Las Vacaciones de Julieta IV
Finalmente Julieta se convierte en la esclava de su tío Marcos, quién no escatimará usarla sexualmente
Las Vacaciones de Julieta IV
Autor: Ricardo Erecto
Para entender esta cuarta parte, recomiendo leer las tres anteriores que se encuentran en:
http://www.todorelatos.com/relato/90945/
http://www.todorelatos.com/relato/91188/
http://www.todorelatos.com/relato/91465/
Alrededor de diez días posteriores del regreso de Julieta a su casa, llamó por teléfono a su tío.
-¿Tío Marcos? Habla Julieta.-
-¡Julieta! ¿Cómo estás?-
-Digamos que bien. Todas las noches desde que regresé me masturbo mirando alguna de las fotos que me tomaste cuando estuve en tu casa. También he visto algunos videos de Internet y relatos sadomasoquistas.-
-¿Tanto te han impactado las cosas que hicimos aquí?-
-Por supuesto que sí. Me pongo el collar de esclava y mientras miro las fotos, no dejo de pajearme con los dedos. Te extraño tío.-
-Debes por lo menos esperar hasta Julio. Aprovecharé este tiempo para comprar algún instrumento nuevo. Especialmente para torturarte en la concha.-
-Pero si me torturas en la concha, luego no la podrás usar.-
-No importa, usaré tu culo. Me excita mucho pensar en hacerte algo en la concha.-
-Tío, esta conversación me excita. Tengo ya una mano debajo de las bragas. ¿Te imaginas para qué?-
-Tanta paja te va a dejar muy delgada.-
-No importa, necesito correrme ¿Podrías enviarme algún video de los que tienes? Recuerdo uno de un mercado de esclavas, cómo las subastaban y luego todo lo que le hacían. Me había gustado mucho.-
-Te enviaré varios a tu nombre pero para retirar de la oficina de Correos. No vaya a ser que los vea tu madre.-
-Me parece una buena idea. Estoy ansiosa por recibirlos.-
Así finalizaba esa primera conversación telefónica desde el regreso de Julieta de la casa de su tío. Dos semanas más tarde, nuevamente Julieta llamó a su tío.
-Habla Julieta. ¿Cómo estás tío?-
-Estaba leyendo un trabajo sobre esclavas en Oriente. Es interesante.-
-Te llamaba porque te extrañamos.-
-¿Cómo “te extrañamos”? ¿Quiénes?-
-Mi amiga Cintia y yo. Hemos estado viendo un video de los que me mandaste y las fotos que me tomaste cuando estuve allí. Cintia quiere que yo le haga alguna de las cosas, pero no tenemos elementos.-
-¡Un momento! ¿Y tus padres?-
-Este fin de semana salieron para las playas y me he quedado sola en casa, por lo podemos hacer nuestras cosas.-
-¿A qué elementos te refieres?-
-Un látigo. ¿Cómo puedo construir uno para azotar a Cintia?-
-No hace falta construir nada. Puedes usar un cinturón de cuero que no tenga partes metálicas. Lo tomas del lado de la hebilla y con la punta de cuero le azotas el culo a Cintia.-
-¿Crees que también le puedo dar en las tetas?-
-Con cuidado tanto en las tetas como en la concha. Debe abrir de piernas para exponer la concha y que el cinturón golpee justo en la vulva, pero cuidado, despacio.-
¡Gracias tío! Nos gustaría que estuvieras aquí para someternos a las dos (y nos cogieras a las dos)-
-Confórmense con una paja. A falta de pija, los dedos pueden suplirla.-
-Adiós tío. Quizás más tarde te llamo para contarte.-
Evidentemente Julieta avanzaba con su fantasía y ahora hacía partícipe de la misma a su amiga Cintia. Siguiendo los consejos de Marcos, buscó entre sus cinturones uno que cumpliera lo indicado. Su amiga, desnuda, se ubicó en la cama boca abajo con dos almohadas debajo de su vientre, dejando el culo elevado y expuesto.
Julieta, con su celular, tomó dos fotos del culo, sin marca alguna. Luego con el cinturón le dio cinco golpes en la parte expuesta de su amiga. Casi de inmediato aparecieron las marcas rojas. Tomó otras fotos para marcar la diferencia.
Luego se puso boca arriba para recibir unos azotes en las tetas. En este caso fueron solamente tres. Cuando separó las piernas para recibir un par de azotes en el coño, éste se mostraba húmedo y chorreante de flujo vaginal. Eso no impidió que recibiera los dos golpes con el cinturón justo sobre los labios vaginales.
Ambas estaban tan calientes que no pudieron evitar masturbarse. Cintia también estaba descubriendo su parte sumisa.
Luego de tomarle otras fotos de la parte castigada, las envió a su tío y minutos más tarde, volvió a llamarlo.
-¿Recibiste las fotos que te envié?-
-Sí, las he estado mirando. Felicita a Cintia por el buen culo que tiene.-
-¿Te ha gustado? ¿Desearías tenerla tú para esclavizarla?-
-No he dicho eso. Tiene un buen culo y sería un placer poder hacerle algo, pero de allí a esclavizarla hay un largo trecho.-
-¿Quieres que le saque más fotos? La concha está chorreando de flujo y apenas nos pudimos calmar con una buena paja.-
-No hacen falta más fotos. Con las que me enviaste puedo apreciar su cuerpo. Es muy apetecible para hacerle algunas cositas. He visto cómo tiene la concha. Dile que se ponga una bolsa con hielo para enfriar su calentura.-
-¡Al contrario! Queremos estar calientes. Vamos a ver otro video. ¿Qué otra cosa le puedo hacer en el culo?-
-¿Tienes limones en casa?-
-Sí, seguro que hay.-
-Entonces puedes exprimirle el jugo para que penetre en el ano. Verás cómo se queja. Puedes acompañarlo por pimienta.-
-Voy a hacérselo enseguida y le diré que me lo haga a mí. Yo también quiero ser castigada.-
-Julieta, cálmate. Los apuros no son buenos consejeros.-
Así finalizaba la nueva comunicación de Julieta con si tío.
Pasaron otras dos semanas cuando Julieta volvió a llamar a su tío Marcos
-Tío, no sabes lo que pasó.-
-Dime.-
-Estaba viendo un video de los tuyos y mirando una de las fotos que me tomaste desnuda, atada a un poste, y tenía una mano debajo de la bombacha, cuando entró mamá a la habitación.-
-Me imagino el desaguisado que se armó.-
-Empezó gritando de dónde había sacado el video y quién me había tomado la foto. Luego que se calmó le expliqué que era un juego que habíamos hecho contigo.-
-¡En lindo jaleo nos hemos metido!-
-No creas. Estuvimos hablando mucho, hasta casi la madrugada. Finalmente entendió que me gusta ser una sumisa. Todavía no le he dicho nada de ir para tu casa en las vacaciones de julio, pero creo que la convenceré.-
-¿Sabe que te he azotado de la manera que lo he hecho?-
-No, todavía no y tampoco le dije que cogíamos todos los días y que incluso me la metías por el culo. Pero vamos a seguir hablando. Entendió que me sentía feliz así, viendo videos y que me fotografiaras desnuda.-
-¿Mi hermana aceptó eso? ¿Y tu padre que dijo?-
-Eso déjalo por cuenta de mi madre. Ella sabe cómo manejar la situación. Si ella aprueba que vaya en julio y me hagas esas cosas, lo demás no es problema.-
-Es raro que no me haya llamado para insultarme de lo que le estuve haciendo a su nena.-
-No te llamará. En el mejor de los casos se hará la ignorante de todo. Cintia me pidió que le sacara algunas fotos más, incluso con mi collar y cinturón de esclava para que te las mande.-
-Siempre es un placer ver a una joven desnuda y embretada en arneses.-
-Espero que el sábado a la noche podamos jugar un rato en su casa. Llevaré algunas cuerdas para atarla.-
-Con mucho cuidado Julieta. No tienes suficiente experiencia y no vaya a ser que cometas alguna torpeza.-
-No tío, tendremos mucho cuidado. Ahora te dejo porque me parece que llegó papá.-
Marcos presintió que se acercaban días diferentes y tomó una decisión drástica. Vendió la casa en la que tantas satisfacciones le había dado su sobrina y compró otra en las afuera de una ciudad grande, en la cual la gente se conoce poco o no se conoce. Rápidamente la acondicionó para tener una esclava, para castigarla y para gozar de ella.
Había sido una cosa que le había dado vueltas en la cabeza y lo había intentado sin éxito hasta la llegada de su sobrina. Ahora estaba decidido a cumplir su sueño.
¿Sería su sobrina la esclava? Era una posibilidad pero también podría ser esa amiga de Julieta, Cintia, que tenía muy buen cuerpo también y que parecía dispuesta a cederlo para ser usado, o cualquier otra muchacha que deseara esclavizarse. Ahora comprendía que no era solamente una fantasía suya.
A sus 30 años podía darse ciertos gustos. Su necesidad de trabajo era limitado, tenía otros ingresos aparte de los de su profesión de abogado. El ático de su nueva casa era verdaderamente una mezcla de cárcel con sala de tormentos.
Cada celda tenía una característica diferente. La primera espaciosa y hasta se podría decir que relativamente cómoda. La segunda mucho más pequeña y con lo mínimo indispensable y la tercera… la tercera era casi una jaula.
En cuanto a la sala de tormentos, aparte de los elementos traídos de su anterior casa, había incorporado varios más, muy sofisticados. ¡Pobre de la esclava que tuviera que someterse!
A mediados de junio, Julieta llamó nuevamente a su tío.
-Anoche estuve hablando con mamá. Le he mostrado todas las fotos que me tomaste, los videos que me enviaste y algo de los relatos de Internet. También le conté que cogíamos a diario y otros detalles más Me autorizó a que me esclavice, si lo hago contigo.-
-¿Mi hermana te autorizó a que seas mi esclava?-
-Sí, me dijo que confiaba en ti. Que había notado que volví cambiada de las vacaciones y que entendía, luego de las largas conversaciones que tuvimos, que era algo que yo realmente necesitaba.-
-Sabes que si te conviertes en mi esclava seré más duro en los castigos y que usaré tu cuerpo a mi antojo.-
-Sí, lo sé. La única condición que pongo es que no me vendas. Si deseas desprenderte de mí, algún día, no me vendas, me dejes simplemente hacer lo que yo quiera. Mientras sea tu esclava, obedeceré todo lo que quieras. Es mi única condición.-
-¿Estás dispuesta a declararte esclava ante un juez?-
-Sí. Tú que eres abogado, sabrás como hacerlo.-
-Sí, por supuesto y además por mi relación con el Poder Judicial, el trámite saldrá de inmediato. Te propongo entonces que pases un mes como mi esclava y si ambos estamos de acuerdo, entonces hacemos los papeles legales.-
-Podrías adelantar tu viaje y ponerte a mi disposición en una semana. Abandonarás los estudios para no usar tiempo en otra cosa que no sea complacerme.-
-Lo que digas. Si es tu decisión, se lo voy a comunicar a mamá. ¡No sabes lo contenta que estoy! No te puedes imaginar lo que he sufrido desde mi regreso, sin sentir tus manos acariciándome o castigándome, sin sentir tu pija penetrándome y llenándome de semen. Se lo voy a contar a Cintia. ¡Que celosa que se pondrá!-
-Espero entonces que mi hermana me llame y formalmente acepte que esclavice a su hija. En cuanto a tu padre, ¿qué pasará?-
-No pasará nada. Si mi madre aprueba mi esclavización, papá lo aceptará.-
-Bueno esclava Julieta, espero el llamado de tu madre.-
-¡Qué lindo sonó lo de “esclava Julieta”!-
Así finalizaba esta extraña conversación. Marcos ese día no se movió de su casa meditando en la nueva situación que se le presentaba. Finalmente y pese a su reiterada negativa, aceptaba tomar a su querida sobrina Julieta como esclava. ¡Al diablo con prejuicios y con el “qué dirán” de la gente!
Recordaba esos días de enero y febrero. Julieta desnuda, atada, mientras él azotaba su culo para luego penetrarla por la concha, el culo o la boca. Recordaba sus gemidos de dolor cuando la picana recorría su cuerpo para luego convertirse en gemidos de placer cuando su pija se adentraba en la concha.
Al día siguiente llamó su hermana.
-Marcos, he hablado con Julieta y me ha contado tu decisión de aceptarla como esclava.-
-Creo que ya sabes todo lo que ha pasado en las vacaciones de verano. No necesito decirte nada más. Será un placer esclavizar a tu hija.-
-Lo que quiero estar segura que no es un capricho de Julieta y que tú verdaderamente quieras esclavizarla, ponerla bajo tu control absoluto. Creo que la cuidarás, aun en su condición y harás lo mejor para ella.-
-Quiero que sea mi esclava. Me lo propuso varias veces durante el verano pero me resistía, porque estábamos en un pueblo chico, porque era la hija de mi hermana y porque no quería abusar de su inocencia, pero realmente quiero esclavizarla, tenerla a mi servicio y hacerla sufrir y gozar.-
-Eso es lo que busca una esclava: sufrir y gozar. Si estás dispuesto a eso apruebo que sea tu esclava. Yo la voy a acompañar. ¿Cuándo quieres que la lleve?-
-Puede ser la semana que viene. Tendré la casa acomodada. Sabrás que me he mudado para poder disponer mejor de una esclava.-
-¿Vas a torturarla mucho? He visto en los videos que le enviaste, cómo son sometidas a castigos bien fuertes las protagonistas y, en las fotos que le tomaste a Julieta luego de azotarla, tampoco te has quedado atrás.-
-Mira, siempre velaré por su seguridad, pero que será castigada duramente, de eso puedes estar segura y también puedes estar segura que la cogeré a diario.-
-Bueno Marcos, nos vemos la semana que viene. ¿Debe llevar alguna ropa en particular?-
-Solamente ropa interior y algún camisón. Otra ropa que necesite, la compraremos aquí.-
-Adiós y hasta la semana que viene.-
Estaba todo listo. Solamente faltaba recibir a Julieta y comenzar con su entrenamiento como esclava, sin miramientos, como había sido en las vacaciones.
El día indicado, cuando el auto que conducía a Julieta estaba cerca de su destino, llamó para avisarle a Marcos que estaban por arribar. Erala misma Julietala que llamó.
-Señor Marcos, le habla su esclava. Estamos próximos a llegar. Tengo puesto el collar y el cinturón que usted me compró. Tengo puesta una túnica sin ropa interior. ¿Está bien o debo presentarme de otra manera?-
-No está bien así. Te espero.-
Minutos más tarde se abría el portón que daba paso a la residencia de Marcos. La casa estaba rodeada de un gran jardín y hacia el fondo, un pequeño bosque de añosos árboles. El auto se acercó a la entrada dela casa. Conducía el padre de Julieta.
Bajaron y pasaron al salón. Allí la muchacha se arrodilló ante Marcos mientras pronunciaba “Me pongo a disposición de mi amo”
-Levántate y tú hermana, quítalela túnica. Debe permanecer desnuda mientras hacemos un acta, que firmarás tú y tu marido como testigos y la misma esclava declarando la entrega de sus derechos a mi persona.-
La madre procedió a quitarle la túnica. Ahora Julietase presentaba con sus muñecas fijas al collar, el cinturón ajustado a su cintura y completamente desnuda. La imagen de indefensión era completa.
Su padre era la primera vez que la veía así desde que era muy pequeña. Pudo admirar el cuerpo bien formado de su hija, la concha depilada de la cual escapaban los labios interiores. Compendió por qué su cuñado había aceptado tomarla como esclava. Sin duda era un cuerpo para disfrutar.
Le miró el culo, redondo, firme y de tez tan blanca. Imaginó que algún azote marcaría el contraste entre el rojo y el blanco. Tampoco pudo evitar mirarle las tetas. Eran las mismas tetas firmes y bien formadas que tenía su madre cuando élla conoció. Justamente tenía aproximadamente la misma edad que ahora su hija cuando pudo observar los pechos de su mujer desnudos. Sin duda su cuñado podría disfrutar de su joven hija.
Se leyó el acta preparada y todos firmaron la misma.
-A partir de este momento tienes un mes para arrepentirse en convertirte mi esclava. Una vez que el juez lo declare, no tendrás regreso.-
Así finalizaba la pequeña ceremonia. Los padres de Julieta se retiraron y la esclava quedó sola en la casa con su tío, ahora su amo.
-Para recordar tu condición de esclava recibirás cincuenta azotes con un látigo nuevo que he conseguido. A la sala de castigos. Esta no la conoces pero podré castigarte de manera más cómoda que la anterior. ¡Vamos!-
Se encaminaron a la sala El corazón de Julieta latía con fuerza. Estaba siendo una esclava verdadera, como ella había deseado. Una vez en la sala, sus manos fueron atadas a una cadena pendiente del techo con sus brazos en alto. Una correa ajustó sus tobillos.
Marcos tomó el látigo y lo hizo restallar en el aire. Luego lo levantó, dirigiéndolo al culo de su sobrina. El impacto fue fuerte y el cuerpo de Julieta tembló como nunca lo había hecho antes. El gemido fue angustioso. Una marcada raya, no solamente por su color rojo carmín sino el volumen que adquirió, adornaban los glúteos.
Marcos no escatimó parte para castigar. No solamente el culo, sino la espalda, las tetas, el pubis y los muslos sufrieron la visita del látigo hábilmente manejado por, ahora, su amo absoluto. Las lágrimas rodaban en abundancia por el rostro. Había venido con los ojos maquillados y el mismo se corría por las mejillas.
Marcos estaba satisfecho con su obra. Introdujo el dedo índice enla vagina. Estaba húmeda, como tantas veces lo había comprobado anteriormente. Nada mejor que correrse dentro de ese canal.
Le desató los tobillos, le separó las piernas y comenzó a penetrarla. Poco después ambos se corrían.
-Es un látigo muy efectivo el que he usado. ¿Has visto las marcas que te ha dejado?-
-No solamente las marcas. Me ha dolido mucho. No quiero decirle amo lo que fue en las tetas. Creí que me desmayaba.-
-Es así como serás tratada, con mucha dureza. Escucharte gemir y ver las lágrimas sobre tu rostro me excitan mucho. Nada más hermoso que ver tu cuerpo desnudo con las marcas del látigo-
-Amo, ¿me tomará unas fotos, ahora que estoy marcada? Le pido que se las envíe a mi amiga Cintia.-
No tengo inconveniente en fotografiarte. También se las enviaré a tu madre para sepa cómo te trato.-
Marcos comenzó a fotografiar a su sobrina. De frente, de costado de espalda, con las piernas separadas y saliendo de su concha el semen de la reciente cogida, su rostro con el maquillaje corrido. Luego la desató y le tomó otras fotos recostada en el piso
Concluida la sesión de fotos la condujo a una de las celdas, y la encadenó. Fue hasta la biblioteca y mientras festejaba la llegada de la esclava a su casa con un vaso de whisky, enviaba las fotos por correo electrónico a su hermana.
A Cintia le escribió el siguiente texto:
“Te adjunto fotos de mi esclava Julieta. Hoy se ha puesto a mis órdenes y para comenzar he azotado su cuerpo. Podrás ver aquí el resultado del castigo.”
“Si tienes marcas actualmente de castigos y cuando las tengas, quiero que me envíes fotos. Recuerda deberás estar desnuda.”
Poco después recibió respuesta:
“Señor Marcos. Actualmente no tengo marcas de castigos y no tengo quién pueda hacérmelas. Las fotos que le envío son de mi cuerpo desnudo en distintas posiciones para que considere la posibilidad de esclavizarme a mí también.”
“Su sumisa, Cintia”
Marcos había pensado en la posibilidad de esclavizar a Cintia pero no quería, por lo menos por el momento, disponer de dos esclavas. Prefería poder dedicarse a su sobrina más intensamente.
Pensó en ese momento en la concha de Julieta. Al día siguiente quería torturarla severamente en ese órgano, luego la sodomizaría para descargar sus ansias de sexo. El lugar indicado sería amarrarla a la camilla ginecológica. Allí estaría bien inmovilizada y con el coño expuesto. Faltaba decidir qué hacer luego.
Entró en Internet y en el buscador escribió “Torturas en el Coño” Encontró varias sugerencias que usaría al día siguiente.
Ya habían pasado tres horas desde que la dejó en la celda. Quería hablar con ella para fijar algunas pautas. Se dirigió hasta allí y abrió la puerta de reja.
-Julieta, quiero aclarar algunas cosas respecto de la relación que llevaremos adelante.-
-Sí amo, lo escucho.-
-Primero que porque seas mi esclava no dejarás de ser mi sobrina. Esto quiere decir que te permitiré, cuando estamos los dos solos, que me llames Marcos y/o tío. Si hay otras personas delante, quienquiera que sea, me llamarás señor o amo.-
-Entendido ¿Tío, está bien?-
-Sí, estamos solos y puedes llamarme así. En general estarás o desnuda o con unas bragas puestas. Te vestirás si yo te lo indico. Por supuesto puedes recibir castigos por simple gusto mío y siempre debes pensar que el castigo es por una inconducta tuya y que te mereces lo que debes sufrir.-
-Por otra parte haré uso de tus agujeros cuando yo lo decida y no quiero la menor objeción así esa parte haya sido recientemente castigada y la penetración te resulte dolorosa.-
-Algunas noches te dejaré dormir en mi cama y decidiré se estarás atada o encadenada. Dado el amplio parque con que cuenta esta casa, quizás pases algunas horas del día al sol y haciendo ejercicio para mantener el buen estado físico.-
-Me dirigiré a ti como esclava o Julieta, indistintamente y debes ir acostumbrándote a esa idea, que no eres más que una esclava.-
-Tío, eso lo pensé desde que estuve aquí contigo en el verano. Nunca pensé que era otra cosa que una esclava y si recuerdas, fui yo misma que te pedí que me pusieras un collar de esclava.-
-Cuando tengas el status oficial de esclava, declarada por el juez, te haré hacer algunos tatuajes, que indique tu condición o mi pertenencia. Te espera un largo camino hasta que estés completamente mentalizada de tu condición. Por momentos saltarán chispazos en que crees que eres una persona, pero recuerda que no eres más que una esclava.-
-Totalmente de acuerdo, tío.-
-Ahora ven que vamos a cenar. Tengo hambre y seguramente tú también.-
Con distintos castigos aun en las partes más íntimas y sensibles de Julieta, pasó el mes hasta el momento en que debían ver al juez.
Marcos pidió la audiencia que le fue concedida para el día siguiente. Compró unos ajustados pantalones y remera para Julieta (hacía un mes que no usaba prendas de calle), le puso el collar y el cinturón metálicos y se dirigieron al juzgado. Una vez frente al juez, fue Marcos el que tomó la palabra.
-Hemos venido a molestar a su Señoría porque la señorita Julieta quiere que se le declare esclava y pierda todos sus derechos civiles. Yo seré quien pasará a ser el poseedor y tutor de la esclava.-
-Señorita Julieta ¿Está usted de acuerdo en esclavizarse, cediéndole todos sus derechos?-
-Sí señor Juez. Quiero que sea mi tío, aquí presente, el que conduzca mis destinos como esclava y ejerza sobre mi persona lo que corresponda al dueño de una esclava, poniendo mi cuerpo y mi voluntad a su entera disposición.-
-Si estás segura, te declaro en este momento esclava del señor Marcos Monti. Puede firmar aquí su conformidad.-
Así lo hizo y luego Marcos le colocó las muñequeras que fijó a la parte trasera de su cinturón metálico. En esas condiciones abandonaron el juzgado.
-Julieta, ya no puedes volver atrás, has firmado tu esclavitud de por vida.-
-Me siento orgullosa que seas mi dueño y yo tu esclava para servirte en lo que desees.-
Se cerraba así una historia, pero comenzaba otra, la de esclavitud definitiva de Julieta, de dieciocho años que así lo decidido luego de la experiencia de ese veranos tan cercano y tan lejano al mismo tiempo y nada menos que con su tío.
Continuará