Las puterias de Matilde (2)

Sigo relatando mis puterias, en esta ocasion son con mi padrastro (con fotos)

LAS PUTERIAS DE MATILDE (2)

Me ha dado mucho gusto ver que mi anterior relato le gustó a mucha gente pues me han llegado muchísimos correos de muchos hombres que me dicen que mi relato los calentó y algunos hasta se hicieron una chaqueta mientras lo leían, a mi me hubiera gustado hacérselas yo misma pero eso es imposible, así que solamente les mandare a todos muchos besitos en sus vergas, y por favor disculpen si no les contesto a todos pero es que son demasiados correos, y en verdad yo nunca me imagine que me fueran a escribir tantos hombres diciéndome que les gustan mis nalgas, me gusta mucho que los hombres me digan que les gustan mis nalgas y mi culito, aunque también me gustaría que me escribieran algunas mujeres aunque sea solo para que me den su opinión sobre mis aventuras sexuales, pues debo decirles que yo soy bisexual y aunque en general me gustan más los hombres, la verdad es que también he tenido algunos quereres con mujeres, para empezar con mi madre con quien tuve relaciones en los tiempos en que mi padrastro nos cogía a las dos y también nos hacía que nos acariciáramos, nos besáramos y nos chupáramos mutuamente, en fin, que me da gusto que haya gente que les gusten mis relatos.

Y claro que eso me ha animado para seguir escribiendo sobre mis puterias. Disculpen si no llevo un orden cronológico en estas puterias, pero es que me gusta escribir sobre lo que se me vaya ocurriendo o conforme me vaya acordando, pero si mis relatos les siguen gustando yo les prometo escribir sobre todo lo que me ha pasado en mi ya larga vida de puta pues recuerden que ya no soy una muchachita, soy una mujer de más de cuarenta años bien vividos y bien cogidos. Las fotos que anexo son de diversas etapas de mi vida, las más actuales son donde aparezco con una falda rosa y las que están al final donde estoy en el campo mostrándole mis encantos a uno de mis amantes un día que andábamos de viaje, prometo que pronto enviare algunas de cómo estoy actualmente, ojala que no se desilusionen.

Comienzo con mi relato.

No siempre me ha tocado a mí el papel de dominadora como soy actualmente con mi esposo y con otros hombres, a veces también he sido dominada y bastante fuerte como me paso con mi padrastro y con mi primer esposo, pero todo eso siempre me ha gustado y en su momento lo he disfrutado.

Ahora voy a platicar de cómo me cogió mi padrastro durante un poco más dos años, teniendo yo escasamente quince añitos de edad, pero debo de aclarar que mi padrastro no me violo, el me cogió con mi consentimiento y yo lo hice en primera por curiosidad y en segunda presionada por mi mama y para ayudarle a ella, aunque al final me haya convertido en una viciosa de la vergota de mi padrastro.

Mi mama fue madre soltera y se quedo con dos hijos, mi hermano Alberto que me lleva cuatro años y yo. En esos tiempos de lo que les voy a platicar mi hermano ya no vivía con nosotros pues el muy cabron se molesto cuando mi mama se junto con mi padrastro y se fue de la casa dejándome sola, así que vivíamos solas mi madre y yo cuando yo estaba por cumplir escasamente 15 años o sea que aún era yo una niña, aunque claro que ya estaba muy desarrolladita sobre todo gracias a las muchas cogidas que ya había recibido de mi hermano y de mi tío, aunque esas cogidas habían sido más o menos normales y solamente por mi panochita, pues con mi padrastro aprendí a coger por todos mis hoyitos y de manera más morbosa y sumisa.

Por entonces yo era delgada y ya tenía muy buenas nalgas y mis tetas aunque no estaban como ahora, si estaban ya de buen tamaño y claro que me daba yo cuenta de cómo en la calle la mayoría de los hombres volteaban a verme cuando iba yo caminando vestida con mi cortísima faldita de la escuela, sobre todo los viejos rabo verde que veían mis nalgas y mis pechos con verdadera lujuria y morbo. Mi mama en ese entonces ya estaba cerca de los cuarenta y aunque no era una belleza despampanante, si tenía buen cuerpo para su edad pues no estaba gorda y su piel aun era suave y acariciable.

No éramos ricos aunque tampoco éramos pobres, pues mi mama ganaba muy bien en su trabajo y no pasábamos carencias de ninguna especie, teníamos nuestra casita y hasta teníamos un coche.

Mi madre en esos tiempos conoció a un tipo que era varios años menor que ella y decidió juntarse con él, porque ni siquiera se casaron, su nombre era Ramiro. Era un indio típico de un pueblo de por el rumbo de Toluca, moreno, bastante alto, muy fuerte, ignorante y bruto, pero eso si muy caliente y cogelon, y tenía una de las vergas más largas y gruesas que yo he visto en mi vida y vaya que he visto muchas. A mí desde el principio no me gusto el tipo, era una bestia semianalfabeta aunque muy astuto, y además tenía cara de sátiro, cosa que después comprobé que no solamente tenía la cara sino que era un sátiro. Pero yo era una niña y tenía que obedecer y aceptar las decisiones de mi mama. El tipo era un bueno para nada, no sabía hacer nada y yo nunca supe que trabajara en nada, se pasaba el día de vago en el billar o en la cantina cuando no nos estaba cogiendo a mi mama o a mí, porque el indio este aguantaba bastante y se podía echar varios palos al día.

Total que el indio llego a vivir a la casa, él y mi mama tenían su recamara y yo tenía la mía, así que ellos podían hacer su escándalo cogiendo como locos y yo me encerraba en mi cuarto aunque claro que de todas formas escuchaba casi todo lo que se decían y sobre todo escuchaba los grititos y los gemidos de mi mama. Al principio si eran muy cautelosos para hacer sus cosas pero conforme pasaban las semanas el indio este se descaro y ya le valía madre donde estuvieran, si él tenía ganas de coger simplemente le metía la verga a mi madre sin importar lo que ella estuviera haciendo, si acaso se detenía un poco cuando yo estaba presente. El indio este tenía muy sometida a mi mama, tanto que no parecía su esposa sino su esclava, ella solo hacia lo que él quería y solo vivía para obedecer sus órdenes y cumplirle todos sus caprichos y muy poco tiempo después yo me uní al clan para ser también sometida y esclavizada sexualmente por el indio y cumplirle todos sus caprichos y exigencias sexuales de todas las formas posibles.

Recuerdo la primera vez que los vi cogiendo en el sillón de la sala, en ese sillón en el que tantas veces me habían cogido mi hermano y mi tío y en el que les había yo mamado la verga a los dos en repetidas ocasiones, a veces a uno, a veces al otro y a veces a los dos juntos. Y lo que vi fue un espectáculo verdaderamente impresionante para mí por el sometimiento de mi madre y por la forma como este cabron la trataba y la humillaba sexualmente. Era de noche y curiosa por los gritos de mi mama que provenían de la sala, me asome un poco en la puerta de mi cuarto y los vi, los dos estaban totalmente encuerados, mi mama estaba empinada sobre el sillón con las nalgas bien paradas y el indio detrás de ella metiéndole por el culo algo largo, y como quiera que yo hasta ese momento solo había visto las vergas de medianas proporciones de mi hermano y de mi tío, me quede totalmente asombrada por un lado de que pudiera existir un pito de ese tamaño y de ese grosor y por otro lado de que esa cosa pudiera caber en el hoyito trasero de mi mama, pero tal parece que no solamente le cabía sino que mi mama lo disfrutaba enormemente pues la oí decir:

  • Mas, mas, métemela mas fuerte mi macho, rómpele bien el culo a esta puta, haz con mi culo lo que tú quieras pues es de tu propiedad.
  • ¿Si es mío tu culo puta? –le preguntaba el indio complacido por las palabras de mi madre.
  • Claro que es tuyo mi macho, es tuyo mi culo y puedes usarlo cuando tú quieras y como tú quieras, pues tu eres mi dueño y mi macho vergudo, taládrame bien el culo con tu vergota, haz sufrir a esta puta que solo está para complacerte. –decía mi madre entre grititos y gemidos.

  • Goza la verga puta –decía el indio- pero mueve rico tus nalgas para que mi pito sienta el placer que le da tu culo.

  • Si mi macho, deja que esta puta mueva las nalgas para darle placer a tu preciosa vergota.
  • Ahí te van los mocos de tu macho en tu culo de puta.
  • Si papito échale tus ricos mocos a tu puta en su jodido hoyo trasero.

Y vi como los dos se convulsionaron y mi padrastro en medio de espasmos fuertes y ruidosos se vino en el culo de mi mama. Después el indio le saco la verga de un solo golpe haciendo que mi mama pegara un grito de dolor pues con tamaño pedazo de verga, yo creo que mi madre sintió como si el culo se le volteara al revés. Mi padrastro se sentó en el sillón tranquilamente y habían pasado solo algunos segundos, yo creo que ni medio minuto en que mi mama parecía totalmente desmadejada echada sobre el sillón cuando de repente el indio jalándole los cabellos le dijo:

  • ¿Qué esperas puta para cumplir con tu obligación? Ya sabes que no me gusta estarte recordando lo que tienes que hacer.
  • Si mi amor perdóname -le dijo mi mama enderezándose y acercando su boca a la vergota de mi padrastro y pasándole la lengua por todo el tallo y la cabezota para limpiársela- es que quedé un poco débil por el esfuerzo y por el placer que tu vergota le da a su puta.
  • Que perdóname ni que la chingada, ponte en posición –ordeno mi padrastro.

Entonces mi mama se hinco entre las piernas del indio y cerró los ojos y él le sorrajo una tremenda cachetada que hizo que se cayera al piso, pero ella enseguida se levanto de prisa y se hinco de nuevo volviendo a cerrar los ojos y él le puso otro tremendo cachetadon que la volvió a tumbar y le dejo las mejillas completamente coloradas. Mi madre se levanto del piso y se puso de nuevo a lamer la verga del indio a la vez que le decía:

  • Gracias mi amor, gracias por corregir y castigar a tu puta, eso es lo que me merezco por no cumplir con mis obligaciones pero es que me dejaste tan complacida que no me fijé en nada.
  • Eso a mí me vale madres, ya sabes que tu macho es primero y que la verga de tu macho es lo más importante para ti.
  • Si mi macho, tu vergota es lo primero y lo más importante para esta puta –contesto mi madre sin dejar de lamer el pitote.
  • Bueno, pero que no vuelva a suceder, pues ya sabes que si me enojo te pongo tus madrazos aun mas fuertes.
  • Si mi amor, no volverá a suceder.

Mi mama siguió limpiando el palote y después de unos minutos se siguió con los huevos que también eran bastante grandes, los beso, los lamio, se los metió en la boca uno por uno y luego trato de metérselos los dos juntos pero fue imposible pues eran tan grandes que no le cabían en la boca. En eso vi que el indio alzaba sus piernas sobre el asiento del sillón y las separaba haciendo con esto que su culo quedara a un par de centímetros de la boca de mi mama, y pareció como si esto fuera una señal previamente acordada pues mi mama de inmediato pego su boca al culo del indio y se puso a besarlo y limpiarlo con la lengua, inclusive se lo abrió con los dedos y trato de meterle la lengua lo más adentro que se pudiera, tardándose bastante en esta labor mientras mi padrastro descansaba complacido con el tratamiento que mi mama le daba a su verga, a sus huevos y a su culo.

Después de esto, vi que el indio tronaba los dedos una vez y de nuevo como si fuera una señal, mi mama se separo del culo del indio y fue a situarse a sus pies, tomo uno de ellos le quito el calcetín con la boca y los dientes y comenzó a besárselo y lamérselo metiéndose los dedos del pie del indio en la boca y chupándolos como si fueran unos ricos dulces y después de unos minutos hizo lo mismo con el otro pasándole la lengua por todo el pie y pareciendo como si en verdad lo disfrutara. Debo decir que cuando vi eso a mí me sorprendió y hasta me dio cierto asco pues yo nunca había visto una cosa así y no sabía que se pudiera tener placer besando los pies de un hombre, y claro que en ese momento yo no sabía que muy poco tiempo después yo también estaría besando los pies de mi padrastro.

Y después mi padrastro le dijo a mi madre algo que yo no alcance a entender y le dio una patadita no muy fuerte en la cara, mi mama se levanto de donde estaba y fue a la cocina a traerle una cerveza a mi padrastro y después volvió a hincarse entre sus piernas y tomando su verga la puso entre sus tetas y comenzó a besarla a la vez que le decía:

  • Qué rica vergota de mi macho, que rico ser la puta de esta verga, ¿Qué quieres que haga tu puta, hermosa verga?, ¿quieres que te meta en mi panochita o en mi culito o quieres que te siga besando? ¿quieres venirte en mi boca y que me tome tu lechita? voy a hacer todo lo que tú quieras pues quiero que esta vergota este a gusto con su perra puta.
  • Ya déjate de pendejadas puta –le dijo mi padrastro- y siéntate en la verga y clávatela bien hasta el fondo en tu puta panocha pues quiero sentir como te llega hasta el estomago.
  • Si mi macho.

Y se sentó mi mama en la verga, y pude ver su cara que reflejaba un indescriptible placer y entonces entendí que mi mama no estaba enamorada de mi padrastro sino de su vergota y que ella sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de tener esa verga y gozarla, no importa si para eso ella tenía que ser humillada, insultada, golpeada y utilizada como si fuera un objeto sexual que solo estuviera para darle placer al indio y a su verga siempre que él quisiera y en la forma que él quisiera. Y también me sorprendió que el indio tuviera la fuerza para cogerse a mi mama cuando solo unos minutos antes se había venido en su culo, eso no se lo había visto hacer ni a mi hermano cuando me cogía y eso que mi hermano era mucho más joven.

Y mi madre seguía empalada en el pitote cuando el indio le dio un fuerte golpe en las chiches y le grito:

  • Pero muévete bien y más rápido puta, ¿así es como quieres que tu puta panocha le agrade a mi verga? quiero sentir como te entra hasta los huevos.
  • Si mi amor.

Y mi mama comenzó a mover sus nalgas más rápido casi sacándosela y luego dejándose caer fuertemente sobre el pito desapareciendo en su panocha todo el largo y ancho de ese pitote, y vi como mi mama estaba casi a punto de desmayarse por el placer y también por el dolor que supongo que le provocaba el tener tan tremendo garrote dentro de su cuerpo. Después de un rato y en cuanto el indio se vino dentro de ella, mi madre se saco la verga y se agacho de inmediato a limpiarla con la lengua a la vez que le daba muchos besos en la tremenda cabezota roja. Era increíble ver la cara de placer y de cariño de mi mama cuando besaba el pitote del indio, parecía como si estuviera besando a un hijo por la ternura y la delicadeza con que trataba tan enorme verga.

Si era mucho el amor que le tenía a ese indio, pero yo nunca pensé que ese amor por la verga del indio la llevara incluso a entregarle a su hija, a darle a su hija para que se la cogiera como quisiera con tal de que estuviera a gusto.

Y claro que estas escenas me calentaron e hicieron que se me empapara mi panochita y tuve que meterme a mi cuarto a masturbarme de una manera casi salvaje y recordando todas las escenas que acababa de presenciar.

Mi madre trabajaba como vendedora en una empresa de lencería y ganaba muy buen dinero pero seguido tenía que viajar a ciudades del interior de la república, generalmente lo hacia una o dos veces por mes y se ausentaba por varios días de la casa.

Mi padrastro por su fuerza, por su cara de bruto y por su estatura, siempre me había dado mucho miedo desde que lo conocí y me daba temor quedarme sola con él en la casa, pero desde que vi como trataba a mi madre me dio mucho más miedo, ese temor ya era casi algo irracional, como que presentía yo lo que se iba a venir.

Naturalmente que después de haberlos espiado la primera vez por casualidad, después ya me dedique a espiarlos intencionalmente pues recuerden que desde muy chica era yo muy caliente y morbosa, lo malo era que en la sala solamente cogían generalmente los fines de semana y entre semana cogían en su cuarto que estaba junto al mío y yo tenía que conformarme solamente con escuchar los pequeños gritos y los gemidos de mi mama, solo imaginándomelos encuerados y como la estaría poniendo y por donde le estaría metiendo su enorme vergota.

Total que después de dos o tres veces de espiarlos en la sala, en una ocasión mi padrastro me cacho que los estaba viendo y no solo eso sino que me vio como me estaba yo manoseando mi panochita metiéndome algunos dedos mientras los veía. En ese momento el indio no dijo nada y yo llena de miedo me encerré de inmediato en mi cuarto. Esa noche casi no pude dormir pensando en cuales serian las consecuencias de haber sido sorprendida espiándolos y me aterraba que mi padrastro me fuera a golpear por mi falta.

Dos días después, un medio día al regresar de la escuela mi padrastro me estaba esperando en la sala de la casa y en cuanto me vio me llamo y yo acudí sabiendo de antemano para que quería hablar conmigo, y me quede parada delante de él con la cabeza baja y esperando el regaño o el castigo y entonces el dijo:

  • ¿Así que a la nena le gusta espiarnos cuando estamos cogiendo? –y como yo me quede callada el me gritó- contéstame de inmediato cuando yo te pregunte algo pendeja escuincla.
  • No… señor… -le conteste llena de miedo.
  • ¿No qué? –me grito.
  • No… me… gusta espiarlos.
  • ¿no te gusta espiarnos cuando qué? Contéstame bien y completo antes de que me hagas enojar más y te ponga unos madrazos.
  • No me… gusta espiarlos cuando… están cogiendo… señor -le conteste ya llorando por el temor.
  • ¿Entonces porque lo hiciste?
  • Por curiosidad… señor.
  • ¿Y me viste la verga?
  • Si… señor.
  • ¿Si que estúpida, no entiendes que debes de contestarme completo lo que te pregunto?
  • Si le vi… la verga… señor.
  • ¿Viste como se la metía por el culo a tu mama?
  • Si… señor… si vi como se la metía por el culo a… mi mama –contestaba yo temblando de miedo.
  • ¿Y te gusto?
  • No se… señor.
  • Está bien pero te voy a tener que castigar mientras termino de interrogarte pues necesito saber bien porque lo hacías, ven aquí y tiéndete boca abajo sobre mis piernas y hazlo rápido.

Llena de miedo le obedecí, me acerque a él y me puse sobre sus piernas con mis nalguitas hacia arriba, el me levanto la faldita y me bajo los calzones, y de pronto sentí una fuerte nalgada sobre mis nalgas y luego otra y otra y otra, y yo grite un poco y llore diciéndole:

  • Ya por favor señor, perdóneme y ya no me pegue.

El se detuvo de las nalgadas pero de inmediato comenzó a sobarme mis nalguitas con sus enormes manotas, tenía las manos tan grandes que yo creo que mis dos nalguitas cabían fácilmente en una de sus manos, de pronto sentí que uno de sus enormes dedotes me comenzaba sobar mi panochita y sin querer me estremecí, no sé si por placer o por miedo de que me fuera a hacer algo más que yo desconocía, y no solo fue por sentir su dedote sino que también sentí la enorme protuberancia que se oprimía contra mi estomago, y entonces él me preguntó:

  • ¿te gusto ver mi verga putita?
  • Si… señor… si me gusto… su verga –le conteste como adivinando lo que él quería oír y tratando de que no se fuera a enojar de nuevo.
  • ¿Alguna vez te han metido el pito en tu panochita? –me pregunto mientras seguía sobándome con sus dedotes.
  • Si… señor.
  • ¿Y te la han metido en tu culito? –me pregunto mientras me pasaba uno de sus dedotes por mi hoyito trasero.
  • No… señor… nunca me han metido… la verga en mi culo.
  • Así que eres toda una putita ¿y quién fue el cabron que se comió esta rica panochita tan suavecita?
  • Un… amigo de la escuela –le conteste mintiéndole pues nunca le iba yo a decir que mi hermano y mi tío eran los cabrones que me habían cogido muchas veces.
  • ¿Y quién más?
  • Nadie más señor.
  • Está bien, que bueno que ya no eres virgen de tu panochita pues eso facilita mucho las cosas, y también qué bueno que eres virgen de tu culito pues eso habrá que remediarlo muy pronto.

Yo no entendí bien que era lo que quería decir con esto, pero en fin que me subió mis calzoncitos con suavidad, luego me dio otra fuerte nalgada y me levanto sentándome en sus piernas, me acerco su cara y me beso suavemente en la boca sin meterme la lengua, me toco mis pechitos por encima de la blusa y me manoseo las piernas, y lo hizo todo con tanta dulzura que yo sentí que quizás no era tan malo como yo había creído y me tranquilice bastante, y así estuvo por unos minutos tocándome y besándome y de repente me levanto de sus piernas y me ordeno que me fuera para mi cuarto y yo me fui de volada, espantada y sin saber lo que se vendría y cuales serian las consecuencias de mi falta.

Mi mama llego a casa a media tarde y de inmediato se encerraron los dos en su cuarto, escuche algunos gemidos por un rato y luego solo escuche un murmullo de voces que duraron varias horas. Ya tarde salieron y se fueron a la cocina y me llamaron para ir a cenar, yo no quería hacerlo pero no me quedo otra que obedecer. Cenamos casi en silencio los tres y después nos fuimos a la sala pues me dijeron que querían hablar conmigo, ellos dos se sentaron en el sillón grande enfrente de mí y mi mama con la mayor naturalidad del mundo hizo lo que nunca había hecho delante de mí, le abrió la bragueta a mi padrastro, le saco la verga y se puso a sobársela con las dos manos, y entonces mi padrastro fue el primero que habló dirigiéndose primero a mi mama:

  • Pues ya te digo puta que la otra noche descubrí a esta niña espiándonos mientras estábamos cogiendo aquí en la sala, claro que ya le puse un correctivo pero creo que debemos de dejar las cosas bien claras para el futuro.
  • Claro que si mi amor –contesto mi madre sin dejar de sobarle la vergota- que bueno que la corregiste.
  • Está bien –dijo el indio- nosotros somos una familia y debemos hacer las cosas y llevarnos bien como familia, y si esta niña ya conoce la verga pues yo creo que es muy justo que ella se ocupe de atenderme junto contigo pero sobre todo cuando tú no estás, ¿no lo crees así? –le pregunto a mi madre.
  • Claro que si mi amor, tu eres el jefe de esta casa y creo que nosotras dos debemos de atenderte como te mereces pues tu como hombre eres el que manda y nosotros debemos de obedecerte.
  • Qué bueno que lo entiendes –dijo mi padrastro y luego dirigiéndose a mí, me dijo- a partir de mañana que no va a estar tu madre, tu vas a ser la encargada de sacarme la leche de la verga.
  • No –respondí yo de inmediato y tratando de ser valiente- yo no puedo ni quiero hacer eso.
  • No te estoy pidiendo tu opinión escuincla pendeja, -me dijo el indio gritándome fuerte y haciéndome temblar un poco por el temor- simplemente te estoy ordenando lo que vas a hacer.
  • Pero… -conteste casi llorando y sin mucha convicción por el miedo que le tenía y que en esos momentos era peor porque nunca me había hablado de ese modo- es que… yo no quiero hacer… eso.
  • Pues vas a tener que hacerlo –me volvió a gritar el indio haciendo el ademan de levantarse del sillón- porque si no en este mismo momento te voy a poner una buena madriza para que sepas quien es el que manda aquí.
  • Espera un poco mi amor –intervino mi madre deteniéndolo- deja mejor que yo hable con ella.
  • Está bien, le voy a dar una oportunidad de que recapacite pero más vale que la convenzas o le voy a dar una buena entrada de cinturonazos.

Mi madre se levanto del sillón y me llevo con ella a su cuarto y nos encerramos y me comenzó a decir:

  • Por favor hija no contradigas a Ramiro.
  • Pero como no lo voy a contradecir si quiere cogerme.
  • No hija, no quiere cogerte.
  • Y además ¿cómo es posible que tú estés de acuerdo con esto? El es tu marido y yo soy tu hija
  • Precisamente por eso –me replico mi madre- porque tú eres mi hija es por lo que puedo pedirte esto pues para esto no podría confiar en ninguna otra mujer, mira, voy a hablarte sinceramente como mujer pues necesito que me ayudes. Ramiro es muy caliente, creo que es exageradamente caliente y muy cogelon y le gusta venirse todos los días, y aunque claro que eso me gusta mucho, pues también implica la situación de que tengo que atenderlo pues a él le gusta coger diario, y en estos días que yo salgo de la ciudad por trabajo, me quedo con mucho pendiente de que el vaya a salir a la calle a buscar otra mujer donde satisfacerse y si eso llegara a pasar yo me sentiría muy mal, me haría mucho daño y no sabría que hacer pues no quiero perderlo, pero tampoco quiero perdonarle ninguna infidelidad, ahora bien, tu ya no eres virgen y no te lo reprocho ni te voy a regañar por eso pues yo ya lo sospechaba, pero ahora que se que ya probaste la verga pues tu como mi hija y que vives conmigo eres la persona más indicada para ayudarme a retener a mi hombre, si tu lo satisfaces cuando yo no este, el no tendrá razón para buscar mujeres por otro lado, por favor hija, ayúdame.
  • Pero mama –le conteste- ¿Cómo es posible que tú me pidas eso?

  • Porque soy una mujer, -me contesto con cara de verdadera angustia- soy una mujer dispuesta a todo con tal de retener a su hombre, tu no lo puedes entender ahora pero estoy segura de que algún día me comprenderás, tengo miedo de perderlo y de quedarme sola para siempre, pues ya no soy una jovencita y no es fácil conseguir un hombre.

  • Pues yo creo que si es fácil conseguir un hombre como ese –le conteste con la misma franqueza que ella me estaba hablando- es un flojo bueno para nada, no trabaja en nada, tú lo mantienes y le pagas todos sus gustos, tu eres la única que sostiene esta casa y el solo se aprovecha de ti.
  • Eso no importa hija, y no te creas que es fácil conseguir un hombre que te quiera, ojala que todo fuera cuestión de dinero pues yo estaría de acuerdo en pagar para tener un hombre, pero no es solo eso, Ramiro me quiere a su modo y yo estoy de acuerdo en mantenerlo para que viva contento conmigo.
  • Bueno mama, eso yo no lo entiendo, pero no me resulta fácil el aceptar que él me coja solo por ayudarte a retenerlo.
  • El no te va a coger hija, solo quiere que le ayudes a satisfacer a su verga para que se venga, o sea que lo masturbes y te dejes acariciar, y me prometió que solamente te cogerá si es que tú lo aceptas, que solo te cogerá cuando tú se lo pidas.
  • Esta muy difícil que yo se lo pida.
  • ¿Me ayudaras hija, ayudaras a tu madre en esto? –me pregunto mama con cara suplicante y yo ya no pude negarme.
  • Está bien mama, lo voy a hacer solo por ti.
  • Gracias hija, siempre te estaré agradecida por esto, recuerda que debes de obedecerlo sin chistar en todo lo que te ordene y satisfacerlo como él quiera.
  • Si mama –le conteste ya resignada al papel de puta de mi padrastro que mi propia madre me estaba asignando.
  • Yo me voy mañana muy temprano, así que te quedaras varios días con él.

Regresamos a la sala y el indio todavía estaba sentado en el sofá viendo la tele con la verga de fuera, mi mama luego se acerco de prisa sentándose junto a él y agarrándole el pitote nuevamente y comenzando a sobárselo mientras le decía:

  • Ya está de acuerdo mi amor, ya no hay ningún problema.
  • Está bien –dijo el indio- ahora les voy a decir a las dos algunas instrucciones que deberán seguirse en esta casa a partir de ahora.
  • Si mi amor, di lo que quieres que hagamos –contesto mi mama sin dejar de sobarle la verga y dándole unos besitos en su tremenda cabezota.
  • Para empezar, ustedes dos van a andar encueradas dentro de la casa siempre que yo esté presente, no quiero llegar en alguna ocasión y encontrarlas vestidas, ¿entendieron?
  • Si mi amor, -contesto mi mama y luego dirigiéndose a mí, me pregunto- ¿verdad que si entendimos hija?
  • Si –conteste yo bajando un poco la cabeza.
  • Perfecto –dijo mi padrastro- antes de seguir con sus instrucciones quiero verlas encueradas a las dos y así es como deberán de estar siempre que yo esté en casa para que yo pueda manosearlas como y donde yo quiera en cualquier momento que me apetezca, y tu escuincla ven a sentarte junto a mí.

Mi mama se levanto del sillón y rápidamente comenzó a quitarse toda la ropa, yo también me levante y empecé a encuerarme más lentamente y note como el indio no me quitaba la vista de encima, y ya encuerada obedecí su orden y fui a sentarme junto de él.

  • Muy bien, ahora la segunda orden o instrucción es que tú desde hoy solo vas a llamarme amo o mi señor –le dijo el indio a mi mama y luego dirigiéndose a mí, me dijo- y tú vas a llamarme papito o papacito, ¿entendieron?
  • Si mi amo –dijo en seguida mi madre y dirigió su mirada hacia mí como urgiéndome a que le contestara lo que él quería oír y yo bajando un poco la cabeza le dije.
  • Si… papacito.
  • Dilo con más seguridad pendeja –me grito el indio.
  • Si papacito –le recalqué mas fuerte viendo como mi mama ya se metía la vergota en la boca decididamente y comenzaba a mamar sin ningún pudor por la presencia de su hija, a la vez que tomaba una de mis manitas y la ponía en los huevos del indio para que se los sobara y a mí no me quedo otra que hacerlo.

  • De acuerdo, -dijo el indio complacido de tenernos a las dos encueradas y atendiendo su verga y sus huevos- y yo voy a llamarlas puta y putita y claro que también podre decirles, perra, pendeja, cabrona, estúpida, imbécil o cualquier otro insulto que a mí se me ocurra a cualquiera de las dos y ustedes deberán de agradecérmelo, de igual forma podre castigarlas con algunas cachetadas cuando no me obedezcan y también deberán de agradecérmelo.

  • Si mi amo.
  • Si papito.
  • Bien, eso es todo por hoy, y a ti putita mañana te daré otras instrucciones.

Y así seguimos por un rato, mi mama chupándole la verga y yo sobándole los huevos mientras él nos manoseaba las teta a las dos o de pronto le metía un dedo por el culo a mi madre, y para terminar el dijo.

  • Ya estuvo bien de cachondeo, puta vámonos para la cama porque todo esto ya me puso caliente y ya quiero que te sientes en la verga.
  • Si amo –contesto mi mama levantándose de donde estaba, pero antes de irse se acerco a mí para despedirse con un beso en la mejilla y aprovecho para decirme al oído en voz baja- muchas gracias por todo hija y ahí te encargo a tu papito, exprímele muy bien la verga en estos días.

Y yo conteste asintiendo con la cabeza.

Y se fueron a la recamara quedándome yo sobre el sillón, encuerada y confundida, todo había pasado muy rápido y ya me había comprometido a ser la putita de mi padrastro, no sabía lo que fuera a pasar, pero en fin, ya afrontaría todo conforme se fuera presentando. Me fui a mi cuarto y me acosté a dormir siendo arrullada por los gemidos de mi madre que venían del otro cuarto y pensando en lo que pasaría al día siguiente.

Al otro día me levante temprano, me bañe, me vestí y me dispuse a ir a la escuela, mi mama me había dicho que el indio solo me cogería si yo se lo pedía, y eso me tranquilizaba un poco pues pensaba que no tendría yo que aguantar su enorme vergota en mi panochita, aunque debo confesar que si me daba un poco de morbo el pensar como se sentiría tener tan tremendo fierro dentro, pensaba que quizás solo sería cuestión de hacerle algunas chaquetas o a lo mucho de mamársela un poquito. Qué lejos estaba yo en ese momento de imaginar que ese mismo día le pediría yo misma a mi padrastro que me cogiera, que digo le pediría, en verdad le rogaría a gritos que me metiera la verga por donde él quisiera.

Nota: ya me alargue un poco en este relato, así que si me perdonan dejare para el siguiente relato la continuación de mis aventuras sexuales con mi padrastro.