Las tribulaciones de la SRA. Smith y su hijo Gus 1
La luz penetra en la estancia a través de un pequeño orificio en la persiana de madera, creando una penumbra fantasmagórica, iluminando en su trayectoria la habitación, hasta chocar el rayo de luz encima de la cama.
Las tribulaciones de la Señora Smith,
y su hijo Gus. Capítulo I
La luz penetra en la estancia a través de un pequeño orificio en la persiana de madera, creando una penumbra fantasmagórica, iluminando en su trayectoria la habitación, hasta chocar el rayo de luz encima de la cama.
Fuera se escucha el gorgoreo de algunos pajarillos, como si avisaran a la campiña de la salida del sol. La Sra. Smith está dormida con una pierna descubierta, mostrando el rotundo muslo hasta el comienzo del vello púbico, que deja escapar algún mechón de pelos ensortijados y largos, algo húmedos y brillantes, casi negros.
Su respiración es pausada, algo contenida, con los carnosos labios abriéndose levemente de forma espasmódica, como si susurraran algún secreto al inconsciente.
La mano derecha cómo si tuviera vida propia, acaricia el pubis, hasta frotar los hinchados labios, brillantes de jugos que la excitada vulva no ceja de soltar. Los dedos como tentáculos perversos, acarician el clítoris hasta excitarlo y hacer que aumente de tamaño, haciendo que el coño suelte jugos abundantemente, empapando la abundante pelambrera.
Las caderas de la Sra. Smith se mueven solas, buscando las caricias de sus perversos dedos, que cada vez acarician con más intensidad el hinchado clítoris.
La boca deja escapar un suave sollozo—Oh...—Su inconsciente le muestra la imagen de su hijo Gus mientras está en el lavabo de pie, ve la gran polla que sostiene su hijo entre los dedos, gruesa y grande como nunca vio una igual antes.
Gus mueve su mano cada vez más rápido, mientras parece que llama a alguien a la vez que se masturba, el chico mueve el culo más rápido cada vez, la polla parece más gruesa a cada instante, y de un color morado, casi granate.
Ella ve la imagen cómo a través de un cristal entelado de vaho, se acerca hasta casi rozar con su pecho la espalda del chico, él es mucho más alto que ella. En esa posición ve la gruesa polla cómo se cimbrea toda morada, en ese instante el chico se gira y lo oye susurrar entre los labios—m...ma-má...mamá te follo sí...yaaa, toma mí polla...yaaa—.
En ese instante los dedos de la Sra. Smith titilan con intensidad el erecto clítoris, llevándola a un intenso orgasmo, mientras su vientre sube y baja aceleradamente con espasmódicas sacudidas, haciéndola sollozar y gemir a cada sacudida de su excitado coño.
—Mmm...Aaah...Aaah...Mmm...—. Nada más correrse, la mano se relaja cubriendo todo el pubis, la respiración se relaja hasta casi no notarse apenas, excepto una espontanea inhalación profunda, tras lo cual el subconsciente vuelve a viajar a otro nuevo sueño.
Mientras el agua caliente resbala por sus menudos pechos, su mente la hace recordar fragmentos de un sueño húmedo que ha tenido hace un rato antes de despertarse. Sin saber cómo ve a su hijo Gus masturbándose, espiándola a través del ojo de la cerradura, mientras se está duchando igual que hace en este mismo instante. Su subconsciente la hace dudar si ha soñado eso, o es algo real que ha sucedido hace dos días.
Al instante cierra los ojos con fuerza, mientras se nota los pezones duros y el coño húmedo pero no por el agua que resbala por su vientre, la nueva imagen le muestra a su hijo nuevamente, se está pajeando obscenamente moviendo con fuerza la mano, ella ve la polla gruesa y grande. En ese momento su hijo se gira llamándola...
Abre los ojos y se nota el coño más húmedo, aprieta los muslos rozando el clítoris que ya esta hinchado, sin poder evitarlo introduce un dedo dentro de su hambriento coño, mientras titila el clítoris con la otra mano, le llega un orgasmo de forma inesperada, intenso, introduce el dedo hasta el fondo de su coño, con un mete saca intenso, frotando cada rincón del coño, mientras sacude las caderas con espasmos, acariciando el clítoris hasta correrse sacudiendo el coño bajo el caliente chorro del agua, teniendo en su mente, la imagen de su hijo, masturbándose mientras la llama...
Gus es un chico alto de un metro ochenta, es de espalda ancha y brazos fuertes, parece un hombre adulto a pesar de contar solo con diecisiete años.
Debido al carácter severo y dominante de su padre, sargento de caballería destinado en La Compañía de las Indias, Gus es algo introvertido, no teniendo demasiada relación con los trabajadores del taller metalúrgico, del cual su padre es propietario.
Su padre le obliga a trabajar en la forja, templando el hierro para las ballestas de los carruajes, para que así sea un hombre de provecho, y valore lo que cuesta ganarse un sueldo digno.
Después de un año sin saber de su esposo, la Sra. Smith está preocupada, sintiéndose nerviosa, con ataques de ansiedad, debido a la falta de noticias de su marido Edward, desaparecido en una emboscada en las afueras de Calcuta.
Por si eso no fuera suficiente desde hace dos meses tiene pesadillas. O más bien sueños sucios en los que ve a su hijo Gus pajeandose, mientras lo está haciendo le parece que la está espiando a través del ojo de la cerradura, aunque realmente siente que ese sueño tan obsceno se entremezcla con la realidad, pues sabe que Gus la ha espiado hace poco, mientras ella se estaba duchando, y por si fuera poco en ese preciso instante ella se estaba tocando, metiendo sus dedos profundamente en el coño, cuándo vio cómo Gus la miraba a través del ojo de la puerta.
Para empeorarlo aún más, se notó más excitada al descubrir que su hijo la expiaba, provocando que su coño se moviera solo, sacudiéndose contra los dedos de una forma lujuriosa, arrancándola unos gemidos y sollozos que no hubiera querido hacer, pero que sabe los provocó el saberse espiada por su hijo.
Nada más bajar a preparar el café, Gus le dio los buenos días de forma cariñosa, cómo hacia hace ya tiempo, abrazándola por detrás rodeándola con sus fuertes brazos, mientras le dio un beso cariñoso en el cuello o en la mejilla.
Al sentir el beso en el cuello esta mañana, siente que se le eriza la piel de la espalda, a la vez que una descarga la recorre la espalda hasta llegar a su vulva. De forma involuntaria aparta a su hijo con un empellón del codo, en un auto reflejo.—¡¡Gus!!—mientras le recrimina la haya besado.
El chico se queda cortado sin entender esa reacción de su progenitora.
—L-lo...siento mamá no quise molestarte, perdónam...—
—No cariño soy yo, no dormí bien, perdona a tu vieja madre—.
Diciendo esto se acerca dándole un dulce beso en la mejilla, dejando los labios allí durante un breve espacio de tiempo, pero que a su hijo le alegra el día y el fin de semana
Ella nota se le acelera el pulso al tener a su hijo al lado, percibiendo un sofoco acompañado de un imperceptible rubor.
Mientras desayuna junto a Gus piensa ira esa misma mañana a ver al Doctor Thomas.
Cada vez se nota con más palpitaciones al sentir el más mínimo roce de su hijo, junto con esos sueños horribles que la hacen tener la vulva hinchada y húmeda, además de sentirse sola y desamparada por la falta de su esposo, sobre todo por las noches, a la hora de dormir.
Su marido el sargento Peter, nunca fue un hombre apasionado ni amable con ella, sobre todo en el lecho conyugal, pero aún así ella creía merecer más atención por parte de él.
Cada mes recibe puntualmente en la cuenta del banco, una buena suma de la Compañía de Las Indias, aún cuándo su marido ha desaparecido hace ya unos meses.
Según se ha enterado en el club social al que asiste varias tardes a la semana, un club para las esposas y viudas de militares destinados en la India, hace pocos meses algún inventor ha inventado un mecanismo eléctrico, que sirve para darse masajes y eliminar los síntomas que produce la llamada ”Histeria femenina”.
Los síntomas eran bien conocidos por una parte de aquellas elegantes damas, de clase media la mayoría, esposas de militares, pequeños empresarios, propietarios de algún negocio.
Los síntomas van desde palpitaciones, a estrés por carencia afectivo-amorosa, falta de relaciones sexuales satisfactorias, ansiedad por verse abandonadas por sus cónyuges, etc.
Nada más salir de la consulta del médico, la Sra. Smith se dirige a unos importantes almacenes en el centro de la City, donde adquiere un masajeador electro-mecánico, después de haber recibido instrucciones precisas sobre su uso.
El masajeador con forma fálica, causa un gran impacto en la Sra. Smith nada más extraerlo de la caja el dependiente.
Cuándo el solicito dependiente se lo acerca, la Sra. se nota la respiración algo agitada y un leve sonrojo, haciéndola mirar en todas direcciones por si alguna conocida la reconoce, por suerte tal cosa no sucede.
El electrodoméstico es resistente a cierta humedad, pero no es apto para utilizarlo en el baño, en este punto el dependiente ha insistido varias veces a la clienta.
Al final el dependiente cree haber informado bien a la clienta, dejándola marchar para alivio de esta, no sin mirar la Sra. para todos lados, mientras acelera el paso hasta la parada más próxima de cualquier carruaje.
Una vez subida en el carruaje ordena al cochero dirigirse hacia las afueras de la City, en Wimbledon.
Poco a poco va recuperando el aliento, después del sofoco pasado por la compra de aquel aparato, con aquella forma que le recordaba a la...—¡¡NO!!— Deja escapar una exclamación, o más bien se le escapa del alma, haciendo que el cochero la mire extrañado, haciéndolo exclamar asombrado— ¿No, Sra.? ¿Está...bien Vd. desea que paré?—.
Viéndose desconcertada y descubierta, la Sra. Smith se vuelve a sonrojar hasta las orejas, haciéndola titubear y balbucir.
—Eh...n-no...no, ¡¡siga Vd. por Dios!! No se deteng...no...por aquí ¡¡NO!!—.
Cuándo aún no ha salido de su desconcierto, se descubre pasando por delante del taller metalúrgico de su esposo, con su hijo Gus en la puerta del negocio fumando...y para más desdicha él la ve, y ve que ella lo ha visto a su vez fumando.
El cochero desconcertado frena los caballos.
— ¿No, Señora? ¿Que no qué, Señora...?—.
─No...¡¡NO PARE!!—. Gus al ver a su madre, se ahoga con una bocanada profunda de humo, pues apenas hace quince días ha aprendido a tragarse el humo.
Sus empleados y compañeros le golpean la espalda, mientras bromean con él. Gus gira violentamente dándole la espalda al coche donde va su madre, sin dejar de mirar atrás por encima del hombro.
Ella toda sonrojada se queda mirando hacia su hijo, preocupada porque se ahogue su pequeño hombre...; se sorprende a si misma murmurando para si— ¿Mí pequeño hombre...?—.
Al sonrojo que aún se resiste a abandonar sus blancas mejillas, se suma uno nuevo, además de algo parecido a un cosquilleo, que le recorre la espalda hasta llegar al final de sus muslos, haciéndola volver a exclamar un nuevo—...¡¡No!! —, apenas audible, peró que el desconcertado cochero escucha, al no quitarle ojo a la Señora, hasta que la deja en la puerta de su casa.
Nada más acabar de comer la Sra. Smith sube a su alcoba, después de haber ordenado a la sirvienta que no la molestara por ningún motivo.
Con gran emoción abre el envoltorio del masajeador electro mecánico, sin detenerse en leer el extenso tríptico de instrucciones sobre el manejo adecuado.
Sus amigas del club social la han instruido bien sobre qué puede hacer y qué no. Hacía dos meses una de las damas más populares del club, había muerto electrocutada con el vibrador introducido en la vulva, al entrar en contacto directo con el agua.
Parece que la Sra. no resistió la excitación, se introdujo en la bañera con el aparato, electrocutándose al resbalarle un pie y caer en el agua con el falo mecánico dentro del coño.
La policía se limitó a comunicar oficialmente que había sido un “lamentable accidente con la corriente eléctrica” reservándose los morbosos y escabrosos detalles del mortal masaje. Según parece toda la vagina quedó asada literalmente.
Tal y cómo le han explicado las amigas, la Sra. Smith se aplica una buena cantidad de vaselina en crema en la entrada de la vulva.
Al poner el vibrador en marcha un suave ronroneo llena la estancia, produciéndole en las mejillas un leve sonrojo, como si fuera consciente del acto morboso que está haciendo.
Nada más rozarse levemente uno de los pezones, traga saliva acelerándosele a la vez la respiración, haciéndola entre abrir los labios para respirar mejor. Continua el masaje por toda la zona del pecho, incluido el cuello, atreviéndose incluso a acercar la lengua al ingenio eléctrico.
Al hacerlo la lujuria brilla en sus ojos, haciéndola recordar por un segundo, el sueño húmedo en el que imaginó a su hijo Gus, blandiendo una gran polla en la mano.
Hace descender el aparato volviéndolo a pasar por los gruesos pezones, que se muestran inhiestos cómo no los ha visto nunca.
Al roce ganan dureza y grosor haciéndola gemir de gusto, Continua pasando el falo por la piel hasta rozar la tupida mata de vello. Después de rozar el pubis con la parte central, dirige la punta del falo a la entrada de la vulva, temblándole la mano de excitación.
Nada más rozarse los labios internos solloza al sentir la vibración en la entrada de la vulva.
—AH...AH... mmm—a pesar del tacto algo frio, empuja el aparato hasta hacerlo entrar varios centímetros, separando los muslos y moviendo el vientre a la vez, empujando el coño contra el falo de metal.
A los pocos segundos la Sra. Smith mueve el vibrador en pequeños círculos, rozando las paredes de la vagina, cerrándose los músculos alrededor del invasor, cómo para impedirle escapar de aquel encierro lascivo. Sin aviso ninguno le llega un orgasmo cómo nunca ha sentido antes, provocando que el coño suelte jugos abundantemente, haciendo un chapoteo sucio junto con el ronroneo eléctrico.
La Sra. se mete todo el falo hasta donde puede, levantando las caderas del colchón, a la vez que solloza en voz alta cómo una vulgar prostituta, corriéndose en un orgasmo continuo sin dejar de sacudir el coño contra el vibrador, que la tortura con aquel perverso hormigueo.
Pasados unos minutos recupera el aliento, respirando profundamente, mientras su rostro refleja una gran satisfacción, con una sonrisa marcada a fuego igual cómo se marca al ganado. El ingenio mecánico sigue llenando la alcoba con su vibración, entre los dedos de su propietaria.
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En ese mismo instante Gus se encuentra en el angosto despacho de la empresa de su padre. Se encarga de poner firma a cualquier transacción comercial, a la vez que es aprendiz en la forja, labor que al principio odió por el tremendo calor que debió soportar.
Además del esfuerzo físico para manejar el pesado mallo, debe soportar el insufrible repiqueteo chocando contra el metal al rojo. Ciertamente es una labor dura para el hijo de un militar y burgués, peró Gus se ha adaptado relativamente bien en pocas semanas, ganándose la admiración de todos, aunque ninguno de sus empleados vaya a reconocérselo abiertamente.
Frank el corpulento herrero que le está enseñando a cómo templar el metal, está satisfecho del mocoso burgués, y de los progresos que ha hecho.
Realmente en aquel taller metalúrgico, nadie entiende como aquel chico tiene tantas agallas y tanto coraje, siendo hijo de una familia acomodada.
El despacho no tiene más de veinte metros cuadrados, pero a cambio dispone de un cómodo diván (lounge chair), repujado en cuero color caoba.
Estirado en el diván, medio adormilado, su mente aún sigue escuchando el metálico martilleo mientras ve el metal al rojo escupiendo chispas. El metal rojo cambia, abriéndose en medio algo cómo un agujero de extraña forma. De repente el inconsciente lo lleva de viaje hasta el ojo de lo que parece una cerradura, a través de ella ve a su madre duchándose.
Ella permanece de espaldas a la puerta, está pasándose una pastilla de jabón por su nívea piel, se enjabona los menudos pechos entreteniéndose en los pezones, de color marrón oscuro.
Desliza la pastilla hasta el pubis, abriendo obscenamente las piernas, dejando ver a su lascivo observador cómo la pastilla se encaja entre los abultados y gruesos labios, ofreciendo un aspecto muy vulgar y obsceno al abrir los labios y separar la tupida mata de vello, ofreciendo el aspecto de un coño para opinión de Gus muy “guarro y tragón”.
La Sra. Smith deja la pastilla en la jabonera, pasando a quitarse el jabón con las manos, acariciándose toda la piel sin prisa ninguna. Su hijo al otro lado de la puerta no puede estar más excitado, de rodillas con su duro miembro en la mano, sacudiéndolo a todo lo largo, dejando escapar algunas gotas de pre semen
La agitada respiración de Gus hace mirar a la Sra. Smith hacia la puerta, viendo que alguien la está observando a través del amplio ojo de la puerta, lejos de hacerla detenerse, su mano acaricia repetidamente el pubis cómo si se quitara el jabón de esa zona.
Los dedos cómo si tuvieran vida propia abren los labios ya hinchados y brillantes de jugos, penetrando la vulva sin timidez ninguna, haciendo que la Sra. Smith sienta que aquellos dedos no son suyos, y la quieren violar ante la mirada de aquel pervertido mirón que está segura no es otro que su hijo.
La lujuria domina la mente y sobre todo el cuerpo de la Sra. Smith sin que ella sea consciente de ello, sus dedos frotan profundamente todo el coño, en un mete saca perverso, haciéndola girar el cuerpo hacia la puerta del baño.
Para poder acariciarse mejor, como si la dominaran los dedos, una pierna se levanta sola, apoyando el pie en el borde de la bañera, ofreciendo así mejor el coño a los perversos dedos, y una vista lasciva al pervertido mirón.
El orgasmo azota las caderas y el cuello de la madre, haciéndola sollozar y gemir mientras se corre soltando jugos sin parar─Aaahhh…Mmm…Aaahhh…Mmm─ cómo una fuente sexual, haciendo un chapoteo vulgar al clavarse los dedos muy rápido, con la cabeza echada atrás, respirando con la boca abierta del todo, mientras el coño se mueve solo, buscando las caricias de aquellos dedos que siguen follándola.
Mientras se corría ha oído gemir al misterioso mirón, a través del ojo de la puerta, estando segura que quien fuera se ha corrido a la vez que ella. Este pervertido pensamiento la ha hecho sentir un placer inexplicable, al imaginarse que ha sido su hijo quien la ha estado espiando.
Al otro lado de la puerta, el pervertido hijo al ver a su madre mirando unos instantes hacia el ojo de la cerradura, hizo que se le acelerara la respiración por unos instantes, temiéndose hubiese sido descubierto.
Al instante vio a su progenitora girar el cuerpo de forma inconsciente, no dando crédito a lo que veía, ofreciéndole su madre una vista lasciva de todo su velludo coño, mientras los dedos cada vez penetraban más aquel abultado chocho.
Esa visión fue demasiado para el hijo, haciéndolo correrse a los pocos instantes, gimiendo de forma sonora, mientras veía a su madre meterse los dedos de forma rápida y profunda, mientras echaba la cabeza atrás a la vez que las caderas buscaban el contacto de aquellos dedos, que parecían moverse cómo autómatas dentro de aquel chorreante coño.
Para empeorar las cosas al correrse, Gus observó como su madre miraba hacia la puerta, dando muestras de que lo había oído, produciendo en el hijo que se corriera con más excitación, mientras llamaba a su madre al ritmo que salían los chorros de esperma─ Mamá sí…Mamá ooohhh…Mamá toma…─.
─Toc, Toc, Toc… ¿Sr. Smith, se puede? Quedamos…ha…esta hora, ¿esta Sr. Smith?─. Los golpes en la puerta llevaron a Gus de nuevo al despacho, haciéndolo desperezarse a los pocos segundos─...Eh ¿cómo…quién es?─.─Soy…l-la Sra. Helen, la viuda del difunto Sr. Stone y madre d-de mi peque…ño Jim─al pronunciar las últimas palabras la voz de la mujer se quebró por unos instantes─ no…me… haga…levantar…la voz…Sr…Gus, por favor…─.
Al instante el joven se levanta raudo, recordando había quedado con la madre de su difunto amigo Jim, aquello fue horrible para él y toda la vecindad. A pesar de la diferencia de estatus social, ambos habían crecido siendo buenos amigos, aunque las familias de ambos no vieran nunca con buenos ojos aquella amistad de ambos.
El difunto marido de la Sra. Helen falleció al volcar la carreta donde llevaban carbón de unas minas cercanas a Londres. Jim acompañaba a su padre, y ninguno se salvó.
La Sra. Helen es una señora atractiva, aunque el duro trabajo limpiando casas la haga parecer algo mayor, nadie le diría que tenía 40 años, en contra posee un cuerpo cómo el de una chica de 18, algo rollizo o macizo, de caderas y nalgas apretadas, con un pecho no grande pero inhiesto, que parece desafiar la ley de la gravedad, siendo la envidia de muchas damas, y el objeto de cualquier hombre que la vea de cerca.
Helen tiene una cabellera abundante y larga de color rubio casi platino, dándole un aspecto realmente sensual, realzando el negro del luto sus voluptuosas formas.
Después de un año y medio de riguroso luto, la Sra. Helen ha podido empezar a salir sola sin tener que ir acompañada de ningún familiar. Al quedar viuda sin otro sustento que las míseras ayudas públicas, tiene necesidad de ponerse a trabajar inmediatamente, ese es el motivo de su visita en el despacho del joven Gus.
En el momento de abrir la puerta, Gus se percata de la tremenda erección que luce sin poder hacer nada por ocultarla, ya que eso lo delataría más aún. La viuda al abrirse la puerta se sorprende al ver aquel chico, que tiene la misma edad que su hijo habría…tenido. Sin poder evitarlo sus ojos quedan atrapados por un instante en aquel enorme bulto, que parece tener un imán sobre sus ojos.
La sorprendida viuda nota cómo una descarga le recorre la espalda, hasta llegar a su coño haciendo que se humedezca, obligándola a presionar los muslos y notar más la humedad en su pubis.
Un tenue sonrojo sube por las mejillas de la desconsolada viuda y madre, sin que ello le impida notar sus pechos duros por la excitación, logrando únicamente balbucear entre los dientes, mientras su mirada baja, sigue en aquel bulto horrible que la tiene prisionera.
─S-Sr…G-Gus…había quedado con Vd. a esta hora ¿Lo…recuerda?─.
Después de unos instantes que a la alterada señora se le hacen eternos, Gus la responde no sin antes haber observado el escote que luce, oculto bajo el discreto velo, insinuando los inhiestos pechos que se muestran tiesos, marcándose los pezones en la negra tela.
La mirada de aquel chico de la misma edad de su amado y difunto hijo, la hace notarse el coño húmedo y los pezones duros, como no recuerda haberlos sentido nunca.
─S-Sra.…Helen eh…sí recuerdo habíamos quedado vendría a esta…hora, pase por favor, si me lo permite tiene Vd. un aspecto inmejorable─.
Mientras se atreve a adularla aquel atrevido chico, pudiendo ser su madre, siente su mirada en sus tetas, a la vez que su coño se humedece más a cada instante, para empeorar las cosas la mirada de ella se le va al bulto de la bragueta, que no ha disminuido nada, al contrario, le parece más grueso a cada momento.
Además le parece que él se ha dado cuenta, de cómo ella mira su paquete.
─Sr. Gus es Vd. un adulador, soy una señora madura, le agradezco sus palabras peró podría ser su señora madre, ¿No cree Vd. que es cierto?─.─No lo digo por adularla créame Helen, ¿La puedo llamar así?─.─ S…sí…p…puede… ¿Recuerda Vd. mi nombre?─.
─. ¿Sorprendida? Y…en lo de que podría ser Vd. mi madre, creo que si fuera así, sería el hombre más feliz de esta tierra…créame Helen, permítame por favor─.
Mientras la habla el joven Gus, la ayuda a sentarse, besándola en la mano mientras pronuncia las últimas palabras, mirándola a los ojos con una lujuria que la hace apretar sus muslos, al notar como su coño se humedece.
El joven permanece de pie al lado de ella, teniendo una vista privilegiada de los pechos, que suben y bajan al ritmo de la agitada respiración de su dueña.
Los ojos de la viuda miran de reojo el enorme bulto del chico, que parece cimbrearse bajo la tela del pantalón.
─.Sr Gus quería comentarle que he oído que la señora que tienen Vd. y su madre…como criada, se jubila en poco tiempo.
Me preguntaba si Vd. vería bien interceder por mí ante su señora madre, para que yo ocupara el puesto…─. Mientras habla la desconsolada madre del difunto amigo, lleva una mano al muslo del joven, dejándola apoyada al lado del enorme bulto, sin llegar a tocarlo.
─L…le…aseguro Sr. Gus que no tendrá Vd. la más mínima queja de mí Señor…─.
Antes de haber pronunciado la última silaba, la viuda cierra la mano encima del bulto, apretando con deseo mal contenido el grueso paquete. A la vez la dama siente como su vulva suelta jugos, haciendo que sus pezones le duelan de excitación.
El joven Gus empuja su paquete contra la mano de la dama.
─ S…Sra. Helen OH…─.cerrando ella de forma morbosa los dedos alrededor del grueso bulto, con fuerza, mientras el joven se inclina sobre ella adueñándose de los pechos, cogiéndolos con deseo, a la vez que besa el cuello y la oreja de la dama.
La viuda al sentirse tocada así por aquel chico, no puede evitar sentir como su coño se humedece más a cada momento, pretextándole con muy poca oposición que alguien puede verles.
─Sr. Gus…Ooohhh…mmm, algui…en podría ver…nos─. A la vez que pretextaba, la desconsolada viuda introduce la mano dentro del pantalón, agarrando la polla del joven Gus sin ninguna barrera.
La dama con un deseo morboso, comprueba el grosor de la verga que siente latir entre sus dedos. Gus al ver como la madre de su difunto amigo le agarra la polla con aquellas ganas, introduce las manos en el vestido.
Acaricia las tetas sin barrera ninguna, centrándose en los pezones que son de un grosor que lo ponen loco de excitación, aprieta y estira aquellos pezones entre sus dedos, mientras gime al ver como aquella viuda no le suelta la polla.
─.Ooohhh…Sra. Helen…Ooohhh…que tetas tiene tan…tan…excitan…tes, Ooohhh cómo sabe Vd. tocarme la polla─.
La viuda al sentir cómo aquel descarado chico le está acariciando las tetas, estirándole los pezones, la hace excitarse arrancándole gemidos cómo su difunto marido nunca supo hacer.
Haciéndola sentirse que podría ser su amorosa madre, extrae la polla de su encierro, no pudiendo creer que aquel chico gaste una polla que es el doble de grande que la de su fallecido esposo. ─Aaahhh…q…que polla tiene…Aaahhh…Sr. Gus…Mmm─.
Gus al ver cómo la madre de su amigo se atreve a sacarle la polla con aquel vicio, se inclina sobre la amorosa viuda. Chupa las tetas como un bebe hambriento, metiéndose uno de los gruesos pezones en la boca, estirándolo entre sus labios, como si quisiera sacar leche de aquella excitante teta.
─Ooohhh...Ooohhh…que tetas tan ricas tiene Helen...sí deme así las tetas…Ooohhh que pezón tan rico…mmm─.
La amorosa madre al ver como aquel chico le come las tetas, se pone loca de excitación haciendo que invite al joven a comerse las tetas, en un lascivo y pervertido rol.
─Aaahhh…sí Gus ¿quiere comerse las tetas de su desconsolada madre, eso es…Aaahhh…así?─.
Apunto de correrse, con el coño soltando jugos como un grifo mal cerrado, acaricia la polla a todo lo largo, cerrando los dedos de forma morbosa, comprobando lo gruesa y dura que está, utilizando ambas manos para acariciar los velludos y gruesos huevos, comprobando lo llenos que están de esperma, sin poder quitar la vista de aquel grueso cipote, amoratado, que parece la esté amenazando.
Gus al escuchar a la amorosa viuda, responde a la pervertida invitación, a la vez que chupa el otro pezón con más fuerza, estirándolo entre sus labios, mientras lo acaricia con su lengua haciendo gemir a la lujuriosa señora.
─S…sí…madre…da…me las tetas, sí quiero comértelas y consolarte…Ooohhh…sí…que pezón tan sabroso tienes…Ooohhh…─.
─Aaahhh…Aaahhh…Aaahhh…sí Gus comete las tetas de tu viuda madre…Mmm me estoy corriendo de placer…Aaahhh─.
La caliente viuda se abalanza sobre el chico, introduciéndose más de la mitad de la polla en la boca, mientras Gus la estira de los pezones con fuerza, haciéndola bramar en una mezcla de dolor y placer.
─OH…MMMPPP…MMMPPP…¡¡QUE POLLA!!…MMMPPP─.
Gus sorprendido por cómo le come la polla, suelta los pezones, cogiendo a la amorosa viuda por el cabello. La hace que se trague toda la polla embistiéndola como si le follara la boca, hablándola de forma sucia y soez.
─Ooohhh…Ooohhh…sí así cómase toda la polla…Ooohhh…nadie me lo había hecho así de rico…tráguesela todaaa…─.
La amorosa viuda mientras lame la polla, imaginándose que podría ser Gus su hijo, le vuelve a preguntar al joven, para ver hasta donde es capaz de llegar, centrando su boca en el grueso cipote, haciendo que el chico no soporte tanto placer.
─MMMPPP…que cipote tan grueso tiene Sr. Gus…MMMPPP… ¿Realmente le gustaría ser mi…hijo Gus? MMMPPP... ¿Sentirme como si fuera su viuda madre, y darme el puesto de criada en su casa…? Se le está poniendo más gruesa la polla…MMMPPP sí deme la leche…MMMPPP no le dolerá…MMMPPP…Así eso es…MMMPPP─.
El chico al escuchar la extraña y pervertida propuesta, junto a la mamada que aquella dama le está haciendo, se corre teniendo un orgasmo como nunca había sentido antes, haciendo que la amorosa viuda, no pueda tragarse toda la leche.
Le responde a la vez que le habla de forma vulgar, cosa que la excita aun más, haciendo que la dama llegue a un nuevo orgasmo, al verse tratada y usada así.
─OOOHHH…OOOHHH…sí…quiero ser su hijo Sra. Helen…Tráguese toda la leche así…Que vulgar y caliente es…ME CORROOO…Sí quiero sentirme su hijo de verdad…OH es una guarra comiéndose tan bien mi polla…TOME MI LECHE…El puesto es suyo…OOOHHH─.
.─MMMPPP…OH…MMMPPP cuanta leche tenía guardada Gus, no es bueno un chico tenga los huevos tan llenos, hábleme de tú por favor…MMMPPP que leche tan sabrosa tienes chico travieso…MMM dásela toda a mamá cariño…así…MMM, seré una mamá como no imaginas Gus…─.
La amorosa dama atrae hacia ella al chico, cogiéndolo con ambas manos por las nalgas, mientras se traga las últimas gotas de esperma, tragándose toda la polla hasta la garganta, en una mamada lasciva, haciendo gemir de placer al pervertido chico─OOOHHH…qué boca tienes…ma…mamá, que puta eres…sí tómala toda…MMM─.
Una vez limpiada la polla, sin dejar un solo rastro de semen, la viuda guarda la aún morcillona verga en la bragueta.
Nada más recomponerse las ropas La Sra. Helen sale del despacho del joven Gus, después de haber acordado que en 15 días le haría llegar un sobre con la respuesta.
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Pasados unos minutos la Sra. Smith vuelve a acariciarse con el falo electro mecánico. Después de acariciar el vello y los labios mayores, busca con la mirada el tarro de vaselina, se estira en la cama alargando el brazo intentando cogerlo.
Al estirarse, el falo metálico queda encima del pubis, yendo a quedar sobre el clítoris que al ser excitado por la vibración del falo, sale de su capuchón, poniéndose erecto en apenas dos segundos. Al notar aquel cosquilleo la Sra. Smith siente un latigazo de placer, haciéndola cerrar los muslos con el vibrador encajado encima del clítoris, haciendo que el coño se humedezca rápidamente.
El intenso placer que siente la hace sollozar y gemir retorciéndose en la cama, tapándose la cara con la almohada para no ser escuchada por la criada. ─AAAHHH…MMM…OH QUE PLACER…AAAHHH…ME VOY A CORRER YAAA…NUNNCA HE TENDO EL CLÍTORIS ASÍ DE DURO…ME CORROOO…YAAA…MMM…OOOHHH…COMO ME CHORREA EL COÑO…OOOHHH…─.
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Esa misma noche Gus, aprovechando que ve a su madre de muy buen humor, le comenta que cree haber encontrado a una posible candidata, para sustituir a la anciana ama de llaves.
─Mamá quiero hablarte de un asunto importante, creo que ya he encontrado a una dama que podrá sustituir a la Sra. Merry.
─Hijo ¿Estás seguro de eso? Sabes que ella lleva con nosotros, desde que tú eras casi un bebe…
─Lo sé, por eso quiero tu opinión, es una Sra. de toda mi confianza, y además creo la conoces, aunque nunca hayas tratado con ella.
─ ¿Es de este barrio, de una buena familia entonces?
─No exactamente─ Gus sintió un pinchazo en el estómago, al ver los ojos de su madre tratando de adivinar, a quien se estaba refiriendo.
─Eh… ¿Recuerdas aquel desgraciado accidente, el de mi amigo Jim y su padre, que iban en una carreta?─Sí responde la madre, poniendo cara de disgusto, por el truculento suceso─ pues se trata de la madre, está sin nadie más, y parece que no va a recibir ninguna ayuda.
Creo que hará bien su trabajo, es una Sra. de unos cuarenta años, sí recuerdo bien.
Mientras su hijo le habla, observa como la mira, descubriendo como la vaporosa tela de la bata, se ciñe a sus nalgas y pecho, haciéndola recordar, la escena del baño hacía dos o tres días atrás, estando casi segura que Gus, se atrevió a expiarla, a través del ojo metálico de la cerradura.
─Por lo que dices, esa buena mujer debe estar realmente desesperada─.
Al girarse mientras habla a su hijo, descubre horrorizada, el bulto que se le marca bajo el pijama, sintiéndose sucia, por haber descubierto eso, y lo peor es que Gus, la ha “cazado”, con su mirada puesta ahí.
─Gus, sí confías en esa Sra. estará bien, la ayudemos─.
Nerviosa no puede evitar volver a hacerlo, mientras nota como le sube un rubor por las mejillas. El enorme bulto le parece está aumentando de tamaño, por momentos, a la vez que ve como se han sonrojado las mejillas de su pequeño.
Su hijo la mira con lascivia, a la vez que tiene sus mejillas ruborizadas, por observar a su madre vestida así, y haberla descubierto, mirándole el bulto de su polla.
Con la respiración agitada y el coño húmedo, se oye hablarle a su hijo, sin saber de dónde le ha salido la voz─ E-eres el hombre de la casa ahora…encárgate de hablar con esa Sra.─ claro mamá─ al oír a su madre, siente como se le acelera el corazón─ dile a Merry me prepare la bañera hijo…necesito ese baño más que una cena…─nada más oírse, siente como se le acelera el pulso, a la vez que aprieta los muslos, púes siente su coño humedecerse.
La razón es la mirada de lascivia que ha visto en Gus, además de cómo la ha respondido, sin dejar de mirarla con autentico vicio─ seguro que lo disfrutas mucho, mamá…─.
Gus se dirige a avisar a la criada, mientras se nota arder las mejillas.
Ha visto como su madre va vestida únicamente, con una bata vaporosa, de color burdeos, observando que debajo llevaba un picardías de color azul eléctrico, haciendo que su imaginación volara.
Su madre no le ha quitado ojo de encima, atisbando de reojo, la tienda de campaña que se le marcaba escandalosamente, bajo el pijama.
ÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒ
El olor a lavanda impregna el amplio baño, lleno de denso vaho, mientras la Sra. Smith permanece con los ojos cerrados, aspirando suavemente la fragancia, con los ojos cerrados, escuchando como crepita la espuma.
Mantiene los muslos separados a ambos lados, dejando su sexo todo expuesto, a la caricia de la caliente y jabonosa agua, haciéndola sentir realmente abandonada, a esa agradable sensación.
El vaho apenas la deja ver, la silueta de la puerta, recortada al fondo del amplio baño.
Está pensando cómo la debe ver su hijo, habiendo cumplido ya los cuarenta años, siendo cómo es una mujer de poca estatura, apenas supera el metro cincuenta y cinco, y de pechos pequeños, aunque inhiestos y de pezones realmente gruesos y nada pequeños.
Según sus amigas es afortunada, de tener una cintura “de guitarra”, con unos glúteos realmente tersos, para su edad, y apenas ninguna arruga en su cutis.
Recordando esto, le viene a la memoria el breve peró intenso y amoral relato, de su amiga Carol, una asidua del local social. Al parecer la amiga íntima de Carol, quedó viuda hace dos años, con un hijo recién cumplido la mayoría de edad.
Según relató Carol, el padre le dejó todo absolutamente al hijo. Esto provocó que siendo su amiga, de un carácter bastante apasionado, reclamase la ayuda de su hijo, para calmarla de los síntomas que sufría de la conocida como “histeria femenina”, dándole a la madre un masaje.
Sin saber cómo, la amiga de Carol acabó teniendo sexo con su vástago, reconociéndole a su amiga, que jamás había disfrutado del sexo, de una forma tan “salvaje y lasciva”, como al hacerlo con su propio hijo, además de lo bien dotado, que parece está el hijo, según palabras de la madre.
El relato, provocó que todas las damas se miraran entre sí, descubriéndose todas con las mejillas sonrosadas, y la respiración entrecortada.
Desvelando más de una dama, que conocían o sabían de alguna dama viuda en la misma vicisitud, provocando esto, la huida de las damas más conservadoras.
En estas fechas, su graciosa majestad, la reina Victoria, ha proclamado que los locales abiertos al público, deben cubrir las patas de las mesas, con manteles, hasta prácticamente el suelo, para que la visión de dichas patas, no recuerde a los caballeros, los muslos de las damas.
Estos pensamientos provocan que las manos, acaricien la suave piel, sin que la Sra. Smith sea consciente apenas de ello, sumida en un relax total. Mientras una mano estira y retuerce uno de los pezones, la otra repasa el pubis, arriba y abajo, con toda la mano abierta, rozando los hinchados labios, sin olvidar el clítoris.
El único gesto que delata sus caricias, es como la dama se muerde el labio inferior. Ello no evita que deje escapar un gemido lascivo, en el momento que su autónoma mano, decide penetrar la excitada vulva, introduciendo un dedo en su totalidad─ Aaahhh, Mmm…─.
El dedo tras introducirse una vez, sigue su incursión, repitiendo la acción, acelerando el movimiento, con un mete saca rítmico, arrancándole gemidos a la Sra. Smith, como si el dedo no fuera suyo, y fuera atacada por ese perverso apéndice─ Ah…Ah…Mmm…Ah…Sí…Mmm─.
Al primer dedo, se le une otro más, acelerando el mete saca, con una cadencia que hace la dama, levante las caderas fuera del agua, viendo como se le clavan aquellos dedos que no parecen suyos, en el fondo de su excitado coño, follándola perversamente, sin prisa ninguna.
Los dedos provocan un lujurioso y acuoso sonido─ SPLASHHH…SPLASHHH…SPLASHHH…SPLASHHH…─que a la dama se le antoja muy guarro y sucio, por cómo los ve penetrarla, como si estuvieran poseídos o tuvieran vida propia, haciéndola sacudir las caderas de forma vulgar, para que la follen más profundo, mientras gime y solloza, de descubrirse tan caliente y luuriosa.
─Aaaggg…Mmm…Aaaggg…sí más, como…se me clavan…Aaaggg…que rico me follán el chocho…Aaaggg─.
La otra mano acaricia los pechos yendo de un pezón al otro,
estirándolos y retorciéndolos, según el gusto que siente a cada instante la dama.
─Aaaggg…Sí…tengo el coño chorreando jugos…me voy a correr…que gusto…Mmm─.
La Sra. Smith abre los ojos, para excitarse más de ver como se toca, en aquella postura circense, con las nalgas moviéndosele solas, rozando la superficie del agua espumosa, mientras los dos autómatas le follan el coño, cada vez con más placer.
─Mmm…Aaaggg…Sí…que rico se me clavan…Aaaggg
Como necesito una buena polla…Aaaggg…que me folle el chocho así de rico…sí…Aaaggg me corrooo...¡¡AG!!
¡¡AG!!...me corrooo muchooo…Mmm─.
Sin poder evitarlo, aún con los ojos abiertos, ve la imagen de su hijo pajeándose, en el momento que el orgasmo la azota, haciendo que se meta los dedos hasta el fondo, mientras sacude las caderas de forma espasmódica.
─¡¡AH…SÍ!! ¡¡AH…MMM!!─ Al llegarle el clímax, abre los ojos de forma desmesurada, notándose como se le mueven las caderas solas, al descubrir que alguien la espía nuevamente desde el ojo de la cerradura.
Su cuerpo encadena un largo orgasmo, haciéndola levantar las nalgas totalmente fuera del agua. Los dedos, como si recibieran una orden directa del subconsciente, se adueñan del clítoris, pinzándolo a la vez que lo masajean con intensidad. La imagen de su pequeño Gus, le llena por completo la mente. Mira directamente al ojo de la cerradura, llevando de forma repetida y morbosa, sus ojos de su expuesto coño al ojo de metal, como diciéndole a su hijo que sabe está allí.
─AAAHHH…SÍ…MIRA…MI…COÑO…FOLLAMELO…HIJO…ME CORROOO…MMM─.
El mirón detrás de la puerta gime de forma apocada, a la misma vez, fundiéndose los gemidos.
La madre al oír los gemidos, tras la puerta, siente cómo al final del intenso orgasmo, las caderas aún se le mueven solas, produciéndole un morbo, como nunca ha sentido antes.
En silencio, sumerge su excitado cuerpo en el agua caliente, sintiendo aún el hormigueo que la recorre toda la piel.
Los labios internos siguen moviéndose, de forma espasmódica.
Respira profunda y pausadamente, mientras disfruta esa cálida sensación, con los ojos cerrados, haciendo crujir la espuma entre los dedos.
Los días siguientes, la Sra. Smith intenta no cruzarse demasiado con su hijo, pues cada vez que se encuentran, los dos sienten ruborizarse las mejillas. A la misma vez, Gus siente latir su verga al mirar a su madre, recordando cómo se corrió a la vez que ella, mientras lo llamaba.
Ella siente humedecerse su sexo, y un sentimiento enfrentado de vergüenza-excitación, al recordar cómo había sacudido sus caderas, de aquella manera tan sucia, enseñándole su sexo a su pequeño, mientras lo llamó en susurros.
ÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒÒ
Después de haber llevado a la anciana criada, hasta la estación de tren, el mismo carruaje brougham recoge a la Sra. Helen.
Nada más llegar a la puerta, de la que será su nueva casa, el joven Gus la está esperando, abriéndole la portezuela, como haría un gentleman.
─Sra. Helen, bienvenida, espero encuentre acogedora nuestra casa─ Sr. Gus, es Vd. un perfecto caballero, no esperaba ser recibida así, gracias Señor─ mientras habla con el amigo de su difunto hijo, Helen ve en los ojos del chico, una lujuria y un deseo, que la hace ponerse algo nerviosa, y notarse la respiración algo agitada, sintiendo como su sexo se humedece.
Esta forma de mirarla con ese descaro, la provoca un sentimiento amoroso-sexual, que la hace sentirse realmente, como sí el chico fuera su hijastro o hijo adoptivo, en un rol perverso y pervertido, que la excita y seduce, hasta hacerla perder la razón.
La mirada de ella, cargada de un deseo obsceno, hace que la verga del joven, gane rápidamente un volumen exagerado, atrayendo la mirada de la ardiente viuda.
El joven acompaña a la nueva sirvienta, a la que será su nueva habitación. Es cómoda, sin estrecheces, con una ventana exterior, desde la que se divisa un plateado y alto chaparral. Helen repara en seguida en la cama, es de matrimonio, con apariencia de no haber sido utilizada.
Nada más hacerla entrar, Gus le besa la mano, mientras sus ojos quedan prendados de los inhiestos pechos, que se transparentan debajo de la vaporosa blusa de la dama.
Repite el beso, ascendiendo por el brazo, sin prisa alguna, mientras nota como se le acelera la respiración a su nueva sirvienta, los ojos de los dos se encuentran, descubriendo Helen en los ojos del chico, los ojos de su fallecido hijo.
La mirada del chico, la trasmite un deseo obsceno, como el que ella le ha transmitido hace unos momentos, haciendo que sienta por el joven, un deseo amoroso y perverso.
Siente al chico como si fuera su hijo realmente, excitándola como a un animal en celo, provocando que su sexo humedezca las bragas.
─Gus…por favor, t-tu madre podría venir en cualquier momento…─el joven deja de besarla la mano, dejando apoyada la mano de ella, encima del enorme bulto de la bragueta─ ella no vendrá hasta entrada la noche, creí que tú eres mi mamá─.
Al oírlo llamarla mamá, Helen siente que le falta el aíre. Su mano sigue donde la ha dejado el chico, nada más oírlo, la mano agarra morbosamente el bulto, acariciándolo morbosamente, comprobando lo duro y grueso que está.
Gus la coge por la cintura, atrayéndola hacia él, mientras besa los carnosos labios. La viuda lejos de rechazarlo, se deja abrazar, sintiendo como el chico la agarra el culo, manoseándolo con descaro.
─Cariño, claro que soy tu mamá, no dejes de besarme nene─ Oh mamá, que buena estás─.
Helen al oírlo, introduce la lengua en su boca, a la vez que libera la verga de su encierro.
El chico al sentir la mano de ella sacándole la polla, introduce las manos bajo la falda, bajándole las bragas, ayudado por ella.
El «hijo» asciende por los muslos de su nueva «madre», lamiendo la piel de forma lasciva, aplicando la lengua intensamente encima de la piel, haciendo que la dama, sienta la caricia intensa del húmedo apéndice.
La lengua se dirige hacia la cara interna de los muslos, haciendo gemir de excitación a la desconsolada madre y viuda─ Mmm…Og…Mmm¬. Gus aspira el olor del sexo femenino, dilatando las fosas nasales cómo si le faltará el aíre para respirar.
El olor intenso y dulzón a coño caliente, dispara su excitación, como jamás lo ha sentido antes. Dirige los lametones, a la oscura y densa pelambrera de la dama, gimiendo de forma lasciva─ Mmm…¡¡OH MAMÁ!!...─.
La Sra. Helen al oírlo, y sentir la lengua de su recién «adoptado hijo», lamiendo la pelambrera de su hambriento y desconsolado coño, lejos de rechazarlo, apoya ambas manos, en el bulto que hace la cabeza del chico, bajo se vestido.
Presiona la cabeza hacia su sexo, a la vez que separa al máximo los muslos, mientras deja escapar un sollozo, cargado de lujuria “incestuosa” ─¡¡OG HIJO!! ¡¡LAME!!─.
Es una orden, que Gus obedece como un fiel sumiso. El chico tiene experiencia con las mujeres, a pesar de su edad. Ha visitado ya alguna vez, los prostíbulos del barrio de whitechapel.
Precisamente una pobre y amorosa ama de casa, obligada a tener que prostituirse, lo vio buscando algún prostíbulo, y quedó prendada de su juventud e inocencia.
Sharon, como se llama la madurita prostituta, lo ha enseñado cómo satisfacer a una lady, sin dejarla insatisfecha, como suelen hacer la mayoría de maridos, debido muchas veces a la ingesta desmesurada de alcohol.
La lengua lame sin prisa alguna, a través de la vellosidad, saboreando las gotas del néctar, abriendo con descaro los abultados y excitados labios, de una tonalidad marrón oscuro, que excita aún más al chico…
ORIGEN DE LA SRA. HELEN.
La Sra. Helen viuda desde hace dos años, se casó con su fallecido esposo, en una aldea rural a las afueras de La City.
Ocurrió justo cuándo comenzó la revolución industrial, haciendo imposible sobrevivir del campo, y menos mantener un hijo. Sí, Helen se emborrachó al igual que muchas chicas inglesas, disfrutando así del weekend.
Se encontró, teniendo que elegir entre casarse con un hombre bastante mayor que ella, o acabar siendo la criada, y quizá hasta la «puta doméstica» de su padrastro.
Helen apenas había tenido algún casual «novio», con el que perdió su virginidad, sin placer alguno. Aunque era una mujer joven, una chica con los veintidós años ya cumplidos, en el Londres de 1870, embarazada, sin ninguna dote, ni novio «formal», estaba condenada a trabajar de sirvienta, con suerte en una buena casa, sino acababa en whitechapel sobreviviendo cómo prostituta de los obreros.
Helen jamás ha tenido un orgasmo, como la mayoría de las mujeres pobres y obreras. La pérdida de su pequeño, en el cual estaba volcada, y quizá enamorada, por la falta de atención, y satisfacción sexual de su esposo, la han llevado a crear una nueva realidad en su más inmediato entorno.
El mejor amigo de su hijo, Gus, en el que cree haber visto realmente, la mirada de su pequeño, la ha hecho volver a sentirse viva y madre…
La lengua de su «hijo» le lame los gruesos y abiertos labios, como nunca lo ha hecho nadie, saboreando los jugos que su coño suelta, penetrando más a cada instante, cómo una serpiente lasciva.
Sus manos presionan la cabeza oculta bajo la falda, mientras sus caderas no paran de frotar su excitado y húmedo chocho, contra aquella lengua que le da un placer, como nunca sintió antes.
Las manos de él, acarician y amasan las nalgas, como si tuviera miedo de que ella fuera un sueño, y fuera a desaparecer. A la vez que la lengua penetra la excitada vulva, lamiendo cada rincón de las paredes vaginales, un dedo excita y abre poco a poco el ano de la lasciva «madre».
Al sentir ese dedo, a la vez que la lengua penetra en toda su longitud, le llega un orgasmo asesino. La obscena mamá, cae de espaldas en la cama, atrayendo con ella al joven, sin deshacer la postura.
─AAAGGG…sí…cariño…Mmm…lame…así…mi…chocho…OOOHHH…mete toda tu lengua más…OOOHHH…nunca me he corrido así cariño…─.
Gus levanta los muslos de su «reciente mamá», despojándola de la falda, sin detener la perversa caricia. Helen aprovecha para desnudar por completo, a su «hijo». Al hacerlo, no puede evitar ver el gran tamaño de las pelotas del chico, y lo velludas que son, excitándola aún más esto.
El chico, levanta los muslos de su viuda «madre», en vilo, teniéndola bien sujeta por ambas nalgas, encajando su boca en el ofrecido coño, como si fuera el más sabroso manjar.
Pinta todo el coño, utilizando su larga lengua como una brocha de carne. Después de saborear los abundantes jugos, hunde la lengua hasta el fondo, provocando los aullidos de su «mamá»─ Aaahhh…Aaahhh…que rico me comes el chocho cariño…Aaaahhh…¡¡SÍ!! Comete el chocho de la guarra de tu mamá…─.
Excitado cómo un animal, atrapa con una habilidad impropia en un chico de su edad, el excitado clítoris de la caliente viuda.
Gus estira y titila el clítoris en círculos, haciendo que la «madre» grite loca de placer, cachonda pérdida.
La viuda, cierra con fuerza los puños en las sabanas, mientras sacude sin parar a un lado y otro la cabeza, mordiéndose el labio por no gritar más de lo que ya lo está haciendo, mientras el coño se le mueve solo, frotándolo sin parar, contra aquella lengua, que la mata de placer.
─AAAHHH…ME CORROOO…AAAHHH…NO PARES DE COMERTE MI COÑO NENE…AAAHHH…ME MATAS DE PLACER…ME CORROOO…─.
─Mmm…¡¡OH MAMÁ!! Que chocho tan sabroso y dulce tienes sí…¡¡QUE CHOCHO!!...tienes unos jugos muy ricos…SÍ…córrete en mi boca…¡¡MAMA PUTONA!!─.
Sin darle descanso, el impetuoso «hijo» coge a su madre por su abundante melena, con cariño haciendo le coma la polla.
La cachonda viuda, lame sin prisa algún la barra de carne, pasando la lengua en toda su longitud, atrayendo al chico hacia ella, cogiéndolo del culo.
─SLURPPP…Mmm que polla tienes Gus, que dura y gruesa la tienes…SLURPPP mi marido la tenía ridícula a tu lado.
¿Vas a satisfacer a tu viuda mamá con ella cariño? ¿Me la vas a dar toda hijo?─Mientras le dice esto, se traga toda la polla hasta la garganta, provocando así perversamente a su recién adoptado «hijo».
El chico, viendo lo «guarra» que es su nueva «mamá», la coge con fuerza de la leonina melena, obligándola a tragarse toda la verga, sin miramiento ninguno─ OH…OH…sí trágate toda la polla así, eres una madre muy ¡¡GUARRA!! tómala todaaa…¡¡PUTA!!─.
Lejos de ofenderse la viuda, más excitada de verse tratada así, se traga toda la polla con vicio, pretextando débilmente, por pura coquetería, sin conseguir engañar a su reciente «hijo».
─MMMPPP…SLURPPP…MMMPPP…SLURPPP…abusas de tu madre viuda…MMMPPP…¡¡QUE POLLA!! Me estas follando la boca hijo perverso...SLURPPP─.
─OH…MAMÁ quiero follarte, para o me correré en tu boca, que rico me comes la polla…MMM─.
Helen deja de tragarse la verga de su «nene». Atrae hacia ella al chico, sin dejar de mirarse ambos a los ojos. Hace ya mucho han dejado de ser, la criada y el Amo. Ellos aún no son conscientes, de la intensidad de la relación recién comenzada.
La Sra. Helen rodea con sus muslos embutidos en sendas medias de rejilla, negras, a su hijo. El chico lame las tetas maternas, igual que un bebe, despertando más el lado más amoroso de su «viuda madre»─ Ah…sí chúpalas así cariño, son todas tuyas…Mmm─ Mmm…sí mamá, que ricas están─.
Helen acompaña con su mano la teta hasta la boca, haciendo la acaricie el pezón, marrón oscuro, que está inhiesto, como nunca lo vio la viuda─ AH…sí muerde los pezones así…Mmm…AH que nene tan sucio eres…─.
Excitada como nunca se ha sentido antes, mientras le da la teta a su «hijo» agarra la polla de forma morbosa, cerrando los dedos alrededor, no creyendo el grosor que tiene la barra de carne.
Amasa la verga, acariciándola en toda su extensión, sintiendo como vibra y gana grosor, dureza, con sus «maternales caricias», haciendo gemir al sucio nene.
Gus mueve las caderas lentamente, frotando la gruesa y amoratada cabeza por los abiertos y húmedos labios, brillantes de jugos. La «madre» acompaña con su mano la gruesa polla, sin quitar su lasciva mirada de la amenazante cabeza, que hace se le reseque la boca de deseo.
Cachonda perdida, se pinta todo el chocho con la amoratada cabeza, gimiendo los dos al unísono─¡¡AG…NENE!!─¡¡OH…MAMÁ!!─.
El hijo la embiste sin previo aviso, metiendo la mitad de la polla, acompañando la viuda con su mano la gruesa polla.
─OH…OH…mamá, tu coño es muy estrecho y húmedo, me aprieta mucho la polla… ¡QUE COÑO! Tan rico…OH─.
La «madre» al sentir aquella polla tan gruesa, como le folla su hambriento coño, suelta jugos sin parar empapando la verga, mientras a una misma vez grita de placer y empuja las caderas, ordenándole a su «hijo» le meta toda la polla.
─¡¡¡AAAGGG!!!...¡¡AAAGGG!!!...SÍ…HIJO…METEMELA…¡¡TODAAA!!─.
Gus coge a la caliente viuda pasándole las manos por las nalgas. Al verse cogida así, lo atenaza con sus rotundos muslos por las caderas, pasándole los brazos por el cuello, atrayéndolo hacia ella, en un incestuoso y amoroso abrazo.
Excitados los dos por el amoroso abrazo, con las caras sonrojadas, por el «incesto» que están cometiendo, la besa introduciendo la lengua sin prisa, tímidamente.
Ella al sentirse besada así, viéndolo sonrojado, lo siente carne de su carne, atenazándolo morbosamente, sollozando que la folle en un lascivo sollozo…─¡¡FOLLA A MAMÁ!!─.
La embiste sin miramiento ninguno, sintiéndola más a cada instante su «madre» realmente. Le mete la polla, hasta rozar sus peludos huevos el carnoso coño, que lo tiene hipnotizado, sin poder quitar la vista de el.
Los dos sin apartar la mirada de sus sexos, gimen a la vez, al ritmo que marca la cachonda «madre viuda»─ AG…SÍ…CLAVAMELA TODAAA…FOLLAME ASÍ EL CHOCHO…─.
─OH MAMÁ…QUE ESTRECHO ES TU CHOCHO…SÍ..TE LA METO TODAAA─.
─AG…AG…COMO ME CLAVAS EL CIPOTE HIJO…¡¡FOLLAME!!─.
El húmedo sexo de la cachonda viuda, chorrea jugos como una fuente del placer, produciendo un acuoso chapoteo, al meterle su «hijo» toda la polla en cada embestida, haciéndola correrse, gritando como una guarra, atenazando al chico de forma obscena.
PLASFFF…¡AG!...PLASFFF…¡AG!...PLASFFF…¡AG!...PLASFFF…¡AG…¡QUE POLLA!...ME CORROOO…ME LA CLAVAS TODA NENE…¡AG! TE CHORREO LA POLLA….ME CORRO YAAA…NO PARES DE FOLLARME CARIÑO….¡AG!─.
La viuda sorprendida, comprueba como el chico sigue teniéndola casi tan dura cómo al comienzo. Se sube encima de él, lamiendo de la polla sus jugos junto con algo de líquido pre seminal.
Lame la verga hasta que le parece está lo bastante dura. Se sube encima, dejándose caer con cara de ser una madre muy puta y viciosa. Siente los peludos huevos rozarle sus abultados y carnosos labios─¡¡AH!!...¡¡QUE POLLA!!─.
─OH…¡¡MAMÁ!!─Mamá te va a follar cariño, así… ¡AG! ¡AG! ¡AG!─ ¡OH! Sí no pares de follarme así ¡OH!─.
La «madre» coge las manos del «hijo», mirando morbosamente los dos, sus excitados sexos, cómo el coño se le mueve sólo, sacando y metiéndole él toda la polla en cada embestida, arrastrando la lujuria a ambos.
─ ¡AG! ¡AG! ¡AG!...SÍ…me la estás metiendo toda… ¡AG!
─ ¡OH! ¡OH! ¡OH!...SÍ…mueves muy rico el coño… ¡OH!
─Folla más mi chocho hambriento… ¡AG! ¡AG! No pares.
─Tienes un chocho muy tragón… ¡OH! ¡OH! Te follo.
Gus atrae a su nueva «madre» hacia él, asiéndola por la cintura, hasta poder comerle las tetas. La amorosa viuda, acelera el mete saca al ver, cómo su perverso «nene» le come las tetas, mordiéndole los pezones, , me corro dentrocomo nunca se lo hizo nadie, haciéndola correrse, arrastrando con ella a su obediente y sumiso «hijo».
─ ¡OH! Que tetas tienes tan ricas mamá…mmm tienes los pezones muy duros… ¡OH! Tu coño me muerde muy fuerte la polla… ¡OH!
─ ¡AG! ¡AG! Sí muérdeme así los pezones nene, ¡AG! Se te está poniendo más gruesa la polla, fóllame el chocho ¡MÁS!
─ ¡OH! ¡OH! Sí mamá dame el chocho que te lo folle, toma toda el cipote…¡¡QUE CHOCHO!! TODA LA POLLA...
─Toma mi chocho…¡AG! ¡AG! ¡AG!...SÍ ME CORROOO con la polla de mi hijo… ¡AG! ¡AG! ¡AG! Siento tu cipote en el fondo de mi coñooo…me matas ¡GUS! Métela así ¡TODAAA!
─ ¡OH! ¡OH! Sí mamá toma mi leche, me corro dentro de tu coño…me corrooo ya ¡TOMA POLLAAA!
─ ¡AG! ¡AG! ¡AG! Sí dale a mamá toda la leche… ¡AG! Me quema tu leche cariño… ¡AG! Así toda lléname toda…ME CORROOO NENE…
Los dos cuerpos cesaron de moverse como uno sólo, fundidos en un beso, piel con piel, sintiendo los mismos espasmos.
Respirando juntos, sudando a la vez, descubriéndose una conjunción de dos almas, que les hizo sonreírse como madre e hijo, sin entender, pero entendiendo que desde este día, nada sería ya igual.
¿Continuara…?
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