Las que duelen

mi primera grande... de verdad... de cómo se puede gozar a tope con una de esas que duelen...

LAS QUE DUELEN

Por Chichonero

Hola amigos de TODORELATOS, hoy les comparto un relato al que obviamente cambié nombres y lugar, pero aclaro que todo lo que se leerá es absolutamente real, y hasta es posible que revivan experiencias propias de ustedes.

Desde mi inicio –ya maduro- tenía la fantasía de qué sería probar una de esas "que duelen", y de la que tanto oía hablar entre nuestro grupo de amigos con iguales inclinaciones sexuales que las mías. Cada uno a quien escuchaba recordaba esa "enorme" que alguna vez pasó por sus culos. Hasta lo reciente, mis experiencias siempre habían sido con "normales", es decir con no más de 16cm ó 17cm cuando máximo, finas y hasta algunas "cabezonas", pero no más de allí.

Un aviso mío en un sitio de encuentros con varones, tuvo respuesta de alguien que decía ser bien dotado, joven, universitario, y calentón, y agregaba que era amplio, es decir que podía dar y recibir.

Nos intercambiamos algunos mail dándonos detalles, gustos, hasta que en el último me confesaba que sus relaciones de cama no habían sido muy satisfactorias dado el tamaño de "lo que cargaba", y mencionaba que "su arma" era de 17cm por 5cm… ¡Para mí, todo un cañón de carne y músculo!

Nos citamos prácticamente a ciegas, pero nos dimos algunos detalles a modo de contraseña y así fue como "Charlie" entró en mi vida.

El día de la cita, me preparé convenientemente: higiene total y a fondo, gotitas de perfume suave, slip provocador y partí hacia el sitio.

Alto, musculoso al que más, quizá unos 80 Kg. de peso, cabellos muy cortos y bastante carilindo. Charlamos un rato para ir descomprimiendo la tensión de ambos, hasta que obviamente llegamos al tema del sexo. Su apretado jeans denotaba que algo grande ocultaba y la calentura nos fue invadiendo cuando posó sus labios sobre los míos y nos dimos un profundo beso de lengua. Las caricias mutuas fueron en aumento y me desesperaba "descubrir" su tesoro. Con retardo fue desprendiendo la cintura de su pantalón, bajé la cremallera e introduciendo mi mano tanteé algo soberbio bajo el slip. Pronto y acuciado por la desesperación de tenerlo "en vivo" ante mis ojos, le quité el jeans y bajando el slip, quedó ante mí un pija fabulosa. ¡Era verdad lo de las medidas! Y cuando le dije que era enorme me explicó que le resultaba dificultoso entrarla entera, por lo que debía conformarse con algunos centímetros y así podía deslecharse.

Se la lamí de punta a cabo, y si bien con el glande no tuve problemas, me costaba deglutir su tronco pues hasta la mitad era una barra de 5cm y se angostaba hacia el final que se perdía en una hermosa pelambrera oscura de donde colgaban sus grandes bolas.

Tenía que abrir desmesuradamente la boca para entrarla y lograr mamarla hasta la mitad. Gemía, pues le era placentero y le escuchaba decir entrecortadamente "Ohhh, que bien, lo hacés muy bien". Eso me halagaba y puse empeño en chuparlo hasta donde me era posible. Faltarían dos dedos –al menos- para llegar con mis labios a la base de tan soberbia pija, algo que nunca pude realizar, pero así y todo, ello le provocaba oleadas de placer y en mi lengua se depositaban sus primeras gotas agrisaladas.

A su turno, me demostró ser un excelente chupador y casi me hace acabar con su boca.

Cuando la fiebre estuvo en su punto máximo, pidió penetrarme. Sabiendo lo que poseía, me lubricó convenientemente y dilató el ano hasta hacerme delirar del deseo por ser penetrado. Tres dedos entraban acompasadamente de mi culo y cuando creyó llegado al grado justo, enfundó su pinchila en el condón. Le pregunté cómo deseaba hacerlo y me dijo que su pose preferida era con el pasivo sentado sobre su pijota. Se acostó boca arriba. Esa pija enteramente parada daba temor. Con lentitud exasperante lubricaba más su pija, luego tomándome de las caderas me hizo posicionar. Allí estaba yo arrodillado, -casi sentado sobre mis piernas-, expectante por lo que vendría.

Mi pija se balanceaba dura de la excitación que ese acto previo me provocaba. Respiraba y jadeaba como presintiendo el momento en que esa pijaza comenzara a entrarme.

Se acomodó un tanto, y sus manos se aferraron a mi cintura. ¡Estaba a su merced!

Percibí la tibieza de la punta del glande apoyándose contra mi orificio. "Respirá hondo y relajate". Cerré mis ojos y poco a poco sentí como mi orto relajado comenzaba a ser penetrado. El glande ingresó prontamente. Se detuvo y luego reinició la tarea. Lentamente iba alojando algunos milímetros, pausaba y luego proseguía. Mi culo se abría lo más generosamente que podía para recibirlo, pero la diferencia de tamaños principiaba a notarse. Observando que no sería sencillo, la quitó bajando sus caderas. Tomó más lubricante y sin decirnos palabra alguna, recomenzamos.

Hasta allí todo iba bien. De improviso, dio un breve empujón hacia arriba y a pesar de tener los ojos cerrados, vi multitud de chispas multicolores. ¡Me había entrado la mitad!

Charlie parecía tener experiencia en esto y reteniendo la penetración aguardó más dilatación. Yo, presa de un gozo especial, inicié una tímida cabalgata. Levantaba mi culo sacándola casi hasta el glande y bajando lentamente. Ello hizo me lubricara mejor el canal y la cosa se fue haciendo sencilla.

Lo cabalgué un buen rato. Abrí mis ojos para mirarlo y aprecié que suspiraba con sus ojos cerrados. Sus manos no paraban de acariciarme las nalgas, la espalda y pellizcaban mis tetillas duras del placer que me estaba provocando.

Bastó un leve empellón suyo para que el inmenso aparato se introdujera casi totalmente en mi culo. Di un salto hacia arriba y la desenfundé hasta la mitad. Charlie detuvo su coito y cuando pasó la impresión fui quien reinició la cogida.

Ahora había una mezcla de sadismo personal y el deseo de tenerlo totalmente adentro, ¡doliera cuanto doliese!

Charlie estaba como en otro mundo. Gemía y me acariciaba frenéticamente por todos lados. Sobaba mi pija erecta y amasaba suavemente mis huevos. Pasando mi mano derecha hacia atrás lo imité, apresando sus enormes bolas duras por el deseo. Ante esto, se agitó y me culeó rítmicamente. Era un mete y saca súper fogoso. Yo lo alentaba cabalgándolo e instando a no detenerse: "Así… hummm qué bien… cómo la tenés de dura".

La espectacular pija iba a venía dentro de mi culo. Sentía el glande chocar casi contra el fondo. Dio un hondo suspiro y aferrándose a mis caderas hundió despiadadamente la pija dentro de mí. Creí que me iba a desfondar el culo. ¡Acababa de entrar toda su pija en un culo por primera vez! "Qué feliz me hacés. Nadie antes me la comió así entera. Sos bárbaro"

Me desaté totalmente. ¡Ahora iba a ser mi turno de hacerlo gozar! Dado que había logrado la máxima dilatación y el canal estaba bien lubricado, lo galopaba rápidamente. Hasta me atreví a subir hasta la punta y dejarme caer de golpe enterrándomela hasta lo pelos. Noté que no iba a aguantar mucho ese ritmo y sugerí cambiar de posición. Suavemente extrajo su pija que cayó pesadamente sobre su vientre. El condón brillaba por el lubricante.

Nos besamos frenéticamente de lengua y nos decíamos cositas dulces. Mi mano atrapó "al invasor" y lo masturbé para mantenerlo erecto –cosa inútil dada su calentura-

Me acomodé de espaldas. Levanté mi pierna derecha bien en alto y sacando el culo hacia atrás, se lo ofrecí plenamente. No tardó en ubicar su pija. Reculé y percibí como se colaba con facilidad dentro de mi culo. Así, ambos de costado, el ritmo de la culeada fue en aumento. ¡Me ardía el culo como si un hierro candente estuviera ingresando!

Charlie no paraba en su coito y estando yo tan dilatado, la pijota se había adueñado de mi culo. La enterraba totalmente haciéndome jadear y suspirar a un mismo tiempo.

Con la pija metida hasta lo pelos, rotaba su pubis contra mi culo y adentro percibía como la pija respondía perfectamente a esos movimientos lo que me deliraba y le pedía más y más

Charlie no me lo negaba y me culeaba como los dioses –si es que los dioses culean-. Tenía dolor, pero nada podía suplir a la satisfacción que ese pibe pijudo me producía.

Gritó, se convulsionó, dio un soberano pijazo que me hizo gritar de dolor y en medio de jadeos, gemidos y movimientos violentos me acabó. Se quedó quieto y como adormecido. Suavemente retiré mi culo, le quité el condón. Se puso boca arriba e inclinándome sobre él, lamí con la punta de la lengua todo su tronco y abarqué con los labios el glande que lucía enrojecido por el esfuerzo, y sin más lo succioné hasta quitar todo resto de semen. "Ahhh…. Basta…basta… me duele" –decía-

Pero no me iba a privar de una preferencia mía, que es chupar una pija recién deslechada, y más ésta que seguía casi erecta. Pese a sus ruegos no dejé de lamerlo mientras me masturbaba. Apreció eso y acomodando su cuerpo, me chupó la pija hasta que mis chorros le inundaron el rostro. Me convulsionaba casi sobre su cara. Alcancé a verle parte del rostro salpicado y en especial sus labios superiores que mostraban la mayor parte de mi esperma recién derramada. No se privó ni molestó de ello y poniendo sus labios en "o" succionó el glande para beber el semen. Me contorsionaba del inmenso placer que este muchachito me provocaba. Cuando concluyó su faena oral, me tendí a su lado y abrazándome fuertemente nos unimos en un cálido beso, donde las lenguas se lamían una a la otra.

Cigarrillo, mimos y besitos de por medio, transcurrió un cuarto de hora en que nos repusimos. "Sos formidable culeando, pero mas espectacular es que lograste lo que nadie: comértele entera", fueron sus palabras que refrendó con otro beso de novela.

Cuando nos despedimos quedó sellada la promesa de un futuro encuentro. Mientras regresaba a casa, percibía aún el ardor anal y el ardor lacerante en el interior. Si digo que me dolió, miento. ¡Sí que gocé!, como nunca antes lo había hecho.

Me parece hoy –varios meses después- que las siguientes pijas (todas muy sabrosas y gozosas), entran con tanta facilidad y naturalidad que lucen como juguetes infantiles. Con semejante molde, ¡Todo es factible!