Las vacaciones me ponen 13 ó 12-2-

Quería ser una mujer fiel pero el sexo me vuelve loca.

LAS VACACIONES ME PONEN- 13 ó 12- 2.

Serie escrita por tres autores: Bubu, Pobrecaín y esta autora, gatacolorada.

Me daba cuenta que lo que había contado era verdad, pero no toda la verdad. Porque me calentaba cuando miraba los senos turgentes de Susana. Me apetecía hacer el amor con ella, la deseaba con locura y quería comerla, lamer su concha y que ella me replicara, jugar con nuestros muslos y nuestras vulvas rozándose. Y coger con Pablo, notar como me llenaba su verga gorda y dura.

Amaba a mi marido, pero me daba cuenta que era mi última oportunidad de gozar del sexo sin problemas. En pocos días volvería a Buenos Aires, a mi vida convencional, a quitarme el DIU e intentar tener un hijo. Podría leer y estar con Carlos, pero no tendría las oportunidades que tenía en ese momento, dos hombres y una mujer con las que desarrollar todas mis fantasías eróticas.

Y m subconsciente me había traicionado porque estaba desnuda bajo el vestido, con la concha empapada y los pezones erectos, deseando que el juego continuara.

Tenía que volver a poner tensión sexual en el grupo, mi declaración de amor a mi chico, les había enfriado. Y me divertía , era volver a seducir, volver a que la locura nos inundara.

-“ ¿Cenamos en el restaurante con pista de baile? A mi apetece un poco de pasta y oír música.”- propuse levantándome y quedando al trasluz para que se viera mi cuerpo desnudo transparentado a través de la tela liviana.

Nos sentamos, pedimos la comida, muy convencional, los hombres una ensalada y unos lomos a la plancha, Susana unos raviolis de espinaca y yo unos espaguetis a la putanesca. Para beber un vino rosado que entraba como el agua. La conversación transcurría tranquila, demasiado, sobre lo que íbamos a hacer en Argentina nosotros y en España ellos.

Me di cuenta que Pablo me volvía a mirar con deseo, la verdad es que la chupada que yo daba a la pasta, haciendo morritos y marcando las puntas de mis pechos eran sugestivos.

-“¿Os apetece un souflé de postre.?”- preguntó Susana.- “El problema es que tardan en hacerlo”-

-“Y qué prisa tenemos, estamos de vacaciones para darnos todos los gustos.”- añadí- “ Mientras esperamos podemos bailar un poco”

Me levanté y tomé a pablo de la mano para llevarle a la pista. Tocaban una samba y me pegué a él para bailarla. Mi pelvis seguía el ritmo contra la suya  y su erección era cada vez mayor. Notaba su pija dura contra mi monte de Venus y yo me mojaba cada vez más. Sus manos aprovechaban la danza para acariciar mi cuerpo que respondía inundándose de deseo.

Cuando acabó la pieza volvimos a la mesa. Susana y Carlos aprovecharon para salir a la pista, nos quedamos solos. No lo dudé mis dedos buscaron su entrepierna y encontraron su arma en posición. La acaricié a través de la tela pero quería más. La mesa tenía un mantel grande que llegaba al suelo , así que me metí bajo ella, nadie me veía. Le abrí la bragueta y la saqué,  y la devoré, no sé como podía estar tan ansiosa, porque no paré hasta que la explosión de su leche me llenó la boca. La tragué toda y salí con cara de niña buena. Había sido una mamada de urgencia. Susana y mi marido todavía seguían bailando, apretaditos,  a lo suyo, sin darse cuenta de lo que habíamos hecho sus maravillosas parejas.

-“Nena, pero no decías que ibas a ser un esposa fiel y de un solo hombre.”- me dijo Pablo con una sonrisa de oreja a oreja.

-“Siempre se puede cambiar de opinión. Debe ser el amuleto o que me apetece que me la metas hasta que no te quede ni gota de leche. Y nos quedan unos pocos días hasta  que volvamos a la rutina”-

  • “Esta es mi chica. La verdad es que me habías preocupado. Tengo ganas de romperte el culo y ver lo puta que eres.”-

  • “Mucho mas de lo que te crees, y tu mujer igual. Es una guarra que goza como yo de todo y de todos.”-

Susana y Carlos volvían de la pista abrazados.

-“ Hemos pensado…”- dijo mi marido.

-“ Nosotros lo mismo, que debemos aprovechar estos días para follar como locos.”- continuó Pablo.

-“ Y que vale todo.”- añadimos las dos chicas a la vez, con una risa y un beso en los labios.

Llegó el postre, sobre la crema el camarero vertió ron y lo quemó. Nos lanzamos como fieras hambrientas al dulce maravilloso, sin preocuparnos de las calorías que ingeríamos, seguros que el ejercicio sexual nos haría quemarlas.

Relajados con una copa de champagne en la mano nos quedamos impresionados. Una pareja preciosa acaba de entrar.

-“ ¡Hostias!, una pareja de recién casados. Mirad como les brillan los anillos, son nuevecitos.”- soltó mi marido impresionado.

-“Está buenísima.”- fue el comentario de Pablo.

-“ Y el está de macizo.”- añadió Susana.

  • “Pues seduzcámoslos.”. concluí con ronquera viciosa.

Quizás una nueva participante se una a la serie.La aventura continua.