Las tetas peligrosas (02)

De cómo tras el encuentro casual con un auténtico compañero, el gran detective Alberto Zumarras se ve envuelto en el caso mas erótico y sangriento de su vida, capitulo 2º

Capitulo 2º

Entramos eufóricos en el apartamento de la rubia tetona y al cruzar el umbral del mismo ya debía habérseme pasado el efecto de los martines y dado cuenta de que aquel no era un apartamento normal de una buscona de tres al cuarto, pero la mano de la tetona sobándome la polla me hacia olvidar toda precaución y luego cuando me metió uno de sus enormes tetones en la boca, por encima de su ajustadísimo suéter, nada que no fuera ella, me importaba un pimiento. Cuando se sacó la teta del todo y caímos en el sofá me olvidé de que aquello había empezado como un trío con mi amigo Abelardo. ¿Abelardo?

. ¿Oye y mi amigo?

Aquí está - me dijo señalándome la otra teta. ¿No te gusta?

Claro que me gusta.

Pues olvídate y demuéstrame que eres un macho.

Yo lo que quería era follármela enseguida, pero ella era una auténtica experta y comenzó a desnudarme sin dejar de toquetearme la polla y los huevos, como si quisiera sopesar la cantidad de leche que contenían y que ella iba a ordeñar hasta dejarlos secos por una buena temporada. Yo estaba como loco, en mi vida habían aparecido muchas mujeres, pero aquella era una maquina de dar placer. Sabía como calentar a un hombre.

Vamos a ver que tenemos aquí – dijo mientras se metía uno de mis huevos en la boca.

Estas buenísima tetona.

Chúpame las tetas cariño, chúpamelas sin parar que me da mucho gustito.

Y me aplique a chupar aquel par de melones que no tenían silicona por ninguna parte. Eran enormes y naturales. Mientras, ella me hacia la paja mas maravillosa que me habían hecho en mi vida. Despegándome un momento de una de sus tetas le dije

  • Que gusto cariño, no sigas que si no, voy a correrme.

  • Correte tranquilo cariño, dame tu lechecita que la nena ya sabrá como sacarte mas, piensa que te voy a dejar seco.

Y siguió sin parar hasta que ya no pude más.

  • Toma leche tía buena, tómala toda, que bien me la ordeñas toma toda mi lechecita.

  • Si cariño dámela toda, todita para la tetona de tu nena.

No me había corrido tan a gusto ni abundantemente desde hacia ni se sabe. Pero ahí no terminó la fiesta. Antes incluso de que mi polla se transformase en un palito se la metió en la boca y utilizándola como si fuera una batidora me la volvió a poner dura en un abrir y cerrar de ojos.

Ahora me vas a follar las tetas cariño.

Si, lo que tu digas vida.

Verás que cubana mas hermosa te hace la nena,

Y la nena me hizo una cubana fantástica, Tanto que me corrí en un plis plas por segunda vez llenándole de leche las enormes tetazas. Ella se masajeo mi lechecita por todo el cuerpo.

  • Eres una auténtica maquina de hacer leche Alberto.

Yo seguía sin sospechar nada. Estaba en la gloria y me importaba un pimiento lo que le había pasado a Abelardo, por que Abelardo había entrado conmigo en aquel lujosísimo apartamento.

¿Dónde está mi amigo?

Tranquilo cielo, está bien, iba un poco cargado y se ha estirado un rato hasta que se le pase la borrachera, lo siento por que no hemos podido hacer el trío, pero tú me vuelves loca amor.

Se levantó y fue hacia un enorme mueble bar, preparó unas bebidas y volvió hacia mí con dos vasos en la mano.

Toma Albertin, bébetelo, te reanimará enseguida.

No si yo ya estoy muy animado – le dije pero al mirar mi polla en estado súper-flácido, me di cuenta a lo que se refería y es que la rubia estaba solo en el aperitivo.

Cogí el vaso y me bebí su contenido de un solo trago. Estaba fresquito y no sabia mal. Otra vez debía haber sospechado algo pues ella no bebió de su vaso, tan solo dijo.

Hasta luego Zumarras.

¿Te vas a alguna parte? – pude preguntar mientras la vista se me nublaba y la imagen de una rubia sonriente se me iba haciendo cada vez mas borrosa. La bebida estaba drogada y yo empezaba a sumergirme en un mar de oscuridad hasta que quede en la oscuridad más absoluta.

.

Al despertar tenia un enorme dolor de cabeza. Estaba desnudo y mi pistola estaba en el suelo. Había sido disparada no hacia mucho y un metro delante mío yacía el cuerpo de mi reencontrado amigo Abelardo. Tenía una bala metida entre ceja y ceja. En ese momento oí golpear la puerta.

¡Abran, policía!

Cada vez estaba mas seguro de que a mi amigo lo habían matado con mi pistola.

¡Abran o echamos la puerta abajo!

Fui corriendo a ponerme mis pantalones….

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