Las tres pruebas de M. Tercera Prueba.

Tercera y última prueba con la que su marido completa su fantasia de pervertir a su mujer mediante una apuesta.

Las tres pruebas de M. (Parte 3)

Tercera Prueba: La ordeñadora

Hoy me levanté de buen humor. Era el tercer y último día con el que mi mujer pagaba la apuesta que había perdido, comprometiéndose a someterse a mis deseos durante tres días. Yo había aprovechado los dos días anteriores para gradualmente desinhibir todas sus represiones sexuales, exhibiéndola, ofreciéndola a otros hombres y convirtiéndola en una verdadera profesional en el arte de la felación.

Pero hoy iba a ir un paso más allá y, si mi plan funcionaba, a partir de ese día todo sería diferente entre nosotros. En la forma de vernos el uno al otro y en la manera en que afrontamos nuestra sexualidad, hasta ese momento adormecida por la rutina. La contemplé unos segundos mientras aún dormía, había respondido de forma inaudita hasta ese momento, pero me preguntaba si la prueba final a la que la iba a someter esa noche no sería demasiado fuerte para ella. Su pelo rizado le caía por la frente y sus pechos se agitaban con la respiración. Levanté la sabana y contemplé su maravilloso coño, depilado totalmente, cuya rajita se entreabría como una boca ávida de comida. No pude evitar pasar la yema del dedo índice por la parte superior de su vagina y comprobé que estaba levemente húmedo, a buen seguro provocado por algún sueño erótico que debía estar teniendo. Lamí el dedo con restos de su flujo vaginal. El sabor salado de sus fluidos íntimos, unido al característico olor que desprende provocó que mi polla diera señales de vida. Desearía despertarla y poseerla brutalmente. Follarmela sin piedad y llenarla de leche hasta que rebosará de su interior.

Pero debía mantenerme firme hasta el final del día. Debía sostener la expectación y su grado de excitación a punto para desbocarla en el momento adecuado.

Mientras desayunaba en la cocina repasé mentalmente el elaborado plan que debía ejecutar ese día. Sumido en mis pensamientos no me apercibí de su presencia junto a la puerta.

M: Buenos días cielo. Te recuerdo que hoy es el último día que me tienes a tu disposición. Hoy acabo de pagar la apuesta así que aprovecha al máximo tu oportunidad. Mañana no tendrás poder sobre mi.

Jose: Lo se. No te preocupes, pienso aprovechar tu sumisión forzada hasta el último segundo.

M: Pillín. Me pregunto que habrá ideado tu viciosa mente para hoy. ¿Me obligarás a chuparsela a algún desconocido? ¿O tal vez me harás exhibirme ante la gente? Estoy ansiosa por descubrir que tienes planeado.

Me sorprendió la naturalidad con la que planteaba aquellas hipótesis, casi como si lo estuviera deseando. Casi me molestó que hubiera cambiado tan repentinamente, asumiendo mis fantasías sin apenas inmutarse. Aquella era otra M. diferente a la que yo conocía.

J: Paciencia cariño. Por lo pronto, desayuna tranquilamente y luego quiero que salgas a pasar la mañana fuera de casa. Puedes hacer lo que te apetezca. Ir de tiendas, visitar a tu hermana, acercarte a la playa

Eso la sorprendió. No se esperaba que no le ordenara nada aquella mañana. Seguramente incluso se sintió decepcionada.

M: Ummm, que raro. No me fío de ti. Seguro que estas preparando algo gordo para luego y necesitas tiempo para desarrollarlo. Está bien. Creo que me acercaré a pasar la mañana en la playa nudista al lado del pueblo. No me esperes hasta la hora de la comida.

J: Perfecto cariño, eso me da el tiempo justo para poner en marcha mi plan. Estoy seguro que te vas a divertir

Lo primero que hice cuando M. se fue consistió en conectarme a internet. Busqué un chat de sexo y entré con el significativo nick de "ordeñadora". A los pocos segundos casi ocho ventanas se me habían abierto y me saludaban o me preguntaban como era.

A mi sólo me interesaban los cuatro primeros, los que habían sido más rápidos en abordar a la nueva usuaria del chat. Iban a ser los afortunados. Charle un rato con ellos haciéndome pasar por mi mujer, les describí como era, les conté que era una auténtica guarra y que necesitaba comerse varías pollas al día para quedar satisfechas, luego les hablé de que su marido era un cornudo y que consentía que otros hombres disfrutaran de su mujer. Luego les expliqué que si querían recibir una buena mamada debían acudir esa tarde a las siete a mi casa y sentarse en torno a una mesa bajo la cual recibirían su premio.

Todos aceptaron sin dudarlo.

Me preguntaba que clase de tipos acudirían a la cita con la "ordeñadora", como había decidido bautizar la última prueba a la que iba a someter a mi esposa

M. llegó a las dos, venía esplendida. Se le había pegado el sol y lucia un moreno muy sensual en todo su cuerpo. Mientras comíamos le conté en que consistiría la última prueba:

Jose: He invitado a cuatro amigos a que vengan a casa esta tarde. Espero que no te moleste.

M: No pretenderás que me lo haga con lo cuatro a la vez. Esta vez si que te has vuelto loco si piensas que voy a hacerlo.

Jose: No. A ti no te van a ni a ver. Tú estarás todo el rato debajo de la mesa del comedor, cubierta por un mantel largo que evitará cualquier mirada indiscreta bajo la mesa. Nadie sabrá quien está oculta bajo la tela.

M: Entonces ¿que es lo que tengo que hacer?

Saque un vaso de agua que previamente había marcado con una raya más o menos por la mitad. Lo puse frente a mi mujer que me miraba intrigada.

J: Tú sólo tienes que llenar este vaso de leche hasta la marca. Como lo consigas es asunto tuyo. Tendrás a cuatro sementales sentados alrededor tuyo dispuestos a ser ordeñados.

M: Mmmm. Parece divertido. Además, ellos no me verán. Pero, ¿ y tu donde estarás?

J: Yo esperaré en el dormitorio. Ellos tienen orden de marcharse una vez se hayan corrido, sin preguntar nada. Cuando se haya ido el último de tus toros tendrás que traerme el vaso hasta aquí para comprobar que has superado la prueba. ¿Alguna duda sobre lo que tienes que hacer?

M: ¿Cómo he de conseguir la leche?

J: Como lo consigas es cosa tuya. Puedes emplear cualquier medio que consideres oportuno. Pero recuerda las reglas. No puedes follar.

M: Ya, ya lo se. Una cosa más,¿ que pasa si no logro semen suficiente hasta completar la marca del vaso?

Sonreí haciéndome el misterioso.

J: Tendrás que recibir un castigo por no haber sido buena ordeñadora. Esfuerzate en conseguir el objetivo y no tendrás que ser castigada. Estoy seguro de que lo harás bien

A las siete menos cuarto M. se desnudó por completo y se metió debajo de la mesa, lo suficientemente ancha para permitirle maniobrar con comodidad.

Sólo faltaba esperar que fueran llegando los afortunados participantes en aquel juego erótico. A los pocos minutos sonó el timbre de la entrada.

El primero de los invitados era un chico joven, de unos dieciocho años, que llevaba un libro de matemáticas bajo el brazo. Me dijo que le había dicho a su madre que iba a estudiar a casa de un amigo. Le di la bienvenida y le dije que podía ir preparándose. Podía dejar su ropa en la sala de estar y, una vez desnudo, pasar al comedor y sentarse en la mesa del centro. No comenzaríamos hasta que estuvieran todos los invitados. Me pareció buena idea que esperaran en la mesa ya que así M. podía contemplar con tranquilidad los miembros de los participantes y, con la espera, excitarse un poco más si cabe.

A las siete en punto llegaron dos más. Uno de ellos era un hombre mayor, de unos cincuenta y tantos años, y al intercambiar el saludo con él, pude comprobar que su aliento apestaba a alcohol. Eso no me gustó demasiado, pero ya era tarde para echarse atrás y confié en que no diera ningún tipo de problemas.

El otro era un treintañero con gafas de pasta y algo gordito. Llevaba una camiseta de una serie de televisión. Daba toda la imagen de un friki. Me preguntó si podía grabar la sesión con su móvil para luego colgarlo en internet, a lo que le respondí que aunque pudiera grabar algo no iba a ver gran cosa, ya que los acontecimientos iban a suceder debajo del mantel. Les indiqué donde podían desnudarse y les dije que se sentarán junto al primer chico.

Con algo de retraso llegó el cuarto participante. Un muchacho de color, alto y bien proporcionado, que en una mezcla de francés, inglés y español me dijo que llevaba poco tiempo en España y que estaba deseando correrse, ya que no lo había hecho desde antes de salir de su país, Nigeria. Ufff, pensé, creo que con este chico María va a tener suficiente para llenar el vaso

Una vez que comprobé que estaban todos en su sitio, sentados, puse un compact de jazz y me fui al dormitorio, a esperar acontecimientos.

Fui oyendo la puerta de calle dando cuenta de los invitados que iban terminando y saliendo del piso. Pasados tres cuartos de hora ya se habían ido tres. El cuarto tardó casi media hora en irse desde el último portazo.

Al cabo de un minuto entró María en el dormitorio. Llevaba el vaso en la mano, pero no había conseguido que el semen alcanzara la marca fijada. Restos de semen resbalaban por su cuerpo, entre sus pechos, y el pelo estaba impregnado de lefa, así como algunas gotas que le caían por la cara, mezclándose con sudor y ofreciendo una imagen de alto contenido erótico.

J: ¿Cómo ha ido todo?

M: Ufff, estoy agotada. Tengo la mandíbula desencajada de tanto chupar. Nunca había tenido cuatro pollas a mi disposición, todas diferentes y esperando a que les prestara atención.

Dejó el vaso sobre la mesa y se paso la lengua por la comisura de los labios, relamiendo una gotita de semen que pasaba por allí.

M: Deja que te cuente. Siéntate y ponte cómodo porque seguro que te va a gustar.

Al principio estaba algo agobiada, allí debajo de la mesa, me fui poniendo un poco nerviosa debido al calor que había y al poco aire del que me parecía disponer. Luego, cuando fueron sentándose uno a uno los invitados, me fui olvidando y comencé a prestar atención a los miembros de cada uno de ellos.

El hecho de sentirme rodeada de pollas que no eran la tuya, y poder gozar de ellas desde el anonimato que me confería el mantel me provocó un ligero cosquilleo en mi rajita que me avisaba de la excitación provocada por la situación y que en seguida pasaría a ponerme el coño encharcado.

Decidí ponerme manos ( o mejor dicho, boca) a la obra y empezar por la primera, que era la que me parecía más joven de las cuatro. No era demasiado grande pero olía bien, a carne aún por estrenar. El pensar que tal vez era la primera chica que se metía aquella verga entre los labios me puso como una moto, y mientras acercaba la punta de la lengua al glande notaba como comenzaba a mojarse mi chichi sin que pudiera hacer nada por evitarlo.

Masajee los huevos mientras con la boca no dejaba de relamer el prepucio y el frenillo, hasta metérmela por completo en la boca. En erección no debía de llegar a los trece centímetros, así que me fue fácil engullirla totalmente hasta notar los pelitos de los testículos haciéndome cosquillas en la barbilla. Al notar que se endurecía un poco más, aviso de que iba a correrse, me la saque de la boca y apunté al vaso para que la leche cayera en su interior.

M: Mmmm, pese a eso me quedó cierto regusto a un semen dulzón, menos salado que el tuyo.

Jose: Entonces el chaval se corrió enseguida. Hiciste un buen trabajo de puta mamadora, ¿no?

M: Si. Pero aun me quedaban otras tres y no quise pararme. Quería aprovechar el calentón. El siguiente tenía una polla más arrugada y flácida, parecida a la del tío de la estación de servicio, así que deduje que era mayor. Estos suelen tardar más en correrse, y además no olía demasiado bien. No parecía un tipo aseado, como el anterior. Así que decidí comenzar a meneársela con la mano, pasando la otra mano por los testículos, y poco a poco fue adquiriendo dureza. Pero como tardaba en correrse, pensé que sería más rápido emplear la boca. Lamí un poquito los huevos y luego recorrí el tronco de la polla, y haciendo de tripas corazón, me la metí entre los labios. Comencé un sube y baja rápido, deseando que se corriera, pero el tío tardaba, así que me empleé a fondo en el glande, dándole lametones a su capullo y moviendo la piel del prepucio afuera y adentro. Cuando vi que iba a correrse intenté apartarme, pero el muy cerdo, metió las manos debajo de la mesa y me agarró la cabeza, impidiéndome retirarme, así que recibí los primeros trallazos de semen en la boca. No fue una corrida abundante, así que cuando conseguí deshacerme de sus manos, una vez que se había corrido, escupí en el vaso los restos que quedaron en mi boca. El resto se quedó en mi garganta. Que tío más asqueroso, no se de donde lo has sacado.

Jose: La verdad es que no tenía buena pinta, pero ya era tarde para buscar a otro y pensé que no habría problemas

M: Bueno, el caso es que aun me quedaban dos, así que decidí coger una con cada mano y empezar a pajearles para y acelerando el proceso. El problema es que una de ellas, creo que era la de un negro, era inmensa. Que pollón, Jose, ese tío debía tener problemas para andar por la calle sin balancearse a los lados

Jose: Ja,ja,ja, Y tu a buen seguro que has disfrutado de ella

M: Por supuesto. No todos los días se tiene algo así entre las manos. Aceleré la paja del otro chico, un gordito con una polla pequeña pero anchota, que cuando notó que le pasaba la lengua un par de veces por la punta del capullo, se corrió en seguida como un animal, dando pequeños grititos, y yo metí la polla en el vaso para que no se me escapara ni una gota

Y luego, admiré la polla del otro chico. Era una polla esplendorosa. Debía superar los veinte centímetros en reposo, y cuando comenzó a elevarse gracias a mis caricias, creo que alcanzó cerca de los treinta. Llena de venas, ancha, reluciente, sin un pelo… Vamos una polla de campeonato.

J: Veo que te ha llamado la atención, jejeje, a ver si ahora van a comenzar las comparaciones

M: Ja,ja,ja, no estarás celoso? A ver si ahora eres tu el que no quieres jugar a este juego… No te preocupes, ya sabes que tu polla me encanta, tiene el tamaño adecuado y no la cambio por ninguna otra

Jose: Gracias, princesa. Es un detalle. Sigue contando

M: El caso es que comencé a pasarle la lengua por los testículos mientras con la mano seguía prodigándole caricias. Aquello parecía la polla de un caballo. Decidí medirla con la boca. Rodeé el glande con los labios y con pequeños besos fui abriéndome camino hasta que me la introduje poco a poco. Solo llegué a engullir un poco más de la mitad de aquella monstruosidad, y notaba como palpitaba en lo más hondo de mi garganta. Intenté introducirla más pero noté que me faltaba el aire y que el esfuerzo me estaba provocando arcadas, así que desistí del intento con todo el dolor de mi corazón

J: Uy, un fracaso en tu incipiente historial de tragapollas. Eso se tendrá en cuenta a la hora de las notas a final de curso

M: Al darme por vencida en el intento de engullir por completo aquel cipote, me dediqué a lamer con ansiedad la parte que había entrado en mi boquita, y poco a poco, gane algún centímetro, pero ni de lejos llegué a tenerla toda dentro. La saliva me resbalaba barbilla abajo del esfuerzo de engullir aquella polla.

Al momento noté que se tensaba, advirtiendo la inminente corrida, y puse el vaso en posición para que no se desperdiciara nada de aquel sabroso manjar blanco

Pese a eso, no conseguí que el semen de los cuatro llegara hasta la marca que habías fijado en el vaso. Por lo que parece debían ser onanistas habituales, ya que no conservaban demasiada leche en sus huevos

En efecto, el vaso tenía bastante semen, pero le faltaba aproximadamente un centímetro para alcanzar la marca que había hecho con rotulador, lo que me permitía someter a mi putisima esposa a una nueva prueba

J: Vaya. Como no has conseguido semen en cantidad suficiente para llegar al punto fijado inicialmente, debo entender que no has superado la prueba.

M: ¿Y eso que quiere decir?

J: Eso quiere decir que deberás someterte a un justo castigo por no haber cumplido con mis órdenes

Me miró divertida. Y me preguntó en que estaba pensando.

J: Pues como castigo por no haber logrado superar la prueba deberás beberte la cantidad que hay en el vaso. Todo. Sin dejar ni una gota.

Se me quedó mirando, interrogante y a la vez sorprendida. Con el vaso en la mano y totalmente desnuda mi erección era evidente.

M: ¡Que asco! Eres un pervertido y un asqueroso. Pero no voy a ser yo la que de su brazo a torcer el último día.

Y diciendo esto se llevo el vaso a la comisura de los labios, respiró profundamente, y comenzó a beber el semen de aquellos cuatro hombres, dejando que el espeso líquido se deslizara hasta su boca entreabierta. Cuando toda la leche hubo entrado en su boca, la abrió bien para mostrarme que había cumplido con el castigo. Tenía el semen rebosante y un hilillo le caía por la comisura de los labios, mientras una charca de leche blanca se mantenía grumosa en su boca. Cerró los labios y engulló de un trago.

Le di una servilleta para que se limpiara, pero en vez de eso, se acercó a mí y me propinó un morreo que me pilló de sorpresa. Noté su lengua entrando en mi boca y fusionando los sabores del semen y la saliva en un largo entrelazar de lenguas y labios que a menudo dejaban escapar hilillos blancos con restos de semen.

M: Ja,ja,ja. Así sabrás a que sabe la merienda que le has preparado a tu mujercita.

Acto seguido dio un pequeño eructito, como los bebes después de comer, y se echó a reír de nuevo.

Había conseguido, a lo largo de estos tres días algo para mi impensable. Transformar a mi mujer en una desvergonzada, en una esclava dispuesta a satisfacer mis fantasías sin cuestionarlas.

Durante los tres días me había mantenido al margen, absteniéndome de follar con ella para mantenerla en un estado de necesidad que facilitara el cumplimiento de las pruebas. Pero ya no podía más. El imaginármela debajo de la mesa succionando pollas desconocidas y la posterior ingesta del producto de su arte había desbordado mi excitación y tenía la polla a punto de explotar. Necesitaba follarmela ahora mismo, así que tras comprobar que su raja continuaba mojada la coloqué boca abajo sobre la mesa y le abrí las piernas.

Jose: Has cumplido con la apuesta. A lo largo de estos tres días has demostrado que eres una autentica zorra y ahora mismo vas a recibir lo que te mereces

M: Ya era hora. Tanta polla dura y sin poder meterme nada en mi chochito. Se me hace agua. Necesito que me follen o me voy a volver loca. ¡Metemela de una vez y cállate ya!

Le abrí bien las piernas y coloqué mi verga a la entrada de su chochito. En seguida noté el calor que emanaba de dentro. Estaba tan caliente que el flujo le chorreaba entre los muslos. La polla entro suave, sin esfuerzo, y se la encajé de golpe hasta el fondo, entera.

J: Tienes el coño de zorra. Te entran las pollas como si nada. Seguro que también follas como una auténtica puta, zorra más que zorra. M: Síiiiiii, soy una puta y una zorra ahhhhhhhhhhhhhhh por eso follo contigo ahhhhhhhhhhhhhh. Y por eso me como las pollas de cualquiera que quiera usarme como su puta Fóllame cariño, no puedo más, necesito que me folles de una vez o no se lo que voy a hacer.

La polla entraba y salía con facilidad y me aferraba a sus tetas mientras a cada embestida ella no dejaba de pedir más.

M: Dame fuerte, cabrón. Ahhhhhhhhh, así, así, fuerte!!!! Fóllame como nunca, lléname el coño de leche hasta que me salga por el culo. Joder que bien, no pares, follate a fondo a la puta de tu mujer si no quieres que salga por ahí a buscar pollas de otros

La fricción de sus paredes vaginales, ardiendo, y el lenguaje que estaba usando no tardaron en surtir efecto. Unido a los tres días que llevaba acumulados de calentón hicieron que me corriera enseguida sin poder evitarlo.

J: Ya me voy a correr, me corro, no puedo aguantarme más. Ella sin dejar de cabalgar sobre mi polla protestó. M: Ni se te ocurra que a mí aún me falta un poco. No te corras aún cabrón y fóllame que me lo debes J: No puedo evitarlo, me corro ahhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

Fue bestial. Una de mis mejores corridas. Descargué gran cantidad de semen en el interior de M. y me quede quieto, con la polla dentro de su vagina, como a mi me gusta después de un buen polvo

Justo en ese momento sonó el timbre de la puerta.

J: No te muevas. Mientras yo no te lo ordene no cambies de posición. Voy a ver quien es y en seguida vuelvo

M: Esta bien, pero no tardes. Estoy que muerdo, me has dejado a medias y necesito correrme como sea…. uffffff….que caliente voy… No tardes cabrón, despacha a quien sea y vuelve aquí en seguida a comerme el coño.

Sin ponerme nada encima, con la polla aun goteante de la corrida mire por la mirilla y vi que era el nigeriano. Entreabrí la puerta y le pregunté que quería. Me dijo que había olvidado la mochila. Le hice pasar hasta el salón donde efectivamente estaba la mochila. Cuando pasamos por nuestro dormitorio, con la puerta abierta, se quedó mirando la escena. Allí estaba M. a cuatro patas sobre la cama con las piernas entreabiertas y restos de semen cayendo por sus muslos desde su coño. Obediente no se había movido de la posición y permanecía a la espera de ser atendida. Se me ocurrió una idea perversa.

J: Cariño, mira quien ha venido a despedirse de ti

Nos acercamos por detrás y le agarré la mano al nigeriano. La llevé hasta el coño de M. y la pasé por toda su extensión, dejando que los dedos recorrieran el clítoris y los labios vaginales hasta llegar a su ano.

Un escalofrío de placer sacudió a M.

M: Joderrrrr… me tienes cachonda como una perra… necesito polla, necesito que alguien me folle y me haga correrme de una puta vez!

Nunca la había visto así. Desbocada, ausente y capaz de cometer cualquier locura poseída por el deseo que la corroía desde su vientre.

Le indiqué al nigeriano que si quería podía follarse a mi mujer a cambio de diez euros.

Al momento se estaba desprendiendo de los pantalones y dejaba oscilando frente al rostro sudoroso de M. un par de palmos de carne genital.

M: Ahora te reconozco, no conocía la cara pero si a esta otra amiga

Diciendo esto se la acercó a los labios, pasó la punta de la lengua por aquel oscuro capullo y se la introdujo en la boca sin dudarlo. Cerraba los ojos mientras succionaba gran parte de aquel extraordinario miembro que iba adquiriendo consistencia en cuestión de segundos.

Con la boca llena suplicó:

M: Ya no aguanto más… follame ahora mismo por favor

El nigeriano se colocó detrás y yo le ayude a abrir todo lo posible las piernas de M. para que no tuviera dificultades en la penetración. Me sentía como un mamporrero preparando a la yegua para que la cubriera el caballo.

Colocó la punta de la polla en la entrada de la cueva de mi mujer y se la cogí con la mano derecha, el tacto era áspero, se notaban las venas recorriendo todo el tronco. La fui dirigiendo al interior de M. lentamente, procurando no hacerle daño y poco a poco fue introduciéndola. Me excitaba la situación, allí estaba yo ayudando a otro hombre a follarse a mi mujer. Casi había entrado la mitad cuando M. dio un grito de dolor.

M: Arggggg…. con cuidado bestia…. mi coño nunca había alojado antes nada tan grande… arggggg…. me vas a romper el chocho, pero que gusto me da…ahhhhhh… sigue mamón, sigue clavándomela hasta que ya no entre más.

El nigeriano comenzó un mete saca lento y a cada embestida iba ganando centímetros en las entrañas de mi mujer, que parecía capaz de engullir todo el vergajo en su cueva.

Se movían rítmicamente y mi polla empezó a dar muestras de reanimación viendo como aquel tipo al que no conocíamos de nada estaba rompiéndole el coño a mi mujer delante de mí. Me coloqué delante y ordené a M. que me comiera la polla.

El chico seguía bombeando ajeno a todo, gimiendo y golpeando rítmicamente con los huevos en el coño de M. cada vez que su verga entraba. Llegó un momento en que se quedó parado. La había introducido hasta el fondo.

M: Arggggg…. me siento llena… estoy rellena de carne por todos lados… me duele pero también me encanta… argggg… estoy a punto de correrme como nunca!!!!

Resopló dos veces más y gritando comenzó a tener espasmos musculares y a gemir como una cerda. Estaba teniendo un orgasmo bestial y eso hizo que yo también me corriera viendo a mi mujer así, empalada por una polla descomunal y corriéndose como una colegiala.

Descargué la leche en su cara, mientras seguía corriéndose y, casi al mismo tiempo, el nigeriano gritó como un poseso y se corrió en su interior, agarrándose a sus pechos y dejando que el peso de su cuerpo recayera sobre ella, que casi había perdido el conocimiento y se aferraba a mis nalgas como un bote salvavidas.

Los tres nos quedamos unos instantes quietos, casi sin respirar, sudorosos, mirándonos. El cuerpo de M., profanado por aquella verga negra, continuaba reluciente de sudor y semen que se deslizaba entre sus muslos y ella me miraba sonriente, casi angelical

M: Al fin lo has conseguido. Me has convertido en lo que tu querías. En una puta barata que no tiene ningún problema en hacérselo con el primero que le pague.

J: No se si las putas disfrutan tanto como tu esta noche. Creo que no te arrepientes de nada de lo que hemos hecho durante estos tres días.

M: Ja,ja,ja,ja. Eres un cabrón pero te quiero. Creo que he aprendido unas cuantas cosas que no sabía acerca del sexo y he disfrutado como nunca de mi cuerpo

J: Me alegro. Esa era la intención. Espero que esto solo sea un comienzo para nosotros

M: Por supuesto. Estoy deseando que me des la revancha, ¿ apostamos algo?

FIN

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