Las vacaciones me ponen- 7
"Fóllame como una perra en celo" Una antigua cruz de oro tiene un efecto afrodisíaco en Marta. La historia de dos parejas de matrimonios amigos en el Caribe, donde se desata la lujuria.
LAS VACACIONES ME PONEN.- 7.
Serie escrita entre varios autores. ( Ver Bubu y Pobrecain)
Marta.
Estoy desnuda en una cabaña de paja, hace calor, fuera suenan los tambores, las tres mujeres me pintan el cuerpo de un pardo extraño, luego me remarcan de negro los párpados, los pezones y los labios de mi sexo.
Me dan a beber de un cuenco de madera que desprende humo y extraños olores. El sabor del líquido pastoso es dulce con un toque de amargor. Jadeo, un calor recorre mi cuerpo. Me ponen unas pulseras y un collar con garras de felino y me sacan de la choza.
Fuera, a la luz de las hogueras y de la luna llena, en un claro de la selva hay gente desnuda sentada en círculo, han dejado de sonar los tambores y con palmas crean un ritmo cadencioso, con el que avanzo hasta un pequeño trono de piedra. En el asiento un enorme falo pétreo apunta a las estrellas. Me toman de los brazos y me llevan hasta el asiento. Me ayudan a bajar haciendo que me empale. Es enorme, pienso que no me va a entrar, pero mi los flujos de mi vagina ayudan a que deslice en mi interior.
Aparece Susana, no como es ahora, sino como era cuando comenzamos a jugar: una tierna adolescente. Desnuda, sin pintar, y con un cuenco de madera pulida. No estoy incómoda, al contrario, el ariete de roca pulida que me llena , da un extraño placer de plenitud.
Se acerca una pareja, ambos van desnudos, el resto de los participantes del rito, siguen batiendo palmas. Se paran frente a mi, pongo una mano en el sexo de la mujer y se lo acaricio, con la otra masturbo al hombre. Cuando ella empieza a sentir las oleadas del orgasmo, aceleró las caricias a la verga, Susana levanta la vasija y en ella se derrama el semen del macho. Yo también me corro, los tres estallidos de placer han coincidido en el tiempo. Cuando se retiran, otra pareja espera. Repito la operación. Luego viene otra. Todos pasan por mis manos, creo que me he ido mas de cincuenta veces, tantas como placer he dado mis seguidores.
El cuenco está lleno con la leche que he ordeñado a los hombres. Susana me ayuda a levantarme, siento una flojedad en las piernas, echa unos polvos en el líquido, lo agita para mezclarlo con el semen, y me lo ofrece. Bebo levantándolo sobre mi rostro, las palmas llevan un ritmo frenético. Se han distribuido en un semicírculo. Mi amiga me lleva a un rodillo de piedra, semeja un pequeño altar de sacrificios. Hace que descanse mi torso en él, mi grupa queda expuesta. Se agacha y lame mi concha, estoy en una maravillosa nirvana. Las palmas siguen, de pronto paran. Y lo veo.
Un puma enorme ha entrado por la parte abierta del corro que me rodea. Sus ojos brillan en la noche, sus destellos reflejan las fogatas que nos iluminan. Viene despacio hacia mí, Susana me sujeta las manos impidiendo que me mueva. El animal olfatea mi sexo, da unos lengüetazos saboreándome y se monta sobre mi cuerpo. Su verga , como un explorador buscando camino, tantea mi concha hasta que se apoya en mi apertura, entonces me penetra. Ruge al acoplarse en mí.
Sus movimientos son violentos Empalada, yo entono un canto donde se mezclan mis gritos y unos extraños ronroneos de felina en celo. Sus garras me arañan y en la nuca siento su aliento ardiente.
Las parejas que me rodean están cogiendo en nuestra misma postura. La selva bajo la luna se llena de gemidos de placer.
Sus dientes se posan en mi cuello y se clavan sin apretar, sólo sujetándome.
Me desperté chillando, mi mano en la concha masturbándome como una posesa. A mi lado, Pablo me preguntó asombrado:
-“ ¿Qué te pasa?”-
-“ ¡Fóllame! Como a una perra en celo. “-
Me puse a cuatro con el torso apoyado en la cama, levantando mis nalgas para a ayudarme a penetrarme. Me metió la polla de un golpe, estaba tan mojada que se deslizó hasta el fondo. Empezó a bombear.
-“ Muérdeme. Pégame. Dame unos buenos azotes.”- no paraba de mascullar.
Susana y Carlos entraron en la habitación alarmados por mis gritos. Se quedaron asombrados con la violencia del polvo.
-“ Susana, agárrame las manos . No me dejes mover.”- ordené. Con Pablo repetía la escena de mi sueño. Cuando mi amiga me obedeció, quedé inmovilizada ante las embestidas cada vez más fuertes de su marido, que no aguantó mucho más. Se derramó en mi interior.
-“ Ahora vos. Carlos. Jódeme bien jodida.”-
Pablo se retiró y fue mi esposo el que me penetró. Se había dado cuenta de lo que quería, y me daba nalgadas mientras me montaba como un semental a su yegua.
-“Más fuerte. Muerde a tu puta.”- No se hizo de rogar, sus dientes mordieron mi cuello, yo estaba en éxtasis, no podía contar mis orgasmos, era un fluir de olas de placer que parecían no acabar. Pero Carlos acabó.
Yo jadeaba, llena del semen de los dos hombres, cuando caí agotada en la cama.
-“ Muy bonito, ¿ y yo?. Compuesta caliente y sin novio. Los dos chicos para la egoísta de mi amiga Marta.”- soltó Susana con un sonrisa pícara.
- “ Pon tu concha en mi boca, sentate sobre mí, vas a ver lo que te hago.”-
Mi compañera puso un muslo a cada lado de mi rostro, arrodillada en el lecho, su sexo quedaba al alcance de mi boca.
Me lengua recorrió las puertas de su sexo, fue una lamida fuerte y lenta, tomando todo su flujo. Una fuerza extraña hizo que mi lengua se alargara, nunca había sido capaz de sacar tanta longitud de ella. Y penetré a Susana , pasé sus labios y entré en su vagina. Parecía que tuviera un brazo de batidora en mi boca por el ritmo y velocidad que tenía. Mi amiga chillaba de placer.
Como la reja del arado surca la tierra, así mi lengua surcó su coño, abriéndose camino hacia el clítoris. Estaba duro, empapado. Yo no veía, sólo oía los gritos de Susana y las voces de Carlos y Pablo animándola. Me di cuenta que los estaba masturbando. Algo dentro de mí había enloquecido y deseaba matar de placer.
-“ No puedo mas.”- rogó mi amiga separándose de mí. Temblaba y tenía los senos llenos de la leche de los hombres.
- “Por favor, Marta, tranquilízate. ¡YA!”- la voz de marido me amansó, yo temblaba, me abrazó y me susurró al oído: -“ Mi niña… mi amor…mi dulzura…mi gatita, relájate. Te amo mi vida,… descansa”-
Una extraña flojera me inundó, solo pude decir. –“Por favor, no me dejéis sola.”- Y me quedé dormida.
Me desperté, el sol se filtraba por las rendijas del ventanal. Estaba en la cama, mi marido me abrazaba, a mi lado Susana, y tras ella Pablo. La verdad es que el tamaño del lecho lo permitía, pues no estábamos apretados.
Recordé lo que había pasado en la noche. La cena, las copas, las danesas, nuestros maridos emocionados de pensar en el barco con cuatro mujeres guapas. Nos habíamos despedidos de ellas con unos besos. Al subir a las habitaciones, yo tomé de la mano a Pablo y abrí la mía. Sabíamos que era nuestra primera noche de intercambios.
Se sentó en una silla para ver como me desnudaba. Llevando en la mente el ritmo de Summertime le hice un strip tease que creo quedó excitante. Después le ayudé a desnudarse, acariciando, besando y lamiendo cada trozo de piel que quedaba al descubierto.
Oí ruido en la puerta de comunicación ente las habitaciones, me acerqué, abrí la mía y allí estaba desnuda Susana que me dio un beso mientras me decía sonriente: - “ Vamos a dejar la puerta abierta para oír como cogemos. Creo que va a tener más morbo. Será divertido.”-
Pablo se había tumbado en la cama, yo me acerqué ondulante, me subí, puse un pie a cada lado de sus caderas, y muy despacio fui bajando hasta que el glande de su poronga endurecida rozó mi concha. Me moví para que las recorriera toda y luego la agarré haciendo que se apoyara en la puerta de entrada. Se fue hundiendo despacio, deslizando en mi mojada vagina. Llegó al fondo , y así con él bien dentro empecé a moverme despacito, mientras me acariciaba los pechos. Sé que a los hombre les vuelve locos que una mujer los cabalgue y se toque mientras lo hace.
Desde la habitación de al lado llegaban gritos de una cogida en plan salvaje. Yo empecé a ronronear.
-“ Verdad que es mas lindo hacerlo despacito. Mira como me toco el coñito y las tetitas.”-
- “Eres una perrita muy dulce y muy golfa. Sigue así que me estás volviendo loco”-
Nos dimos cuenta que nuestras parejas habían acabado, a nosotros nos quedaba un buen rato. Fue un polvo lento que al final se convirtió en majestuoso. Me llenó con su semen y cuando me tumbé a su lado, me besó emocionado.
-“¡ Que polvo mas rico hemos echado!”-
- “ Si me dejas que juegue un poco con tu polla, seguro que echamos otro!”-
Le toqueteé, le lamí, la chupé hasta que volvió a estar en disposición de satisfacerme. Cuando un hombre ha cogido varias veces es el momento que sea él el que marque el ritmo, así que puse una almohada bajo mis riñones para facilitarle el ataque , levanté y abría las piernas y dejé que el me follara bien follada , siendo el macho dominante. Lo hacía bien, metidas lentas y rápidas, profundas y casi sacándola, vamos que era un buen compañero de polvo. Yo me iba incendiando hasta que ardí. Le clavé las uñas en la espalda al correr me y entonces aceleró hasta que su semen me llegó al final de mi orgasmo.
-“ Pablo, como decís los gallegos, follas de puta madre.”- a los hombre siempre les gusta que las mujeres seamos agradecidas.
-“De verdad, ¿ te ha gustado?”-
-“Un polvo genial. No me extraña que tengas tan lozana a mi amiga.”-
Estaba cansado, así que se durmió enseguida. Yo me levanté, me lavé la concha y al volver a la cama, saqué el crucifijo de la bolsa donde lo había guardado y lo contemplé hechizada. Los brazos tenían como ocho cms, cinco la parte superior y unos 15 la inferior. El grosor como de cuatro. Una autentica joya. Lo acaricié y en mi interior volví a oír la misma voz: “Si quieres esta cruz tendrás que ser muy lasciva y fornicadora” .