Las Vacaciones de Julieta VII
Nuevo incesto se avecina. Resulta un tanto inesperado pero incluso hay intercambio de hijas
Las Vacaciones de Julieta VII
Autor: Ricardo Erecto
Luego del almuerzo padre e hija se dirigieron a un dormitorio. Allí nuevamente Julieta preguntó si quería que ella se desnudara o prefería hacerlo él mismo.
-Prefiero ir desnudándote yo. De esa manera me excito más aun para tenerla bien dura para clavártela.-
-Recuerda que te la puedo chupar. Esta mañana hizo efecto y se endureció más.-
-Veremos si hace falta.-
Esta vez comenzó quitándole la falda. Ahora usaba unas bragas que, sin llegar a ser un tanga, era de muy reducidas dimensiones.
-Voltéate que quiero ver las dos marcas que dejó la fusta en el culo.-
-Espero papá que esta vez seas tú el que me azota en el culo o las tetas. Sabes que puedes buscar cualquier excusa para castigarme.-
-¿Te gusta que te azoten?-
-¡Claro! Me excita mucho. Por eso me gustó ver los videos del tío y luego quise ser su esclava. Puedes hacer conmigo lo que quieras y eso incluye azotarme o imponerme cualquier otro castigo.-
-Ahora prefiero cogerte. Si debo decirte la verdad, hacerlo, no solamente no me molesta sino que realmente me gusta cogerte. Verte esa concha depilada, húmeda, ansiosa de ser usada me excita.-
-¡No sabes la alegría que me das! A mi papito le gusta cogerme. ¿Prefieres la conchita o el culito?-
-Los dos agujeritos me gustan. Cada uno tiene su encanto.-
Continuó desnudándola hasta quedar completamente en bolas y luego de caricias y besos se dispuso a penetrarla por la concha. Una vez que se corrió en la vagina y luego de una mamada, la puso en posición para penetrarla por el culo. Julieta que suponía iba a ser una cuestión difícil de resolver, se veía feliz que su padre la cogiera y que él también disfrutaba cogiéndola.
Cuando ya había vaciado sus huevos, se dispuso a vestirse.
-Papá, me tienes que hacer algo, azotarme en el culo, las tetas, la espalda, algo. No me puedes dejar así. Tienes mi cuerpo desnudo para que castigues la parte que quieras.-
-Es que nunca he azotado a nadie y menos a una mujer.-
-Llévame a la sala de castigos. Allí encontrarás lo que necesites porque si no me haces nada, Marcos me castigará muy duro.-
Se encaminaron a la sala. Julieta se encargó de explicar lo que allí había.
-¿Quieres usar el látigo, la fusta o las disciplinas? También tienes una picana eléctrica.-
-Usaré el látigo en tu espalda, como se hacía antiguamente con las esclavas cuando había que castigarlas.-
-Puedes atarme a una columna con tetas apoyadas y dejas la espalda libre. Allí tienes cuerdas. En cuanto al látigo hay varios en ese armario. Puedes elegir el que quieras.-
Ella misma se acercó a la columna y pasó los brazos por detrás de la misma para que le atara las muñecas, cosa que su padre hizo de inmediato. Pasó otra cuerda por la cintura para evitar el movimiento del cuerpo.
Se dirigió al armario en busca de un látigo y eligió uno con una cola de algo más de un metro. Julieta permanecía callada y con la vista fija hacia delante, esperando el azote. Su padre levantó el látigo y olvidando dónde estaba, que era su hija la amarrada a la columna, se imaginó a sí mismo siendo un traficante de esclavas y descargó un fuerte azote en la espalda.
Julieta no esperada que fuera tan fuerte. Verdaderamente le dolió, y mucho, pero permaneció callada. El segundo azote no se hizo esperar y nuevamente cruzó su espalda. Ya dos gruesas rayas se resaltaban sobre la piel blanca.
El culo, prominente y con dos marcas de la fusta de la mañana podía ser otro objetivo y allí dirigió el nuevo azote. Todo el cuerpo de Julieta temblaba de dolor, pero haciendo un esfuerzo contenía los gemidos aunque no las lágrimas. Los sucesivos azotes fueron a la espalda. Entonces Julieta no pudo contener el grito de dolor, momento en que su padre reaccionó que no era un traficante de esclavas y que la que estaba en la columna era su hija. No supo qué hacer y abandonó el lugar en busca de Marcos.
-Marcos, Julieta está en la sala, atada a una columna. Le he dado varios latigazos y está llorando y gimiendo de dolor. No sé qué me paso para hacer eso. ¡Ayúdame!-
-No te asustes. Julieta está preparada para recibir azotes en su espalda. No es la primera vez y no será la última. En cuanto a ti, creo que has descubierto una faceta hasta ahora desconocida. Puedes ser un buen conductor de esclavas.-
-Le han quedado marcas en la espalda y una en el culo que asusta. ¡Tenemos que hacer algo!-
-Sí, dejarla atada hasta que se calme. Seguramente ahora las marcas están inflamadas, pero eso pasa. Has hecho un buen trabajo. Vamos a tomar una taza de té y luego vamos a buscarla.-
-Marcos, ¡es mi hija!-
-¡Joder!, ya sé que es tu hija o mejor dicho que era tu hija. Ahora es mi esclava.-
Marcos pidió a Cintia que les trajera un servicio de té, que bebieron lentamente. Luego y por indicación de Marcos, se dirigieron a la sala. Allí estaba Julieta, todavía con lágrimas en sus ojos.
-Pensé que eran marcas más fuertes,- comentó Marcos. –Julieta supongo que ya pasó el dolor.-
-Sí amo, ya está pasando.-
-Para compensarte te voy a sodomizar. Hace varios días que no uso tu culito.-
La desató y ante la mirada atónita de su padre, Julieta se inclinó hacia delante dejando el culo hacia arriba y separando los cachetes ofreciendo el ano para ser penetrado. Marcos se acercó y comenzó a clavarla lentamente. Después de dejar la simiente en recto de la muchacha, la sacó y dándole una palmada suave el culo le dijo:
-Ve a ducharte, que te hace falta.-
-Gracias amo.-
Marcos tomó del brazo a su cuñado y se dirigieron a la biblioteca.
-Mira, creo que tienes pasta para trabajar con esclavas. Si bien eran marcas notables, has usado un látigo que no es de los peores. Estoy seguro si que usas uno de cuero trenzado y con la fuerza que la azotaste, entonces sí iba a tener la espalda bien adornada.-
-Pero Marcos, estoy desconcertado con lo que le hecho a mi hija y tú me dices que tengo pasta para trabajar con esclavas.-
-Justamente si has podido azotar a tu hija, ¿por qué no lo podrías hacer con otras esclavas?-
-Ya te dije, no sé qué me paso y cómo pude hacerle eso.-
-Es lo que ella esperaba y seguramente merecía, pero no importa lo que ella esperaba. Lo importante es lo que tú querías hacerle a una jovencita indefensa. Que fuera tu hija es un detalle. Cámbiale la cara si quieres y piensa en un cuerpo joven, bonito, bien formado que está a tu disposición. ¿Por qué no hacerle lo que te marca el instinto?-
-Debes entender cuñado que las cosas no son tal como creías hasta hace un tiempo. ¿Hubieras imaginado que tu hija llamara a su madre para que su padre se la cogiera? Seguramente no. ¿Hubieras imaginado que gozarías cogiendo a tu hija y a su amiga Cintia? Seguramente no. ¿Hubieras imaginado que mi hermana te dijera que vinieras a cogerte a “la nena”? Seguramente no.-
-Debes admitir que estás descubriendo algo nuevo. Mañana te vas a coger a Cintia, a cara descubierta. Ella sabrá que el padre de su mejor amiga se la va a meter hasta el fondo y eyaculará en su interior y también sabrá que puedes castigarla con dureza, como corresponde a una esclava. ¿No te excita esa posibilidad?-
-Me sorprende pero me excito y estoy seguro que castigaré con Cintia sin compasión. Es cierto que tener el cuerpo desnudo e indefenso de una jovencita me excita y me incita a castigarlo. ¿Qué es esto que me pasa?-
Simplemente que estás sacando algo que tenías escondido. Si verdaderamente te excita y te incita, como has dicho, no debes privarte de hacerlo. Tienes dos esclavas a tu disposición, úsalas.-
-Puedes mirar algunos de los videos que llevaron a Julieta a esclavizarse. Allí verás las cosas que le hacen a las esclavas, castigos con o sin motivos, historias ridículas en sí mismas pero que terminan con las mujeres sometidas a verdaderas torturas y eso fue lo que hizo que Julieta quisiera ser protagonista de esas historias. Aquí tienes para ver todos esos videos. No quiero molestarte y te dejo solo. Si tienes una erección, recuerda que Julieta está disponible.-
Comenzó a mirar los videos. Se sorprendía de las cosas que veía pero al mismo tiempo notaba una cierta excitación. Quería encontrar una explicación lógica y no la encontraba. Simplemente se le ponía dura. En un momento decidió buscar a Julieta nuevamente para calmarse. La encontró en una de las habitaciones, desnuda sobre una cama y boca abajo. Los azotes le dolían y era una manera de calmar el dolor.
-Hija, he estado viendo algunos videos que me facilitó tu tío y me he excitado. Necesito vaciar los huevos nuevamente.-
-¿Quieres por adelante o por atrás?-
-Quería una mamada hasta que descargue la leche. Creo que así será suficiente.-
Julieta de inmediato se arrodilló y se pudo la pija en la boca. Sus habilidades con la lengua hicieron que se corriera muy pronto. Se tragó el semen y con la lengua comenzó a retirar los restos que habían quedado en la pija.
-¿Está bien como lo hice o crees que debes castigarme?-
-Por hoy creo que has tenido suficiente castigo.-
-Tú lo decides pero si crees que debes castigarme, estoy a tu disposición.-
-No, continuaré mirando los videos. Por ahora no necesito nada más de ti.-
Continuó mirando videos hasta la hora de la cena. En esta oportunidad quienes atendieron la mesa fueron Cintia y Julieta y ambas cenaron luego en la cocina una vez que los varones habían concluido.
-Llevaré luego a Cintia a una de las celdas. Estará con una bombacha y un camisón que le cubrirá casi hasta los tobillos, de una tela que se rasga muy fácilmente. Mañana irás a buscarla y yo te acompañaré para que sepa que estoy al tanto de lo que vas a hacerle. Luego la llevas a unas de las habitaciones y haces con ella lo que quieras. No permitas que se rebele ni dude en complacerte.-
-He visto bastante en los videos como para manejarme razonablemente bien con ella. No temas que no creo que desobedezca.-
-Si lo hace, ya sabes. Látigo, picana, golpes, lo que quieras.-
En la mañana siguiente ambos hombres se levantaron temprano. Luego de tomar el desayuno que Julieta preparó, ambos se dirigieron a las celdas. Marcos llevaba un par de esposas en la mano.
-Entrarás a la celda y antes de despertar a Cintia, la esposas con las manos en la espalda. Es importante que se sienta indefensa. Luego la tomas del brazo y la llevas al dormitorio. Una vez allí, ¡es toda tuya!-
-Gracias Marcos por esta oportunidad. Estoy seguro que gozaré de su cuerpo.
Entró sin hacer ruido en la celda mientras Marcos permanecía afuera. Cerró una de las esposas en una muñeca y cuando buscó el otro brazo, la muchacha comenzó a despertarse, pero antes que reaccionara ya tenía sus muñecas unidas. La tomó del brazo y sin decir palabra alguna la sacó de la celda, rumbo al dormitorio. Grande fue la sorpresa inicial de Cintia pero mayor aun cuando vio a Marcos que claramente aprobaba lo que estaba ocurriendo. Llegaron al dormitorio y se colocó frente a la muchacha.
Comenzó magreando los pechos a través del camisón, para luego aflojar los tres botones de la parte superior y metiendo la mano por allí, llegó a los pezones que comenzó a apretar. Poco después tomó con sus manos la abertura del camisón y de un tirón rasgó la tela hasta debajo de la cintura.
Cintia estaba desconcertada. No entendía por qué el padre de su amiga estaba abusando de su cuerpo. Ahora las manos del hombre recorrían su cuerpo y continuaron rasgando la tela hasta partirla en dos y luego arrancó las mangas arrojando los restos de la prenda al suelo, dejándola con la bombacha. En un momento la abrazó y sus labios se posaron sobre la boca de la muchacha, mientras su pija, ya dura, se apoyaba entre las piernas. Luego le bajó las bragas hasta las rodillas y le pasó los dedos por los labios vaginales.
Cintia no era de madera y también se estaba calentando. El flujo escapaba de su vagina y la mano que estaba apoyada en el culo comenzó a incursionar en el ano. Ya había sido cogida y sodomizada por el padre de Julieta, pero ella, con los ojos vendados, no se había enterado de quién era el hombre que la había cogido. Ahora todo le parecía mucho más bizarro y esto la excitaba.
Finalmente le quitó las bragas y aun con las esposas puestas, la depositó sobre la cama, le separó las piernas y se dispuso a penetrar esa conchita depilada y con poco uso. Acercó el glande a la entrada de la vagina y comenzó a empujar. Estaba completamente lubricada y la penetración no ofreció dificultad. Cintia quería poder disponer de sus manos para acariciar la espalda del padre de su amiga, pero las esposas estaban para impedirle ese movimiento. Apenas unos pocos bombazos, la muchacha se corrió con un temblor en todo su cuerpo y gemidos de relajación.
El varón mientras tanto no tenía apuro y continuaba bombeando mientras la besaba y una de sus manos se paseaba por las tetas. Poco después se corría dentro de esa vagina tan acogedora.
-No quería que te corrieras antes que yo. Te mereces un castigo.-
-Castígueme y le pido perdón por haberme corrido antes. No volverá a suceder. Mi cuerpo está a su disposición.-
Tomó una fusta que estaba en un armario y ordenándole que se mantuviera boca arriba y con las piernas separadas, le descargó un azote sobre el pezón izquierdo. Cintia apretó los labios para contener el gemido. Dado que estaba excitada el pezón estaba hinchado y el golpe justo sobre el mismo le había resultado doloroso. El siguiente fue dirigido al otro pezón y luego dos azotes directos sobre la concha. Cintia lloraba en silencio.
-Ahora la chuparás hasta que se ponga dura y te la meteré por el culo. Espero que sepas comportarte como una verdadera puta.-
“…como una verdadera puta” le sonó muy mal. Hasta ese momento se había considerado que era una esclava pero que la llamaran y debiera comportarse como puta, excedía sus planes. Sin embargo guardó sus sentimientos, separó los labios y se puso la pija en la boca. No podía ayudarse con las manos y esperaba poder provocar la erección rápidamente. Temía otro castigo. Unos minutos más tarde lo había logrado y ahora el falo estaba en condiciones de sodomizarla. Sin esperar la orden se puso boca abajo elevando el culo y separando los cachetes, las esposas no se lo impedían dejó el ano a la vista.
Acercó la pija a la entrada y sin lubricarla previamente comenzó a empujar. La dilatación del ano no era sencilla pero a fuerza de empujar y a pesar del dolor de la muchacha, se fue introduciendo hasta que finalmente la tenía toda metida en el culo. En la posición en que estaba Cintia, sus tetas quedaban colgando, cosa que aprovechó el hombre para tomar los pezones recientemente azotados. Resignada se preparaba para que se los apretara o estrujara las tetas. En cualquier caso no sería fácil soportar el dolor de la pija en el culo y de sus sensibles pezones.
Continuó lentamente, deteniendo el movimiento periódicamente prolongando el polvo y la molestia en los pechos de la muchacha. Sabía que debía obedecer, ya que Marcos estaba al tanto de lo que ese hombre le haría. Hubiese querido proteger sus tetas, pero esas malditas esposas le mantenían los brazos en la espalda. Cada vez el apriete de sus pezones y de sus tetas en toda su extensión, era más fuerte. Ahora solo deseaba que acabara aquello. Finalmente se corrió en su culo y entonces dejó de apretarle las tetas.
-Nuevamente te has portado mal y no voy a soportar que una chiquilina, esclava y puta como tú se rebele. Necesitas un escarmiento.-
Temerosa, Cintia solo atinó a decir: -Estoy a su disposición para recibir el castigo.-
La condujo a la sala. Había visto videos de castigos increíbles y vería si podía ponerlos en práctica con Cintia. La condujo a la camilla ginecológica, dejando su depilada concha totalmente expuesta. Luego de amarrarla firmemente, comenzaría el castigo.
En verdad no era un castigo. Sería una verdadera tortura, un suplicio al cual la iba a someter. Tomó la picana y mientras introducía un electrodo en el culo, que se deslizó sin dificultad por el semen que mojaba las paredes del recto, amenazaba con el otro extremo tocar partes sensibles del cuerpo.
Cintia ya había probado la picana y sabía que era un castigo cruento, pero debía someterse. Una esclava debe estar dispuesta a sufrir los castigos. Si no lo puede soportar, entonces no puede aspirar a ser una esclava. Esperaba no mearse mientras era torturada.
El primer toque fue en un pezón. Un temblor invadió su cuerpo mientras trataba de soportarlo sin emitir sonido alguno. El pezón le quemaba por el paso de la corriente pero antes de llegar a niveles francamente insoportables, levantó la picana. Le siguieron otros toques en las tetas y la concha. Cuando finalizó la condujo hasta una de las celdas, la encadenó y abandonó el lugar.
-Marcos, acabo de torturar a Cintia con la picana y la dejé encerrada en una celda.-
-Bien, si lo has hecho y estás conforme con el resultado, el objetivo está cumplido. ¿Cómo se ha comportado en la cama?-
-Muy bien, aunque debo confesarte que Julieta lo hace mejor. No sé, parece más puta. Me agradaría poder continuar cogiéndola.-
-No hay inconveniente. Podrás cogerla todas las veces que te apetezca. Esta tarde ¿quieres usar a Cintia o a Julieta?-
-Quiero volver a probar a Cintia.-
Por la tarde, luego del almuerzo, Cintia debió someterse nuevamente al padre de su amiga. Fue usada en todos sus agujeros y dado su comportamiento complaciente, no recibió castigo alguno. Ya cuando el padre de Julieta se retiraba, acordaron con Marcos que el sábado siguiente volvería.
Sin embargo el padre de Julieta llamó a Marcos el día miércoles.
-Marcos, quería comentarte que me habó el padre de Cintia. Quería saber cómo estaba y alguna novedad respecto de ella. Le comenté que había estado el sábado y que además de coger a Julieta lo había hecho con ella. A partir de allí me preguntó varios detalles.-
-¿Te hizo alguna objeción que ahora fuera mi esclava?-
-No, en absoluto y me sorprendió porque me pidió poder él también coger a su hija, que desde un tiempo lo deseaba pero que no sabía cómo encararlo. Quisiera también coger a Julieta.-
-Me resulta por lo menos curioso que ambos padres de mis esclavas quieran coger sus hijas y más me sorprende del padre de Cintia. Creo que menuda sorpresa se llevará la esclava cuando su padre le pida que se ponga en bolas para cogerla.-
-Bueno, justamente quería pedirte autorización para ir con él el fin de semana. Pensé que el sábado podía yo coger a Julieta y él a Cintia y el domingo al revés, él a Julieta y yo a Cintia. ¿Qué te parece?-
-Me parece bien. En la medida que su propio padre la quiera coger, su voluntad se verá doblegada y será más obediente, aunque debo decirte que es dócil y no ha traído problemas.-
-Es cierto que el sábado cuando se enteró que debía entregarme su cuerpo, no puso objeciones y no se rebeló. Entonces, ¿puedo ir el sábado con el padre de Cintia para el programa que te he comentado?-
-Sí, por ahora no hay problema. Veremos su comportamiento para permitirle o no coger a Cintia.-
El sábado siguiente ambos hombres se presentaron en la casa de Marcos. Ninguna de las dos esclavas sabían que serían visitadas por sus padres. Ambas estaban en sus respectivas celdas, encadenadas. Marcos acompañó a los dos hombres hasta las celdas.
Cuando Cintia vio a su padre, tapó su concha y sus tetas con las manos.
-Papá, ¿Qué haces aquí?-
-He venido a cogerte. El señor Marcos ha tenido la amabilidad de permitirme usar tu cuerpo. Tienes un culito que quiero disfrutar lo mismo que tu concha. Déjate de tapar con las manos y muéstrame tu cuerpo completo.-
-Pero papá, no puedes cogerme.-
Fue entonces cuando intervino Marcos.
-¿Quieres que comience castigándote yo por desobedecer a tu padre? ¿O prefieres que él tome el látigo? ¡Levántate inmediatamente y muéstrale tu cuerpo de esclava puta a tu padre!-
Cintia se levantó y quitando las manos de las tetas y de la concha se ubicó frente a su padre.
-No hay duda que tienes un cuerpo hermoso y esas marcas que luces en el culo y la espalda te favorecen. No creí que algún día llegara el momento de coger mi hija.-
-Papá, pongo mi cuerpo a tu disposición para lo que quieras hacerme. Es un honor recibir tu semen en mi interior.-
¡Qué rápido había sido adiestrada! Casi no daba crédito a sus oídos. Que ella dijera que era un honor recibir su semen, traspasaba cualquier fantasía que hubiera imaginado. Entonces miró a Julieta que estaba en la celda de al lado. Ella no estaba avergonzada ni que su padre viniera a cogerla ni presentarse desnuda ante el padre de su amiga.
Luego que quitarles las cadenas de sus cuellos, las esclavas se encaminaron a sendos dormitorios, seguidas por sus respectivos padres. Julieta ya conocía la rutina que utilizaría su padre. Primero por la concha, luego una mamada, después por el culo y en todo momento manoseando su cuerpo.
Cintia por su parte no sabía cómo reaccionaría su padre. Con cierto temor, luego que se cerró la puerta de la habitación, se puso a su disposición.
-Papá, aquí estoy a tu disposición para que me hagas lo que quieras. La orden de Marcos es que debemos complacer a quién él nos indica y si no cubrimos las expectativas, seremos castigadas. Dime qué quieres que haga.-
-Quiero admirar y tocar tu cuerpo desnudo. ¿Siempre has estado con la concha depilada?-
-No, fue una orden de Marcos, para que quedara más a la vista y fuera más limpio.-
-¿Tomas pastillas para no quedar embarazada o debo usar preservativo?-
-Puedes cogerme sin protector. Tomo pastillas y Marcos me hará atar las trompas para mayor seguridad. Ahora puedes dejar tu leche en la vagina. También si quieres me puedes coger por el culo, siempre tenemos las tripas bien limpias.-
-¿Marcos te coge regularmente?-
-Sí, todos los días, ya sea por adelante o por atrás. Cuando estoy con la menstruación, me coge por el culo.-
-Quiero cogerte con las manos atadas en la espalda. ¿Hay alguna cuerda aquí?-
-Sí en ese armario encontrarás cuerdas, esposas y otros elementos para atarme.-
Prefirió usar unas esposas que colocó en las muñecas de Cintia.
-Ahora te pones de espalda con las manos debajo del culo y separas las piernas. Quiero acariciar todo tu cuerpo y espero que no te muevas.-
Comenzó por las tetas. Su mano recorría una y otra vez las tetas y los pezones que cada vez se ponían más turgentes. Bajó su boca precisamente sobre uno de los pezones y mientras su lengua recorría el prominente “botoncito” su mano acariciaba la concha e introducía un dedo en la vagina.
La temperatura de Cintia iba creciendo mientras una abundante secreción de flujo vaginal mojaba incluso el exterior de la concha. Por su parte su padre ya estaba empalado y en condiciones de penetrarla. Se quitó los pantalones y se montó sobre ella acercando el glande a la entrada de esa concha tantas veces deseada en silencio. Comenzó a empujar lentamente hasta que finalmente la tenía toda adentro.
Ambos tenían sentimientos encontrados. Por un lado sentían algo de culpa por el incesto pero por otro lado tanto uno como otra estaban disfrutando del polvo. Finalmente prevaleció en ambos las ganas de tener una buena cogida. El padre gozaba en coger a una joven con tan buen cuerpo y que se movía y acompañaba sus embestidas. Cintia se corrió antes que su padre que lo hizo muy poco después.
-Veo que te han enseñado a coger. Lo has hecho muy bien y hacía mucho tiempo que no tenía un polvo tan satisfactorio. ¿Ha sido Marcos el que te enseñó estas cosas?-
-Sí, especialmente Marcos pero también el padre de Julieta. ¿Mamá no coge así?-
-Sabes que estamos distanciados de tu madre y solo ocasionalmente cogemos. Creo que no lo sabes, pero tengo una amante con la cual tengo relaciones frecuentes, pero tú lo haces muy bien.-
-Gracias papá. Cuando te vi, pensé que me ibas a retar, no a coger.-
-Vine a cogerte y no estoy decepcionado, al contrario y espero que Marcos me deje volver.-
-¿Me vas a coger nuevamente luego del almuerzo?-
-Sí, esa es la idea y mañana cambiamos de pareja con el padre de Julieta. Él te cogerá a ti y yo a Julieta.-
-Cuando quieras puedes probarme el culo. Yo ya estoy lista para que me abras con tu caño.-
-Déjame reponerme y te la pongo por atrás.-
-¿No quieres que te la chupe y le pase la lengua para que se ponga dura?-
-¿Sabes hacer buenas mamadas?-
-Sí, claro. Una esclava debe saber hacer todas estas cosas y muchas más y si no las hace adecuadamente, pues recibe un castigo.-
-He visto que tienes algunas marcas. ¿Son de castigos?-
-Son marcas del látigo. Marcos es un experto manejando el látigo como así otros instrumentos. Hace dos días me azotó.-
-Bueno, mámela que quiero sodomizarte.-
Cintia bajó su cabeza y comenzó a chupar y pasar la lengua por la pija. Enseguida se puso dura como para metérsela por el culo. Ella se volteó, se puso en cuatro y teniendo las manos esposadas en la espalda, pudo separarse los cachetes para ofrecer el agujero a su padre.
-Ya me la ha puesto por el culo como podrás ver. Empuja que entrará.-
Apoyó el glande en la entrada del ano y comenzó a empujar. Efectivamente se fue deslizando hacia el interior. Pocas veces, primero su mujer y luego su amante, habían cedido sus agujeros traseros para ser penetrados. Mezcla de prejuicios y vergüenza solo en algunas ocasiones habían sido sodomizadas. Ahora su hija le ofrecía el culo como nunca hubiera imaginado.
Mientras bombeaba en el ajustado agujero tomó con sus manos las tetas y las acariciaba como si nunca hubiera tocado unos senos. Duros, turgentes, que se movían al compás del movimiento. La situación lo calentaba más y muy poco después se corría en las tripas de la muchacha.
-¿Crees que me he portado bien o debes castigarme?-
-¿Castigarte? ¿Por qué?-
-Marcos dice que una buena esclava debe satisfacer completamente a su amo o a quién éste indique y que si no lo hace debe ser castigada. Justamente estas marcas de látigo son porque cuando se la mamé a Marcos, no quedó conforme. Si debes castigarme, en la sala hay elementos para que lo hagas.-
-Tenerte así desnuda, con la leche escapando del culo y la concha me incita a castigarte, quizás con un látigo, pero me resulta difícil. Después de todo, eres mi hija.-
-Olvida que soy tu hija. Si quieres hacerlo, recuerda que no tienes límite. A veces Marcos me castiga sin necesidad de portarme mal. Simplemente para que aprenda a someterme. También hay una picana eléctrica y otros instrumentos para torturarme.-
-¿Qué te parece unos azotes en ese culito tan lindo que tienes?-
-Yo no puedo opinar. Es tu decisión qué hacerme. Por supuesto mi culito está a tu disposición si quieres azotarlo. Si es solamente eso, en el armario encontrarás una fusta y aquí mismo puedes azotarme.-
-Eso me gusta más, azotarte en la intimidad de estas cuatro paredes. Te sacaré las esposas y te acuestas con el culo para arriba. Buscaré la fusta.-
Una vez ubicada, con una almohada debajo el pubis para elevar el culo, su padre descargó cinco azotes en los carnosos y rosados glúteos de Cintia. Una vez concluido, se dirigieron al salón comedor. Allí estaba Marcos
-¿Cómo se ha portado la esclava Cintia? Veo que has tenido que marcarla en el culo.-
-Sí, ha sido más por gusto de hacerlo que por haberse portado mal. Era una lástima disponer de ese cuerpo y no dejarle alguna marca.-
-Por supuesto, para eso están las esclavas. Mañana entonces tendrás a Julieta. Cintia estará a las órdenes del padre de Julieta. Espero que disfrutes del cuerpo de mi sobrina.-
-Seguramente sí. Será un placer usar su cuerpo.-
A pedido de su padre, Julieta pasó también la noche con él. Por supuesto desnuda y dispuesta a complacerlo las veces que en la noche se despertó. La mayor parte del tiempo, el dedo pulgar del padre descansó en la vagina de su hija, mientras ella envolvía con sus manos la pija del padre. Fue una noche difícil de olvidar para ambos.
Continuará