Las TRES CERDITAS y el LOBO FEROZ
Mateo es muy tímido y nunca les entra a las chicas desconocidas, por muy buenas que estén. Sin embargo, es valiente, y hoy tiene el ego subido. Después de cruzarse con las tres chicas más hermosas que ha visto en su vida, se decide a probar suerte.
LAS TRES CERDITAS
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Voy a seguir andando con la vista al frente; sin volver a girarme; como si no fuera un depravado calenturiento. Compórtate, Mat. No puedes cambiar tu dirección para andar tras ellas. Solo un vil acosador haría tal cosa.
Hay más gente por la calle y ya he dado mala impresión con mi baboso giro completo al cruzarme con esas niñas.
No me faltaban motivos, pero, aun así…
Te voy a poner en situación: estaba paseando por el barrio viejo, a plena luz del día, cuando me he encontrado con tres chicas de toma pan y moja. Se trata de un trio de adolescentes con microshorts tejanos de esos que tanto me ponen. Me he permitido una buena repasada visual a sus espaldas, pero, muy a mi pesar, me he visto obligado a seguir mi camino.
Mi corazón todavía no se ha recuperado de tan punzante impresión; siento que deforma mi caja torácica a cada contracción ventricular, bombeando ansiedad sanguínea hasta el último rincón de mi ser.
Espera, espera. Ya son, ¿qué? ¿Cien metros? Suficiente, ¿no? Puedo volver y andar sobre mis pasos. Ahora no daré mal efecto, pues ninguno de los peatones que me rodean puede adivinar el motivo de mi regreso; sea como sea: nadie está pendiente de mí.
Mi paso es alegre, pero no demasiado urgente. No voy a correr detrás de nadie, solo quiero matar el gusanillo lujurioso que me recorroe por dentro; comprobar si puedo reencontrarme con esa tripleta femenina tan desinhibida y jovial. Puede que se hayan detenido en algún sitio. A ver, a ver… … Acabo de llegar a una plaza… … No las localizo… … No sé hacia dónde habrán ido. Bueno, puede que sea mejor así.
!No! Ahí las tienes. Se han parado a comprar helados. ¿Qué hago? No voy a quedarme aquí parado; esperando de pie. Ya sé. Voy a sentarme en los escalones de la iglesia como aquel que no quiere la cosa. Puede que, tras salir de la heladería, pasen cerca de mí y pueda deleitarme de nuevo.
No creo que me reconozcan, pues no me han mirado en nuestro encuentro previo. Estaban demasiado entusiasmadas con su propia charla y no prestaban atención a los demás transeúntes. Ni siquiera cuando he dado una vuelta de 360º para mirar sus sugerentes andares han reparado en mi existencia.
Una de ellas sujeta un casco. Parece un dato irrelevante, pero, ¿a qué edad se puede tener carnet de moto?
Aquí llegan. Yo como si nada. Siguen hablando de sus cosas, sin callarse ni un momento. !0jo!, vienen directas hacia aquí. !Dios mío! !Pero que hermosuras! Uaaah. Disimula, disimulaah.
Han subido unos escalones, bastantes, para sentarse a unos cinco metros de mí. Daría el cante si me volteara, pero, por lo menos, puedo escuchar parte de sus frívolas conversaciones.
Podría hablar con ellas. ¿Tan grave sería? !Anda ya! No soy un don Juan ni un Casanova. Nunca he tenido la más mínima labia con las chicas que me gustan. Además, soy muy mayor para ellas. Puede que tenga buena planta, y que no aparente mi edad, pero, aun así… La alternativa es irme a casa y pensar en lo que pudo haber sido. Sé que me cuestan un mundo estas cosas, pero, por lo menos, me quedaría tranquilo si tomase cartas en el asunto. ¿A quién pretendo engañar? Soy incapaz de… A no ser que…
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IVÁN : Hey, Mateo, ¿qué haces tú por aquí?
YO: !Iván! Nada, solo daba un paseo.
IVÁN : Escucha, todavía no te he dado las gracias por tus logros con nosotros.
YO: Naah. Solo cumplía con mi trabajo. Para ello me contratasteis, ¿no?
IVÁN : Pero no es normal, tío. Suena mejor que nuestras grabaciones de estudio. ¿Sabes el tiempo que dedicamos a perfeccionar la edición de esas canciones? Lo hicimos pista a pista; muchísimas horas; y tú, en menos de una tarde…
YO: Le puse mucho cariño a la mezcla, cuando la trabajé en mi casa.
IVÁN : Mira, aquí viene Lara.
LARA : Eh, Mat. No veas. A todos les encanta el videoclip. Dicen que suena de lujo.
YO: Lo hacéis muy bien. Solo supe captar la energía de la grabación en directo.
IVAN : Puede que sea parte de la magia, pero, en serio: gran trabajo tronco.
LARA : Tenemos que irnos, cariño, nos esperan
YO: Bueno… Me alegro de haber superado las expectativas.
IVÁN : Nos vamos, tío. Gracias por todo. Eres muy grande; de verdad.
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Un mudo movimiento de cabeza me basta para despedirme mientras observo como Lara se lleva a rastras a su novio para reunirse con sus impacientes amigos.
Está claro que estuve inspirado en mi última grabación. Sin duda: me han subido el ego con tan gratos comentarios. Puede que este haya sido el empujoncito que necesitaba para armarme de valor; para levantarme y andar hacia esas nenas. ¿Nos habrán odio? No creo que se hayan callado para escuchar. Vamos, Mat; hazlo antes de que se te pase el efecto.
Sin concederle un solo segundo al miedo para que se rearme, me incorporo y empiezo a subir algunos escalones al tiempo que mi determinación se nutre de un plan de ataque. Tengo que parecer un caradura; como si hiciera estas cosas a diario; como si no me importaran las calabazas, los rechazos, las negativas… Hablaré lentamente, para no tropezarme ni tartamudear; adoptaré una postura algo pasota, pero sin pasarme; cuidaré la dirección de mi mirada…
A medida que me acerco, una tras otra, las chicas fijan sus ojos en mí. Su conversación se interrumpe mediante unas agonizantes palabras casi inaudibles. De pronto, frente a ellas, siento un vértigo propio de aquel actor que se queda en blanco en medio de una representación, frente a un numeroso público.
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-Hola- pronuncio repartiendo mi mirada entre las tres.
-Hola- responden casi al unísono.
-Una cosa… emmmh… … ¿A alguna de vosotras le gustaría conocerme?-
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Un poco consternadas, se miran entre ellas.
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-Sois muy guapas las tres- me sincero sin eufemismos.
-Yo tengo novio- dice la primera de las dos rubias.
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Se establece un breve silencio expectante que parece eterno. La chica de pelo castaño se muerde el labio y desvía su mirada; mientras que la tercera, pese a seguir observándome, no se anima emitir respuesta alguna. Puede que su piedad abogue por no darme una negativa sonora, pero, a fin de cuentas, la ausencia de una afirmación es lo que está resolviendo mi interrogante. No es ninguna sorpresa. Desde el primer momento era consciente de la quimera que estaba afrontando. No voy a insistir. No quisiera ser molesto. Eso sería lo peor.
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-Bueno, no pasa nada… … Tranqui… … Me voy… … Adiós- intentando parecer digno.
-Adiós-
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Esta vez, solo una de ellas me ha contestado, pero, si te digo la verdad, no tengo claro quien ha sido. Después de agacharme y recoger los pedazos de mi autoestima esparcidos por todos estos escalones de piedra gastada, emprendo mi marcha con lentos pasos y mente sosegada.
Todavía notando sus miradas a mi espalda, me siento aliviado por haber sido capaz de superar mi fobia al rechazo, y por haber tenido el aplomo de llamar a esa prohibitiva puerta.
Cuando ya estoy pisando el suelo de la plaza, un redundante sonido percutido me llama la atención tras de mí. Es la voz del azar: un guionista caprichoso que, en ocasiones, tiene ocurrencias que nunca asaltarían a ninguna inventiva humana.
Me doy la vuelta y observo como el casco que llevaba una de las niñas está botando, escaleras abajo, con una trayectoria que parece no tener fin. Su accidentado recorrido se define con unos chistosos brincos verticales, que no avanza demasiado deprisa en su plano horizontal, prolongando así su descenso.
Tras un fugaz instante de pasmo, me decido a tomar la mano que me brinda el destino en forma de segunda oportunidad. Vislumbrando la sorpresa en el rostro de las muchachas, me apresuro a recuperar este rosado objeto semiesférico para regresarlo, caballerosamente, a manos de su dueña.
La chica de pelo castaño se ha dignado a levantarse y, tras otorgarle la custodia de su menguado helado de coco a su amiga, se acerca a mí con la intención de recuperar su accesorio.
En un gesto espontáneo que pretende bromear y quitarle hierro al asunto, hago el amago de llevármelo, pero, en vista de la credibilidad sorpresiva que ha suscitado mi acción en el rostro de esta joven motorista, decido no alargar la chanza.
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-¿Cómo te llamas?- le pregunto suavemente mientras se lo devuelvo.
-Emmm… … Noelia- responde tímidamente.
-Noelia, no creas que suelo tirarles los tejos a desconocidas por la calle-
-No, ya- sin síntomas de confiar en mi palabra.
-De verdad. Solo es que, cuando os he visto, me habéis quitado el aliento y casi me da un ataque al corazón. Sois muy crueles de pasearos así por el mundo-
-¿Tenemos que pedirte perdón?- contesta un poco indignada.
-No, no, no. Pero, por lo menos, podrías apuntarte mi número; por si algún día…-
-¿Por si algún día qué?- me interrumpe con un tono más imperativo que curioso.
-No, no, no. No me refiero a… Solo lo digo: por si te apetece charlar o dar una vuelta-
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Noelia, sin dejar de mirarme con escepticismo, echa mano a uno de sus bolsillos traseros para hacerse con su móvil. No tarda en activarlo y acceder a la agenda.
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-Dime, va- con entonación condescendiente.
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Al tiempo que recito, pausadamente, las cifras de mi número, tengo que esforzarme para no perder la cuenta. La cercana presencia de esa hermosa muchacha embriaga mis sentidos con una tramposa brujería adolescente que me hace presuponerle todas las virtudes habidas y por haber.
Pese a estar un par de escalones por encima de mí, apenas consigue igualar mi estatura. Nunca te lo he contado, pero me pirran especialmente las mozas bajitas de rasgos muy femeninos.
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NOELIA: ¿Y te llamas?
YO: Mateo.
NOELIA: M.a.t.e.o.S.a.l.i.d.o.
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Mientras la chica verbaliza mi apodo, a medida que lo escribe en su agenda, inclino la cabeza con una mueca de desaprobación. No llego a contradecirla, pues no le falta razón: solo hay un motivo por el cual me he decidido a hablar con ellas, y no tiene que ver con mi civismo, con mi búsqueda de un intelecto interesante o con mis ansias de hacer amigos.
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YO: Pásale el número a tus amigas rubias si no vas a llamarme.
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Nada más terminar de pronunciar este epílogo, me doy cuenta de lo desafortunadas que han sido mis últimas palabras; la mirada decepcionada de mi interlocutora, mientras niega con la cabeza, no hace más que constatar mis nefastas impresiones.
Fruto de la anécdota del casco y de nuestra breve charla bromista, se había establecido una mínima complicidad indispensable a la hora de sostener este efímero flirteo. Haber hecho alusión a las otras chicas, como alternativas igual de viables, desluce mi valerosa intervención y degrada notablemente mis posibilidades.
La niña se ha dignado a mostrarme la palma de su mano, a modo de despedida, antes de enfilar el ascendente camino de vuelta junto a sus atentas amigas. Sus infartantes nalgas se contonean a cada escalón, y se asoman licenciosamente más allá de los límites inferiores de unos shorts que deberían estar prohibidos. Mi atormentada entereza se tambalea bajo el yugo de una palpitante lujuria que vuelve a ofuscar mi mente. Te juro que me va a dar algo.
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EL LOBO FEROZ
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No te lo vas a creer, pero ayer mismo, por la noche, mientras yo seguía maldiciéndome por mis pobres habilidades seductoras, Noelia me abrió por chat. Fue una grata sorpresa, puesto que, a pesar de que solo habían transcurrido unas pocas horas desde nuestro encuentro en las escaleras de la iglesia, yo ya había perdido toda esperanza de contacto. Dime pesimista; no sé.
Más de una hora estuvimos escribiéndonos mensajitos, pues, por lo visto, la juventud de hoy no quiere someterse al suplicio que representa una conversación oral; se ve que es mucho más divertido pulsar, incesantemente, una pantallita de frío cristal.
La charla empezó con una desconcertante hostilidad defensiva por parte de ella, pero no tardé en tejer una confianza cada vez más amable y cariñosa; hasta el punto que, finalmente, terminé quedando con ella al pie del viejo reloj centenario que marca la hora al lado opuesto de la plaza donde coincidimos ayer.
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Son casi las doce del mediodía y adivina donde estoy = Exacto. Las agujas del reloj están a punto de señalar la hora indicada y Noelia todavía no ha llegado.
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-Hola- escucho tras de mí.
-Hola- contesto mientras me volteo, extrañado -Tú eres… … ¿Silvia?-
-Sí, sí. Te parecerá extraño lo que voy a contarte, pero es conmigo con quien quedaste-
-Ah… … aaah… … ¿Por eso no querías que te llamara y escuchara tu voz?-
-Exacto- admite con cara de traviesa -Veo que eres un chico listo. ¿Estás enfadado?-
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Con los brazos extendidos, las manos abiertas y las cejas muy levantadas, niego con la cabeza con agradecida resignación.
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YO: Ya me parecía extraño que me preguntaras tanto por "tu amiga Silvia".
SILVIA: Era la mejor manera de conocer la verdad.
YO: !Claro! Puedes estar segura de que lo que dije no lo dije para hacerte la pelota.
SILVIA: Parecías muy afectado por el hecho de que tuviera novio.
YO: Sí. Puede que eso sea una de las mayores tragedias de mi vida.
SILVIA: ¿Todavía quieres pasar un rato conmigo? ¿Aunque no sea Noe?
YO: Congenié contigo anoche. En realidad, no me siento tan engañado; no creas.
SILVIA: No te sientes engañado porque estoy muy buena, si fuera gorda y fea…
YO: Pero no lo eres. Estas tan rica que ni el más insensato de los varones sobre la faz de la tierra sería capaz de sentirse mínimamente ultrajado.
SILVIA: Tienes suerte de haberme dedicado solo palabras bonitas cuando creías estar hablando con Noelia, sino, te hubiera enviado a la mierda.
YO: Otra cosa no, pero soy un tipo muy sincero. No como tú.
SILVIA: !Claro! Yo no soy un tipo, soy una señorita… … Voy al lavabo un momento. ¿Me esperas aquí?
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Asiento y le hago una leve reverencia con el brazo extendido para abrirle el camino gentilmente.
En cuanto la pierdo de vista, mi móvil empieza a vibrar como si hubiera estado esperando su turno. Me apresuro a contestar:
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YO: ¿Hola? ¿Sí?
NOELIA: Hola, ¿Mateo? Soy Noelia.
YO: Ah… … Hola, que curioso que me llames ahora.
NOELIA: ¿Por qué? Me diste tu número, ¿no? Me lo diste para que te llamara, ¿no?
YO: No, ya, ya. Es que… … nada, nada.
NOELIA: No. Nada no. Ahora me lo dices.
YO: Estás muy mandona para ser la segunda vez que hablamos, ¿no?
NOELIA: ¿Mandona? No. Escucha. Tú sabes que Silvia tiene novio, ¿no?
YO: Em… … Sí. Me lo dijo ayer, ¿no?
NOELIA: ¿Estás con ella ahora?
YO: ¿Por qué dices esto? En cualquier caso… … no tengo que darte explicaciones.
NOELIA: Alex me ha contado que, ayer, Silvia me cogió el móvil y se copió tu número.
YO: Ahá. Verás, yo no quiero meterme en vuestros asuntos, así que…
NOELIA: Es conmigo con quien hablaste; fue a mí a quien le diste tu contacto.
YO: Noelia… … ¿tú quieres salir conmigo?
NOELIA: Es probable, pero solo si tomas partido a mi favor.
YO: ¿Y qué significa esto? ¿Qué quieres que haga?
NOELIA: Cuéntame la verdad: ¿está Silvia contigo?
YO: … … … … Ha ido al lavabo. Pero dime: ¿cómo lo has sabido?
NOELIA: Porque está fuera de línea, y créeme: Silvia siempre está en línea; menos cuando quiere desaparecer para dar rienda suelta a sus fechorías.
YO: Entiendo; y ¿yo soy una de sus fechorías?
NOELIA: Ahí le has dado. ¿Dónde estáis? ¿Dónde iréis? ¿te lo ha dicho?
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Silvia sale del restaurante en estos precisos instantes. No quiero colgarle a Noelia, pero no tengo tiempo de despedirme de ella; tampoco quiero que mi cita matutina se distraiga con peliagudos conflictos amistosos, así que, en un gesto poco meditado, silencio mi móvil sin colgar la llamada.
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YO: ¿A dónde vamos?
SILVIA: Vamos por el parque Lázaro, así disfrutamos del día.
YO: Está bien. Es una buena idea. Siendo lunes, no habrá demasiada gente.
SILVIA: Podríamos dar un paseo en la barca de remos, ¿no?
YO: ¿Tú te crees? Llevo toda la vida aquí y nunca me he subido a una de esas.
SILVIA: Las primeras veces siempre son especiales, y más con una chica como yo.
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Mientras termina esta frase pretenciosa, me guiña un ojo y sonríe, destartalando cualquier reserva que yo pudiera tener sobre ella. Puede que tenga novio, puede que le haya robado mi número a su amiga, puede que se haya borrado del mapa para desaparecer conmigo, pero, a fin de cuentas: ¿qué problema hay con esto? ¿Acaso me preocupa que sea un poco puerca? Hay cerditas que son de lo más cucas, ¿no?
Me coge del brazo al tiempo que andamos por la orilla del río. A este paso tan lento, nos llevará un buen rato llegar a nuestro destino, pero no hay prisa; me siento cómodo y tranquilo.
El caso es que esta rubia juguetona está tan buena como Noelia y yo no soy quien para cortarle las alas, ¿no crees?
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No me canso de lamer la húmeda lengua de Silvia mientras nos enrollamos en la orilla del lago; bajo la sombra de un sauce llorón que moja sus ramas en las cristalinas aguas del parque Lázaro. Nos hemos tumbado sobre el césped y, después de parlotear durante un buen rato, su permisividad me ha autorizado para invadir su espacio vital hasta conquistarlo por completo.
Mis manos se recrean a lo largo y ancho del glorioso cuerpo de esta jovencita tan desinhibida que viste, hoy, más corta que ayer, si cabe. La blancura de su blusa sin hombros no atina a la hora de representar la escasa pureza de esta adúltera mozuela. Calza unas bambas de marca y lleva unos shorts tejanos, de lo más minimalistas, que me dan mucho margen de maniobra para profanar sus límites.
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YO: Qué buena estás, Silvia… … Mmngmnhmnñmuak… … Eres un bombón.
SILVIA: Lo sé, lo sé. Estoy para comerme… … Mmmhmuak… … o0h.
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Se me ha puesto muy dura, desde hace rato. Empiezo a sentir el aliento impaciente de mi lujuria resoplando en mi cogote. Me viene a la mente lo que ocurrió el sábado con Iris, mi vecina, justo antes de que su padre nos cortara el rollo; aunque no creo que ningún pariente se presente para interrumpirnos ahora.
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-!Aquí están!- exclama Noelia, apareciendo de repente -Te lo dije-
-Pero ¿qué?… … ¿Cómo nos habéis encontrado?- dice Silvia mientras se pone en pie.
-Te conocemos demasiado bien, cerda- le escupe Alexandra desde atrás.
- Pregúntale a tu nuevo novio- sugiere Noelia -Él sabe por qué estamos aquí-
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Todavía sentado, encojo los hombros como si no supiera de lo que habla. Está claro que no ha sido muy buena idea dejar que Noelia escuchara parte de nuestra charla, en la plaza de la iglesia. Afortunadamente, los urgentes reproches de este trio juvenil se suceden trepidantemente; arrollando el interés que pudiera haber suscitado mi implicación en este turbio asunto de traiciones, mentiras y cuernos.
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NOELIA: Pablo es mi mejor amigo, no voy a permitir que…
SILVIA: Esto no es por él y lo sabes. A ti te jode que te haya tomado la delantera.
NOELIA: !Me cogiste el móvil sin mi permiso!
SILVIA: Y tú para que hablas, Alex. Me dijiste que no se lo dirías, falsaaah.
ALEXANDRA: Luego pensé en tu novio, y en la putada que le estabas haciendo a Noe.
SILVIA: Pero si dijo que era un salido; hasta le pusiste este nombre en la agenda.
NOELIA: !El número me lo dio a mí! ¿Te enteras, guarra?
SILVIA: Porque se te cayó el casco. No porque te prefiriera, mongola.
ALEXANDRA: Lo tenéis aquí mismo. ¿Por qué no se lo preguntáis?
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Tras fijarse brevemente en Alex, las dos protagonistas de esta enfervorecida discusión me clavan la mirada con serio semblante.
Nos encontramos a cierta distancia del camino peatonal que rodea el lago y no hay nadie cerca. Una suave brisa peina el pelo largo de las muchachas y las ramas colganderas de el gran árbol que nos cobija, dándole una épica cinematográfica a este silencio suspensivo propio de una película del oeste.
Acorralado, me levanto y efectúo una onda inspiración antes de arrancar mi sobria argumentación reconciliadora:
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-Todavía no entiendo el motivo de vuestras riñas. Cuando hablé con vosotras, ayer, ninguna mostró interés en conocerme; y ahora, de repente, ¿estáis las tres peleándoos por mí?- pregunto con un tono sereno y muy rebajado.
-Eh, yo no me peleo por ti- señala Alexandra -Yo respeto a mi novio-
-No te las des de santa, ahora- le reprocha Silvia -Al principio salías con dos a la vez-
-Pero es que al principio no era nada serio, además, eso n… - viéndose interrumpida.
-Chicas, chicas, chicas…- pronuncio en el papel de moderador.
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Para mi sorpresa, las tres guardan silencio y se muestran dispuestas a escuchar mis razonamientos. ¿Y ahora qué digo? ¿Alguna idea? A ver: yo solo quiero pillar cacho, pero…
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-¿Alguna de vosotras piensa que yo podría ser el amor de su vida?-
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Un poco desconcertadas, las niñas se miran entre sí, trasladándose mutuamente este tendencioso interrogante.
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SILVIA: Pero ¿tú cuántos años tienes?
YO: Voy a reservarme esa información.
NOELIA: Yo creo que eres muy mayor para nosotras.
YO: Entonces, ¿a qué vienen tantas discusiones? Es decir: solo soy un hombre sencillo que se está cruzando fugazmente en vuestras vidas. No voy a casarme con nadie. No intento disfrazar mis motivos tras una máscara de decencia emocional… … Estáis muy buenas las tres. Es lo que os dije en cuanto os vi y eso es lo que me provoca el nudo interno que estoy intentando desatar.
NOELIA: Vaya… … Estás hecho un romántico; de verdad.
YO: De esto se trata, Noe… … Tienes unos ojos preciosos, pero lo que me llama la atención son tus tetas, tu culo, tu boca y lo que puedas hacer con ella…
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No sé muy bien lo que estoy diciendo. Mi improvisación podría ser una mayúscula metedura de pata, pero el semblante de sus caras no me está dando esa impresión.
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ALEXANDRA: Al menos va de frente y dice lo que piensa.
SILVIA: Nos pilló por la calle. No va a hacernos promesas vacías de amor eterno.
YO: Lo malo que tiene el amor romántico es la exclusividad; entre otras cosas… … Otro hubiera ideado un plan astuto; habría inventado excusas o pretextos que le permitieran hablar con vosotras. Yo soy más directo y transparente; solo pregunté lo que quería saber; si a alguna de las tres le apetecía conocerme.
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Los ánimos se han apaciguado, y la hostilidad que empañaba esta tensionada amistad a tres bandas se ha desvanecido como el humo de un cigarro en el viento.
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NOELIA: ¿Qué pasa con Pablo?
YO: Tendrás que hacer examen de conciencia a la hora de decidir si se lo cuentas. Lo que no puedes hacer es prohibirnos que hagamos lo que queramos; lo que estábamos haciendo.
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La chica arruga su entrecejo dando forma de disgusto a su rostro. No parece estar encajando bien su derrota argumental. Tiene que ser duro llegar a toda prisa para irse con la cola entre las piernas, sin haber conseguido interferir en aquello que tanto quería evitar.
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-¿Se lo vas a contar?- pregunta Silvia dando a entender que no piensa detenerse.
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Noelia niega con la cabeza y baja la mirada. Su rostro ya está más sereno, pero ahora se muestra triste y decaído.
En cuanto Alexandra empieza a retroceder con un discreto paso hacia atrás, se me ocurre una idea algo disparatada:
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YO: Quedaos. Podéis mirar cómo nos lo montamos, ¿no, Silvia?
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Algo me dice que la desvergüenza de la más traviesa del grupo puede dar una respuesta afirmativa a mi temeraria sugerencia.
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SILVIA: Por mí, bien.
NOELIA: Sí, hombre. Y de paso os ovacionamos y os aplaudimos, ¿no?
YO: ¿Acaso tienes algo mejor que hacer ahora mismo? No quisiera…
ALEXANDRA: Pues yo me quedo.
NOELIA: Pero… … ¿Qué dices?
ALEXANDRA: Puedo volver a pie, Noe.
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Irreverentemente, Alexandra se sienta reclinándose en el tronco torcido de este gran árbol que nos da cierta intimidad, muy cerca de la orilla del lago.
Silvia es una moza mucho más teatral. Legitimada por el gesto de su amiga, hace como que se desmaya y se deja caer sobre el tupido césped que sustenta esta peculiar escena matutina.
Un tanto desafiante, y sin dejar de mirar a Noelia, me quito la camiseta y saco a relucir mis músculos de acero con el fin de impresionar a mi atento público femenino.
No puedo evitar meter un poco de tripa ante mi incipiente desnudez, pero debes saber que, en las últimas semanas, he perdido un poco de peso; y que siempre que ocurre tal cosa mi fornida apariencia se define de un modo envidiable.
Llevo mis recurrentes pantalones grises de pirata y las mismas bambas negras que calzo durante todo el año, invariablemente.
No tardo en caer encima de Silvia, retomando la acción justo donde la habíamos dejado antes de tan inoportuna interrupción.
Después de haber hecho un par de amagos con su previsible marcha, Noelia sigue aquí; pal plantada cerca de nosotros. Todavía no ha logrado salir de su asombro, pero parece que empieza a contemplar la posibilidad de asistir a esta sesión tan besucona. Finalmente toma asiento al estilo indio.
Mientras vuelvo a saborear la lengua de mi nuevo ligue, me siento extraño. Si bien es cierto que no es la primera vez que un público mancilla mi intimidad con una chica, nunca antes había tenido espectadoras tan atentas y cercanas.
Puede que sea por despecho, pero los besos de Silvia son, ahora, mucho más babosos y obscenos que los de antes. La noto más apasionada y proactiva. ¿Lo ves? Se acaba de montar encima de mí, y, al tiempo que me besa, no deja de palparme los pectorales con sus pequeñas manos de dedos puntiagudos.
Yo ya he dejado de frotar sus suaves muslos de ensueño para apoderarme de sus redondas nalgas por debajo de estos shorts relativamente elásticos. No he detectado ninguna tela interior, por lo que es de suponer que lleva tanga.
Vuelvo a entrar en incandescencia. Estoy palote-palote.
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SILVIA: Me estoy poniendo cachonda que no veas.
YO: Dímelo a mí. Me duele la polla de tan dura como me la has puesto.
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La chica incorpora su torso para echar un vistazo a nuestro alrededor; mucho más allá de Alexandra y de Noelia. Mimetizando dicho gesto, sus amigas hacen lo mismo para percatarse de una nula presencia humana ajena a nosotros.
Puede que sea porque ya es la hora de comer, por el calor que hace bajo el azote de este sol veraniego, porque es lunes, porque nos encontramos en la orilla menos concurrida del lago… O puede que sea solo la buena fortuna la que nos está abriendo el camino para consumar una carnalidad imprudente que se perfila más factible a cada segundo que pasa.
Temeraria como ella sola, Silvia se desprende de su blusa y se apresura a desabrocharse el sujetador para liberar sus preciosas tetas adolescentes. Una urgente premura guía a mis grandes manos para acunar a estas pálidas redondeces y verificar su gloriosa consistencia. No son ni muy grandes ni muy pequeñas. Tienen el tamaño y la forma perfectas, y están coronados por unos discretos pezones que dan fe de su juventud.
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-¿Me vas a follar, Mateo?- me pregunta sin despegar sus dientes.
- S í, s í , sí, s í , sí- a falta de un vocablo todavía más afirmativo.
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Alexandra se tapa la boca con las dos manos. Probablemente, cuando ha aceptado quedarse no esperaba presenciar un coito completo.
Silvia me ha concedido el espacio suficiente para que pueda desabrocharme los pantalones y sacar a mi jugador estrella del banquillo. Me parece escuchar tres inspiraciones de asombro simultaneas en cuanto mi grueso trabuco entra en escena.
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NOELIA: Menudo pedazo de polla.
SILVIA: Te digo.
ALEXANDRA: Sivy… … ¿Estás segura?
SILVIA: Sí. Cada vez lo tengo más claro.
YO: ¿Es más grande que la de Pablito?
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La despiadada sonrisa de Silvia confirma mi suposición. Imagino cómo se sentiría ese mozalbete si estuviera presenciado esta deshonesta escena candente. ¿Te lo puedes creer? Me pone más lo que hacemos en cuanto más incorrecto me parece.
La novia de Pablo, de rodillas, a mi derecha, me agarra el nabo con una mano mientras que, con la otra, me masajea los huevos.
Mis pantalones siguen a media asta; no me planteo desvincularme de ellos, pues me dan cierta seguridad. Por el contrario, los ya de por si altos shorts remangados de Silvia están muy subidos y me dan ventaja a la hora de manosear sus accesibles nalgas de infarto.
!WoO0h! Síií. Mi chica no se ha hecho de rogar y ha empezado a comerme la polla sin ningún reparo. Tremendo calentón.
No puedo dejar de mirarle las tetas al tiempo que mi afortunado glande surca las profundidades de su garganta causándole alguna que otra arcada colateral.
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YO: Sí, pequeña… … hhh… … Cómetela entera… … Es toda para ti.
SILVIA: Mmngmvbwlmngh… … ¿Es que no vas a dejar que la comparta?
YO: ¿Qué?
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Extasiado por tan sublime mamada, no acierto a valorar la credibilidad de esta supuesta broma con trazos maliciosos. Dado que Silvia la ha pronunciado mirando a Noelia, sincronizo mi mirada con la de ella para encontrar a dicha espectadora perpleja y ofendida. Se trata de la única soltera del grupo, y no hay duda de que la presente situación ha suscitado su interés de un modo mucho más íntimo del que quisiera reconocer.
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NOELIA: ¿De qué vas? ¿Qué quieres que haga yo con esto?
SIVLIA: ¿Te lo tengo que explicar?
NOELIA: No tienes que explicarme nada, cerda.
SILVIA: Ya es la hora de comer, ¿es que no tienes hambre?
NOELIA: ¿Crees que me comería una salsicha que hubieras lamido tú?
SILVIA: Ay, niña… … Qué tiquismiquis… … Sí todavía no me la he metido por el culo.
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La fascinación pinta mi rostro mientras permanezco a la escucha de tan apasionante discusión. Al igual que Alexandra, me siento sobrecogido por el obsceno carácter que están adquiriendo estas metafóricas palabras.
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YO: ¿Es que nunca habéis lamido el mismo helado?
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Con mi entrometido interrogante pretendo darle una mayor perspectiva comparativa al tema que estamos tratando. Las chicas guardan un fugaz silencio al tiempo que rememoran las incontables veces que han compartido sabores refrigerados.
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NOELIA: Bueno… … puede que… … a lo mejor… … no sé.
SILVIA: Vamos, Noe. Te estás muriendo de ganas.
ALEXANDRA: Puede que así se te pase el cabreo que llevas encima, ¿no?
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La tercera en discordia intenta acrecentar la dimensión de nuestro indecente disparate. Te apuesto a que también se está poniendo gorrina a raíz de nuestra libidinosa actuación.
Noelia gatea sobre el césped mordiéndose el labio inferior; acercándose con sinuosos andares felinos. Silvia sigue agarrándome la polla con cara de viciosa; ofreciéndosela al tiempo que la mantiene totalmente vertical. Tras unos breves instantes de duda, la recién llegada empieza a engullir mi duro falo sin contemplaciones.
Puede que se trate de factores psicológicos, pero me parece notar una gran diferencia entre la presente felación y la pretérita. No obstante, no he tenido demasiado rato para reparar en ello, puesto que Silvia ya está comiéndome la boca de nuevo.
Abrumado, temo un derrame prematuro. No soy particularmente precoz, pero las circunstancias que me rodean inciden en mis filias más pronunciadas y no sé hasta qué punto podré soportar los efectos de tan gloriosas atenciones. Por de pronto, intento destensar mi miembro viril para darle cierto sosiego sin que pierda su firmeza.
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ALEXANDRA: Pero bueno, Noe: ¿Tú no eras vegetariana?
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Tras esta chistosa broma, puedo notar las reactivas risas dentadas en mi boca y en mi polla; incluso las costillas de Silvia se han contraído sujetas a uno de mis inquietos abrazos.
De repente, una prenda blanca se desploma muy cerca de mí. Mi mermado raciocinio consigue, a duras penas, adivinar el origen de esta ligera blusa veraniega. De rodillas, haciéndome de cabecera, Alexandra me muestra sus puntiagudas tetas ya libre de sujetador. Alrededor de su cabeza, destellos originados por los rayos solares que se cuelan entre las hojas del sauce, peinan su luminoso pelo rubio y le otorgan una mística aura angelical que termina de transportarme a los confines más elevados del edén. Empiezo a creer que estoy soñando, ¿podrías pellizcarme?
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NOELIA: Mñnbwhoah… … Anda, mira quien ha decidido unirse a la fiesta.
SILVIA: Pensaba que tú respetabas a tu novio.
ALEXANDRA: Callaos, cerdas. Esto solo es un… … un paréntesis en nuestras vidas.
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Como aquel que alza los brazos, desde el suelo, para clamar a Dios, hago llegar mis manos a los tiernos pechos de Alexandra mientras noto como Silvia me estrangula amablemente.
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-¿Se puede saber qué te pasa?- protesta mi agresora enrabietada -¿Qué haces?-
-Déjale, Sivy- sugiere Noelia todavía amorrada a mi polla -¿No querías compartir?-
-Tengo suficiente para las tres- proclamo con cierto grado de desesperación.
-Eso habrá que verlo- contesta Silvia repleta de escepticismo.
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Se desabrocha los shorts y se apresura a ponerse a cuatro. Sin dejar de supervisar su entorno más lejano, se rebaja dicha prenda hasta medio muslo, arrastrando su insignificante tanga blanco. Acto seguido, se dirige a mí imperativamente.
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SILVIA: Por si acaso, quiero que empieces conmigo… … Vamos, móntame.
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No tardo en abandonar mi reposada postura para convertirme en un obediente servidor de esta mandona niña de instituto. Ajeno a todo lo que me rodea, me incorporo, me acerco a ella y encauzo mi duro miembro babeado para profanar la pelada intimidad vaginal de Silvia.
Unos femeninos gemidos rebosantes de frágil sensualidad aniñada acompañan la bienvenida que me ofrece la generosa lubricación de esta cerdita en celo.
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SILVIA: Oo0h… … Síiíiíi í … … Así… … Asíií i íií…
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No se trata de mi postura preferida, pero tengo comprobado que es la que mejor aguante me ofrece. Decidido a cumplir con las más altas expectativas, me esmero en dotar de vigor mis rápidos empujes, importunando la estabilidad de Silvia.
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SILVIA: Sí, sí, sí, sí, síi í … … oOh, Oo0h… … mMmhoO0h… … sí, sí, síií i í…
YO: Toma… … hhh… … Toma… … hhh… … T0 ma aah.
SILVIA: Más… Más, más… … oO0h… … Qué bien, qué bieeeen… … Sí i í…
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El tiempo se vuelve efímero cuando lo sumerges en un gozo tan embriagador, pero un minuto puede dar para mucho cuando le das al tema como un martillo neumático de gran calibre.
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SILVIA: Sí ií … … Mmñ m h… … Sí , síií… … oooO0h, Oh… … Mmh… … Sí, sí, sí ií…
YO: Toma… … hhh… … Toma… … hhh… … To mato ma tomaaaah.
SILVIA: Me c orro0Oh, me corro Ooh , yaah.
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En cuanto me percato de los notorios espasmos de Silvia, me apresuro a desenfundar antes de que se quiebre mi virilidad. Sesenta segundos podrían parecer pocos, pero no creo haber necesitado muchos más para desbordar su clamoroso orgasmo.
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SILVIA: Más… … hhh… … Dame más, Mateo… … hhh… … Quiero más.
ALEXANDRA: No seas abusona, Sivy. Deja un poco para nosotras.
NOELIA: Tú ponte a la cola, Alex, que ahora me toca a mí.
SILVIA: ¿A dónde vas? !Mateooh!
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Las tres han quedado pendientes de mí después de que me subiera los pantalones mientras caminaba hacia el lago.
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-No te habrás corrido, ¿no?- pregunta Silvia con repentina preocupación.
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La miro negando con la cabeza silenciosamente. Solo necesito meter la cabeza bajo el agua para sofocar las llamas que amenazan con detonar mi impaciente orgasmo.
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NOELIA: ¿Te imaginas que te preña, tía?
ALEXANDRA: Ya ves. Tú familia es muy religiosa.
SILVIA: Todavía se piensan que soy virgen, los muy ilusos.
NOELIA: Podrías encasquetárselo a Pablo, el pobre.
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Esta frívola charla se vuelve inaudible para mí en cuanto meto la cabeza bajo las aguas del lago. He inalado una buena bocanada de oxígeno con la intención de aguantar tanto como pueda. Quiero resetear mi febril lujuria cual romano que vomita después de un buen atracón para seguir comiendo, ¿conoces la historia?
Nada más sacar la cabeza del agua, me incorporo y noto el repunte de mi mareo. El mundo se tambalea a mi alrededor y mil estrellitas nublan mi campo visual. Poco a poco, empiezo a normalizar mis sentidos, pero todavía percibo los colores con una saturación empobrecida y mi mojada audición aún no está en su plenitud. Me imagino la pinta que debo tener.
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SILVIA: Mateo… … Mateo… … Mateo, ¿estás bien?
NOELIA: ¿Qué haces, tío?
ALEXANDRA: Se le ha ido la olla.
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!Ha funcionado! No solo he desterrado la amenaza de mi propio derramamiento seminal, sino que he roto la inercia de la situación y, de pronto, todo me parece chocantemente irreal. ¿Quién me hubiera dicho, ayer a esta hora, que en este soleado mediodía me estaría montando una orgía con tres niñas preciosas a la sombra de un arbol; a la orilla del lago?
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-¿Mateo?- insiste Silvia con desconcertada impaciencia.
-Estoy bien, estoy bien- notificando un diagnóstico cada vez más certero.
-¿Esta fría el agua?- pregunta Alexandra con una sonrisa, mofándose de mi acción.
-Noelia- pronuncio desafiante al tiempo que le clavo la mirada.
-… … ¿Qué?- contesta ella tímidamente, atemorizada por mi repentina seriedad.
-Quítate la ropa, vamos-
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Me siento como un auténtico fucker mientras ando hacia ellas, con el torso empapado y mis músculos relucientes. Estoy tan seguro de mí mismo que me veo totalmente capacitado para coronar el encuentro más épico de mi vida repartiendo orgasmos femeninos a diestro y siniestro.
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NOELIA: Alto, alto, alto… … Campeón. A mi trátame con más delicadeza. Yo no quiero que me montes como a una perra. No soy tan guarra como Silvia.
SILVIA: !Oye!
YO: Te como a besos, ¿sí?, pero quítate la ropa; no querrás que Alex se te cuele ¿no?
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Apenas conozco a estas nenas cachondas, pero ya empiezo a hacerme una idea de las peculiaridades del carácter de cada una. En un principio, las metí en el mismo saco, pero, si bien es cierto que tienen muchas cosas en común: belleza incontestable, estilo de vestir, hormonas disparadas… tienen matices bien distintos.
Las tres siguen sentadas sobre el césped en dispares posturas. Una vez que he alcanzado una ubicación equidistante, me bajo los pantalones, desinhibidamente, mostrando mi media erección. Ruborizada y quizás algo intimidada, Noelia se quita la blusa.
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NOELIA: Sobre todo, ten cuidado con tus soldaditos blancos.
YO: ¿Mis qué? !Ah! Descuida. No quiero tener bebes con ninguna de vosotras.
ALEXANDRA: Pues bien monos que saldrían.
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Mientras pronuncia su acertada observación, Alexandra le quita el sujetador a Noelia en una íntima maniobra pintada con provocativos tintes lésbicos. Puede que haya llegado la hora de aprender a compartir más allá de la alternancia temporal.
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NOELIA: Túmbate, anda… … como antes.
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Obedezco sin rechistar y me desplomo sobre una porción de césped que me ofrece cierta inclinación, elevando mi cabeza. Ya totalmente despechugada, Noelia se monta sobre mí regazo y me besa en la boca, cariñosamente, con unos besos dulces impropios de los viciosos labios que, hace tan solo unos minutos, estaban relamiendo mi largo falo.
Receptivo a su ternura, le acaricio sus apetitosas tetas turgentes, suavemente pero con ávida curiosidad digital. Es probable que sean algo más pequeñas que las de sus amigas, pero no por ello son menos sugerentes. Sus pezones empitonados son un poco más oscuros y con mayor relieve.
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YO: Quiero comerte las tetas, Noe.
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Atenta a mi petición, me las estampa en la cara.
Al tiempo que me las como, noto cómo unas manos intrusas se apoderan de mi creciente pollón enrojecido. Por eliminación, identifico a Alexandra, dado que Silvia ejerce de espectadora muy cerca, a mi lado. Sin amedrentarme ante dicha manipulación fálica, me dedico a estrujarle las nalgas a Noelia arremangándole sus microshorts tanto como puedo.
En medio de tanto erotismo multifocal, cierro los ojos, por un momento, y me acuerdo de ese instante, en el día de ayer, cuando me cruce con este trio juvenil tan llamativo; en la vuelta completa que di, sobre mi eje vertical, para ojear el resplandor de tan hermosa tripleta adolescente; en esos desvergonzados andares de explícitas fisionomías culonas; en la ansiosa lujuria que corría por mis venas en esos instantes…
Todavía besuqueando y mordisqueando los pezones de Noelia, advierto una humedad inconfundible acogiendo a mi tranca colapsada. No, esta vez no se trata de ninguna atención bocal. Efectivamente: Alexandra se ha colado.
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NOELIA: !Oye! … … !¿Pero qué haces?! … … ¿Serás cerda?
ALEXANDRA: Síiíiíh… … Mmm m h… … Mm mh … … M mmmh.
SILVIA: Ja, ja, jah… … Te la ha pegado, Noe.
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Noelia se aparta con premura. Después de sentir el empuje del culo desnudo de Alexandra sobre el suyo propio, se ha volteado para vislumbrar la alta traición de su supuesta amiga.
Esta rubia impaciente me está dando la espalda mientras hace botar sus generosas nalgas sobre mi regazo, encarrilando su lúbrica trayectoria gracias a mi duro rail de acero.
Tan ocupado estaba con los sabrosos pechos de Noelia, que no me he percatado del completo nudismo de Alexandra. Sin duda, la chica ha conseguido llamar mi atención con estos circulares movimientos de caderas. Su desautorizada intervención me está llevando al éxtasis bajo la ofendida mirada de Noelia, quien, aún con la boca abierta, no da crédito a lo que ve.
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ALEXANDRA: Sií… … hhh… … !Joder!… … !Qué bi en !… … hhh… … Fóllame… … !Fóllame!
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¿Quién iba a pensar que la más angelical de las tres sería también la más mal hablada? ¿Tú te lo esperabas?
Por si fuera poco, su agitado discurso no es demasiado certero, dado que es ella quien me está follando a mí; !y de qué manera!
No puedo evitar apoderarme de estas volubles redondeces que no paran de cambiar de forma en función de la inercia de tan enérgicas acometidas. Las manoseo con vehemencia sin siquiera acordarme de Noelia. A la chica no le queda otra que esperar su turno, enfurruñada, al lado de Silvia.
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ALEXANDRA: oOh… … aAaHh… … hhh… … JoOodee e r… … Síiíiíhh… hhh… … Ooaah…
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La ternura que me proponía Noelia nada tiene que ver con el fervor animal con el que me está fornicando Alexandra. Incluso su postura es una de las más distantes que conozco. No obstante, la falta de contacto visual no me impide gozar como un loco del constante trajín acelerado al que me está sometiendo la más recatada y fiel de la pandilla.
Sobrepasado por las circunstancias, vuelvo a sentir el vértigo de una inminente corrida que podría dejar a medias a tan feroz nalgona. Intento pensar en otra cosa, cuando, de pronto, recibo el oportuno informe oral que mantiene mis mejores expectativas:
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ALEXANDRA: Síi í … … hhh… … Me corro… … oOo0h… … hhh… … y aah… ya a aah…
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Me veo obligado a empujar a la chica antes de que sea demasiado tarde. Cierro los ojos con fuerza y viajo con mi mente muy lejos mientras el orgasmo que tan inevitable se anunciaba permanece en vilo. A esto le llamo yo un coitus interruptus en plena regla.
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ALEXANDRA: Ufff… … hhh… … Pero que gozadaaah… … hhh… … fuaah…
NOELIA: Te hubieras merecido que te preñara, Alex.
ALEXANDRA: Lo sie n to, tía, pe r o es qu e no podía esp er ar más.
SILVIA: Pero !míralo!… … Está en trance.
YO: Estoy muy lejos ahora mismo, pero pronto volveré.
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Todavía con los ojos cerrados, me incorporo abriendo un poco las piernas, y dejó caer mis pantalones a la altura de mis pies.
A mi alrededor, las chicas vuelven a cerciorarse de que nadie cercano pueda advertir el furtivo acto indecente que estamos perpetrando, desde hace un buen rato. Por primera vez, vislumbran algún que otro transeúnte que pasea a una distancia todavía prudencial. Alexandra es la única que se encuentra totalmente desnuda y es la primera que se apresura a vestirse.
Sin que me preocupe mi propio nudismo, y con mi estandarte fálico aún en pie de guerra, reparo en una sensible incomodidad femenina que se aliña con susurros y gestos explícitos.
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-No pasa nada- les digo -Están lejos y este sauce es como… … como una casita-
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No me falta razón, pues este árbol tan servicial parece especialmente dispuesto para protegernos del sol y de las miradas indiscretas.
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-!Claro!- dice Alex, indignada, terminando de vestirse -Para ti es muy fácil de decir-
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La observo con el ceño fruncido, sin entender su premisa.
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SILVIA: Si alguien te identifica serás un héroe.
NOELIA: Pero si alguien nos identifica a nosotras seremos unas cerdas.
YO: … … … … Las tres cerditas.
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Mi frívola broma no consigue arrancarles ni una mísera sonrisa. Por lo visto, no es una buena idea hacer humor a costa de las desigualdades de género ante ellas.
Silvia también está terminando de vestirse, y Noelia aparenta tener la intención de seguir sus pasos. Por de pronto, ha localizado su blusa y su sostén. Se apresura a recuperarlos y se oculta tras el grueso tronco del sauce para proteger su decoro.
Empiezo a pensar que seré yo quien acabará quedándose a medias. !No! Esto no puede estar pasando; no puede ser el final. Mi meritorio aguante no puede quedar sin premio.
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NOELIA: ¿Podrías dejar de señalarme?
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Tardo unos instantes en comprender esta petición, pues todos mis dedos apuntan hacia el suelo… … … … … … todos menos uno. Obedezco y me subo los gayumbos para no ofenderla más.
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YO: ¿Que haces, Noe? No te vistas. Esa gente está pasando de largo. ¿No irás a dejarme así?
NOELIA: Deberías haberlo pensado antes de follarte a Alex.
YO: !Si ha sido ella! Yo solo… … Yo no… … Joder, Noelia; eres rencorosa, ¿eh?
NOELIA: ¿Rencorosa? ¿Yo?
YO: Primero te enfadas con Silvia por citarse conmigo, luego con Alex por colarse… Y ¿ahora? ¿Ahora te enfadas conmigo?
NOELIA: Es que sois una panda de gentuza. ¿Qué quieres que le haga?
YO: Todo esto es por ti, Noe. Desde el principio fuiste mi preferida. Eres la primera en quien me fijé, eres a la que miraba a los ojos cuando os pregunté si os apetecía conocerme, a ti te di mi número y contigo es con quien creía haber quedado antes de descubrir las mentiras de Silvia.
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En cuanto Noelia deja de observarme, aprovecho para dedicarle un guiño a Silvia, quien me responde con una de sus recurrentes sonrisas traviesas nutridas de complicidad. A su lado, Alexandra tampoco parece demasiado ofendida por mis desesperados argumentos.
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YO: ¿Qué puedo hacer para demostrarte que digo la verdad? Pídeme lo que sea.
NOELIA: ¿Harás cualquier cosa que te pida?
YO: Claro que sí. Soy tu esclavo. Ordéname lo que quieras.
NOELIA: Métete en el lago.
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Se establece un escueto silencio meditativo. No hay duda de que dicha solicitud nos ha pillado desprevenidos a todos, pero no se trata de ningún disparate, ¿no crees? Es decir: ya hemos descorchado el verano; hace calor; sería diferente si fuera enero.
Ante la divertida mirada de mis jocosas acompañantes, termino de desnudarme, y me encamino con dingos andares desinhibidos hacia las plácidas aguas del lago. No alcanzo a imaginar cómo me veo desde su ángulo, puesto hace décadas que no me miro el culo.
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SILVIA: Ahí, ahí… … que no pare de moverse ese culete.
YO: Espero que no os deis el piro en cuanto me meta, ¿eh?
ALEXANDRA: Pareces copito de nieve, tío.
YO: Es que no suelo ir a la playa.
NOELIA: Vamos, no te pares.
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La imperativa petición de Noelia pretende desterrar las dudas que me han asaltado justo antes de zambullirme. Ansioso por poner fin a la sobreexposición de mi desnudez, abandono el césped que amparaba mis pasos descalzos para sumergirme, súbitamente, en un frescor mojado que desafía mi temple, y que consigue rebajar, al fin, mi duradera erección.
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-¿Cómo está?- pregunta Silvia entre risas.
-Muuuy buena- todavía sin haber superado la impresión térmica.
-¿Nos vamos?- consigo escuchar, a duras penas, de boca de Alexandra.
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Desmontando mis peores temores, reparo en que ninguna de las tres parece decidida a alejarse de nuestro particular edén. Todo lo contrario, pues después de constatar la marcha de esos lejanos caminantes que pudieran haber franqueado nuestra intimidad, Noelia se me acerca con sugerentes andares pausados.
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NOELIA: ¿Esta muy fangoso el suelo?
YO: No, que va. Es… … arcilla… … plana y dura. ¿Es que te da asco?
NOELIA: No, pero es que… … nunca me he bañado en el lago.
YO: Las primeras veces siempre son especiales, y más con un tipo como yo.
SILVIA: !Esta frase es mía, maldito!
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A unos cuatro metros, Silvia no está dispuesta a ser benevolente con sus derechos de autora. Mucho más cerca, Noelia hace oídos sordos a dicha reclamación.
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YO: ¿Te metes? Lo tuyo puede ser más legendario que lo de ellas; si te animas.
NOELIA: De perdidos al… … lago, ¿no?
YO: Claro que sí. No querrás ser la única que se quede a medias, ¿no?
NOELIA: Vale, pero… … date la vuelta.
YO: ¿Que qué? … … Vale, vale.
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Parece que Noelia se ha vuelto vergonzosa de repente.
Mientras espero, haciendo pie, con mi visión a pocos centímetros de la superficie del lago, enfoco el mundo desde una perspectiva totalmente nueva: me rodea un sutil rumor acuático envolvente, aliñado por el canto de los pájaros; me abraza el frescor de las pulcras aguas en las que me sumerjo y una suave brisa estival me peina benevolentemente el pelo.
Tras una serena espera salpicada por susurros femeninos de imposible entendimiento, escucho un chapuzón a mi espalda. Me apresuro a darme la vuelta para localizar a mi nuevo objetivo carnal, y no tardo en nadar hacia su dirección.
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-Ven aquí, pequeña- le digo apoderándome de ella.
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Una risita complacida es toda la respuesta que recibo al tiempo que acuno su reluciente desnudez mojada entre mis fuertes brazos.
La sugestiva proximidad de Noelia masajea mi libido incisivamente, provocando que mi menguada erección empiece a desperezarse de nuevo.
Consciente de los delicados gustos de esta sonriente sirena, la trato como lo haría el más enamorado de los pescadores.
Me la estoy comiendo a besos tal y como dije que lo haría poco antes de que Alexandra se entrometiera entre nosotros. Rotamos sobre nuestro eje vertical, creando un sutil oleaje, bajo la atenta mirada de nuestras dos espectadoras de excepción.
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NOELIA: Waah… … Qué duro estás.
YO: Ya te digo. ¿Y tú? ¿Estás cachonda?
NOELIA: Estoy cachonda como una cerdita.
YO: ¿Quieres escuchar algo gracioso?
NOELIA: A ver, dime.
YO: Mi apellido es Feroz; Mateo Feroz.
NOELIA: Sí, ya. Ja, ja, jah. Y yo me lo creo.
YO: Te lo juro, pero esto no es todo.
NOELIA: A ver…
YO: Mi sello discográfico tiene un lobo en el logotipo; es un "lobotipo".
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Su sonora sonrisa incrédula degrada la certidumbre de mis susurradas afirmaciones. Si te digo la verdad: no me importa demasiado. Tengo otras prioridades que pasan por delante de certificar unos datos curiosos que no me aportarán ninguna ventaja en unos próximos minutos que prometen ser gloriosos.
Mientras ella rodea mi cuello con sus brazos, yo la mantengo elevada, sustentando sus redondas nalgas a la altura de mi cintura. Tan asimétrico abrazo besucón se convierte en el preámbulo de una ansiada penetración en el momento en que mi duro falo se adentra en su intimidad vaginal.
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NOELIA: oOo0h… … m m mh… … Síiíií… … P0r fiiin.
YO: Ya te tengo, preciosaah… … oOh… … Qué bien.
NOELIA: Jo0h… … Qué gorda… … hhh… … qué gorda la tienes.
YO: Claro0h… … claro que síií… … uugh…
NOELIA: Asíiíií… … Asíiíiíií… … hhh… … AaAah… … AaaaAh…
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Sus brazos y sus piernas me cercan cada vez con más fuerza, obedientes al mandato de una atracción del todo irresistible.
Sin dejar de besarme, Noelia gime contenidamente con cada una de mis profundas incursiones. Sus frágiles gimoteos agudos se rompen por el azote de un placer arrollador que ya ha desterrado cualquier resentimiento indeseable.
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NOELIA: Qué bien… … hhh… … Qué bien… … hhh… … No pareees.
YO: ¿Lo ves?… … hhh… … ¿Todavía soy gentuza?… … hhh…
NOELIA: Síiíh… … hhh… … Eres lo peooor… … hhh…
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No tarda en volver a meterme su lengua en la boca comprometiendo, todavía más, su acelerada respiración.
Nunca lo había hecho bajo el agua; de hecho, nunca antes había follado de pie. Puede que dicha circunstancia me favorezca a la hora de tener un buen aguante. En cualquier caso, me noto más duradero que con Silvia y que con Alexandra, aunque, a fin de cuentas, puede que sea porque mi ritmo actual es mucho más razonable que el de mis pretéritas fornicaciones desenfrenadas.
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NOELIA: Asíiíi… … Asíií… … hhh… … Síií… … Qué bueno0Oh…
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Para mi sorpresa, en cuanto Noelia se despega de mi cara para recobrar su aliento, advierto la presencia de una nueva bañista muy cerca de nosotros. ¿Adivinas de quien se trata? ___ Es Silvia.
La más lanzada del grupo no quiere a mantenerse al margen.
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-¿Qué haces?- pregunta Noelia con agitada ofensa.
-Nada- contesta Silvia amparándose en el principio de inocencia.
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Mientras seguimos follando con un ritmo creciente, percibo sutiles tocamientos en mi cabeza, en mi espalda y en mi culo. Esta gorrina autoinvitada está teniendo cuidado a la hora de no importunar a su amiga, pero no quiere que me olvide de que está aquí, muy cerca de mí. No sé qué opinas tú, pero yo diría que quiere hacerme notar que todavía está caliente; no en vano, ya me estaba pidiendo más justo después de haberse corrido.
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-Cuidado, ¿eh?- me ruega Noelia sin que yo pare de metérsela.
-Tranquilah- le susurro entre jadeos acelerados.
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Observando su rostro, percibo su inminente eclosión. Puede que sean sus gemidos quebrados, su rubor, la manera de morderse el labio inferior, la contención de su aliento… Aunque, seguramente, son sus ojos desorbitados lo que termina de confirmarme la implosión de su clamoroso orgasmo acuático.
Su elocuente corrida me pone más que cualquier otra cosa, agrietando mi inamovible presa de hormigón armado. Ya incapaz de contenerme, mi dique se hace añicos otorgándome el más placentero derrame, y vertiendo una eyaculación tan caudalosa que amenaza con contaminar las vastas aguas del lago.
En efecto: tras apartarme de Noe, he empezado a chorrear con gran presión con el rostro desencajado; evidenciando la coronación de mi propia cúspide biológica.
Como si tuviera la peste, las dos chicas huyen despavoridas.
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ALEXANDRA: ¿Se ha corrido? ¿Se ha corrido ya?
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Sentada en la horilla, con sus pies en remojo, Alexandra no se pierde detalle. Es Silvia quien da respuesta a su interrogante con un mudo asentimiento mientras se aproxima a ella.
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ALEXANDRA: Me da a mí que te has quedado sin propina, Sivy.
SILVIA: Eso parece.
YO: Las cosas… … hhh… … las cosas no siempre son lo que parecen.
SILVIA: ¿Qué quieres decir con eso?
YO: Suelo recuperarme… … hhh… … Me recupero rápido.
NOELIA: Déjalo, Mateo… … Ya no tienes edad para estas cosas.
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No sé si esta chica quiere detenerme o está desafiándome con una burda psicología inversa carente de fundamento. Creo que, en el fondo, preferiría ser la última en tenerme dentro.
Todavía estoy un poco aturdido por la sacudida emocional que me ha provocado mi tremebundo orgasmo, pero ni siquiera en estas circunstancias tan extremas puedo dejar de ser un salido.
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SILVIA: ¿Me vas a follar, Mateo? ¿Otra vez?
YO: Te voy a dar por el culo.
SILVIA: Uyuyuy… … No sé yo si eso…
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Siempre andando por la fina línea que separa el humor de lo real, Silvia deja a entrever su presunta disponibilidad.
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YO: Ha sido idea tuya; de antes: cuando Noe no me la quería chupar.
SILVIA: Solo le he dicho que todavía no me la habías metido por el culo.
YO: Por eso: "todavía" es la palabra clave.
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Tras un fugaz pasmo reflexivo, la chica comprende la lógica irrefutable de mi argumento gramatical y sonríe pícaramente.
Cerca de ella, Noelia está saliendo del agua; exponiendo sus más redondeadas virtudes a la vehemente radiación solar. He aquí otra de mis filias eróticas: las chicas mojadas.
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SILVIA: No la mires a ella. Estás hablando conmigo. Un poco de respeto.
YO: Cuando salgas del agua te miraré a ti.
SILVIA: No sé si sabré salir de un modo tan elegante y estiloso.
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A Silvia no le falta razón, pues, a sabiendas de que es el centro de todas las miradas, Noelia, sonriente, cuida la estética de sus movimientos como si estuviera rodando un anuncio de colonia.
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-!Eh! !Aquí!- grita Silvia mientras chasquea sus dedos.
- C asi no te suenan. ¿Es que no sabes?- le digo en tono de mofa.
- Con las manos mojadas cuesta más,tonto - con voz de deficiente mental.
-Vale, vale. Ya te miro. E nsé ñ ame l o qu e qui e res e nse ñ arm e -
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Silvia parece ofenderse todavía más a raíz de mi musicalidad condescendiente. Con una seriedad cuestionable, me da la espalda y avanza hacia la zona menos profunda para encaramarse a la horilla y dejarme abandonado.
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SILVIA: Aquí te quedas.
YO: Vamos… … ¿Te vas a poner en plan Noelia, ahora?
NOELIA: !Oye!
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Con su torso ya fuera del agua, Silvia no termina de encontrar un buen sitio que le facilite la salida.
No sé si te ocurre a ti, pero suelen parecerme más hermosas las chicas cuando llevan algo de ropa, sobre todo si se trata de adolescentes fieles a tan desinhibida moda estival. No obstante, ahora mismo, Noelia y, sobretodo Silvia, le están dando la vuelta a dicha premisa con sus relucientes cuerpos esculturales.
Atento a la dificultad de mi despechada amante prófuga, consigo alcanzarla antes de que abandone las frescas aguas del lago, y la retengo por medio de un lascivo abrazo trasero.
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-¿Qué haces?- pregunta con fingida irritación.
-Soplare, y soplare, y tu casa de paja derrumbaré- susurro con teatral entonación.
-Se te va la olla- dice Alexandra muy cerca de nosotros.
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Las sublimes nalgas de Silvia ya rebasan el nivel acuático. Apoyada en una roca, se afianza para no perder el equilibrio.
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SILVIA: ¿Es que ya se te ha vuelto a poner dura?
YO: Casi… … Se me está levantando por momentos.
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Mi pajarito exhausto empieza a asemejarse al ave Fénix. Resurge de sus cenizas a pasos agigantados a medida que manoseo a Silvia y me arrimo a ella con obscenas intenciones. Le magreo las tetas con demasiada fuerza; arrancándole unos gemidos doloridos que terminan de ponérmela bien dura.
Mediante una lenta penetración algo forzada, logro profanar su culo con una trayectoria fálica que parece no tener fin. Los gimoteos de Silvia siguen sonando a llantos, e incluso noto cierto rechazo a mi pausada pero firme incursión anal.
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SILVIA: Aaah… … aah… … m mmmh… … jodeeer… … aah…
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A pesar de sentirme algo culpable, consigo llegar hasta el fondo de este apretadito culo adolescente. Mantengo mi empuje unos instantes, deleitándome con mi escatológica hazaña, para terminar retrocediendo en pro de un nuevo ingreso todavía más firme; esta vez con mayor premura, pues la lubricación de esta niña no se ha hecho de rogar.
Mis repeticiones pélvicas se aceleran, exponencialmente, al tiempo que Silvia sigue gimiendo; intercalando inspiraciones cada vez más profundas.
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SILVIA: Mmmh… … hhh… … o OoO0h… … oO0h… … hhh… … MmMmh…
NOELIA: ¿Estás bien, Sivi?
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Muy cerca de esta sodomía, Noe se preocupa por los gestos equívocos de su compañera. Silvia opone cierta resistencia, pero se encuentra sometida por la vehemencia de mis empujes dejando caer alguna que otra lágrima por su estresada carita ruborizada.
Alexandra también se ha puesto en pie y, aún sin decir nada, se contagia de las dudosas impresiones de su amiga.
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SILVIA: !Síiíh!… … !Síiíh!… … hhh… … !oO0h!… … !Síií!… … Mmh… … hhh… … !0Oh!…
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El desasosiego de ambas espectadoras se subsana a raíz de unos nuevos gemidos que, sin lugar a duda, confirman un pleno consentimiento.
Nuestras carnes mojadas aplauden con más entusiasmo a medida que las salpicaduras que nos rodean ganan en efusividad. Incluso mi silenciosa discreción verbal se rompe a raíz de las intensas sensaciones de tan trepidante polvazo anal:
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YO: !Oo0h!… … !oOo0h!… … hhh… … !Fuaaaah!… … !mMmh!… … hhh…
SILVIA: !Síiíií!… … !Dame, lobo f eróz!… … ! D a m e!… … ! D ame f u e rteeh!…
ALEXANDRA: D a l e su merecido a esta cerda, Mateo. No te cortes.
NOELIA: Eso… … Ahí, ahí.
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Como si nuestro bucólico entorno se estuviera emocionando con nosotros, percibo cierta agitación meteorológica y natural: una ráfaga de viento, las ramas del sauce sacudiéndose, los pájaros cantando con más ganas, la superficie del lago rizándose como lo haría una piel escalofriada…
Silvia apoya un codo en la orilla y se reclina sobre el césped al tiempo que, con la otra mano, se toca por delante para trepar enfervorecidamente hacia su segundo orgasmo.
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SILVIA: Oo0h… … hhh… … Jodeer… … hhh… … Qué lleno tengo el culóOó0óh… …
YO: Síiíh… … hhh… … Estás llena d e míiíh… … hhh…
SILVIA: Ahaaaaha… … hhh… … Síií… … hhh… … Me voy a correeer.
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A estas alturas de la película, parece que a nadie le importe ya que alguien pueda vernos; de todos modos: es digno de mención que, tanto Alexandra como Noelia, pese a ir todavía descalzas, ya han cubierto sus vergüenzas;.
Creí que mi segundo empalme podría eternizarse, como lo hace en algunas ocasiones, pero mi convulso contexto conlleva unos estímulos excepcionales que podrían derribar, una tras otra, un sinfín de erecciones; hasta dejarme seco.
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SILVIA: Síiíh… … Yaah… ... hhh… … M e vi e neh… … Me vien e eeh…
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Ya sin necesidad de ningún estímulo manual, la niña cierra las piernas con fuerza, con el culo en pompa, y se deja ir para dar la bienvenida a un tremendo orgasmo que llega cabalgando desde atrás. Esta vez, consigo sostener mi ajetreo lujurioso mientras Silvia se corre holgadamente, explicitándolo abiertamente:
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SILVIA: o Oo O0oO0h… … hhh… … Ya estóoó o óy… … hhh… … Yaa a h… … Síií i íi í …
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Aguanto unos pocos segundos más, pero no tardo en correrme dentro del culo de Silvia en un orgasmo que, contra todo pronóstico, consigue igualar las cotas placenteras del primero. Mi instinto me obliga a mantener mi último empuje como, si de algún modo, pudiera fecundar a esta muchacha por vía anal.
Termino desplomándome hacia atrás, para volver a sumergirme en las frescas aguas del lago.
En cuanto mi cabeza vuelve a emerger, detecto cierta urgencia en los movimientos de chicas. Silvia se apresura a vestirse, junto al grueso tronco curvado del majestuoso sauce de la orilla, mientras que Noelia y Alexandra cuidan la discreción de su amiga ante nuevos espectadores potenciales.
Me mantengo pasivo, despreocupado, relajado como nunca lo había estado en mi vida. Podría venir un monstruo subacuático, engullirme sin siquiera masticarme, y no me importaría.
En cuanto empiezo a superar semejante cogorza sensorial, me percato de los alocados gestos que me dedican las tres cerditas. Sin duda: se trata de una despedida. Puede que no sea un "adiós", sino un "hasta luego" ¿No? ¿Tú que crees?
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[LAS TRES CERDITAS] 2/6
-por GataMojita-