Las termas de Budapest

Las atracciones turísticas de una ciudad no son solo sus monumentos, sino también los hombres que allí viven... en el caso de Budapest, las termas son el mejor lugar para socializar... eso sí, con discreción

Agradeciendo vuestros comentarios, seguiré contando historias que me han sucedido a lo largo de estos pocos años que llevo morboseando desde el armario.

Para los que no hayáis leído relatos anteriores míos, deciros que soy un chico cerca de 40 años de Barcelona que lleva una vida aparentemente normal con familia, compañeros de trabajo y amigos. Físicamente, tengo una estatura estándar, 1,79cm, 75kg, deportista (me gusta correr), de buen ver, rubio, agradable, educado y con una educación muy tradicional que me ha hecho llevar mi vida sexual muy reprimida.

Tal y como ya había comentado, empecé a tener relaciones muy tarde, con casi 30 años y desde entonces he intentado recuperar el tiempo perdido de forma muy discreta. Mis preferencias siempre han sido por los hombres masculinos, maduros, a partir de 50 años (y sin filtro superior), morbosos y que también sean discretos.

Normalmente suelo hacer un viaje con mis amigos de la infancia por lo menos una vez al año. En este grupo todos son heteros y se han ido añadiendo al grupo sus parejas y sus respectivas familias. En uno de estos viajes, fuimos a Budapest. Para los que no conozcáis, es un destino muy bonito en el centro de Europa, de mentalidad muy conservadora que está dividida en 2 grandes núcleos, Buda y Pest separados por el río Danubio.

Una de sus atracciones más populares y de las cuales se sienten más orgullosos son las termas. Son equivalentes a los spas que tenemos por aquí, pero con un carácter más social. Es un lugar donde acuden no solo por cuestiones higiénicas o de relajación, sino también como lugar de socialización. La típica estampa de las termas es de gente jugando a ajedrez desde dentro del jacuzzi. Tienen varias repartidas por la ciudad y existen algunas que están segregadas por sexos y otras, la mayoría, que son mixtas. Suelen ser muy grandes, con muchas piscinas con agua a diferentes temperaturas, saunas, jacuzzis,… y la mayoría son dignas de ver tan solo por su arquitectura.

Yo intenté que, durante nuestra visita, pudiéramos conocer las 4 o 5 más importantes de la ciudad. Era pleno invierno, y después de un largo día caminando por la ciudad pasando frío, no había mejor manera de acabar los días que visitando estos lugares. Personalmente, hacía muy poco tiempo que había empezado a descubrir el mundo de las saunas de aquí (en otros relatos explicaré algunas historias) y me parecían lugares de mucho morbo. Por miedo y respeto, no buscaba ninguna historia, todavía era muy ingenuo, pero es obvio que aunque sea un lugar muy tradicional, también hay otros hombres que les gustan los hombres…

Así pues, en una de esas tardes, fuimos a visitar las más grandes de todas. Era un lugar enorme donde asiste gente de todas las edades y de toda condición. Ya en el vestuario, empecé a notarme observado disimuladamente por algún hombre de allí. Yo estaba con mis amigos y no prestaba la atención suficiente. Nos pusimos el bañador y nos fuimos a descubrir todo el lugar. La verdad es que era un lugar para perderse, con piscinas por todos lados, pasillos, escaleras, saunas, duchas,… Las primeras rutas, las hicimos conjuntamente, pero yo empezaba a pedir que nos dividiéramos para poder explorar el entorno y luego reunirnos de nuevo. Entonces, no separamos de dos en dos. Con mi compañero descubrimos unas piscinas de burbujas muy pequeñas que se encontraban en una de las azoteas. A pesar de estar indicado como un lugar mixto, allí tan solo había 5 hombres mayores, que parecía que venían solos, cada uno por su cuenta y con pinta de locales. Eran perfectamente del tipo que me gustaban y noté que alguno de ellos me aguantaba la mirada. Yo me estaba poniendo cachondo pero al estar con mi amigo, evitaba cualquier interacción. Mi amigo se cansó de ese lugar y quería reunirse con el resto, en algún lugar donde hubiera alguna mujer. Tuve que ceder y salir de aquella piscina que se me antojaba muy interesante. Pasamos por los vestuarios y detecté unas zonas de duchas que tenían bastantes recovecos donde se me antojaba que podía encontrar un momento de discreción.

Nos reunimos con el resto de compañeros para comentar los descubrimientos de cada grupo. Algunos se mostraban cansados de pasear y decidieron quedarse en una de las piscinas más grandes, donde podían tomarse una cerveza entre baño y baño. Otros optaron por las zonas de jacuzzis y yo me fui a seguir descubriendo el lugar. Mi intención era volver a aquella piscina… sin mayor intención que la de morbosear un rato, siendo consciente que no era el lugar para cometer ninguna imprudencia.

Llegué a la piscina, donde seguía habiendo 5 hombres, aunque dos eran nuevos a cambio de otros dos… pero todos seguían teniendo muy buen perfil. Debido a las reducidas dimensiones de la piscina, cada vez que alguien entraba, el resto debían ajustar sus posiciones para dejar lugar al nuevo. Cuando entré esta vez, dos hombres de los que estaban anteriormente se hicieron un comentario en húngaro que no pude entender, aunque su sonrisa fue muy delatora. Uno de ellos tenía bigote y era muy peludo. Todos eran hombres corpulentos y una pinta muy masculina, muy deseables todos ellos. Mientras estaba sentado en la piscina y sabiendo de la discreción que otorgaban las burbujas, noté que alguno de los hombres que tenía enfrente estaba empezando a contactar con mis pies.

No sabía cuál de ellos era, porque todos intentaban aparentar normalidad de acción… pero rápidamente me puso la polla dura. Con sus pies iba subiendo por mis piernas hasta contactar con mi bañador. Pude detectar cuál de ellos era por su posición. Era un hombre mayor, de unos 65 años, pelo canoso, calvo, peludo. Yo estaba paralizado y me dejaba tocar sin inmutarme, disfrutando de la situación, pero con discreción.

Luego fue el del bigote que tenía a mi lado, que empezó a contactar su mano con mi brazo. Bajo las burbujas fue acariciándome el brazo, a continuación, la barriga, luego el muslo, para llegar a mi eslip. Allí se recreó contactando también con el pie del hombre mayor de enfrente.

En ese momento, reaccioné, aunque con discreción moviendo mi mano hacia su cuerpo. También lo manoseé disfrutando con gusto este pecho peludo que tanto morbo me daba. Fui bajando mi mano para llegar a contactar con su bulto. También estaba duro y se intuía de unas dimensiones extraordinarias. Aproveché para menearle bien y su cara cambió el gesto… de despreocupación, a la falta de respiración… Estuvimos un rato en esta disposición en la que todos los de la piscina sabíamos que bajo las burbujas había un mundo de lujuria que debíamos mantener en secreto.

Esto se paró cuando apareció un grupo de chicas que querían incorporarse a ese lugar. Por vergüenza, yo fui el primero en salir de allí… Mi miembro estaba recuperando el tamaño flácido, aunque todavía estaba morcillona de la situación anterior. Cogí mi toalla y me dirgí hacia las duchas. Quería tomarme una ducha fría para que se me fuera la calentura.

Me dirigí a las duchas que había detectado anteriormente y me puse en un recoveco que estaba solitario. Abrí la ducha, con intención de poner el agua fría. Antes de eso, apareció un hombre de unos 55 años, bajito, poco peludo, con bigote que se puso en una ducha cercana con la que podía mantener contacto visual. Él se quitó el bañador antes que yo y pude ver que tenía un tamaño a pesar de estar en reposo. Yo hice lo propio y me lo quedé mirando. En mi caso, todavía se notaba que todavía estaba un poco morcillona y con un buen grosor. Me lo quedé mirando de este modo. Él se empezó a tocar el miembro mientras le caía el agua por el cuerpo. Yo empecé a enjabonarme, teniendo especial cuidado con mi polla que volvía a ganar tamaño. Cada uno desde nuestras duchas, nos empezamos a masturbar lentamente. Su miembro debía tener unos 18cm de longitud y con un buen grosor. Yo estaba muy caliente, teniendo especial cuidado por si se venía alguien, me acerqué un momento a su ducha. Le agarré el rabo y lo puse un momento junto al mío. Ya no podía más, volví a mi ducha y acabé de pajearme. Me corrí allí mismo mientras él me miraba con una mirada entre burlesca, de dominación, de superioridad y de saber que me tenía rendido ante ese espectáculo. Él desapareció inmediatamente.

Yo acabé mi ducha y volví a buscar a mis amigos. Cuando los vi, me hicieron algún comentario sospechando si me había perdido con alguien… nos tomamos una cerveza más y nos fuimos.

Espero volver allí de nuevo y poder disfrutar de esa ciudad y sus hombres.

PD: leo vuestros comentarios y nuevamente os lo agradezco, continuaré explicando historias que me han sucedido y del tipo que me gusta a mí leer