Las puterias de Matilde (5)
Sigo con mis puterias en mi larga vida que he pasado complaciendo a los hombres.
LAS PUTERIAS DE MATILDE (5)
Continuo con mi relato en lo que me había quedado en el anterior.
Salí de casa de mi padrastro en buenas relaciones, sin discusiones y sin enojos aunque siento que el si se molestó un poco porque no quería dejarme ir pues supongo que ya se había acostumbrado a tener a sus dos putas a su disposición, y como condición para dejarme ir me hizo prometerle que iría yo de vez en cuando a su casa para que me cogiera, y también que iría yo a consolar su verga cuando mi mama estuviera de viaje, o sea que de una o de otra forma me seguiría cogiendo, y yo lo acepte, y lo cumplí, y durante varios años después me siguió parchando de vez en vez porque siendo honesta yo también extrañaba su vergota y las tremendas mamadas y cogidas que me ponía, inclusive extrañaba que se durmiera encima de mí para que le arrullara la verga con mis nalguitas.
Y claro que para esto o sea para poder salirme de mi casa, ya tenía yo mi plan de donde me iría, me iría a la casa del maestro Luis, un profesor de matemáticas de la secundaria ya bastante anciano que siempre me miraba con ojos de borrego a medio morir y que ya me había requerido discretamente un par de veces para que le diera yo las nalgas pues el sabia que otros profesores y alumnos ya me habían cogido, pero yo me había negado siempre aunque me daba lástima el pobrecito profesor pues se notaba que si estaba muy enamorado de mi y de mi cuerpecito. Yo sabía que él vivía solo, así que un día lo busqué, le lloré y le hice el cuento de que me tenía yo que salir de mi casa porque mi padrastro quería abusar de mí y que no tenía yo a donde ir y estaba yo muy asustada porque no sabía qué hacer, y sucedió lo que yo había previsto, el profesor se puso muy tierno conmigo, me consoló y me ofreció su casa para quedarme durante todo el tiempo que yo quisiera mientras encontraba a donde irme, y claro que para disimular un poco me puse un tanto digna y le dije:
- Pero profesor, como voy a vivir con usted si usted es soltero, yo soy una muchacha decente y eso no se vería muy bien, que dirían mis amigos y que dirían sus conocidos y sus parientes.
- Que digan misa me contesto- pero no pienses mal Matildita, antes que nada yo soy un caballero, yo no te haría nada que tu no quisieras, vivirías conmigo pero como mi hija, yo te cuidaría muy bien y además seria solo temporal, piénsalo bien y veras que es lo mejor para ti para que salgas de la casa de tu odioso padrastro y estés bien mientras piensas y decides a donde te vas a ir.
Yo hice como que lo pensaba muy detenidamente por unos minutos y al final le dije:
- Está bien profesor, le agradezco mucho que me ofrezca su casa y acepto irme con usted por un tiempo, pero viviremos solo como amigos ¿está bien?
- Si Matildita no te preocupes, veras que en mi casa vas a estar bien.
Y me fui a vivir con él, la casa no era muy grande pero si muy bonita y amueblada con buen gusto y hasta con algo de lujo. Tenía dos recamaras, así que el profesor me dejo una recamara para mi sola y me sentía muy a gusto. Pasaron los días y el profesor solo se contentaba con mirarme, a veces con ojos dulces pero cuando él pensaba que no lo veía yo, me miraba con ojos de deseo y de lujuria y claro que eso me gustaba, pero nada que se me aventaba el viejito pendejo. Yo usaba falditas cortas y blusas que dejaran ver una buena porción de mis chiches tratando de que el anciano profesor me dijera algo o intentara tocarme o cualquier cosa, pero nada, así que decidí tomar yo la iniciativa pues si no le daba yo algo a cambio de lo que él me daba, era probable que se aburriera pronto de mi y decidiera pedirme que me marchara de su casa y la verdad es que estaba yo muy a gusto viviendo ahí pues ya no iba yo a la escuela y no tenia que preocuparme por dinero pues el profesor me daba todo, el trabajaba por las mañanas y yo descansaba hasta que el regresaba y luego platicábamos, comíamos o salíamos a dar la vuelta por ahí.
Entonces comencé a usar en casa una batita casi transparente que apenas me llegaba a media nalga y buenos tacos de ojo que se echaba el viejo pero seguía sin aventarse, incluso algunas veces usaba la bata sin nada debajo y ni así hacia nada. Total que un día me decidí, me puse mi batita sin calzones y sin sostén y cuando llego el profesor, yo caminaba por la sala cojeando un poco y me senté en el sillón y él me pregunto.
- ¿Te pasa algo nenita, porque cojeas así?
- Nada grave profesor le conteste- es solo que me torcí un tobillo y me está doliendo un poco.
- ¿No quieres que te lo revise o que te lo sobe para que se te pase un poco el dolor?
- Es que me da pena profesor le conteste haciéndome la modosita.
- Que no te de pena nenita, además yo creo que no debes quedarte así pues puede ser algo grave me dijo mientras se sentaba en el sillón.
- Está bien profesor, pero solo porque de verdad me duele.
Y diciendo esto subí mi pie derecho y lo puse en su regazo, el me lo toco suavemente como con miedo de lastimarme, me lo empezó a palpar desde el tobillo hasta la planta preguntando dónde me dolía, yo le decía donde y él seguía sobándomelo y mientras yo tenía mis piernas abiertas y el tenía enfrente todo el espectáculo de mi panochita totalmente al natural y él me miraba de reojo como con pena de que lo fuera yo a notar y yo entonces para darle más libertad me recosté por completo en el sillón y eche mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos mientras abría aun mas mis piernas y entonces si el pudo admirar mi rajadita totalmente a su gusto y sin dejar de sobar mi piecito. Y así se estuvo por un rato, inclusive subí mi otro pie para que me sobara los dos y él lo hizo, así que decidí lanzarme a fondo, me levante y me senté en sus piernas diciéndole mientras lo abrazaba y le pasaba una de mis manos por su arrugada cara:
- Es usted muy bueno conmigo profesor pues me da todo y no me pide nada.
- Tú te lo mereces todo nenita me contesto sin saber qué hacer ni dónde poner sus manos.
- Eso no lo sé, pero la verdad es que yo quisiera poder corresponderle de alguna forma, dígame que puedo hacer por usted y diciendo esto me empecé a abrir el frente de la bata.
- No nenita
- ¿No le gustaría tocarme las tetas profesor? lo interrumpí y tomando una de sus manos la puse sobre mis chiches que para ese entonces ya estaban de muy buen tamaño, bien hechecitas y firmes.
El profesor me empezó a manosear las chiches, primero suavemente como con temor y luego ya de forma más decidida y caliente, yo lo deje que me manoseara por unos minutos, luego me abrí la bata por completo y prácticamente quede encuerada sobre sus piernas, tome su mano y la dirigí a mi panochita a la vez que abría las piernas y el al igual que hizo con mis tetas, me acarició mi panochita primero de manera muy delicada y luego mas febrilmente.
Después de un rato y sin decir nada le quite su mano de mi verijita, me levante de sus piernas, me senté en el sillón, lo jale para que se hincara frente a mí y tomando su cabeza con las dos manos la dirigí a mi panocha totalmente abierta para él y de inmediato se pego a ella chupándomela y lamiéndomela, no lo hacía muy bien pues se notaba que le faltaba experiencia a pesar de su edad, pero por lo menos lo hacía con mucho empeño y con mucho cariñito y amor. Y en esos momentos me di cuenta que lo tenía comiendo de mi mano, que de ahí en adelante y por el tiempo que yo quisiera él iba a hacer cualquier cosa que a mí se me ocurriera y que lo podía manejar como a mí se me diera la gana.
Lo dejé que me siguiera comiéndo mi panochita el tiempo que él quisiera, pero después de casi dos horas yo ya estaba cansada y ni siquiera me había calentado bastante, supongo que porque ya estaba yo acostumbrada a las tremendas mamadas de verija que me ponía mi padrastro y que me hacían venirme en más de una ocasión con una sola mamada, en fin que decidí fingir que tenía un orgasmo y luego le separe la cara de en medio de mis piernas diciéndole:
- Ya profesor por favor, ya me calentó usted mucho y me hizo tener un gran orgasmo.
- Ay nenita me contesto- eres una muchachita encantadora y tienes la panochita más hermosa y más sabrosa que he probado en mi vida y me pasaría todo el día chupándotela nenita.
Qué bueno que le haya gustado profesor, y todavía le falta probar mi culito que esta igual de rico.
¿Si nenita, si me vas a permitir que te chupe tu culito?
- Claro que si profesor pero será en otra ocasión porque ahora me dejo usted muy cansada.
- Si nenita, como tú quieras, pero -se quedo pensando un instante como buscando valor para atreverse a decirme algo, y se atrevió- te pido por favor que cuando menos me dejes darte un besito en tu hoyito trasero ¿si nenita?
- Está bien profesor le dije poniendo cara como de fastidio y alzando las piernas para que quedara a su vista mi culo pues él seguía hincado entre mis piernas- pero solamente un besito y ya.
- Si nenita, solamente un besito, lo prometo.
Y diciendo esto, acerco su cara a mis nalguitas, las abrió un poco con las manos y pego su boca en mi culo como una lapa, parecía querer comérselo, cumplió su palabra y le dio un solo beso, pero fue un beso que duro como cinco minutos.
Lo separe de mi culo y le dije que estaba yo muy cansada y me fui a dormir. Ya lo tenía donde yo quería y ya vería después como irle administrando mis caricias de manera que siguiera enculado de mí y me consintiera en todo.
Al otro día que era viernes y antes de que él se fuera a trabajar le comunique que ese fin de semana iría a visitar a mi mama y él lo acepto a regañadientes pues yo ya le había dicho con anterioridad que de vez en cuando me iría a ver a mi mama y también que de vez en cuando la acompañaría a sus viajes de trabajo, así que a el no le quedo otra que aceptarlo, lo que pasaba era que el ya se había hecho la ilusión de pasar ese fin de semana conmigo quizás chupándome mi culo y mi panochita, y no se le hizo, pero yo ya me ocuparía de que esa noche se deleitara un poco conmigo para dejarlo tranquilo y con muchas ganas de que yo regresara.
Por la tarde cuando llego el profesor, yo estaba tirada boca abajo en el sillón haciéndome la dormida incluso después de que él me llamo por mi nombre yo segui haciéndome la dormida, vestida solamente con mi batita que estaba tan corta que mis nalguitas quedaban al aire. Después de llamarme y convencerse de que estaba yo dormida, sentí como se acerco con precaución, se hincó en el suelo y con una mano comenzó a tocar suavemente mis promontorios traseros, después de algunos minutos se volvió más audaz y utilizó las dos manos, yo lo deje que siguiera por un rato pues lo hacía con tanta suavidad y delicadeza que yo me encontraba a gusto sintiendo sus manos sobarme las nalgas con tanto cariño, aunque después de un rato ya tuve que hacer como que me despertaba y mirándolo hincado en el suelo a la altura de mis nalgas, de inmediato retiro sus manos y yo poniendo cara de sorpresa le pregunté:
- ¿Qué está usted haciendo ahí profesor, me está usted manoseando?
- No nenita -me contesto todo turbado- es decir si perdóname por favor nenita pero es que llegue y te vi ahí dormidita tan inocente y mostrando tus nalguitas que no pude contenerme las ganas de tocártelas, ¿me perdonas nenita?
- Si profesor le dije yo, divertida por ver como se había apenado al sentirse sorprendido- lo perdono porque es usted muy bueno conmigo, si quiere puede seguir sobándome mis nalguitas.
- ¿Si nenita, si me das permiso? y sin esperar mi respuesta comenzó a sobarme mi traserito con las dos manos.
- Si profesor, si le doy permiso, y si quiere también puede besármelas.
Y no esperó a que se lo dijera dos veces y de inmediato acerco su cara a mi trasero para besarme las nalgas con verdadera devoción, y así estuvimos por un rato mas hasta que con la voz un poco ronca por la emoción o por la calentura que ya tenía, me pregunto:
- ¿Nenita, no me permites besarte tu culito, si, por favor?
Ay profesor le conteste- pero que gusto le puede usted encontrar a besarme el culo, pues supongo que ha de saber muy feo.
Te equivocas nenita, sabe riquísimo y me gusta mucho, recuerda que el otro día lo probé y en verdad es la gloria.
- Está bien profesor, si usted quiere hacerlo pues en realidad a mi no me cuesta nada complacerlo pero -me quede pensando por un momento lo que le iba a decir y no me aguante la tentación de hacerlo solo para ver qué cara ponía el profesor- y si cuando me este usted chupando el culo se me sale un pedito.
- Me harías muy feliz con eso nenita, si tienes ganas de echarte un pedito déjalo que salga con confianza y yo lo voy a saborear muy rico.
- Ay profesor que cosas dice usted le conteste afirmando en mi mente que ya lo tenía yo en donde lo quería tener y acomodándome un cojín del sillón debajo de mi ingle para que se levantaran mis nalguitas me dispuse de dejar que el profesor gozara con mi culito.
Y vaya que lo hizo, pero ni con mucho tenia la experiencia y la habilidad que tenía mi padrastro para lamerme el culo y calentarme y sacar a relucir toda la calentura y la lujuria que guardaba yo en mi mente y en mi cuerpo, pero bueno, me servía para relajarme y prepararme para cuando llegara la hora de ver al indio de la gran verga y gozar de verdad del sexo.
El siguiente sábado temprano salí de la casa del profesor diciéndole que me quedaría yo en casa de mi mama todo el fin de semana y que regresaría el lunes o martes y el me dejo ir confiado sin saber a lo iba yo en verdad.
Como a eso de las once de la mañana llegue a casa de mi padrastro, me había venido casi corriendo por las ansias de volver a ver y probar la vergota del indio, entre en la casa (tenía yo llave) y me dirigí a su recamara rápidamente mientras comenzaba yo a encuerarme y resulto que no estaban ni el indio ni mi mama, no había nadie en casa. Me fui a mí recamara para desnudarme tranquilamente mientras él o mi mama llegaban, ya estaba encuerada y poniéndome guapa ante el tocador cuando sentí que abrían la puerta de la recamara y era mi padrastro, no lo había yo escuchado entrar a la casa y me sobresalte por un momento y el al verme me dijo:
- Qué bueno que ya estas encuerada putita porque vengo bien caliente, empínate de inmediato sobre la cama me dijo mi padrastro mientras se sacaba su enorme verga de la bragueta.
Yo obedecí rápidamente y me empine sobre la cama parando mis nalguitas y casi instantáneamente sentí la vergota del indio entrar en mi panochita que estaba casi sin lubricar y con esto me lastimo el tremendo pitote de mi padrastro y me hizo gritar y al escucharme, el indio me dijo:
- Grita putita, porque debo suponer que estas gritando de gusto y no de dolor, ¿es así putita?
- Claro que si papito, estoy gritando por el placer que me causa su vergota le conteste aunque la verdad era que gritaba yo por el dolor pero a pesar de este, yo misma me empujaba hacia atrás para que me entrara completa la macana de mi padrastro en mi tierna panochita.
Después de unos minutos me saco la verga de mi panocha y me la metió en mi culito haciéndome gritar nuevamente por el dolor pero a la vez le gritaba que me la clavara hasta el fondo, que no tuviera piedad de su putita, y lo hizo, me la metió hasta que sus huevotes chocaron con mis nalgas haciéndome experimentar un orgasmo que mucha falta me hacía, y el no tardo mucho en venirse abundantemente en mi intestino, todavía me la dejo unos momentos dentro y luego la sacó y yo rápidamente me acomode para limpiársela con la lengua sin importar lo sucia que estuviera por acabar de salir de mi anito, se la deje reluciente de limpia. Luego me ordeno que me aseara y me dijo que me esperaba en la sala y cuando llegue con él, ya se encontraba encuerado y sentado sobre el sofá, yo de inmediato me puse a besarlo con fervor y con devoción pero a la vez con lujuria y con deseo, en la boca y en la cara y a pasar mis labios y mi lengua por todo su cuerpo poniendo especial atención en su verga, en sus huevos, en su culo y en sus pies, porque yo sabía que esas son las partes que más le gustaba que yo le besara, estaba yo verdaderamente caliente y poseída por la lujuria y el deseo de que el indio volviera a poseerme a su antojo, el orgasmo gozado unos momentos antes había sido del todo insuficiente para calmar mis ansias y quería yo aprovechar todo momento que tuviera yo al indio y a su gran verga a mi alcance para desahogar mi calentura que en esos momentos me consumía.
Después de besarle y lamerle todo el cuerpo y también de pasarle mis tetas por toda su piel como él me ordenó, me concentre en su vergota y en sus huevotes, esa vergota tan grande, tan dura, tan negra, tan llena de venas que resaltaban como si fueran a explotar, y en cuanto el alzo sus piernas me lance a chuparle el culo como si me lo quisiera yo comer, lo besaba, lo lamia, lo mordía, se lo abría con mis dedos tratando de meter mi lengua lo más adentro que se pudiera, estaba yo tan llena de lujuria en esos momentos que si el indio se hubiera cagado al estarle yo besando el culo, sin duda alguna que yo me hubiera comido sus caca sin despegar mi boca de su culo y sin hacer ningún gesto, y en esto estaba cuando llego mi mama, lo primero que hizo fue darle un beso en la verga al indio y enseguida se comenzó a encuerar y entonces el indio le preguntó:
- ¿Me trajiste las cervezas puta?
- Ay mi amo perdóname, se me olvidaron pero no te preocupes, en este mismo momento voy por ellas le contesto mi mama.
- Que se me olvidaron ni que la chingada y nada de que vas por ellas dijo el indio a la vez que le hacia una seña a mi mama con la mano para que se hincara entre sus piernas- que vaya la putita, a ver tu putita ve a la tienda a traerme un par de cervezas, ponte un vestidito corto encima pero no te pongas nada debajo y ve rápido.
- Pero se me va a notar que ando encuerada debajo del vestido papito le dije al indio separándome por un momento del culo de hombre que estaba yo chupando con verdadero placer.
- Claro que se te va a notar pendeja, por eso quiero que vayas así.
Y claro que tuve que obedecer pero mientras iba por mi vestido vi que mi mama se hincaba entre las piernas del indio y cerraba los ojos y este le soltaba una fuerte bofetada que hizo que mi mama se cayera en la alfombra y de inmediato se levanto para recibir la segunda y quien sabe cuántas mas. Yo salí a la tienda que está en la esquina de la casa y como era medio día todos los hombres que se cruzaron conmigo se me quedaban viendo y hasta la baba se les caía pues se notaba a simple vista que no traía yo nada debajo del corto vestidito y los hombres que estaban en la tienda lo mismo y el tendero lo mismo y yo me sorprendí pues había pensado que me iba a dar pena pero la realidad fue que me gusto y me calentó ver como los hombres me veían con cara de lujuria y hasta hubo uno que al salir de la tienda alargo su mano y me alcanzo a rozar una nalga, y yo me calenté mas pensando en que quizás a todos esos hombres que me habían admirado se les hubiera parado la verga con solo verme y eso hizo que hasta se me humedeciera mas mi panochita y hasta miedo me dio entonces de que se me fueran a escurrir los jugos vaginales por las piernas y entonces si me daría pena sobre todo con las mujeres que me vieran.
Y desde entonces me quedo el gusto por exhibirme ante los hombres y este gusto se reafirmo con el tiempo hasta llegar al máximo cuando algunos años después a unos cabrones policías que me anduvieron cogiendo por un tiempo, les gustaba llevarme a un tugurio privado allá por la salida a Querétaro en donde me tenían encuerada delante de todos durante todo el tiempo que estábamos ahí, les bailaba encuerada, les mamaba la verga y me sentaba en su pito clavándomelo en donde ellos me ordenaban, aunque esto en realidad no me daba demasiada pena porque no era yo la única putita que estaba encuerada en ese lugar, pero la cuestión es que cuando salíamos de ahí en la madrugada me hacían salir totalmente encuerada y caminar así por la calle las dos o tres cuadras que nos separaban del coche y aunque era de noche no faltaba que nos cruzáramos con algunos hombres trasnochadores que se sorprendían de verme en pelotas caminando tranquilamente al lado de unos cabrones y yo iba riéndome y muy quitada de la pena, un poco porque me gustaba exhibirme y otro poco porque ya andaba yo medio tomada, y antes de subirnos al coche todavía me empinaban y alguno me clavaba la verga por detrás mientras yo se la mamaba a otro cabron. En fin, quizás otro día les platique sobre estos tipos a los que les tuve que dar las nalgas por un tiempo obligada por las circunstancias y como me ha sucedido en otras ocasiones termino gustándome todo lo que me hacían.
En fin que compre las cervezas y regrese a la casa y entrando me quite el vestido de inmediato y entonces vi a mi mama que estaba acostada boca arriba en la alfombra a un lado del sillón y al indio sentado en el mismo y con uno de sus pies desnudos sobre la cara de mi mama y el otro sobre sus tetas, seguramente era el castigo que el indio le ponía por el olvido de mi mama aunque viendo a mi madre como gozaba con los pies del indio pues eso no parecía castigo, más bien parecía un premio pues mi mama besaba y lamia el pie del indio con verdadera devoción le pasaba la lengua por todo el pie con adoración y se metía los dedos a la boca como si quisiera comérselos todos, y el otro pie del indio ella misma se lo restregaba en sus tetas aplastándolas con el pie y poniendo sus pezones entre los dedos, en fin, mi mama nunca me lo dijo abiertamente pero por sus actitudes, yo siempre pensé que ella cometía algunos errores o equivocaciones con el indio a propósito para que el la castigara, creo que a ella le gustaba mucho que le pegara y que la humillara de cualquier forma.
Le di una cerveza al indio y siguiendo sus instrucciones me senté en sus piernas de frente a él y me metí su vergota en mi panochita comenzando a moverme y a besarlo en la cara y en la boca con toda la pasión de la que era yo capaz, el indio se termino su cerveza y dijo que estaba cansado (quien sabe de que si no trabajaba ni hacia nada que precisara algún esfuerzo físico, lo único físico que hacía era cogernos a mi mama y a mi) y que quería dormir un rato, me bajo de su verga y se acostó en el sillón boca arriba yo me monte de nuevo en su pito y recostándome en el, me quede ahí pero sin moverme para no molestarlo y solamente me dedicaba a lamerle sus labios que era una de las formas en que a él le gustaba dormir mientras yo le pasaba mi lengua por los labios y claro que mientras tanto mi mama seguía atendiendo sus pies con su cara y su boca.
El indio no era muy dado a la bebida y solo muy de vez en cuando se le llegaban a pasar las copas, pero cuando esto sucedía a mi mama y a mí nos gustaba porque el tipo se ponía exageradamente caliente y nos daba unas cogidas verdaderamente tremendas, andando tomado aguantaba mucho más de lo normal, si de por si era muy cogelon, con sus copas se convertía en un macho totalmente insaciable, fácilmente se podía pasar toda la noche y hasta bien entrada la mañana cogiéndonos a las dos por todos lados, aguantaba muchísimo, se podía venir por ejemplo en el culo de mi mama y mas tardaba en sacarle la verga en que ya me la estaba metiendo en mi culito, no nos dejaba descansar ni por un momento y claro que esto nos dejaba muy satisfechas a las dos.
No crean que era sencillo estar ensartada en la verga del indio sin poder moverme y solamente lamiéndole los labios, pues yo estaba caliente y deseosa de sentirme bombeada en mi panochita, pero yo tenía que aguantarme las ganas de moverme sobre su verga pues si lo hacía seguramente que él lo notaria y me castigaría además de pegarme. Pero afortunadamente esto no duro mucho, el indio se despertó y comenzó a bombearme con su gran verga y claro que yo de inmediato me empecé a mover y a besarlo apasionadamente en la boca y en la cara y en el cuello hasta que sentí que él se venía y yo me monte en la verga lo mas que pude para clavármela hasta el fondo y disfrutar de su venida al mismo tiempo que yo tenía un gran y escandaloso orgasmo.
Al terminar quede casi desfallecida recostada sobre su pecho hasta que sentí un fuerte pellizco en uno de mis pezones lo cual era la señal de que tenía yo que cumplir con mis obligaciones, así que de inmediato me levante y procedí a limpiar con la lengua y con los labios esa rica vergota que tanto placer me había proporcionado.
Después el indio quiso descansar un rato y se sentó en el sillón para ver la tele mientras yo me ponía a gatas para que el pusiera sus pies en mi espalda y descansara a gusto mientras mi mama seguía besándoselos y lamiéndoselos.
En fin que con esto doy por terminado mis relatos con mi padrastro pues ya me alargue mucho con él, así que de ahora en adelante hablare de otras cosas y ya solo lo mencionare a él ocasionalmente pues no puedo ignorarlo por completo pues después de todo el fue parte importante de mi vida sexual de jovencita.
Ahora comenzare a platicarles de una época de mi vida que aunque solo duro unos cuantos meses, fue muy intensa sexualmente pues tuve muchísimas relaciones con varios hombres y ya no era yo una jovencita, asi que las goce plenamente. Fue con unos tipos que eran policías.
Cuando sucedió esto yo tenía 34 años de edad y modestia aparte, la verdad es que estaba yo muy buenota, mis nalgas eran todavía firmes y paraditas y mis tetas aunque ya no eran tan firmes si estaban de buen tamaño, de buen ver y de mejor tocar, era yo delgada y mis piernas eran impecablemente hermosas, y lo mejor de todo era mi cara de puta lujuriosa e insaciable que parecía invitar a los hombres a que me metieran la verga, y claro que tenía yo muchísimos tipos calientes detrás de mí que tenían la sana y decidida intención de meterme la verga por donde pudieran o por donde yo me dejara y claro que había muchos con los que si me dejaba y le daba yo vuelo a la nalga con singular alegría.
En ese entonces mi esposo tenía una hermana que era apenas unos cuantos años mayor que yo pero por la vida que había llevado (alcohol y drogas) ya estaba bastante avejentada y aparentaba unos 20 años más de los que en realidad tenia. Esta mujer a la que llamaremos Alicia (que no es su nombre real,) en esos tiempos se dedicaba a la venta de droga al menudeo y de ahí sacaba para vivir y para sus vicios. Su hermano o sea mi esposo la quería mucho y siempre la había ayudado en todo lo que había podido pero en lo tocante al consumo de droga Alicia no se dejaba ayudar, y resultaba que siempre en cuanto tenía cualquier problema acudía a su hermano y mi esposo siempre le daba la mano en ocasiones aun en contra de mi voluntad.
Y paso que un día unos policías judiciales la agarraron con las manos en la masa o sea vendiendo droga y se la iban a llevar al ministerio público, ella les lloró, les rogó que no se la llevaran y ellos estaban inflexibles, pero sabemos cómo son los policías, así que primero se la llevaron a un lugar despoblado para ver si le podían sacar algo, eran tres policías y llegando la bajaron de la patrulla y le dijeron:
- Estas jodida vieja, así que dinos cuanto es lo que tienes o puedes conseguir para ver si podemos hacer algo por ti.
- No tengo nada de dinero jefe les contesto ella- les juro que estoy bien bruja.
Bueno, si no tienes pues podrás conseguirlo.
No tengo a quien acudir, de verdad, pero deme algo de tiempo y les juntare alguna cantidad.
- Ni madres, -le contestaron riéndose- no podemos darte ningún tiempo, si puedes conseguir algo tiene que ser hoy mismo.
- De verdad jefe, no puedo conseguir nada para hoy, pero si ustedes quieren puedo darles las nalgas y chuparles la verga todas las veces que quieran a los tres.
- Estas muy vieja para eso le contestaron los policías- y la verdad es que no nos gustas nada.
- No estoy tan vieja jefe y hago muy buenos trabajos, déjeme que se lo demuestre por favor.
- No nos interesa lo que queremos es dinero o en su defecto algo de valor y la verdad es que tus nalgas no creo que tengan ningún valor.
- Si tienen valor jefecito, déjeme probárselo.
- Definitivamente que no pero con ver nada se pierde le contesto uno de ellos y enseguida le ordeno- a ver, quítate la ropa vieja, queremos verte encuerada.
Mi cuñada se encuero rápidamente y la verdad es que estaba como para llorar, estaba gorda y con toda la piel colgándole, las chiches le llegaban a la cintura, y al ver ella el desagrado en sus rostros, de inmediato se hinco ante uno de ellos intentando abrirle la bragueta para sacarle la verga y el rápidamente se hizo a un lado ordenándole:
- Ya ponte la ropa vieja asquerosa, vamos a llevarte a la delegación, ya no nos hagas perder el tiempo.
Alicia se vistió mientras lloraba y les seguía rogando para que no se la llevaran, y en eso la infeliz tuvo la estúpida ocurrencia de ofrecerme a mí como mercancía para que no la remitieran y les dijo:
- Espérese tantito jefe, tengo una cuñada que es menor que yo y que tiene muy buen cuerpo y le encanta la verga, puedo convencerla para que se deje coger por ustedes.
- No te creo, creo que solo estas tratando de engañarnos para que te dejemos ir, a ver, dime como se llama tu cuñada.
- Se llama Matilde y vive en el mismo barrio que yo muy cerca de los baños.
Y entonces uno de los policías que casualmente me conocía solo de vista y de nombre, le dijo al jefe:
- Creo que si es verdad jefe, si es la misma Matilde que yo conozco entonces sí que esta buena la vieja y puede servirnos.
Con esto el jefe aceptó y después de darle las condiciones que tendría yo que aceptar para que la dejaran libre, le advirtió que si trataba de huir la buscarían y la matarían, y ella sabía que eso era estrictamente en serio y que si lo cumplirían. Se subieron a la patrulla de nuevo y la fueron a dejar cerca del barrio donde vivíamos diciéndole que para esa misma noche esperaban su respuesta y la mercancía (o sea mi cuerpo) para probarla.
Me siguen llegando muchísimos correos y por cuestión de tiempo no es posible contestarles a todos, así que les pido que me disculpen todos aquellos que no he podido responderles.
Continuara