Las tetas nuevas de mi hermana (2ª parte)
Tras aquel desagradable episodio mi hermana no me iba perdonar fácilmente... hecho el crimen, tocaba el castigo
Eran las 3 de la tarde y aún seguía en la cama. Me había costado asimilar que lo que había pasado en la madrugada había ocurrido de verdad, quería pensar que solo había sido un sueño. Pero no, sabía perfectamente que había ocurrido y estaba acojonado con lo que pudiese pasar. No sabía si mi hermana querría denunciarme, contárselo a nuestra madre o simplemente callárselo pero guardárselo con rencor para el resto de su vida. Todas las opciones me perturbaban.
Esa tarde había quedado en ir con unos amigos al parque donde jugabamos a fútbol o simplemente nos echabamos en el césped y jugabamos a las cartas. Así que aunque me sentía perturbado pensé que era mejor idea que quedarme en casa donde estaba mi hermana.
Me levante y fui a comer algo, me encontré a mi hermana por el pasillo. No nos dijimos nada, yo me puse tenso al pasar por su lado, realmente tenía miedo. Aún no me creía como había sido capaz de hacer lo que hice en el día anterior, desde insultar a su novio hasta “exhibirme” delante de sus narices. Y por supuesto, lo que vino después.
Tras comer cogí mi ropa, me dirigí al baño del piso de arriba a ducharme antes de ir con mis amigos. Entré al baño, iba solo con los pantalones puestos, y dejé la ropa que me iba a poner en el bidé. Entonces entró mi hermana en ropa interior, se quedo mirándome. Yo estaba en tensión al ver su presencia y miré para otro lado.
-Ah, te vas a duchar?- me preguntó al ver mi ropa por ahí
-Sí…- le dije yo sin apenas tono de voz, no me salía
Entonces cogío la ropa que ella había preparado que estaba encima del váter y también empezó a coger sus cosas: desodorante, colonia, suavizante, alisado, una crema hidratante y su bolsita de maquillaje y se marchó. Imagino que al otro baño.
Me duché, me vestí y me fui. Estuve con mis amigos sin más. Aún perturbado. Estaba físicamente con ellos pero no mi cabeza. Estuvo una chica, Claudia, que me gustaba bastante, un año menor que yo y parecía que tenía cierto interés en mi. Me miraba bastante y se arrimaba un poco a mi. Yo era muy de ponerme nervioso en presencia femenina como ya me imagino que sabréis. Ese día al estar más pendiente de lo que había pasado la noche anterior que de tener a Claudia al lado mio estaba más relajado y hasta elocuente. Por primera vez parecía que le empezaba a caer en gracia de verdad. Se arrimaba a mi y empezaba a tocarme el brazo sin venir a cuento.
Sin más, volví a mi casa a eso de las 8:45 de la tarde. Llegué y la cena estaba lista. Había canelones con atún hechos al horno en un plato y una buena ensalada. El estómago me rugió al verlo. Había una buena cantidad pero no creo que llegase para 2 raciones. Supuse que se lo había preparado para ella, entonces vi una nota en la puerta del frigorífico.
“Te he dejado la cena hecha, come lo que quieras. Besos “
Con letra bastante chillona para que la viese. Por un momento pensé que mi hermana se tomaría la revancha envenenándome pero tenía demasiada hambre como para creer en eso.
Transcurrió una semana en la cual apenas tuve contacto con mi hermana. Ella ya no me mandaba nada, pasaba poco tiempo en casa y no hablábamos nunca. A veces me dejaba la cena hecha incluso. Nuestra madre llegó ese día.
La recibimos en casa, nos preguntó por como nos las habíamos arreglado. En ese momento me acojoné, por pensar que mi hermana pudiese contar lo que había pasado.
-Pues hemos tenido alguna pelea – dijo y acto seguido me miró a los ojos, ahí me acojone – pero nada, lo típico entre hermanos jajaj – y soltó una risa amistosa mientras me miraba todavía.
Yo empecé a salir más que nunca. Iba mucho con mis amigos y Claudia cada vez se me arrimaba más. Ese día al despedirnos se vino conmigo por el camino a mi casa que aunque no era el mejor atajo hacia su casa decía que prefería ir acompañada. Nos fuimos a despedir y ella se quedó mirándome a los ojos mientras tenía una leve sonrisa en su cara. Parecía que esperase algo de mi. Yo me despedí amistosamente y ella hizo lo propio.
Esa noche empecé a pensar más que nunca en Claudia y quería olvidar el tema de mi hermana para siempre. Por primera vez sentía un interés real en una chica más allá de sus tetas/culo y lo sucedido con mi hermana era como una mancha en mi expediente que me hacia sentir fatal.
Esa misma noche cuando estaba en mi cuarto noté que alguien se acercaba hacia la puerta, pensé que sería mi madre pero no.
-Javi, me gustaría hablar contigo- me dijo mi hermana desde la puerta
Yo me puse tenso y tardé en responder con voz nerviosa:
-¿Sobre qué?
-Sobre lo del otro día- dijo seria
-Va-vale – dije
-Ve a la piscina cuando mamá se acueste
-Vale
Allí estaba ella, como siempre en su hamaca. Al sentirme llegar se sentó en la hamaca poniendo los pies en el suelo. Yo cogí una silla y me senté en frente suya.
Era una noche calurosa, más de las 12 de la noche y apenas iluminados por las luces de la piscina.
Yo estaba muy nervioso, ella me miró como juzgándome con la mirada, creo que podía sentir mi tensión.
-¿No tienes nada que decir? – me dijo de forma incriminatoria
Tardé en responder y me derrumbé.
-Susana… yo no se que me pasó, no se porque lo hice. Pero lo siento, lo siento de verdad – dije de forma sentida y muy nervioso, estaba a punto de llorar – Perdoname por favor, no se lo digas a nadie, me odio a mi mismo por lo que hice
Ella me miraba con atención. Pero no dijo nada. Pasaron los segundos que parecían minutos y no decía nada. Yo me mantuve con un gesto de rezar hacia ella en forma de ruego hasta que por fin habló.
-Javi, eres mi hermano y te perdono. No se lo voy a decir nadie. Pero… - y aquí noté su voz muy triste – me hiciste mucho daño, yo tenía mucho miedo y las cosas que dijiste… - aquí parecía que iba a llorar.
Miraba hacia un lado muy triste. Ahora se contuvo y cambio hacia un tono más serio.
-Pero yo también hice mal. Te trate mal. Tengo muy mal carácter y tú eres tan bueno y tranquilo, yo también me siento mal. Debí tratarte mejor. Pero tu forma de lastimarme fue tan cruel – y ahora sí, lloró.
Yo escuché con atención conmocionado. Hasta entonces no me había fijado como iba vestida. Estaba en chanclas, las uñas de los pies pintadas en un color rosa, llevaba unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta de tirantes blanca con algo de escote. Sus melones siempre realzados llamaron mi atención. Llevaba más de 4 días sin masturbarme pues no quería saber nada en lo referente al sexo y creo que por eso, con solo fijarme en sus senos, tuve una erección. No me creía que pudiese ser tan guarro como para excitarme en una situación como esa.
-Yo…lo siento
-Pero Javi – me dijo reponiéndose del lloro - ¿yo te atraigo? Soy tu hermana, no puede ser. Yo se que soy muy atractiva y vuelvo locos a muchos hombres, más desde que me operé pero no puede ser. ¿Fue tu forma de descargar tu ira no? Yo no te puedo atraer. Tú eres un chico guapo, con la espalda ancha, lo cual me encanta en un hombre, delgado, tienes pelazo… te veo muy bien pero nunca nunca podría sentir nada hacia a ti. Porque eres mi hermano pequeño.
-Claro que no Susana, fue la rabia, no se – mentí
-Yo se que a tu edad los chicos estais muy salidos y eso lo entiendo – parecía que iba a decir algo más pero se callo
-¿Me perdonas? – le dije, quería zanjar el asunto
-Ahora no puedo Javi… te perdonaré pero antes quiero que sepas lo que sentí yo
Me quedé callado unos segundos.
-¿Cómo? – le dije
-No te preocupes, no te voy a violar – me dijo- que es lo que tú hiciste conmigo – aquí me dio un vuelco el corazón – tengo que estudiar pero también tengo mi novio y amigas para salir con ellos y relajarme en mis vacaciones, como ves estoy muy liada y mamá me ha dicho que le ayude en casa ahora que ella vuelve a trabajar y me pidió que apenas te mandase nada ya que tu te has esforzado mucho este curso y te mereces vacaciones… yo pienso que después de lo que me hiciste no me parece justo. Quiero que trabajes para mi.
-Esta bien, tienes razón – le dije
Mi hermana me mandó todas las tareas que quería que hiciese durante la semana. Tirar la basura, sacar y meter el lava-vajillas, barrer, limpiar el baño, hacerle la cena y muchos recados. Eran muchas cosas y además muchas veces me las pedia cuando estaba ocupado con otras cosas y yo tenía que hacerlas al instante. Era duro pero era el castigo que me tocaba pagar. Me iba sintiendo liberado a medida que iba haciendo sus mandatos. Incluso me masturbaba pensando en ella, rememorando como me hacia esa felación obligada pero que tan bien hizo. Y en mi tal vez malvada mente donde yo sentía que ella disfrutaba.
Estaba limpiando el patio de mi casa cuando vi que alguien me miraba desde las verjas negras que delimitaban nuestro patio de la calle. Alcé la mirada y era Claudia.
-¡Qué responsable!- me gritó riéndose
Yo me acerqué y le respondí:
-La vida, que es muy dura jajaja
Nos dimos dos besos:
-¿Dónde vas? – le dije
-A la piscina
-Ah sí? Con quien vas?
-No… yo sola, voy a hacer deporte, voy a la piscina del gimnasio.
-Ah… en mi casa tenemos piscina, ¿lo sabías?
-Que va, qué guay
-Podrías venir un día
-Vale, cuando tú me digas
Finalmente se vendría a mi casa al día siguiente por la tarde tras yo asegurarme de que ni mi madre ni mi hermana estarían. Quería que todo saliese bien. Mi madre estaría trabajando y mi hermana había quedado con sus amigas.
Sonó el timbre y allí estaba ella. 1.68 aprox. Melena alisada pelirroja oscuro. Pecosa, ojos muy grandes y curiosos, labios gordos no muy definidos , tez blanca pero enrojecida por el sol, mofletes muy rojos también debido al sol, nariz chata. Venía en chanclas, unos vaqueros cortos y una camiseta roja. Nos saludamos y entró en mi casa. Miraba curiosa a su alrededor, la verdad que vivíamos en una casa muy bonita y grande. Le dije de ir a la piscina directamente y si quería algo de comer o beber. Se puso en la hamaca que normalmente usa mi hermana.
-Tu casa me encanta – me dijo sentada en la hamaca, dándole el sol se veía preciosa – gracias por invitarme.
Yo me quite la camiseta y me tiré de cabeza en la piscina. Era un buen nadador y quería que Claudia me viese. Ella se quito sus prendas para quedarse en bikini, vi que quería echarse crema.
-Quieres que te eche yo? – le dije desde el bordillo
-Sí!
Se tumbo boca abajo. Tenía un pecho de tamaño medio y de una forma que parecía bonita, redondeados. Un culo respingón propio de alguien que hace ejercicio. Aún no me creía que un bellezón como ese estuviese a solas conmigo.
Fui masajeando con la crema su espalda morena y bajando hacia abajo, dejando toda su espalda lista. Después fueron los hombros y finalmente la parte anterior de las piernas. Ella se dejó sin decirme nada.
-Gracias – me dijo al acabar
-No te vienes a nadar?- le dije
-En un rato vale? Quiero que me de el sol un poco
-Como veas – le dije y me fui a la piscina a seguir nadando esperando que Claudia se fijase en mis habilidades
En un momento dado mientras nadaba me extrañé ver a Claudia erguirse en la hamaca y mirar hacia la puerta. Yo paré de nadar y le dije.
-¿Qué pasa?
-Ha llegado alguien – me dijo ella
Y entonces aparecieron por la puerta mi hermana y un par de amigas suyas que yo ya conocía y no me caian especialmente bien. Me alerté bastante porque no me lo esperaba. Ella se soprendió de ver a Claudia.
-Hola hermanito! – me dijo efusiva – y quién eres tú? – dirgiendose a Claudia
-Soy Claudia, una amiga de tu hermano – dijo tímida
-Una amiga! – exclamó mi hermana y sus amigas y ella se rieron
Se pusieron en las 3 hamacas que quedaban libres al lado de Claudia. Yo no sabía muy bien que hacer así que segui a lo mio, nadando. Ellas se pusieron a hablar un poco con Claudia pero rápidamente se pusieron con sus temas. Claudia creo que un poco incomoda no tardó en venirse conmigo.
Estaba preciosa en el agua. Se notaba que sabía nadar. Echamos una carrera y estuvo cerca de ganarme. Tenía bastante más técnica que yo. Seguimos jugando en el agua. Con su sola presencia a ya se me había olvidado la presencia de mi hermana y sus amigas. Claudia y yo, ya un poco cansados, nos quedamos en el borde la piscina hablando. Mirandonos a los ojos, era preciosa verla tan de cerca con el sol dándole. Estabamos completamente sumergidos en nuestra burbuja cuando mi hermana me chilló:
-Javiiiiii
-¿Qué quieres? – le grité
-Traenos algo a mis amigas y a mi andaaa
Estuve a punto de decirle que moviese el culo ella si no hubiese sido por el trato al que habíamos llegado. Sabía que me tocaba hacerle caso. Miré a Claudia que parecía sorprendida.
-¿Qué os traigo? – les dije ya cerca de ellas
-A mi un Nestea y un helado, coge el que quieras, me da igual y vosotras, ¿qué quereis?
-Yo nada…. bueno, tenéis coca-cola?- preguntó amiga 1
-No lo se – dije
-Bueno pues si no hay, un vaso de agua
-Tenemos hielo – dijo mi hermana – traenos hielo en una cubitera Javi
-¿Qué helados tenéis? – preguntó amiga 2
-Calipos, maxibom, corneto y uno de barra creo – me sentía como un camarero
-Vale, pues… un corneto
-¿Seguro que no quieres de barra? – le pregunto mi hermana
-Bueno, es por no molestarle…
-No te preocupes mujer … Javi cortanos a las 2 un trozo del de barra
-Vale – dije yo - ¿y de beber?
-Zumo, tenéis zumo?
-Sí
-De qué?
-De naranja
-Vale
-¿Un zumo?
-Sí
-Ah bueno, yo también quiero zumo – dijo amiga 1
-Vale, entonces dos zumos – dije
-No bueno, solo si no hay coca-cola
Tuve que hacer un esfuerzo mental por retener lo que me habían pedido. Miré a Claudia que me miraba extrañada desde la piscina. Yo entré y lo más rápido que pude corté el helado, cogí el Nestea, la coca-cola, el zumo y puse hielo en una cubitera. Necesité 2 viajes para llevarlo todo. Ya estaba.
-Gracias – me dijeron las amigas de mi hermana
Me lancé a la piscina y fui con Claudia.
-Qué servicial eres – me dijo
-Sí, bueno…
-Demasiado – dijo ella seria
Me incomodé un poco pero conseguí que empezásemos a estar tan agusto como antes, cuando casi lo había conseguido, mi hermana me volvió a chillar:
-Javiii! – y me hizo el gesto de que fuese
-Falta helado – me dijo al llegar
-¿Cuántos trozos?
-Dos – me dijo – y trae servilletas que antes se te han olvidado
Entré dentro y tratando de cortar los helados lo máximo posible se me escurrió un trozo de forma que tuve que limpiar lo manchado tardando más.
Al salir por la puerta me fije que Claudia ya no estaba en la piscina, ahora estaba en su hamaca al lado de mi hermana y sus amigas. Llegué y me dijo mi hermana:
-A amiga1 se le ha acabado la coca-cola
-Ya no queda más- respondí
-Traele agua entonces
Me iba a ir cuando mi hermana le dijo a Claudia:
-¿Tú quieres algo?
-No – dijo Claudia secamente
Les traje el agua y me puse en una silla junto a Claudia. Mi hermana y sus amigas estaban hablando de sus cosas. Entonces Claudia me dijo con seriedad y en voz baja:
-¿Por qué te trata así?
-¿Cómo?
-Eres su camarero personal?-me inquirió
-No..
-No me gusta como te trata.
Entonces mi hermana se dirigió a mi.
-Javiii! ve llevándote el zumo que se va a calentar, y de paso llévate los platos y las cucharas y las vas metiendo en el lava-vajillas o las friegas si quieres.
-Jolines que bien educado lo tienes jajaja – dijo amiga 1
-Amaestrado – corrigió mi hermana
Y todas rieron, excepto Claudia que seguía sería. Yo obedecía e iba a volver a mi silla cuando mi hermana me paró:
-Ven aquí –y añadió: - bien hecho - mientras me acariciaba la cabeza
Sus amigas rieron.
-Qué mono – dijo amiga 2
-¿Cómo puedes tratarle así ¿– le dijo Claudia a mi hermana muy enfadada
Todos nos sorprendimos. Claudia miraba seria y desafiante a mi hermana. Tras un silencio incomodo mi hermana le dijo secamente:
-No te metas en lo que no te llama
-Sí que me meto, esa no son formas de tratar a nadie
-¿Sabes que estás en mi casa, no? – le dijo mi hermana – aquí nadie viene a mandarme
Claudia se levantó y empezó a vestirse. Recogio su toalla y se fue hacia la salida. Yo la seguí.
-Lo siento – le dije – es que es tonta jajaja
-Pero por qué no te defiendes? No lo entiendo – me dijo
Me encogí de hombros.
-Te he defendido porque te quiero – me dijo enfadada y se fue
Yo estaba aturdido. Por el buen momento que había pasado con Claudia y por el giro de acontecimientos tras la llegada de mi hermana. Me fui a mi cuarto. Al poco se fueron sus amigas y llegó mi madre.
Cuando sentí a mi hermana andar por el pasillo, salí y le dije:
- ¿Por qué tenías que tratarme así delante de mi amiga?
- Ahora empiezas a sentir lo que sentí yo
No pude replicarle. Pensé sobre la condena que estaba sufriendo. Hasta que punto podía yo saber si el castigo era justo o no. El abuso que cometí hacia mi hermana no vino de la nada, ella ya me trataba mal, ahora aún peor. ¿Con eso no era suficiente para sentirme libre y mandarla a la mierda? Sin embargo, sabía que no lo era. Por un lado, mi forma de proceder había cruzado un límite y en segundo lugar, siempre podría contarlo así que aunque yo ya no me sintiese culpable siempre podría chantajearme.
Pasaron un par de días y los mandatos y recados de mi hermana parecían haber bajado su intensidad. Me preguntaba si se le iba olvidando.
Estaba en el baño arreglándome, iba a salir con Claudia. Le había echado huevos y le había dicho de dar una vuelta y que quedásemos en paz. Yo quería intentar algo más. Ya estaba bien vestido, era de noche así que me puse el mejor vaquero largo que tenía, una camiseta básica y encima una bonita chaqueta marrón, lo combiné con unas zapatillas marrones casual.
-Javiiiiii!!! – chilló mi hermana desde lejos
Baje las escaleras, estaba en el lavadero.
-¿Qué pasa?
Allí estaba mi hermana, en bragas (negras) y con una camiseta blanca y muy fina en la cual se intuían sus pezones con facilidad. Sostenía la cesta de la ropa sucia que acababa de meter.
-La lavadora, no va.
-¿De verdad? – dije sorprendido
-¿Tú sabes arreglarla? ¿Una vez lo hiciste, no?
-Sí pero no fue por que supiese, fue por toquetear y estuve toda la tarde.
-Mira a ver.
-No puedo Susana, he quedado y me voy ya.
-Con la chica esa?
-Sí
-Arreglala y después te vas
-No puedo Susana
-Hazlo – me inquirió
-No puedes hacerme esto.
-No te quejes. Cuando lo tengas pon el modo de lavado normal. Adios.
Y se fue subiendo las escaleras. Yo me puse nervioso, no sabía que hacer.
-No puedo de verdad Susana
-De aquí no te vas – y se puso enfrente mía
Traté de pasar por su lado pero ella con fuerza no me dejó pasar. Traté de quitármela a la fuerza. Ella gritó. Yo seguí intentándolo. En el forcejeo removí su camiseta y con ello pude atisbar sus pezones y tocar sus pechos, con ese tacto tan suave que tienen. Esa situación me hizo recordar a la de la fatídica noche. No pude evitar tener una erección, mi hermana desmelenada con su tatuaje de malota y sus cuerpo de diosa no ayudaban. Ella entonces se deshizo de mi con facilidad.
-A trabajar – me dijo
Yo me recoloqué el paquete para que no se notase mi erección pero el gesto me delato.
-No puede ser – me dijo con desprecio – estás empalmado
Yo miré hacia otro lado.
-Vaya con el pervertido. En vez de fijarse en sus amigas, se fija en el cuerpo de su hermana. ¿Qué pasa te gusta verme así? Despelotada. Esto solo es para mi novio – dijo señalándose a si misma
Tenía que defenderme.
-No era por ti, estaba pensando en Claudia, la quiero
-Qué romántico – dijo sarcasticamente– pero no me engañes, tú sabes que esto es por mi – entonces comenzó a amasar sus tetas y a lamerse el labio – no puedes evitar que te ponga porque estoy demasiado buena, ¿verdad perro? A saber cuantas veces te has masturbado pensando en estas tetas, es obvio que te encantan. ¡Pero si me violaste! ¡Me las violaste con saña ¡¿No lo recuerdas? Claro que lo recuerdas, ¿cuántas veces lo has rememorado? ¿Y mi culo?¿Mi culo también te gusta?
Y acto seguido se dio la vuelta y me mostró su culo con las bragas negras puestas. Era un culo imponente. Brutal. Bastante grande, glúteos fuertes, algo grasos pero en su justa medida, sin marcas de bañador, piel dorada. Se puso en pompa y se pegó un azote. Mi polla creció. El bulto en mi pantalón ya era exagerado.
-Dios, qué ridículo – dijo al darse la vuelta y darse cuenta de mi reacción – ¿cómo puedes ser así? Un orangután en celo. Un animal sin cerebro. ¿Sabes lo que es la dignidad? – y me miró provocativa desafiándome. Yo bajé la vista a sus melones a escasos centímetros mios, me pedían que los cogiese con violencia. Que la volviese a violar.
Me pegó una bofetada.
-A los ojos – añadió – se mira a los ojos – y mientras manteníamos nuestras miradas ella se amasaba las tetas y me miraba provocativa, con rabia, se mordía el labio, se sabía ganadora de ese combate, sabía la diosa que era para mi. Finalmente le dedicó una mirada a mi paquete.
-Qué asco – me dijo subiendo la mirada – cómo tuviste que disfrutar aquella vez, mono en celo –y dejó de amasar sus tetas, su camiseta quedó con un escote tremendo
Yo le miré las tetas una vez más. No pude aguantar. Era demasiado. Ella se dio cuenta.
-No, definitivamente no tienes dignidad.
Y añadió mientras se iba:
-No te vayas hasta que no lo tengas. Y no te masturbes, no vaya a ser que te pille mamá.
Y se fue por la puerta de la cocina.
Me quedé triste, sobre todo por mi cita con Claudia. ¿Qué le iba a decir? Pero pese a ello lo primero que hice fue coger unas bragas sucias de mi hermana de la lavadora y masturbarme allí mismo con ellas, liberé mi polla por la bragueta, qué gustazo, no podía estar más dura y venosa. Pensé en aquella vez, en esa fatídica noche. En como me lamía desde la base a la punta. Como la llenaba de saliva, como buscaba el tacto de su lengua con mi polla, sin duda sabía lo que hacía. Su mirada seria de reprobación contenida mientras me servía de sus pechos, lo suaves y calientes que se sentían junto con su su saliva cuando puse mi polla sobre ellos. Como quedó su cara completamente llena de mi corrida sin que se lo esperase. Como hace un rato me había mirado desafiante desde los 20 cms de altura que nos separan a mi favor, con sus labios siempre provocativos, su mirada intensa y su tatuaje que evoca rebeldía . También en el culo que Dios le había dado, grande, llamativo, que pedían con ansia unos buenos azotes. Y siempre con sus tetas en primera línea pidiéndome que le rompiese la camiseta con fuerza e intentase domarla. No pude más. Me corrí abundantemente en sus bragas sucias y me puse manos a la obra. Aún podía darme tiempo…
Continuará…