Las Vacaciones de Sandra (4)

Walter quedó muy impresionado cuando contempló a la escultural Sandra vistiendo un diminuto traje de baño de dos piezas, color negro y apenas una red azabache decorativa, rodeando su sinuosa cintura, resaltando la blancura de su piel

Las Vacaciones de Sandra,

Parte 4

Kleizer

1

Como a las diez de la mañana de ese caluroso miércoles santo, Sandra estaba en una bañera de agua tibia, meditando sobre las actividades de los últimos días. Aún la semana pasada, no se le ocurría besar a otra mujer, o hacer el amor con más de un hombre en un día… y ahora que finalmente se había atrevida a realizar tales actos, salvo alguna espinita moral rebotando en su interior, se sentía muy bien, muy contenta, y a pesar de su cansancio y de su cuerpo adolorido, quería más y más

Más tarde, Sandra junto a Viviana y Erica fueron a la ciudad, de compras, dijeron, pero más bien a comentar los hechos recientes y a trazar planes para los días siguientes. Como era pleno verano, se pusieron muy cómodas, con minifaldas, tops y cosas así. Se fueron el carro de Erica.

-¿Cómo te sientes, Sandrita? –le preguntó Erica, mientras conducía.

-Cansadísima –confesó ella, y luego sonrió- pero muy bien. Lo de anoche fue riquísimo.

-¿A que me quieres bajar el novio ahora? –intervino Viviana, sonriendo, asomándose desde el asiento trasero.

-Bueno… valdría la pena intentarlo –dijo Sandra, maliciosa, y las tres amigas se carcajearon.

Se detuvieron en un restaurante, donde tomaron unos cocteles en una terraza, bajo un colorido toldo. Pocos hombres evitaban quedar mirando a las tres diosas. Cuando el mesero se hubo retirado, después de servir los tragos, las chicas prosiguieron sus picantes comentarios.

-¿Qué es lo que más te gusta hacerle a un hombre, Sandrita? –quiso saber Viviana, cuyos abundantes pechos parecían querer salirse de su apretada blusita verde claro.

Sandra se sonrojó un poco ante esa pregunta, pero respondió: Bueno… como ya se habrán dado cuenta, me gusta mucho chupársela a un hombre, les gusta demasiado –y Erica y Viviana trataban de contener sus pícaras risas-, en fin, me gusta, es rico… y ayer, con Gerardo –y se ruborizó y sus ojos buscaron la aprobación de la voluptuosa Viviana, quien la instó a que continuara-… fue la primera vez que usé mis pechos para acariciar una verga… -y casi se sintió orgullosa al confesar esto.

Las chicas se rieron, y Viviana posó una cálida mano sobre el albo muslo de su amiga. Sandra sintió como una corriente eléctrica emanando de Viviana.

-¿Y qué es lo que más te gusta que te hagan los hombres? –indagó Erica, entonces.

-Bueno… -y Sandra se ruborizó otra vez, pensó que era el colmo, después de todas las cosas que habían sucedido-, me fascina que me lo hagan por atrás –confesó, bajando su voz y acercándose a sus amigas. Todas se rieron, calentándose poco a poco. Ese era el plan, llegar ardiendo para pasar sin mayores preámbulos a los juegos con los ansiosos machos que las esperaban en la cabaña.

-¿Y qué sentiste subida en mi Gerardo, ah, cuenta, zorrita? –preguntó Viviana, muy sonriente, sin el más mínimo síntoma de celos, lo cual no dejaba de sorprender a Sandra, algo a lo que ya parecía acostumbrada Erica.

-Fue maravilloso, muy rico –confesó, sonriendo y muy roja su cara-, me encantó… haces bien en no monopolizarlo, Vivi.

-Creo que empezaré a cobrar por usos –bromeó Viviana, carcajeándose.

-Algo que me pareció muy caliente fue cuando las tres juntas nos comimos… -y aquí Erica bajó su voz- sus pollas…a cual más sabrosa… -y las tres rieron, asintiendo, pues les había gustado mucho hacer eso, con lo que garantizaban que sus hombres iban a tener más probaditas de ese mismo pastel.

Erica, Sandra y Viviana siguieron platicando y bromeando. Las dos amigas volvieron a sugerir a la principiante Sandra lo satisfactorio de una doble penetración. Antes de volver a la villa, pasaron comprando unos trajes de baño y otros atuendos bastante provocativos.

2

Walter quedó muy impresionado cuando contempló a la escultural Sandra vistiendo un diminuto traje de baño de dos piezas, color negro y apenas una red azabache decorativa, rodeando su sinuosa cintura, resaltando la blancura de su piel. En lugar de la toalla, se llevó una pequeña mochila, con los pocos accesorios que necesitaba. Se fueron caminando por la playa tomados de la mano… y más adelante, Sandra se dejó abrazar por la cintura, le gustaba sentir el calor de Walter fluyendo a su organismo.

-¿Qué te parecen estas vacaciones, Sandra? ¿Te gusta lo que ha estado pasando? –le preguntó Walter.

-Todavía me da algo de pena admitir que me ha fascinado cada instante, Walter –dijo ella, honestamente. Se dieron un beso.

-Solo jugamos, Sandra. Si fuéramos niños, jugaríamos escondite, rayuela y cosas así… pero somos seis adultos que queremos olvidarnos del trabajo, las deudas, las rutinas, de todo eso… no hay nada de qué apenarse

Sandra le sonrió. Habían llegado casi al pie de unos arrecifes de coral, algo alejados del resto de las personas. Sandra colocó su mochila sobre un banquito de madera casi cubierto por la arena. Se quitó sus lentes oscuros y de inmediato se abrazó a Walter, y los dos se besaron como intentando comerse mutuamente.

Walter la tomó de la mano y la instó a meterse con él al mar. Sobre la arena quedó la red y la camisa de Walter. Se metieron a la fría agua abrazados. Se besaban como dos colegiales. Sandra rodeó las caderas de Walter con sus blancas piernas, dejándolo encargado del equilibrio. Cuando él hizo un lado la tira del bikini que obstruía su pene de ingresar en Sandra, ella se estremeció pero no opuso resistencia

-¡Métemela toda, sí! –le susurró, enloquecida, y lo volvió a besar. Walter ingresó en ella, anegándola con su calor. Walter comenzó a bombearla despacio, pues ya casi flotaban y debía atenerse mucho al suave oleaje para sus embates. Sandra, derretida en sus brazos, gemía muy complacida, moviendo sus caderas, oprimiendo a Walter con sus piernas. A veces las olas bajaban mucho y alguien que estuviera pendiente de ellos y algo cerca, podría darse cuenta de lo que estaba sucediendo… claro que eso era la última cosa en la mente de los dos arrobados amantes.

Rodeados del estruendo del mar, Sandra casi gritaba de placer, y sus bestiales gemidos ponían a mil a Walter, que arremetía con mayor furia a su exquisita hembra. Por la sal, mantenían sus ojos cerrados, y sus besos sabían distinto

-¡Walter, me corro! –exclamó Sandra, presa ya de las convulsiones que presagiaban un intenso orgasmo. Sandra clavó sus uñas en la espalda de su macho y aulló sonriente cuando estalló en medio del mar junto al semen de su amado, que ardía muy adentro de ella.

Walter y Sandra copularon una vez más en el agua y luego regresaron por sus cosas, para ir a buscar unos tragos y algo de comer.

-Qué rico fue hacerlo en el mar –le dijo Sandra, mientras caminaban hacia el conocido bar costero.

-Me alegro que te haya gustado –respondió Walter.

-En este viaje hay muchas cosas que he experimentado por primera vez… el sexo en grupo, hacerlo con mujeres… con varios hombres, incluso por atrás

-¿Qué no tuviste sexo anal con tu ex?

-Eso no cuenta, lo hizo mal… sólo lo dejé tratar un par de veces, la primera vez oficial fue contigo –y se besaron.

3

Walter y Sandra volvieron a la villa como a las ocho de la noche. Se habían demorado conversando con unos turistas. Tal y como lo sospechaban, los juegos habían dado inicio sin ellos. En medio de la sala, habían puesto el plástico con el que cubrían el jeep contra la lluvia. Erica y Viviana, totalmente desnudas, resplandecían, untadas en aceite. Viviana estaba acostada, boca arriba y sobre ella, Erica se mantenía a cuatro patas, se habían estado dando sexo oral, como un 69, pero ahora, Viviana succionaba la robusta polla de su prometido, quien estaba hincado tras Erica, y la deliciosa rubia se atragantaba con la palanca de Efraín.

Walter y Sandra se desvistieron y se sentaron juntos en el sofá, observando el espectáculo. Cuando las pijas estuvieron bien ensalivadas, Gerardo penetró a Erica y Efraín se la metió de golpe a Viviana… las dos chicas gimieron de alegría. Viviana no escatimaba lamidas hacia el escroto de su corpulento novio, mientras que Erica, en medio de sus descontrolados lloriqueos, se las arreglaba para lamer y chupar el clítoris de Viviana, con lo que la muñequita de canela estaba obteniendo un placer monstruoso, lo que se comprobaba con sus alaridos.

Sandra y Walter se besuqueaban y manoseaban, sintiéndose arder a pesar de la entremesa de aquella tarde. Erica y Viviana se quejaban, emocionadas, el chocar de las carnes semejaba lúdicos aplausos. Gerardo entonces, se la sacó a Erica y con un gesto, invitó a Sandra para que se la mamara. La aludida, ni se molestó en mirar a Walter y acudió jubiloso al lado del coloso… se besaron, Sandra le chupó la lengua y le sujetó la tiesa y mojada polla… Viviana, enloquecida, le mamaba los huevos y Sandra se inclinó para meterse en la boca aquél pedazo de palpitante y cálida carne, colaborando con Viviana para hacerle un buen trabajo a Gerardo. El jugo de la temblorosa Erica, junto a la saliva de Sandra y Viviana empapaban el enorme miembro del agradecido Gerardo, y era Viviana quien debía paladear esa agridulce mescolanza que le chorreaba la compungida cara.

Sandra se sacó ese manjar de su boquita para besar a Viviana unos instantes y luego subir de nuevo, no sin antes dar una lenta lamida a uno de los dorados y perfectos glúteos de Erica, paladeando Sandra el aceite que les habían untado, lamió después la verga de Gerardo para volver a engullir el hinchado glande. Luego, Gerardo volvió a atacar a la fascinada Erica, y él y Sandra se besaron apasionadamente, succionándose sus lenguas. Gerardo posó una de sus manos sobre el divino trasero de Sandra, quien incluso llegó a lamerle el cuello y el oído, chupándole el lóbulo… las últimas ataduras de Sandra se habían roto

-¡Ay, sí! –jadeó Sandra, cuando uno de los cálidos dedos de Gerardo empezó a pugnar para metérsele en el recto, mientras Viviana y Erica aullaban de puro placer. Gerardo se apoderó de la hermosa Sandra, metiéndole su dedo en el culo y sobándole los descubiertos pechos, besándola con lengua sin dejar de bombear a Erica.

Efraín jadeó sudoroso, y sacó su miembro, aún rezumando semen, para que Erica lo limpiara con su boca. La leche de Efraín brotó en hilillos del tembloroso y húmedo sexo de Viviana… Erica también de eso.

Las tres ardientes zorras aprovecharon ese lapso para arrodillarse ante Gerardo y chupársela… tres aviesas lenguas, tres concupiscentes pares de labios acariciando y succionando ese miembro que daba abasto para ellas… Gerardo eyaculó con fuerza en la cara y pecho de Sandra, quien continuó comiéndose esa pija, limpiándola y luego dejándose asear por las lenguas de sus dos amigas y amantes.

Efraín trajo un recipiente plástico, donde habían dejado aceite para Sandra. Ella, se acostó para que las tibias manos de Efraín y Gerardo acariciaran cada curva de su monumental cuerpo, mientras la untaban de aceita y la dejaban tan resplandeciente como a Erica y Viviana. Sandra cerraba sus ojos y sonreía, disfrutando sin contemplaciones pseudo-morales de ninguna clase. Cuando la enhiesta polla de Efraín se restregó contra su rostro, ella abrió su boca y la recibió, chupando y gozando. Gerardo colocó las dos blancas piernas de Sandra sobre sus hombros y empezó a penetrarla… Sandra, atorada con el cipote de Efraín, ahogó una exclamación y tembló. Con una mano acarició los testículos de Efraín y con la otra, aferró una de las manos de su Gerardo, quien arremetía cada vez con mayor velocidad y furia… causando que Sandra chillara más y más.

En el ínterin, Erica se había tendido boca arriba y Viviana sobre ella, cara a cara, y mientras se besaban alocadamente, Walter las penetraba por turnos o introducía su pene entre las dos carnes de esas bellezas que tenía a su total merced, y frotaba sus clítoris… proporcionándoles así, unas oleadas de placer que las tenían al borde del llanto, armando un auténtico jaleo. A Walter le gustaba manosear el inmenso y redondo trasero de Viviana, quien le guiñaba el ojo a veces, cuando lo miraba sobre su hombro.

A todo esto, Efraín se había subido a horcajadas encima de Sandra, y ella presionaba sus níveos pechos alrededor de la sólida pija de él, quien empezaba a entrar y salir de ese aceitoso hueco, y poco después, en medio de sus gemidos, Sandra conseguía lamer su punta cuando asomaba entre su busto.

-¡Oooh, puta, sí! –exclamó Sandra entonces, cuando percibió el inconfundible hongo de Gerardo abriéndose paso en su ano, que ayudado por el aceite, iba cediendo. Sandra se deshizo en lloriqueos y temblores, intentando atender bien a Efraín, pero el monstruo que iba ingresando en su trémulo trasero la desconcentraba.

El peso de dos hombres, el calor de Efraín frotándose contra su hasta entonces inmaculado pecho, la polla de Gerardo haciéndole estragos en el culo… Sandra gritaba y rugía, en esos instantes era toda ella un nervio sexual, su bello cuerpo temblaba de tanto placer que recibía y daba, como si se avecinara una violenta pero sublime sobrecarga...

Sandra parecía estar dando a luz por sus gemidos y lloriqueos, totalmente entregada a la más primitiva lujuria, y pronto su rostro se vio salpicado con el semen de Efraín, que eyaculó gruñendo muy complacido, en tanto que Gerardo la sodomizaba con mayor rapidez, ya muy dilatado su ano y cuando Efraín se levantó, Gerardo se incorporó para bañar con nuevos chorros de leche hirviente la descompuesta cara de Sandra, que abrió su boca y extendió su lengua para recibir su grumosa recompensa. Efraín la ayudó a correrse usando su boca en su enrojecido y húmedo sexo, mientras Sandra lo sujetaba de su entrecano pelo, casi llorando jubilosa. En ese momento, un tercer chorro de semen le cruzó la cara gesticulante, era Walter que también estaba acabando sobre ella… y de inmediato, Erica y Viviana se le abalanzaron para limpiar el desastre.

Los amigos se pusieron de pie para servirse bocadillos y bebidas, con excepción de Sandra, llena de aceite, con su rostro y pechos embadurnados con el semen de tres hombres y la saliva de dos mujeres… temblando aún, asimilando la carga de tanta lujuria, aún ronroneando como gatita en celo.

4

Como dos horas más tarde, Sandra se había duchado y únicamente se tapaba con un largo camisón que le llegaba hasta la mitad de sus blanco y contorneados muslos. Estaba en la terraza de madera, apoyada en la baranda y mirando hacia el oscuro y rumoroso mar, con un vaso de whisky diluido en soda. Efraín se le acercó.

-Estuviste fenomenal ahí dentro –le dijo, mordiendo un habano y colocándose junto a ella-, eres una mujer excelente y muy hermosa –y le acarició una mejilla, a lo que Sandra reaccionó con un tenue rubor.

-Gracias, Efraín. Ustedes también… nunca imaginé que pudieran disfrutarse tantas cosas en tan poco tiempo –dijo ella.

-Así es, Sandrita. Con Erica hacemos cosas como estas de vez en cuando y nos lo pasamos muy bien.

-Ya veo –y Sandra le sonrió. Efraín le pasó un brazo sobre los hombros, y a ella le agradó su calor, la ilusión de que tenía tres esposos para gozar de ellos a su entera disposición, sin majaderías como moral o buenas costumbres entrometiéndose en la obtención del más puro placer.

-Fue muy delicioso hacerte el amor entre tus pechos, tienen el tamaño adecuado –le confesó Efraín, lamiéndole una oreja… Sandra pudo sentir el roce de su barba de pocos días y cerró sus ojos-, y tus nalgas me gustan mucho –y dicho esto, se las sobó debajo del camisón.

Sandra sonrió, con sus párpados cerrados. Efraín la besó y ella le correspondió, entrelazándose sus lenguas. El la aferró de sus glúteos y ella gimió, apretando aún más su boca contra la de él, ellos dos, excitándose de modo vertiginoso, emanaban un pecaminoso calor que desafiaba las gélidas brisas nocturnas. Vaciaron sus vasos y decidieron ir a la playa. Antes de eso, Sandra se quitó su camisón y lo dejó en una silla. Se fue vestida únicamente con dos aretes, un par de sandalias y un brazalete, y así se fue de la mano con Efraín rumbo a la playa.

Cuando el agua ya les mojaba los pies, se volvieron a besar y Efraín la manoseó como siempre tuvo ganas de hacerlo, y con sus gemidos, Sandra le daba a entender que le agradaban sus caricias. Sandra le dio la espalda y por unos instantes, frotó su perfecto culo de pintura renacentista contra el ya abultado paquete del caliente Efraín… en donde estaban, lejos de los focos, solo alguien que se acercara demasiado podría descubrir lo que estaba aconteciendo.

-Te quiero dar una tremenda cogida, Sandra –le confesó Efraín. Sandra se sonrojó mucho, tal declaración la calentó.

-Dímelo de nuevo –pidió ella.

-Te quiero follar, zorrita –dijo Efraín, y atrajo a esa bella sirena para besarla y manosearla.

Sandra le sonrió, echando su aliento sobre la boca entreabierta de Efraín. Le lamió el peludo mentón y fue descendiendo, dándole besitos por todo su pecho, hasta que estuvo arrodillada ante él.

-No hay nada que me guste más que chupar una buena verga, pero esto es extraoficial, ¿ok? Voy a negar que dije eso –confesó Sandra, riendo, mientras sus temblorosas manos buscaban debajo de la calzoneta la virilidad de Efraín.

-Pues date gusto entonces –contestó él. Sandra se pasó su polla por la cara, suavemente, rozándola con sus labios. Efraín le dio golpecitos en el rostro con su miembro, y luego Sandra empezó a engullirla, primero el hongo, reteniéndolo varios segundos dentro de su caliente boca.

Sandra sonrió antes de lamerle el órgano, trazando círculos sobre la cabeza, volviendo a tragársela y sacándola, escurriendo mucha saliva, que caía en hilillos sobre sus desnudos pechos. Efraín cerró sus ojos y gimió cuando Sandra le dio sus atenciones especiales a sus testículos, y mugía muy caliente, hincada en la húmeda arena, de verdad la volvía loca chupar pingas erectas.

Efraín se sentó sobre la fría arena y Sandra, en cuatro patas, continuó comiéndose su cipote, resonando sus chupetones y usando su mano para pajear el resto del miembro. Efraín le acariciaba el castaño cabello y finalmente, la tomó de las manos, invitándola a montarlo. Sandra obedeció y se colocó sobre él, dejándose caer sobre su pincho de carne, poco a poco.

-Ay, Efraín, qué caliente tu verga… -y sus vientres se tocaron. Efraín la sujetó de sus caderas y Sandra comenzó una lenta cabalgata… se inclinó sobre él y se abrazaron, incrementando el ritmo de la cogida mientas se devoraban a besos. Los aullidos de Sandra no se hicieron esperar.

Después, Efraín se sentó e hizo que Sandra se sentara de frente a él, quedando las piernas de ella sobre las de él, que contrastaban por sus vellos. Sandra casi se desmaya de dicha y Efraín la folló despacio, deseoso de gozar lo más posible de los encantos de ese ángel, la apretaba contra él y la besaba sin reparos. Le susurraba palabras al oídos, ora piropos finos, ora cochinadas de vagabundo… las dos cosas enloquecieron a Sandra y terminaron con un orgasmo simultáneo. Estuvieron así, entrelazados, hechos un nudo humano, besándose y tocándose, mientras la polla de Efraín perdía su temple en el interior de Sandra.

Esa noche, Erica durmió con Gerardo, Viviana se encerró con Walter y Sandra acompañó a Efraín, primero se sirvieron otro trago y pusieron la tele. Follaron en el sofá, de lado, aquél tras ella… a Sandra le gustaba cómo besaba Efraín… después Efraín jugó con ella, derramando breves chorros de licor sobre la piel de ella, para lamerlo. Durmieron en la habitación de él, y al alba Efraín despertó porque Sandra se la estaba chupando… tuvieron una muy ardiente sesión de sexo anal matutino y más tarde salieron a desayunar y a saludar a los demás amigos, sonriendo como si un intercambio así fuera cosa de todos los días.

Continuará….