Las teresitas...
Excitante relato de dos Teresitas..., madre e hija... Espero que lo disfruten.
Hola de nuevo...
En estos momentos estoy terminando el capítulo siete de la segunda parte de mis memorias de un depravado, cuyo título es..., "El deseado cumpleaños de mi hermano..."
Acordándome de mis primeras experiencias me ha venido a la memoria un excitante pasaje de mi vida con las dos Teresitas..., madre e hija..., y aun cuando lo cuento con detalle en el capítulo reseñado, para todos aquellos de ustedes, que les gustan relatos más cortos, no he podido resignarme a ofrecérselo...
Aquí se lo dejo a su valoración...
Entre aquellas conquistas ocasionales estaban la jefa y la hija de mi hermano en el taller mecánico de tractores en el que trabajaba al lado de mi empresa en aquel polígono industrial como ya les había contado...
El dueño del taller de nombre Paco..., aunque todo el mundo le llamaba Don Francisco, tenía encargada las labores administrativas a su esposa y a su hija de nombres ambas..., Teresa..., María Teresa o Doña Teresa la madre y Tere la hija.
Ambas llevaban todo el papeleo de oficina aunque eran ayudadas por Don Manuel un trabajador de banco que iba todas las tardes a echar una mano y principalmente a hacer los balances económicos que presentaba al dueño.
Ya en España teníamos un Plan General de Contabilidad que databa de 1973 aunque no era aún obligatorio..., lo seria años después en 1990 con el objeto de ir armonizando los datos contables empresariales españoles. Posteriormente se haría otra reforma en 2007, aunque esta ya lo fue para adaptarse a la normativa comunitaria.
En aquella juventud me había apuntado a un curso de contabilidad por correspondencia a un centro de formación de Barcelona CCC y me habían entregado un diploma que yo tenía colgado en mi dormitorio, orgulloso de él.
El mundo de los ordenadores estaba cambiado día a día..., en aquellos años de mediados de los 80, los IBM personales y sus clones empezaban a utilizar el procesador 386 de Intel.
Don Manuel había hecho comprar a Don Francisco un ordenador y los primeros programas de contabilidad estaban en marcha a base de disquetes que se introducían en unas ranuras que los mismos ordenadores tenia debajo de las pantallas.
Fue aquel mundo, un maravilloso descubrimiento para mí, los ordenadores, los programas, los lenguajes de programación de entonces RPG y Basic y las primeras aplicaciones informáticas principalmente contables.
Posteriormente habría aplicaciones generalizadas además de facturación y en estas últimas añadiendo las compras al ordenador, el inventario de almacén se hacía automáticamente, pero de momento se hacía a mano.
En fin, Don Manuel necesitaba un inventario permanente de piezas de recambio del almacén, y ese encargo fue para mí con la ayuda de la jefa o de la hija.
Hacíamos inventario el último fin de semana de cada mes, tirándonos prácticamente todo el domingo allí, contando y valorando las piezas...
Entre contar y contar repuestos solos los dos, unas veces con la hija y mayoritariamente con la madre yo sacaba orgasmos a ambas.
De aquel inventario que valorábamos, entre los dos, íbamos detrayendo los repuestos vendidos o gastados y sumando las entradas, de tal manera que el último día del mes a última hora de la tarde tenía la obligación de entregar a Don Manuel la valoración de las existencias de recambios del taller para que el la incluyese en el balance contable que entregaba al jefe cada primero de mes.
Caí bien a Don Francisco desde el primer momento y enseguida asumí la responsabilidad de enseñar a madre e hija los detalles del inventario y su valoración. Al acercarse el mediodía íbamos a comer a una pequeña fonda abierta en el polígono y continuábamos en el taller hasta que acabábamos generalmente bien entrada la noche.
Ya le he contado los detalles técnicos y materiales del inventario y ahora les contaré los más interesantes..., los sexuales...
Doña María Teresa actuó siempre de manera maternal conmigo, ya que era una mujer madura entorno a los cuarenta. Ella con el listado de piezas anotaba las unidades de cada repuesto que yo le facilitaba a pie o subido en una escalera estantería a estantería.
Yo subía a la escalera y ella no dejaba de mirarme el paquete. Enseguida lo noté y yo ni corto ni perezoso lo mostraba a propósito.
No habían pasado las dos primeras horas del primer inventario cuando después de haberme hecho la ficha de mi familia y hermanos..., me estaba preguntando...
- ¿José Miguel, tienes novia?
- No señora.
Al minuto, me sujetaba la pierna para que no me cayese...
- Ten cuidado José Miguel, a ver si te va a caer, te rompes la cabeza y nos das un disgusto.
De disgusto nada..., ella buscaba gusto y del bueno...
Al minuto siguiente me había abrazado y nos besábamos entre medias de los pasillos de estanterías del taller aquel domingo por la mañana a primera hora solos en el taller...
Doña Teresa era más que caliente, estaba deseosa de todo..., me decía que su marido no la atendía adecuadamente y pasaba mucha hambre.
Me sacó mi polla que estaba ya enorme y dura..., se agachó empezando a devorarla...
Después de la primera chupada en orden..., saco mi polla de la boca y me dijo...
- Joder niño que polla tienes, es más grande que la de mi marido...
El trabajo lo tuvimos que retrasar un buen rato hasta que Doña Teresa se quedó satisfecha de polla en su boca y de un tremendo orgasmo que le salió del coño al minuto de metérsela...
Para terminarme a mi volvió a comérmela hasta que mi leche inundó su boca, tragándosela entera con cara de viciosa...
Era Doña Teresa de un solo orgasmo, eso sí..., parábamos de vez en cuando a por otro...
Al final del domingo me la había follado cuatro veces...
Las dos primeras acoplados en una caja embalaje grande de un motor en el mismo almacén y las últimas apoyada en la mesa de la oficina.
Cuando me despedía de ella, me guiño un ojo y me dijo que el mes siguiente tendríamos que disfrutar mucho más...
Durante los tres meses siguientes todos los últimos domingos de cada mes, tenía que disculparme con mi viuda Fernanda porque tenía “trabajo” con el inventario.
Doña Teresa empezó a tomar la píldora y ya me dijo que me la podía follar completamente echándole la leche en su coño, aunque alguna leche se reservaría para disfrutarla.
Me empezó a hablar de su hija, Teresita..., que era muy tímida según ella..., para ver si me hacía novio con ella, ya que era de mi edad.
Cuando íbamos a hacer el quinto inventario, se presentaron la madre y la hija, quería presentármela. Le enseñe a valorar las anotaciones de inventario y mientras su madre y yo rellenábamos las hojas, ella las iba valorando parcialmente.
La niña en la oficina y la madre follando conmigo entre los pasillos. Me confesaba que me quiera tener como yerno y así poder follarme más a menudo, si me hacía novio de la hija e iba con frecuencia a su casa..., pues no soportaba tener que esperar de mes en mes para poder disfrutar conmigo.
Aquel quinto domingo, el marido iría a por ella para llevarla a comer con unos amigos y me quedé solo por la tarde con Tere hija.
Enseguida le enseñe el procedimiento y enseguida cogíamos ritmo...
Cuando me soltó...
- Sé que estas follándote a mi madre...
Me quedé de una pieza...
Pero cuando me dijo que tenía que desvirgarla a ella, no podía creérmelo...
Me contó los pormenores...
Sus amigas eran unas pijas y decían que ya habían hecho sexo con unos y con otros..., y ella que era caliente como su madre o más, aún era virgen y no quería avergonzarse con sus amigas si descubrían su inexperiencia...
El plan trazado...
Aquella tarde dejaría de ser virgen Teresita..., aunque en dos capítulos...
Tuvimos que correr aquella noche haciendo el inventario, pues eran las once de la noche y no habíamos acabado aún. Don Francisco y Doña Teresa preocupados habían llamado para preguntar...
Nos habían pillado en plena acción de segundo desvirgue y claro la excusa fue..., que ella se auto inculpó..., que habíamos ido lentos porque ella no estaba acostumbrada...
Les cuento el desvirgue...
Tenía un cuerpecito Tere hija..., de ensueño, una morenita con unos pechos pequeños pero muy bien colocados...
Enseguida me dijo que se tocaba todas las noches..., y que no deseaba pasarlo mal al romperle el himen...
Yo ya había pasado la etapa del desconocimiento y mi eficaz maestra la viuda Fernanda me había enseñado mucho...
Le dije que para que no sintiese daño tenía que estar muy lubricada y que para eso era preciso comerle bien el coño.
Ella en principio sintió algo de extrañeza, pues no había pensado jamás en sexo oral.
Si bien su madre era uniorgasmica de vez en cuando, su hija la ganaba en todos los aspectos, porque era incansable y acreedora de orgasmos consecutivos...
Nada más empezar a comerle el coño se estaba corriendo...
A los quince minutos estaba con sus piernas bien abiertas y con cinco orgasmos a sus espaldas...
- ¿Me la vas a meter ya...?
- No Tere..., hay que esperar un poco más..., además antes de meterte la polla he de meterte bien los dedos para ayudarte a que no sufras...
- Ah..., lo que tú digas...
Antes de empezar a meterle los dedos y comiéndoselo otro rato largo se correría otras seis veces.
Después de los dedos, intente meterle la polla, pero era muy estrecha y aun sufría un poco enorme polla...
De todas las maneras con mi pollaza a medias en su coño..., cambiaba los gestos de encogimiento de cara..., por gemidos latentes...
Cuando terminamos la primera fase del desvirgue y avanzábamos en el inventario, satisfecha pero algo dolorida solo quería terminar aquel asunto como lo llamaba ella...
- José Miguel, no te olvides de que tenemos que terminar el asunto...
- Vale..., pero hemos de terminar el trabajo o tu padre nos mata...
- Pues date prisa...
A trancas y barrancas terminábamos el inventario y solo faltaba valorarlo. Eso lo hacía yo en un momento con la calculadora de oficina.
Terminado y valorado el inventario, nos dispusimos a terminar el asunto y cuando después de volver a comerle el coño y volver a meterle los dedos con sus consiguientes orgasmos estaba empezando a meterle otra vez la polla..., llamó su padre por teléfono...
Bronca supina..., que oía por teléfono...
Vaya cuadro... Ella tumbada en la mesa hablando por teléfono y yo follándola con la polla a medias en su estrecho coño...
Entraba y sacaba mi polla poco a poco hasta que su vagina se iba adaptando a mi enorme trozo de carne duro y lleno de leche...
No me había corrido aun con todo el cachondeo y estaba a punto...
En un momento en que parecía distendida y relajada disfrutando metí bien la polla hasta los huevos...
Se encogió, dio un respingo y en dos segundos..., un soberbio orgasmo que me relajo y excito tanto a mí, que la leche acumulada de toda la tarde..., entraba a raudales en aquel joven y estrecho coño...
- José Miguel..., cuidado que no quiero quedarme embarazada...
Solo se me ocurrió decirle, que había que sacarle el semen inmediatamente...
- ¿Cómo?
- No te preocupes que me lo sorbo con la boca...
Sacar mi polla, agacharme y sorber de aquel precioso coño toda mi leche..., fue todo uno...
Ella se quedó extrañada de aquello...
- ¿No te da asco?
Decirle que no, y oír el coche de su padre que aparcaba fue todo uno.
Sentarnos, poner cara de circunstancia y disimular con las últimas sumas...
Eran más de las once de la noche...
Cada uno a su casa...
Don Francisco me llevó a la mía, ya que a aquellas horas ya no había autobuses...
La niña disfrutaría de lo lindo y se fue muy contenta con el trabajito del desvirgue terminado... No debió de disgustarle mucho porque en los meses siguientes algunos domingos venia y seguía practicando conmigo, aunque a la vista de los siguientes acontecimientos..., no solo conmigo.
Aquellos episodios de inventario duraron años, continuando con ellas hasta que la niña quedó embarazada de su novio.
Yo ni pregunté, ni nadie me dijo nada al respecto.
Seguiría follándome cada mes..., a Doña Teresa, ya abuela temprana hasta que cambie de trabajo a la empresa de instalaciones eléctricas en donde conocí a una limpiadora de excepción... María.
Pero eso es otra historia..., que ya les contaré...
No dejen de escribirme al correo..., contándome lo que deseen..., contestaré a todos...
PEPOTECR.