Las tribulaciones de Eugenie y Louise
Fabulación sobre las peripecias de dos personajes de El Conde de Montecristo, en concreto, dos jóvenes casi adolescentes, en la ultraconservadora Francia de la restauración monárquica.
LAS TRIBULACIONES DE EUGENIE Y Louise
CAPÍTULO I
NOTAS DE INTRODUCCIÓN
Ha acabado recientemente de leer la versión integra de la monumental novela de Dumas "El Conde de Montecristo" y todavía estoy impresionado por la extrema complejidad del relato y su certera disección de la sociedad de su época. He pensado muchas veces en que es una historia a la vez redonda e inacabada. El hecho de que a pesar de tratarse de un folletín no adopte la forma de saga tan habitual en este genero literario, y que la acción se circunscribe a un corto espacio de tiempo contribuye a esa sensación, y como curioso que soy, yo me he preguntado a menudo por el incierto destino de algunos de los personajes que aparecen en la acción, incluyendo al propio protagonista Edmond Dantés. Quizás sea debido a mis heterodoxas inclinaciones, pero me ha interesado especialmente la aventura de la hija de Danglars y su jovencísima profesora de música, que abandonan el hogar familiar para realizarse como artistas, toda una hazaña para la rígida moral de la época de la Francia postnapoleónica (Fernando VI, los 100.000 hijos de San Luis, y muchos más ejemplos). Hacerlo siendo mujeres, casi unas adolescentes y con pasaportes falsos era mucho mas que eso, era una acción temeraria a la luz de la legislación de la restauración monárquica. Si además eran amantes (muy decorosamente insinuado por Dumas), desde luego podían terminar muy mal. La novela dice que fueron descubiertas casi por casualidad al coincidir en la misma posada con el perseguido Andrea Cavalcanti, que irrumpió en su habitación mientras ambas yacían, presumiblemente desnudas (también sugerido por el autor), en la misma cama. A pesar de eso llegaron a su punto de destino, Italia, pero... la pregunta que me hago es: si fueron descubiertas "in fraganti" por los gendarmes ¿qué les pudo suceder hasta que llegaron allí? Este relato podría perfectamente explicarlo.
No puedo dejar por alto que la inspiración del mismo se debe fundamentalmente a la lectura de la obra del gran Pichard, ilustre pervertido al igual que el autor. El Convento de Sta. Magdalena de la Redención es una invención suya, algo que probablemente existió de verdad aunque quizás con otro nombre y no tan cargado de tintas. El mismo titulo coincide con el de uno de sus cómics: "Las tribulaciones de Virginia". Valga pues mi dedicatoria al personaje.
LA CAPTURA
Mientras el criminal Benedetto, alias Andrea Cavalcanti, gracias a la diligencia de un gendarme mirón era conducido por los guardias tras ser detenido en una de las habitaciones de la posada de La Campana y la Botella, una muchedumbre formada por empleados de la fonda, hospedados curiosos y algún que otro guardia escaqueado permanecía en el lugar de los hechos donde Eugénie Danglars y, Louise D´Armilly, intentaban ocultar sus vergüenzas ante tan distinguido publico que observaba complacido entre risas y rechiflas a dos jovenzuelas de clase alta yaciendo en el mismo lecho. La cosa no tendría mas trascendencia puesto que compartir una cama era algo habitual entre personas del mismo sexo. Lo que no era tan normal era que la habitación estuviera a nombre de León D´Armilly, joven teniente de espahíes, que viajaba presuntamente con su hermana Louise, ni que los presuntos hermanos, espiados por la cerradura por el probo gendarme, fueran sorprendidos completamente desnudos, es decir, desnudas, y en actitud dudosa, al irrumpir entrando por la ventana tan peligroso sujeto, seguido por las fuerzas del orden alertadas por el voyeur. O sea, que el caballero León, desprovisto del bigote y la barba postizos aparecía transformado en una hermosa adolescente de largos cabellos negros con los que intentaba tapar las partes mas intimas de su sudoroso cuerpo al igual que su presunta hermana la muchacha de melena castaña y mirada huidiza.
Eugénie y Louise, ahogadas por la presión familiar y social del estirado París de la Restauración habían decidido escapar a Italia donde unas cartas de recomendación obtenidas de forma subrepticia por un amigo de la familia (El Conde de Montecristo, claro) les abrirían el paso a la fama. Eugénie, que no había cumplido todavía los 18 años, hija del banquero Barón Danglars, no carecía de condiciones en el arte del bel canto. Tenia una profesora de música, jovencísima para su profesión, Louise D´Armilly, un auténtico talento con el pianoforte. Hija de un laureado pero modesto militar, se veía obligada a aceptar simultanear su carrera dando clases a hijas de buena familia. Hacia ya seis meses que tenia como única educanda a Eugénie, y tres que se había convertido además de profesora de música en su amiga, confidente y amante. A pesar de tener tres años largos mas que su alumna aparentaba ser justo al revés. Su cuerpo menudo aunque mas bien macizo, con grandes pechos y curvas ondulantes era la antítesis del de Eugénie, más alto, liso y espigado, como también lo eran sus caracteres, fogoso y resolutivo el de Eugénie, y delicado, débil y apocado el de Louise. Ambas compartían la pasión por música, y el desprecio a los hombres.
Al amanecer abandonaron la posada y, ya vestidas con ropas propias de mujer, tomaron el coche de posta lo mas discretamente que las circunstancias les permitieron hacerlo.
Muy cerca de allí, en la gendarmería, el sargento, a la sazón jefe de puesto, interesaba por las dos muchachas al cabo, recién llegado de la fonda, a lo que este, pillado en falta, tuvo que admitir que con todo con todo el ajetreo de la detención del criminal no les había prestado mas atención que las que merecían sus desnudos cuerpos. El suboficial informó del hecho al teniente. El oficial montó en cólera:
- imbécil!!! ¿Es que no recuerdas la circular del Procurador pidiendo el máximo rigor con los delitos contra la Moral y la Familia? Dos niñas de buena cuna se escapan de casa y tu las dejas marchar. Arréstalas inmediatamente.
En la siguiente parada de postas Eugénie y Louise son detenidas, con gran sorpresa por su parte, puesto que aunque muy avergonzadas por lo sucedido no son conscientes de que hayan hecho nada contra la ley. La fogosa Eugénie, repuesta del asombro irrumpe en improperios contra los gendarmes, amenazándoles con todos los males cuando su padre venga a recogerlas. Impertérritos, los guardias se llevan a las dos chicas, conducidas a pie, y debiendo arrastrar su propio baúl de equipaje hasta la gendarmería, bajo la amenaza de dejarlo en medio del camino si no lo llevan ellas. Al llegar Eugenie y Louise son encerradas en una celda. El cansancio no impide que Eugénie de nuevo saque a relucir su indignación por el trato que están recibiendo, amenazando con represalias cuando las encuentren su familias.
Agotadas por un esfuerzo al que no están acostumbradas, caen sobre los jergones sin probar la mísera cena, seguras de que este incidente solo acarreara una reprimenda familiar y solo representara un retraso para sus planes.
Pero pasan los días y nadie acude a socorrerlas.
Nada acostumbradas a las privaciones, la inquietud comienza a hacer mella en las muchachas, sobretodo en Louise, mucho mas frágil y pusilánime, que no deja de sollozar pensando que su padre no la perdonará nunca. Eugénie, que sabe de la debilidad de su amada intenta consolarla y convencerla de que el mal trago que están pasando pronto verá su fin. Lo cree realmente pues pertenece a una clase social que ella considera intocable y no tiene ninguna duda de que sus padres no han acudido en su socorro por culpa de la ineptitud de los gendarmes que las tienen retenidas.