Las visitas del Tío Sergio

Me percaté que también se despojaba del calzón y de la camiseta: un bello pecho, ancho y velludo y una verga en todo el esplendor de su erección...¿la mía había provocado la suya?.

Las visitas del tío Sergio

Quedóse a dormir mi tio Sergio en casa y como mi recámara de dos camas, después de la boda de mi hermano, era para mi toda, al llegar de la universidad me dijo mi padre: - va a dormir tu tío en la cama de tu hermano; nomás no te pedorrees, cabrón. Saludé al tío, que se quedó platicando con el jefe y yo me fui a dormir. Me bañé y me metí a la cama: llevaba nomás puestos unos calzoncillos negros pero mi verga hacia sentir su presencia a través de la tela con una erección nocturna: la cabeza roja de sangre rozaba la fibra sintética con un roce que era goce. No me la chaquetié por respeto a la presencia de mi tío y ya me estaba quedando dormido cuando entró él y se comenzó a desvestirse a la luz anaranjada y cálida de la pantalla.

Primero se quitó la camisa dejando ver un velludo y poderoso tórax; luego de doblar la camisa y colgarla doblada en el respaldo de la silla, procedió a quitarse el pan- talón y aparecieron dos potentes piernas fuertes y peludas; los ojos se me cerraban por el sueño cuando me percaté que también se despojaba del calzón y de la camiseta: un bello pecho, ancho y velludo y una verga en todo el esplendor de su erección...¿la mía había provocado la suya? pues ahora la suya provocaba la mía...y si sacando mi mano de entre las sábanas agarrara esa poderosa verga...veloz deseché la tentación pero no pude erradicar el pensamiento y es que se trataba de la verga mas perfecta que yo había visto en mi vida: del matorral espeso y negro brotaba como columna nervuda y su glande perfecto resplandecía unos dos centímetros arriba del ombligo. Bien que mi tío se dió cuenta de mis espionajes, así como de mi erección y de mi sorpresa: estaba boca arriba y no pude disimular las palpitaciones de mi cálida verga y de sus intentos por levantar las sábanas. Mi tío se acostó, me dio las buenas noches y nos dormimos pronto.

Al día siguiente me levanté antes que él, me bañé y mientras me vestia observé otra carpa que se levantaba impertérrita en la cama de mi tío. Mi tío dormía o hacía que dormía, Al principio creí que mi tío había puesto una regla y movido de la cu- riosidad, al levantar un calcetín del suelo, alcé la sábana de mi tío por los pies y atisbé adentro, ¡caray! lo que vi me dejó perturbadamente sorprendido: una verga esplendida que surgía de dos enormes esferas negras de espesos matorrales; cuando bajaba respetuosamente la sábana mi tío movió un pie y al mirar su cara creí distinguir una apenas dibujada sonrisa. Luego me fui a la universidad. En la noche cuando llegué del juego de basquet mi padre me advirtió: - no prendas la luz; tu tío ya duerme.- ¿duerme? ¡cuál dormir! estaba asechando el cabrón en la oscuri- dad como león sobre su presa. Con la luz que daba de afuera por una ventana vi que la sábana le cubría hasta debajo del ombligo señalando el camino de pelos negros ensortija- dos el nacimiento de esa verga que en la mañana había divisado. - buenas noches, tío. - ya no me digas tío, ni me hables de usted; dime Sergio...¿de donde vienes? - yo le plati- qué del juego mientras me desvestía hasta quedar en calzón y camiseta. Entonces me dijo: - ¡quítate también el calzón y la camiseta! ¡quiero ver si no eres puto! es sano dormir desnudo.- y aspiró el final de su cigarro. Mientras lo apagaba me apresuré a desvestirme para meterme a la cama porque ya sentía yo venir una erección en toda su gozosa fuerza..

Entonces me llamó: - Ven acá, pendejete, no tengas temor, tu y yo somos machos pero vamos a jugar un rato con estos instrumentos que nos dio la sabia Naturaleza para gozar y sentir chido..- yo tenía mis manos tratando de tapar lo manifiesto: mi ereccion plena.- a ver déjame ver eso que tratas de esconder, déjame adivinar, que será, que será..- y de pronto sentí su fuerte mano agarrar mi verga, que a su contacto respondió palpitando como corazón recién arrancado de una presa mayor. Poco a poco me fue atrayendo hacia él, agarrado como estaba de mi atributo, alzó las sábanas y me metió junto a él mientras me mandaba callar con un suave shshsh. Mi corazón palpitaba con fuerza y había perdido la lengua. Cuando me tuvo a su lado me fue urgando desde el pecho hasta los testiculos. Mi verga amena- zaba con explotar y de su ojo destilaba la crema preparatoria. entonces me alzó y me sentó sobre sus fuertes piernas de tal modo que mi verga quedó sobre la suya derramando ese hilillo de precum sobre su rojo glande que me pareció un hongo maravilloso. Ayudado de las dos manos frotó mi verga sobre la suya y me hizo que las dos resbalaran una sobre otra produciendome tal placer. Apoyé entonces mis manos en su velludo y for- nido pecho. Así estuvimos un rato jugando al resbalón hasta que sintió que me iba a venir y entonces me dio una orden: - chúpame las tetillas, cabrón - Ni tardo ni perezoso baje el rostro encendido hasta la altura de su pecho, de su tambor madera bellisimo tórax y res- tregué mi nariz en la pelambre negra sorbiendo olores machos, sudor y semen.

Cuando mi nariz topó con la meta, veloces los labios chuparon esa tetilla y luego suavemente la mor- dizquearon haciendo gemir a mi tío. Cuando le tocó el turno a la otra, estaba ya tan enar- decido que la raspé con entusiasmo con la lengua. Su doble y largo gemido de gozo me calentó aún más. Para esto mi falo había ido a parar entre sus muslos velludos y con un lento movimiento de arriba a abajo la masajeaba. Y cuando ya no pude aguantar mas la inocente y se hinchaba para descargar su leche, mi tío tensó los músculos de las piernas y me vine con un fuerte suspiro. Recosté mi cabeza sobre su bellísimo pecho y me aca- rició el pelo sudoroso. Cuando me reponía sentí bullir la sierpe enorme debajo de mi pe- cho. Instintivamente fuime deslizando hacia abajo hasta que mi nariz estuvo a la altura de su ombligo. Ya su verga ingente había dejado su huella de precum sobre mi pecho. Con mi nariz toqué el frenillo del glande. -¡Lámela!- fue su súplica. Puse suavemente mis labios sobre ese hongo enorme saboreando por primera vez dicha riquisima crema. Con la saliva que fluia de mi boca devoré el glande y ahí me detuve: no habia cupo para más. Con mi lengua masajie la roja cabeza durante un buen rato escuchando los gemidos de placer de mi tío; luego con mi incipiente bigote raspé el frenillo. Mi verga erecta en su plenitud era masajeada por sus robustas piernas. Entonces ambos alcanzamos el para- íso: yo me vine entre sus rodillas al mismo tiempo que recibía el diluvio de leche y miel sobre mi cara.

Apenas alcancé a cerrar los ojos y recibí los chizguetes en mi boca, en mis ojos, en mi pelo. Después de venirse con sus potentes brazos me subió hasta él y me besó y me lamió saboreando su propio semen. Descansé exhausto sobre su mullido pecho ambos embarrados con la esencia del macho, felices, somnolientos. Descabezamos un sueñito reparador y nos metimos los dos debajo de la regadera. Me enjabonó todo el cuerpo y mi pelo que había quedado pegajoso con su semen. Cuando con el jabón llegó hasta mi verga y mis huevos el enjabonamiento se convirtió en delicada caricia, luego se hincó ahí debajo del chorro de agua y comenzó a lamer mis huevos haciéndome gemir y provocándome la terceras erección, luego devoró mi verga justo para dejar verter la tercera descarga de mi semen...¡bendito sea mi tío Sergio y sus esporádicas visitas! El me había abierto nuevos horizontes a mi sed de placer: además del incomparable sabor de la mamada, ese resbalar de vergas con el aceite del precum. Por esos años yo tenía una novia con la que casi diario cogía o en su boquita me venía, pero una que otra noche recordaba al tío y deseaba su visita. Y así fue...un día que llegué muy noche a la casa encontré un recado de mi padre: TU TIO SERGIO DUERME EN TU RECAMARA NO HAGAS RUIDO. Con saltos de regocijo abrí la puerta y el cabrón de mi tío me estaba esperando y como había oído mi entrada a la casa ya me tenía preparada una espléndida erección.

Me desvestí como de rayo, me metí a su cama donde me esperaban sus fuertes brazos. Me hinqué entre sus piernas abiertas y me quedé admirando un rato la bella columna de carne maciza coronada con ese rojo hongo que destilaba de su ojo un hilillo de crema. La saliva llenaba mi boca cuando escuché -Toda tuya, cabrón-. Entonces con mis dos manos agarré ese poste de carne y lo restregué en mi pecho con su vello incipiente, y en mis tetillas hasta hacerlo gemir de deleite; luego con mis manos uní ambas vergas (la mía era un poco menor que la de mi tío) y aprovechando el precum hice resbalar la mía sobre la pista aérea que era su enorme verga, y ese roce pi sin fin me llevó de nuevo al éxtasis divino ¡dos vergas que huían de la ley del túnel para al- canzar el gozo supremo merced a su libertad de troncos macizos flotantes sobre un río!

Al año de su última visita a mi casa, llegué a conocer el rancho donde vivía el tío Sergio. Por medio de mi padre, me invitó a pasar unos días en su hacienda del Breñal. Con esta invitación resulte ser el primer sobrino oficialmente invitado. La hacienda era un viejo casco muy bien restaurado y acondicionado en el que vivía, trabajaba y medraba el soltero más discutido y rebelde de la familia.

Cuando llegué al rancho me recibió un muchacho fornido y sumamente velludo que me ayudó a subir mi maleta hasta la habitación que había asignado mi tío y que estaba al lado de la suya, según me indicó Omar, que así se llamaba el oso peludo. Omar ostentaba una barba muy poblada y bien cortada, unos bigotes espesos de un color entre rojizo y castaño. Me informó que mi tío llegaría hasta las 7:00 PM: había ido a arreglar un asunto de pago de impuestos en la cabecera municipal. Omar se puso a mis órdenes: ¿me gustaría tomar un baño de poza?. A quince minutos de la hacienda había una de limpias aguas aunque algo fría. En el camino me platicó que la poza tenía una leyenda y que llevaba el nombre de la poza del ahijado.

Me contó que según las historias del pueblo había una vez un muchacho que no encontraba padrino para hacer la primera comunión y que desesperado pronunció estas palabras: "si el diablo quisiera ser mi padrino...". El muchacho se fue a bañar a dicha poza y cuál no sería su sorpresa que de pronto se le presentó un forastero bien parecido, muy fuerte y velludo, que se desnudó y se metió a la poza con él. El muchacho entonces sintió que el agua fría se calentaba y al hacérselo notar al cholo éste le respondió: "pues como no se va a calentar si mi fierro esta al rojo vivo...ven y tócame aquí" el muchacho dejó que le condujera la mano hasta el pecho del fornido forastero poblado de abundante vello. El muchacho bajó la mano hasta agarrar la verga y sintió que su mano se quemaba de lo caliente que estaba. Y el diablo fue su padrino. Al llegar a la poza me desnudé y me zambullí en ella, y aunque bastante fría me borró el cansancio del viaje.

Omar me siguió y después de nadar un rato le pregunté que donde se había dejado el diablo agarrar la verga. Me llevó hasta una roca sumergida totalmente pero a poca distancia de la superficie y ahí nos sentamos a platicar. Desnudos completamente como estábamos intimamos y a pesar de la refracción del agua clara me di cuenta que su verga estaba en erección. Omar era un oso perfecto: tenía vello en todo su cuerpo y en la zona púbica era tal el matorral negro que aun así era difícil esconder su roja cabezona verga. "¿A poco se te paró la verga con esta agua tan fría?" A esta pregunta el me respondió con una invitación: "¿Quieres tocarla? ¡Adelante!" Mi mano ni tarda ni perezosa buscó y agarró la verga sumergida, que resultó no ser tan corta y que efectivamente a pesar del agua fría despedía un calor sabroso. Mi mano se distrajo acariciando ese maravilloso instrumento.

El puso su ancha mano sobre mi pecho y pellizco suavemente mis tetillas, luego la bajó hasta agarrar mi verga más en explosión que en erección y así nos estuvimos un buen rato callados gozando nuestro tacto de las formas y texturas de nuestras vergas duras como la piedra en la que estábamos sentados. Mi sabia mano buscó y halló los huevos escondidos y los acunó dejando que el rudo vello hiciera cosquillas en la palma. De pronto Omar se hincó sobre la piedra sin permitirme que dejara el preciado objeto que apretaba mi mano de tal manera que salió a flote recreando mi vista. Vi que sus ojos me suplicaban hiciera los honores al instrumento y mi boca se acercó hasta la cabeza de la verga y la llené de besos apasionados....hasta sentir, muy pronto para mi placer, un baño de rico semen en mi cara agradecida; mientras saboreaba esa crema, fuerte como era me agarró y me sentó sobre su verga que aunque acababa de eyacular seguía dura como helada paleta; la punta de su bella verga husmeaba curiosa la entrada de mi temeroso culo cuando de pronto me vino la imagen de mi tío a la cabeza. Acaricié el abundante vello de su pecho fornido y di un salto fuera de la poza. "Perdóname Omar pero no vaya a ser que llegue mi tío..." El se sonrió maliciosamente: "No te preocupes de Sergio.

El comprende. Me debes una lechada de las tuyas...y si es en mi boca, mucho mejor" Regresamos a la hacienda de mi tío, me bañé y el calor sabroso de la tarde me hizo quedarme dormido desnudo sobre la colcha de la cama. Pasaron más o menos dos horas de sueño reparador... Una mano, a la vez delicada y callosa sentí se posaba sobre mi espalda. ¡Mi tío estaba ahí! Había oscurecido. El sobresalto que me provocó su mano llegó hasta mi verga llenándola de cálida sangre. Aunque a medio oscuras pero alcancé a vislumbrar su silueta despojándose de los pantalones, así que permanecí boca abajo abrazado a las tibias almohadas y un estremecimiento recorrió mi espalda tensando brazos y piernas mientras apretaba mis nalgas a la vez llamando al que se desvestía de su última prenda. La espera se me hizo eterna, tal era la sed que mi cuerpo sentía de su velludo y cachondo cuerpo. Primero sentí en mi espalda morena y desnuda el suave cepillo de su negro y abundante vello del pecho, al mismo tiempo que juntaba su barba rasposa y olorosa a tabaco y sudor a mi mejilla. Ninguna palabra vino a enturbiar tal celestial momento.

Un caliente rodillo de carne maciza se posó suavemente sobre mis nalgas apretadas y firmes clausurando la dulce barranca. En realidad esa verga parecía decir: "déjame tan sólo descansar...no pretendo ir más hondo". Sentí su vello todo erizarse dulcemente sobre mi piel tibia, desde las pantorrillas hasta la barba: todo mi cuerpo envuelto en su cálido vello se transfiguraba de segundo en segundo haciendo palpitar a mi verga sobre la colcha. Estaba en el Jardín del Paraíso, cobijado por el vello de un macho muy macho. Luego se irguió un poco y comenzó a rasparme y a masajearme con su barba y su bigote mis brazos y mis manos. Luego con ese magnífico cepillo me raspó sabrosa- mente la espalda. Luego se dio la media vuelta con el rostro hacia mis pies e hizo igual trabajo sobre mis nalgas apretadas que con tan dulce raspado cedieron su tensión y se ablandaron recibiendo en premio suaves mordidas en toda su hemisférica extensión.

Ahora su verga poderosa descansaba sobre la unión de mi nuca y la espalda. Era capaz mi piel de sentir la humedad de su precum. Luego su barba bajó hasta los muslos raspándolos más violentamente hasta llegar a mis pantorrillas. El excelente trabajo alcanzó los pies: ahora su verga tocaba con la punta roja el final de la espalda y el principio de las nalgas. ¡ay, tío mío! ¡cuán sabia es tu verga, tu vello, tu boca...! Eres el maestro de todos los osos buenorrones que transitan por el mundo! Cuando su verga nervuda llegó a la cumbre de mis dos nalgas que se habían vuelto a apretar, fue sentir el baño de semen sobre de ellas que venirme al mismo tiempo mi verga apretada sobre la colcha. Mientras mi verga sollozaba su crema espesa un hilillo de semen de mi adorado tío bajaba hasta mi tetilla izquierda. Y apenas era el recibimiento que me daba mi tío...¿Qué me esperaba para los siguientes días?

Espero les haya gustado mi historia con mi tío Sergio. Es real y aun continuamos haciendo todo esto. Tiene la verga más rica del mundo y un cuerpo fenomenal. Escríbanme a susanaweaver@yahoo.com