Las putitas de enfrente

Después de probar a mi roommate, decidimos visitar a las vecinas de enfrente.

Las putitas de enfrente

Ayer, cuando tocamos el timbre de las putitas de enfrente, Eduardo y yo, no teníamos demasiadas ganas de nada. Después de la cogida que le metí, lo único que quería era estar sentado y que Raquel o Sofía me la chuparan, mientras veía una película porno.

Abrió Raquel. Cuando me vio se echó para atrás. Ya otras veces he llegado con amigos para cogernóslas sin previo aviso. Entré. Sofía estaba en la cocina lavando trastes. Nos sentamos en la sala y prendí la tele. Sofía llegó de la cocina.

Eduardo se sentó en el sillón de al lado. Tuve que pararme para buscar alguna película en el mueble donde las guardan. La metí en la video y le puse play. Volví a sentarme. Raquel se sentó junto a Eduardo y Sofía conmigo.

Estuvimos así, sin hacer nada como veine minutos. Me fastidié. Le metí la mano en la blusa a Sofía, para que se calentara. Respondió muy bien y se abrió la blusa por el frente. Me ofreció sus pechos erectos, jóvenes, puntiagudos. Chupé sus pezones y le dí mordiscos. Empezó a gemir.

Eduardo ya tenía a Raquel en pelotas, le había quitado su ombligera y los jeans. Yo hice lo mismo con Sofía, le bajé los pantalones y la obligé a hincarse frente a mi. Saqué un cigarro de mi camisa y lo prendí. Ella abrió mi pantalón y me acarició la verga. Seguí viendo la película. La mujer que salía era abogada de una firma muy exitosa, pero tenía que venderla al malo de la película. Tenía las tetas más operadas que he visto en mucho tiempo.

Raquel se ensartó en el palo de Eduardo, ella encaramada arriba de él. Sofía se metió el mio en la boca y empezó a mamarlo. Le dije que lo chupara bien, porque se lo iba a meter por detrás. Raquel soltaba gemidos chiquitos, mientras Eduardo la obligaba a clavarse más profundo. No sé por qué lo hice, pero le solté una cachetada a Sofía. Me pendejeo, pero siguió mamando. Lo hacía muy bien, lo mejor es que no cobraban, las muy putas.

Cuando ya me había lubricado bien, le dije que me las diera. Ella, ni tardó siquiera en ofrecerme las nalgas. Paraditas, las tiene la cabrona. Sin pararme la ensarté. Ella en el piso, yo en el sillón. Le dolió. Yo la tenía bien parada. En la película, el mensajero se tiraba a la abogada.

Eduardo se estaba comiendo la pucha de Raquel. Yo le ponía duro con Sofía. Cuando estaba a punto de llegar, le dije que se volteara, quería llegar en su boca. La abrió bien grande y se la dejé ir hasta adentro. Se arqueó, pero se la tragó toda. Dejé salir mi leche y la putita se la tragó obediente.

Estaba muy cansado. En algún momento me quedé dormido, cuando desperté, Sofía y Raquel le estaban mamando la verga a Eduardo. Me volvía excitar. Raquel estaba en el suelo, de perrito y Sofía estaba recostada en el sillón, del lado derecho de mi roommate.

Se la metí sin avisar y soltó un grito de dolor delirante. Seguí penetrándola. Le sangró un poco el culo, pero fue más rico que cogerme a Sofía. Eduardo y yo terminamos al mismo tiempo, el en su boca y yo en su culo.

Nos quedamos a comer

Ken