Las tetazas de mi nuera

Follar en pareja es un placer, pero hacerlo en grupo y con una yogurina tetona lo es más. El polvo maduro de fin de semana se convierte en una orgía de jóvenes y maduros.

Era sábado. Aquel día como cada quince días (es lo que nos pasa a las separadas maduras), esperaba visita y ardía en deseos de ver a mi macho. Solo de pensarlo las bragas se me empapaban….

Pablo se estaba preparando para ir a casa de Lucía. Pablo era un cuarentañero, maduro, bien parecido, con barbita de galán seductor, atractivo y culto. Lucía, una señora de 46 años y muy buen ver, cuya sonrisa picarona y culito redondito y respingón quitaban el hipo. Solo en pensar cuando Lucía ofrecía su culo a 4 patas ya causaba una tremenda erección en el rabo de Pablo, quien por cierto tenía una buena polla, curvadita y de 17 cm.

Lucía por su parte y con el calentón, ya había sacado sus juguetes, los tenía encima de la cama y había dado buena cuenta de ellos en su boca, coño y culo de forma simultánea. Lucía era muy señora, muy discreta, muy elegante….fuera de casa. En la cama, la mayor puta de las putas, siempre pensando en ser múltiplemente penetrada y follada.

Lucía no sabía si ese fin de semana sus hijos estarían en casa. El pequeño, de apenas 15 años estaba con el padre. Pero el mayor de 20 años ya hacía vida independiente, y entraba y salía de casa cuando quería.

De repente, se escuchó el claxon de un coche. Era Pablo, ya había llegado a casa de Lucía. “Pablo, te abro el garaje y metes el coche”. Así lo hizo, y en el momento de cerrar la puerta, el deseo ardía de tal manera que comenzaron a besarse con muchísima pasión.

Jorge, el hijo de Lucía, había salido pronto de casa. Por tanto, Lucía y Pablo podían disponer de mucho tiempo e intimidad. Los pechos endurecidos de Lucía empezaban a pedir unos buenos lametones. Se sentía húmeda, guarra, provocadora, y con un deseo incontrolado de bajar los pantalones de su macho y comerle esa polla. Pablo se apoyó en el capot del coche y Lucía de rodillas sobre el suelo del garaje pudo disfrutar de los pollazos que Pablo le metía en la boca, mirando a su hombre y viendo como este disfrutaba entre lamida y lamida. Pablo por su parte le iba quitando la camisa, bajando el sujetador, y ya desnudos, no desaprovechaba un instante para acariciar el pelo, cara, cuello y pechos de su amada. Tras la impresionante mamada, Lucía se dio la vuelta, se apoyó sobre el coche y Pablo la agarró por la cintura, ofreciéndole unas arremetidas simultáneas por el coño y el culo que Lucía agradecía con sus chorros de squirt.

No pares, no pares, decía Lucía mientras chorreaba de placer. Me estoy corriendo!!!! Y tanto que se corría, sus squirts no dejaban de empapar la polla de Pablo, recibiendo en el último de ellos una impresionante meada de placer. Si, Lucía se había meado en la polla de Pablo. Este excitado por la situación, volteo a Lucía, la obligó a ponerse de rodillas y se corrió sobre su estupendo cutis, dejándole la cara bien cubierta de una espesa leche blanca que ambos compartieron en un profundo beso.

En pleno éxtasis se escuchó la puerta. Era Jorge. “Mamá, ya estoy en casa. Mira quien ha venido”. Carmen (novia de Jorge) y Juan (amigo de ambos).

Carmen es la novia de Jorge. Una jovencita de 18 años, morena de pelo largo, con unas tetas 110 y copa D y un culazo estilo latino. Un bombón del que Pablo no podía retirar los ojos, y que disimuladamente se la comía de arriba abajo. Por su parte Jorge, novio de Carmen, es el hijo de Lucía, un apuesto chaval de 20 años, con un atractivo cuerpo fruto de los años de gimnasio. El tercero en discordia, Juan, amigo común de Jorge y Carmen es otro chico joven, algo más musculado que Jorge. Sin embargo en vergas andan a la par, y aunque Lucía, madre cachonda y puta donde las haya ha fantaseado muchas veces con comerse ambas pollas, era Carmen la que daba buena cuenta de ellas.

Pablo y Lucía salieron de la casa, buscando alguna cafetería donde tomar algo y después dar un paseo de enamorados (realmente, de follamigos viciosos). Pasadas unas horas volvieron a casa, y creyéndola vacía, se empezaron a besar, con una intensidad que cada beso suponía mayor tensión sexual. Desnudos en la cocina, Lucía se sentó en la encimera para que Pablo le comiera su chorreante vagina. Cuando estaba en pleno sexo oral y con la boca chorreando de los fluidos de Carmen, escucharon un ruido que venía de la planta de arriba. Carmen y Pablo subieron sigilosamente desnudos escaleras arriba. El ruido era cada vez más intenso, y tenía un sonido sorprendente de sexo. Se acercaron a la puerta de la habitación de Jorge. La puerta estaba entreabierta. Se dejaron llevar e intuitivamente, ambos miraron por la rendija que quedaba entre la puerta y el dintel. No daban crédito a lo que estaban viendo. Sobre la cama, Jorge estaba tumbado boca arriba. Encima de él, Carmen cabalgaba metiéndose en cada sentadilla la buena polla de Jorge, mientras sus tetas de 110 botaban como dos balones. Juan por su parte, tenía su generosa verga en la boca de Carmen, la cual entre arcada y arcada no desperdiciaba y llenaba de babas. Le estaba haciendo un buen traje de saliva. Jorge y Juan contenían sus gritos de leones feroces. Sin embargo la zorra de Carmen, cuando la polla de Juan se lo permitía, soltaba unos gemidos de gata en celo que retumbaban en las paredes.

La escena era de lo más caliente a ojos de Pablo y Lucía. Ambos desnudos al otro lado de la puerta, subieron un punto de intensidad el calentón que arrastraban de la cocina, y dejándose llevar, comenzaron a besarse. Lucía agarraba el tronco viril de Pablo y este la recompensaba con un buen manoseo en sus pechos. Con el vaivén de meterse mano, la puerta se abrió y Carmen y Pablo de un traspiés aparecieron en la habitación de Jorge.

“¡¡¡Mamá!!!! ¿Qué estás haciendo?”- Preguntó Jorge…..

“Yo…yo, mmm, yo, no sé, perdón, yo….” “¿Cómo?” se dijo Carmen. “¿Qué hago yo? ¿Y vosotros? ¿Follando, en tu cama, en mi casa, y sin mi permiso?”

Ahí cambió todo, y Jorge asumió que su madre llevaba razón. En un momento de incertidumbre y miradas cruzadas, fue Juan quien calmó la situación y dio un paso al frente.

“Tranquila Lucía. Tranquilos todos. Estamos follando, igual que vosotros. Y aquí  en la cama de Jorge, hay sitio para todos”.

Carmen, Jorge, Pablo y sobre todo Lucía no daban crédito a las palabras de Juan. Pero arrastrados por la inercia, Lucía y Pablo se acercaron a la cama de su hijo, nuera y amigo. Juan tenía unas ganas enormes de lamer el coño de Lucía. Lucía asintió, le apetecía jugar y por fin probaría la verga del amigo de su hijo.

Lucía se tumbó en la cama y Juan empezó a lamerle el coño. Carmen, reconocida bisexual, no dudó en imitar al amigo de su novio, y también bajó a probar las mieles que emanaban del coño de Lucía, alternando lametón con lametón con la polla de Juan y el coño de su suegra. Los grandes pezones de Carmen estaban duros, preciosos. Miraba a Pablo y le pedía la polla para tenerla entre sus pechos. Pablo estaba totalmente excitado y accedió a la petición de la teenager. Por su parte Jorge, viendo libre el coño de su madre, no dudó en acercar la punta de la polla y de un empujón le clavó los 18 hermosos centímetros hasta el útero. Lucía se quedó sorprendida pero sin pensarlo dijo “oh cabrón, que pollazo, sigue, no pares, fóllate a la puta de tu madre”. Esas palabras excitaron sobremanera a Jorge, que tras unas embestidas notó como la leche le subía a la punta del capullo. Sacó la polla del coño de su madre y la acercó a la cara, corriéndose sobre la misma.

“Carmen ven, ponte encima de mi boca. Tengo ganas de probar el sabor de tu coño mezclado con leche”. Carmen, viciosa como su suegra, obedeció sin rechistar. Se montó en la cara de Lucía, quien lamía el coño de Carmen como una verdadera experta. Carmen aún era muy joven para controlar la musculatura que provoca el squirt, pero no había edad para excitarse como una autentica experta y relajar los esfínteres del pis. Sin saber como, empezó a mearse sobre la boca y cara de Lucía, que hizo lo propio sobre Juan, quien aún seguía comiéndole el coño.

Pablo se acercó a Lucía y la levantó de la cama, poniéndola a 4 patas. Juan hizo lo mismo con Carmen. Por su parte Jorge, observaba tratando de recuperar la erección tras la corrida en la cara de su madre. Las dos parejas estaban follando en la misma postura como si fueran un espejo, situación que provocaba que ante cada embestida anal ambas hembras pudieran comerse la boca. Juan quería correrse ya e invitó a Pablo a que lo hicieran al mismo tiempo sobre las caras de las dos mujeres. Así lo hicieron, siendo ambas lechadas bien recibidas por Carmen y Lucía.

Aun faltaba el colofón final de fiesta. Juan y Pablo, con las pollas aun duras, empezaron a mear sobre las caras y tetas de suegra y nuera, fiesta a la que se unió Jorge. Y así, ambas mujeres recibieron una golden shower de tres pollas bravas que las dejaron bañadas antes de ir a la ducha. Finalmente, y tras pasar por el agua y el jabón, Lucía y Pablo se fueron a dormir a una habitación, mientras que Jorge, Carmen y Juan hacían lo propio en otra. Sobre las 3 de la madrugada, cuando todos daban por hecho que aquel día ya habían tenido suficiente sexo, comenzaron a escucharse de nuevo gemidos en la habitación de Jorge. No había que deducir mucho lo que estaba pasando, por lo que Carmen y Pablo de nuevo se acercaron a la puerta entreabierta, dispuestos a repetir una segunda sesión de sexo depravado, en familia y entre amigos….