Las terapias de mi esposa, Capítulo III

Recapitulando: Mi mujer, una Psicóloga, me confiesa que ha tenido sexo con un paciente 20 años menor, y todo quedó grabado video. Te recomiendo leer las entregas previas.

Recapitulando: Mi mujer, una Psicóloga, me confiesa que ha tenido sexo con un paciente 20 años menor, y todo quedó grabado video. Te recomiendo leer las entregas previas.

BITÁCORA, SESIÓN 7

“Arturo me sorprende. No solo ha sido un gran alumno con lo que le explico, sino que ha comenzado a aplicarlo conmigo. Hoy no solo mostró paciencia postergando la sesión de aprendizaje, sino que logró ponerme muy caliente con su historia previa de cómo dejó completamente complacida a una chica de su escuela antes de hacer lo mismo conmigo”.

Mi esposa no sabía que yo ya había leído la bitácora completa, así que cada video que nos disponíamos a ver juntos se ponía más nerviosa pensando que algo iba a terminar por molestarme. Esa noche, un día después de ver los primeros dos videos, lo vimos acostados en cama mientras nuestros hijos dormían en su habitación.

VIDEO 3, SESIÓN 7

Inicia con Arturo acostado en el diván, supongo que mi esposa cortó la parte en donde el chico le propone empezar con eso y no ir directo a su “terapia” de aprendizaje.

Aida ni siquiera tiene una libreta en la mano, se limita a escuchar atentamente al chico que le explica a detalle su aventura con claros ademanes de cómo manipulaba el cuerpo de la chica y todo lo que le hacía.

Como siempre su pene estaba claramente duro debajo de la ropa, pero en esta ocasión no se lo sacó. Mi esposa por su parte, tuvo momentos en donde bajó una de sus manos y se atendió con sigilo ella misma por encima del pantalón aprovechando que su paciente tenía los ojos cerrados.

¿Qué tanto te decía? Le pregunté acostados en la cama mirando el video. Ella se soltó un poco más que una noche antes, y me contó a detalle las peripecias del chico conquistando a una compañera de escuela y logrando llevarla a la cama con caricias iguales a las que le había hecho a ella. La noté claramente excitada cuando me lo contó.

El chico terminó de contarle la historia y se incorporó sentado en el diván. Mi esposa lo miró un momento y luego le pidió con ademanes y con palabras que se acercara a ella.

Lo detuvo cuando estuvo a unos centímetros de distancia, y sin mucho preámbulo llevó sus manos a su cinturón para desabrocharle el pantalón de mezclilla que llevaba ese día Arturo.

Cuando la verga de Arturo quedó al aire y ella la tomó con su mano derecha en el video, me miró con cierto miedo mientras se hizo un poco a un lado en la cama, como avisándome que lo que vería después tal vez no me gustaría tanto.

A pesar de que esperé algo peor, vi como mi esposa después de acariciar sus partes las llevó a su boca con una ternura que más bien parecía que besaba un bebé y no una verga.

Lamía su cosa de arriba abajo mientras acariciaba sus bolas. Con sus manos se afianzaba de sus desnudas nalgas con un ahínco que me hizo recordar que las mías ya no eran tan duras como años atrás, y luego le daba chupetones que aun que el video no tenía audio, casi podía escucharlos por el movimiento que ella hacía con su rostro.

Comencé a tener una erección otra vez y ella se dio cuenta. Realmente no sabía lo que me sucedía, pero a ella parecía tranquilizarla mucho, pues apenas la vio y se acercó nuevamente a mi para comenzar a darme un masaje sobre la pijama.

Varias veces el chico comenzó a contorsionar como si fuera a tener un orgasmo, y las mismas ocasiones mi esposa se separaba rápidamente de su pene para alargar el placer y no dejarlo que terminara rápido.

Se animó entonces a hacerme un comentario mientras mirábamos el video: “Los chicos lo que quieren es venirse lo más rápido posible”, y luego hizo un silencio esperando mi reacción, la cual fue una simple sonrisa que logró tranquilizarla más de lo que ya estaba.

Pasaron unos cuantos minutos y luego vino lo que tal vez causaba el miedo de mi mujer: Llegó un momento en que Arturito no soportó más y comenzó a soltar leche por todos lados.

Decenas de veces durante nuestro matrimonio sucedió eso, y en cada una de ellas mi mujer se quitaba rápidamente del área de disparos o con su mano apuntaba mi verga hacia otro lado.

Pero las descargas de Arturo no. Esas las recibió en su cara, con sus ojos cerrados, y con una sonrisa dibujada de oreja a oreja como una adolescente que recibe el chorro de tequila directo de la botella durante el spring break.

En el video ambos se rieron al final, y Arturito fue por la toalla del baño para ayudarla a limpiarse toda la leche de encima. En nuestra cama, mi erección se perdió y mi mujer volvió a hacerse a un lado en lo que yo iniciaba con el siguiente video.

VIDEO 4, SESIÓN 8

No recordaba lo que decía la bitácora de esa sesión, así que tuve que verlo delante de mi mujer esperando cualquier sorpresa tal como ella pensaba que había sido cada uno de ellos.

Aquí no hubo preámbulos, no se porqué mi esposa los cortaría del video, pero inició directamente con el chico manoseándola con una mayor intensidad que como ella se lo había indicado. Ambos de pie en el centro del consultorio, sin que nada se interpusiera entre ellos y aun con la ropa puesta.

Aquello si que parecía una sesión de adolescentes que están tocándose por primera ocasión. El chico ya tenía toda la ropa desaliñada y mi mujer la falda por un lado de tanto que Arturo le había sobado el culo.

Ya la volteaba de espaldas a el y le comenzaba a manosear las tetas mientras le tallaba el pene por detrás. Ella pasaba sus manos hacia atrás y se afianzaba de sus nalgas apretándolas tan fuerte que casi pude sentir el dolor de las uñas clavadas.

Luego era ella la que se zafaba de sus garras para volverse a poner de frente y comenzar a manosearlo por todos lados mientras tomaba la iniciativa de comenzar a sacarle la ropa de encima.

¿Y eso qué es?, le pregunté, a lo cual se limitó a responderme que era una sesión libre.

En pocos segundos ambos estaban con el torso desnudo tallándose el sudor el uno al otro y paseando sus manos por espaldas y pechos.

Sus bocas interactuaban por separado, pues hasta ese momento no habían intercambiado besos más que en diversas partes de su cuerpo que no fueran la boca; y ese día no fue la excepción.

Jamás mi esposa puso tanto ahínco en besar mi pecho como el de este chico. Lo lamía, retorcía sus pezones y se los chupaba como yo hacía con los de ella, mientras tanto el chico buscaba como pasar sus manos entre el remolino de movimientos que era mi mujer para afianzarse de alguna de sus tetas y retorcerle uno de sus largos pezones.

Cuando veía la oportunidad, era él quien se abalanzaba a besarle los pechos mientras con sus manos le sobaba las nalgas sobre la falda sastre color azul, misma que seguramente le estorbaba para meter la mano a donde quería, pues constantemente hacía esfuerzos por desabrochársela o levantársela.

No tardó mucho en darse cuenta, pues ella misma se dio la habilidad de bajar el cierre y comenzar a dejarla caer el piso mientras Arturo le atendía las tetas con su lengua.

En pocos minutos ambos estaban desnudos en medio del consultorio y yo nuevamente con la verga reventándome de erecta mientras mi mujer comenzaba a acariciarla esperando que yo se lo permitiera.

Fue mi mujer quien se separó del espectáculo y con la mano le indicó su pantalón que estaba tirado en el piso. Arturo de inmediato fue hasta él y sacó el preservativo del día, y mientras se lo ponía, mi mujer fue y se empinó recargada en el escritorio y con la cara volteando hacia atrás para estar preparada para lo que el chico decidiera ir a darle.

La tomó de la cintura y durante un segundo bajó la mirada para observar a plenitud ese culo que tenía a su merced. Pude recordar cómo se veía el culo de mi esposa cuando se ponía así conmigo, y sin darme cuenta se me salieron las palabras: “el culito”.

¿Perdón?, me dijo mi esposa mientras atendía suavemente mi paquete y miraba el video. Te vio el culito, le dije, se te ve muy rico cuando te pones así.

La emoción que sintió mi mujer con aquellas palabras la expresó metiendo su mano por debajo de mi pijama y comenzando a atenderme como se debe, mientras en el video, el chico le dejaba ir su humanidad a mi mujer una y otra vez sin piedad alguna.

Comenzó entonces la escena más bizarra de nuestro matrimonio.

No solo estaba mirando junto con mi esposa un video en donde otro tipo la tomaba, sino que mientras lo hacía ella se me montaba dándome la espalda, así, igual que en el video.

El chico la tenía bien afianzada de la cintura y la bombeaba sin parar, y ella sobre mi, parecía saber exactamente el ritmo de su amigo en el video, pues brincaba sobre mi verga con los mismos movimientos.

Para mi era algo nuevo, la excitación que el mismo sexo me estaba provocando, y al mismo tiempo ver a mi mujer en el video siendo tomada por otro, hizo que perdiera la noción de la realidad y me entregara por completo al placer.

Cuando apenas comencé a sentir que me faltaba poco para terminar, en el video Arturito se dejó caer sobre mi esposa en señal de que ya no aguantaba más. Mientras veía como salía de ella con la leche colgando de la punta del condón, le dejé ir a mi mujer una carga que seguramente no era tan voluminosa desde hacía meses.

Distrayéndome del video, mi esposa se puso de pie y con su mano en la concha recibió el esperma que le escurría, y luego comenzó a untárselo en la cara y a lamerlo de su mano.

Fue al baño y regresó directo a ver la pantalla de la computadora para darse cuenta que el espectáculo había terminado también ahí.

No se si fueron los nervios, el calor del momento, o la libertad que da el que tu marido sepa tu infidelidad, pero se acostó a mi lado y me habló de una manera que ella misma me había dicho que odiaba diciendo: Nunca una verga me va a satisfacer tanto como la tuya mi amor, ninguna.