Patricia desnuda, la viuda de mi mejor amigo y amiga de mujer, y en su vientre descansaba mi mujer Cristina.

Me desperté con la luz de media mañana de otoño por toda la habitación. Había dormido poco pero tenía el cuerpo y mente feliz. En la habitación hacía ligeramente calor y un olor a sexo que lo impregnaba todo. Apoyada en mi hombro estaba Patricia, la viuda de mi mejor amigo y amiga de mujer, y en su vientre descansaba mi mujer Cristina. Los tres estábamos desnudos y mientras admiraba los pechos y coño de Patricia a mi lado empecé a recordar la noche pasada.

Después de salir a cenar, nos sentamos en el salón y después de empezar a chuparme la polla mi mujer, Cristina invitó a Patricia a seguir el trabajo:

"Cómetela zorrita que sé que te morías de ganas desde hace semanas. A partir de ahora no necesitarás más polla que ésta preciosidad. Y es entera para las dos. Suave de arriba abajo. Mójasela bien que ahora te la va a meter." Le susurraba mi mujer.

"Cariño, te va a encantar follarte a esta muñequita."

Yo a estas alturas y entre lo que me había contado en la cena Cristina tenía bastante claro lo que había sucedido en las dos últimas semanas. Siempre había intuido que a mi mujer le atraían las mujeres guapas, lógicamente. Cuando nos encontrábamos con cualquier pibón notaba como sus ojos se fijaban en las tetas y cintura tanto como yo. Cuando le comía el coño siempre insistía en chuparme sus flujos de mi boca o de mis dedos, decía que ese olor le volvía loca. Le pregunté:

"Cariño, ¿cuántas veces le has comido el coño ya a Patricia?"

"Alberto, soñé con lamer su chocho desde la primera noche en que se confesó en la cocina. Pero no encontré mejor momento hasta ayer por la tarde antes de salir a cenar".

Mientras me contaba cómo había sucedido todo, dejó de acariciar la cabeza de Patricia, se sentó en suelo al lado de ella y empezó a meterle mano su coñito y culo:

"Por la tarde, Patricia me pidió prestado un vestido para la cena y se estuvo probando varios delante mío. ¿Patricia, verdad que sabías que estabas poniendo a cien con cada prueba putilla?.

Patricia dejó de chuparme y comentó, siempre en voz baja, "Sabía que tenías tantas ganas como yo de comerme y pensé que te calentaría poco a poco".

"Sí, verla moverse con las tetas al aire y las bragas que tenía me empezó a volver loca así es que le dije: Patricia, te voy a traer un tanga que tengo para que te lo pongas esta noche".

"Cuando volvía con el tanga ella, sólo vestida con las bragas, se las quitó y puso el tanga, se sentó en la cama de la habitación, abrió las piernas y me preguntó qué tal le quedaban". "Supe en ese momento que sería mía". "Me quité la ropa y me quedé sólo con el mismo tanga que ella llevaba pero negro. Le dije: "Patricia, primero te voy a morder los pezones mientras te meto mano, después te voy a comer cada centímetro de ese coño rosado y luego, te daré la vuelta y te meteré la lengua todo lo lejos que llegue dentro de ese culo que me vuelve loca".

Entre la cena, la comida de polla que me estaba haciendo Patricia y la historia de mi mujer, sabía que pronto me correría. Mi mujer que me conoce, empezó a empujar la cabeza de Patricia a mayor ritmo para que disfrutara y me corriera mientras terminaba:

"¿Sabes que fue lo que más me gustó de esta zorrita Alberto? Comerle el culo. Claro que el olor de y suavidad de su coño me encantan, pero oír cómo se corría mientras le metía la lengua por el culo, le cogía una teta con una mano y con la otra le daba de vez en cuando azotes ha sido una de las mejores experiencias de mi vida."

"¿Te vas correr mi amor? Córrete en su boquita que después te enseñaré su culo para que te lo folles."

Exploté, con una mano en la cabeza de Patricia guiándola para que se tragara todo y la otra en la de la mujer, toda la leche había acumulado desde la cena. Sabía lo que tenía que decirle a Patricia sin ni siquiera hablarlo con Cristina:

"Te quiero como a mi propia mujer y te trataré como si lo fueras. Quiero que pases todo el tiempo que quieras con nosotros. Esta es tu casa tanto como nuestra y sabes tu hijo es el nuestro también. Nos encanta tenerte a nuestro lado y tu compañía. Y tanto a Cristina como a mí nos vuelves locos. Hoy y a partir de ahora te follaré como mi mujer y por eso como mi puta"

Patricia no necesitaba hablar porque lo sabía. Me miró con pasión y todavía con leche en la boca acercó su cara a la de mi mujer y juntas se besaron y morrearon. Las lenguas y mi leche corría por sus labios y bocas y poco a poco se fueron calentando mientras se metían mano.

Recordando esto en la cama por la mañana estaban haciendo que me calentara de nuevo y me empecé a pajear mientras miraba a Cristina y Patricia. No podía dejar de recordar cómo le jodí el culo a Patricia aquella noche.

Después de mi corrida en el sofá, mis dos mujeres decidieron seguir en nuestra habitación. Yo las seguí mientras subían dadas de la mano hasta la cama. Allí, decidí dejarlas solas mientras me sentaba en su sofá que tenemos enfrente de la cama.

Se notaba que sentían una atracción mutua fuertísima. Se tocaban los pechos, se mordían los pezones y se metían dedos y dedos en sus coños, hasta que decidieron hacer un 69 poder comerse la una a otra. No tardaron ni diez minutos en correrse en un orgasmo lento y suave que gozaron cada segundo. Después, mi mujer me miró tomó las riendas y empezó a chuparle el culo a Patricia mientras me decía:

"Cariño, ¿quieres sabes que me dijo Patricia esta tarde cuando le pregunté qué era lo que primero que quería que la hicieras? Me dijo, no, me susurró al oído mientras me metía mano que quería que le dieras por el culo con tu preciosa polla".

"Mira Patricia que polla tan grande y brillante. Ahora la tendrás por fin en tu culo."

Yo, después del numerito de las dos, estaba empalmado, les dije: "Venid a aquí". Se levantaron y vinieron hacía mí. Mi mujer que sabe cómo me gusta, puso a Patricia dándome la espalda, se agachó, me chupó la polla para mojarla y se levantó para guiar a Patricia.

"Patricia, ya sé que nunca te han abierto ese culito pero ahora nuestro marido te va follar". Y poco a poco la fue haciendo doblar las rodillas hasta que tuvo la punta de mi polla en su culo. No podía ver la cara de Patricia, pero por sus gemidos supe que estaba excitadísima.

Mi mujer bajó hasta su coño y empezó mover la lengua desde su clítoris hasta el tronco de mi verga. Patricia comenzó a gemir más fuerte:

"Joder, pero qué cabrona eres. Vas a hacer que me corra y ni siquiera me la ha metido todavía. Deja que me folle por favooooooooooor".

Cristina se levantó, la besó y sin más la bajó de golpe hasta que se metió toda la polla y acabó sentada sobre mí. Patricia gritó:

"Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Síiiiiiiiiiiii. Por fin. Qué polla tienes cabrón. Te quiero Alberto".

Patricia se movía muy despacio de arriba abajo sobre mi polla. Tan lentamente que me estaba calentando más y más. Parecía como si quisiera disfrutar con coda centímetro de mi polla. Subía su culo poco a poco hasta que salía mi capullo completamente y sin separarse de la punta volvía a sentarse de nuevo gimiendo cada vez más:

"Me encantaaaaaaaaa. Patricia vaya secreto que tenías guardo a en casa. No me extraña que no quieras más polla que la de Alberto. Yo tampoco. Gracias. Siiiiiiiiiiiiiiiiii."

"Calla". Le dijo mi mujer y empezó a comerle la boca para dejarla con menos aire y que así disfrutara más.

Se morreaban salvajemente y mi mujer de vez en cuando paraba para morderle los pezones. De repente bajó hasta el coño de Patricia, le empujó hacia abajo para que se metiera toda mi polla en el culo y la retuvo sin moverse con todo dentro. Después empezó a chuparle el coño y lamerle el clítoris.

"Así Cristina. Cómemelo entero" Dijo suavemente Patricia mientras se apoyaba sobre mí de espaldas, giraba su cuello y me empezó a besar.

La lengua de mi mujer en su coño y mi polla entera dentro de culo sin moverse era demasiado placer para Patricia y empezó a gemir cada vez más fuerte. Supe que estaba cerca de correrse porque empezó a contornearse encima de mí y me susurró al oído:

"Sabes mi amor, mi voy a correr por ti y tu mujercitaaaaaaaaaaaaa. Es la primera vez que me voy a correr con tu poooolla dentro y me vuelve loca. Ahhhhhhhhh. Seguro de que no será la última porque tienes aquí a tu nueva mujer y puta para siempre y para lo quieraaaaaaaaaas!!!!!!!!!!.

Enseguida empezó a correrse como una auténtica posesa. Mi mujer paró y sentó en suelo justo delante de ella mientras se tocaba el coño y la miraba. Las contracciones de Patricia eran brutales y yo sentía como si me follara sin ni siquiera estar moviendo el culo. Para mí fue uno de los mejores momentos que he tenido follando. La sensación de tener a mi nueva mujer con mi polla en su culo y totalmente apoyada mientras se corría y sentía cómo disfrutaba cada centímetro de su piel era inigualable.

En ese mismo momento me acordé de Esteban y supe con seguridad que si estuviera viendo a su mujer en ese instante sería feliz. Esteban quería a su mujer con devoción y estoy convencido que lo que más habría querido en este mundo es verla feliz después de su muerte. Además también sabía que de elegir con quién habría de retomar su vida me habría elegido a mí y a mi mujer.

Patricia poco a poco fue relajándose del orgasmo. Todavía tenía mi polla dentro de su culo aún totalmente empalmada y estaba empapada de sudor. Yo la acariciaba los pechos suavemente mientras le besaba la boca y su oreja.

Miré a mujer y vi cómo se metía varios dedos en su coño. Tenía los ojos vidriosos mientras nos miraba y dijo:

"Vaya corrida Patri. Sabía que la polla de mi marido en tu culo te explotaría. Cuando me dijiste que nunca te habían dado por atrás viendo lo zorra que eres supe que necesitabas esa polla dentro para volverte una adicta".

"Alberto, ¿No vas a follarte a tu otra mujercita?"

Continuará.