Las pruebas de Vanessa (3)
Un mensaje inesperado de Núria, la hermana de mi tía, interrumpe las pruebas de Vanessa.
Las horas que me quedaban libres las empleaba en estudiar para que mi cabeza no pensase en sexo.
Al llegar el miércoles, Vanessa me dijo que tocaría quedar en mi casa. Cuando ella llegó, puso un DVD con una película porno que vimos entera, casi dos horas. No fue un día que valga la pena relatar, por lo que paso al jueves noche.
Mientras cenaba, recibí un mensaje de un número desconocido:
"Mañana a primera hora pasa por mi despacho para hablar de la renovación de tu contrato.
Núria"
El corazón me dió un vuelco. Era verdad que el contrato finalizaba el martes, pero no era casualidad que Núria personalmente me enviase el mensaje. Respondí cordialmente y no recibí más mensajes, pero me quedó la duda. Ella ya me había dicho que podríamos repetir aquella sesión de sexo.
Con rapidez llamé a Vanessa para contarle lo sucedido, pero ella no veía el problema. Sabía que ya nos habíamos acostado, que era la hermana de mi tía y que seguramente ese mensaje significaba algo más.
De repente su voz se entristeció:
Si vas a saltarte las pruebas por ella lo entiendo...
Por supuesto que no, pero ¿y si me pide que la vuelva a complacer?
Pues lo haces, no hay solo una manera de dar placer, pero haz lo que quieras, me voy a dormir.
El enfado de Vanessa me sorprendió, pero tenía razón.
Viernes
Me desperté un poco nervioso. Estuve pensando durante todo el viaje. Cada vez estaba más seguro de que aquello iba a acabar en sexo y que el contrato solo era una buena excusa.
Cuando llegué a la puerta de su despacho oí voces dentro, por lo que piqué a la puerta y me abrió uno de los jefes de Núria, que me saludó con un fuerte apretón y me hizo sentar bajo la atenta mirada de la hermana de mi tía. Esta vez su camisa no llevaba ni un botón desabrochado, por lo que empecé a plantearme que todo había sido una mala jugada de mi mente por culpa de las pruebas de Vanessa.
En resumen me dijeron que habían comprado otra nave muy cerca de donde yo trabajaba y que me ampliaban el contrato tres meses más para que trasladase cosas.
- Hoy Núria te acompañará a ver la nave para que vayas viendo y para que montes su despacho.
Los tres nos levantamos y Núria acompañó al jefe a la puerta, la cerró con pestillo y se lanzó a mis brazos. Sus ojos se clavaron en los míos.
- Nos he conseguido todo el día. Llévate el almuerzo.
Sus manos se agarraron fuerte a mi cadera y sus labios se encontraron con los míos. Agarré sus nalgas y la levanté del suelo mientras ella me rodeó con sus piernas. La senté sobre su escritorio y ella descubrió mi erección. Tuve que pararla con la excusa de la nave. Ella me dió las llaves de la nueva nave y me dijo que en uno de los almacenes estaba el material a trasladar, que ya lo había organizado así para aprovechar el día.
Salí de su despacho y me fui a los lavabos a lavarme la cara y a esperar que mi polla se calmase.
Efectivamente en el almacén todo estaba bien etiquetado, por lo que no había duda de lo que tenía que trasladar. Llevé primero todo lo del despacho de Núria. Cuando llegué a la nueva nave, todo estaba en completo silencio.
Deposité las cosas bajo la escalera de los despachos. Cuando bajé del toro escuché:
- Julio, la primera sala de la derecha.
Antes de subir, volví a la puerta de la nave y la cerré con llave. Subí las escaleras casi corriendo, y al abrir la puerta me encontré a Núria desnuda sobre una mesa de conferencias.
Me esperaba sentada como una sirena y tapando ligeramente sus pechos con timidez. Cerré la puerta tras de mí y me acerqué al borde de la mesa, agarré suavemente su cuello y nos fundimos en un beso.
Las manos de la madurita palparon de nuevo mi mástil y buscaron desabrochar mi cinturón, pero la detuve otra vez, ya sin excusas, por lo que le susurré al oído
"Hoy es tu día."
Ella se quedó sorprendida, por lo que me senté en una de las sillas y me encaré a su cuerpo desnudo. Empecé a deleitarme con sus pechos. Sus pezones estaban durísimos. Ella, mientras, gemía tímidamente y me masajeaba la cabeza. Bajé mis labios por su abdomen y llegué a su pubis, donde me detuve.
Me puse nuevamente de pie y ella me imitó con un saltito que hizo que sus pechos botasen ante mi. Le di la vuelta, quedando de espaldas a mi.
Al ver su cuello desnudo recordé a Vanessa y comencé a mordisquearlo y besarlo mientras masajeaba sus pechos. Ella giraba su cara para encontrar nuestros labios mientras ronroneaba como una gata en celo. Pensé que si lo aprendido aquél día con Vanessa servía, por supuesto que lo aprendido en el espectáculo lésbico iba a funcionar.
Con esa idea bajé mi cara a sus nalgas y las agarré, amasandolas como un panadero. Ella separó más las piernas y recostó su tronco superior en la mesa.
Le di un par de suaves azotes y mi lengua buscó su coño. Mis manos no se separaron de su culo, abriendo sus nalgas y pasando mi dedo pulgar sobre su ano sin llegar a introducirlo. Los gemidos de Núria empezaban a ser más notorios, así que decidí avanzar con lo que había aprendido. Pasé la lengua por su perineo hasta llegar a su ano, donde la introduje y di un par de lametones.
- ¡Dios! -El grito sonoro de la madura me hizo saber que iba en buena dirección.
Volví haciendo el recorrido inverso, ocupándome de su coño nuevamente para reiniciar el proceso, pasando ya directamente de su coño a su culo donde me deleitaba unos segundos y vuelta a empezar. Bastaron unos pocos minutos para que Núria golpease la mesa y emitiese un grito ahogado que la hizo toser.
Me retiré unos segundos con la cara aún a la altura de sus muslos mientras ella recuperaba el aliento sobre la mesa. Aquello todavía no había acabado, por lo que me puse en pie y la coloqué boca arriba. Ella todavía no había recuperado el aliento, intentó decir algo, pero la callé con un beso. Sus uñas se clavaban en mi nuca y sus duros pezones apretaban contra mi pecho. Mis manos bajaron para encontrarse una raja empapada.
Primero la acaricié mientras sus caderas se movían buscando el roce de mis dedos; su lengua y sus dientes jugaban con desesperación con mi boca, por lo que decidí bajar mis labios por su cuello e introducir el dedo índice para jugar en su interior. En cuanto su boca se liberó de la mía, pidió que se la metiera, pero le repetí que aquel era su dia, por lo que mi boca pasó a ocuparse de sus pezones y cambié el dedo índice por el anular y el corazón, que entraban y salían rápidamente de su tesoro. Verla disfrutar era un goce para mí. Su cara se desencajaba y soltaba gemidos muy leves. Vi que no le quedaba mucho para correrse, así que bajé mi lengua para rematar el trabajo, pero aún así tardó más de lo que esperaba mientras tiraba de mi pelo. Notar todo su flujo en mi boca hizo que mis ganas de penetrarla fuesen titánicas, pero aguanté como pude. Recogí todo su néctar con la lengua y me senté a su lado, viendo su cara colorada.
-Joder. Nunca se habían ocupado así de mi. Buscando sólo que yo me corriese.
Se apoyó en mi hombro y ambos recuperamos el aire.
-Tendrás que aparecer un par de veces más por la nave para que no les parezca muy raro. Además, empieza a hacer frío para ir así...
Me puse en pie y la besé de nuevo, haciéndole saber que iba a volver para repetir.
Al ir al almacén, hice un poco de ruido para que la gente me viese, saludando y preguntando a compañeros. El disimulo tardó más de lo esperado y al volver llevé dos paquetes más. Cuando abrí la puerta, encontré a Núria, vestida, en el centro de la nave y con una silla de oficina. Por si acaso, cerré la puerta con llave de nuevo.
-Julio, quiero probar una cosa y... Hoy que estás así...
-Lo que tú quieras. Es tu día.
-Me da vergüenza, pero... Quiero probar algo
-¿Vergüenza? Después de esta mañana...
-Tienes razón, pero una es como es... Ya he visto que hoy no quieres enseñarme a tu amigo, así que no voy a insistir, pero quiero que me folles aquí, en el centro de la nave... Y quiero que me comas el culo como lo has hecho antes...
Dicho y hecho. Núria y yo nos besamos, pero ella rápidamente se puso de espaldas. Bajé su falda y no me encontré nada más debajo. Había sido clara, así que nada de preámbulos. Aparté sus nalgas con mis manos e introduje mi lengua. Núria se agarró al respaldo de la silla y empezó a gemir.
La intensidad de su voz subía cada vez más, retumbando en la nave vacía. Sus gritos de placer se mezclaban con insultos, súplicas y chillidos sin sentido. Llevó una de sus manos a mi cabeza para apretarla contra su culo a la vez que subía sus talones, quedando apoyada en el suelo únicamente con las puntas de sus dedos. Se hizo un silencio de un par de segundos antes de lanzar un "¡Si!" con toda la fuerza de sus pulmones. Le dí un par de azotes y me senté en la silla.
Ella se sentó sobre mi, aún jadeando. Su boca se lanzó a la mía con ansia, por fin se había desatado por completo.
-Joder. Joder. Eres la hostia. Ha sido increíble. Joder. Prométeme que cuando tu polla esté lista vas a avisarme, porque tengo que agradecerte todo esto. No sé si es que la tienes en carne viva de tanto follar, pero quiero ser la primera en ser taladrada por ella cuando vuelva. ¿Lo prometes?
-Voy a cobrarme esta, así que si.
Núria me besó unas cuantas veces más antes de dejarme ir. Descargué y coloqué las cosas como pude, casi sin tiempo. Era el único día que íbamos a estar solos, al día siguiente vendría un equipo a ayudar. Al despedirme de Núria me recordó la promesa.
A la vuelta, ni me había cambiado la ropa, no pensaba ir a la universidad, sólo tenía ganas de volver a casa y darme una ducha fría, pero al aparcar, creí buena idea subir al piso de Vanessa.
En cuanto abrió la puerta, entré y cerré tras de mí, me bajé los pantalones, dejando al descubierto mis calzoncillos completamente manchados de líquido preseminal y una erección pidiendo ser apaciguada.
Vanessa se arrodilló, sacándomela de los calzoncillos y la besó con ternura.
-Yo no había dudado de ti -Dijo mirando a mi miembro
Me volví a tapar y agarré a Vanessa para besarla, en cuanto nuestras lenguas se tocaron, ella se separó y pasó un dedo por mi lengua.
-¿Ves como había otras formas?
Ambos nos sonreímos, nos dimos un pico de despedida y bajé a mi casa a darme una ducha bien fría.
Al secarme, miré los mensajes; tenía uno de Vanessa:
-Hoy ya has tenido suficiente prueba, pero el próximo día no te la perdono