Las vacaciones de Noemí (1)

Noemí pasa unas calientes vacaciones en casa de su amiga Conchi.

Conchi y Noemí hablaban a menudo, ya fuera por tfno o por MSN. Eran amigas desde la infancia, confidentes de sus primeros escarceos amorosos. Ahora, más de 600 Km. las separaban. Conchi estaba felizmente casada con Jordi y Noe llevaba ya 2 años conviviendo con Jon.

La distancia crea, a veces, murallas de difícil flanqueo y las 2 amigas llevaban ya 1 año sin verse. Por lo que Noe decidió hacer una visita a su gran amiga, a ver si así se relajaba de su estrés capitalino y se olvidaba un poco de sus problemas sexuales con Jon.

A pocos días de llegar, Conchi estaba preocupada por Noe. En sus constantes e-mail, Noe le detallaba sus desavenencias sexuales con su compañero.

Jon era un bruto de pueblo con un notable pene de 22 cms que al principio colmó de satisfacción a la multiorgásmica Noe, que estaba acostumbrada a amantes fugaces de menor talla que sólo buscaban egoístamente su placer. La poderosa herramienta de Jon hizo olvidarse a Noe de prácticas placenteras como el sexo oral y el, casi desconocido para ella, sexo anal.

Porque a Jon le daba asco acercar la nariz a su entrepierna y consideraba repugnante que cualquier cosa entrara en un ano, ya que de allí salía lo que salía. A lo que se sumaba el placer que experimentaba con las felaciones que le proporcionaba Noe. No es que a ella le disgustara chuparle tan hermoso rabo, si no que echaba en falta un buen cunnilingus y una potente enculada.

2 años de rutinario mete-saca llevaron a Noe a un estado de inapetencia que se transmitía en un par de polvos al mes, que para una morenaza de 24 años era muy poco.

En el otro extremo del país vivía Conchi, ya que su marido era de allí y allí tenía su trabajo.

Jordi era todo lo opuesto a Jon. Su pene era de escasos 17 cms pero poseía un grosor descomunal que hacía gritar de placer a Conchi prácticamente a diario, con especial hincapié en los fines de semana, en los que podían echar un polvo por la mañana, otro después de la comida y otro después de la cena. Todo esto acompañado de gloriosos 69’s, de placenteras depilaciones mutuas, de ardiente sexo anal y de calientes juegos con toda clase de vibradores.

Si bien Noe explicaba a su amiga todo lo que le pasaba, ésta era muy vergonzosa y sólo comentaba con ella la cantidad de coitos de los que gozaba con Jordi, sin nombrar el ano ni los juguetes, ni el tamaño de su pene ni nada de lo demás. Al mismo tiempo le daba a leer a Jordi los e-mail de Noe para que así compartiera su pena.

Era viernes y Jordi fue a buscar a Noe a la estación, que vino sin su compañero, que se quedó cerrando unas ventas en Girona. Al principio le costó reconocerla, estaba más delgada y con una palidez que denotaba la necesidad urgente de baños de sol. Se saludaron con un fuerte abrazo y dos besos en la mejilla. Se montaron en el 4x4 y fueron a visitar a Conchi al trabajo. Ambas rieron, lloraron y se notó que llevaban mucho tiempo sin verse. La fugaz visita terminó y se dirigieron a la casa de la playa. Los negocios de Conchi iban viento en popa y acababan de adquirir una casa en una urbanización aislada con playa particular. Se respiraba relax por doquier.

Dejaron las maletas en la habitación de invitados y mientras Noe se acomodaba, Jordi empezaba a preparar la comida. La humeante barbacoa del jardín hacía llorar a Jordi, el cual no vio cómo se acercaba su huésped por detrás. Iba impresionante, su biquini negro contrastaba con su pálida piel, sus abdominales se marcaban suavemente gracias a sus clases de aeróbic y sus turgentes senos desafiaban la gravedad gracias a la operación de estética que tanto había anhelado. Allí se quedaron los 2 hablando hasta que llegó Conchi de su trabajo.

Su raro caminar extraño a la visitante y provocó en Jordi una nerviosa sonrisa al recordar la intensa noche que habían tenido probando el nuevo consolador doble que adquirió. La cosa se zanjó echándole la culpa a unas molestias por llevar todo el día sentada.

El vino corrió y todos disfrutaron de una exquisita comida. Eran alrededor de las 5 cuando decidieron ir a la playa a eliminar ese pálido color del cuerpo de Noe. Ahí vino el primer problema, la playa era nudista. Al principio, Noe puso algún reparo para mostrar su cuerpo, pero tras desnudarse Jordi y Conchi, decidió dejarse de mojigaterías y desnudarse ella también. Todos alabaron sus cuerpos, los senos de Noe eran perfectos, el trasero de Conchi era de infarto y el pene de Jordi era sumamente atractivo para ambas, especialmente para Noe, que no paraba de mirarlo extrañada ya que Conchi y Jordi tenían la costumbre de depilar completamente sus sexos. El alcohol ingerido durante la comida les hizo olvidar del protector solar y al cabo de una hora subieron hacia la casa ya que era peligroso para la blanca piel de Noe. Allí se ducharon todos juntos en la terraza y se pusieron after-sun el uno al otro. Esto les excitó y tumbándose en unas hamacas a salvo del sol, empezaron a hablar de sexo. Así se enteraron de las 2 únicas posturas que practicaban Jon y Noe, de los 6 minutos que sólo aguantaba Jon y de que hacía 18 días que Noe no follaba.

La conversación y las cervezas llevaron a Jordi a preparar una cena "erótica" consistente en una gruesa salchicha Bratswurt flanqueada por 2 huevos fritos para ellas y un plato de mejillones al vapor para él. Empezó Conchi entre risas, metiéndose casi toda la salchicha en la boca, le siguió Noe haciendo lo mismo con la suya, pero a ella le entraba toda. Se notaba que estaba acostumbrada a chupar un gran nabo. Siguió Jordi lamiendo los mejillones con cómicos ruidos.

La cena terminó tras los chupitos de la bebida local y a eso de las 11:30 fueron todos a sus habitaciones, que eran contiguas.

Jordi estaba muy caliente, no aguantó más y atacó a Conchi con una salvaje comida de coño, que se volvió en un 69. Mientras, en su habitación, Noe se masturbaba para intentar apagar ese fuego que tenía dentro. Los sonidos de la otra habitación la turbaban, ella ya se había corrido y aún oía el ruido de la cama y los gemidos de Conchi. Esto la tenía intrigada, llevaban más de 15 minutos haciendo el amor y ella, fuera de estar satisfecha, se sentía más ardiente a cada momento que pasaba.

No pudo aguantarlo y salió de su cuarto sin hacer ruido, abrió la puerta de la alcoba y vio a Jordi de rodillas en el suelo chupándole el coño a su mujer que no paraba de gemir debajo de una almohada que ella misma se ponía en la boca para no hacer ruido. Sólo Jordi la vio, se miraron sin decirse nada durante 2 segundos. Un "fóllame cabrón" que salía amortiguado de debajo de la almohada les interrumpió. Jordi se levantó dispuesto a complacer la petición y enseñó su grueso miembro a la inesperada voyeur mientras le indicaba con un dedo que se acercara. Al ver tal polla, casi se le escapó un grito. Esa polla era exageradamente gruesa. Conchi seguía con su cara tapada a la espera de su ración de polla. Una vez se hubo acercado Noe, Jordi hundió su grueso rabo de una rápida estocada. Un violento orgasmo sacudió a Conchi que pedía más y más polla. Mientras, Noe se masturbaba en silencio. Tras otro violento orgasmo, Jordi colocó a su mujer a cuatro patas para darle por detrás. De un rápido movimiento sacó 2 vibradores de la mesilla de noche. Con el primero empezó a jugar en el ano de Conchi sin dejar de follarla mientras ofrecía el otro a Noe, que le miró sorprendida. Era una larga polla negra de unos 30 cms que se movía como una batidora en cuanto se ponía en marcha. No se atrevió a meterse tal instrumento en el coño, estaba aterrada y excitadísima al mismo tiempo.

Jordi la hizo acercarse más y así pudo ver cómo entraban dos pollas dentro de su amiga, una de verdad por su coño y otra motorizada de color violeta por su ano. Las embestidas de Jordi eran salvajes, cuando le sacaba el vibrador del ano, le metía la polla hasta los huevos y viceversa, los grititos de dolor de Conchi se mezclaban con gemidos de placer.

Noe estaba petrificada con esa visión, no paraba de masturbarse, cuando notó algo en su coño. Era Jordi que, con su mano libre, intentaba meterle la enorme polla negra. Noe quitó su mano y se dejó hacer. En cuanto tuvo más de medio aparato metido, Jordi lo conectó, entonces fue ella quien cogió el vibrador para que no se le saliera. Estaba de pie, ya que si se apoyaba en la cama, Conchi lo notaría. Empezó a notar un placer inmenso y desconocido, aquel trasto la volvía loca. Pero lo que más loca la volvía era ver la polla de Jordi penetrar una y otra vez a Conchi, que debía llevar unos 20 minutos recibiendo polla sin parar. Los amantes cambiaron de posición, él se subió a la cama, ella se dio la vuelta sin sacarse la almohada de la cara y levantó las piernas al máximo para ser sustituido el consolador de su ano por el pollón de su marido.

Dada la anchura del pene, le fue imposible enchufarla de golpe y tuvo que metérsela poco a poco. Tardó un par de minutos en tenerla toda dentro y entonces empezaron las embestidas, suaves al principio y salvajes al final.

Fatigada y necesitada de aire, Conchi se quitó finalmente la almohada de la cara y empezó a gritar y a soltar chorros de flujo que delataban la intensidad de su brutal orgasmo. Tenía los ojos en blanco.

Tantos espasmos provocaron el exprimido de la polla de Jordi que la sacó de su ano para correrse abundantemente en su cara y pechos, obligándola así a cerrar los ojos.

Noe, al ver el orgasmo de su amiga, también se corrió. Ese inmenso aparato negro la estaba dejando sin fuerzas. El orgasmo la hizo caer de rodillas, apoyándose levemente en la cama para no lastimarse.

Luego, salió sigilosamente de la alcoba y se metió en su cuarto a dormir hasta casi la 1 del mediodía siguiente. Inconscientemente llevó el vibrador negro con ella. Antes de dormirse le dio un beso y se abrazó a él.

Continuará