Las vueltas de la vida (1)
Incesto m/h.
LAS VUELTAS DE LA VIDA
Por un amigo, conocí una interesante página en Internet, donde uno podía conocer mujeres en forma anónima, especificando incluso el país y la ciudad. El mismo la había probado y había conocido a una mujer separada, con la cual luego de intercambiar un par de correos de carácter erótico, se habían juntado y había concretado todo lo que se habían escrito.
Ingresé a la página y la verdad era bastante buena. Aunque como mi ciudad era muy pequeña, no había muchas mujeres como las que me gustan a mi, pasadita de los cuarenta. La mayoría entre los 16 a 30 años. De todas formas había unas cuantas a las que mandé algunos correos.
De un total de 10 correos que mande, solo 2 me contestaron, ambas casadas. Como en mi trabajo tengo una oficina solo, donde nadie me controla, agregue a las dos a mi Messenger. Comencé a charlar con ellas, una era dueña de casa, 42 años, con 3 hijos, con ella el tema fue fácil, ya que su marido trabajaba fuera de la ciudad y sus hijos ya eran todos grandes, uno en la universidad. En unas cuantas conversaciones, me mostró las tetas por cámara y en menos de una semana, nos juntamos, fuimos a un motel y concretamos nuestras eróticas conversaciones de Messenger.
Pero no fue lo que yo esperaba. Todo lo ardiente que había escrito en el Messenger, eran solo palabras. A la hora del sexo, era muy poco activa, floja, dejándome a mí hacer todo el trabajo. De todas formas no estuvo malo el encuentro, pero no valía la pena arriesgar mi matrimonio con una segunda salida por esta mujer que no valía la pena.
Sin embargo, la otra mujer que contacté, era distinta. Un poco más reservada que la anterior. Su nombre Aurora, bueno al menos así me dijo que la llamara, por que no quería que se supiera su verdadero nombre. Ella también era casada, pero de un matrimonio bien constituido. Tenía 49 años, 2 hijos ya mayores, trabajaba, pero tampoco me quiso decir donde. Me confeso que solo por curiosidad había entrado a la pagina y se había inscrito. Con largas conversaciones logré sacarle que amaba mucho a su marido, pero que sexualmente hablando estaba un poco abandonada. Que ella era una mujer muy apasionada y que su marido, quizás por la rutina, su trabajo en fin, o su edad, 10 años mayor que ella, ya no la buscaban con la frecuencia o con la pasión que ella requería. Me comentó que tenía un par de compañeras de trabajo que habían tenido relaciones extramaritales con jóvenes de mi edad, bueno quizás no tan joven con 32 años, pero para ellas si, y que hablaban que éramos unos reyes en la cama. Pero que ella, de ahí hacer algo mas que hablar, lo encontraba muy difícil.
Fue a si como comencé hacer un trabajo de joyería con esta mujer. Pasó a ser un desafío. Hablábamos todos los días por Messenger, nos mandábamos chistes, yo siempre tratando de que fuesen de carácter sexual, hasta que poco a poco se fue abriendo , me comentó sus gustos en la cama, sus experiencias sexuales, sus fantasías eróticas sin cumplir , etc. Me confesó antes de su marido solo una par de hombres habían disfrutado de su cuerpo, y que después que se caso a los 19 años, siempre se había comportado como una dama en la cama con su marido, que el era muy conservador y que por lo mismo nunca había llegado a plantearle sus fantasías, como que el acabara en su boca o ella hacer lo mismo en la de el. También me confesó que su mayor deseo era que alguien la follara por el culo. Que a veces en sus masturbaciones se introducía cosas por el culo y que disfrutaba de sobremanera, pero que jamás tendría la confianza de decirle eso a su recatado marido. Todo esto no llego y me lo confeso de buenas a primeras, fue un largo trabajo de cerca de tres semanas.
Me confesó que se excitaba conversando conmigo, que a veces, aprovechando que su oficina tenia puerta y no era frecuente que la molestaran, me contaba que se había masturbado pensando en todas las cosas que yo le escribía, como le haría sexo oral hasta hacerla acabar en mi boca, como se la metería por el culo, como me gustaría que ella se comiera mi semen etc.
Una vez le pedí que se sacara los calzones y se metiera algo en su sexo y que se imaginara todo lo que yo le escribiera. Me escribió que se había ido al baño, se había sacado su ropa interior, que había cerrado la puerta de su oficina con llave y que mientras yo le escribía todo lo que haríamos en un supuesto encuentro, se había excitado tanto, que sentada en la silla reclinable, había subido ambas piernas al escritorio y se había masturbado leyendo las cosas que yo le colocaba. Que sin tener nada a mano para meterse en su concha, había tomado se celular y se lo había metido, Luego se había metido un dedo en el culo y que con el otro se había masturbado fogosamente hasta alcanzar un orgasmo que nunca había tenido, sin importarle que su chorro de placer hubiese dejado todo manchado su escritorio incluso unos papeles importantes que en el tenía, debiendo limpiar con sus mismas pantaletas todo lo mojado.
Eso fue otra de las cosas que me calentó de ella, cuando me contó que cuando ella acababa botaba una enorme cantidad de jugos vaginales. Fue esto la culminación de nuestras conversaciones por Messenger y yo también masturbándome en mi oficina hasta acabar, le dije que ya no aguantaba mas las ganas de conocerla.
Ella me dijo que esas semanas que habíamos hablado, su libido estaba en las nubes, que se acordaba de nuestras conversaciones, que andaba todo el día caliente y que se había masturbado frecuentemente en las duchas pensando en mi, también me confesó que había buscado a su marido esos días, pero que este andaba con un carácter insoportable y que, aunque le daba mucho miedo, se moría de ganas de estar conmigo, sin importarle que yo fuese mas joven o que fuese casado. Que solo quería sexo, que no quería que la llamara por teléfono o investigara más de su vida, donde trabajaba o cosas así, y suplicándome una absoluta privacidad, ya que ella era casada, con un buen matrimonio y que nuestra ciudad era muy chica , donde fácilmente alguien podía llegar con los comentarios hasta su marido.
Estaba completamente de acuerdo, yo también por mi parte le dije que también necesitaba completa reserva, por mi señora y quedamos de acuerdo para juntarnos ese mismo día en una desolada calle. De todas formas tenía que ser temprano, y afortunadamente, como era invierno, oscurecía a las 7 de la tarde.
Puntualmente salí de mi oficina, pero me entretuvo un jefe a la salida y me retrasé en algunos minutos. Rápidamente me fui al lugar señalado y apenas doy vuelta en la esquina, la veo a ella, la madura de mis sueños, alta, rubia, con un largo abrigo negro esperándome. Me estaciono a su lado. Ella abre la puerta de la camioneta de la empresa y se sube.
Era mi madre