Las Vacaciones de Julieta V
Inesperado giro de las cosas. Cintia quiere conocer nuevas experiencias y el padre de Julieta da rienda suelta a sus emociones
Las Vacaciones de Julieta V
Autor: Ricardo Erecto
A partir de la conversión legal y definitiva de Julieta como esclava de Marcos, las cosas cambiaron algo. Ahora no resultaba infrecuente que se recibieran visitas en la casa, especialmente amigos varones del dueño de casa. En esas ocasiones era Julieta la encargada de servir bebidas y/o comidas o lo necesario para una buena atención de los invitados.
La vestimenta de Julieta eran unas bragas de regular tamaño y siempre estaba con el collar y cinturón metálico con la inscripción de su pertenencia como esclava a Marcos. Si bien en un comienzo se sintió un poco incómoda, luego de un mes ya lo tomaba como algo natural.
Varias veces por semana era castigada y Marcos siempre buscaba un motivo para hacerlo: Que la planta de sus pies no estaban suficientemente limpios, que habían quedado algunos pelos en el pubis, que no acudió suficientemente rápido cuando fue llamada, etc.
Algunos días dormía en la cama con su dueño, otras en alguna de las celdas, pero era penetrada a diario. Durante los días de menstruación, la recibía, invariablemente, por el culo. Había sido tatuada en el glúteo derecho con la inscripción:
Esclava Julieta
Propiedad de Marcos
Igual inscripción llevaba en el bajo vientre, unos ocho centímetros debajo del ombligo. Por el momento no había sido anillada en ninguna parte de su cuerpo.
Aproximadamente unas seis semanas después de ser declarada esclava, la madre de Julieta llamó a Marcos (su hermano).
-.Marcos, ¿como estás? Recibí la copia de la nota del juez. Julieta ya es tu esclava definitivamente. ¿Cómo está ella?-
-Está muy bien. Seguimos según lo previsto, castigos y polvos. Se ha adaptado bien y resulta una esclava obediente.-
-Mejor así, que te sirva y se comporte y sea tratada como ella quiso. Quería comentarte algo. ¿Recuerdas a Cintia, la amiga de Julieta?-
-Sí claro. Tiene un culito que me gustaría probar.-
-Hace unos días vino a casa y estuvimos conversando mucho. Quiere pasar dos o tres semanas contigo para que le enseñes las cosas que aprendió Julieta en las vacaciones. Le dije que primero debía hablar contigo.-
-Por mi parte, no tengo inconveniente, pero ¿Qué dicen los padres?-
-Los padres no saben nada y me parece que les importa poco, incluso creo que quisieron echarla de la casa y por eso vino a hablarme a mí. La excusa sería visitar a su amiga.-
-En ese caso, puedes traerla tú misma aquí. Así no generaría desconfianza.-
-Es una buena idea. Iría con mi marido. ¿Me dejarías ver un momento a Julieta? La extraño.-
-¡Por supuesto! No le voy a negar a su madre que la salude aunque sea un momento.-
-Gracias Marcos. Voy a hablar con Cintia y te tengo al tanto.-
De inmediato llamó a Cintia y la citó para esa misma tarde. Se encontraron en una confitería de la zona.
-He hablado con Marcos respecto de pasar unos días en su casa. Me ha dicho que te acepta.-
-¡Que alegría que me das! ¿Cuándo puedo ir?-
-He quedado que yo te llevaré la semana que viene. Calculo que podemos salir el viernes.-
-Muchas gracias. Estoy ansiosa. Julieta me contó tantas cosas.-
-No olvides comenzar a tomar pastillas. Recuerda que a mi hermano le gusta enseñar de manera práctica.-
-Estoy preparada para que me cojan. ¡Será la primera vez!-
Le confirmó a Marcos que el viernes siguiente saldría con Cintia para su casa. Marcos le pidió que una hora antes de llegar le avisara por celular. –Así tengo todo preparado.- le había dicho.
Llegado el día partieron para la casa de Marcos. Alrededor de una hora antes de la llegada, se comunicó con su hermano.
-Calculo que en una hora estaremos allí.-
-Bien las espero.-
Al recibir la comunicación, Marcos llevó a su esclava a la sala de tormentos. Allí había, entre otras tantas cosas, dos postes metálicos verticales distantes algo más de un metro uno de otro. Estaban provistos de argollas cada diez centímetros lo que posibilitaba fijar cuerda o cadenas de manera eficaz. Colocó a Julieta entre ambos, totalmente desnuda y fijó sus muñecas en alto a cada uno de los postes y lo mismo hizo con los tobillos en la parte inferior. Julieta quedaba totalmente expuesta en forma de X.
Su tío tomó uno de los tantos látigos que tenía y se acercó al cuerpo indefenso de su sobrina y comenzó a azotarla. Si bien en un comienzo Julieta pudo dominarse y no gritar, no pudo mantener esa situación mucho tiempo a medida que avanzaba el castigo.
¿Cuántos azotes recibió? Marcos no lo sabía. Cesó el castigo cuando el cuerpo de la muchacha estaba cubierto de marcas desde arriba de las tetas hasta las rodillas, tanto en su parte delantera como de atrás. Estaba completamente exhausta y con las piernas ligeramente flexionadas, su cuerpo colgaba de las muñecas. Al tener sus piernas separadas, era accesible cogerla, cosa que hizo de inmediato Marcos. La esclava no podía ni resistirse ni contribuir al polvo. Solamente dejaba hacer.
Habían pasado apenas unos pocos minutos cuando Cintia y los padres de Julieta arribaron a la casa.
-Marcos, ésta en Cintia, de la cual tienes alguna referencia.-
-Sí, ¿Has venido para aprender algunas cosas?-
-Sí señor, de la misma manera que le enseñó a mi amiga Julieta.-
Le colocó de inmediato un collar que estaba colgando del techo a un costado del pasillo de entrada. Una vez cerrado le ordenó, -desnúdate, quedándote solamente con la bombacha. Volveré en un momento.-
Cintia comenzó a quitarse toda la ropa. Su concha estaba húmeda y sentía el latir de su corazón. Mientras tanto Marcos se dirigió con su hermana y su cuñado a la sala en la cual se encontraba Julieta. Ésta estaba con la cabeza gacha y su cuerpo colgaba de las muñecas y el semen corría por su muslo izquierdo.
Apenas la vio, su madre se acercó a ella abrazándola.
-¡Julieta! ¿Cómo estás? El tío te ha castigado duro.-
-Sí mamá, me ha castigado duro pero me lo merezco.-
-Veo que también te ha cogido. Tienes leche sobre la pierna.-
-Sí, me ha cogido pero ha sido tan benévolo que no me la metió por el culo.-
-Pero tu cuerpo está lleno de marcas. Azotes en las tetas, el culo, la espalda y veo que ni la concha se ha salvado. ¿Tan mal te has portado?-
-Ya te he dicho, me merezco este castigo y mucho más.-
-¿Sabes que he venido con Cintia?-
-¿Viene a quedarse como esclava también?-
-Por ahora es una prueba. Estará aquí dos o tres semanas.-
-¿Dónde está?-
-Tu tío la dejó encadenada en el pasillo y le indicó que se desnudara. Hija, te veo que estás sufriendo así colgada. ¿Quieres que le diga a mi hermano que te desate?-
-¡No! ¡No le digas nada! Podría castigarme más. El tío sabe que estoy acá y el estado en que me encuentro. Cuando considere que deba liberarme lo hará, cuando crea que el castigo ha sido suficiente, me liberará.-
-Es que te miro las tetas y supongo que deben dolerte mucho.-
-Sí me duelen y me duele también el culo. ¿Viste cómo lo tengo? Con ese látigo me deja unos cordones muy gruesos, pero insisto, el castigo ha sido justo.-
-Bueno hija, me voy. ¿Tú estás contenta con estar aquí?-
-Sí mamá. Esto es lo que yo quería. Con la llegada de Cintia, Marcos deberá ocuparse también de ella y quizás un poco menos de mí.-
Mientras tanto Marcos observaba a su cuñado. Lo veía taciturno, ausente. Por ese motivo le preguntó qué le ocurría.
-Mira, Cintia está en el pasillo y le has indicado que se desnudara. Debe tener un buen cuerpo y cuando le pusiste el collar, le miré el culo y debo confesarte que me impresionó. A tu hermana nunca la he podido coger por el culo, se ha negado sistemáticamente.-
-Por lo que me dices, te gustaría coger a Cintia por el culo.-
-Pienso que cuando la vea vistiendo solamente las bragas, me darán ganas de arrancársela y cogerla.-
-Ven, me ayudarás a llevarla a la sala. Tú sigue mis indicaciones.-
Se dirigieron al pasillo en que se encontraba Cintia.
-Quítate la bombacha y pon los brazos en la espalda.-
-Tú, cuñado, ponle las esposas y verifica que tenga el pubis bien depilado. Yo le pondré los grilletes en los tobillos.-
De inmediato la joven que quitó las bragas quedando en pelotas frente al padre de su amiga y a Marcos. Ambos observaron el cuerpo dela joven. No es sencilla su descripción. Sus tetas eran más grandes que las de Julieta pero muy firmes y con unos pezones que notablemente sobresalían, de manera casi impertinente, hacia delante.
Su cintura estilizada daba la clásica forma del cuerpo femenino, para continuar con un pubis, perfectamente depilado y suave y una cadera estrecha. Los labios vaginales asomaban entre las piernas delgadas y muy bien formadas. El culo, prominente y parado “como un pato” escondía un ano cerrado y apretado.
El padre de Julieta pasó reiteradamente la mano por el pubis, llegando a la concha, en busca de vello, que había sido eliminado. Estaba realmente excitado.
Tomaron a Cintia, cada uno de un brazo de la muchacha y la condujeron a la sala de castigos. Al entrar vio a Julieta, con su cuerpo magullado por los latigazos. Su corazón comenzó a latir con fuerza.
Hubiera querido correr hacia ella pero los grilletes de los tobillos reducían su movilidad y el collar era retenido por Marcos. Solo atinó a decir: -Julieta, ¿te sientes bien?- Ridícula pregunta. Julieta levantó la cabeza y dedicó una sonrisa a su amiga y respondió, -bienvenida a la sala de tormentos.-
En ese momento Cintia tuvo miedo. Una cosa era ver fotos o videos y otra muy distinta sería sufrir los azotes que habían marcado a su amiga. Un golpe con la fusta en el culo la sacó del ensimismamiento.
-Te sacaré los grilletes y las esposas y te acostarás en la mesa de torturas-, fueron las secas palabras de Marcos.
Temblaba nunca antes lo había hecho. Obedeció y se acostó en la mesa. Marcos procedió a atarle los tobillos a sendas argollas, con las piernas separadas, y lo mismo hizo con sus muñecas, dejando su cuerpo tenso. Podía observarse la respiración entrecortada de la muchacha por el movimiento agitado de sus tetas. El padre de Julieta miró con excitación la concha de la muchacha que ahora era bien visible.
Marcos tomó a su cuñado del brazo y abandonaron el lugar. Es una sala contigua y en voz baja Marcos preguntó:
-Ahora que la has visto desnuda, ¿te gustaría cogerte a Cintia?-
-¡Claro que sí, ya fuera por el culo o por la concha! pero es algo imposible.-
-Nada es imposible. Cintia estará aquí unos días y se podrá disponer de ella a gusto.-
-Tú podrás disponer de ella. Pero si tu hermana se entera que le rompo el culo a Cintia, creo que será el final de nuestro matrimonio. Además Cintia luego lo contará a los demás.-
-Un momento. Primero que mi hermana no tiene por qué saberlo y segundo puedo acondicionar a Cintia para que no pueda reconocerte. Más aun, te propongo que vengas en dos o tres días. A Julieta la dejaré encerrada y encadenada en una de las habitaciones y a Cintia le pondré tapones en los oídos, con los ojos vendados y una máscara de látex que no le permitirá ni ver ni oír nada. En cuanto a mi hermana, no tiene por qué saberlo.-
-¿Crees que la podré coger sin que eso trascienda?-
-Por supuesto y la puedes coger por la concha y por el culo, sin que ella pueda resistirse.-
-Cogerla por el culo es casi un sueño. ¡Cuantas veces quise hacerlo!-
-Ven en tres días y tendré todo preparado. ¿Querrás también azotarla o torturarla de alguna manera?-
-No, quiero solamente cogerla.-
-Nadie se enterará. Te espero entonces el lunes.-
Marcos se despidió de su hermana y su cuñado y ambos regresaron a su casa. Mientras tanto Marcos regresó a la sala y se dirigió a la mesa en la cual estaba amarrada Cintia
-Voy a interrogarte antes que comience tu entrenamiento. Te dirigirás a mí como “señor”. ¿Entendido?-
-Sí señor.-
-¿Cuántos años tienes?-
-Dieciocho, señor.-
-¿Eres virgen?-
-He roto el himen con el mango de un cepillo para cabello y me he metido los dedos pero nunca entró una pija.-
-Te la han metido por el culo.-
-No señor.-
-¿Has mamado alguna pija o chupado alguna concha?-
-Dos veces le chupé la concha a Julieta, pero nunca una pija.-
-¿Estás dispuesta a ser torturada, aun en tus partes más íntimas?-
-Sí señor-
-¿Y a ser violada por la concha o el culo?-
-También señor. Pongo mi cuerpo a su disposición. Considéreme su esclava.-
-El status de esclava no es algo sencillo. Por ahora serás una sumisa que aspira ser una esclava.-. ¿Tienes la concha húmeda?-
-Me parece que sí.-
Marcos metió la mano entre las piernas ligeramente separadas de la muchacha e introdujo un dedo en la vagina
-Sí, estás mojada. Luego te violaré.-
Marcos tomó los pezones entre sus dedos y comenzó a apretarlos y retorcerlos. Cintia quería escapar y gemía del dolor. Sus tetas fueron estiradas, zarandeadas y maltratadas. Cuando Marcos vio asomar las lágrimas en el rostro de la joven, entonces soltó los pezones. Tomó la fusta y antes que siquiera pudiera reaccionar, Cintia recibió un fuerte fustazo en el pubis. Entre sollozos intentó pedir clemencia pero un nuevo azote ahora en las tetas le hizo gemir más fuerte aun.
Estaba dispuesto a tratarla con dureza. Quería que cuando finalmente la violara, la muchacha no disfrutara del polvo, simplemente se sintiera usada.
Otro azote entre las piernas, otro sobre los labios vaginales hizo que las lágrimas fueran abundantes. Marcos no solamente hizo caso omiso a las súplicas sino que insistió con algunos golpes de la fusta sobre las tetas. Cintia lloraba sin poder contenerse y dado que tenía las piernas separadas, Marcos de un salto se ubicó sobre la mesa, se bajó los pantalones y acercó el glande a la entrada de la concha.
Ese momento, que Cintia había ansiado tanto, ahora le parecía horrible. Se sentía violada cuando finalmente la pija se metió totalmente en su concha. Marcos se corrió dentro de ella, pero Cintia no tenía el menor deseo de hacerlo. Lo único que quería era que aquello terminara pronto.
Dejando así a Cintia, se dirigió a Julieta y la desató.
-Escuché cuando le decías a tu madre que el castigo era bien merecido. Has seguido mis indicaciones.
-Sí señor. Recordaré siempre lo que me ha dicho, los castigos que recibo, me los merezco.-
-Ahora te llevaré a una celda, mientras sigo castigando a tu amiga.-
-Ya la has cogido. ¿Qué te ha perecido?-
-Tiene una concha estrecha que aprieta bien la pija. Me gusta, pero no tanto como me gusta cogerte a ti.-
-¿Todavía no se la diste por el culo?-
-Todavía no. Quizás dentro de un rato. Ahora quiero torturarla un poco. ¿Sabes? La cogí pero no dejé que se corriera. Se quedó con las ganas, lo hice para molestarla.-
-No seas cruel con ella. Hasta ahora todo fue solamente teoría para ella. Por lo menos déjala correrse.-
-Cuando me llamaste para ver qué le podías hacer, te dije que dejaras caer jugo de limón en la concha. ¿Lo hiciste?-
-No, no tenía limones en casa.-
-Me dijo que te chupó la concha dos veces. ¿Tú le comiste el coño?-
-Sí, también dos veces, pero es mucho más agradable chuparte la pija a ti y saborear tu leche.-
-Me voy a torturarla. Tú descansa que esta noche quiero usar tu culo.-
-¿Y para la conchita nada?-
-Cállate o comienzo a castigarte nuevamente.-
-No, por favor tío. Esta mañana me diste duro.-
Marcos fue a la sala. Quería castigar a Cintia, pero aun no sabía qué hacerle. Quedó pensando en su cuñado. Sería bueno hacerle algunas cosas en el ano, para prepararlo. La desató de la mesa de castigos y la condujo a las barras donde momentos antes había estada Julieta. Las descargas eléctricas en el culo la harían estremecer.
Una vez fija a las barras, le introdujo un electrodo doble profundamente en el culo. Y comenzaron las descargas. El cuerpo de Cintia se estremecía con cada impulso eléctrico y gritaba con desesperación, cosa que no amilanó a Marcos quién continuó torturándola. Solamente después de unos quince minutos (quince eternos minutos) detuvo las descargas. Cintia respiraba agitada. Marcos se paró frente a ella y con la palma de la mano comenzó a cachetearle las tetas. Luego la condujo a una de las celdas en la cual quedó encadenada.
El lunes siguiente era el día en que su cuñado iría para cogerse a Cintia. Llevó a Julieta a una de las habitaciones alejada de la sala y la encadenó hasta inmovilizarla y le colocó unos tapones en los oídos para evitar pudiese escuchar a su padre.
Luego fue por Cintia. También le puso tapones en los oídos, le vendó los ojos y finalmente le puso una capucha de látex, bien ajustada. La esposó y fijó sus muñecas y sus tobillos en la mesa de torturas. Aguardó la llegada de su cuñado, que lo hizo poco después.
-Puedes pasar. Las dos esclavas ya están acondicionadas, tu hija está en una sala alejada y con tapones en los oídos y Cintia preparada para quela cojas. No puede verte ni oírte. ¿Prefieres comenzar por la concha o por el culo?-
-Quisiera comenzar por la concha pero antes de correrme, metérsela por el culo. ¿No tienes inconveniente así?-
-¡Hombre! Haz de cuenta que es una esclava tuya. Puedes correrte en su concha, te recuperas en un rato y luego la simiente se la dejas en el culo. No la he sodomizado para no abrirle el ano, por lo cual te encontrarás con un agujero virgen, apretado y que seguramente se resista a que se la metas. Si se pone rebelde, pues tomas un látigo y le das hasta que te pida que la sodomices.-
-Si me das tiempo para los dos polvos, entonces comenzaré en su concha.-
-Tienes todo el tiempo que necesites. Por eso te había dicho que si querías torturarla, también.-
Cintia estaba en la mesa de torturas inmovilizada. Sus piernas separadas mostraban un coño carnoso y abierto como un pimpollo de rosa. Se acercó y comenzó a magrearle las tetas. Estaba transportado a otro mundo. Cintia, la amiga de su hija estaba allí, desnuda y merced suyo. Era casi un sueño manosear esas tetas. Luego bajó la mano ala concha. Estaba húmeda y notó un ligero movimiento en las piernas, como queriendo separarlas más. No se demoró en bajarse los pantalones, montarse en la mesa y comenzar a clavarla lentamente.
Sin apuro la metía y la sacaba mientras observaba el cuerpo de la joven. ¡Se estaba cogiendo a Cintia! Cada vez se sentía más excitado cuando notó que la muchacha llegaba al orgasmo con fuertes contracciones en la vulva. Poco después él mismo dejaba la leche en la vagina que tan generosamente le había cedido su cuñado.
Se bajó de la mesa mientras observaba la concha que rezumaba la simiente dejada. Observó la boca de la joven. Los labios húmedos, ligeramente entreabiertos dejaban ver una dentadura blanca que parecía sonreír. ¡Si supiera quién la acababa de coger! Ella estaría convencida que era Marcos.
Volvió a agarrar los pezones y ahora quiso apretarlos suavemente, disfrutar de tocar esas tetas sin que se opusiera al magreo. Miró con más detenimiento los muslos. Había algunas marcas dejadas por el látigo o algún instrumento semejante. Volvió a sentir la erección y quería ahora metérsela por el culo. Llamó a su cuñado y en voz baja le dijo.
-Quiero metérsela por atrás. ¿Cómo la acomodo?-
-Yo te ayudaré. La pondremos doblada sobre el caballete, con sus piernas y brazos atados a las patas del mueble y su culo quedará en posición para separar los cachetes y poder sodomizarla. Habrá que usar un poco de vaselina para que la puedas meter más fácil.-
Así hicieron y cuando ya estaba sobre el caballete, con un dedo comenzó a untar unas gotas de vaselina dejadas caer sobre el ano. Una vez lubricada la entrada, Marcos se retiró. Su cuñado acercó el glande y comenzó a empujar. Cintia, conciente que sería sodomizada, quiso gritar, moverse ya que apenas había entrado una pequeña fracción de la pija, sintió un fuerte dolor en el culo. Sin embargo no puedo evitar que haciendo más fuerza aun su circunstancial violador se la fuera metiendo cada vez más adentro.
El padre de Julieta estaba disfrutando lo tantas veces soñado y nunca logrado por la negativa de su esposa. Ahora la mujer que estaba entre sus piernas no podía negarse aunque lo quisiera. Estaba sometida a su voluntad. Una vez que la metió hasta el fondo, permaneció quieto para lograr que la joven se relajara. Poco después comenzó el lento movimiento que terminó en la corrida dentro del recto. Luego la sacó, fue a lavarse y en busca de su cuñado.
-¿Qué te ha parecido el culo virgen de Cintia?-
-Ha sido una sensación inolvidable. Como te había dicho, primero poder hacerle el culo a una mujer y luego ¡A qué mujer! Nada menos que ha Cintia. No sabes Marcos cuánto te agradezco.-
-El agradecido soy yo que han logrado traer a Cintia aquí. Espero poder esclavizarla pronto.-
-¿Qué harás con ella? ¿Te quedarás con ambas esclavas?-
-No creo. Sabes que tu hija no se moverá de esta casa. En cuanto a Cintia, no tendré obligación alguna con ella una vez que el juez dicte sentencia de esclavitud, veré lo que hago.-
-Te puedo asegurar que como puta, lograrás buen dinero. Es joven, tiene buen cuerpo y creo que será lo suficientemente sumisa como para que la puedas emputecer sin resistencia.-
-Eso creo, pero falta mucho. Dime ¿Quieres volver otro día para cogerla nuevamente?-
-Si no te molesta podría volver el jueves y cogerla nuevamente tanto por adelante como por atrás.-
-No me molesta en absoluto. Entiendo que mi hermana a veces es un poco mojigata y se niega a darte el culo y necesitas compensar la negativa. Te espero el jueves.-
Esa noche Julieta la pasó en el dormitorio de Marcos. Luego de la cogida esperada, le comentó a su sobrina.
-Julieta, mañana vas a dormir en la misma celda que Cintia y quiero que la convenzas para que me pida presentarse al juez y que la declare mi esclava.-
-¿Vas a tener dos esclavas?-
-No te preocupes. Tú siempre serás mi esclava preferida. En cuanto a Cintia, quiero que firme ante el juez para no tener problemas.-
-Creo que la convenceré fácilmente, pero mañana debes cogerla más que castigarla. Dale solamente algunos azotes en el culo. Así será más fácil que se someta.-
-De acuerdo, eso haré.-
Tal como lo había previsto, apenas azotó el culo de Cintia y la cogió una vez por la mañana y otra porla tarde. Hacia la noche llevó a ambas jóvenes a la celda más grande.
En la mañana del día subsiguiente y luego que ambas pararon la noche en la celda, apenas salieron de su encierro, Julieta facilitó el diálogo con su tío.
-Señor Marcos, Cintia le pide permiso para hablarle.-
-Sí, por supuesto. ¿Qué me quieres decir?-
-Señor, quiero pedirle que se comunique con el juez para que me declare esclava, pierda mis derechos y que usted sea mi amo y mi custodio.-
-¿Estás segura de lo que pides? Mira que una vez que se te declara esclava, no hay retorno.-
-Señor, le pido encarecidamente que me esclavice. Quiero pertenecerle.-
-Hoy es día de audiencias. Me comunicaré con el juez.-
En un aparte Marcos felicitó a su sobrina por el trabajo realizado durante la noche.
-Según me contó, no solamente la cogiste por la concha y el culo sino que además tuvo la oportunidad de saborear tu leche y todo coincidió con su fantasía. Hasta los azotes en el culo que le diste la pusieron muy cachonda.-
-Esta tarde misma creo que estará todo terminado, y Cintia será mi esclava. Luego enviaré copia de la sentencia a sus padres.-
-No creo que se preocupen mucho. Cintia es una de las ocho mujeres y varones hermanos. Los padres estaban algo cansados de ella.-
-Mejor así. Menos problemas.-
Por la tarde el trámite judicial fue muy rápido y ya de vuelta a al casa Cintia comenzó a usar un collar metálico similar al de Julieta.
Al día siguiente llegó el cuñado de Marcos tal como habían acordado.
-¿Esté preparada Cintia para que la use?-
-Sí, pero a partir de ayer hay una novedad. Cintia se ha esclavizado y me pertenece. Si quieres te la coges como la otra vez, pero podrás usarla aunque te reconozca. No podrá negarse a coger contigo.-
-Prefiero que no me reconozca. Quizás ésta sea la última vez que pueda usarla.-
-¿Por qué?-
-Porque es tu esclava y no quiero abusar de tu amabilidad.-
-No abusas nada. Podrás usarla todas las veces que quieras. Aun no lo sabe ni Cintia ni Julieta, pero pienso alquilarla como puta. Creo que lograré un buen dinero.-
-Eso sí que está interesante. ¡La puta Cintia!La puta Cintia atiende en…. ¡Quién lo hubiera imaginado!-
-Ahora ve a cogerla. Tiene las muñecas atadas a una cama en uno de los dormitorios. Será más cómodo que cogerla sobre la mesa de torturas.-
Continuará