Las tribulaciones de Eugenie y Louise/6
Las dos jóvenes son separadas con lo que su sufrimiento es mayor. Un nuevo personaje complicará las cosas.
CAPÍTULO VI
LAS DESGRACIAS DE LOUISE
Eugénie y Louise, con sus heridas casi cicatrizadas, llevan ya tres días en el convento. Tras una nueva jornada agotadora caen rendidas en sus camastros y se duermen casi inmediatamente. Un ruido las despierta: una monja ha abierto la celda en plena noche reclamando a Louise. Ésta sale de la celda solo con el calzón y la camisa interior, descalza y sin medias, ya que no le han dejado vestirse. Eugénie, también despierta, queda preocupada por lo insólito de las llamada e intenta no dormirse y esperar su regreso , pero el sopor y el agotamiento pueden más que ella y cae en un sueño inquieto pero profundo. Se despierta cuando se abre la puerta y Louise es devuelta a la celda cuando deben faltar pocos minutos para la hora de levantarse. Louise esta llorando y no quiere contar nada a Eugénie, que intenta calmarla abrazándola y acariciándola, pero es inútil. Suena la campana y tienen que ponerse en marcha mientras Louise sigue sollozando.
En el comedor no prueba bocado ante la desesperación de Eugénie porque sin fuerzas puede recaer. Ha parado de llorar pero está muy extraña ya que parece ignorar a la solícita Eugénie, que esta muy preocupada por su estado y su comportamiento. Cuando termina el tiempo del desayuno van a por las fregonas pero aparece la misma monja que la sacó de la celda y ordena a Louise que la siga. La mirada que lanza a su amiga no puede ser más desesperanzada. A Eugénie se le saltan las lágrimas pero recibe un empujón de la gobernanta que indiferente a su dolor le dice que hará el trabajo de las dos. Eugénie no vuelve a ver a Louise el resto del día y no aparece a la hora de retirarse a la celda. Eugénie espera y espera pero toca la campana y debe apagar la vela e irse a dormir.
Louise sigue sin dar señales de vida al día siguiente ante la impotencia de Eugénie que no sabe que hacer. En los momentos de oración intenta verla a través de las rejas que separan a unas internas de otras, por si se hallara en otra sala pero es imposible. Pasan varios días y empieza a tener ideas negras sobre su paradero. Es tan frágil y delicada, y la necesita tanto...
A la mañana Eugénie al recoger el mocho, a sabiendas de que incumple una norma, pregunta por Louise a una de las monjas que trata mas amablemente a las reclusas. La monja no le responde y le cuenta lo sucedido a la gobernanta, que va hacia Eugénie y le da una bofetada. Le advierte que hablar sin ser preguntada es una de las faltas mas graves, y que tiene suerte de no haber sido enviada a la sala reformatorio por una semana. Se contenta con ponerle otra falta a Eugénie lo que ya significa castigo físico. Eugénie al terminar el día y como es protocolario tiene que levantarse la falda del vestido y la interior, bajarse los calzones e inclinarse para recibir 10 azotes en sus nalgas con una vara, que administra con extrema dureza la propia gobernanta. Eugénie a pesar de su orgullo llora de dolor. Es primera vez en su vida que alguien le pega. Se retira a su celda sangrando a causa del castigo y a pesar de estar terminantemente prohibido tiene que dormir sin calzones más desesperada que nunca por la suerte de Louise.
CORINNE
Eugénie no encuentra consuelo a su aflicción, y además esta sufriendo mucho para no ser castigada de nuevo en la dura tarea diaria, ya que debe trabajar el doble desde la desaparición de Louise. Come habitualmente sola pero un día una reclusa a la nunca ha visto va a sentarse a su lado; Eugénie la mira, es muy joven, casi una niña. Le pregunta por su nombre.
Corinne, me llamo Corinne. ¿ y tú ?
Eugénie. ¿Oye, porqué llevas una cadena con unas argollas en sus tobillos?
Corinne no le contesta, pero le pregunta a Eugénie porque está aquí, a lo que esta contesta muy someramente que están aquí por error porque nunca han robado ni hecho mal a nadie.
Corinne le replica que ninguna esta aquí por error y que en el Convento de la Redención no hay ladronas ni rameras ni nada por el estilo, solo mujeres que han faltado a la moral familiar y a la decencia. No espera su contestación y al verla tan triste le pregunta por su amiga.
¿ como sabes que tengo una amiga?
me lo han dicho por ahí - Contesta enigmáticamente.
Eugénie le dice que no sabe nada de ella desde hace días. A su vez pregunta a Corinne porque esta aquí, y esta en justa correspondencia le replica que no es asunto suyo. Eugénie olvida su altivez porque intuye que Corinne puede ayudarla a saber sobre el paradero de Louise, así que le pide disculpas y le cuenta lo sucedido a ellas dos. Sin embargo Corinne le cuenta su propia historia, cargada de ambigüedades, y con muchas evasivas referentes a que sus padres la odian y por eso la tienen recluida. La realidad es muy diferente; Corinne es la menor de una familia de 8 hermanos cuyos padres, aristócratas y personas muy religiosas, viven en un castillo del Loire. Desde muy niña ha sido muy rebelde y desvergonzada. Sin haber alcanzado la adolescencia ya le habían encontrado folletines licenciosos en su cuarto. Un día su hermana mayor, una religiosa que pasaba unas cortas vacaciones con la familia, la descubre en los establos copulando con el mastín favorito de su hermano. Solo tenía 12 años. Su padre la ingresa en uno de los conventos de la orden de su hija. Allí Corinne vuelve a hacer de las suyas y es sorprendida varias veces yaciendo con una joven novicia y con el muchacho del establo. Viendo que es incorregible y lo que es peor, un mal ejemplo, sus padres toman una dolorosa decisión: recluirla en el Convento de la Redención hasta que se reforme. Gozará de status especial gracias a su hermana mayor que intercede con la Abadesa, pero sirve de muy poco: al tercer día de estancia se pelea con otra reclusa y con una monja que acude a separarlas a la que hiere gravemente. Informado su padre, gracias a sus influencias no se presentan cargos que hubieran terminada con Corinne en la cárcel, pero a cambio deberá estar un año en el reformatorio. Lleva allí ya casi dos años por mala conducta.
Eugénie no le cree una palabra pero pregunta a Corinne por la vida en el correccional. Quiere saber si es tan malo como se lo contó Marie. La extravagante Corinne dice muy enigmáticamente que si sabes tratar a las monjas no es tan malo. Como parece tener ganas de hablar Eugénie se interesa por el trabajo que realiza. Corinne le dice que no trabaja en nada especial, que se pasa el día en el patio del reformatorio lo que parece muy extraño dadas las palabras de Marie y de la propia gobernanta. Muy extrañada Eugénie le pregunta porqué está engrilletada y puede comer con las comunes y menores si no se puede salir del reformatorio. La precozmente bella Corinne no tiene reparos en hacerle comprender la verdadera razón de sus privilegios a Eugénie: ser amable con las monjas, que son mujeres además de religiosas y que tienen... necesidades, pero que la cadena solo puede quitarla la abadesa, y todavía no ha llegado a tanto. Eugénie empieza a comprender y aunque le repugna el descaro de Corinne cree que puede ayudarla en la búsqueda de su amada, así que le ruega que averigüe el paradero de Louise, a lo que accede con una sonrisa maléfica que deja a Eugénie muy inquieta. Esa noche durante la cena Corinne le comunica en vez baja que espere al domingo, y que se esté muy atenta en la iglesia.