Las tetas de mi esposa
Gracias Don Bernabé
Un saludo.
Un lector que no me facilita su nombre ha cruzado varios correos conmigo, contándome unos hechos que según él son ciertos y os expongo en este relato.
Tengo 37 años y soy una persona físicamente normal, estoy casado con Verónica desde hace ocho años, tenemos una hija de seis años, somos un matrimonio feliz.
Mi esposa tiene 34 años, no es muy alta, metro de metro setenta, cabello color cobrizo, liso, con melena hasta el hombro que suele recogerse en un gracioso moño o en una coleta, sus pecho son grandes algo caídos, con unas grandes areolas de color marrón claro en contraste con sus casi negros pezones, usa una talla 100,lo se porque la primera vez que le regale un sexy conjunto de ropa interior tuvo que descambiar lo porqué no acerté la talla, sus caderas un pelín anchas y su culo firme y duro, muy duro.
Pero lo que más me excita de élla es que usa gafas, tiene varias monturas, cuando se las pone su cara parece la de una niña muy modosita que no ha roto un plato en su vida.
Nuestra vida sexual supongo que es como la de inmensa mayoría de matrimonios que llevan bastantes años conviviendo, ya me entendéis,reconozco que no somos de posturas extravagantes y lo hacemos en nuestra cama con cuidado de no despertar a la niña.
Aún así, un fin de semana de cada vez mes nos escapamos los dos dejando a nuestra hija con los abuelos. Solemos ir a alguna casa rural o a un apartamento en la costa propiedad de mis suegros a unos cien kilómetros de donde vivimos.
Ese fin de semana del mes de mayo fuimos al apartamento, la temperatura era cálida aunque el agua del mar estaba aún fría.
Bajamos temprano a la playa, es cuando mejor se está , extendimos las toallas y nos tumbamos a gozar del sol de la mañana. Al poco rato mi esposa se incorporó y con la gracia que solo tienen las mujeres se recogió el pelo en un moño y echando las manos a su espalda desató la cuerda del bikini guardando la prenda en la bolsa.
Desde novios Verónica ha hecho topless, no es pudorosa, pero eso sí, nunca delante de amigos o familiares,recuerdo la primera vez que lo hizo delante mío, de vuelta a casa follamos en el coche con esa pasión de novios.
Volviendo a la historia, ver las tetas de mi esposa hace que me ponga muy cachondo, y más aún cuando lleva esos bikinis cuya parte de abajo es en forma de tanga, intenté hecharle la crema protectora solar pero mi mujer ya me conoce, su mirada de desaprobación fue rotunda.
Pasada una media hora decidimos dar un paseo, recogimos nuestras pertenencias, mi esposa guardó sus gafas en la funda y cogidos de la mano fuimos hasta la orilla.
Apenas andados unos metros un hombre de unos sesenta años, con unas bermudas pasadas de moda y gorra bastante hortera, y barrigudo nos saludó.
-Hola Verónica, ¿cómo por aquí?.
Sorprendendentemente, mi esposa palideció mientras cruzaba los brazos ocultando sus enormes tetas.
-Don Bernabé, disculpe ud. sin gafas no le había reconocido.
Don Bernabé era el jefe de mi mujer, siempre atento con sus empleados, una persona honesta y trabajadora.
Para nosotros la situación se volvió incómoda, mi esposa no tuvo otro remedio que presentarme a su jefe tratando de ocultar con los brazos sus tetazas.
-Verónica, dijo su jefe, he tenido cuatro hijos con tres mujeres diferentes y he tenido ocasión de ver muchos senos en mi vida. Hacer topless es algo natural, no es necesario que te cubras.
Mi esposa ruborizándose bajó sus brazos cogiéndole la mano, sus enormes tetas quedaron a la vista de su viejo jefe.
Estuvimos hablando un buen rato, Don Bernabé parecía no tener prisa, en varias ocasiones observé como el jefe de mi esposa le miraba las tetas con descaro, la situación se volvió más incómoda cuando noté la erección del viejo bajo sus bermudas.
Tras más de diez minutos pudimos quitarnos de encima al viejo jefe de mi esposa.
-Mi jefe me está viendo el culo, puta casualidad justo tenía que ponerme este bikini de tanga dijo Verónica.
Volvimos hasta las toallas, mi esposa estaba muy seria.
-Volvamos al apartamento, por favor, suplicó Verónica.
No me opuse, sabía que Don Bernabé nos había jodido el día y probablente el fin de semana. Recogimos nuestras cosas y siguiendo el paseo marítimo volvimos, durante el trayecto mi esposa fue recobrando el color en su cara:
-Que puñetera casualidad dijo mi esposa riéndose, con todo lo grande que es la playa y tiene que aparecer justo mi jefe.
-Joder que sí, respondí más aliviado al ver que mi esposa se encontraba más tranquila.
Nos sentamos en una terraza y pedimos una jarra de sangría mientras comentábamos el tema, acabamos riéndonos como nunca llegando un poco bebidos al apartamento.
Según cerré la puerta, mi esposa se abalanzó sobre mí besándome con desesperación, su mano se escurrió por debajo de mi bañador agarrando con fuerza mi poya.
-Vero,..., Vero,....,¿Que haces?,pregunté sorprendido.
Mi esposa se agachó y de un fuerte tirón bajó mi bañador hasta los tobillos. Con su mano asió mi verga y de un solo golpe se la metió en su boca. Noté como succionaba con fuerza, tragándosela entera como una verdadera puta, mientras acariciaba mis testículos.
-Ahhhh,...., Vero,...., Vero,...., no pares por favor.
Mi mujer Metió sus manos por debajo del tanga haciéndose un dedo, con mis manos agarré su cabeza y comencé a follar la boquita de mi esposa hasta lo más profundo de su garganta. Mi esposa siempre ha sido muy recatada en la cama, poquísimas veces me ha hecho sexo oral, Verónica estaba muy caliente y sabía porque.
Mi verga estaba durísima, mi esposa me estaba dando la mejor mamada de mi vida, apoyado contra la pared y ahora con los brazos bajados, notaba como mi leche caliente rebosaba mis cojones tratando de subir por el tronco de mi verga, hice enormes esfuerzos por no correrme.
Por su parte, Verónica seguía tragándosela mi polla poseída por la lujuria, se que mi esposa odia que me corra en su boca.
-Voy a correrme,..., voy a correrme jadeé, intentando sacar mi polla de la boca de mi esposa.
Ante mi sorpresa, mi esposa agarró mis manos y las puso sobre su cabeza tragandome mi polla, noté como mis cojones chocaban con su barbilla, Verónica los acarició y me corrí como un animal en la boca de mi mujer, muchos lefazos fueron directos a su estómago mientras tosía.
Quedé derrotado mientras Verónica me miraba a los ojos con mirada felina y cara de lujuria, mi semilla salía por la comisura de sus labios, parecía una auténtica puta.
Excitado cogí a mi mujer en brazos, la llevé hasta el dormitorio de sus padres y la lancé sobre la cama. Rompí su camiseta dejando a la vista sus enormes tetazas, agarré los laterales de su tanga y de un solo tirón los saqué por sus tobillos.
Con fuerza abrí sus piernas y puse mi cara en su coño lamiendo sus húmedos labios vaginales.
-Ahhhhh gimió mi esposa de forma prolongada.
Ante mi sorpresa, Verónica retiró mi cabeza de su sexo.
-Quiero jugar, déjame a mi, dijo mi mujer con cara de vicio.
Verónica se abrió de piernas, el vello púbico de su arreglado coño estaba manchado de sus fluidos. Mi esposa con cara de verdadera ramera chupó con glotonería dos de sus dedos de la mano derecha abriendo con su otra mano los labios vaginales se los metió masturbándose.
Esta es una de las fantasías, entre otras muchas, que siempre tuve, ver a mi esposa masturbarse. Sus dedos se movían de forma circular acariciando su húmedo e hinchado clítoris.
Mi verga otra vez estaba dura, los gemidos y jadeos de mi mujer resonaba en todo el dormitorio.
-Estoy tan caliente jadeaba Verónica con voz entrecortada mientras se hacía un dedo.
Agarré con fuerza una de las tetas de mi mujer, Verónica me retiró la mano.
-Sabes porque estoy tan caliente,..., lo sabes verdad,... dímelo gemía mi mujer.
Verónica agarró mi rabo meneándolo con fuerza.
-Dímelo,...., cuéntamelo,...., pidió mi esposa con voz entrecortada aumentando el ritmo de mi paja
Le has enseñado las tetas al hijo puta de tu jefe - susurré en su oído -, mi esposa tan recatada, tan niña buena le ha enseñado las tetas a su jefe, primero te tapaste pero deseabas que te las viese.
Miré el coño de mi mujer, sus dedos entraban y salían de su vulva, acariciaba su clítoris con movimientos circulares. Sus fluidos y mi precum manchaban la colcha de la cama de mis suegros.
-Te las miraba con descaro - continué - tus areolas los pezones empitonados, sino hubiese estado seguro que le habrías dejado que te las tocase.
Con mis manos agarre con fuerza las tetas de mi mujer, Verónica se estremeció mientras incrementaba el ritmo de mi paja.
-Soy Don Bernabé, y te estoy tocando las tetas, que tetazas de zorra tienes - grité desesperado - que pezones tan duros y gordos, te he visto las tetas y ese culazo que gastas, vas como las putas enseñando ese culazo y esas tetas a los hombres.
-Tóquelas Don Bernabé, toque las tetas y el culo de su empleada, son suyas,....., diossss que gusto jadeaba mi mujer.
Verónica masturbándose levantó las caderas permitiendo que mi mano izquierda se deslizase por su entrepierna hasta su culo, lo sobé y apreté con mucha fuerza.
- Mi culo es suyo Don Bernabé,...., mis tetas,..., mis tetas jadeaba entrecortadamente mi mujer.
Tiré con muchísima fuerza del pezón derecho de mi esposa, Verónica arqueó su espalda, noté sus espasmos y contracciones.
-Don Bernabé gritó al borde del extasis.
Me la meneé como un mono, mi esposa se corrió en un orgasmo largo y profundo mientras lefazos de mi leche caliente mancharin el estómago, el coño y en especial las tetazas de Verónica mientras los dos quedábamos extenuado sobre la cama de mis suegros.
No salimos el resto del fin de semana del apartamento, follamos como animales en la cocina, en el salón, en el dormitorio de nuestra hija siempre con Don Bernabé como fantasía.
El lunes a la tarde esperé a mi esposa a que llegase de trabajar. Ningún comentario le hizo Don Bernabé a mi mujer, estuvo tan cordial como siempre. Por cierto, transcurridos ocho meses y medio desde ese fin de semana hemos sido padres de un niño.